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NO ME DIGAS ADIÓS, AÚN ESTOY CONTIGO. La fragilidad y hermosura de las mariposas (XXIV)


MI DARLING (3)

 

Una bocanada de aire la resucitó, abrazó la flor y amarrándose, con fuerza, a las bolsas irrumpió a la salita, en cierta forma brusca y compulsivamente. Hizo como si no hubiese escuchado llover, siendo su reacción algo cómica Aunque en el profundo de su alma se creía morir...

 

 De hecho, entro en la salita como si alguien le hubiese dado un fuerte empujón. El impulso que le dio en acceder a la escena, que termina por darse un mal gesto con el piel derecho. Las consecuencias son aún más nefastas... las bolsas se le caen y su contenido se desprende de ellas. Produciendo, en pocos instantes, una original exposición de frutas, pastas y algunos botes.

 

Valeria, excitada, y llena de vergüenza ...evita seguir el mismo camino que la desafortunada compra. La que tampoco tiene sus mejores sonrisas, era la que fue una hermosa rosa. La había cogido con tanta fuerza, y con el esfuerzo de evitar caerse que la ha roto, y sus pétalos se han unido al colágeno del suelo. Siente esta perdida en el profundo de su alma. Otra vez, sin querer ha estropeado algo bonito. En el fondo, lo que más le ha dolido es hacer el ridículo ante Paola.

 

Sus ojos, incapaces de contemplar a lo que más teme, se quedan clavados en Nadia, como fuese un objeto a fuera de lugar, discordante. ¿Qué hacía allí? La había pillado cometiendo un delito... y aquello era lo que parecía pesarle más. Aunque en el fondo, era un mecanismo de escapatoria. Y no parecían importarle los despojos de su torpeza.

 

Paola fue vilmente ignorada, esto creó esta última. Pero en el fondo, era el objeto de culto y de máximo temor de la otra. En todo momento, intento no reírse, para seguir siendo una observadora invisible. La inglesa disfruto de su forma de proceder. Aún los ocho años de separación, parecía la misma chica. Tan distraída, gafe y torpe... Los años la habían tratado bien, seguía pareciendo la chica de 20 años de la cual se enamoro.

 

Nadia, se quedo algo paralizada al detectar un fuego inusual en los ojos de su chica. ¿Tanta rabia tenía por haberla cogido, in fraganti, tal inofensivo delito? Un crimen que se infligía a ella misma. Y aquello, aquella simple mala interpretación, le termino por irritar. ¿Quién era ella para controlar sus movimientos?

 

La visita disfrutaba con sus miradas, con el reproche de la catalana. No se sentía molesta por encontrarse en medio de aquella batalla domestica. Sus ojos no se separaron de Valeria. Descubriendo en su rostro infinidad de detalles que había grabado, fielmente, en su memoria.

 

Valeria, se vio desprendida hasta el más hondos de sus infiernos. En tan solo, unos segundos lo estaba estropeando aún más. Intentando, tener los pies en el suelo finalmente se agacho. Sus movimientos reflejaban mucho nerviosismo, y su torpeza no la abandonaba.

 

VAL:-¡Lo siento!- atina a decir, evitando mirar a Nadia.-Es que soy un desastre...-siguiendo aludiendo a la otra persona presenta en la sala.

 

            Su pareja no sabia si reírse, llorar o enfadarse... Le había molestado su extraño comportamiento, nada congruente. En más de intentar recoger de inmediato las cosas caídas, se había aferrado a una fuente de palabras de reproche silenciosas o a media voz.

 

 Tenía su puntillo cómico. Aunque la mejor definición era otra, quizás desconcertada y con los papeles transpuestos. Como si algo le hubiese impactado mucho, y aquello le estaba superando. A parte de qué, parecía obviar que no estaban solas. Aquello no era de extrañar en ella, era tan despistada a veces.

 

NA:- ¡Valeria, ya basta!-exclamo, al final, siendo muy contundente. No quiso ser tan brusca ni seca. Pero le salió de aquella forma. Su exclamación, consiguió sus propósitos: detener a su pareja y captar toda su atención.- Ya lo recogerás tranquilamente. No pasa nada. No estamos solas, de hecho hay alguien quién quiere verte...

            Ya llegado el momento de la verdad. Uno no se puede girar, ni dar a la espalda a su pasado. Ya no puedes huir del peligro. Algunos se preguntaran:¿Por qué? ¿O de qué huir? No lo estaría haciendo toda la vida. Se auto flagelo por su debilidad. A veces, intentando aparentar que las cosas no nos afectan terminamos siendo ridículos, incluso tontos.

 

PAO:- Hola, Valeria- le saludo finalmente su demonio particular. Aquella voz era bien real, no era un eco del pasado. -¿Cuánto tiempo?- se le acerca, sin atisbo de miedo ni vergüenza. Ya intuye que no le hará ningún espectáculo delante de Nadia. Por esto invade su espacio intimo, y le deja el cálido contacto de sus labios en sus dos pómulos.

