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NO ME DIGAS ADIÓS, AÚN ESTOY CONTIGO. La fragilidad y hermosura de las mariposas (33)

No, aún no se ha terminado. Espero que me hayas acompañado también hasta aquí. Os confieso que no me gustan los libros con finales tristes, o abiertos. Ya que es ficción, que haya finales felices.
También es una oda a la amistad, a asumir los errores, al levantarse tras caerse y aprender de ellos. Una lucha para la superación personal. No hay que tirar jamás la toalla.
Para ustedes.


La hermosura y fragilidad de las mariposas (18)

 

DESPUÉS DEL ADIÓS …


 

(1)

 

Un adiós es como un fuerte huracán, deja tras suyo las ruinas del que fue, una vez, tu hogar. Un adiós no se despide de los recuerdos, debes convivir con ellos. Las paredes, los muebles, las sabanas o el objeto más insignificante te invocan el ser que se ha ido. Cierras los ojos, y escuchas su voz como si aún estuviera a tu lado. Luego te sobresaltas en reproducir su adiós.

 

¿Qué había después del adiós? ...... Silencio. La rueda de la vida giraba, el sol nos dedicaba su sonrisa, la noche nos decía buenas noches, la otra gente, en apariencia, realizaba las robóticas tareas diarias... Aún así, la existencia de Valeria, después el adiós de Nadia, no era igual.

 

Una vez se le dio el alta del hospital Central, se refugió a su apartamento. Lo primero que hizo, tras entrar, era cerciorarse que Nadia estuviera. Había atinado la ilusión de qué estuviera allí, y que su huida fuera tan solo su venganza. Su espacio en el armario estaba vació; ni una prenda, ni ningún objeto personal para aferrarse. Aún así, la llevaba su esencia pegada al alma.

 

Sus mañanas eran una fotografía del día anterior, que cada amanecer volvía a reconstruir. Nada cambia, nada suena, nada tiene sentido. Era una muerte viviente, que se iba pudriendo, lentamente, a la luz del día, con el sol abrasador de Agosto.

 

Era un espantapájaros, viejo y raído, condenado a vivir a la intemperie. Hecho de plumas, usando ropa infectada de chinches. Su rostro esta triste; e incapaz de enamorarse de la belleza del entorno. El viento, la lluvia lo dañaban poco a poco... hasta que también llegaría a desaparecer.

 

Poco parecía quedar de su ser, de Valeria Wood. Una mujer que fue tímida, espontánea, gafe, valerosa, inteligente, bondadosa.... ¿Fue todo ello? Se odiaba, lo hacía todo mal. ¡Todo!

 

Ya una vez quiso cambiar, ser más fría, dura... En aquella ocasión, creía ser ella la víctima. La mayoría, de sus pocas amistades, estaban de acuerdo de qué era demasiado buena persona. Realmente, fue su perdición. En parte tenían razón.

 

¿A dónde la llevaría la buena fe, las buenas intenciones? A ningún lugar... La gente la valoraba por sus actos, por su apariencia física, por su forma de proceder...no la valoraban por foro interno. Años atrás se puso una armadura, llena de rabia, queriendo cerrarse del mundo entero.

 

Ahora, ocho años después, descubría que nada había cambiado. Se volvía a sentir sola, frágil... La única diferencia en aquella ocasión,  ella era la causante del mal.  El problema era ella, tan solo ella...

 

Ya no se trataba de Paola, ahora era la tenaz, fiel, persistente amiga. ¿Qué debía de pensar de ella? ¿Dónde estaba su maldad? Algunos días, aunque estaba sumergida en una de sus ensoñaciones diurnas, creía leer aún amor en sus ojos.

 

La chica, poco a poco como si fuera pequeñas gotas de agua, se había ido infiltrando en su vida de nuevo. Quizás los conceptos de bondad o maldad, eran frágiles etiquetas influidas por las corrientes circunstanciales. En cierto modo es inquietante, maldad y bondad son las dos caras de una misma moneda. ¿Cuál se refleja?

 

Terminas debajo de una colina, mareada y con la certeza de qué tanto somos capaces de amar con locura como de cometer horribles atrocidades. No siempre se requiere un acto de alevosía, tan solo basta con cobardías, egoísmos...

 

Paola, no era ni mala ni mucho menos buena. Sus actos estaban impulsados por el amor. El cual, rayaba la obsesión. Así lo creía Valeria, en medio de las runas de su existencia. Le había abierto, en apariencia, las ventanas de su ser; no obstante, constantemente la comparaba con Nadia.

