NO
ME DIGAS ADIÓS, AUN ESTOY CONTIGO(K)
El
reflejo de tu luz en el espejo
La
sombra de los años pesaban en su espalda, como una cola invisible. los
recuerdos se atenuaban, pero no se marchitaban. Su carta de presentación era
caprichosa y pendenciera. A veces los abrazabas, otros los lapidabas para
intentar amar de nuevo. Parecen fotografías escondidas en una fuerte caja
fuerte, parásitos inervando en tu cuerpo, estacionarios. Pero son entidades
vivientes, que directa o indirectamente, nos influyen.
Ritualizar
fechas, que ayudan a invocar el ser que tanto quisiste y te permites decir su
nombre en voz alta. Las emociones están a flor de piel, y tu mente esta
completamente monopolizada por aquel principio de verano, en el cual la
conociste. Aquel día, aquel viernes era el momento para abrir su baúl.
Nadia,
esta sentada en un taburete de un bar tranquilo de Chueca. Es viernes por la
noche, entorno a las 10 de la noche; y mañana no hay que ir a trabajar. Ha
cenado con Maca, y después se ha ido. Necesitaba estar sola, tomar algunas
copitas y brindar por el descanso tranquilo de Corina. Entre sus manos posee dos cosas.
En una mano una copa de cava, sigue bebiendo
con rabia: por la incomprensión de su cruel acto. ¿Por qué se quito la vida?
¿No era feliz con ella? Su respuesta siempre es: “Yo jamás la rechace, ni al
saber su verdad. ¿Por qué? “ En la otra mano, coge con fuerza una hoja muy
manoseada y con intensas marcas que nos señalan como ha estado almacenada. Era
la única explicación en aquella miserable hoja, que la volvió a releer por
enésima vez.
“ Una mala tarde, como el humo viciado de un fumador
compulsivo, como el aburrido tic-tac del reloj...Una frase se te repite,
constantemente, no obstante no eres capaz de repetirla; pero en localizarías el
fragmento y el libro. Lo entiendes, entiendes el mensaje sumergido, lo que el
escritor pretendía comunicarte, como una ley profética. Por misteriosas
razones, te verías obligado a coger un vaso y te lo llenarías de cualquiera
bebida alcohólica.
Un sabor a vino,
a cava quema en tu golosa boca... No obstante, la razón, como una ramita de
esperanza esta a tu lado para señalarte, como un semáforo eficaz, lo que esta
bien y lo que no. De hecho, en el fondo, uno sabe que las penurias no se ahogan
con alcohol... En todo caso, es todo lo contrario. El alcohol es un agente
conductor de malos albedríos.
Tu sombra te
sigue, te ves reflectada en un espejo y no te reconoces. La voz del espejo para
ti es muy importante, como también lo son las miradas. De hecho, son ellas
quien rigen parte de tu vida, tan la soterrada como la real. La mirada es como
un cable eléctrico, transportadora de corrientes eléctricas, que su movimiento
provoca la encendida de bombillas, hace cobrar vida a objetos inanimados. Es
una chispa peligrosa y hechizadora.
Jamás podrás
borrar ciertos perfumes y miradas de tus recuerdos, como la percepción de qué
eres una oveja errante. Sentirte como un insecto saltador, que salta de flor a
otra y cae a las mismas trampas e insectívoros por carencia de memoria
histórica.
Como los ingenuos humanos, los cuales aunque saben que
los ríos son vivos y no siempre están tranquilos cometen el mismo pecado:
invadiendo espacio del rió. El cual, en grandes temporadas, reclama su
propiedad, con lo consiguiente perdida de vidas humanas por la manca de memoria
histórica.
Laia, Raquel,
Alberto...todo aquel a quien quise, todavía son bien próximos a mi; por mucho
que transcurra el tiempo restan dentro de mi cerebro...discutiendo, reclamando
un espacio que en un tiempo fue suyo. Están desconcertados, rabiosos, no
comprenden que ha podido pasar dentro de mi...
De hecho, las cosas evolucionan, se modifican y se
pierden en el vació del abismo. De hecho, terminas por darte cuenta que tu eres
como un rió, que vas viviendo, vas haciendo daño a tu entorno y tu también
recibes contaminación de los que te rodean, de tus supuestos iguales. Cuantos
más años vas sumando, más arrugas vas coleccionando...;ciertos recuerdos te
acompañan y quizás la nostalgia te terminara por comerte o invadir.
La gente
insensible, la gente que habla por hablar, la falsedad humana. Darte cuenta de
qué por mucho que estés acompañada, estas sola en tu propio desierto. Es como
si te lanzaran al universo, con otras flechas, y con ellas compartieras el vuelo,
el espacio y el tiempo...
No obstante, en el abismo de la inmensidad del
universo te abandonaran o te en separaras irremediablemente. Volando a tu
suerte. No comprendiendo la repentina soledad que te invade. Ignorando las
intención de los otros...pero no dejando de sentirte traicionada ;y la famosa
frase te suena: como un objeto carente de valor, como un mueble matutero,
olvidado... “
Aquellas
letras, por más que las haya degustado infinidad de veces, se le clavan en el
alma. La soledad que mencionaba, sus referencias a varios desengaños...Costaba
de aceptar que su amor, su preciosa Corina: una mujer segura, inteligente,
fuerte que le enseño a amar y su sabiduría; sintiera todo aquello.
La
canción que había pedido la barman, "Boig per a tu", empezó a sonar,
substrayéndola de sus pensamientos. Cierra los ojos y se sumerge en cada palmo
de su letra; y la transporta 8 años atrás.
Cuando termino de leerla, empezó a sonar la canción
que le había perdido a la barman. Cerro los ojos y se sumergió en la letra de
la canción.
En la terra humida escric,
Nena estic boig per a tu
Passo els dies esperant la nit
Com et puc estimar
Si de mi estàs tan lluny
Sabia acabat
Boig per a tu
Se molt be que des de aquest bar
jo no puc arribar a on ets tu
Pro dons de la meva copa veig
reflectida la teva llum,
me la beure
Sabia acabat
Boig per a tu
No siguis el mati
Llàgrimes es perdran
entre la pluja que caurà avui
Hem quedaré atrapat, ebri d'aquesta llum
Sabia acabat
Boig per a tu
Se molt be que des de aquest bar
Jo no puc arribar allà on ets tu
Pro dins de la meva copa veig
reflexada la
teva llum
Me la beure
Sabia acabat
Boig per a tu
Sabia acabat...