 

VAL:- Hola.- consigue decir, después de los dos besos. Los cuales no son devueltos. - ¿Hace mucho que has llegado?- rezando porqué hiciera poco tiempo, y no hubiese podido vaciar su frasco de veneno con Nadia.

 

            La inglesa mira de reojo a esta última, tratando de contabilizar el tiempo compartido. Dándose cuenta, que ya hacía unas 3 horas de su llegada. Parece sorprendida por ello. Se había sentido tan a gusto hablando con la pareja de su Darling, que la espera se le había hecho corta.

 

NA:- Será mejor que me vaya, os dejo solas.- declaro, sintiéndose como un elemento que sobraba. Aparte que las comprendía. Hacía ocho años que no se veían. Las dos se lo agradecieron.

 

            Valeria la miro con sus ojos verdes llenos de pena. Le suplico su perdón. Su mirada era tan sincera y contundente, que Nadia se compadeció de ella. Sus reproches eran producto del momento, de la sorpresa de encontrarle en un lugar donde no debía estar. Le hizo uno de sus encantadores guiños, y salió. Sin antes ser interrumpida de nuevo.

 

VAL:- ¿Dónde vas?- le preguntó, preocupándose por ella.

 

NA:- A la habitación, me siento muy cansada.- le responde, le realiza otro guiño mientras va girando para salir.

 

VAL:-¿ Quieres que te ayude a ponerte en la cama?-no evita preguntarle, surgiendo su instinto de protección innato. Aunque en el fondo, sabe que Nadia no desea ser una carga y intenta hacerlo sola. Aunque aquella ocasión, es un intento evasión personal. Es conciente, que el agua que almacena en su pantano interno esta apunto de derrumbar las compuertas.

 

            Su razón de ser, lo niega con la cabeza. Le dedica una de sus mejores sonrisas. Se muerde la lengua, percibiendo su fragilidad e inseguridad. Era evidente que algo la estaba ahogando, cortando la respiración dentro de sus entrañas.

 

Si hubiera obedecido a su instintos primarios, la hubiera cogido de un brazo y secuestrado. Llevado lejos de aquella pintora bohemia, frustrada...que con tanto repetir la palabra Darling... la estaba desgastando y hacértela repeler. Otra vez la inusual pinzada de celos. Pero por la extraña actitud de Valeria, sabía que no tenía que padecer por ello.¿O, sí? También tenía mucho para reflexionar.

 

            Valeria observa como Nadia la abandona, cierra la puerta dejándola sola con su pasado. Entonces, la losa que la estaba presionando desaparece. Las palabras salen a raudales. No hay nada que la detenga. Le dice todo lo que no le dijo a su tiempo. Con la esperanza que Paola se levantase y se fundiera, por siempre jamás, en el horizonte, para no regresar.

 

PAO:- Darling, Darling... no me líes ni te hagas la víctima- dice con tono irónico y despectivo. Consiguiendo un listado de más impropios. El rencor que se tenían era mutuo. ¿Pero quién tenía la culpa de ello?

 

(...)

 

            Nadia, no se quedo detrás la puerta. No era su estilo escuchar conversaciones ajenas. Tal como informo se dirigió a su habitación. Aunque se engañaría si negase que una parte de ella deseaba saber lo que se cocía dentro de la salita. De hecho, aquello le estaba inquietando. No pudo meditar todo lo que deseaba, y todos sus sentidos puestos en Valeria. ¿Estaría bien?

 

            Trataba de afinar sus orejas, esperando que una frase perdida le llegase. No era así, aunque en alguna ocasión si que levantaron la voz. Pero su conversación, en apariencia, era muy civilizada. ¿Por qué estaba intranquila? Fue incapaz de respondérselo... tan solo existían un puñado de sensaciones extrañas.

 

            En un intento de relajarse, y desdramatizar se dedico a observar la habitación. Las paredes estaban pintadas de un color muy fino, tenue...era un naranja salmón. Al ser claro, y con un ventanal grande era una habitación luminosa, llena de vibraciones. La decoración no era excesiva, muy sencilla como reflejo de su propietaria.

 

 La cama de matrimonio que había erguido majestuosa, en el centro, había sido sustituida por dos camas individuales ajuntadas. Al principio, le deprimió. Por mucho que la cama y el colchón fuesen los adecuados por ella. Odias todo lo que te hace distinto a los otros. Aunque la diversidad es la norma de oro de la humanidad. Pero que la vida te obligue a tener costumbres distintas te enfurece.

 

En el tocador de enfrente, hay varias fotos. De sus suegros, de amistades de Valeria...intenta localizar a Paola sin éxito. Tal como ya sabía aquella chica continuaba siendo un fantasma. Se rasca las sienes, resignándose a la ignorancia. Debe tener paciencia, Valeria, tarde o temprano, le contaría su cuento más secreto. Estaba más que segura que sería de aquella forma.

