(3)
Los días se marchitaban y ya era el penúltimo fin de semana
de Agosto. Esther era tenaz con sus objetivos, y sus esfuerzos habían medio
resucitado los ánimos de la inspectora. La cual acepto a salir a pasear con
ella, pero se negaba a ir a ver a su aijada. En cierto modo, temía a la
pediatra. La cual empezaba a recapacitar.
Todo se debía a una llamada de Nadia hacia unos días. Sus
palabras afables, sabias, como cristalinas gotas de agua que se iban
infiltrando en su interior, apelando a su compasión. En ningún momento la hizo
sentir mal, ni mucho menos ingrata.
NA:- No me cuentas nada de Valeria...- le señalo su amiga,
tras haber consumido un cuarto de hora hablando de su rutina y Estrella.
Su voz carecía de reproche. Pero ya había captado, des de hacia
días, de qué eludía aquel tema. El silencio de Maca, fue delatador, sumándose a
otras charlas telefónicas. Se sintió atrapada, y aunque no quería dañarla con
su opinión, también lo estaba haciendo siendo falsa y ocultándole aquella
información.
M:- Me sorprende tu interés por ella- declara al final, su
voz es cortante y, en cierta forma, irónica. No obstante, Nadia no se enfada;
todo el contrario entiende su postura.
NA:- Ya se, lo que hizo no tiene perdón.- reconoce, dándole
la razón. Aún así, no le oculta sus sentimientos.- ¿Maca, dime cuantas cosas
existen que no se puedan perdonar?- le pregunta, y espera su respuesta.
La pediatra tarda en hacerlo, tratando de comprenderla.
Probablemente, trataba de convencerla de qué cambiará de opinión. Miro a su
alrededor y a su hija. El mundo que tenía enfrente suyo, parecía ser mucho más
sencillo que las personas. ¿Por qué lo complicamos todo? ¿Qué no perdonaría
jamás? Qué hicieran daño a los seres que más amaba; y así se lo dijo.
M:- Tu eres mi amiga, y no perdono que Valeria te haya
engañado de este modo.- añade, intentando que también la entendiera.
NA:- Y yo te agradezco tu protección.- le dice
sinceramente, y con su voz suave, melodiosa prosigue, deslumbrándola con su
filosofía:- Para mi, lo único que no tiene perdón es dañar a alguien por dañar,
la maldad humana sin trasfondo. Las personas insensibles, que no les importa
nadie, tan solo su propio interés. Entiendo que te extrañe que la haya
perdonado...
Maca la escuchaba atónita, sin palabras. Empezaba a
sentirse algo mal por su juicio, creyendo, con ello, apoyar a Nadia. La cual
capto su estado de animo, y trato de reanimarla, con su maravilloso don.
Su monologo, eran como polvos mágicos que evitaron que se
rompiera en mil pedazos. Únicamente, había actuado debido a su modo de ser;
porque ella era así, y observaba el mundo a través de sus prismáticos
particulares.
NA:- Tu ya sabes que es amar a contracorriente, ¿a qué sí?-
se detuvo, esperando que coincidiera con su declaración.
M:- Sí- admite, su piel se le eriza. Ella jamás acepto que
su pareja fuera muerta, cuando la mayoría creía que sí. - Se a lo que te refieres... No dejas de amar a
alguien por el simple hecho de su ausencia, ni que los otros les parezca una
locura que regrese...
NA:- Como también sabes, que cuando se ama a alguien, la
lógica no sirve- aquello también le dio la razón. Sus corazones estaban
latiendo en la misma velocidad, sintonizados. Los dos estaban dibujando el
amor, tantas veces recitado, cantado, descrito, universal...
NA:- El amor nos ha vuelto locas.- concluye, y dejando
rengar el silencio por unos minutos, dejando así descansar las emociones- Es
normal, que desapruebes sus acciones, porqué cualquier mortal, en su sano
juicio, lo haría. Pero Maca, no olvides quién es ella. No es únicamente Valeria
la chantajista ... es mucho más cosas. No la condenes únicamente por su gran
error...