Boig per a tu...
(...)
En este punto de la canción, Nadia vuelve a abrir sus
ojos. Levanta su copa, brindando por su amor desaparecido. Se contempla en el
espejo grande que había en la pared de la barra; donde se ve reflejada, y en él
también vio una luz familiar. Su corazón despertó de su ensoñación, experimento
una opresión en el pecho y mil maripositas bailotearon en su vientre.
Espantada,
aparta sus ojos del espejo, aquella luz no debía de estar ante ella. Volvió a
enfocar el espejo, volviendo a ver la misma luz. Se gira, y detrás de ella, en
una mesa, se hallaba la inspectora Wood junto a una chica con el pelo corto que
le daba la espalda. De momento, no atiene a nada. Ni mucho menos levantarse
para saludarla.
Aquello
le ha conmocionado, por el que ha sentido en el profundo de sus entrañas. Había
estado tan concentrada recordando a su Corina, tan alejada de la realidad. Aún
así, la luz de Valeria había conseguido hacer borrar sus pensamientos para
apoderarse, completamente, de su mente.
Le
había provocado unos sentimientos que hacía años que no vivía con tanta
intensidad. Aquello era muy revelador, ya que Maca no los había experimentado.
La confusión se iba extendiendo como la tela de una araña. Cada vez era más
obvio; no obstante, tenía mucho miedo. Finalmente, encontró las fuerzas para
retomar su posición inicial. Sus ojos, se clavaron instintivamente, en el espejo.
El
demonio de los celos abandono su infierno, para apoderarse de su pura alma.
¿Quien debía de ser la mujer que la acompañaba? Una bocanada de seguridad la
poseyó:
" No, no debe de ser su amante ni pareja. Se de
buena fuente que yo le gusto. No creo que sea de aquella clase de persona que
juegue a ser infiel. Ni muchos menos, ser una seductora innata, que va de flor
en flor. "
Se
siente frágil, y aún no atreviéndose a acercársele, pide un cubata de Vodka y
limonada. Empieza a sudar un poquitin, coge con fuerza la copa vacía. La carta
de Corina esta olvidada encima de la barra. Jamás había experimentado celos,
aquella irracionalidad. Era incapaz de descentrarse, de vigilar los gestos de
Valeria. Auto regañándose, se decía:
"
¡Nadia, Nadia no seas así, posesiva! Debe de ser una amiga. ¿Además, que eres
tu por ella? Nada, solo un elemento más de su caso. Quiso ser tu amiga, y tu
sembraste un desierto entre vosotras. No es de extrañar que intente olvidarte,
después de como las has tratado"
La
barman le deja su consumición ante ella. Coge una cañita y realiza un sorbo
tras otro. Esta paralizada por aquel descubrimiento. parece como si el fantasma
de Corina se hubiera hallado allí, indicándole que Valeria era su sucesora. Que
esta, esta la única mujer capaz de llenar su vació. Probablemente, le
susurraría:
"Nadia,
no tengas miedo ni seas cobarde. Lucha por el amor. Se fiel a tus sentimientos.
No me debes nada"
Se
deja conducir por la brisa marina, va bebiendo sin apartar sus ojos azules de
su cómoda posición de mirona. La realidad de distorsiona otra vez; y ante ella
esta la playa testimonio del nacimiento y muerte de su historia de amor. Se
imagina como Corina se adentra en ella. Cuando parece haberse fundido, entrado
a formar parte del exótico mundo marino...De repente, una mujer sale del agua y
se dirige a la orilla.
Al
principio, parece la reencarnación de Corina. No obstante, a medida que se le
acerca más y más...se encuentra ante unos ojos verdes preciosos, sensibles,
dulces, tiernos. Se le clavan, como clavos, en su interior. Los esta sintiendo,
realmente, muy próximos a ella. De hecho, Valeria le ha descubierto y se ha
quedado, como una reina pasmada, contemplándola.
El
rostro de Nadia se ruborizo, en tan solo sentirse explorada visualmente por
Valeria. No había espacio por la duda. Aquella mujer de rostro pequeño, suave,
tierno, expresivo la deseaba. Para que el torrente de agua embriagadora llegará
a la orilla dependía de ella. Se termino el cubata con 3 sorbos; y decidió
aproximarse a la chica y dejarse ir. Era ahora o jamás. El destino le sonrió,
la amiga de Valeria en aquel mismo instante se fue.
NA:- Hola- no desviando sus ojos de los suyos; las
mariposas, las calores se le iban extendiendo.- ¿Puedo sentarme contigo?
Valeria
estaba enganchada, literalmente, a su silla; no fue capaz de responder a
aquella petición inesperada. ¡Como le gustaban aquellos ojos, todo lo que leía
en ellos! Además, en aquella ocasión diviso en ellos la lama del deseo. Aquello
le paralizo aún más. En lugar, de encender fuegos artificiales, su rostro se
revistió de incredulidad. No quería hacerse falsas ilusiones.
Ya
hacía varios minutos que la había visto a la barra, bebiendo como una
condenada. Probablemente, estaba bajo los efectos del alcohol. ¿Por qué alguien
puede cambiar de la noche a la mañana sus sentimientos? ¿Incluso, terminar
deseando a alguien? La desconfianza hizo mella en su interior.
Nadia,
se sentó sin su permiso. Le sonríe y aparta su mirada de ella. No iba demasiado
tomada para no percatarse de la poderosa influencia que ejercía sobre la
inspectora. No quiere dar marcha atrás a su automóvil, hay que ser consecuente
con sus recientes sentimientos. Ya no había nada que no la detuviera.
NA:- Me alegro de encontrarte esta noche- se sincero,
intentando no mirarla, para evitarle otro patatús.
VAL:- ¿Sí?- extrañándose. No dijo nada más,
desconociendo a la Monsolís que tenía ante ella. ¿Qué le estaba pasando?
