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NO ME DIGAS ADIÓS, AÚN SIGO CONTIGO (XIV)


NO ME DIGAS ADIÓS, AUN ESTOY CONTIGO(K)

 

El reflejo de tu luz en el espejo

 

            La sombra de los años pesaban en su espalda, como una cola invisible. los recuerdos se atenuaban, pero no se marchitaban. Su carta de presentación era caprichosa y pendenciera. A veces los abrazabas, otros los lapidabas para intentar amar de nuevo. Parecen fotografías escondidas en una fuerte caja fuerte, parásitos inervando en tu cuerpo, estacionarios. Pero son entidades vivientes, que directa o indirectamente, nos influyen.

 

            Ritualizar fechas, que ayudan a invocar el ser que tanto quisiste y te permites decir su nombre en voz alta. Las emociones están a flor de piel, y tu mente esta completamente monopolizada por aquel principio de verano, en el cual la conociste. Aquel día, aquel viernes era el momento para abrir su baúl.

 

            Nadia, esta sentada en un taburete de un bar tranquilo de Chueca. Es viernes por la noche, entorno a las 10 de la noche; y mañana no hay que ir a trabajar. Ha cenado con Maca, y después se ha ido. Necesitaba estar sola, tomar algunas copitas y brindar por el descanso tranquilo de Corina.  Entre sus manos posee dos cosas.

 

 En una mano una copa de cava, sigue bebiendo con rabia: por la incomprensión de su cruel acto. ¿Por qué se quito la vida? ¿No era feliz con ella? Su respuesta siempre es: “Yo jamás la rechace, ni al saber su verdad. ¿Por qué? “ En la otra mano, coge con fuerza una hoja muy manoseada y con intensas marcas que nos señalan como ha estado almacenada. Era la única explicación en aquella miserable hoja, que la volvió a releer por enésima vez.

 

“ Una mala tarde, como el humo viciado de un fumador compulsivo, como el aburrido tic-tac del reloj...Una frase se te repite, constantemente, no obstante no eres capaz de repetirla; pero en localizarías el fragmento y el libro. Lo entiendes, entiendes el mensaje sumergido, lo que el escritor pretendía comunicarte, como una ley profética. Por misteriosas razones, te verías obligado a coger un vaso y te lo llenarías de cualquiera bebida alcohólica.

 

 Un sabor a vino, a cava quema en tu golosa boca... No obstante, la razón, como una ramita de esperanza esta a tu lado para señalarte, como un semáforo eficaz, lo que esta bien y lo que no. De hecho, en el fondo, uno sabe que las penurias no se ahogan con alcohol... En todo caso, es todo lo contrario. El alcohol es un agente conductor de malos albedríos.

 

   Tu sombra te sigue, te ves reflectada en un espejo y no te reconoces. La voz del espejo para ti es muy importante, como también lo son las miradas. De hecho, son ellas quien rigen parte de tu vida, tan la soterrada como la real. La mirada es como un cable eléctrico, transportadora de corrientes eléctricas, que su movimiento provoca la encendida de bombillas, hace cobrar vida a objetos inanimados. Es una chispa peligrosa y hechizadora.

 

   Jamás podrás borrar ciertos perfumes y miradas de tus recuerdos, como la percepción de qué eres una oveja errante. Sentirte como un insecto saltador, que salta de flor a otra y cae a las mismas trampas e insectívoros por carencia de memoria histórica.

Como los ingenuos humanos, los cuales aunque saben que los ríos son vivos y no siempre están tranquilos cometen el mismo pecado: invadiendo espacio del rió. El cual, en grandes temporadas, reclama su propiedad, con lo consiguiente perdida de vidas humanas por la manca de memoria histórica.

 

   Laia, Raquel, Alberto...todo aquel a quien quise, todavía son bien próximos a mi; por mucho que transcurra el tiempo restan dentro de mi cerebro...discutiendo, reclamando un espacio que en un tiempo fue suyo. Están desconcertados, rabiosos, no comprenden que ha podido pasar dentro de mi...

 

De hecho, las cosas evolucionan, se modifican y se pierden en el vació del abismo. De hecho, terminas por darte cuenta que tu eres como un rió, que vas viviendo, vas haciendo daño a tu entorno y tu también recibes contaminación de los que te rodean, de tus supuestos iguales. Cuantos más años vas sumando, más arrugas vas coleccionando...;ciertos recuerdos te acompañan y quizás la nostalgia te terminara por comerte o invadir.

 

   La gente insensible, la gente que habla por hablar, la falsedad humana. Darte cuenta de qué por mucho que estés acompañada, estas sola en tu propio desierto. Es como si te lanzaran al universo, con otras flechas, y con ellas compartieras el vuelo, el espacio y el tiempo...

 

No obstante, en el abismo de la inmensidad del universo te abandonaran o te en separaras irremediablemente. Volando a tu suerte. No comprendiendo la repentina soledad que te invade. Ignorando las intención de los otros...pero no dejando de sentirte traicionada ;y la famosa frase te suena: como un objeto carente de valor, como un mueble matutero, olvidado... “

 

            Aquellas letras, por más que las haya degustado infinidad de veces, se le clavan en el alma. La soledad que mencionaba, sus referencias a varios desengaños...Costaba de aceptar que su amor, su preciosa Corina: una mujer segura, inteligente, fuerte que le enseño a amar y su sabiduría; sintiera todo aquello.

 

            La canción que había pedido la barman, "Boig per a tu", empezó a sonar, substrayéndola de sus pensamientos. Cierra los ojos y se sumerge en cada palmo de su letra; y la transporta 8 años atrás.

 

Cuando termino de leerla, empezó a sonar la canción que le había perdido a la barman. Cerro los ojos y se sumergió en la letra de la canción.

 

En la terra humida escric,

Nena estic boig per a tu

Passo els dies esperant la nit

Com et puc estimar

Si de mi estàs tan lluny

Sabia acabat

Boig per a tu

Se molt be que des de aquest bar

jo no puc arribar a on ets tu

Pro dons de la meva copa veig

reflectida la teva llum,

me la beure

Sabia acabat

Boig per a tu

No siguis el mati

Llàgrimes es perdran

entre la pluja que caurà avui

Hem quedaré atrapat, ebri d'aquesta llum

Sabia acabat

Boig per a tu

 

Se molt be que des de aquest bar

Jo no puc arribar allà on ets tu

Pro dins de la meva copa veig

 reflexada la teva llum

Me la beure

 

Sabia acabat

Boig per a tu

Sabia acabat...