Nadia le dio una gran lección aquel día, que jamás
olvidaría. Aunque, era algo inevitable, usual. Cuando alguien nos decepciona
por algo, borramos sus cosas positivas, todo lo bueno que nos regalo con
anterioridad.
¿A caso te acuerdas, que te escucho cuando estabas
deprimida, y la tuviste a tu lado cuando la necesitaste? Las personas tenemos
el derecho legitimo de equivocarnos. Y nadie es quién para condenar a nadie.
M:- Nadia, perdona y...- realiza una pausa, sintiéndose
algo insegura. Su conversación le ha abierto los ojos, y también detecto sus
contradicciones. ¿Por qué, a pesar de reconocer que aún la seguía amando, no
manifestaba ninguna intención de regresar por ella?
NA:- No hay nada para perdonar.- la interrumpe, no
queriendo evitar que se lamentara por ello.- Cuídamela, vale- le pidió de
nuevo.
M:- Nadia...- le murmura antes de colgar; aunque no sabia
muy bien que decirle, o como convencerla de qué no le dijera adiós a Valeria.-
¿Por qué no vienes tu a Madrid, y la cuidas tu? Dile todo lo que me has
dicho...
En esta ocasión, es Nadia que se queda sin la capacidad de
hablar. No sabe que responderle, o si mentirle. Era algo que ya había barajado,
pero seguía siendo un momento poco oportuno. A veces, cuesta girarse y deshacer
los pasos ya andados.
NA:- Por mucho que me duela, no soy la persona indicada
para ayudarla.- dijo muy fírmame, no había posibilidades de apelación. :- Ya te
llamare otro día.- y colgó, demandándole un gusto amargo en la boca.
Maca se estremeció por su frialdad repentina. ¿Qué le
pasaba? Distaba de ser la persona de minutos antes, que defendió a Valeria a
capa y espada. Quisiera o no, se había delatado, la seguía amando, aún así la
rechazaba. A ella no la engañaba,
también se lo estaba pasando mal. Únicamente, se estaba haciendo la fuerte,
escondiendo su dolor.
(...)
Nadia colgó el teléfono, y se recostó en la fría cama de
hospital. Aunque al ser rica, disponía de habitación individual y otros lujos.
No obstante, nada cambiaba aquel hecho, no dejaría de ser lo que era. El mundo
siempre era igual, lo único variable era el ángulo con el cual uno lo
observaba.
Su existencia era una marcada rutina; por las mañanas una
rigurosa rehabilitación. Las tardes las ocupaba con otras terapias y
actividades. Allí estaba, inmersa en su apreciada soledad, y otras veces,
buscando el bullicio de otros residentes.
Eran gente... anónima, gente de todos lugares, diferente compartiendo el
misma suerte. Gente alegre, gente
triste...
Pesimismo y optimismo convivían bajo el mismo techo. Ella
trato de inhalar aquel humo rico, vampi rizar la vitalidad de algunos.
Realmente, impactaba cruzarte con personas que llevaban su minusvalía con tanta
dignidad. E incluso, eran capaces de reírse de si mismos.
Estar allí, alimentarse de otras experiencias y alejarse de
su circulo vicioso, le hizo comprender tantas, y tantas cosas... Había estado
tan equivocada; y por culpa de ello había perdido a Valeria. Sus actitudes,
reacciones, ante su minusvalía habían sido distintas. La única que se había
autolimitado era ella... No queriendo ser egoísta, lo fue.
La psicóloga del centro trataba de quitarle el velo de
culpabilidad. Su reacción, su actitud, acciones eran tópicas, producto de un
gran choque emocional. Los grandes cambios traumáticos exigen periodos de
adaptación. Las desgracias sucedían en unos segundos, pero sus consecuencias se
prolongan en el tiempo.
Lo único positivo, en todo aquello, era que volvería a
andar. Ya no era una frase de consolación, sino una realidad. Su tenacidad, su
ilusión habían conseguido mover montañas. Aún así, si mirabas a través de sus
ojos azules, su felicidad era tan solo una cortina de humo.
La distancia desvirtúa los hechos, separa las hojas
innecesarias, reflejándose únicamente la esencia de las acciones, los motivos.