NA:- Sí- sonríe, viendo en aquel instante el momento
ideal para disculparse:- He estado muy injusta, dura contigo. Cuando tan solo,
pretendías ayudarme.- se calló, busco otra vez su mirada. Sendos ojos se
reencontraron, esta vez sin miedos, y se comprendieron.
VAL:- No..no pasa nada.- aceptando sus disculpas, y no
dejándole justificarse más. Cada vez su embriagadez se iba incrementando al
tener a su lado una mujer preciosa, divina. Si en tan solo mirarla se corría.
NA:- Te han dicho nunca que eres muy hermosa- realiza
una pausa para valorar el efecto de su declaración. Como se temía, su pretendiente
iba cogiendo colores por momentos.- Tus ojos verdes, hechizadores,
profundos...reflejan tanta ternura.- sin pensarlo le empieza a acariciar,
suavemente, su rostro.
VAL:- ¡Tu no te cortas en nada!- atiene a decir,
rompiendo aquel hechizo aún estando a un palmo de conquistar el
inconquistable.- ¿Qué te pasa hoy?- no creyéndose sus dulces palabras. Su
corazón esta empequeñecido y frágil.
NA:- Perdona, no quería ofenderte.- apartando su mano
de su rostro. Quizás ha estado demasiado brusca con sus declaraciones. Aquella
chica era especial, tímida...
VAL.- No hay nada para disculpar. Me han extrañado...-
siéndole sincera, acotando la cabeza. Pero no le había desagradado. Era todo el
contrario, le habían encantado. Aún así, no se terminaba de creer que sus
sueños se estuvieran haciendo realidad.- Yo...- no encontrando sus palabras.
NA:- Lo siento, no quería intimidarte- rompiéndole el
corazón su miedo. Opto por no precipitar los hechos; cada cual necesitaba su
tiempo, y ella también.- Aún, aunque te parezca mentida, no he hecho turismo
por Madrid.- se calla y la mira sonriéndole dulcemente- ¿Te importaría hacerme
de guía?
Valeria
le sorprende aún más su petición. Pero comprende que va en serio. Se auto
regaña por ser tan torpe, sosa. ¿No les gustaba la catalana? ¡Sí! ¿Pues,
entonces? Se traga su inseguridad, timidez y devuelve la sonrisa. Aquella noche
no podrá resistirse a sus ojos, a sus sentimientos.
VAL:- Sí, seré encantada tu guía- consiguiendo decirlo
sin cortarse- Por cierto, no té preocupes...No me has ofendido. Aunque me has
sorprendido.- se calla, no atreviéndose a descubrir a que se debía su cambio de
comportamiento con ella. La noche es larga, hay tiempo para abrir su corazón.
Minutos
después, se levantan y se dirigen en la barra. Nadia insiste en invitarla,
saliéndose, al fin, con la suya. Se iban a ir, cuando una barman las
interrumpe.
Barman:- Un momento, ¿Está hoja es de usted?-
dirigiéndose a la chica más alta, entre sus manos esta la carta de Corina.
Nadia
se paralizo, volviendo a recordar su pasado. La coge, ensombreciéndose más su
rostro. No quería que aquello le estropeara aquella noche distinta. Ya empezaba
a ser hora, de qué aquello se lapidase en su interior. Valeria se da cuenta del
poderoso efecto que le ha producido aquella insignificante hoja. Preguntándose:
"
¿Qué debe ser? Debe de ser algo que le afecta mucho. Pero es mejor que no se lo
pregunte. Es mejor, que me coja confianza y me lo explique. Ya sabe, que puede
contar conmigo. No quiero estropear nada. "
Nadia,
se guarda la hoja en la bolsa. La vuelve a mirar, y le sonríe. Vuelve a tenerlo
todo confuso. Realmente le gusta aquella chiquilla bajita, pero quizás se ha
precipitado echando su red de pescadora. Con un señal de cabeza, reinician su
operación salida y su ruta turística por Madrid.
(2)
Los trozos de la carta de
Corina se movían al compás del aire microscópico; bajaban y se volvían a
levantarse. Algunos se cansaban de mantenerse en suspensión y caían acariciando
el frió y sucio asfalto. Otros no tardaban en imitarlos. Lo que una vez fue una
carta, quedo reducida en fichas de un puzzle, muy dispersas en una calle de
Chueca.
Nadia, después de su
elección firme, no pudo evitar contemplar su destino. La carta, con su crudeza,
quedo reducida en la nada y era tan frágil que no podía luchar contra aquel
agente de la naturaleza. Era un aire fino, propio de inicio de verano. Todavía
no sabia si había estado una buena elección; pero no podía seguir viviendo con
aquellos sueños rotos. Ella estaba viva, y tenía derecho a volverse a enamorar.
Corina seguro que lo entendería.
En silencio, se subieron
en el mini de Valeria. Esta antes de girar la llave de su coche, volvió a mirar
a su compañera de trayecto. Su corazón estaba compungido tras escuchar su triste
historia. La comprendía muy bien y no sabia como ayudarla.
VAL:- Nadia, te tienes de quedar con una cosa: Corina te quería. Hizo lo
que hizo para evitar compartir contigo su enfermedad.- rompiendo, finalmente,
el silencio algo molesto y pesante para la inspectora.
NA:-¡Ya, pero fue egoísta!-exclamo, ya más serena que media hora antes.
Al salir a la calle, no había podido contener el
llanto. Se había sentido la mujer más despreciable del planeta. Valeria la
abrazó, y sin más recito su historia de amor con Corina. Incluso le dejo leer
la carta. Ofreciéndole un verdadero privilegio porqué jamás lo había compartido
con nadie.
VAL:-Según como lo analices- tenaz con su empeño de ayudarla-El amor es
egoísta, nos hace ser posesivos. Cada cual tiene su punto de egoísmo. De la
misma forma, la vida de cada cual es suya, y es duro tolerar la verdad.
NA:-¡Ya lo sé!- sabiendo aquello es absolutamente cierto. Aún así, cuesta
amar de la forma que le enseño Corina: sin esperar nada a cambio, como si se
liberara una paloma en cautividad.-Es duro aceptar que por más amor que le di
termino por...- dejando su frase en suspensión. La palabra que aludió le seguía
poniendo la piel de gallina.
