(3)
En el
apartamento, poco a poco, volvió a reinar el silencio; y las luces se iban
apagando. Tan solo, una luz tenue iluminaba el salón. Lo cual le confería a la
instancia un ambiente íntimo, relajado.
Nadia ya yacía en el sofá, luciendo un pijama lila, su color preferido.
Valeria aún no había vuelto del cuarto de baño, donde se había ido a ponerse el
pijama. La doctora la estaba esperando, algo impaciente.
Entre
ellas todo volvía a estar bien, en apariencia. Era innegable que se amaban con
locura. No tenía ninguna duda sobre ello. La visita inesperada de sus primos,
había conseguido olvidarse de la nota y misteriosa Paola. No obstante, no lo
había conseguido borrar de su mente. Y en la tranquilidad y silencio de la
noche, volvió a cuestionárselo todo. Aunque en el fondo, sabia que no merecía
la pena.
Amaba la
inspectora, amaba sus ojos...lo que albergaba su corazón, sus torpezas. Todo lo
que era incapaz de decir debido a su timidez. Ella tenía un corazón inmenso,
capaz de darlo todo por el ser que amaba. ¿Qué más le importaba?
Nada, se
respondió justamente cuando Valeria entro en la habitación. La sonrisa volvía
estar en sus labios. Ya se había quitado aquel velo de preocupación que le
había inquietado aquel medio día. Como también había estado muy extraña al
inicio de aquel anochecer.
Seguramente era debido a Paola. Por unos
instantes, estuvo tentada en preguntárselo. Aparte, aún seguía esperando una
explicación de la visita. ¿Qué le costaba informarle?
VAL:-
¿Cierro la luz ya?- le pregunto, acercándose al interruptor de la única luz
encendida. Nadia, siguiendo pensativa, le respondió con un gesto prototípico de
barbilla.
Valeria
detecto el cambio en su estado anímico. Ya era de prever que cuando la alegría
perdiera sus energías, se terminase como la batería de su móvil, regresarían a
su punto de partida.
No
existe la magia para ciertos asuntos. No se puede hacer abre “carabra”...y.. a
ver que hay en esta cajita: nada. Proceso oculto. Ya sabía lo que seguía
esperando. Lo había temido cuando regresaba junto a ella. Sí, era algo que
debía hacer. Eso si no quería perderla. Aunque dudaba de contarle toda la
historia o solo fragmentos.
Con
pasos lentos, redujo la distancia que las separaba. Se quito las zapatillas, y
dudo de si estirarse a su lado o hablar sentada. Fue Nadia quién cambio el
rumbo de los acontecimientos, amarrándole con un brazo, algo impaciente.
NA:-
¡Vaya parsimonia chiquilla! ¿A que esperas en ponerte a mi lado?- le suplico a
la misma vez que le estiraba el brazo. Este gesto la cogió desprevenida y
termino cayéndose a sus pies.- Lo siento...- intentando ahogar las sonrisas.
VAL:- Yo
a ti te mato- le dijo como pudo, se incorporo; pero también se le contagio la
sonrisa. ¡Quizás, en el fondo, no estaba enfadada! Tras ponerse derecha, escalo
hasta alcanzar la altura de su rostro.
Aquella
noche había luna llena, y no había bajado las persianas de los grandes
ventanales. Aquello les permitió contemplarse con mucha claridad, y el rostro
de la doctora estaba iluminado por la luz de la luna. Su piel blanca,
encontrarse con su pelo negro... Parecía una Diosa del Olimpos. Quizás la misma
Venus personificada.
Le
acaricio su hueco de la barbilla, sus pómulos... hechizada por sus ojos azules,
que relucían con la luz lunar. Nadia también era víctima del mismo hechizo, y
absorbida por unos ojos verdes, claritos, brillantes. En ellos se hallaba
impreso el deseo en estado puro. Parecía una pantera muy hambrienta. Pero la
ternura de sus caricias, sus movimientos la hacían humana.
Sus
labios se iban aproximando silenciosos. Las manos de Nadia abrazaron el cuerpo
de la inspectora, y trataban de quitar el pijama inútil para acceder a su piel.
