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NO ME DIGAS ADIÓS, AÚN ESTOY CONTIGO. La fragilidad y hermosura de las mariposas (34)


(3)


Los días se marchitaban y ya era el penúltimo fin de semana de Agosto. Esther era tenaz con sus objetivos, y sus esfuerzos habían medio resucitado los ánimos de la inspectora. La cual acepto a salir a pasear con ella, pero se negaba a ir a ver a su aijada. En cierto modo, temía a la pediatra. La cual empezaba a recapacitar.


Todo se debía a una llamada de Nadia hacia unos días. Sus palabras afables, sabias, como cristalinas gotas de agua que se iban infiltrando en su interior, apelando a su compasión. En ningún momento la hizo sentir mal, ni mucho menos ingrata.


NA:- No me cuentas nada de Valeria...- le señalo su amiga, tras haber consumido un cuarto de hora hablando de su rutina y Estrella.


Su voz carecía de reproche. Pero ya había captado, des de hacia días, de qué eludía aquel tema. El silencio de Maca, fue delatador, sumándose a otras charlas telefónicas. Se sintió atrapada, y aunque no quería dañarla con su opinión, también lo estaba haciendo siendo falsa y ocultándole aquella información.


M:- Me sorprende tu interés por ella- declara al final, su voz es cortante y, en cierta forma, irónica. No obstante, Nadia no se enfada; todo el contrario entiende su postura.


NA:- Ya se, lo que hizo no tiene perdón.- reconoce, dándole la razón. Aún así, no le oculta sus sentimientos.- ¿Maca, dime cuantas cosas existen que no se puedan perdonar?- le pregunta, y espera su respuesta.


La pediatra tarda en hacerlo, tratando de comprenderla. Probablemente, trataba de convencerla de qué cambiará de opinión. Miro a su alrededor y a su hija. El mundo que tenía enfrente suyo, parecía ser mucho más sencillo que las personas. ¿Por qué lo complicamos todo? ¿Qué no perdonaría jamás? Qué hicieran daño a los seres que más amaba; y así se lo dijo.


M:- Tu eres mi amiga, y no perdono que Valeria te haya engañado de este modo.- añade, intentando que también la entendiera.


NA:- Y yo te agradezco tu protección.- le dice sinceramente, y con su voz suave, melodiosa prosigue, deslumbrándola con su filosofía:- Para mi, lo único que no tiene perdón es dañar a alguien por dañar, la maldad humana sin trasfondo. Las personas insensibles, que no les importa nadie, tan solo su propio interés. Entiendo que te extrañe que la haya perdonado...


Maca la escuchaba atónita, sin palabras. Empezaba a sentirse algo mal por su juicio, creyendo, con ello, apoyar a Nadia. La cual capto su estado de animo, y trato de reanimarla, con su maravilloso don.


Su monologo, eran como polvos mágicos que evitaron que se rompiera en mil pedazos. Únicamente, había actuado debido a su modo de ser; porque ella era así, y observaba el mundo a través de sus prismáticos particulares.


NA:- Tu ya sabes que es amar a contracorriente, ¿a qué sí?- se detuvo, esperando que coincidiera con su declaración.


M:- Sí- admite, su piel se le eriza. Ella jamás acepto que su pareja fuera muerta, cuando la mayoría creía que sí. -  Se a lo que te refieres... No dejas de amar a alguien por el simple hecho de su ausencia, ni que los otros les parezca una locura que regrese...





NA:- Como también sabes, que cuando se ama a alguien, la lógica no sirve- aquello también le dio la razón. Sus corazones estaban latiendo en la misma velocidad, sintonizados. Los dos estaban dibujando el amor, tantas veces recitado, cantado, descrito, universal...


NA:- El amor nos ha vuelto locas.- concluye, y dejando rengar el silencio por unos minutos, dejando así descansar las emociones- Es normal, que desapruebes sus acciones, porqué cualquier mortal, en su sano juicio, lo haría. Pero Maca, no olvides quién es ella. No es únicamente Valeria la chantajista ... es mucho más cosas. No la condenes únicamente por su gran error...