Boig per a tu...

(...)

 

En este punto de la canción, Nadia vuelve a abrir sus ojos. Levanta su copa, brindando por su amor desaparecido. Se contempla en el espejo grande que había en la pared de la barra; donde se ve reflejada, y en él también vio una luz familiar. Su corazón despertó de su ensoñación, experimento una opresión en el pecho y mil maripositas bailotearon en su vientre.

 

            Espantada, aparta sus ojos del espejo, aquella luz no debía de estar ante ella. Volvió a enfocar el espejo, volviendo a ver la misma luz. Se gira, y detrás de ella, en una mesa, se hallaba la inspectora Wood junto a una chica con el pelo corto que le daba la espalda. De momento, no atiene a nada. Ni mucho menos levantarse para saludarla.

 

            Aquello le ha conmocionado, por el que ha sentido en el profundo de sus entrañas. Había estado tan concentrada recordando a su Corina, tan alejada de la realidad. Aún así, la luz de Valeria había conseguido hacer borrar sus pensamientos para apoderarse, completamente, de su mente.

 

            Le había provocado unos sentimientos que hacía años que no vivía con tanta intensidad. Aquello era muy revelador, ya que Maca no los había experimentado. La confusión se iba extendiendo como la tela de una araña. Cada vez era más obvio; no obstante, tenía mucho miedo. Finalmente, encontró las fuerzas para retomar su posición inicial. Sus ojos, se clavaron instintivamente, en el espejo.

 

            El demonio de los celos abandono su infierno, para apoderarse de su pura alma. ¿Quien debía de ser la mujer que la acompañaba? Una bocanada de seguridad la poseyó:

 

" No, no debe de ser su amante ni pareja. Se de buena fuente que yo le gusto. No creo que sea de aquella clase de persona que juegue a ser infiel. Ni muchos menos, ser una seductora innata, que va de flor en flor. "

 

            Se siente frágil, y aún no atreviéndose a acercársele, pide un cubata de Vodka y limonada. Empieza a sudar un poquitin, coge con fuerza la copa vacía. La carta de Corina esta olvidada encima de la barra. Jamás había experimentado celos, aquella irracionalidad. Era incapaz de descentrarse, de vigilar los gestos de Valeria. Auto regañándose, se decía:

 

            " ¡Nadia, Nadia no seas así, posesiva! Debe de ser una amiga. ¿Además, que eres tu por ella? Nada, solo un elemento más de su caso. Quiso ser tu amiga, y tu sembraste un desierto entre vosotras. No es de extrañar que intente olvidarte, después de como las has tratado"

 

            La barman le deja su consumición ante ella. Coge una cañita y realiza un sorbo tras otro. Esta paralizada por aquel descubrimiento. parece como si el fantasma de Corina se hubiera hallado allí, indicándole que Valeria era su sucesora. Que esta, esta la única mujer capaz de llenar su vació. Probablemente, le susurraría:

 

            "Nadia, no tengas miedo ni seas cobarde. Lucha por el amor. Se fiel a tus sentimientos. No me debes nada"

 

            Se deja conducir por la brisa marina, va bebiendo sin apartar sus ojos azules de su cómoda posición de mirona. La realidad de distorsiona otra vez; y ante ella esta la playa testimonio del nacimiento y muerte de su historia de amor. Se imagina como Corina se adentra en ella. Cuando parece haberse fundido, entrado a formar parte del exótico mundo marino...De repente, una mujer sale del agua y se dirige a la orilla.

 

            Al principio, parece la reencarnación de Corina. No obstante, a medida que se le acerca más y más...se encuentra ante unos ojos verdes preciosos, sensibles, dulces, tiernos. Se le clavan, como clavos, en su interior. Los esta sintiendo, realmente, muy próximos a ella. De hecho, Valeria le ha descubierto y se ha quedado, como una reina pasmada, contemplándola.

 

            El rostro de Nadia se ruborizo, en tan solo sentirse explorada visualmente por Valeria. No había espacio por la duda. Aquella mujer de rostro pequeño, suave, tierno, expresivo la deseaba. Para que el torrente de agua embriagadora llegará a la orilla dependía de ella. Se termino el cubata con 3 sorbos; y decidió aproximarse a la chica y dejarse ir. Era ahora o jamás. El destino le sonrió, la amiga de Valeria en aquel mismo instante se fue.

 

NA:- Hola- no desviando sus ojos de los suyos; las mariposas, las calores se le iban extendiendo.- ¿Puedo sentarme contigo?

 

            Valeria estaba enganchada, literalmente, a su silla; no fue capaz de responder a aquella petición inesperada. ¡Como le gustaban aquellos ojos, todo lo que leía en ellos! Además, en aquella ocasión diviso en ellos la lama del deseo. Aquello le paralizo aún más. En lugar, de encender fuegos artificiales, su rostro se revistió de incredulidad. No quería hacerse falsas ilusiones.

 

            Ya hacía varios minutos que la había visto a la barra, bebiendo como una condenada. Probablemente, estaba bajo los efectos del alcohol. ¿Por qué alguien puede cambiar de la noche a la mañana sus sentimientos? ¿Incluso, terminar deseando a alguien? La desconfianza hizo mella en su interior.

 

            Nadia, se sentó sin su permiso. Le sonríe y aparta su mirada de ella. No iba demasiado tomada para no percatarse de la poderosa influencia que ejercía sobre la inspectora. No quiere dar marcha atrás a su automóvil, hay que ser consecuente con sus recientes sentimientos. Ya no había nada que no la detuviera.

 

NA:- Me alegro de encontrarte esta noche- se sincero, intentando no mirarla, para evitarle otro patatús.

 

VAL:- ¿Sí?- extrañándose. No dijo nada más, desconociendo a la Monsolís que tenía ante ella. ¿Qué le estaba pasando?