Vemos nuestras propias sombras, fragilidades. A la misma vez, compruebas que si
dejas correr las agujas del reloj te alejas aún más del puerto.
Siendo aún mucho más fácil bajarte en otra estación,
olvidarte de lo que, una vez, te hizo inmensamente feliz y creer que el sol te
volverá a sonreír. Uno ya sabe que lo puede conseguir, porqué seguramente no es la primera vez que se
empieza de nuevo.
Aún así, a medida que nos hacemos mayores cuesta mucho más
poner tu contador a cero. Los cambios son indigestos, fastidiosos,
incombustibles. Es distinto hallar tu destino y, en el fondo, dista de ser un
sendero recto. Quizás no exista, es un producto de los seres humanos para
explicar el vació.
Para Nadia era de aquella forma, y en especial su corazón
esta enfermo, ya que se niega a decirle adiós a Valeria. Por encima de todo, de
su dolor, resentimiento, de su vil chantaje y de su obstinada madre ensucie su
amor por ella... por encima de todo ello, la seguía amando.
No era ninguna fría chantajista, insensible ni cobarde...
aunque era única, infinitamente tímida, reservada, incomparable (de hecho, cara
persona es especial). Aunque al principio si la comparo con su Corina; ya que
estuvo congelada por su recuerdo, su filosofía.
Ella perteneció al mundo espiritual, metafórico. Por el
contrario, Valeria era terrenal, imperfecta y tubo el don de entenderla con un
golpe de mirada. Cumplía la tesis de qué las acciones valían más que mil
palabras bonitas.
Sí, sus sentimientos estaban intactos. Quizás la única
engañada era Gisela, que creía que había roto con su pasado completamente. La
dejo que la internara al Instituto Gutman, creyendo que volvería andar. Aquella era su única ilusión, ya que si lo
conseguía sus alas renacerían. Quizás entonces, si volaría a su lado y
intentaría compensarla por todo.
Así era su nueva vida, siendo cada día una imitación del
anterior. Tan solo vivía gastando sus energías en ganar más movilidad. El resto
de horas, la gran mayoría, las dedicaba a Valeria. Sufría mucho por ella,
incluso a veces, creía experimentar su mismo dolor. Se estremecía, ya que lo
sentía como si estuvieran muy cerca.
(...)
(4)
Ya el agosto llegaba a su fin, era el penúltimo fin de
semana; el cual, lo pasaría junto con su familia a Santa Eulalia(su pueblo). Su
madre había organizado un encuentro familiar, de los pocos Monsolís
sobrevivientes. En el cual, ella no podía fallar.
La recogieron al viernes, al medio día. Frisaba para
disponer de una tarde exclusivamente por ella sola, inmersa en los aromas
naturales, saludables del campo. El sábado la mansión sería un bullicio de
gente. Ella, quisiera o no, sería el foco de atención. Era la última desgracia
en la estirpe, y todos se lamentarían por su mala suerte.
La comida fue agradable, únicamente comió con su madre y
padrastro. Eran un matrimonio dispar, pero se complementaban. Cuando su madre
anuncio que se casaba con él, le pareció una broma de mal gusto. Jamás se los
hubiera imaginado juntos. Y allí los tenía, unidos contra todo pronóstico.
ED:- ¿Qué harás por la tarde?- le pregunta, una vez
terminaron de comer.- Si quieres Juan te llevará a visitar a alguna amistad.-
tratándola de animar.
NA:- No lo sé, no me apetece salir.- declara, realmente no
sabe con que ocupar las horas. Solo le apetecía hacer su rutinaria siesta, ir
al jardín sin prisas. - Creó que saldré a pasear por el jardín, extraño el
campo.
En aquel mismo instante, entro una sirvienta y miro a
Nadia. Gisela, algo alarmada, presto absoluta atención a lo que iba a decir. El
corazón de la doctora, sin saber porque, recobro vida.
En sus mejores sueños, su duende entraba a su morada sin
avisar... Incluso, igual que los duendes, poseía la capacidad de volverse
invisible, y acceder, de aquel modo, a todos los sitios que le apeteciera sin
dejar rastro. Quizás la contemplaba, cada noche, mientras dormía; o la animaba
en el gimnasio.