Nadia le dio una gran lección aquel día, que jamás olvidaría. Aunque, era algo inevitable, usual. Cuando alguien nos decepciona por algo, borramos sus cosas positivas, todo lo bueno que nos regalo con anterioridad.


¿A caso te acuerdas, que te escucho cuando estabas deprimida, y la tuviste a tu lado cuando la necesitaste? Las personas tenemos el derecho legitimo de equivocarnos. Y nadie es quién para condenar a nadie.


M:- Nadia, perdona y...- realiza una pausa, sintiéndose algo insegura. Su conversación le ha abierto los ojos, y también detecto sus contradicciones. ¿Por qué, a pesar de reconocer que aún la seguía amando, no manifestaba ninguna intención de regresar por ella?


NA:- No hay nada para perdonar.- la interrumpe, no queriendo evitar que se lamentara por ello.- Cuídamela, vale- le pidió de nuevo.


M:- Nadia...- le murmura antes de colgar; aunque no sabia muy bien que decirle, o como convencerla de qué no le dijera adiós a Valeria.- ¿Por qué no vienes tu a Madrid, y la cuidas tu? Dile todo lo que me has dicho...


En esta ocasión, es Nadia que se queda sin la capacidad de hablar. No sabe que responderle, o si mentirle. Era algo que ya había barajado, pero seguía siendo un momento poco oportuno. A veces, cuesta girarse y deshacer los pasos ya andados.


NA:- Por mucho que me duela, no soy la persona indicada para ayudarla.- dijo muy fírmame, no había posibilidades de apelación. :- Ya te llamare otro día.- y colgó, demandándole un gusto amargo en la boca.


Maca se estremeció por su frialdad repentina. ¿Qué le pasaba? Distaba de ser la persona de minutos antes, que defendió a Valeria a capa y espada. Quisiera o no, se había delatado, la seguía amando, aún así la rechazaba.  A ella no la engañaba, también se lo estaba pasando mal. Únicamente, se estaba haciendo la fuerte, escondiendo su dolor.


(...)

Nadia colgó el teléfono, y se recostó en la fría cama de hospital. Aunque al ser rica, disponía de habitación individual y otros lujos. No obstante, nada cambiaba aquel hecho, no dejaría de ser lo que era. El mundo siempre era igual, lo único variable era el ángulo con el cual uno lo observaba.


Su existencia era una marcada rutina; por las mañanas una rigurosa rehabilitación. Las tardes las ocupaba con otras terapias y actividades. Allí estaba, inmersa en su apreciada soledad, y otras veces, buscando el bullicio de otros residentes.  Eran gente... anónima, gente de todos lugares, diferente compartiendo el misma suerte.  Gente alegre, gente triste...


Pesimismo y optimismo convivían bajo el mismo techo. Ella trato de inhalar aquel humo rico, vampi rizar la vitalidad de algunos. Realmente, impactaba cruzarte con personas que llevaban su minusvalía con tanta dignidad. E incluso, eran capaces de reírse de si mismos.


Estar allí, alimentarse de otras experiencias y alejarse de su circulo vicioso, le hizo comprender tantas, y tantas cosas... Había estado tan equivocada; y por culpa de ello había perdido a Valeria. Sus actitudes, reacciones, ante su minusvalía habían sido distintas. La única que se había autolimitado era ella... No queriendo ser egoísta, lo fue.


La psicóloga del centro trataba de quitarle el velo de culpabilidad. Su reacción, su actitud, acciones eran tópicas, producto de un gran choque emocional. Los grandes cambios traumáticos exigen periodos de adaptación. Las desgracias sucedían en unos segundos, pero sus consecuencias se prolongan en el tiempo.


Lo único positivo, en todo aquello, era que volvería a andar. Ya no era una frase de consolación, sino una realidad. Su tenacidad, su ilusión habían conseguido mover montañas. Aún así, si mirabas a través de sus ojos azules, su felicidad era tan solo una cortina de humo.