 

NA:- Sí- sonríe, viendo en aquel instante el momento ideal para disculparse:- He estado muy injusta, dura contigo. Cuando tan solo, pretendías ayudarme.- se calló, busco otra vez su mirada. Sendos ojos se reencontraron, esta vez sin miedos, y se comprendieron.

 

VAL:- No..no pasa nada.- aceptando sus disculpas, y no dejándole justificarse más. Cada vez su embriagadez se iba incrementando al tener a su lado una mujer preciosa, divina. Si en tan solo mirarla se corría.

 

NA:- Te han dicho nunca que eres muy hermosa- realiza una pausa para valorar el efecto de su declaración. Como se temía, su pretendiente iba cogiendo colores por momentos.- Tus ojos verdes, hechizadores, profundos...reflejan tanta ternura.- sin pensarlo le empieza a acariciar, suavemente, su rostro.

 

VAL:- ¡Tu no te cortas en nada!- atiene a decir, rompiendo aquel hechizo aún estando a un palmo de conquistar el inconquistable.- ¿Qué te pasa hoy?- no creyéndose sus dulces palabras. Su corazón esta empequeñecido y frágil.

 

NA:- Perdona, no quería ofenderte.- apartando su mano de su rostro. Quizás ha estado demasiado brusca con sus declaraciones. Aquella chica era especial, tímida...

 

VAL.- No hay nada para disculpar. Me han extrañado...- siéndole sincera, acotando la cabeza. Pero no le había desagradado. Era todo el contrario, le habían encantado. Aún así, no se terminaba de creer que sus sueños se estuvieran haciendo realidad.- Yo...- no encontrando sus palabras.

 

NA:- Lo siento, no quería intimidarte- rompiéndole el corazón su miedo. Opto por no precipitar los hechos; cada cual necesitaba su tiempo, y ella también.- Aún, aunque te parezca mentida, no he hecho turismo por Madrid.- se calla y la mira sonriéndole dulcemente- ¿Te importaría hacerme de guía?

 

            Valeria le sorprende aún más su petición. Pero comprende que va en serio. Se auto regaña por ser tan torpe, sosa. ¿No les gustaba la catalana? ¡Sí! ¿Pues, entonces? Se traga su inseguridad, timidez y devuelve la sonrisa. Aquella noche no podrá resistirse a sus ojos, a sus sentimientos.

 

VAL:- Sí, seré encantada tu guía- consiguiendo decirlo sin cortarse- Por cierto, no té preocupes...No me has ofendido. Aunque me has sorprendido.- se calla, no atreviéndose a descubrir a que se debía su cambio de comportamiento con ella. La noche es larga, hay tiempo para abrir su corazón.

 

            Minutos después, se levantan y se dirigen en la barra. Nadia insiste en invitarla, saliéndose, al fin, con la suya. Se iban a ir, cuando una barman las interrumpe.

 

Barman:- Un momento, ¿Está hoja es de usted?- dirigiéndose a la chica más alta, entre sus manos esta la carta de Corina.

 

            Nadia se paralizo, volviendo a recordar su pasado. La coge, ensombreciéndose más su rostro. No quería que aquello le estropeara aquella noche distinta. Ya empezaba a ser hora, de qué aquello se lapidase en su interior. Valeria se da cuenta del poderoso efecto que le ha producido aquella insignificante hoja. Preguntándose:

 

            " ¿Qué debe ser? Debe de ser algo que le afecta mucho. Pero es mejor que no se lo pregunte. Es mejor, que me coja confianza y me lo explique. Ya sabe, que puede contar conmigo. No quiero estropear nada. "

 

            Nadia, se guarda la hoja en la bolsa. La vuelve a mirar, y le sonríe. Vuelve a tenerlo todo confuso. Realmente le gusta aquella chiquilla bajita, pero quizás se ha precipitado echando su red de pescadora. Con un señal de cabeza, reinician su operación salida y su ruta turística por Madrid.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(2)

 

            Los trozos de la carta de Corina se movían al compás del aire microscópico; bajaban y se volvían a levantarse. Algunos se cansaban de mantenerse en suspensión y caían acariciando el frió y sucio asfalto. Otros no tardaban en imitarlos. Lo que una vez fue una carta, quedo reducida en fichas de un puzzle, muy dispersas en una calle de Chueca.

 

            Nadia, después de su elección firme, no pudo evitar contemplar su destino. La carta, con su crudeza, quedo reducida en la nada y era tan frágil que no podía luchar contra aquel agente de la naturaleza. Era un aire fino, propio de inicio de verano. Todavía no sabia si había estado una buena elección; pero no podía seguir viviendo con aquellos sueños rotos. Ella estaba viva, y tenía derecho a volverse a enamorar. Corina seguro que lo entendería.

 

            En silencio, se subieron en el mini de Valeria. Esta antes de girar la llave de su coche, volvió a mirar a su compañera de trayecto. Su corazón estaba compungido tras escuchar su triste historia. La comprendía muy bien y no sabia como ayudarla.

 

VAL:- Nadia, te tienes de quedar con una cosa: Corina te quería. Hizo lo que hizo para evitar compartir contigo su enfermedad.- rompiendo, finalmente, el silencio algo molesto y pesante para la inspectora.

 

NA:-¡Ya, pero fue egoísta!-exclamo, ya más serena que media hora antes.

 

Al salir a la calle, no había podido contener el llanto. Se había sentido la mujer más despreciable del planeta. Valeria la abrazó, y sin más recito su historia de amor con Corina. Incluso le dejo leer la carta. Ofreciéndole un verdadero privilegio porqué jamás lo había compartido con nadie.

 

VAL:-Según como lo analices- tenaz con su empeño de ayudarla-El amor es egoísta, nos hace ser posesivos. Cada cual tiene su punto de egoísmo. De la misma forma, la vida de cada cual es suya, y es duro tolerar la verdad.

 

NA:-¡Ya lo sé!- sabiendo aquello es absolutamente cierto. Aún así, cuesta amar de la forma que le enseño Corina: sin esperar nada a cambio, como si se liberara una paloma en cautividad.-Es duro aceptar que por más amor que le di termino por...- dejando su frase en suspensión. La palabra que aludió le seguía poniendo la piel de gallina.