La palabra que definía mejor su estado de animo, era aburrimiento. Ya estaba harta de dar giros entorno al planeta sol, sus preocupaciones eternas. Como tampoco quería desfallecer esperando algo. El tiempo de espera estaba ahogándola... Tenía que desconectar... squeria acostarse.

 Hizo girar las ruedas de la silla hasta el borde de la cama. No era la primera vez que se ponía sola, aunque siempre había gente cerca, vigilando. Se lo propuso como un reto. No obstante, con el intento se percato de algo que había olvidado. El sobre virgen y blanco, guardado cuidadosamente a su lado derecho estuvo apunto de caer. Evito su destino, y sus manos lo aferraron con fuerza.

 

Era una carta alargada, que pesaba poco. Lo volvió a contemplar. Tenía miedo de abrirlo, y parecía que le quemaba. Podía esperar para abrirlo junto a Valeria, no obstante, lo termino para asaltarlo. Nadie le podía culpar de abrirlo, porqué cualquier podía ser el destinatario, ¿no?.

 

A medida que procedía en la tarea se hacía todo más intrigante. Para empezar, tan solo contenía una pequeña hoja. Concretamente, la mitad de una hoja de DN4, doblegada por la mitad. Tal como estaba guardada, no se podía percibir lo escrito. Otra cosa que le capto la atención, fue el intenso olor a cola. Y en cierta forma, por ello no se sorprendió cuando abrió la carta...

Era un escrito impersonal, corto, preciso... al puro lenguaje telegráfico. Era mensaje premeditado, y hecho a conciencia. Muy profesional y hábil. Trabajo le había costado; primero en recordar letra por letra de alguna revista y/ o diario; seguidamente pegarlas de una forma inteligible. 

Lo leyó una vez, y algo incrédula lo volvió ha hacer. Se auto negaba la información que terminaba de leer. Le hacía mal de ojos. Pero era difícil negar algo que esta escrito sobre papel. La identidad del remitente careció de importancia ante semejante contenido, que pretendía minar de más in certezas su existencia. Hacerla dudar de la persona que más creía amar. Pero por más que lo releyera aquella hoja decía lo mismo, sin ninguna aclaración:

          Valeria no es lo que parece.

             Te engaña, esconde un oscuro secreto

            No es ninguna santa....                                                                                                         Pregúntale porque estuvo en la prisión.

            Pregúntale que hizo.”

Por supuesto el mensaje era anónimo...

La fragilidad y hermosura de las mariposas (8)

 

SILENCIOS

 

Silencios enamorados, cómplices, harmoniosos, crudos... Hay silencios que matan, que nos cortan la respiración. Silencios pesados, tan solo llenos por el vació. El tic-tac del reloj de pared. A veces te estremecen, otras que te ahogan. Tanta paz, tanta tranquilidad. Pero a veces debajo de los silencios hay un mundo oculto. Alguna mente bulliciosa, con muchas voces reclamando ser escuchadas.

 

Silencios acompañados de soledad, donde uno esta refugiado con uno mismo. Te alejas de la realidad, eso crees. Muy cerca de ti hay movimiento, pero no te percatas de él. Una puerta se cierra con fuerza, con rabia...pero aquello no inmuta a Nadia. Al final, se ha agitado en la cama como ha podido. Sus brazos están flácidos y agradecerían más ejercicio. Se ha puesto de lado, y mira fijamente al único espejo de la habitación. Quizás recordando una brisa lejana.

 

El mensaje anónimo esta cuidadosamente guardado en el bolsillo de sus pantalones de chándal. Quiere olvidarse de él, pero le esta quemando la pierna. Ni que lo hubiera roto, en mil pedazos, seguiría teniendo conciencia de él.

 

 Las palabras ya habían sido derramadas de su continente, y esparcido por el ambiente. Y engendrado sus efectos anímicos en el sistema nervioso de Nadia. Provocando con ello reacciones en cascada.  Tan solo basta que una pieza de domino se caiga, porqué el resto la imite. Por supuesto, cuando cada ficha esta bien colocada y ordenada. Y aquellas frases conseguían activar cualquier imaginación. Y aquel día era perfecto para soñar con los ojos abiertos. Estaba plagado de símbolos, misterios....empezado por Paola.

 

¿Sería el humo de la verdad? Qué lo inhalas y descubres que nada es lo que parece. Terminas por dudar de tu propia existencia y de los otros. ¿Pero que era la verdad, si esta existía? ¿Lo que observan nuestros ojos a diario? ¿O el contenido de aquella nota? Aunque escueta, declaraba muchas cosas importantes. La más grande de ellas, era que su pareja era una autentica mentirosa.