Necesitaba percibirla. Hacia tiempo que
no se amaban. Y aquella noche, lo deseaba y necesitaba. Hasta entonces, había
rehuido hacerlo...por miedo. Principalmente, por temor a no satisfacerla como
se lo merecía.
VAL:-
Mmm, mmm... esto esta muy bien- habla balbuceando, separándose unos centímetros
de sus labios. - ¿Seguro que te apetece?- le pregunta, apartándose más.
NA:- No
niego que aún conserve algo de temor....- siéndole sincera, sus manos siguen
metidas dentro de su pijama. No puede evitar moverlas.- Mi cuerpo no es como
antes, ni me puedo mover tanto.- y en tan solo pensarlo, es como si se
terminase de desinflar un globo. Sus manos se paralizan, y las saca odiándose.
VAL:-
Eh, mi amor... no te cortes las alas.- le susurra, detectando su rendición.
Pero Nadia parece navegar a otra orbita, ni la esta mirando. Valeria le cojee,
con tacto, la barbilla y la obliga ha hacerlo:- Escácheme, andas con la razón.
Es cierto que las cosas no son tan fáciles, pero no son imposibles. Aún tienes
la capacidad de despertar las mariposas de mi barriga, y hacer latir como nunca
mi corazón.
Valeria,
a la misma vez, que se lo decía le coge una mano y se la pone en la zona
pectoral izquierda. Encima de su corazón, para que perciba que era real. No es
ninguna frase bonita para calmar su ser torturado. Es lo que siente en
realidad.
VAL:-
¿Lo percibes?- Nadia no responde, sus ojos están algo húmedos.- ¿Lo sientes?
Ignoras cuando me haces sentir... soy capaz de palpar tu amor por mi. Y yo, me
culpo de no poder demostrártelo...
NA:- Por
favor, no digas nada más.- le suplica con una voz algo contundente. Por unos
instantes, pareció ofendida. Pero en realidad se odia a si misma para no
regalarle lo que se merecía.- Soy yo la inútil. Y no te quiero escuchar nunca
más que no vales nada. Ninguna persona me ha dado tanto como tu. Además, el
amor no se muestra con simples palabras... sino con acciones.
VAL:-
Gran verdad- reconoce, su corazón parecía no detenerse. Se sentía tan frágil,
vulnerable en aquellos momentos. Ni Paola la trataba tan bien como ella. - Y tu
sácate de la cabeza que no me haces sentir nada...que no eres ninguna inútil.
Al contrario, eres la mejor amante que alguien podría tener.
NA:- Eso
es porqué me observas a través de los ojos del amor- dijo en broma. Quizás se
estaba convirtiendo en una persona incrédula. Pero la inseguridad se estaba
adueñando de ella. Sí, había percibido lo que le indicaba Valeria. No obstante,
su parte irracional le estaba bloqueando la mente. Los miedos son tan
poderosos....
VAL:- ¿Y
ahora quién se menosprecia?- dice intentando decirlo con un toque de humor,
para no parecer hostil. Se incorporo, y puso los brazos en la cintura en forma
de ánfora. Nadia le dio la razón.- Sintetizado, las intenciones han sido
buenas. Por mi culpa he estropeado un momento precioso de intimidad. A parte,
me niego a creer que no has percibido mis mariposas. Mmm... ¿Y que más? Qué
bueno, has evitado que hiciéramos una imprudencia.
La
inspectora alcanzo a hacerla reír de nuevo. Y espero que le preguntara que
fechoría había conseguido detener. Se miraron larga y tendidamente, la tensión
se había reducido a la nada. A veces, no conducía en ningún lugar analiza los
problemas con anteojos.
VAL:-
Teníamos el riesgo de que alguien nos pillara mujer- riendo a carcajadas.-
Además, en una cosa te doy la razón... es un sitio incomodo para hacer el amor.
NA:- Ya,
tu cuando quieres das con la solución a todo- riéndose, pero se puso seria unos
momentos. Tan solo, para indicarle que si seguían de aquella forma despertarían
a sus invitados.
Siguieron
haciéndolo durante unos minutos, y volvió a reinar la paz. Nadia le abrió los
brazos, para que se estirara encima suyo. Valeria lo hizo sin protestar, y se
dejo acunar. Permanecieron un largo rato en silencio, pero ninguna de las dos
dormía. Disfrutaban de la cercanía. Y a veces no hacían falta las palabras.