 

Aquel tinte de tormento estremeció a Valeria, y la miro directamente a los ojos. Por más que decía el contrario, su corazón aún almacenaba rabia por la perdida.

 

VAL:- ¡Dilo de una vez por todas!- le insistió. Quizás fue muy directa, pero creía que era la única forma para arrancarle del todo el dolor que almacenaba.

 

NA:-¡ Se suicido! –volvió a llorar de nuevo. Valeria la abrazó. Nadia se dejo acunar por ella, con sus brazos fuertes; se volvió a sentir muy protegida entre ellos.

 

VAL:- Ya esta cariño, ya esta.- le susurraba dulcemente. Le seco un par de lagrimotas que descendían por sus pómulos, y le sonrió.

 

Nadia se pego a su cuerpo. Las mariposas regresaron en su morada. En aquel instante, supo que había hecho bien en romper la carta. Quería estar donde estaba, junto a aquella mujer dulce, con un corazón de oro. A demás Corina le había bendecido, y las dudas de sus sentimientos cada vez eran menores. Era difícil menospreciar a Valeria. Se deshace del abrazó suavemente, y le sonríe. Sus ojos ya han dejado de llorar y los tiene levemente rojos.

 

VAL:- Si quieres dejamos para otra noche el paseo- apartando sus ojos de ella y ponen-dolos en el horizonte. Una calle vacía, solitaria, testimonio de su encuentro y su naciente amor.

 

NA:- No me apetece irme para casa- cogiéndole la mano con delicadeza, obligándola a mirarla de nuevo. Unos ojos llenos de amor se cruzaron.- La noche es larga, y tu eres la única persona que me apetece estar, compartirla.

 

            Valeria se sonroja, su corazón le late velozmente. El asombro no abandona su nido; pero en esta ocasión se la cree. Aún así, su timidez le tienta a rechazar la preciosa mirada azul. Nadia, que quiere hacer las cosas bien, opta por cambiar de tema y dejar que la inspectora se siente a gusto con ella. De esta forma, coja confianza. Lo más primordial era no forzar nada, y compartir las horas de la noche juntas, conociéndose sin precipitar nada.

 

NA:- Me han dicho unos duendes, que el Parque del Retiro es deliciosamente hermoso. Porqué no me llevas allí.- le sugiere, con una voz melosa; y una sonrisa de oreja a oreja. Ayudándola a salir del impacto de su confusión.

 

VAL:- Los duendecillos te han recomendado bien.- se calla, y decide imitarle su estilo:- A lo mejor ellos están allí, y nos permiten verlos. Ponte el cinturón que vamos para allá.- haciendo lo que decía. Solo hizo falta poner la sirena de policía en servicio, y saltarse los semáforos que no dormían.

 

            El parque del Retiro, en aquella hora de la noche, estaba prácticamente desértico. En el aparcamiento había pocos coches. Pero como el parque era enorme, no se cruzaron con nadie. Pasearon con tranquilidad, disfrutando de la hermosura de su entorno, del aire cálido que acariciaba sus rostros, del aroma de la vegetación. Hablaban sin parar de sus vidas anteriores, actuales...hasta que llegaron al lago.

 

NA:- Anda, hay barquitas- señalándolas con un dedo, estaban ancladas a la orilla.- ¿Se puede subir en ellas...?

 

VAL:- Sí, pero lo siento señorita...- poniéndose frente suyo, y su tono de voz cada voz más jovial.- Por las noches, cierran. ¿En qué podría servirla? Me da pena que...- dándose cuenta del que realmente quería decir. Los ojos azules seguían mirándola, expectantes y tranquilos. ¿Por qué se contenía tanto? Al final, se atrevió a terminar su frase:- Una señora tan hermosa como usted, se pierda la delicia de navegar esta noche tan estrellada. Pero..., conozco una zona preciosa. Seguro que le encantará.

 

NA:- Estoy absolutamente en su disposición- se acerco a Valeria. Cuando estuvo muy cerca de ella, le ofreció un brazo, para que la guiara. Lo acepto, y anduvieron muy pegadas. Cada vez, la inspectora estaba más suelta, más cómoda.- Espero que los duendes se dejen ver esta noche. Nunca he visto a ninguno.

 

VAL:- Yo creó que saldrán de su escondite, la ocasión se la merece- mirándola de reojo y sonriéndole. Que hermosa que estaba bajo la luz de la luna; si tuviera valor se giraría y la besaría.

 

NA:- ¿Ah, sí? ¿Y que lo hace especial?- esperando escuchar lo que a la inspectora le costaba decir. No quería precipitar nada, pero le era difícil controlar sus recientes sentimientos.

 

VAL:- Una chica alta, morena, de buen ver.-mientras lo decía, sus ojos enfocaban distraídamente al horizonte.- Su rostro es suave, angelical, poseedora de unos ojos tan azules como el cielo más puro, despejado...Mirándolos crees ver misteriosos planetas... – sus palabras consiguieron sonrojar a Nadia, por gusto se hubiera parado y besado con toda su alma. Aún así, tampoco era el momento.

 

NA:- Mmm...interesante.- mirándola de reojo, y le sonrío.- Así, seguro que aparecerán los duendes. Tus los hechizas con tus hermosas palabras, con tu forma de ser, tu dulzura...

 

            Anduvieron unos minutos mas, regalando hermosas flores dedicadas. Sus corazones estaban radiantes de felicidad, sin hacerse más preguntas. Aquella noche era especial, y no la querían estropear. El fantasma de Corina se había disuelto por siempre jamás, y cada vez estaba más convencida que quería aquella mujer única.

 

Finalmente, llegaron al sitio especial de Valeria. Era una zona apartada del caminito principal, había césped, y muchos árboles. Los cuales ocultaban hacían como un circulo imaginario. Des de aquel punto, se podía divisar el lago y ver el cielo estrellado. Valeria se separo de Nadia, y se puso casi al medio de la pequeña explanada. Levanto las manos, y empezó a dar vueltas.

 

VAL:- Es precioso, siento que puedo acariciar todo este cielo inmenso- relucía todo ella de felicidad, en estado puro. Se notaba que aquel sitio le encantaba, lo amaba; y embrujo más a Nadia.- ¡Ven !