 

Ella era su tesoro perdido, la persona más noble, generosa, buena... que jamás, hasta aquellas fechas, había conocido. Semanas anteriores no la había comprendido... y ahora, su propuesta le parecía un gran muestra de amor. Le importaba, mil veces más, su felicidad que la suya propia.

 

Esther, siempre que se lo repetía, le regañaba cariñosamente. Le comentaba, con varios idiomas, lo siguiente:  Nadia la escogió a ella, en un firmamento lleno de estrellas. Quizás no era la más grande, ni la más conocida... pero era la más luminosa. Aún así, nada aliviaba su dolor, su culpa.

 

(...)

 

A mediados de Agosto, la existencia de Valeria continuaba siendo un tobogán con destino al infierno. Las palabras ya no alcanzaban a describir su estado, sus sentimientos... Era un despojo humano, sin ganas de vivir, sin ilusiones  ni motivaciones.

 

Los días transcurrían, sin dejar de sentir la opresión al pecho. La echaba tanto en falta. ¿Qué debía estar haciendo? ¿Conseguiría volver a andar? Se la imaginaba volar, ágilmente, como una mariposa. Igual como la vio por primera vez, al entrar en aquella habitación junto a Maca. Era tan hermosa, tan tierna...

 

La perspectiva de su recuperación, aquella esperanza, quizás evito, más de una vez, que cometiera un crimen contra ella misma. Aún así, no sanaba su herida profunda, el vació de su existencia.

Sin ella no era nada. La había hecho sentir tan especial, y dado lo mejor de ella... Gracias a ella conoció el autentico amor. El cual no pide nada a cambio, no hace concesiones, el que es generoso.

 

En las horas solitarias, libre de sus amistades, ocupaba el silencio con música. Algunas letras parecían copias de sus sentimientos. En el fondo, no eran inéditos, y te acompañaban. Como le pasaba con la canción de Amaral (Sin ti no soy nadie), siempre que la escuchaba se derretía, llorando como una magdalena.

 

Nadia, como un espectro, se le aparecía en distintos sitios del piso. Su rostro recuperaba la flama perdida, y ilusionada, la perseguía. Jamás la llegaba a alcanzar; ya que, tan solo, eran ecos de sus recuerdos, sueños vividos, del qué jamás ya sería... Terminaba tirada al suelo, o cualquier sitió llorando.

 

El tiempo transcurre, no perdona y nada cambia. Las paciencias humanas tenían sus limites, y Paola empezaba a engotársele sus reservas. Se harto de su proceso de autodestrucción, sintiéndose muy impotente por ello. Aquello le condujo a tomar unas decisiones drásticas. La vida era así, para ella. Lo tomabas o lo dejabas, pero no podías permanecer quieto.

 

 Creía que Valeria no le haría ningún bien seguir residiendo a Madrid. Pues la única solución, para conquistar el olvido, era irse lejos. En cualquier lugar, lejos de los recuerdos, de aquello que una vez fue su paraíso.

 

PAO:- Pronto, debo de irme ...- empezó a decirle, no ocultando su tristeza. Valeria, no se inmuto, parecía una estatua o una entidad insensible- Yo no te quiero dejar así...

 

 

 

 

VAL:- Sí que puedes. ¿A caso me debes algo?- le pregunto incrédula,  despreciando sus buenas intenciones. - Ya deberías de comprender que no necesito nada de ti ni de nadie.- se levanto, y salió a la terracita.- Ya no existe el mañana para mi...

 

La pintora la siguió, cruzó los brazos y la miro. ¿En qué debía estar pensando? ¿Por qué rechazaba, día tras otro, su ayuda? Trato de ser paciente, comerse sus silencios, sus frases de menosprecio encubiertas... Sabía, que la estaba comparando con Nadia... Y si, eran dos personas completamente diferentes. Aún así, no era justo que la tratara de aquella forma debido a sus errores de juventud y forma de ser. ¡No lo era!

 

PAO:-Es cierto, no me debes nada.- reconoce, decidida a serle sincera. –Y siguen existiendo mañanas después de un adiós, si tu quieres...

 

Ya no tiene nada por perder. Además, no era una persona que se escondiera, que tuviera miedo de expresar sus sentimientos. Odiaba las falsedades, por ello su ofrecimiento de amistad era honesta. No obstante, sus intenciones eran egoístas; ya que la amaba.