A lo mejor también se hallaba en la mansión, adorándola des
de lejos...como tantas veces la había descubierto hacer. Sus ojos brillaron,
imaginándose que sus sueños, por fin, se cumplirían. Valeria surgiría de entre
los árboles, mirándola con sus ojos verdes llenos de amor. La voz de la
sirvienta, no puso puntos suspensivos a su imaginación...
Sirvienta:- Discúlpeme por interrumpir vuestra comida,
pero...- empezó a decir, algo cortada, reflejando una inseguridad que casi le
provoca un infarto a Nadia- Acaba de llegar una visita, que ruega ver a la
Señora Nadia.
A la aludida, se le quedan los ojos azules abiertos, y su
corazón deja de latirle, pensando que en la esquina esta su duende. Por fin ha
regresado a por ella. Sin perder más tiempo, ni dejarla terminar, empezó a
mover su silla de ruedas. Quería destruir todas las barreras arquitectónicas
que la separaban de su amor. No le importo nada, ni los ruegos de su madre.
En la antesala de la entrada, una mujer esperaba; se
distraía contemplando la suntuosa decoración. Tan absorta estaba que no la vio
llegar. Nadia se detuvo en seco, nada más verla. Estaba girada de espaldas, no era muy alta y
su cabello era liso y con mechas de colores cobre y rubio, que le llegaba a
hasta los hombros.
La reconoció con un golpe de mirada, no hizo ni falta verle
el rostro. Sus gestos, su perfume, su interés por los cuadros, adornos... su
ropa elegante. Tan solo podía tratarse de una persona, inconfundible,
profética, llena de mala suerte...y no era justamente su amor.
Se entristeció, pues fue un duro despertar. Aquello le
pasaba por soñar con los ojos abiertos. Sus deseos la habían traicionado. La
magia que la unió, los duendes del parque del Retiro las habían abandonado.
Aquella verdad dolía mucho, y la llenaban de rabia. ¿Por qué no era Valeria?
Pero no lo era.
Iba a girar, y ordenar que la echaran. Lo haría porqué ya
nada tenía que hablar con ella, y además, se sentía usada. No obstante, cuando
iba a fugarse, por fin se vieron cara a cara. Sus ojos carbón estaban más
oscuros, ni reflejaban la seguridad que le eran característicos.
NA:- Hola, Paola.- no evitando ser seca con ella. ¿Por qué
había viajado hasta allí?, se pregunto. Aún así, en el fondo le era igual sus
motivos.- No se porqué te has tomado tantas molestias, pero no me importan tus
motivos. Deberías aprovechar el máximo mi ausencia. ¿A caso, ya no te acuerdas
de lo que acordamos? Aunque tampoco es mi culpa si has fracasado...
La pintora en escucharla, se helo, como si hubiera perdido
toda la sangre de su cuerpo, de golpe. No esperaba aquel recibimiento. ¿Era la
misma persona?
La Monsolís que
recordaba, podía ser directa y contundente pero siempre lo había sido con
estilo, con calidez. Además, la odiaba injustamente. ¿A qué venían sus
reclamaciones?
Su piel empezó a quemar rabiosamente... sus ojos
manifestaron miedo. Y una pregunta jamás acariciaría el aire: "¿Y si, ya
sabe lo que ocurrió entre nosotras? Quizás me culpe por lo ocurrido. "
Nadia, parecía haberse vuelto loca, y estaba sacando los
hechos fuera de contexto. Era cierto, que habían pactado para reunirse con
Valeria a solas. Pero nada más, en ningún instante le pidió que se fuera.
NA:- ¿Qué deseas ahora...? ¿Qué te recete algo, para que
ella se olvide de mi?- siguió atacándola vilmente, sin consideración.
PAO:- ¿Merece la pena que te lo diga?- no puede evitar decir,
a la defensiva.- Tengo la impresión, de qué independientemente lo que te cuente
me saltaras a la yugular. ¿Por qué Nadia, que te he hecho? ¿A caso son
celos...?