Valeria
recordó a Paola. ¿Por qué no se la podía quitar de la cabeza? Quizás era la
conciencia de qué le debía una explicación a Nadia. Si no lo hacía no dormiría
tranquila.
VAL:-
¿Cariño, tienes sueño?- le pregunto.
NA:- Sí,
empiezo a tener. ¿Tu no?- mirándole a los ojos, y aprovecho la ocasión para
quitarle algunos cabellos de la cara.- Ya veo que no, tus ojazos están bien
abiertos. ¿Té apetece hablar de algo? - percibiéndola algo nerviosa, quizás
llegaba el momento que esperaba.
VAL:- La
verdad, es que sí.- responde, denotando que esta indecisa, que le cuesta
hacerlo. Vuelve, incluso, a atrabancarse con las palabras. Pero Nadia tiene
paciencia, y no la fuerza en ningún momento.- Siento lo del medio día... Yo...
debo de contarte quién es Paola.
NA:- No
hay nada que disculpar- quitándole importancia. - No tienes que sentirte
obligada a ....- añade, intuyendo el esfuerzo que estaba realizando. Aunque
también sería desaprovechar aquel momento de comunicación. Pero lo sintió de
aquel modo, como si sus pasados no importasen. Tan solo valía lo que sus
corazones sentían.
VAL:-
Ya, pero te lo debo.- siguiendo su impulso de hacer las cosas correctamente.
Quizás, todavía seria a tiempo de cambiar cierta decisión.- Paola tan solo es
una ex novia- confiesa.
NA:- No,
me debes nada.- la interrumpe, siendo tenaz con sus argumentos. No quería
forzarla ni desconfiar de ella.- En el fondo, ya me lo pensaba. Creó que ella
aún te ama.- afirmación que Valeria pareció no escuchar.
VAL:-
Como quieras- en parte, se sintió aliviada. - Será mejor que tratamos de
dormir, que mañana hay mucha faena que hacer.- le da el beso de buenas noches,
y trata de conciliar el sueño. Al contrario de su pareja, no lo consigue. De
hecho, son las tres de la noche y sigue con los ojos abiertos.
Valeria
se levanta, no deseaba despertarla debido a su insomnio. Maldijo a Paola por
haberse introducido de nuevo a su existencia. La noche era bonita, y decidió
salir a la terraza y estirarse a la hamaca. Escucharía el canto de alguna ave
trasnochadora, de una luciérnaga enamorada... Sus pulmones se llenarían de los
aromas del verano. Quizás de aquella forma se relajaría.
No podía dejar vueltas a los hechos de aquel
día, ya caducado. La afirmación de Nadia podía ser bien cierta. Era: "Creó
que ella aún te ama". También la había meditado. Podía bien ser cierto. No
obstante, la confundían sus ironías y enfados repentinos.
Era como si la menospreciara, la odiase.
Incluso, le había echado en cara cosas horribles. Por ejemplo, que fuera una
persona insensible y que disfrutaría abandonándola en la cuneta. ¿Por qué tu
veneno Paola?
Así
transcurrió un hora larga, revisando cada frase dicha en el Retiro. Mientras,
Nadia estaba sumergida en un extraño sueño. Para ella era muy vivido, y en él
aparecían sus peores pesadillas. Y lo que fue extrañó, es que Paola James se
introdujera en él. Quizás fue producto de los celos experimentados aquel medio
día. Realmente, creía que seguía amando a Valeria.
El sueño por fin se termino. Debido al
impacto de lo que estaba viendo se despertó toda mojada de sudor. ¡Díos que
locuras de imaginar! ¿O quizás no era tan descabellado? Abrió los ojos,
percatándose de la ausencia de su pareja. ¿Dónde estaba?
Sin
querer empezó a impacientarse. Aún era de noche, por tanto no se debería haber
marchado. Trato de moverse y buscarla a través de la oscuridad. Dentro el salón
no estaba. Se incorporo como pudo en el sofá. ¿De todos modos, a donde
pretendía ir? La silla de ruedas estaba aparcada lejos de allí. Otra vez,
volvió a maldecir sus piernas. Le era imposible amarrarse a algo positivo.