 

            Nadia la obedeció, se puso a su lado y la imito. Experimento las mismas sensaciones que ella; parecía que estuvieras volando en medio de las estrellas. No obstante, tubo que parar porqué empezó a marearse. Estaba medio boba, tambaleando. Valeria estaba igual, no dejando de reírse. Terminaron por chocar frontalmente, provocando más risas. Al fin, se pusieron de acuerdo y se sentaron en la fresca hierva. Se estiraron, y admiraron el hermoso cielo.

 

VAL:- Hay tantas cosas que quisiera decirte- empieza decir, ya no hay marcha atrás. Aquel es el momento más indicado para abrir su corazón, contarle todo lo que no ha atrevido ha pronunciar. Nadia, se pone de lado, mirándola directamente a los ojos. En esta ocasión, Valeria no los rehuye.- No soy muy buena con las palabras...

 

NA:- No tengas miedo, estoy a tu lado y no me pienso mover de ahí-se le acerco más y la abrazó suavemente, manteniendo un poco de espacio en entre ellas. Sus ojos casi se acariciaban de tan cerca que estaban,

 

VAL:- Tienes la habilidad de dejarme sin palabras.¿Sabes?- poniéndole a su voz, un condimento picante. Nadia la dejaba hablar, manteniendo al abrazó. – Ya, no se porqué te lo quiero decir es tan evidente...

 

NA:- Yo solo te diré dos cosas. La primera, has conquistado mi corazón, y...- acercándose muy lentamente a sus labios, y quedándose a un milímetros de ellos. Pero termina por desviar su trayectoria, y le termina susurrando muy cerca de su oreja derecha:- He visto a un duende.- espero que respondiera, al no ser así, decidió proseguir:- Lo veo en tu mirada, y me ha hechizado con su generosidad, su paciencia, su constancia.

 

            Valeria, se sentía morir entre los brazos de Nadia, y sus hermosas palabras. Lo único que le pedía su cuerpo, era besarla. Se acerco a su rostro y beso sus labios.

 

El despertar, tu huella impresa en la cama

 

Valeria cerró los ojos, aún sentía el sabor de los labios de Nadia. Los volvió a abrir rápidamente ya que el miedo había inundado su cuerpo, ¿y si todo había sido un sueño? Pero no, era real. Había besado a aquella chica y lo que era mejor, Nadia le había devuelto el beso mientras sus manos le agarraban por la cintura haciendo que sus cuerpos quedasen totalmente pegados.

 

Miró fijamente aquellos ojos azules que tenía a escasamente unos milímetros. Podía amarla toda la vida, estaba segura de que iba a amarla con toda su alma. Miró sus labios que aún permanecían húmedos y volvió a besarlos con pasión, con rabia, con hambre. ¿Cuántas veces los había deseado? ¿Cuántas veces había cerrado los ojos imaginándose ese momento? ¿Cuántas veces el sueño le había vencido intentando imaginar qué sabor tendría sus labios?

 

Una lágrima rodó por su mejilla, fue una sola pero contenía toda su felicidad. Nadia se separó justo en el instante en que nació esa lágrima y observó como recorría la mejilla de esa niña que le había robado el corazón. Besó la lágrima, besó el recorrido que había dejado marcado saboreando cada una de las partículas saladas que la componían.

 

Valeria buscó la mano de Nadia y la encontró fundida en su cintura. La separó dulcemente y la entrelazó con la suya, y susurrando consiguió decir:

 

VAL: Vamonos.

Nadia sonrió y dejó que su cuerpo fuese donde la inspectora quisiera. Cuando volvió en sí no recordaba cuanto tiempo habían circulado por las calles de Madrid, ni si quiera se percató del edificio donde habían entrado. Apartó los ojos de la inspectora para examinar el lugar donde se encontraban.

 

Era un comedor bastante amplio y escaso de mobiliario, pero su atención se centró en unos grandes ventanales que dejaban ver la ciudad que esa noche se rendía a sus pies. Valeria sonreía mientras observaba aún incrédula como aquella mujer se iba acercando a la gran pared acristalada sin soltarle la mano.

 

VAL-: Quiero enseñarte algo.

 

Nadia volvía a fijar sus ojos en la inspectora, mientras con un movimiento suave abrió la puerta que daba acceso a la terraza. Valeria fue la primera en salir y Nadia no dudó en seguirla. El suelo era de madera, le recordó a aquella madera que se usaban en los barcos antiguamente.

 

Cerró los ojos y espiró profundamente. El perfume de jazmín que reinaba en el aire inundó sus pulmones y fue en ese momento cuando estiró de la mano de Valeria obligándola a quedar pegada a su cuerpo. Con su otra mano acarició su mejilla y volvió a besar aquellos cálidos labios. La cuidad observó como, lentamente, Nadia le iba desabrochando la camisa con cierta torpeza. Valeria se dio cuenta, le sujetó sus manos y mirándola a los ojos dejó que hablara su corazón:

 

VAL-: No tengas miedo, nunca te abandonaré.- Al oír estas palabras Nadia no quiso contener las lágrimas que comenzaron a asomar en sus ojos.

 

NA:- Te amo.- susurró tan débilmente que temió que Valeria no lo hubiese oído y repitió sin miedo: Te amo, te amo, te amo… - mientras comenzó a besar su cuello.

 

Sus manos cobraron tal destreza que consiguieron desabrochar la camisa dejando al descubierto el cuerpo de la inspectora. Acarició su cintura, su vientre, sus pechos, sus hombros, sus brazos impregnándose de su olor. Valeria alzó los brazos de Nadia y lentamente fue subiéndole la camiseta provocando que sus dedos rozaran su piel. Valeria miró sus pechos, no se había percatado de que Nadia no llevaba sujetador. Notó como sus cuerpos estaban excitados, sendas respiraciones se habían acelerado.