 

¿Se puede conocer a alguien con una simple mirada? Indiscutiblemente, no. Aún así, sus ojos también le debían haber engañado mucho. A través de sus ojos verdes había visto el paraíso. Era como un inmenso jardín, lleno de verdes árboles, flores multicolor, el cielo azulado y lila, con mucha profundidad. El canto de aves como música de fondo. Ellas dos estiradas en la pradera, verdosa y con su suave aroma. Las mariposas bailando muy cerca... de todas las razas y colores.

 

Sus ojos verdes, que parecían la voz de su alma... Voz incontrolable de su ser. Siempre le pareció un libro abierto. ¿Por qué ahora?  Aquella nota... era como si alguien pretendiera maldecir su felicidad. Quieres ser aséptica, y te repites que no debes de hacerlo caso. ¿Por qué creerte lo que te cuenta el anónimo? Alguien la escrito con alevosía, con único afán de maldad. Aún así, el gusano de la duda empieza a dejar descendencia a cada palmo que invade.

 

El silencio del piso no le preocupa, su mundo se ha detenido también. No le apetece hablar, ni llamar a Valeria para preguntarle si todo anda bien. Quiere permanecer inmóvil, intentando resolver todos los enigmas sin resolver y responder preguntas que no puede responderse. Lo sabe, pero se fuerza por ello. Aunque lo realmente lógico era acudir a la fuente de sus preocupaciones.

 

 ¿Cómo hacerlo, sin decir indirectamente que desconfías de dicha persona? Cuando en realidad lo estás haciendo. No es algo que se pueda esconder ni ignorar. La palabra prisión le duele, y se repite como un maldito estribillo de una canción mala y con poca letra. Si aquello era cierto, ¿Cómo podía esconder algo de tal magnitud?  Claro que no es nada que se recite con alegría en ninguna tertulia.

 

El silencio puede llegar a ser muy perturbador...,quizás tan solo se estremezca un espectador anónimo. Era sentir la caída constante de gotas de agua, de un grifo mal cerrado. Puedes incluso contar cada gota, porqué parece imitar la lentitud del ambiente. Incluso, te puede transportar en una película de terror que viste cuando eras pequeña o pequeño.

 

Valeria, esta paralizada...apoyada en la puerta de la salida. Parece respirar muy lentamente, anestesiada por el pesado silencio que se ha apoderado del piso. Era cierto, que en tan solo unos minutos todo puede cambiar.  Sus ojos verdes están serenos, sin divisarse ninguna lágrima. Parece que ya no puede padecer más de lo que ya hizo. Aún así, es incapaz de moverse. ¿Cómo conducir los hechos?

 

Uno, en el fondo, sabe lo que debe hacer. Aún así la escalada a su Aneto la ve muy dificultosa. Las palabras de Maca y Esther fluían ligeramente por su memoria, y las iba dando la vuelta. Su problema era grave, porqué ella también estaba escondida en una habitación acorazada. Aún así, una fuerza extraña la había invadido. Fue mirar a Paola...y chocar con su pasado frontalmente.

 

Su Paola...que raro sonaba pensarlo ocho años después. Sí, su Paola. Hubo un tiempo que no era la mala de la historia. Aunque ya no creía que hubiesen malos en ella. Simplemente hubieron errores y unas cabecitas locas e irresponsables.

 

 Paola... el tiempo no la había tratado como era debido. Pero lo sabía disimular muy bien con el maquillaje y la ropa. Aún así, tan solo bastaba mirarla detenidamente para darte cuenta de su extremada delgadez. No era ninguna exageración. La impresiono mucho. Incluso fue incapaz de contemplar en lo qué se había convertido. Después de su larga conversación, se había de admitir que la vida también la había maltratado.

 

Su carácter, fuerte como antaño; se había agrietado. Parecía haber sustituido la broma fresca por la irónica. Igual que ella, también estaba dolida. Aunque no terminaba entender porqué. Y seguramente, escondiéndose a la puerta de salida del piso no descubriría aquel misterio.

 

¿Qué estaba sucediendo en sus entrañas? Se estaba compadeciendo de Paola y de ella misma. Especialmente de sus miedos. Se sentía frágil y desprotegida. Se intento abrazar, pero la sensación de vació y estar suspendida en medio del espacio seguía siendo muy intensa. Ignoraba si estaba haciendo bien  con ciertas alocadas decisiones, y con negarse a admitir una de las mayores debilidades de su vida.

 

Nadia seguía auto observándose a través del espejo. Era como si realmente no se viera, paradójico pero cierto. Quizás veía las letras ante ella. O trataba de imaginarse a Valeria en prisión por algún delito sin nombre. ¿Cuál? Respuesta: “Pregúntaselo a ella”. Y uno se preguntaría: ¿Por qué me has ocultado una cosa como esta? No pensaste que yo te quiero por lo que eres, no por lo que fuiste.