NA:-
¿Valeria, donde estás?- empezó a gritar, tratando de disimular su angustia,
pánico.- Valeria....
Valeria
la escucho y dio un bote, literalmente, de la hamaca. Se levanto y corrió en su
socorro. Se echo en sus brazos tratándola de calmar. Nadia le informó que
terminaba de tener un mal sueño, pero no entró en detalles. Estuvieron mucho
tiempo abrazadas. Nadia ya estaba más tranquila. Volvió a hablar, y dijo algo
que la dejó sin capacidad de hablar.
NA:-
Prométeme que si te enamoras de alguien más me dejarás sin reparos. No me debes
nada.- trago saliva, tratando mostrarse serena. - Que pienses en la posibilidad
de empezar algo nuevo con otra persona.- se detuvo, evaluando el impacto de su
petición.- Valeria...¿Me escuchas?- quizás fue demasiado brusca.
VAL:-
Pero...pero... ¿Qué... me dices?- pareciendo una máquina traga monedas que se
había atascado. Y por la mirada contundente de la doctora, no había espacio
para la duda. Aunque por unos instantes, trato de poner marcha hacía atrás. No
obstante, ya se sabe que las palabras una vez dichas ya no se pueden ratificar.
NA:- Yo
no quiero apartarte de mi. Te lo digo porqué te amo más que mi vida- se
justifica, tratando que la entendiera.
VAL:- Yo
lo único que creo es que: eres una cobarde.- es capaz de decir. Conciente que
el momento que tanto temía esta apunto de ocurrir.
NA:-
Quizás tengas razón.- reconoce, pero aparenta que no le importaba serlo.- ¿Qué
me dices?
VAL:- Y tu prométeme
que no faltarás ningún otro día a rehabilitación. Prométeme que lucharás para
recuperar lo perdido. O si más no para adaptarte a tu nueva vida. No te lo pido
por mi, sino por ti.- fue capaz de pedirle con mucho aplomo. Y se callo,
mirándola directamente a los ojos. Las dos lo decían en serio.
(4)
En otro punto de la
ciudad, una pareja yacía en la cama. La luz lunar iluminaba sus cuerpos
desnudos, muy buen acoplados. Era como si se pertenecieran la una a la otra. La
larva de su amor había dado como fruto
un árbol robusto, que seguía creciendo a diario.
El insomnio también
las pose, y las caricias no cesan. Son dichosas, felices. Aunque la sobra de
oscuridad de sus amigas las entumece de tristeza. Y en pensar en esto, se
abrazan aún más con fuerza. Algo desesperadas, porqué son conscientes que el
ser humano es frágil, que el destino es incierto, que el devenir es injusto.
Era un sentimiento
que las conducía a amarse con intensidad. Aunque había noches de todas luces,
colores... Noches que se redescubrían, otras como cualquiera despertándose
porqué su hija estaba llorando. Noches amándose, no queriendo perder la magia
que las une...
Hay sensaciones
incalificables, difíciles de describir, narrar...y que si explican, no es de
extrañar que las palabras se caigan en medio camino. No bastan, son
insuficientes. Tan solo consigues ser un espectador anónimo, percibiendo la
hondura de unos sentimientos. Como si fuera una sombra en la blanca pared.
Maca y Esther,
comparten muchas cosas... sus pieles se rozan, perciben infinidad de
sensaciones... Sus cuerpos empiezan a temblar, de una forma coordinada. Sus
ojos se buscan, no dicen nada y empiezan a acariciarse los rostros.
E:- Eres preciosa,
tan suave...- le susurra al final la enfermera. En este instante, recuerda a
Nadia. ¿ Por qué recuerda a su amiga en aquellos instantes? Aunque últimamente
hablaban mucho de ella.
M:- ¿Té pasa algo?-
detectando el cambio en su estado de animo. Era como si de repente, hubiese
pensando en algo negativo que la había hecho enmudecer.- ¿Un mal recuerdo...?
E:- No, no te
preocupes.- responde con rapidez.- He pensando en Nadia. Me rompe el corazón
verla .... - manifestando mucha rabia por ello. Maca, trata de apaciguarla.
Pero la deja terminar de expresarse, hay dejar escapar los sentimientos
negativos.- Quizás te parezca
extraño..., no la conozco mucho.