 

 Valeria acarició su cuello, dejando que sus manos bajaran hasta esos pechos que tanto deseaba saborear. Nadia sujetó la cara de Valeria entre sus manos y comenzó a besarla mientras sentía como las manos de la inspectora quemaban en sus pechos. Valeria bajó la cremallera de la falda de la doctora provocando que ésta cayera al suelo. Observó como dio un paso hacia atrás, para desprenderse definitivamente de su falda. Sólo llevaba puesto un tanga de color blanco. Valeria sentía derretirse con sólo mirarla. Nadia se sentó en una de las hamacas que había en la terraza y le tendió la mano a Valeria.

 

NA:- Ven conmigo.

 

Valeria hechizada por esa voz tan dulce se acercó quedando enfrente de ella. Le bajó la cremallera del pantalón, mientras se miraban con deseo. Valeria se arrodilló ya desnuda, quedando a la misma altura que Nadia, y esta vez comenzaron un juego de besos ardientes que recorrían cada centímetro de sus cuerpos desnudos. La catalana se tumbó haciendo que Valeria se pusiera encima de ella con mucho cuidado y de tal modo que sólo sentía leves roces de su cuerpo.

 

Y fue así como Madrid sonrió al ser testigo del amor que había entre esas dos mujeres. Valeria sonrió feliz por sentirse la mujer más afortunada del mundo, Nadia simplemente sonrió porque después de muchos años volvía a ser feliz.

 

 

Mmmm, abrió los ojos y la claridad del día hizo que los cerrase rápidamente. Había soñado con Nadia, paseaban por el parque del Retiro, y era capaz de recordar cada palabra que habían pronunciado las dos. Pero cómo podía haber sido un sueño, era todo tal real. Se pasó la lengua por los labios y reconoció el sabor de su boca. Esos besos, juraría que habían sido reales. ¿Por qué la vida le castigaba de esa forma tan cruel? Metió la cabeza debajo de la almohada.

 

Nadia abrió los ojos. ¿Mmm, cuánto tiempo había dormido?. Los rayos de sol entraban por la ventana, miró alrededor descubriendo ahora sí cómo era el dormitorio de Valeria. Recordó que se habían dirigido hasta allí en medio de un frenético juego de besos.   Se giró quedando de lado para poder mirar a la inspectora que dormía con la cabeza debajo de la almohada.

 

 

VAL:- Pero yo recuerdo a los duendes, y cada una de las estrellas que nos miraban, y aún siento el sabor de su piel en mi boca. ¡¡ Maldita sea!! Pero mira que eres tonta, ella jamás se fijará en ti. Es tan guapa, ¡¡ vamos, puede conseguir a cualquiera!!  ¡¡Eres idiota!! 

 

Comenzó a golpear con sus manos la almohada que le tapaba la cara mientras se decía una y otra vez: ¡idiota! ¡idiota! ¡Ella no te quiere!

 

Cuando ya cansada dejó caer sus brazos sobre la cama, notó cómo la almohada se estaba levantando dejando al descubierto su cabeza. Abrió los ojos tanto como pudo, y cuando pensó que estaba ante un hecho paranormal, apareció su rostro haciendo que enmudeciese de repente.

 

NA: ¿Siempre te despiertas así?- le apartó los pelos que le caían sobre la cara, sonriendo al ver a Valeria totalmente alucinada, intentando descubrir si ella era real o aún estaba soñando.

 

VAL:- Yo…

 

NA: Si quieres te pellizco y te das cuenta de una vez de que no soy un sueño.- Miraba sus ojos divertida por la situación, sin dejar de acariciar el pelo de la inspectora.

 

Valeria no consiguió responder, sólo pudo mover la cabeza levemente hacia arriba y hacia abajo, este gesto fue interpretado como un sí y la doctora le pellizcó en el brazo.

 

VAL:- Aaaauuu!! Me ha dolido.

 

NA: Ya tienes la prueba de que estas despierta, jajajaja.- Y por primera vez Valeria sonrió, porque todo había sido real. Tenía a Nadia tumbada a su lado y recordaba que le había dicho que la amaba.

 

VAL:-  Jajajajaja 

 

NA: ¿Por qué ríes?

 

VAL:- No ha sido un sueño- Se incorporó en la cama y abrazó fuertemente a Nadia mientras le besaba en la cara, en la frente, y ésta no dejaba de sonreír por la actitud de la inspectora. Ambas se tumbaron de nuevo sobre la cama, quedando una al lado de la otra.

 

NA:- Buenos días, preciosa.- dándose cuenta que aún no le había deseado una buena mañana.

 

VAL:- Buenos días preciosa duende.- Y ambas sonrieron, al recordar la conversación que mantuvieron en el Retiro.

 

NA:- Pues esta duende, desea hacer una cosita a cierta inspectora que le ha robado el corazón.- Nadia se colocó encima de Valeria sujetando con sus manos las muñecas de ésta, quedando completamente a su merced.

 

VAL:- Dime, ¿qué es eso que quiere hacer?

 

Nadia se acercó tanto a la inspectora que notaba el aire caliente que expulsaba al respirar, rozó provocativamente con sus labios los de ella, la cual dejó escapar un pequeño gemido de placer. Se dirigió a su oído y le susurró:

 

NA:- Quiere hacerle el amor.

 

Valeria besó el cuello de Nadia y esta vez fue ella quien dejó escapar un pequeño gemido de placer. Los besos de la inspectora se mezclaban con los besos de la doctora. Volvieron a inspeccionar cada centímetro de sus respectivos cuerpos, recordando el sabor que aún permanecían en sus labios. Cuando llegaron al clímax, permanecieron abrazadas, sin poder dejar de acariciarse.

 

VAL:- Te quiero Nadia.

 

NA:- Te quiero Valeria.

 

 

 

NO ME DIGAS ADIÓS, UN ESTOY CONTIGO (L)

 

El descubrimiento; el resurgimiento de una petición

 

            La tía de Adriana, se llamaba María  y tenía unos 65 años recién cumplidos. Era la hermana mayor de su madre, la única que había tenido. Residía sola, en un piso céntrico y antiguo, en la capital de Suiza.  Por su edad, estaba muy bien conservada y no aparentaba la edad que tenía. La soltería le sentaba bien ,y se permitía vivir saciando sus pocos caprichos.