La doctora se puso a reír, creía que la visita era una
ignorante, una ciega pretendiendo disponer de su verdad. Aparte, de la forma
que pronunciaba cada palabra, parecía que jamás había roto ningún plato. Cuando
ella, también tenía su pastel de responsabilidad en su ruptura.
NA:- Ahora me dirás que no eres así, que jamás pretendiste
a tu Darling..., o debería decir a mi Darling- le recrimino finalmente,
manifestando sus celos contenidos.- Des del primer día, estabas dispuesta a
todo por ella. ¡Lárgate, no te quiero ver más en mi vida! ¡Quédate con ella!,
si es esto lo que te preocupa y por lo cual has hecho tantos kilómetros...
Paola, le mantuvo la mirada muy seria. No suportaba que se
riesen de ella a las narices. Además, le desagrado que colocase, a la pobre
Valeria, como moneda de cambio. ¿Pero que le ocurría? Era como si algunos
extraterrestres le hubiesen inducido el cerebro. Estuvo apunto de irse, decirle
adiós a aquella odiosa millonaria,
abandonarla con su sufrimiento gratuito.
No lo hizo, gracias a los únicos sentimientos puros que
había tenido en su vida. Pues ella no
tenía que aguantar según que cosas, los malos humores de los otros. Siempre iba
a donde era bien recibida, y no se sacrificaba por nadie. Mirar tan solo por
ella, sus intereses le había ido muy bien.
PAO:- Ya, Valeria no te importa.- declara al final, usando
su misma arma de fuego.- Unos sentimientos, tan poderosos, se borran con un
soplo de aire. Incluso, se te ha olvidado que ella es una persona también con
emociones, corazón... Hoy me has decepcionado.- dijo con hastió, realmente lo
creía.
Los ojos azules, de su contrincante, relucían con
intensidad, llenos de odio, rabia. Sus palabras han sido eficaces, la habían
delatado. Ya no podía esconderse debajo una mascara inerte, no podía ocultar
que la seguía amando.
Se le acerco, con el rostro amenazante. Paola, se movió
hacia una esquina y cogió un cuadro que estaba apoyado en la pared. Volvió a
mirarla, a la misma vez que descubría el contenido de aquella tela.
Nadia, le poseía una ira irracional. ¿Cómo podía alguien,
una desconocida, poner en duda sus sentimientos? Valeria le importaba, mucho
más que su propia vida. Lo era todo por ella, su aliento, su razón de ser... Y
probablemente, la quería mucho más que aquella engreída pintora. A la cual
culpaba por lo ocurrido y se odiaba a si misma por haber caído a su red. ¿Por
qué la creyó?
Quizás porqué en aquellos días se quería muy poco. Se auto convenció de qué ella no era la
persona indicada por la inspectora.
Entonces, apareció de la nada Paola James, un ex amor de ella, que en
ningún momento disimulo que la seguía amando.
Los sentimientos incontrolables, otra vez le tentaban a
cometer atrocidades. No obstante, la aparición de unos ojos verdes ante ella,
evitan se produzca una agresión. Se paraliza, impactada por aquella mirada.
Eran sus mismos ojos, su misma forma contemplarla, su ternura...
NA:- ¡Valeria!- exclama a medio tono. Era como si, por fin,
su duende se hubiera manifestado, surgiendo de la oscuridad. Había renunciado a
su mundo idílico, de invisibilidad, etéreo para amarla. Sus ojos azules se
bañaron de lágrimas.- Valeria, mi duende... por fin...- iba diciendo sin
aliento.
Aún así, aquellos ojos verdes seguían estáticos. Poco a
poco, el hechizo se disolvió; imponiéndose la cruda realidad. Aquella mirada
era el máximo que podía aspirar. Los duendes pertenecían al mundo de los
cuentos. Aunque en aquel lienzo, era indudable, que almacenaba el alma de
Valeria.