Esther se detuvo,
estaba como atascada. Sabía lo que deseaba decir, pero no sabia la forma.
Suspiro largamente, mientras siguió acariciando el rostro de la pediatra. La
amaba tanto. La había estado apunto de perder para siempre. A veces, se
despertaba dudando de si era real o no...y lo primero que hacia, tras abrir los
ojos, era tocarla. Ella era su luz, su fortaleza, su seguridad, su alegría....
E:- No te me pondrás
celosa....- le pregunta con ironía, rompiendo un poco su hilo argumental.
M:- En esto te
equivocas, siempre has sido tu la celosilla.- le remarca, a la misma vez que
acerca su rostro al suyo, y sus narices se rozan suavemente. Sus labios desean
hacer lo mismo, pero la pediatra se
viste de demonio y se aparta, dejándole con la miel a la boca.
E:- Ya.- admite, sus
ojos brillan de picardía, como si maquinara algo. - Jamás he tenido el placer
de verte celosa por mi.- sus palabras alcanzan a obtener muchas cosquillas de
premio.- Eres mala, mala... pero me lo debes...
M:- Esther, por favor
no me hagas reír.- advierte, pero ya lo esta haciendo. Aunque jamás ha sido una
persona celosa. No le molestaba que la otra gente mirase a su Esther. Era señal
que la encontraban tan hermosa como ella.
La charla, algo tópica se quedo allí.-¿ Por cierto, que me querías
confesar?
E:- Nadia es una
persona impresionante... y Valeria se muere por ella. - recuerda a la
perfección la escena tierna que ha testimoniando aquel anochecer. A la
inspectora se le caía la baba contemplando a su pareja a la distancia. Y sin
darse cuenta, se le esta describiendo a Maca.- Me ha recordado los viejos
tiempos, en los cuales no me podía creer que tu te hubieras fijado en mi. Tu te
pareces mucho a Nadia, tu mirada, tu luz... Sois unas mujeres muy hermosas, con
mucho carácter, muy seguras de vosotras mismas, inteligentes...
Maca la escuchaba
atenta. A veces le daba miedo que los
otros la tuvieran tan dignificada. Que la hicieran sentir la reina de la
perfección. Y ella jamás se sintió una mujer especial. Había que reconocer que
había nacido afortunada, y la naturaleza proporcionado un tipo y físico
hermoso, atrayente. Era cualidades que ayudaban a desenvolverse dentro de una
sociedad. Aún así, jamás permitió que aquello le encasillara. Siempre trato de
leer entre líneas, que la gente la valorase más allá de su apariencia exterior.
E:- Ya lo se, te esta
molestando...- intuyendo sus pensamientos. Se conocían ya tanto que daba miedo.
Parecía que no pudiesen tener secretos.- Por entonces no te conocía tal como
ahora. Y el amor no atiene a razones. Es un misterio porque te fijas con este
alguien. Yo me sentía igual como Valeria. Las dos somos, en apariencia, seres
insignificantes. No estamos acostumbradas a engendrar pasiones desembocadas...-
su forma de decir aquello, hizo reír a la pediatra.
M:- Me encanta tu
simplicidad.- le confeso sinceramente.
Sus ojazos grandes y expresivos la miraban llenos de amor. La estaban
derritiendo. Era como si todas sus partes de su cuerpo se desencajaran y
quedaran suspendidas en el aire. Se le hacía un nudo en el cuello que le
impedía la capacidad para hablar. Y ya era una reacción muy innata.- Eres tu
que me haces sentir especial. Para mi eres como un capullito de rosa, como la
larva de una mariposa... Y yo me siento muy afortunada, porqué me has permitido
ver tu hermosura. Me has enseñado la preciosa rosa y la mariposa suave e
indomable que eres.
Sus labios se juntan
lentamente, y ya empiezan a estremecerse en tan solo un leve roce. Se paran,
percibiéndose. Eren capaces de predecir cada sensación y que sus corazones
están desbordados. Su deseo va creciendo, multiplicándose por diez... hasta
alcanzar el infinito. Sus lenguas se asoman y se dan la bien venida. Quieren
fundirse, encadenarse eternamente.