 

            Tía Maria las estaba esperando, con los brazos abiertos, en la estación de tren; y un taxi las condujo hacia su mini palacio. Adriana había estado educada con ella, aunque no le mostró ningún gesto de afecto. Ester, luciendo su dulzura y afable carácter, se intereso por la familiar de su pareja. De hecho, las dos congeniaron muy bien des del principio.

 

MA:- ¿Así que habéis estado en “Kaikas”?- pregunto tras la corta explicación de su sobrina de su vida. Su rostro era ambiguo, estaba entre la incredulidad y la admiración.

 

E:- Sí. ¡Vaya tragedia!- narrándole algunas de las miserias de allí. Evitando, tocar temas personales, para no contradecir a Adriana. Su amnesia ya era un fantasma, como si jamás hubiera existido este problema entre las dos.

 

AD:- Sí, hemos estado ayudando a la gente de “Kaikas”.- dice con altivez, con un claro todo de voz de reproche:- Mientras algunos prefieren vivir como si nada hubiera ocurrido. Rodeado de lujos, comodidades.- lanzándolo al aire con una facilidad aplastante. Lo que consiguió fue, que el aire se contaminara de una tensión insana.

 

MA:- ¡Ya! Yo contribuí con una suma bastante generosa de dinero. No puedo hacer más-inquirió la anciana muy seria. Las palabras, de su única sobrina, le dolieron.- No me puedo permitir quedarme sin nada en mis 65 años, y estando jubilada.

 

            Adriana, se mordió la lengua. Quisiera echarle tantas cosas en cara. Aún así, se contuvo. No le convenía enfrentarse a su tía. Había de ser hábil para conseguir sus recónditos objetivos.

 

E:- No tiene porqué justificarse- interviniendo, finalmente, a su favor. Lo hace, porqué únicamente lo creía justo; sin importarle llevar la contraria a su pareja.-Cada cuál hace lo que puede.

 

            Aquella discusión quedó allí. No obstante, tía y sobrina parecían perro y gato. Ester intento reconciliarlas en varias ocasiones. Era triste que dos seres solitarios y que no tenían otro familiar directo con vida se llevasen tan mal. Aunque, la enfermera tenía sus propios dolores de cabeza.

 

            Los días iban transcurriendo sin pena ni gloria. Hacían de turistas y viviendo a cuesta de su anfitriona. No debía ser tan mala, al fin y al cabo les permitió restar todo el tiempo que quisieran en su hogar; incluso les dio dinero sin pedir explicaciones. Se notaba que, por su parte, quería hacer las paces con su pasado. Por contrario, Adriana deseaba más de ella. Quería llevar su plan de venganza hasta las últimas consecuencias. Por supuesto, Ester ignoraba sus verdaderas intenciones.

 

            La enfermera, estaba muy harta. Ya se había consumido una semana, y ya se conocían toda la ciudad. Adriana, como siempre dejándola en segundo plano en sus planes. Por otro lado, los sueños eran variables, y no siempre se le aparecía su M. Lo único de claro que tenía de ellos, era que le seguía esperando en Madrid y que la amaba. No obstante, ninguna otra pista para iluminar su camino medio oscuro.

 

            Adriana, intuía como se sentía su Paula.; y el profundo de su alma tenía mucho, mucho miedo. Cada vez la veía más y más distante, todo y que a veces parecía más cercana que “Kaikas”. Lo que realmente le intrigaba era lo que soñaba. Des de qué le había despertado en el viaje de tren, que se desertaba a media noche, y observaba su tranquilo sueño. Algunas noches tenía su rostro lleno de placer, tranquilidad. ¿Cuánto daría por introducirse en su inconsciente?

 

¿Estaría recordando algo?. La sola idea le mareaba, le aterraba. ¿Qué podía hacer, si fuera el caso? Se arrancaba sus preguntas con rabia, y volvía a estar muy protectora, vigilante. Se pegaba a ella, no le dejaba de pecho. Incluso, su tía percibió su acoso. No era ninguna exageración. Si, Ester quería ir a la panadería para comprar el pan diario, que estaba al lado del apartamento, Adriana insistía a acompañarla.

 

MA:- No seas pesada Adriana- le dijo un viernes por la mañana. Hacia una semana que habían estrenado mes, y el verano brillaba en el horizonte. Ester quería salir a pasear, y Adriana no le apetecía. Más que nada, porqué quería poner en marcha su pérfido plan.

 

AD:- De acuerdo.- acepta que salga a pasear sola. Lo que más temía era que su Paula no regresará a su lado. Algo también le estaba rodando por la cabeza.

 

E:- Gracias cariño- se le acerca y da dos besos fugaces en sus pómulos.

 

MA:- Adiós. Pásatelo bien Paula.- se va corriendo hasta la puerta de salida, muy jovial. Cuando ya parece estar lejos, la anciana se dirige a su sobrina:- No la tienes que tener tan controlada, si quieres que este cielo de criatura no se separe de ti.- le aconsejó.

 

AD:- ¡ Tía, no te metas ! A demás, en lo que debiste ya te metiste-le recrimina. El pasado pesa en su alma; aquella pobreza, la delincuencia y alcoholismo de su padre. Su madre sobreviviendo como podía...Aquel hogar maltrecho que se creció e hizo mujer.

 

MA:- A mi no me culpes del destino de tus padres- defendiéndose vorazmente.

 

AD:- Si hubiéramos tenido más dinero...- empezó a inquirir, había de encontrar un cabeza de turco, y era su tía.

 

MA:- Me recuerdas a tu padre-con un tono de hastió-Si tengo esto tal...Siempre queriendo ir de victimas.¡Pobrecitos!- Adriana se le iba a tirar encima, pero la señora le cogió hábilmente la mano:- Sí, realmente tienes a quien semejarte; aunque de físico me recuerdas a mi hermana.

 

            Adriana se deshizo de su mano vieja, no obstante firme y fuerte. Le había dolido aquella comparación. Su padre nunca había estado una persona digna de admiración.

 

AD:- Lo único que creó es que denegaste, a mi madre, la legitima- intentando no distraerse más, y encauzar la conversación hasta sus comedidos:- A parte de qué embaucaste al abuelo para que cambiara el testamento. ¿No quería repartir sus propiedades?