 

Sabe Díos que la gente cometemos pecados innombrables. Y que al planeta hay poca gente libre de culpa. Pero las personas evolucionan, y nos enamoramos de personas imperfectas. Y de hecho lo que más amaba Nadia de Valeria, era su timidez, torpeza...y que era capaz de hacerlo todo por los seres amados. Descubría en ella el amor en estado puro. En ella no parecían existir dobleces. En parte, por esto quería ignorar aquella nota.

 

Quizás en un momento dado de una vida, oscura y llena de in certezas, alguien puede errarse de camino. Su mente trataba de desdramatizar. ¿Qué sentido tenía aquella nota absurda? Probablemente, minar su relación.¿Pero quién era el instigador de ello? ¿Debía preocuparse? Si aquella hipótesis era correcta, lo más inteligente era quemar la carta. Cuando la tempestad empieza es mejor olvidarla.

 

Nadia tenía el nombre de su verdugo: Paola. Lo tenía muy claro. Aunque también le parecía raro que hubiera dejado la carta estando ella. Aunque era una duda estúpida. Quizás quería regalarse el lujo de ver su reacción a primera fila. Por suerte, no había sido así. Odiaba enseñar sus sentimientos ante gente que no se lo merece.

 

Por mucho que no le mencionara a Valeria la nota, esta le debía muchas explicaciones. Sobretodo quería descubrir que lazos la habían unido a Paola. Era obvio que no era una simple buena amistad. A parte, lo que más le había desconcertado era el descoloque de su pareja. Había perdido, claramente, los papeles. Casi se había quedado en blanco, y se recreaba en ser más torpe de lo normal. ¿Por qué le había inquietado tanto la visita?

 

Valeria se separa de la puerta, y con movimientos ágiles, de felina(como los pintaría Paola) y silenciosos se dirige hacía otra puerta, también cerrada. Otra vez, la bruja mala la convierte en estatua. Sus manos acariciando la puerta de madera, pintada de color marrón-verdoso. Con la oreja, pegada en ella. Intenta percibir la respiración de Nadia...saber que esta bien.

 

No hay movimientos, no percibe nada... tan solo el mismo silencio. Se estremece, su mente le dibuja una vida sin ella. Ya lo sabe de antemano. La necesita como el aire que respira, y esto le colapsa aún más. Ya amo una vez así, con funestas consecuencias por ellas. Aunque, no se podían comparar sus dos amores. Necesita escuchar algún signo de qué allí dentro todo anda bien... Pero sigue sin despegarse de la pilastra que la sostiene.

 

Los ojos azules siguen reflejándose a la materia opaca del espejo. Una fotocopia espontánea de nuestros rostros y nuestros estados anímicos. Nadia se cansa de contemplarse, y suspira largamente. Siendo claramente perceptible en el ambiente, como si fuera una nota perdida de una sinfonía en construcción.  Cree haber alcanzado las premisas adecuadas para manejar la situación.

 

Su prolongado susurro, es el antídoto del hechizo que domina a Valeria. Y la sensatez, por unos minutos reina en su ser. Educadamente llama, suavemente, a la puerta; y espera para entrar hasta se le da el permiso para hacerlo. Sus gestos, y forma de andar son lentos. Lo primero que busca en invadir la habitación, son sus ojos azules. Se los imaginaba tristes y con un claro reproche.

 

El silencio sigue dominando el ambiente. Tan solo sus ojos se hablan. Los de Valeria transmiten una estremecedora fragilidad. Parece una niña incapaz de ser desconsolada. No niega que tiene muchas cosas para narrarle, pero le suplica, silenciosamente, que no le obligue a hacerlo. Lo único que necesita era que la estreche entre sus brazos, y la de la confianza que no la abandonara.

 

Nadia, la comprende de inmediato. Siendo otra traición a sus propósitos. No puede evitar abrir los brazos, y indicarle con la barbilla que se meta en la cama junto a ella. Valeria, parece tímida, como muy miedosa. Lo termina haciendo, sin decir nada. Se ve abatida, como si la artillería completa le hubiese pasado por encima. De hecho, la discusión ha sido brutal.

 

Representaba que se debía hacer la fuerte, sobretodo por Nadia. Pero aquel día no podía. Los ojos azules, de su amor, la estudiaban con detenimiento, intentando entrar en sus entrañas y entenderla. ¿Qué le pasaba? ¿Qué sucedió ocho años atrás que la marcasen tanto? La veía tan bloqueada, tan dolida... que se le estaba rompiendo el corazón. La nota paso a segundo plano, casi la olvido. Tan solo fue capaz de hacer una única cosa, lo que sus ojos verdes le pedían a gritos: abrazarla.

 

Le acaricio el rostro, sin perder el contacto con sus preciosos ojos. Percibía su respiración tenue en su rostro, y le producía agradables calambres. Sus dedos terminaron por enredarse entre su pelo ondulado. Era su muñequita de porcelana. Su duende, que la poseyó su luz reflejada en aquel espejo. Quería sacarle la sobra que la ensombrecía. Y una parte de ella, fue desprendida en el espacio exterior donde nada tenia sentido ni significado. Tan solo existían ellas dos, sin sus pasados. 