 

PAO:- Aún así, eres algo mío...me importas. - traga saliva, le coge con ternura su rostro angelical, obligándola a mirarle a los ojos. Su indiferencia le parte el alma, pero no evita que se lo diga.- Eres lo que más quiero en este mundo. Eres el sol que ilumina mi vida, eres la estrella que me guía, eres mi aliento mi motivo de ser..., mi inspiración.

 

La inspectora Wood enmudece, se le ha hecho un nudo en la garganta. Se quedo completamente atónita, ni se aparto. Las manos firmes, bastante suaves, con algunas asperezas, seguían acariciándole su rostro.

 

 

No era algo nuevo, en sus periodos de lucidez  ya se había dado cuenta de sus sentimientos. ¿Por qué se quedo petrificada? Quizás había olvidado su capacidad de esgrimirte palabras hermosas, poéticas... Su poder de seducción; o bien, por unos instantes, creyó que eran las manos de Nadia.

 

PAO:- ¿No dices nada?- extrañándose por su silencio.- Da igual, yo solo te quiero pedir que me acompañes a Londres, o al sitio que desees.

 

Su propuesta fue una fuerte picada de avispa. Se separo bruscamente, instaurando, de nuevo, su espacio de seguridad. Sus ojos se llenaron de rabia, borrándose todos los días que la pintora la había ayudado.

 

VAL:- No me iría contigo, ni a la fin del mundo.- le vomita, tajante.-  Jamás te volveré a querer. Yo quiero a Nadia, solo a ella. Ella no me engaño, ella jamás se burlo de mi ni me uso. Sus sentimientos no se borran como los tuyos. Por favor, no me vengas con el cuento de qué aún me quieres. Lo que no has superado es que te dejara...

 

Paola, se puso rígida y apretó los puños con rabia; tratando de contenerse. No quería estropear su frágil relación. Se había precipitado abriendo su corazón. Pero respondiendo a su fuego, no llegaría a ningún sitió. Le hubiera gritado, que si Nadia la quería, como presumía, no se hubiera fugado.

 

VAL:- Es la mejor elección que has tomado, largarte de una vez- siguió hablándole crudamente, sin importarle sus sentimientos.

 

PAO:- Ya lo haré. Darling, relájate que no te obligare a nada. Como tampoco lo hice entonces, porqué fuiste tu quien te condenaste.- le recrimina, pensando que le haría regresar la razón.- Yo solo te ofrezco soluciones...

 

VAL:- Y huir, es una...- dice suspirando, sus ojos se quedan fijos a la hamaca. Huir de los recuerdos, de las imágenes de Nadia que estaban congeladas en su alma... Negar todo aquello que sintió y seguía sintiendo. ¿Por qué hacerlo?- No es buena solución... ella puede regresar.

 

Su ex se puso una mano en la cabeza, empezando a rendirse. Su Darling, escogía restar cerrada al piso, día y noche, esperando un milagro. ¿Por qué permanecía con los brazos cruzados, si la quería con locura? ¿Y si había perdido la cordura, y se negaba a aceptar que Nadia la había dejado?

 

Valeria se sentó en la hamaca y se auto abrazo, parecía estar muy lejos de la realidad. Paola se apoyo en la barandilla de la terraza. Empezó a soplar un aire suave, refrescante... El silencio era relajante, y le ayudo a pensar de otro modo.

 

PAO:- Perdona, te quiero... y ha sido un intento desesperado...- se para, tratando de mantener la compostura. Para nada del mundo, debía darse cuenta de cuanto le dolía:- Solo pretendía enseñarte que existen aún caminos para recorrer... Pero ya lo entiendo, sin Nadia no serás nunca feliz.- y pensó por ella: "ni lo intentaras ser".

 

Valeria agacha la cabeza, odiándose por ser tan poco sensible. No se le paso por alto su enorme esfuerzo. Y en un corto espacio de tiempo, reconoció en ella la persona que una vez quiso. ¿Por qué la había dejado de amar? Por más que trataba rescatar aquel sentimiento perdido, no podía.

 

PAO:- ¿Sí tanto la quieres, porqué te resignas?- insistió de repente, resignándose, definitivamente, a volverla a poseer.- Lucha por su perdón. Créeme, si dejas pasar el tiempo esperando que sea ella quién rompa el hielo... la perderás. Eres tu quien debe de mover la ficha.