PAO:- La sigues amando, y sufres por su ausencia.- poniendo
voz a sus sentimientos.- No obstante, te conformarías con poseer este simple
cuadro. ¿Tiene una mirada muy tierna, verdad?- sintiéndose orgullosa de ello.-
No permitas, que Valeria termine siendo eso, solo una barata caricatura de lo
que en realidad es. - exponiendo el objetivo de su viaje. No había dóbleseles,
ni segundas intenciones en su mensaje.
(...)
En Madrid, en la misma hora, la inspectora Wood esta
estirada en su ya querida, compañera del alma, la hamaca. Su pelo grasiento,
baila al compás del viento. En la mesita de la terraza hay un par de platos
sucios, con restos de comida.
El timbre de la puerta irrumpe su soledad, con mala gana se
levanta. Abre la puerta sin mirar por el agujerito, pensando(por la hora que
era) que era alguna vecina o su madre, preocupada por sus condiciones de vida.
No obstante, casi se desmaya de la sorpresa.
Voz:- Hola. ¿Puedo pasar?- le pregunta, educadamente, la
vista. Sus ojos marrones, grandes y atentos, la exploran con interés. Había
perdido peso, estaba pálida, sucia y mal arreglada. Su estado era crítico. La
culpabilidad la llevaría a la tumba si no se ponía remedió.
VAL:- ¡Maca, tu por aquí!- consigue decir al final. Cierra
los ojos unos segundos y los vuelve a abrir. La figura imponente de la
pediatra, seguía cerca suyo, mirándola con pena. Se encoge, sintiendo una
mezcla de emociones; entre alegría y miedo.
M:- Lo siento, debería de haber venido antes- se disculpo,
con el corazón en la mano. ¿Por qué había olvidado su tenacidad, su dedicación
en el caso de Esther? A parte, cada día la visito; y junto a Nadia, trato de
qué sus ánimos no volvieran a decaer.
VAL:- Más vale eso, que la palabra jamás. Vaya, si se dice
así.- intenta decir una frase hecha en vano. Era incapaz de decirlas
correctamente.
Maca la entiende. La autentica amistad es aquella relación
que sobrevive a un crudo bombardeo. Las relaciones entre los seres humanos, ya
por si, son entidades complejas. Están constituidas por gente diversa, con
diferentes imperfecciones, formas de proceder y enfocar la vida.
A veces, nos chocan
las acciones de otros, porqué no cabe en nuestros esquemas. Caemos en un
tópico, creernos unos Dioses. Es una verdad, tan elemental que olvidamos en el
baúl de los recuerdos.
M:- ¿Me permites continuar siendo tu amiga?- le pregunta
humildemente, y queriendo sanar todas las heridas causadas por su culpa.
VAL:- Siempre, te he considerado mi amiga- responde,
sonriéndole.- Todo este tiempo te he comprendido. Me dolía, sentir que te
perdía por mi culpa. Ante todo, me odio por lo que hice. Aunque, sabes... ha
merecido la pena.- le va diciendo, llena de pasión y felicidad. Se refiere a
Nadia, la cual lograra volver a andar.
Se dirigen a la terraza, y Maca la escucha atentamente.
Cada palabra suya es una pincelada de amor. En cierta forma, la sorprendió.
Esther le había comentado mil veces, que la veía muy negativa, pesimista...
Aparte del físico, no se lo notaba por su forma de hablar. Quizás su visita,
demorada, la había resucitado.
En realidad era aquello, para Valeria significaba mucho que
la pediatra la hubiera perdonado. Y si aquello podía ser, también lo podría
hacer Nadia. Aunque quizás eran dulces ilusiones.
M:- Me alegro, que estés feliz por Nadia.- opina, tras
finalizar su monologo.- Al fin de cuentas, deberemos de agradecer a tu alocado
plan, que vuelva a andar.- no ocultando su asombro, como tampoco el impacto de
verla tan decaída.- ¿Perro dime, a qué precio?
Valeria, se la queda mirando, parecía que no la había
entendido. Por ello Maca se la vuelve a repetir. ¿Con qué coste, por ella?