La distancia desvirtúa los hechos, separa las hojas innecesarias, reflejándose únicamente la esencia de las acciones, los motivos. Vemos nuestras propias sombras, fragilidades. A la misma vez, compruebas que si dejas correr las agujas del reloj te alejas aún más del puerto.


Siendo aún mucho más fácil bajarte en otra estación, olvidarte de lo que, una vez, te hizo inmensamente feliz y creer que el sol te volverá a sonreír. Uno ya sabe que lo puede conseguir, porqué  seguramente no es la primera vez que se empieza de nuevo.


Aún así, a medida que nos hacemos mayores cuesta mucho más poner tu contador a cero. Los cambios son indigestos, fastidiosos, incombustibles. Es distinto hallar tu destino y, en el fondo, dista de ser un sendero recto. Quizás no exista, es un producto de los seres humanos para explicar el vació.


Para Nadia era de aquella forma, y en especial su corazón esta enfermo, ya que se niega a decirle adiós a Valeria. Por encima de todo, de su dolor, resentimiento, de su vil chantaje y de su obstinada madre ensucie su amor por ella... por encima de todo ello, la seguía amando.


No era ninguna fría chantajista, insensible ni cobarde... aunque era única, infinitamente tímida, reservada, incomparable (de hecho, cara persona es especial). Aunque al principio si la comparo con su Corina; ya que estuvo congelada por su recuerdo, su filosofía.


Ella perteneció al mundo espiritual, metafórico. Por el contrario, Valeria era terrenal, imperfecta y tubo el don de entenderla con un golpe de mirada. Cumplía la tesis de qué las acciones valían más que mil palabras bonitas.


Sí, sus sentimientos estaban intactos. Quizás la única engañada era Gisela, que creía que había roto con su pasado completamente. La dejo que la internara al Instituto Gutman, creyendo que volvería andar.  Aquella era su única ilusión, ya que si lo conseguía sus alas renacerían. Quizás entonces, si volaría a su lado y intentaría compensarla por todo.


Así era su nueva vida, siendo cada día una imitación del anterior. Tan solo vivía gastando sus energías en ganar más movilidad. El resto de horas, la gran mayoría, las dedicaba a Valeria. Sufría mucho por ella, incluso a veces, creía experimentar su mismo dolor. Se estremecía, ya que lo sentía como si estuvieran muy cerca.






(...)

(4)


Ya el agosto llegaba a su fin, era el penúltimo fin de semana; el cual, lo pasaría junto con su familia a Santa Eulalia(su pueblo). Su madre había organizado un encuentro familiar, de los pocos Monsolís sobrevivientes. En el cual, ella no podía fallar.

La recogieron al viernes, al medio día. Frisaba para disponer de una tarde exclusivamente por ella sola, inmersa en los aromas naturales, saludables del campo. El sábado la mansión sería un bullicio de gente. Ella, quisiera o no, sería el foco de atención. Era la última desgracia en la estirpe, y todos se lamentarían por su mala suerte.


La comida fue agradable, únicamente comió con su madre y padrastro. Eran un matrimonio dispar, pero se complementaban. Cuando su madre anuncio que se casaba con él, le pareció una broma de mal gusto. Jamás se los hubiera imaginado juntos. Y allí los tenía, unidos contra todo pronóstico.


ED:- ¿Qué harás por la tarde?- le pregunta, una vez terminaron de comer.- Si quieres Juan te llevará a visitar a alguna amistad.- tratándola de animar.


NA:- No lo sé, no me apetece salir.- declara, realmente no sabe con que ocupar las horas. Solo le apetecía hacer su rutinaria siesta, ir al jardín sin prisas. - Creó que saldré a pasear por el jardín, extraño el campo.


En aquel mismo instante, entro una sirvienta y miro a Nadia. Gisela, algo alarmada, presto absoluta atención a lo que iba a decir. El corazón de la doctora, sin saber porque, recobro vida.