Aquel tinte de tormento estremeció a Valeria, y la
miro directamente a los ojos. Por más que decía el contrario, su corazón aún
almacenaba rabia por la perdida.
VAL:- ¡Dilo de una vez por todas!- le insistió. Quizás fue muy directa,
pero creía que era la única forma para arrancarle del todo el dolor que
almacenaba.
NA:-¡ Se suicido! –volvió a llorar de nuevo. Valeria la abrazó. Nadia se
dejo acunar por ella, con sus brazos fuertes; se volvió a sentir muy protegida
entre ellos.
VAL:- Ya esta cariño, ya esta.- le susurraba dulcemente. Le seco un par de
lagrimotas que descendían por sus pómulos, y le sonrió.
Nadia se pego a su cuerpo. Las mariposas
regresaron en su morada. En aquel instante, supo que había hecho bien en romper
la carta. Quería estar donde estaba, junto a aquella mujer dulce, con un
corazón de oro. A demás Corina le había bendecido, y las dudas de sus
sentimientos cada vez eran menores. Era difícil menospreciar a Valeria. Se
deshace del abrazó suavemente, y le sonríe. Sus ojos ya han dejado de llorar y
los tiene levemente rojos.
VAL:- Si quieres dejamos para otra noche el paseo- apartando sus ojos de
ella y ponen-dolos en el horizonte. Una calle vacía, solitaria, testimonio de
su encuentro y su naciente amor.
NA:- No me apetece irme para casa- cogiéndole la mano con delicadeza,
obligándola a mirarla de nuevo. Unos ojos llenos de amor se cruzaron.- La noche
es larga, y tu eres la única persona que me apetece estar, compartirla.
Valeria se sonroja, su
corazón le late velozmente. El asombro no abandona su nido; pero en esta
ocasión se la cree. Aún así, su timidez le tienta a rechazar la preciosa mirada
azul. Nadia, que quiere hacer las cosas bien, opta por cambiar de tema y dejar
que la inspectora se siente a gusto con ella. De esta forma, coja confianza. Lo
más primordial era no forzar nada, y compartir las horas de la noche juntas,
conociéndose sin precipitar nada.
NA:- Me han dicho unos duendes, que el Parque del Retiro es deliciosamente
hermoso. Porqué no me llevas allí.- le sugiere, con una voz melosa; y una
sonrisa de oreja a oreja. Ayudándola a salir del impacto de su confusión.
VAL:- Los duendecillos te han recomendado bien.- se calla, y decide
imitarle su estilo:- A lo mejor ellos están allí, y nos permiten verlos. Ponte
el cinturón que vamos para allá.- haciendo lo que decía. Solo hizo falta poner
la sirena de policía en servicio, y saltarse los semáforos que no dormían.
El parque del Retiro, en
aquella hora de la noche, estaba prácticamente desértico. En el aparcamiento
había pocos coches. Pero como el parque era enorme, no se cruzaron con nadie.
Pasearon con tranquilidad, disfrutando de la hermosura de su entorno, del aire
cálido que acariciaba sus rostros, del aroma de la vegetación. Hablaban sin
parar de sus vidas anteriores, actuales...hasta que llegaron al lago.
NA:- Anda, hay barquitas- señalándolas con un dedo, estaban ancladas a la
orilla.- ¿Se puede subir en ellas...?
VAL:- Sí, pero lo siento señorita...- poniéndose frente suyo, y su tono de
voz cada voz más jovial.- Por las noches, cierran. ¿En qué podría servirla? Me
da pena que...- dándose cuenta del que realmente quería decir. Los ojos azules
seguían mirándola, expectantes y tranquilos. ¿Por qué se contenía tanto? Al
final, se atrevió a terminar su frase:- Una señora tan hermosa como usted, se
pierda la delicia de navegar esta noche tan estrellada. Pero..., conozco una
zona preciosa. Seguro que le encantará.
NA:- Estoy absolutamente en su disposición- se acerco a Valeria. Cuando
estuvo muy cerca de ella, le ofreció un brazo, para que la guiara. Lo acepto, y
anduvieron muy pegadas. Cada vez, la inspectora estaba más suelta, más cómoda.-
Espero que los duendes se dejen ver esta noche. Nunca he visto a ninguno.
VAL:- Yo creó que saldrán de su escondite, la ocasión se la merece-
mirándola de reojo y sonriéndole. Que hermosa que estaba bajo la luz de la
luna; si tuviera valor se giraría y la besaría.
NA:- ¿Ah, sí? ¿Y que lo hace especial?- esperando escuchar lo que a la
inspectora le costaba decir. No quería precipitar nada, pero le era difícil
controlar sus recientes sentimientos.
VAL:- Una chica alta, morena, de buen ver.-mientras lo decía, sus ojos
enfocaban distraídamente al horizonte.- Su rostro es suave, angelical,
poseedora de unos ojos tan azules como el cielo más puro,
despejado...Mirándolos crees ver misteriosos planetas... – sus palabras consiguieron
sonrojar a Nadia, por gusto se hubiera parado y besado con toda su alma. Aún
así, tampoco era el momento.
NA:- Mmm...interesante.- mirándola de reojo, y le sonrío.- Así, seguro que
aparecerán los duendes. Tus los hechizas con tus hermosas palabras, con tu
forma de ser, tu dulzura...
Anduvieron unos minutos
mas, regalando hermosas flores dedicadas. Sus corazones estaban radiantes de
felicidad, sin hacerse más preguntas. Aquella noche era especial, y no la
querían estropear. El fantasma de Corina se había disuelto por siempre jamás, y
cada vez estaba más convencida que quería aquella mujer única.
Finalmente, llegaron al sitio especial de Valeria.
Era una zona apartada del caminito principal, había césped, y muchos árboles.
Los cuales ocultaban hacían como un circulo imaginario. Des de aquel punto, se
podía divisar el lago y ver el cielo estrellado. Valeria se separo de Nadia, y
se puso casi al medio de la pequeña explanada. Levanto las manos, y empezó a
dar vueltas.
VAL:- Es precioso, siento que puedo acariciar todo este cielo inmenso-
relucía todo ella de felicidad, en estado puro. Se notaba que aquel sitio le
encantaba, lo amaba; y embrujo más a Nadia.- ¡Ven !