Elevado. La había dañado, perdido, alejado de su lado... y ella, le habían
abandonado las ganas de vivir, sus ilusiones
marchitado y sus alas de mariposa estaban rotas. ¿Qué le quedaba? NADA
M:- ¿Crees que le gustaría verte así a Nadia?- esta siendo
muy contundente, y radical. - Te lo aseguro que no. Ella dio su vida para
salvarte. ¿Y tu como aprovechas los días de más que has ganado? ¿Tentando la
muerte?- se calla, no queriendo excederse con su discurso. Sus ojos se quedan
fijos a los platos medio llenos.
Valeria empieza a temblar, en escuchar su certera verdad.
Se ha quedado estancada entre el ayer y el presente. El futuro parecía un fantasma. Creía que sin
Nadia ya no sería nadie. Habían compartido infinitos momentos lindos, llenos de
magia, sencillez... La hizo sentir tan especial bajo las estrellas, en el
parque del Retiro...
Cualquiera la despreciaría por ser tan miserable, por
haberse dejado peder una persona tan maravillosa como Nadia. Una persona muy
comprensiva, generosa, sensible, romántica, inteligente, sabia... Quizás
debería cantar de alegría, al firmamento o a todo el mundo, la afortunada que
había sido. Tenía mucho que agradecerle.
VAL:- Sí, la vida es preciosa, hay que saber apreciarla. -
reconoce, llena de nostalgia. Recuerda un cuento que una vez le contó Nadia, y
se lo recita.- Alucine, por la capacidad que tenía para invertir los hechos.
Sabía hallar lo positivo en medio de una tormenta. Aunque, como suele ocurrir,
fue incapaz de aplicarse su filosofía.
M:- Es verdad- reconoce, sintiéndose también impotente.
Eras como una pesada agua, que iba y retornaba, repiqueteaba contra las rocas
de la playa, desgastándolas lentamente. Nada rompería aquel proceso natural.-
Es difícil contemplar las cosas des de otro ángulo, cuando estás atrapada en tu
propio pantano. Siempre, es más fácil ser una observadora externa. Aún así,
ella ya aplico su filosofía, te dejo en libertad.
VAL:- Ella, se fue porque no le deje opciones- le ratifica,
algo molesta.- Se fue, diciéndome cuanto me amaba... pero, ya ves se marcho,
incapaz de decirme su verdad.- se extrémese, y Maca la miro extrañada.
¿A qué venia su repentina ira, o resentimiento? Había
veces, que no existía ninguna explicación aparente. De pronto te invaden unas
ansias enormes de gritar, de tirar por el suelo todo lo que tienes enfrente. Te
sientes sola, no comprendiendo las razones de los otros. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Y
por qué?
M:- Sí, que te la dijo.- defendiendo a su amiga catalana, y
tratándole de abrirle, de una vez por todas, los ojos.- Nadia te ama, le
importas...te lo ha demostrado en palabras y hechos. ¿Quieres saber que nos
pidió, a mi y Esther, antes de abandonar Madrid?
Valeria se la quedo mirando, con los ojos empequeñecidos,
pareciendo un corderito degollado. Sus palabras contundentes, la hicieron
temblar. Se sentía, como una condenada egoísta, una persona voluble que quería
y dolía.
M:- Qué te cuidáramos. Por encima de todo, le importas. No
hay ningún día que tampoco pregunte por ti.- manteniendo el mismo tono de voz
firme.- Le he mentido, porqué me rompería el corazón su sufrimiento. Y te
repito, solo se vive una vez, no lo desaproveches.
Valeria se hecho a llorar, emocionada por sus palabras. Se
daba cuenta, que con su actitud se destruiría. Maca la abrazó, comprensiva.
Pedieron la esencia del tiempo, y parecía que no hacía falta derramar más
palabras. A veces, solo hacía falta tocar fondo para volver a flotar. Aunque
por el camino, inevitablemente, perdemos trozos de nosotros.
M:- Vamos, ya es hora de poner orden en tu piso- declara
minutos más tarde, separándose de su lado.- No creas que soy una maniática de
la limpieza.- tratando de robarle una sonrisas.
VAL:- Es la hora del punto y aparte.- afirma muy decidida.
Se incorpora, contagiándose su sonrisa.- Creó que la frase siempre nos quedará
Paris es cierta.