E:- Tu y Nadia tenéis
muchas cosas en común- declara tras haberse amado de nuevo. ¿Por qué su manía
en compararlas?, se pregunto Maca. Y se lo termino preguntando.- Simplemente,
es una observación cariño.- le estaba siendo sincera.- Por esto, creó que se
esta haciendo la fuerte, y esto le puede conducir a cometer una locura como la
que hiciste tu....
La pediatra se la
quedo mirando, supo de inmediato a qué se refería. Cerro los ojos, reflejando
una punzada de dolor. Recordar aquella época le producía un poco de terror.
Dejarte dominar por los miedos, te convierte en una persona irracional. Era
como si se hubiera embarcado en una barca, y la razón, su timón, te decía que era el mejor camino que podías
escoger. Quieres creer en ello. ¿Hasta donde somos capaces de engañarnos?
Esperas solucionar tus problemas, peores mal sueños. No obstante, tan solo
consigues engendrar dolor en tu entorno.
M:- ¿Nadia tratará de
apartar a Valeria de su lado?- temiendo que aquella alternativa fuera cierta.
En tan solo pensarlo ya se hacía real. Esther no le llevo la contraría, y se
quedaron sumergidas en medio del universo de la impotencia.- Es cierto, que no
pasan por los mejores de sus tiempos... Pero no se, este anochecer las he visto
muy bien.
E:- Eso
parecía...porqué es innegable que se quieren con locura. El amor te conduce a
querer sobreproteger al otro, a querer lo mejor... Y uno no se plantea que el
amor no atiende a razones. Que sucede cuando sucede. En el momento menos
esperado llama a tu puerta, y zas...todo cambia. Requiere, además, saberlo
recibir. Si lo apartas es por miedos, quizás por padecer. Pero no puedes evitar
sentir lo que sientes.- sus ojos estaban húmedos, sabia de lo que hablaba..
M:- ¡Dios, te
entiendo! A veces, queriendo demasiado a alguien terminamos por hacerle daño.-
y por su mente, circularon multitud de
imágenes que ilustraban lo que estaban debatiendo. Y era, quizás, lo que se
estaban haciendo Valeria y Nadia.- ¿Qué podemos hacer?
Pregunta que resto al
aire, en suspensión. Entrelazaron las manos, y sus dedos empezaron a moverse,
rozarse....como si bailasen una canción. Sus ojos, pensativos, se distrajeron
contemplando aquel movimiento silencioso y grácil de sus dedos.
Su hija permanecía
dormida, quizás en un dulce sueño.
¿Tendría ella la solución? Las dos se descubrieron, a la misma vez,
mirando su cunita. Deseaban que tuviese una vida no tan complicada como ellas,
pero ya sabe que los seres humanos son especialistas en ello. Era inevitable.
Algunos decían, que
una vida sin problemas era insulsa. Los problemas te hacían evolucionar como
ser humano. Aunque aquel también era una paradoja. Las personas no dejan de
tener sentimientos, que entorpecen su razón.
M:- No se... Valeria
no pasa tampoco por un buen momento- declara por fin, y comparte, sin querer,
lo que le ha confesado Nadia aquella tarde.- Sospechamos que Paola fue muy
importante por ella. Y algo muy gordo sucedió entre ellas. A parte, el anónimo
ha descolocado a Nadia.
E:- Aún así, no he
visto muy afectada a Nadia por ello.- puntualiza.- Debe haber recibido un fuerte
impacto emocional...- tratándose imaginar, ponerse dentro su piel.
Aquello le invoco la
farsa que construyo Adriana para atarla a su lado. La piel se le erizó, en tan
solo recordarlo. Ella se lo creyó. Para ella era terrorífica aquella verdad.
Aunque al final resulto ser ficción, que su vida era mucho más sencilla de lo
que le quería pintar.
Fue víctima de la
maldad humana, independientemente de qué fuera justificada o no. Nadie tenía
derecho de apoderarse de una vida humana, y manipularla a su antojo. ¿Sería de
aquella clase de personas la tal Paola James?
No pudo evitar llorar con mucha intensidad, desconcertando a Maca.
E:- Abrázame.- le
pidió, y así lo hizo. No dijo nada más, y Maca trato de saber que le ocurría.