Nadia la obedeció, se puso
a su lado y la imito. Experimento las mismas sensaciones que ella; parecía que
estuvieras volando en medio de las estrellas. No obstante, tubo que parar
porqué empezó a marearse. Estaba medio boba, tambaleando. Valeria estaba igual,
no dejando de reírse. Terminaron por chocar frontalmente, provocando más risas.
Al fin, se pusieron de acuerdo y se sentaron en la fresca hierva. Se estiraron,
y admiraron el hermoso cielo.
VAL:- Hay tantas cosas que quisiera decirte- empieza decir, ya no hay
marcha atrás. Aquel es el momento más indicado para abrir su corazón, contarle
todo lo que no ha atrevido ha pronunciar. Nadia, se pone de lado, mirándola
directamente a los ojos. En esta ocasión, Valeria no los rehuye.- No soy muy
buena con las palabras...
NA:- No tengas miedo, estoy a tu lado y no me pienso mover de ahí-se le acerco
más y la abrazó suavemente, manteniendo un poco de espacio en entre ellas. Sus
ojos casi se acariciaban de tan cerca que estaban,
VAL:- Tienes la habilidad de dejarme sin palabras.¿Sabes?- poniéndole a su
voz, un condimento picante. Nadia la dejaba hablar, manteniendo al abrazó. –
Ya, no se porqué te lo quiero decir es tan evidente...
NA:- Yo solo te diré dos cosas. La primera, has conquistado mi corazón,
y...- acercándose muy lentamente a sus labios, y quedándose a un milímetros de
ellos. Pero termina por desviar su trayectoria, y le termina susurrando muy
cerca de su oreja derecha:- He visto a un duende.- espero que respondiera, al
no ser así, decidió proseguir:- Lo veo en tu mirada, y me ha hechizado con su
generosidad, su paciencia, su constancia.
Valeria, se sentía morir
entre los brazos de Nadia, y sus hermosas palabras. Lo único que le pedía su
cuerpo, era besarla. Se acerco a su rostro y beso sus labios.
El
despertar, tu huella impresa en la cama
Valeria cerró los ojos, aún sentía el sabor de los
labios de Nadia. Los volvió a abrir rápidamente ya que el miedo había inundado
su cuerpo, ¿y si todo había sido un sueño? Pero no, era real. Había besado a
aquella chica y lo que era mejor, Nadia le había devuelto el beso mientras sus
manos le agarraban por la cintura haciendo que sus cuerpos quedasen totalmente
pegados.
Miró fijamente aquellos ojos azules que tenía a
escasamente unos milímetros. Podía amarla toda la vida, estaba segura de que
iba a amarla con toda su alma. Miró sus labios que aún permanecían húmedos y
volvió a besarlos con pasión, con rabia, con hambre. ¿Cuántas veces los había
deseado? ¿Cuántas veces había cerrado los ojos imaginándose ese momento?
¿Cuántas veces el sueño le había vencido intentando imaginar qué sabor tendría sus
labios?
Una lágrima rodó por su mejilla, fue una sola pero
contenía toda su felicidad. Nadia se separó justo en el instante en que nació
esa lágrima y observó como recorría la mejilla de esa niña que le había robado
el corazón. Besó la lágrima, besó el recorrido que había dejado marcado
saboreando cada una de las partículas saladas que la componían.
Valeria buscó la mano de Nadia y la encontró
fundida en su cintura. La separó dulcemente y la entrelazó con la suya, y
susurrando consiguió decir:
VAL: Vamonos.
Nadia sonrió y dejó que su cuerpo fuese donde la
inspectora quisiera. Cuando volvió en sí no recordaba cuanto tiempo habían
circulado por las calles de Madrid, ni si quiera se percató del edificio donde
habían entrado. Apartó los ojos de la inspectora para examinar el lugar donde
se encontraban.
Era un comedor bastante amplio y escaso de
mobiliario, pero su atención se centró en unos grandes ventanales que dejaban
ver la ciudad que esa noche se rendía a sus pies. Valeria sonreía mientras
observaba aún incrédula como aquella mujer se iba acercando a la gran pared
acristalada sin soltarle la mano.
VAL-: Quiero enseñarte algo.
Nadia volvía a fijar sus ojos en la inspectora,
mientras con un movimiento suave abrió la puerta que daba acceso a la terraza.
Valeria fue la primera en salir y Nadia no dudó en seguirla. El suelo era de
madera, le recordó a aquella madera que se usaban en los barcos antiguamente.
Cerró los ojos y espiró profundamente. El perfume
de jazmín que reinaba en el aire inundó sus pulmones y fue en ese momento
cuando estiró de la mano de Valeria obligándola a quedar pegada a su cuerpo.
Con su otra mano acarició su mejilla y volvió a besar aquellos cálidos labios.
La cuidad observó como, lentamente, Nadia le iba desabrochando la camisa con
cierta torpeza. Valeria se dio cuenta, le sujetó sus manos y mirándola a los
ojos dejó que hablara su corazón:
VAL-: No tengas miedo, nunca te abandonaré.- Al oír estas palabras Nadia no
quiso contener las lágrimas que comenzaron a asomar en sus ojos.
NA:- Te amo.- susurró tan débilmente que temió que Valeria no lo hubiese
oído y repitió sin miedo: Te amo, te amo, te amo… - mientras comenzó a besar su
cuello.
Sus manos cobraron tal destreza que consiguieron
desabrochar la camisa dejando al descubierto el cuerpo de la inspectora.
Acarició su cintura, su vientre, sus pechos, sus hombros, sus brazos
impregnándose de su olor. Valeria alzó los brazos de Nadia y lentamente fue
subiéndole la camiseta provocando que sus dedos rozaran su piel. Valeria miró
sus pechos, no se había percatado de que Nadia no llevaba sujetador. Notó como
sus cuerpos estaban excitados, sendas respiraciones se habían acelerado.
Valeria
acarició su cuello, dejando que sus manos bajaran hasta esos pechos que tanto
deseaba saborear. Nadia sujetó la cara de Valeria entre sus manos y comenzó a
besarla mientras sentía como las manos de la inspectora quemaban en sus pechos.