 

Se le acerca y agacha, poniéndose a su altura. Sus ojos están brillantes, por las lágrimas contenidas. Le suplica que se lo piense, y abandone su cautiverio. Valeria, sensible, le impacta su fragilidad repentina. La entendía, era difícil renunciar a lo que más amabas. A ella, también le dolería que Nadia la dejase de amar. Eran cosas que ocurrían... eran así, y carecían de solución.

 

Las dos terminan abrazadas fuertemente, sus seres han vuelto a conectar. Han comprendido que están en el mismo charco, sufriendo de igual forma. Sus ojos, solidarios, también se empañan por lágrimas. Valeria recuerda cuando amo a Paola. La adoro, le encantaba sus excentricidades, su porte seguro, su entusiasmo...

 

¿Qué las condujo al ocaso, su frialdad, o egoísmo? Quiso creer que tenía el mundo en sus pies, y a su lado una persona que le era fiel incondicionalmente. No regó sus plantas de su jardín, queriendo destacar al firmamento. Por el camino olvido el auténtico valor de las cosas.

 

¿Por qué no ofrecerle otra oportunidad?,se planteo la inspectora. Decían que los males de amores se quitaban con un nuevo amor. No obstante, Paola era Paola... ninguna otra. Por más que los viejos sentimientos habían resucitado, ya no la quería. No sería justo por ella, se merecía alguien que la quisiera completamente y la aceptase tal como era. Ya que, jamás dejaría de ser una conquistadora... era una mariposa libre, que era incapaz de permanecer cerrada en una gavia.

 

Paola, sin pensar, se aprovecho y acerco su rostro al suyo. Al no separase de ella, siguió hacia delante. Sus narices se rozaron, Valeria seguía sin reaccionar... actuando contrariamente a sus pensamientos. Permitió que la besase, suavemente y le metiera la lengua... Quería sentir algo, amarla... así olvidarse de Nadia. No obstante, el contacto de sus labios fue frió, y empezó a sentir repulsión, nauseas.

 

 

 

VAL:- ¡No!- exclama al final, deshaciéndose de sus brazos y apartándola de ella. Se odio por dejarse conducir por las circunstancias, por su tenacidad en conquistarla y por la fragilidad de sus sentimientos. Una punzada de culpabilidad se adueño de su ser. Aunque, en el fondo, Nadia y ella ya no eran pareja.

 

PAO:- Lo siento.- dice avergonzada, aunque dolida por su rechazo. Si no hubiera querido su caricia no hubiera progresado.- Será mejor que me vaya, no quiero estropearlo más. Piensa en mi propuesta, ni que no me quieras... Bueno, haz algo. No te quedes con los brazos cruzados. El amor de verdad solo llama una vez ...

 

Aparta sus ojos carbón, evitando llorar más. Entra al interior del piso, recoge su bolsa y regresa a la terraza. Valeria, seguía estirada a la hamaca con los ojos cerrados. Era como si nada se hubiera dicho. Empieza a lamentar su lengua viperina. Lo único que había conseguido era que le cerrase, de nuevo, las puertas. Aún así, confiaba que su buen criterio, su inteligencia no estuvieran entumecidas.

 

PAO:- Bueno me voy, pasare otro día...-dijo, pero las dos sabían que era mejor no hacerlo. Solo lo dijo esperando que la corrigiera. No fue así.- Por cierto, aún espero que visites mi exposición.- le recordó, no disimulando la ilusión que le hacía. Quizás si lo hacía, se creería que sus sentimientos eran sinceros.

 

VAL:- Ya lo veremos...- le responde con desgana, aunque le dejo un camino abierto.- Sino nos volvemos a ver, que te vaya muy bien en la vida.- dice a modo de despedida. Se levanta, procurando comportándose correctamente, sin herirse más.- Al final has conseguido triunfar. Siempre, lo supe.

 

PAO:- Gracias... tu fuiste mi fan número uno.- recordó con nostalgia, le miro sus ojos verdes. Que bonita continuaba siendo, todo hi sus ojeras y palidez. Le costaba decirle también adiós.- También fuiste mi inspiración...- quería abrazarla de nuevo, pero no se atrevía.- Ya sabes, si cambias de opinión...

 

Valeria afirma que lo hará, y se le aproxima, y es ella quien la abraza. Solo eso, tan solo un contacto muy corto. Al separarse, le da dos besos en los dos pómulos y se gira sin remisión. Se escuchan sus tacones hasta la salida, y luego dejan de sentirse. Otro adiós, porqué la inspectora ya sabe que jamás la volverá a amar. Tan solo era un episodio de su existencia, que se cerraba bien por fin.