 

El silencio fue el líder de audiencia, indiscutible, de aquel medio día. Las dos disfrutaban del intimo contacto de sus cuerpos, y de los besos llenos de amor. Nada, en definitiva estaba escrito sobre papel. Y lo que tenia que ser ya no fue. Pero a veces eres incapaz de ser racional ante lo que más amabas en tu vida.

 

Some say the Herat is just like a wheel

When you venid is you can’t mend it

And my love for you is like a sinking ship

My Herat is on that ship out in mind-ocean

 

The say that death is a tragedy

It comes once and then it’s over

But my one only wish is for that deep dark abyss

For what’s the use of living with no true lover

 

And it’s only love and it’s only love

Tahn can break a human being

And turn him inside out

That can break a human being

And turn him inside out

 

When harm is done no love can be won

I Know it happens frequently

What I can’t understand please

God hold my hand

Is why it should have happened to me

 

(...)

 

Heart like A Wheel


THE  CORRS (Home)

 

 

 

 

 

 

 

 

ROMPIENDO SILENCIOS, SALTANDO OLAS

 

(1)

 

            Horas perdidas debidas a delirios de amor, que pretendían ahogar el fuego abrasador de antiguas pasiones y de un dolor asfixiante e innombrable. Valeria renacía entre los brazos protectores de Nadia, que le recordaban que los malos sueños de antaño permanecían al túnel de terror de su ayer. No significaban nada más. Se autoengaño para seguir luchando para lo que más amaba. Se levanto, pareciendo más animada. Paola había conseguido destruir la rosa, pero nada más.

 

            Nadia le sonrió, sus ojos azules reflejaban mucha paz. Sus inquietudes habían sido atenuadas por la ternura que le suscitaba su pareja. Estaba poseída por la aterradora convicción de qué, hiciera lo que hiciera Valeria, se lo perdonaría. En el fondo, lo que le dolía era su carencia de confianza.

 

             ¿Por qué tan de secretismo entorno a Paola? Pero no le pregunto, por respeto, por miedo a dañarla. Aparte porqué creía que cualquier acontecimiento importante tenía su espacio-temporal particular. Y aquel no era el más oportuno... las emociones estaban en conflicto, en su máxima esplendor. Lo que se requería, únicamente, prestar un hombro desinteresado, sin condiciones.

(...)

            A Corina le encantaba esconderse debajo de su fábula: “Saltando las olas”. Era algo parecida con la de perseguir a la hermosa mariposa por una pradera verde y frondosa. Y como toda fábula se podía leer de distintas perspectivas. Como tampoco sabía porque pensaba en ella cuando comían incorporadas en la cama. Estaban hablando de varios temas, como si fuera un picnic. Aludían los sentimientos, lo que las inquietaba.

 

            Nadia realmente estaba abstraída de la conversación, de las frases de su chica. Recuperaba recuerdos perdidos. Quizás con el pretexto de encontrar algún puerto donde amarrarse y guiar, de esta forma, a Valeria.

 

“Saltar de ola en ola, como tirar y tirar porque simplemente me toca. Como si la ilusa convicción de saltar cada ola te condujera a algún puerto, de un modo más rápido .Era igual que perseguir una mariposa, ya que para ti representa el ideal de la belleza. La cazas y la disecas para añadirla a tu colección. Admirarla eternamente. También era como Alicia en el país de las maravillas, persiguiendo el conejito blanco... Siempre un ideal.

 

Corina también te contaría que saltas olas a diario, en cada problema que surge sin previo aviso; y que te hartarías de esta afición. Aunque también engendran vicio, proponiéndote retos más elevados... saltar la ola más embravecida y alta. Para algunos es algo sin fin, y se debe de aceptar. Aunque no se debe de vivir ofreciéndoles el trono de tu reino.

 

¿Qué sentido tenía aquello, en aquellos instantes? Quizás infundirse una dosis de un medicamento llamado: esperanza. Ella y Valeria descubrirían la formula para restar juntas y unidas. El amor seguía entre ellas. Debía de ayudarle a encontrar la fortaleza escondida en su interior par saltar sus propias olas. Decirle que existen los cuentos de hadas, pero los ideales son ficción. Hay que valorar la hermosura del momento. Únicamente saltamos olas para sobrevivir, pero no olvidemos el instante... el contenido de cada ola. “

 

(...)

 

Valeria comía apaciblemente, degustando cada ingrediente, sabor; mientras intercalaba algún gesto de afecto con su pareja. Y así, termino su tiempo libre, dedicándole sus horas. Al terminar la comida recogió la vajilla sucia, y la puso a remojo, como buena ama de casa.