Valeria bajó la cremallera de la falda de la doctora provocando que ésta cayera
al suelo. Observó como dio un paso hacia atrás, para desprenderse
definitivamente de su falda. Sólo llevaba puesto un tanga de color blanco.
Valeria sentía derretirse con sólo mirarla. Nadia se sentó en una de las
hamacas que había en la terraza y le tendió la mano a Valeria.
NA:- Ven conmigo.
Valeria hechizada por esa voz tan dulce se acercó
quedando enfrente de ella. Le bajó la cremallera del pantalón, mientras se
miraban con deseo. Valeria se arrodilló ya desnuda, quedando a la misma altura
que Nadia, y esta vez comenzaron un juego de besos ardientes que recorrían cada
centímetro de sus cuerpos desnudos. La catalana se tumbó haciendo que Valeria
se pusiera encima de ella con mucho cuidado y de tal modo que sólo sentía leves
roces de su cuerpo.
Y fue así como Madrid sonrió al ser testigo del
amor que había entre esas dos mujeres. Valeria sonrió feliz por sentirse la
mujer más afortunada del mundo, Nadia simplemente sonrió porque después de
muchos años volvía a ser feliz.
Mmmm, abrió los ojos y la claridad del día hizo que los cerrase rápidamente.
Había soñado con Nadia, paseaban por el parque del Retiro, y era capaz de
recordar cada palabra que habían pronunciado las dos. Pero cómo podía haber
sido un sueño, era todo tal real. Se pasó la lengua por los labios y reconoció
el sabor de su boca. Esos besos, juraría que habían sido reales. ¿Por qué la
vida le castigaba de esa forma tan cruel? Metió la cabeza debajo de la
almohada.
Nadia abrió los ojos. ¿Mmm, cuánto tiempo había
dormido?. Los rayos de sol entraban por la ventana, miró alrededor descubriendo
ahora sí cómo era el dormitorio de Valeria. Recordó que se habían dirigido
hasta allí en medio de un frenético juego de besos. Se giró quedando de lado para poder mirar a
la inspectora que dormía con la cabeza debajo de la almohada.
VAL:- Pero yo recuerdo a los duendes, y cada una de las estrellas que nos
miraban, y aún siento el sabor de su piel en mi boca. ¡¡ Maldita sea!! Pero
mira que eres tonta, ella jamás se fijará en ti. Es tan guapa, ¡¡ vamos, puede
conseguir a cualquiera!! ¡¡Eres
idiota!!
Comenzó a golpear con sus manos la almohada que le tapaba la cara mientras
se decía una y otra vez: ¡idiota! ¡idiota! ¡Ella no te quiere!
Cuando ya cansada dejó caer sus brazos sobre la cama, notó cómo la almohada
se estaba levantando dejando al descubierto su cabeza. Abrió los ojos tanto
como pudo, y cuando pensó que estaba ante un hecho paranormal, apareció su
rostro haciendo que enmudeciese de repente.
NA: ¿Siempre te despiertas así?- le apartó los pelos que le caían sobre la
cara, sonriendo al ver a Valeria totalmente alucinada, intentando descubrir si
ella era real o aún estaba soñando.
VAL:- Yo…
NA: Si quieres te pellizco y te das cuenta de una vez de que no soy un
sueño.- Miraba sus ojos divertida por la situación, sin dejar de acariciar el
pelo de la inspectora.
Valeria no consiguió responder, sólo pudo mover la cabeza levemente hacia
arriba y hacia abajo, este gesto fue interpretado como un sí y la doctora le
pellizcó en el brazo.
VAL:- Aaaauuu!! Me ha dolido.
NA: Ya tienes la prueba de que estas despierta, jajajaja.- Y por primera
vez Valeria sonrió, porque todo había sido real. Tenía a Nadia tumbada a su
lado y recordaba que le había dicho que la amaba.
VAL:- Jajajajaja
NA: ¿Por qué ríes?
VAL:- No ha sido un sueño- Se incorporó en la cama y abrazó fuertemente a
Nadia mientras le besaba en la cara, en la frente, y ésta no dejaba de sonreír
por la actitud de la inspectora. Ambas se tumbaron de nuevo sobre la cama,
quedando una al lado de la otra.
NA:- Buenos días, preciosa.- dándose cuenta que aún no le había deseado una
buena mañana.
VAL:- Buenos días preciosa duende.- Y ambas sonrieron, al recordar la
conversación que mantuvieron en el Retiro.
NA:- Pues esta duende, desea hacer una cosita a cierta inspectora que le ha
robado el corazón.- Nadia se colocó encima de Valeria sujetando con sus manos
las muñecas de ésta, quedando completamente a su merced.
VAL:- Dime, ¿qué es eso que quiere hacer?
Nadia se acercó tanto a la inspectora que notaba
el aire caliente que expulsaba al respirar, rozó provocativamente con sus
labios los de ella, la cual dejó escapar un pequeño gemido de placer. Se
dirigió a su oído y le susurró:
NA:- Quiere hacerle el amor.
Valeria besó el cuello de Nadia y esta vez fue
ella quien dejó escapar un pequeño gemido de placer. Los besos de la inspectora
se mezclaban con los besos de la doctora. Volvieron a inspeccionar cada
centímetro de sus respectivos cuerpos, recordando el sabor que aún permanecían
en sus labios. Cuando llegaron al clímax, permanecieron abrazadas, sin poder
dejar de acariciarse.
VAL:- Te quiero Nadia.
NA:- Te quiero Valeria.
NO
ME DIGAS ADIÓS, UN ESTOY CONTIGO (L)
El
descubrimiento; el resurgimiento de una petición
La tía de Adriana, se llamaba
María y tenía unos 65 años recién
cumplidos. Era la hermana mayor de su madre, la única que había tenido. Residía
sola, en un piso céntrico y antiguo, en la capital de Suiza. Por su edad, estaba muy bien conservada y no
aparentaba la edad que tenía. La soltería le sentaba bien ,y se permitía vivir
saciando sus pocos caprichos.
Tía Maria las estaba esperando, con
los brazos abiertos, en la estación de tren; y un taxi las condujo hacia su
mini palacio. Adriana había estado educada con ella, aunque no le mostró ningún
gesto de afecto. Ester, luciendo su dulzura y afable carácter, se intereso por
la familiar de su pareja. De hecho, las dos congeniaron muy bien des del
principio.