 

(2)

 

DESPUÉS DEL ADIÓS, EXISTE UN MAÑANA

 

Minutos más tarde, el timbre de su puerta vuelve a sonar. Se incorpora, esperando que no volviera a ser Paola. No se veía con fuerzas por volver a afrontarse con ella y sus sentimientos. No fue así, se trataba de Esther. Agradeció su visita, su providencia ya que deseaba compartir con alguien lo que le había ocurrido.

 

E:- Hola cielo- le da dos besos protocolarios, y se dirigen, de costumbre, a la terracita.- Me he cruzado con Paola, iba como si la persiguieran mil demonios; ni se ha dignado a saludarme ¿Habéis discutido? –se interesa, preocupada.

 

VAL:- No, ha sido algo inevitable.-responde, coge una silla para que se sentara su amiga, y ella regresa a su hamaca. La cual le recuerda a Nadia. Se sentía como una idiota, teniendo que recorrer a los objetos para mantener vivo los recuerdos. – Hoy me ha confesado que me sigue amando....- y una vez empezado su relato, ya es difícil parar.

 

E:- No te sientas culpable por el beso. – opina, al finalizar su versión de lo sucedido.- En parte es normal, que entre vosotras exista cariño. Ella es tu ex, y ha debido de ser un momento muy emotivo, de comprensión. Míratelo, de otra forma... como si hubieras fumado la pipa de la paz definitivamente. Aparte, también ha sido otra prueba de qué amas a Nadia, más que cualquier otra cosa en este mundo.

 

VAL:- Quizás tengas razón.- reconoce, aunque no parece del todo convencida por su tono de voz.- Aunque también me sabe mal por Paola, no se merecía que fuera tan fría.

 

E:-¿Y que debías de hacer, jugar con sus sentimientos, ofreciéndole falsas esperanzas? –intentando convencerla. Estaba tan llena de inseguridades como ella. – Además, yo creó que ella ha sido generosa contigo... ¿Por qué no le haces caso, y vete a Cataluña a reconquistar a Nadia? Por recompensarla, y conseguir su perdón.

 

La enfermera le mantuvo la mirada, desafiante. ¿Por qué era tan cobarde, estaba tan resignada? ¿Por qué era tan condenadamente trágica? Hasta donde sabia, por ella misma y Maca, el adiós de Nadia no era definitivo. Más aún, tenía constancia que esta tampoco estaba bien, que la extrañaba. Pero aquello no se lo podía decir, se lo había prohibido Maca. La cual seguía negándose en interferir en la pareja.

 

VAL:- Yo no soy digna por ella.- responde, siendo muy fatalista y contundente- Después de lo que le hice no existe el mañana por nosotras.- harta de barajar aquel tema.

 

E:- ¿ Y quién dice que no eras digna por ella?- le pregunto, tenaz. La pobre, ya no sabía que argumentos usar para remontarle los ánimos. Quizás necesitaría un electrochoque, y ponerle el cerebro al sitio. Aunque aquello sería muy radical. Pero antes de rendirse...

 

VAL:- Yo- sintiéndolo con el corazón, no veía luz en su túnel.- No sé porqué le sigo dando vueltas a eso... La he perdido para siempre. Debo aceptarlo- determina al momento, con rabia. Era un grito, desesperado, para evitar su naufragio completo.- Quizás mi destino, al fin y al cabo, sea Paola.

 

 

 

E:- No lo sé.- comenta sin ninguna emoción, en el fondo le desagrada la sola idea de qué volviera con la pintora. No tenía nada en contra ella, pero algo le decía que Paola no cambiaría nunca.- Yo solo te diré una cosa, porqué la suerte nunca sabes donde se halla, si no te quieres más nadie te va a amar.

 

Su comentario calo hondo, Valeria enmudeció. Esther había dado en el clavo, siempre conseguía escarbar en sus profundidades y hacerle sacar sus sentimientos. Lo que hacía no tenía precio. En cierto modo, era como si Nadia le hubiera dejado como su ángel protector.

 

VAL:- No, Paola jamás podrá sustituir su vació.- declara minutos más tarde.- Sí, la he perdonado. No obstante, es difícil volver a confiar con alguien que te fallo, te decepciono... Lo mismo le ocurrirá a Nadia...