 

 Le hacía cierta pereza volver a su rutinario trabajo. Seria hermoso restar al lado de Nadia, robarle sonrisas, que le decían indirectamente: que no pasaba nada. Aunque una parte de ella necesita reflexionar sobre su infantil comportamiento. A parte, de qué a las siete de la tarde tiene una cita importante. Nadia resto medio incorporada en la cama, con los ojos un poco cerrados. Estaba más tranquila, y también necesitaba su tiempo para meditar.

 

VAL:- Cariño, me voy- anuncio cuando regreso a su lado. La doctora abrió los ojos, elevo un brazo para acercársela y regalarle un beso de despedida. Que dulces eran sus besos...y le costo despegarse de ellos. -¿Quieres algo antes de qué me vaya?- Nadia la miro fijamente y le acaricio su rostro, suavemente

 

NA:- No te preocupes...solo déjame cerca el teléfono inalámbrico por si llama alguien. Seguro que mi madre.-en este momento le quita un pelo rebelde de su rostro.

 

VAL:- Ya me gustaría estar aquí en este justo instante-empieza a ironizar la inspectora, reprochándole, indirectamente, el absentismo al gimnasio de aquella mañana. No obstante, en esta ocasión su pareja no se muestra ofendida por ello. Simplemente, le sigue la broma.

 

NA:- ¿A qué sí? ¿Estarías dispuesta a perder la apuesta, y que mi madre me metiera en su avión privado y me ingresase en el Instituto Gutman de Barcelona?- aunque su tono de voz es irónico, en cierta forma también parece una amenaza entrañable. También podría ser interpretado de la siguiente manera: “no quiero apartarme de ti, y no quiero enfadarme contigo por tonterías. ¡Aunque muy bien Nadia Bonet Monsolís, ya basta de niñerías!”

 

VAL:- Me parece bien...Me lo tendría que pensar. Si el plan de Gisela tuviera éxito sería la primera en apoyarlo. Y sí, te enviaría a Cataluña-dijo automáticamente, siguiendo la broma.  Aunque su foro interior estaba a rojo vivo. Fue una broma de efectos drásticos, se habían dicho su verdad disfrazada. Realmente, la inspectora estaría dispuesta a dejarle ir, porque le importaba, por encima de lo otro, su felicidad.

 

NA:- ¡Vamos que harás tarde!- le aconseja, aunque parece más a una cándida orden. Aquellas conversaciones eran mejor cortarlas, nunca sabías donde te guiarían. Si realmente pretendías decir algo, era mejor hablar sin torceduras.

 

VA:-Tienes razón-  se agacha para hacerle un beso fugazmente, y inquiere:-La culpable serás tu.-y sin esperar su respuesta sale de la habitación definitivamente.

 

Nadia se ríe de su última frase, y por fin, la soledad la vuelve a invadir. Otra vez un ruido de una puerta cerrarse y no trae consigo una sensación de alivio. Otra vez las cuatro paredes encarceladoras, el mismo espejo, las mismas olas en su cabeza.

 

Quiso gritarle que no se fuera, que se volviera a meter con ella en la cama, y la abrazase como hacía dos horas. De aquella forma todo andaba bien, y todo carecía de importancia. No obstante, con el piso vació la realidad se imponía. La nota se seguía quemandole la pierna. Lo volvió a sacar y estudiar de nuevo.

 

Prisión...prisión...¿Qué hiciste Valeria? ¿Por qué tu silencio? ¿Quién es Paola? Sus preguntan se iban multiplicando por dos, por tres...haciéndose cada vez una torre más elevada. Necesitaba romper su silencio, necesitaba vomitar todo lo que sentía, y sin meditarlo cogió el teléfono y marco un número de memoria.

 

(...)

 

Maca colgó el teléfono su rostro estaba muy pensativo. Contemplo de reojo a Esther y le sonrió. Por fin su amiga daba señales de vida, y estaba dispuesta a ir a verla de inmediato. Recordó cada minuto, cada experiencia compartida junto a Nadia. La ayudo des de que se conocieron, se convirtió en su muleta, en su razón... Había sido como un rayó de luz que le iluminó cuando más lo necesitaba... cuando lo hubiera maldecido todo. ¡Era una persona tan entrañable y apacible ¡

 

M:- Té importa darle la merienda a Estrella.-le pidió a Esther tras informarle de quién la había llamado. Sabía que aparte estaría contenta de hacerlo. Des de hacía unos días, que habían empezado a darle el biberón. De aquella manera, su pareja se sentía más implicada en la crianza de su hija.

 

E:- No pasa nada. Mientras estés fuera, Estrellita y yo conspiraremos contra ti. Mmm...a lo mejor, te encuentras con una sorpresa.- le dijo con una voz melosa. Maca no se pudo resistir, se le acerco y le robo un beso a su niña. Era tremenda cuando quería, por ganas le daría una palmadita en el trasero y le susurraría: “A ver si te comportas, que estás dando mal ejemplo a nuestra hija”. La cual se empezaba a dormir en los brazos de la pediatra.