En sus mejores sueños, su duende entraba a su morada sin avisar... Incluso, igual que los duendes, poseía la capacidad de volverse invisible, y acceder, de aquel modo, a todos los sitios que le apeteciera sin dejar rastro. Quizás la contemplaba, cada noche, mientras dormía; o la animaba en el gimnasio.


A lo mejor también se hallaba en la mansión, adorándola des de lejos...como tantas veces la había descubierto hacer. Sus ojos brillaron, imaginándose que sus sueños, por fin, se cumplirían. Valeria surgiría de entre los árboles, mirándola con sus ojos verdes llenos de amor. La voz de la sirvienta, no puso puntos suspensivos a su imaginación...


Sirvienta:- Discúlpeme por interrumpir vuestra comida, pero...- empezó a decir, algo cortada, reflejando una inseguridad que casi le provoca un infarto a Nadia- Acaba de llegar una visita, que ruega ver a la Señora Nadia.


A la aludida, se le quedan los ojos azules abiertos, y su corazón deja de latirle, pensando que en la esquina esta su duende. Por fin ha regresado a por ella. Sin perder más tiempo, ni dejarla terminar, empezó a mover su silla de ruedas. Quería destruir todas las barreras arquitectónicas que la separaban de su amor. No le importo nada, ni los ruegos de su madre.


En la antesala de la entrada, una mujer esperaba; se distraía contemplando la suntuosa decoración. Tan absorta estaba que no la vio llegar. Nadia se detuvo en seco, nada más verla.  Estaba girada de espaldas, no era muy alta y su cabello era liso y con mechas de colores cobre y rubio, que le llegaba a hasta los hombros.


La reconoció con un golpe de mirada, no hizo ni falta verle el rostro. Sus gestos, su perfume, su interés por los cuadros, adornos... su ropa elegante. Tan solo podía tratarse de una persona, inconfundible, profética, llena de mala suerte...y no era justamente su amor.


Se entristeció, pues fue un duro despertar. Aquello le pasaba por soñar con los ojos abiertos. Sus deseos la habían traicionado. La magia que la unió, los duendes del parque del Retiro las habían abandonado. Aquella verdad dolía mucho, y la llenaban de rabia. ¿Por qué no era Valeria? Pero no lo era.

Iba a girar, y ordenar que la echaran. Lo haría porqué ya nada tenía que hablar con ella, y además, se sentía usada. No obstante, cuando iba a fugarse, por fin se vieron cara a cara. Sus ojos carbón estaban más oscuros, ni reflejaban la seguridad que le eran característicos.


NA:- Hola, Paola.- no evitando ser seca con ella. ¿Por qué había viajado hasta allí?, se pregunto. Aún así, en el fondo le era igual sus motivos.- No se porqué te has tomado tantas molestias, pero no me importan tus motivos. Deberías aprovechar el máximo mi ausencia. ¿A caso, ya no te acuerdas de lo que acordamos? Aunque tampoco es mi culpa si has fracasado...


La pintora en escucharla, se helo, como si hubiera perdido toda la sangre de su cuerpo, de golpe. No esperaba aquel recibimiento. ¿Era la misma persona?

 La Monsolís que recordaba, podía ser directa y contundente pero siempre lo había sido con estilo, con calidez. Además, la odiaba injustamente. ¿A qué venían sus reclamaciones?


Su piel empezó a quemar rabiosamente... sus ojos manifestaron miedo. Y una pregunta jamás acariciaría el aire: "¿Y si, ya sabe lo que ocurrió entre nosotras? Quizás me culpe por lo ocurrido. "


Nadia, parecía haberse vuelto loca, y estaba sacando los hechos fuera de contexto. Era cierto, que habían pactado para reunirse con Valeria a solas. Pero nada más, en ningún instante le pidió que se fuera.


NA:- ¿Qué deseas ahora...? ¿Qué te recete algo, para que ella se olvide de mi?- siguió atacándola vilmente, sin consideración.


PAO:- ¿Merece la pena que te lo diga?- no puede evitar decir, a la defensiva.- Tengo la impresión, de qué independientemente lo que te cuente me saltaras a la yugular. ¿Por qué Nadia, que te he hecho? ¿A caso son celos...?