 

E:- Valeria, ai Valeria...- en cierto modo, cansada de escuchar lo mismo cada día que la visitaba. - Me parece que pasas muchas horas, días, lapidada al piso.- callo, no teniendo ninguna duda de ello, ya que su rostro era muy blanco, casi como la porcelana.- ¿Por qué no salimos a pasear por el barrio, o vamos de compras? Mejor aún, te llevo a donde quieras...

 

VAL:- ¿A caso cambiaría algo?- negándose a salir. Si uno no quería salir de su escondite, era hablar en vano.

 

E:- Maca, a esta hora, debe estar al parque con Estrella...- declara llena de alegría, esperando que aquello le hiciera reaccionar.- ¿Hace días que no la ves? Pronto tu aijada no te reconocerá...

 

Aquello no tubo resultado, fue como si lloviera sobre barro. Además, en escuchar el nombre de Maca, más se negó. Era consciente que esta aún no la había perdonado; y no tenía fuerzas para afrontar sus reproches.

 

Esther, sintió su dolor... ya hacía días que sabia que a Valeria padecía por el rechazo de su pareja. ¿Qué podía hacer ella? Creía que sería capaz de hacerla cambiar de opinión... Desgraciadamente, no lo conseguía. ¿Por qué, a veces, era tan poco flexible?

 

VAL:- ¿ Y si Paola tiene razón, y es mejor que me vaya por un tiempo?- le pregunta, cambiando de tema.- Estar aquí el piso es asfixiante. Todo hi que, no quiero perder lo que me resta de Nadia.

 

E:- ¿Y por qué no ir a buscar a Nadia? ¿Si tuviste valor ha hacer lo que hiciste, porqué no te rebajas...?- tratando de convencerla. Valeria se calla, mostrando que no se atrevía.- De todos modos, es tu elección. ¿Por qué no salimos a pasear?- vuelve a insistir.

 

(3)

 

           Maca, estaba sentada en un banco del parque de enfrente de su hogar, moviendo el carrito de su hija. Hacia poco que se había despertado y movía un sonajero. Ya eran cerca de las ocho de la tarde, y Esther se demoraba. Estaba algo inquieta, ya que habían quedado a las siete y media. No quiso llamarla, porqué no quería interrumpir nada.

 

           Unas vecinas, que paseaban por el parque, se le acercaron. Les cayo la baba con Estrella. Hacía días que no la veían, y la hallaron más rellenita y crecida. Empezaron a divagar, sobre el paso del tiempo, o bien que su hijo y sus nietos... La pediatra si divirtió, olvidándose de la ausencia de su pareja.

 

           En aquellos mismos instantes, un mini rojo acaba de estacionar cerca del parque. De él salieron una Esther impaciente y una Valeria muy cohibida. Al final, la había convencido para salir al exterior.

 

 Aquello era terapéutico, y ya empezaba a experimentar sus efectos positivos... Los pulmones se llenaban de aire, el movimiento de coches, de gente paseando... Todo ello era sinónimo de vida.

 

E:- Ánimos, ya verás como Maca te perdonará- le susurra, agradándole  un brazo.- No te me vayas a tirar atrás, después de haber llegado hasta aquí.- le sonríe, y se dirigen hacia el parque.

 

Valeria no dice nada, intenta controlar sus sentimientos, su inseguridad. En cierto modo, teme el juicio voraz de la pediatra. Aunque, lo más seguro, que no le dirá nada que ya haya pensado o no fuera cierto. Y aquella conciencia, la revestía de fuerzas; ya se había escondido demasiado de si misma.

 

E:- ¡Míralas! ¿Las ves?- se detuvo, al localizar a Maca y su hija. Estaba emocionada, no disimulando que sentía feliz y orgullosa de ellas.- ¡Qué hermosa que esta! Es una madraza...

 

VAL:- ¡Qué envidia me das!- exclamo, invadiéndola un corriente de recuerdos, concretamente de la noche que Estrella nació. Jamás lo olvidaría, el nerviosismo de Maca... Todas, increíblemente, terminaron embutidas en su mini. La mirada de la pediatra, tras tenerla, se le quedo grabada en el alma. Cuanto amor había en sus ojos. Y Nadia, cuanta ternura derrocho.

 

E:- La verdad no tiene precio, no hay palabras suficientes...- entendiéndola- Y al pensar, que estuve llena de inseguridades... Dude mucho en ser madre.

 


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