 

M:-Mientras no la mimes demasiado...La meto en la cunita, y me preparo para irme.- le hizo un guiño,  y se dirigió a la habitación por cambiarse de ropa, con la sonrisa pegada en los labios. Al llegar a la cunita, la dejo con infinito cuidado dentro. La tapo con una suave sabana, y se quedo hechizada contemplando su apacible sueño.

 

M:- Mi dulce Estrellita, te quedarás con Esther. A ver si la cuidas bien.- le susurro a media voz, mientras le acariciaba su pequeño y frágil rostro. Se aparto con pereza de la cunita y empezó a desvestirse.

 

Esther recogió la mesa ágilmente, y se dirigió a su habitación, para compartir más tiempo con su pareja. La puerta estaba medio abierta, y se quedo contemplándola sin decir nada. Era tan hermosa, si no tuvieras que irse. Con resignación dio un suave golpe a la puerta y entro.

 

M:- ¡Dios Esther, pensaba que eras otra persona!- dijo a la vez que se ponía la mano en el pecho.

 

E:- Lo siento.- empezando a reír por su cómica reacción. Se le acerco y empezó a ayudarla a vestirse.-A ver...,me permites subirte los pantalones, abrocharlos- pareciendo una presentadora de televisión que explicaba a detalle como ponerse los pantalones. Aunque por ganas haría todo lo contrario.

 

M:- Será mejor que lo haga yo- sentencio la doctora. El suave contacto de las manos de su pareja le desvelaban las mariposas adormecidas.- Mi niña no te ofendas, pero alguien muy especial me espera- lo dijo de aquella forma intencionadamente, para hacerla padecer un ratito.

 

E:- Eres mala, mala...- riéndose, y empezó a buscarle lo que no sonaba, las cosquillas- Aunque al final ya veremos cual estará celosa...

 

M:- ¡Como eres, la verdad! Jajaja- intentando defenderse de sus ataques, al final le cogió sus manos con fuerza y forcejando en broma terminaron encima la cama.

 

Cuerpo contra cuerpo, la brisa del perfume de su enfermera predilecta la embriago, y sus labios se juntaron. Pero de inmediato, puso fin a la caricia. Su corazón estaba galopando veloz, pero si seguía escuchando la voz de su alma se terminaría por arrepentir.

 

M:-Será mejor que lo dejemos por esta noche-dijo seria, separándose de su cuerpo.-Y no hagas la cara de penita...por favor, que me rompes el corazón.

 

Esther asintió, y resta estirada en la cama, observando como se termina de vestir. Deseaba acompañarle, no obstante no se atrevía a proponérselo. Des de qué se habían reencontrado que pasaban la mayoría de tiempo juntas. Eran una misma unidad indivisible. Quizás en cierta forma era perjudicial... irracional.

 

Quizás eran estupideces o exageración por su  parte . Pero ante la perspectiva de una separación larga, ni que fuera momentánea, le producía mucha angustia. Trataba de ocultárselo, por miedo de parecerle patética. Maca no se percato de ello, porque le encantaba compartir el máximo de tiempo con ella, y estar pendiente de su hija. Sentía que todo estaba bien colocado en su sitio; y era tal como se lo había imaginado.

 

Esther, estuvo apunto de proponerle acompañarla, coger a Estrella y irse las tres de visita a casa de las madrinas. Pero también comprendía que quizás las dos amigas quisieran estar solas. ¿Por qué tanta angustia? Entre Nadia y Maca jamás habría nada. Era cierto que hubo una vez que pudo ser. Pero ya no, se remarco para ella misma.

 

La catalana estaba perdida en medio del universo, pero seguía amando a la inspectora. Y se reprocho por tener tales males pensamientos: “Piensa Esterita, piensa...el pasado no tiene porqué repetirse. Maca no se mueve de la ciudad ni yo pienso irme de ella.¿A que viene tanda inseguridad? La vida te ha demostrado que Maca te quiere más que su propia vida.”

 

M:-¿Estás bien, cariño?-le preguntó terminado de colocársela cazadora de motorista, le parecía extraño su silencio.

 

E:- No te preocupes, no es nada- se levanta, intentando quitar el polvo del asunto. Debía intentar no cometer los mismos errores de siempre. Le agarro, fuertemente, su mano derecha y le dio el beso de despedida. Pronto regresaría y la estrecharía de nuevo entre sus brazos.

 

Esther, en aquellos justo instantes comprendió a Adriana. Amaba con toda su alma a Paula, hasta tal extremo que enloqueció de celos. Fue incapaz de ver que la felicidad esta al día al día. Qué la pareja se la quiere por lo que es y hace. Nadie es propiedad de nadie. Y como diría Nadia: amar es dar libertad. Maca se iba para ayudar a una amiga, y aquello era lo único que debía tener en cuenta. Siempre la amo por ello. Debía de relajarse y reconquistar la normalidad. ¿Pero cual debía de ser ?

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