La doctora se puso a reír, creía que la visita era una ignorante, una ciega pretendiendo disponer de su verdad. Aparte, de la forma que pronunciaba cada palabra, parecía que jamás había roto ningún plato. Cuando ella, también tenía su pastel de responsabilidad en su ruptura.


NA:- Ahora me dirás que no eres así, que jamás pretendiste a tu Darling..., o debería decir a mi Darling- le recrimino finalmente, manifestando sus celos contenidos.- Des del primer día, estabas dispuesta a todo por ella. ¡Lárgate, no te quiero ver más en mi vida! ¡Quédate con ella!, si es esto lo que te preocupa y por lo cual has hecho tantos kilómetros...


Paola, le mantuvo la mirada muy seria. No suportaba que se riesen de ella a las narices. Además, le desagrado que colocase, a la pobre Valeria, como moneda de cambio. ¿Pero que le ocurría? Era como si algunos extraterrestres le hubiesen inducido el cerebro. Estuvo apunto de irse, decirle adiós a  aquella odiosa millonaria, abandonarla con su sufrimiento gratuito.


No lo hizo, gracias a los únicos sentimientos puros que había tenido en su vida.  Pues ella no tenía que aguantar según que cosas, los malos humores de los otros. Siempre iba a donde era bien recibida, y no se sacrificaba por nadie. Mirar tan solo por ella, sus intereses le había ido muy bien.


PAO:- Ya, Valeria no te importa.- declara al final, usando su misma arma de fuego.- Unos sentimientos, tan poderosos, se borran con un soplo de aire. Incluso, se te ha olvidado que ella es una persona también con emociones, corazón... Hoy me has decepcionado.- dijo con hastió, realmente lo creía.


Los ojos azules, de su contrincante, relucían con intensidad, llenos de odio, rabia. Sus palabras han sido eficaces, la habían delatado. Ya no podía esconderse debajo una mascara inerte, no podía ocultar que la seguía amando.


Se le acerco, con el rostro amenazante. Paola, se movió hacia una esquina y cogió un cuadro que estaba apoyado en la pared. Volvió a mirarla, a la misma vez que descubría el contenido de aquella tela.


Nadia, le poseía una ira irracional. ¿Cómo podía alguien, una desconocida, poner en duda sus sentimientos? Valeria le importaba, mucho más que su propia vida. Lo era todo por ella, su aliento, su razón de ser... Y probablemente, la quería mucho más que aquella engreída pintora. A la cual culpaba por lo ocurrido y se odiaba a si misma por haber caído a su red. ¿Por qué la creyó?


Quizás porqué en aquellos días se quería muy poco.  Se auto convenció de qué ella no era la persona indicada por la inspectora.  Entonces, apareció de la nada Paola James, un ex amor de ella, que en ningún momento disimulo que la seguía amando.


Los sentimientos incontrolables, otra vez le tentaban a cometer atrocidades. No obstante, la aparición de unos ojos verdes ante ella, evitan se produzca una agresión. Se paraliza, impactada por aquella mirada. Eran sus mismos ojos, su misma forma contemplarla, su ternura...


NA:- ¡Valeria!- exclama a medio tono. Era como si, por fin, su duende se hubiera manifestado, surgiendo de la oscuridad. Había renunciado a su mundo idílico, de invisibilidad, etéreo para amarla. Sus ojos azules se bañaron de lágrimas.- Valeria, mi duende... por fin...- iba diciendo sin aliento.


Aún así, aquellos ojos verdes seguían estáticos. Poco a poco, el hechizo se disolvió; imponiéndose la cruda realidad. Aquella mirada era el máximo que podía aspirar. Los duendes pertenecían al mundo de los cuentos. Aunque en aquel lienzo, era indudable, que almacenaba el alma de Valeria.