M:- ¡ Ai Valeria, que haremos de ti!- exclama con sarcasmo,
queriendo combatir su pesimismo.- ¿De verdad, quieres decirle adiós a Nadia?
Valeria, toma su tiempo para responderle. Contempla la
ciudad, ya no sabiendo lo que quiere. Ha estado días tratando de conformarse
con su nueva realidad, a vivir sin ella. Nada tenía sentido. Quizás ya empezaba
a aceptar aquel destino. Debía conformarse con ello, y tratar de ser feliz de
aquella forma, agradeciendo haberla conocido y amado.
VAL:- Me temo que no tengo otro remedio que aceptar su
adiós- siendo muy firme.- Esther, incluso Paola me han sugerido que vaya a
buscarla... No es tozudez, quizás algo de pesimismo por mi parte. Aún así,
respeto su voluntad, y creo que ha de ser ella quién me reclame. No quiero
interferir en su recuperación ni decisiones. Por ahora, lo más saludable es
salir del hueco donde he caído...
M:- En esto tienes razón...- reconoce resignada, ya que la
comprende. Aunque en el fondo, esta muy triste. Presiente que la brecha que
separa a sus amigas, cada vez es más enorme. - Tan solo, te pido algo... no
dejes de soñar nunca. En el momento que menos te lo esperas, tus deseos pueden
cumplirse.
La inspectora se lo promete, y en aquel instante vuelve a
presentir a Nadia muy cerca de ella. Como si estuviera dentro la salita
espiándola. Incluso ve sus ojos azules, profundos, aún llenos de amor. Por
desgracia tan solo son unos segundos, que saben a tan poco. Solo estaba soñando
despierta, como otras veces.
Entran a dentro el apartamento, y se entretienen arreglando
el piso. Al atardecer, ya han terminado y satisfechas de su trabajo, deciden
reunirse con Esther y Estrella. Maca brilla a su lado, una felicidad que
envidia Valeria. Y que a partir de aquel día se refugiará.
(...)
El mañana ya estaba a la esquina, y se aprende a andar de
nuevo. Cada día envejecemos, somos más cojos y es un auténtico reto mantener el
duende que alberga en nuestro interior.
Valeria lo estaba consiguiendo, empezaba a relucir de
nuevo. Salía a diario, paseaba, quedaba con sus amistades, visitaba a sus
padres... Disfrutando, como nunca, de sus vacaciones. Indirectamente, por ella
era una forma de estar con Nadia.
Maca y Esther eran felices por su recuperación, aunque algo
tristes, porqué empezaban a creer imposible su reconciliación. Nadia seguía con sus progresos, probablemente
en septiembre ya andaría; y se interesaba por Valeria, sin manifestar intención
de regresar.
E:- ¡Ya somos finales de agosto!- exclama horrorizada la
enfermera, sentándose en el sofá. Maca la escucha divertida, entre sus brazos
tiene Estrella que le sonríe.- Después de las vacaciones en Cataluña, tocara
retorno al trabajo...
M:- Niña, no me hables de ello...- dijo con desgana.-
Debemos aprovechar el tiempo el máximo. ¿A que sí, Estrella?- le realizo dos
besos en sus rozados mofletes. Se sentó,
de nuevo al sofá y se la paso a Esther.
E:- Mi niña...mi tesoro. ¿Te apetece ir a visitar a tu
madrina Nadia?- moviendo la cabeza, mimosamente. Estrella no paraba de reír, y
con sus diminutas manitas trato de pillarle el pelo.- Me parece a mi, que serás
muy traviesa...
M:- ¡Eso es que se parece a ti!- siguiendo la broma.
Esther, sin pensarlo, cogió un cojín y se lo tiro por encima.- Tu no pierdes ocasión, aunque hoy haré los
ojos grandes.- dice, y luego le saca la lengua.
E:- Por Dios, que forma de mal educar a tu hija- le regaña
cariñosamente, tapándole la cara con su mano libre. Iniciando, así, una cadena
de juegos verbales, mientras Estrella parecía feliz de tenerlas como madres.
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