MA:-
¿Así que habéis estado en “Kaikas”?- pregunto tras la corta explicación de su
sobrina de su vida. Su rostro era ambiguo, estaba entre la incredulidad y la
admiración.
E:-
Sí. ¡Vaya tragedia!- narrándole algunas de las miserias de allí. Evitando,
tocar temas personales, para no contradecir a Adriana. Su amnesia ya era un
fantasma, como si jamás hubiera existido este problema entre las dos.
AD:-
Sí, hemos estado ayudando a la gente de “Kaikas”.- dice con altivez, con un
claro todo de voz de reproche:- Mientras algunos prefieren vivir como si nada
hubiera ocurrido. Rodeado de lujos, comodidades.- lanzándolo al aire con una
facilidad aplastante. Lo que consiguió fue, que el aire se contaminara de una
tensión insana.
MA:-
¡Ya! Yo contribuí con una suma bastante generosa de dinero. No puedo hacer
más-inquirió la anciana muy seria. Las palabras, de su única sobrina, le
dolieron.- No me puedo permitir quedarme sin nada en mis 65 años, y estando
jubilada.
Adriana, se mordió la lengua.
Quisiera echarle tantas cosas en cara. Aún así, se contuvo. No le convenía
enfrentarse a su tía. Había de ser hábil para conseguir sus recónditos
objetivos.
E:-
No tiene porqué justificarse- interviniendo, finalmente, a su favor. Lo hace,
porqué únicamente lo creía justo; sin importarle llevar la contraria a su
pareja.-Cada cuál hace lo que puede.
Aquella discusión quedó allí. No
obstante, tía y sobrina parecían perro y gato. Ester intento reconciliarlas en
varias ocasiones. Era triste que dos seres solitarios y que no tenían otro
familiar directo con vida se llevasen tan mal. Aunque, la enfermera tenía sus
propios dolores de cabeza.
Los días iban transcurriendo sin
pena ni gloria. Hacían de turistas y viviendo a cuesta de su anfitriona. No
debía ser tan mala, al fin y al cabo les permitió restar todo el tiempo que
quisieran en su hogar; incluso les dio dinero sin pedir explicaciones. Se
notaba que, por su parte, quería hacer las paces con su pasado. Por contrario,
Adriana deseaba más de ella. Quería llevar su plan de venganza hasta las
últimas consecuencias. Por supuesto, Ester ignoraba sus verdaderas intenciones.
La enfermera, estaba muy harta. Ya
se había consumido una semana, y ya se conocían toda la ciudad. Adriana, como
siempre dejándola en segundo plano en sus planes. Por otro lado, los sueños
eran variables, y no siempre se le aparecía su M. Lo único de claro que tenía
de ellos, era que le seguía esperando en Madrid y que la amaba. No obstante,
ninguna otra pista para iluminar su camino medio oscuro.
Adriana, intuía como se sentía su
Paula.; y el profundo de su alma tenía mucho, mucho miedo. Cada vez la veía más
y más distante, todo y que a veces parecía más cercana que “Kaikas”. Lo que
realmente le intrigaba era lo que soñaba. Des de qué le había despertado en el
viaje de tren, que se desertaba a media noche, y observaba su tranquilo sueño.
Algunas noches tenía su rostro lleno de placer, tranquilidad. ¿Cuánto daría por
introducirse en su inconsciente?
¿Estaría recordando algo?. La sola idea le mareaba, le
aterraba. ¿Qué podía hacer, si fuera el caso? Se arrancaba sus preguntas con
rabia, y volvía a estar muy protectora, vigilante. Se pegaba a ella, no le
dejaba de pecho. Incluso, su tía percibió su acoso. No era ninguna exageración.
Si, Ester quería ir a la panadería para comprar el pan diario, que estaba al
lado del apartamento, Adriana insistía a acompañarla.
MA:-
No seas pesada Adriana- le dijo un viernes por la mañana. Hacia una semana que
habían estrenado mes, y el verano brillaba en el horizonte. Ester quería salir
a pasear, y Adriana no le apetecía. Más que nada, porqué quería poner en marcha
su pérfido plan.
AD:-
De acuerdo.- acepta que salga a pasear sola. Lo que más temía era que su Paula
no regresará a su lado. Algo también le estaba rodando por la cabeza.
E:-
Gracias cariño- se le acerca y da dos besos fugaces en sus pómulos.
MA:-
Adiós. Pásatelo bien Paula.- se va corriendo hasta la puerta de salida, muy
jovial. Cuando ya parece estar lejos, la anciana se dirige a su sobrina:- No la
tienes que tener tan controlada, si quieres que este cielo de criatura no se
separe de ti.- le aconsejó.
AD:-
¡ Tía, no te metas ! A demás, en lo que debiste ya te metiste-le recrimina. El
pasado pesa en su alma; aquella pobreza, la delincuencia y alcoholismo de su
padre. Su madre sobreviviendo como podía...Aquel hogar maltrecho que se creció
e hizo mujer.
MA:-
A mi no me culpes del destino de tus padres- defendiéndose vorazmente.
AD:-
Si hubiéramos tenido más dinero...- empezó a inquirir, había de encontrar un
cabeza de turco, y era su tía.
MA:-
Me recuerdas a tu padre-con un tono de hastió-Si tengo esto tal...Siempre
queriendo ir de victimas.¡Pobrecitos!- Adriana se le iba a tirar encima, pero
la señora le cogió hábilmente la mano:- Sí, realmente tienes a quien semejarte;
aunque de físico me recuerdas a mi hermana.
Adriana se deshizo de su mano vieja,
no obstante firme y fuerte. Le había dolido aquella comparación. Su padre nunca
había estado una persona digna de admiración.
AD:-
Lo único que creó es que denegaste, a mi madre, la legitima- intentando no
distraerse más, y encauzar la conversación hasta sus comedidos:- A parte de qué
embaucaste al abuelo para que cambiara el testamento. ¿No quería repartir sus
propiedades?