PAO:- La sigues amando, y sufres por su ausencia.- poniendo voz a sus sentimientos.- No obstante, te conformarías con poseer este simple cuadro. ¿Tiene una mirada muy tierna, verdad?- sintiéndose orgullosa de ello.- No permitas, que Valeria termine siendo eso, solo una barata caricatura de lo que en realidad es. - exponiendo el objetivo de su viaje. No había dóbleseles, ni segundas intenciones en su mensaje.


(...)


En Madrid, en la misma hora, la inspectora Wood esta estirada en su ya querida, compañera del alma, la hamaca. Su pelo grasiento, baila al compás del viento. En la mesita de la terraza hay un par de platos sucios, con restos de comida.


El timbre de la puerta irrumpe su soledad, con mala gana se levanta. Abre la puerta sin mirar por el agujerito, pensando(por la hora que era) que era alguna vecina o su madre, preocupada por sus condiciones de vida. No obstante, casi se desmaya de la sorpresa.


Voz:- Hola. ¿Puedo pasar?- le pregunta, educadamente, la vista. Sus ojos marrones, grandes y atentos, la exploran con interés. Había perdido peso, estaba pálida, sucia y mal arreglada. Su estado era crítico. La culpabilidad la llevaría a la tumba si no se ponía remedió.


VAL:- ¡Maca, tu por aquí!- consigue decir al final. Cierra los ojos unos segundos y los vuelve a abrir. La figura imponente de la pediatra, seguía cerca suyo, mirándola con pena. Se encoge, sintiendo una mezcla de emociones; entre alegría y miedo.


M:- Lo siento, debería de haber venido antes- se disculpo, con el corazón en la mano. ¿Por qué había olvidado su tenacidad, su dedicación en el caso de Esther? A parte, cada día la visito; y junto a Nadia, trato de qué sus ánimos no volvieran a decaer.


VAL:- Más vale eso, que la palabra jamás. Vaya, si se dice así.- intenta decir una frase hecha en vano. Era incapaz de decirlas correctamente.


Maca la entiende. La autentica amistad es aquella relación que sobrevive a un crudo bombardeo. Las relaciones entre los seres humanos, ya por si, son entidades complejas. Están constituidas por gente diversa, con diferentes imperfecciones, formas de proceder y enfocar la vida.


 A veces, nos chocan las acciones de otros, porqué no cabe en nuestros esquemas. Caemos en un tópico, creernos unos Dioses. Es una verdad, tan elemental que olvidamos en el baúl de los recuerdos.


M:- ¿Me permites continuar siendo tu amiga?- le pregunta humildemente, y queriendo sanar todas las heridas causadas por su culpa.


VAL:- Siempre, te he considerado mi amiga- responde, sonriéndole.- Todo este tiempo te he comprendido. Me dolía, sentir que te perdía por mi culpa. Ante todo, me odio por lo que hice. Aunque, sabes... ha merecido la pena.- le va diciendo, llena de pasión y felicidad. Se refiere a Nadia, la cual lograra volver a andar.


Se dirigen a la terraza, y Maca la escucha atentamente. Cada palabra suya es una pincelada de amor. En cierta forma, la sorprendió. Esther le había comentado mil veces, que la veía muy negativa, pesimista... Aparte del físico, no se lo notaba por su forma de hablar. Quizás su visita, demorada, la había resucitado.


En realidad era aquello, para Valeria significaba mucho que la pediatra la hubiera perdonado. Y si aquello podía ser, también lo podría hacer Nadia. Aunque quizás eran dulces ilusiones.


M:- Me alegro, que estés feliz por Nadia.- opina, tras finalizar su monologo.- Al fin de cuentas, deberemos de agradecer a tu alocado plan, que vuelva a andar.- no ocultando su asombro, como tampoco el impacto de verla tan decaída.- ¿Perro dime, a qué precio?