 

MA:- ¿Quieres saber la verdad?- aproximándose a ella, con la mirada seria; y prosigue:- Fue tu mismo abuelo quien corto la llave de paso de agua para tu madre. Es cierto-admitió, parecía muy sincera .- Únicamente porqué cada dinero que recibía tu madre, tu padre lo quemaba miserablemente en sus vicios, negocios imaginarios...

 

AD:- ¿Y mama y yo? ¿Qué?-alzando la voz, sacando a la superficie a la niña traumatizada que escondía en su interior.

 

MA:- Tu madre no escuchaba...

 

La señora, parecía no tener sangre en sus venas. Aunque aquella historia también le había roto el corazón. Quiso a su hermana, le aconsejo, varias veces, que dejara a su esposo. No obstante, estaba tan ciegamente enamorada que no atenía a razones. Después de contarle todo aquello a su sobrina, concluyo que lo único bueno que tía aquel hombre, fue su físico.

 

AD:- Aún así, la legitima le pertenecía.- tenaz con sus argumentos- Era libre para hacerlo que quisiera con ello.- una parte de ella comprendió a su tía. No obstante, el hecho de qué su madre careciera del apoyo familiar no lo perdonaría jamás.

 

MA:- En esto tienes razón, no se lo di-hizo una pausa y siguió confesándose.- intente que dejase a su marido, por vuestro bien. Si lo hubiera dejado, vuestro vida hubiera estado distinta.-que fácil parecía pensar y decir aquello.

 

AD:- Yo lo único que sé, es como vivimos- su rencor seguía reluciéndose; y empezó a leer su lista de peticiones:- Quiero la parte de herencia que te quedaste de mi madre.

 

MA:-¡Ya!-exclama escéptica:-¿Por esto me has hecho esta grata visita? ¡Ya sabia yo!

 

AD:- ¿Qué esperabas entonces? Qué te abriera en brazos abiertos, que dijera que te quería. Cuando, tras girarla espalda a mi madre, te fugaste hasta aquí con un buen cojín de dinero. Porque tampoco te quedaste corta, vendiste todas la propiedades del abuelo.- poniendo toda su verdad encima de la mesa. Su tía no tolero su insolencia, y levanto más su voz.

 

MA:- Simplemente soy una estúpida soñadora- compadeciéndose de su sobrina.- Aunque no lo creas, he vivido con la duda de si hice bien o no. Tu madre, siempre supo donde estaba y podía recurrir a mi si se llenaba de valor para dejar a tu padre-su oyente iba a intervenir, pero no le dejo.- Y no hace falta que gastes más saliva ni recursos, porqué todo lo que tengo será tuyo. Te he hecho mi heredera.¿Estás complacida?

 

            Adriana se quedo con cara de moniato. No se lo esperaba. Quizás su  gesto estaba movido por el deseo de redención de su sentimiento de culpabilidad. No obstante, bendito era su dinero. El cual le permitiría vivir holgadamente con su Paula. Aún así, tenía los sentimientos revueltos y confusos. Más que nada, por como se habían desarrollado los hechos; y no sabía como debía reaccionar. Fue su tía quien la abrazó, diciéndole que lo sentía mucho. Adriana permitió el acercamiento, y lloro como una niña.

 

MA:-Debió de ser muy duro- intentando comprenderla- No obstante, ahora contigo tienes una maravillosa mujer. ¿Sois más que amigas, no? Si la quieres, no la asfixies con tu excesivo control.- después de haber dicho esto, se disculpa y se cierra en su habitación.

 

            Adriana, vio por causalidad la hora que era. ¡Díos, si ya había transcurrido una larga hora des de se había marchado su Paula! Ya quisiera que regresará. Dejo ir una bocanada de aire y se dijo que quizás su tía tuviese razón. Lo que realmente temía era intentará fugarse, en su empeño en ir a Madrid.

 

AD:- No se atreverá- se dijo para relajarse.-para entretenerse ante aquella espera, entra en la salita para curiosear los pocos libros que disponía su Tía. –Todos son lo mismo, que si medicina natural, espiritualidad...- arronza la nariz, y se sienta el sofá, marrón y viejo. En aquel instante, divisa un revistero repleto de revista del corazón:- ¡Caramba revistas de mi país!- las cogió, y empezó a curiosear. No le atraían para nada, pero no tenía nada mejor que hacer.

 

            En aquel mismo espacio temporal, paralelo, Ester andaba por las calles d’aquella ciudad de Suiza sin rumbo. Había decidido salir a pasear por dos razones; la primera, porqué quería que Adriana y su tía hablasen, y por último, quería pensar con su M. La duda de si era real o no, seguía asechándola.

 

            De momento, solo era producto de sus sueños. En resumen, nada tangible. ¿Quién le aseguraba de qué existía y que estaba recordando a su amante? Su corazón deseaba que realmente fuese una mujer de carne y huesos. La única forma de terminar con aquellas dudas era abrir la ventana, viajar a Madrid .Pero,¿cómo?

 

            En medio de una calle peatonal, llena de comercios y rodeada de transeúntes desconocidos, vio el camino. La huida. Puso una mano en la buchaca del pantalón, solo saco unos tristes euros. Con aquello no iba a ningún sitio. Adriana era quien cortaba el bacalao.

 

¿Qué hacer?¿Pedir limosna? ¿Ponerse a trabajar?¿Robar? ¿Ir a la embajada Española? Y contar su descabellada historia. ¿No me habrá secuestrado Adriana, no? Se dio cuenta de qué era muy dependiente de su pareja. ¿A dónde quería ir, en realidad? Solo tenía Adriana, su pequeño planeta.

 

Aún así, M se le presentaba diciendo: “Te estoy esperando”. Sí, he de ser hábil, no rendirme, se repetía mil veces. ¡Podría fugarse! Pero tampoco tenía ningún plan, y debía de tenerlo.¿pero qué? El miedo reflejado en su rostro, no dejándose de preguntar:

 

“ ¿Y si lo hago, y no me encuentro con M? Descubro que es ficción...¿Entonces, qué? Sola, y con pocos recuerdos y habiendo traicionado a Adriana. “

 

            Andando, andando y con su cruenta lucha interior se halló ante la estación de autobuses....

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