MA:-
¿Quieres saber la verdad?- aproximándose a ella, con la mirada seria; y
prosigue:- Fue tu mismo abuelo quien corto la llave de paso de agua para tu
madre. Es cierto-admitió, parecía muy sincera .- Únicamente porqué cada dinero
que recibía tu madre, tu padre lo quemaba miserablemente en sus vicios,
negocios imaginarios...
AD:-
¿Y mama y yo? ¿Qué?-alzando la voz, sacando a la superficie a la niña
traumatizada que escondía en su interior.
MA:-
Tu madre no escuchaba...
La señora, parecía no tener sangre en sus venas.
Aunque aquella historia también le había roto el corazón. Quiso a su hermana,
le aconsejo, varias veces, que dejara a su esposo. No obstante, estaba tan
ciegamente enamorada que no atenía a razones. Después de contarle todo aquello
a su sobrina, concluyo que lo único bueno que tía aquel hombre, fue su físico.
AD:-
Aún así, la legitima le pertenecía.- tenaz con sus argumentos- Era libre para
hacerlo que quisiera con ello.- una parte de ella comprendió a su tía. No
obstante, el hecho de qué su madre careciera del apoyo familiar no lo
perdonaría jamás.
MA:-
En esto tienes razón, no se lo di-hizo una pausa y siguió confesándose.-
intente que dejase a su marido, por vuestro bien. Si lo hubiera dejado, vuestro
vida hubiera estado distinta.-que fácil parecía pensar y decir aquello.
AD:-
Yo lo único que sé, es como vivimos- su rencor seguía reluciéndose; y empezó a
leer su lista de peticiones:- Quiero la parte de herencia que te quedaste de mi
madre.
MA:-¡Ya!-exclama
escéptica:-¿Por esto me has hecho esta grata visita? ¡Ya sabia yo!
AD:-
¿Qué esperabas entonces? Qué te abriera en brazos abiertos, que dijera que te
quería. Cuando, tras girarla espalda a mi madre, te fugaste hasta aquí con un
buen cojín de dinero. Porque tampoco te quedaste corta, vendiste todas la
propiedades del abuelo.- poniendo toda su verdad encima de la mesa. Su tía no
tolero su insolencia, y levanto más su voz.
MA:-
Simplemente soy una estúpida soñadora- compadeciéndose de su sobrina.- Aunque
no lo creas, he vivido con la duda de si hice bien o no. Tu madre, siempre supo
donde estaba y podía recurrir a mi si se llenaba de valor para dejar a tu
padre-su oyente iba a intervenir, pero no le dejo.- Y no hace falta que gastes
más saliva ni recursos, porqué todo lo que tengo será tuyo. Te he hecho mi
heredera.¿Estás complacida?
Adriana se quedo con cara de
moniato. No se lo esperaba. Quizás su
gesto estaba movido por el deseo de redención de su sentimiento de
culpabilidad. No obstante, bendito era su dinero. El cual le permitiría vivir
holgadamente con su Paula. Aún así, tenía los sentimientos revueltos y
confusos. Más que nada, por como se habían desarrollado los hechos; y no sabía
como debía reaccionar. Fue su tía quien la abrazó, diciéndole que lo sentía
mucho. Adriana permitió el acercamiento, y lloro como una niña.
MA:-Debió
de ser muy duro- intentando comprenderla- No obstante, ahora contigo tienes una
maravillosa mujer. ¿Sois más que amigas, no? Si la quieres, no la asfixies con
tu excesivo control.- después de haber dicho esto, se disculpa y se cierra en
su habitación.
Adriana, vio por causalidad la hora
que era. ¡Díos, si ya había transcurrido una larga hora des de se había marchado
su Paula! Ya quisiera que regresará. Dejo ir una bocanada de aire y se dijo que
quizás su tía tuviese razón. Lo que realmente temía era intentará fugarse, en
su empeño en ir a Madrid.
AD:-
No se atreverá- se dijo para relajarse.-para entretenerse ante aquella espera,
entra en la salita para curiosear los pocos libros que disponía su Tía. –Todos
son lo mismo, que si medicina natural, espiritualidad...- arronza la nariz, y
se sienta el sofá, marrón y viejo. En aquel instante, divisa un revistero repleto
de revista del corazón:- ¡Caramba revistas de mi país!- las cogió, y empezó a
curiosear. No le atraían para nada, pero no tenía nada mejor que hacer.
En aquel mismo espacio temporal,
paralelo, Ester andaba por las calles d’aquella ciudad de Suiza sin rumbo.
Había decidido salir a pasear por dos razones; la primera, porqué quería que
Adriana y su tía hablasen, y por último, quería pensar con su M. La duda de si
era real o no, seguía asechándola.
De momento, solo era producto de sus
sueños. En resumen, nada tangible. ¿Quién le aseguraba de qué existía y que
estaba recordando a su amante? Su corazón deseaba que realmente fuese una mujer
de carne y huesos. La única forma de terminar con aquellas dudas era abrir la
ventana, viajar a Madrid .Pero,¿cómo?
En medio de una calle peatonal,
llena de comercios y rodeada de transeúntes desconocidos, vio el camino. La
huida. Puso una mano en la buchaca del pantalón, solo saco unos tristes euros.
Con aquello no iba a ningún sitio. Adriana era quien cortaba el bacalao.
¿Qué hacer?¿Pedir limosna? ¿Ponerse a trabajar?¿Robar?
¿Ir a la embajada Española? Y contar su descabellada historia. ¿No me habrá
secuestrado Adriana, no? Se dio cuenta de qué era muy dependiente de su
pareja. ¿A dónde quería ir, en realidad? Solo tenía Adriana, su pequeño planeta.
Aún así, M se le presentaba diciendo: “Te estoy
esperando”. Sí, he de ser hábil, no rendirme, se repetía mil veces. ¡Podría
fugarse! Pero tampoco tenía ningún plan, y debía de tenerlo.¿pero qué? El miedo
reflejado en su rostro, no dejándose de preguntar:
“ ¿Y si lo hago, y no me encuentro con M? Descubro que
es ficción...¿Entonces, qué? Sola, y con pocos recuerdos y habiendo traicionado
a Adriana. “
Andando, andando y con su cruenta
lucha interior se halló ante la estación de autobuses....
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