Valeria, se la queda mirando, parecía que no la había entendido. Por ello Maca se la vuelve a repetir. ¿Con qué coste, por ella? Elevado. La había dañado, perdido, alejado de su lado... y ella, le habían abandonado las ganas de vivir, sus ilusiones  marchitado y sus alas de mariposa estaban rotas. ¿Qué le quedaba? NADA


M:- ¿Crees que le gustaría verte así a Nadia?- esta siendo muy contundente, y radical. - Te lo aseguro que no. Ella dio su vida para salvarte. ¿Y tu como aprovechas los días de más que has ganado? ¿Tentando la muerte?- se calla, no queriendo excederse con su discurso. Sus ojos se quedan fijos a los platos medio llenos.


Valeria empieza a temblar, en escuchar su certera verdad. Se ha quedado estancada entre el ayer y el presente. El  futuro parecía un fantasma. Creía que sin Nadia ya no sería nadie. Habían compartido infinitos momentos lindos, llenos de magia, sencillez... La hizo sentir tan especial bajo las estrellas, en el parque del Retiro...


Cualquiera la despreciaría por ser tan miserable, por haberse dejado peder una persona tan maravillosa como Nadia. Una persona muy comprensiva, generosa, sensible, romántica, inteligente, sabia... Quizás debería cantar de alegría, al firmamento o a todo el mundo, la afortunada que había sido. Tenía mucho que agradecerle.


VAL:- Sí, la vida es preciosa, hay que saber apreciarla. - reconoce, llena de nostalgia. Recuerda un cuento que una vez le contó Nadia, y se lo recita.- Alucine, por la capacidad que tenía para invertir los hechos. Sabía hallar lo positivo en medio de una tormenta. Aunque, como suele ocurrir, fue incapaz de aplicarse su filosofía.


M:- Es verdad- reconoce, sintiéndose también impotente. Eras como una pesada agua, que iba y retornaba, repiqueteaba contra las rocas de la playa, desgastándolas lentamente. Nada rompería aquel proceso natural.- Es difícil contemplar las cosas des de otro ángulo, cuando estás atrapada en tu propio pantano. Siempre, es más fácil ser una observadora externa. Aún así, ella ya aplico su filosofía, te dejo en libertad.


VAL:- Ella, se fue porque no le deje opciones- le ratifica, algo molesta.- Se fue, diciéndome cuanto me amaba... pero, ya ves se marcho, incapaz de decirme su verdad.- se extrémese, y Maca la miro extrañada.


¿A qué venia su repentina ira, o resentimiento? Había veces, que no existía ninguna explicación aparente. De pronto te invaden unas ansias enormes de gritar, de tirar por el suelo todo lo que tienes enfrente. Te sientes sola, no comprendiendo las razones de los otros. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Y por qué?


M:- Sí, que te la dijo.- defendiendo a su amiga catalana, y tratándole de abrirle, de una vez por todas, los ojos.- Nadia te ama, le importas...te lo ha demostrado en palabras y hechos. ¿Quieres saber que nos pidió, a mi y Esther, antes de abandonar Madrid?


Valeria se la quedo mirando, con los ojos empequeñecidos, pareciendo un corderito degollado. Sus palabras contundentes, la hicieron temblar. Se sentía, como una condenada egoísta, una persona voluble que quería y dolía.


M:- Qué te cuidáramos. Por encima de todo, le importas. No hay ningún día que tampoco pregunte por ti.- manteniendo el mismo tono de voz firme.- Le he mentido, porqué me rompería el corazón su sufrimiento. Y te repito, solo se vive una vez, no lo desaproveches.


Valeria se hecho a llorar, emocionada por sus palabras. Se daba cuenta, que con su actitud se destruiría. Maca la abrazó, comprensiva. Pedieron la esencia del tiempo, y parecía que no hacía falta derramar más palabras. A veces, solo hacía falta tocar fondo para volver a flotar. Aunque por el camino, inevitablemente, perdemos trozos de nosotros.


M:- Vamos, ya es hora de poner orden en tu piso- declara minutos más tarde, separándose de su lado.- No creas que soy una maniática de la limpieza.- tratando de robarle una sonrisas.


VAL:- Es la hora del punto y aparte.- afirma muy decidida. Se incorpora, contagiándose su sonrisa.- Creó que la frase siempre nos quedará Paris es cierta.