Aunque en el fondo, intuía que era debido del trauma vivido. Ella también se
estaba haciendo la fuerte, por ellas dos y por su hija. Pero también era
innegable que lo vivido le había afectado. Y sería algo que jamás borraría.
M:- ¿Has recordado a
Adriana, no?- no obtuvo ninguna respuesta.- Me hablas muy poco de ella...y
quizás deberías hacerlo.-le aconseja. Esther sigue refugiada entre sus brazos,
sumergiendo la cabeza entre sus pechos.- Se que debe ser muy difícil, y es algo
que deseas olvidar. ¿Pero no lo haces, cierto?- se calla, esperando una
respuesta. Confía que tarde o temprano lo haga. Y tendrá la paciencia para
esperar.
Esther deseaba
compartir su infierno. Pero se callaba por varias razones. Una de ellas era que
lo quería olvidar, y no deseaba que padeciera más. Por el otro lado, aquello le
estaba afectando mucho más de lo que admitía.
Después de haberse recuperado del choque
inicial, recuperar su identidad, sumergirse a la alegría del reencuentro, del
descubrimiento de su maternidad... eran emociones que la habían llenado de felicidad.
Era como si hubiese estado a las nubes. Pero poco, a poco regresaba su nueva
rutina. Y con la tranquilidad de los días, iba siendo más conciente de lo
vivido. Terminando cometiendo el mismo error que Maca, Nadia...
E:- Ayúdame Maca...-
le suplica al final, decide ser valerosa y reconocer su problema. Y una vez
hecho, este importante paso es como si deslizara a través de una pista helada
con patines. Una vez aprendido hacerlo, es fácil hacer.
Maca se estremece en
cada palabra suya, en cada mentida que Adriana le decía. Aquello era de locos.
Era un plan meticulosamente trazado, y poco estuvo por borrarle los pocos
recuerdos que disponía. La estrechaba más y más contra ella, mientras se sentía
muy afortunada. También maldijo a Adriana, que había dejado un odioso legado.
M:- Quizás te iría
bien ir a un psicólogo- le aconsejo.- Mi amor, mi pobre niña...No pude
evitarlo....no puede- se lamenta, sintiéndose muy rabiosa con ella misma. - Y
cuando pienso que la tuve cerca. La deje escapar sin saber...
E:- ¿Y como podías
saber tu, que existen personas así?- le pregunto, y aquello le hizo callar.
Tenía razón, no eran unas personas que desconfiaban de la gente.- No digo que
todo el mundo sea un santo... Pero poco imaginas que existan mentes tan
retorcidas, desesperadas, calculadoras como Adriana.
M:- Quizás tengas
razón...- admite triste. La amaba tanto, pero a veces se sentía impotente.-
Pero por favor, no te hagas tampoco la fuerte. Siempre estaré contigo, te
escuchare y no dejaré que ocurra nada más.
E:- Lo se. Estrella y
yo tenemos suerte de tenerte- le beso con ternura, y se separo.- Te prometo que
intentaré que el fantasma de Adriana no interfiera más en nuestras vidas. -
diciéndole indirectamente, que estaba dispuesta a acudir a un psicólogo. - A parte,
me ha entrado una mala espina en relación Paola.
M:- ¿Y eso?- le
pregunto, aunque ella compartía la misma impresión. Pero le capto la atención,
la firmeza con lo que lo afirmaba. Era conciente que estaban juzgando una
persona que no conocían.
E:- No tengo motivos
para afirmarlo con rotundidad- reconoce.- Simplemente es una sensación.
M:- ¿Es como si
hubieses tenido una revelación?- se atreve a preguntarle, no evitando ser algo
escéptica. En cierta forma, le hizo gracia. Pero se mordió la lengua. Quizás no
debía renegar contra todo aquello. Su historia era fruto de un milagro, y
habían alcanzado comunicarse mediante sueños.
E:- Se lo que estas
pensando.- desconcertándola. ¿Habían adquirido poderes telepáticos? - No se si
es revelación. Pero yo lo llamaría intuición. Independientemente que sea cierto
lo que dice el anónimo, esta claro que quién lo ha elaborado pretende algo. Y
Paola esta implicada en ello. O si más no, ella es parte del pasado de Valeria.
Y tras su aparición, esta extrañísima.