M:- ¡ Ai Valeria, que haremos de ti!- exclama con sarcasmo, queriendo combatir su pesimismo.- ¿De verdad, quieres decirle adiós a Nadia?


Valeria, toma su tiempo para responderle. Contempla la ciudad, ya no sabiendo lo que quiere. Ha estado días tratando de conformarse con su nueva realidad, a vivir sin ella. Nada tenía sentido. Quizás ya empezaba a aceptar aquel destino. Debía conformarse con ello, y tratar de ser feliz de aquella forma, agradeciendo haberla conocido y amado.


VAL:- Me temo que no tengo otro remedio que aceptar su adiós- siendo muy firme.- Esther, incluso Paola me han sugerido que vaya a buscarla... No es tozudez, quizás algo de pesimismo por mi parte. Aún así, respeto su voluntad, y creo que ha de ser ella quién me reclame. No quiero interferir en su recuperación ni decisiones. Por ahora, lo más saludable es salir del hueco donde he caído...


M:- En esto tienes razón...- reconoce resignada, ya que la comprende. Aunque en el fondo, esta muy triste. Presiente que la brecha que separa a sus amigas, cada vez es más enorme. - Tan solo, te pido algo... no dejes de soñar nunca. En el momento que menos te lo esperas, tus deseos pueden cumplirse.


La inspectora se lo promete, y en aquel instante vuelve a presentir a Nadia muy cerca de ella. Como si estuviera dentro la salita espiándola. Incluso ve sus ojos azules, profundos, aún llenos de amor. Por desgracia tan solo son unos segundos, que saben a tan poco. Solo estaba soñando despierta, como otras veces.


Entran a dentro el apartamento, y se entretienen arreglando el piso. Al atardecer, ya han terminado y satisfechas de su trabajo, deciden reunirse con Esther y Estrella. Maca brilla a su lado, una felicidad que envidia Valeria. Y que a partir de aquel día se refugiará.
















(...)


El mañana ya estaba a la esquina, y se aprende a andar de nuevo. Cada día envejecemos, somos más cojos y es un auténtico reto mantener el duende que alberga en nuestro interior.


Valeria lo estaba consiguiendo, empezaba a relucir de nuevo. Salía a diario, paseaba, quedaba con sus amistades, visitaba a sus padres... Disfrutando, como nunca, de sus vacaciones. Indirectamente, por ella era una forma de estar con Nadia.


Maca y Esther eran felices por su recuperación, aunque algo tristes, porqué empezaban a creer imposible su reconciliación.  Nadia seguía con sus progresos, probablemente en septiembre ya andaría; y se interesaba por Valeria, sin manifestar intención de regresar.


E:- ¡Ya somos finales de agosto!- exclama horrorizada la enfermera, sentándose en el sofá. Maca la escucha divertida, entre sus brazos tiene Estrella que le sonríe.- Después de las vacaciones en Cataluña, tocara retorno al trabajo...


M:- Niña, no me hables de ello...- dijo con desgana.- Debemos aprovechar el tiempo el máximo. ¿A que sí, Estrella?- le realizo dos besos en sus rozados mofletes.  Se sentó, de nuevo al sofá y se la paso a Esther.


E:- Mi niña...mi tesoro. ¿Te apetece ir a visitar a tu madrina Nadia?- moviendo la cabeza, mimosamente. Estrella no paraba de reír, y con sus diminutas manitas trato de pillarle el pelo.- Me parece a mi, que serás muy traviesa...


M:- ¡Eso es que se parece a ti!- siguiendo la broma. Esther, sin pensarlo, cogió un cojín y se lo tiro por encima.-  Tu no pierdes ocasión, aunque hoy haré los ojos grandes.- dice, y luego le saca la lengua.


E:- Por Dios, que forma de mal educar a tu hija- le regaña cariñosamente, tapándole la cara con su mano libre. Iniciando, así, una cadena de juegos verbales, mientras Estrella parecía feliz de tenerlas como madres.

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