La enfermera tenía
razón, había de reconocer Maca. ¡Vaya ojo clínico estaba presumiendo tener!
Quizás el haber convivido con una persona manipuladora, le permitía entender a
seres de su calaña. Aunque había algo
más... ¿Esther podía saber más del tema de lo que pretendía aparentar? Pero la
pediatra se negó a responder a esta pregunta. Si lo supiera no estaría
divagando tal como lo hacía. Además, seguramente que lo compartiría con ella.
E:- ¿Y si
investigamos, por nuestra cuenta, a Paola James?- sugirió como si nada. Pareció
que para ella ya estaba decidido. Pero su pareja mostró algo de reticencia. ¿En
qué derecho se intrometían en la vida de Valeria?
M:- No se.... según
recuerdo tu y yo nos dedicamos a esto. Somos una enfermera y una doctora....-
negándose a hacerlo.- A mi, me parecería más lógico, sensato hablar con
Valeria. Aunque, hacerlo supondría traicionar la confianza de Nadia depositada
en mi.- recordando que era algo que su amiga le había confiado, y no debía de
entesarse la interesada.
Esther la comprendió.
La cuestión era complicada. Paola se había entrometido en la vida de sus
amigas, pero no era su principal problema. Al menos, en la cabecita de Nadia
Bonet. Estaba muy convencida de qué estaría dispuesta a renunciar a su amor,
por tal de alcanzar la felicidad de su pareja.
E:- Es lo único que
se me ocurre hacer- reafirmando su propuesta.- Lo único que esta a nuestras
manos...
M:- ¿Y a donde
pretendes llegar? Quizás sí, descubriremos el gran secreto de Valeria.
¿Entonces, que más? ¿Cómo podemos evitar que Nadia cometa su locura?- dejo las preguntas al aire. Tan solo hizo
dudar unos instantes a la enfermera, pero no desistió en su empeño.
E:- Lo digo porqué
percibo que la oscuridad esta apunto de invadir sus vidas.- defiende con
vehemencia.- No me fió de Paola, temo que sea un espíritu afine a Adriana. Y es
alguien que puede estropear más su relación. En lo único que tienes razón, es
en Nadia. Nosotras no podemos evitar que haga una locura...porque no podemos
escoger por ella. Su decisión es suya, solo suya- remarco.- Tan solo hay que
esperar que el destino la ilumine.
Maca se rindió, y
reconoció que sus argumentos tenían lógica. Una vez digerido todo aquello,
empezaron a reírse como unas malditas condenadas. ¿Podían imaginarse a ellas
dos ejerciendo de detectives? Y aquello les hizo recordar a Elisa...que también
se había convertido en detective sin pretenderlo.
M:- Estamos locas,
locas...- dijo riendo.
E:- La amistad lo justifica todo.- y busco sus labios, que jamás pensaba dejar
de hacer. - Te quiero con locura.
M:- Y yo. Te quiero,
y pienso quererte hasta el fin de mis días...- y supo que aquello se cumpliría.
No era ningún cuento de hadas.
La fragilidad y hermosura de las mariposas (11)
PUNTOS SUSPENSIVOS ...
Una mujer garabateaba en una hoja virgen. Palabras inconexas, sin
sentido. Dibujos que debían de representar algo y terminaban convirtiéndose en entidades
abstractas. Quizás tan solo tuvieran significado por los quién los estaba
creando. Aunque parecía que su mano derecha estaba desconectada de su mente, y
moviese el lápiz por inercia.
Sus ojos verdes, estaban fijos en la hoja. A su lado, había un
dossier olvidado, que debía estudiar. No obstante, poco parecía importarle.
Igual que el desorden de su escritorio. ¿Era que ya no le importaba su trabajo?
Siempre había sido una buena profesional. Pero en los últimas
días se sentía con pocos ánimos... Incluso, era incapaz de concentrarse, y a la
más mínima se descubría distrayéndose, viajando hacia la conversación nocturna que tubo con Nadia.
Des de aquella noche, ya había transcurrido una larga semana;
pero... su petición seguía doliéndole. No sabía como definir sus sentimientos.
Era como si se hubiera quedado atrapada en aquel espacio-temporal, en el cual
tubo que ofrecer una respuesta precipitada.
La situación se la fue de las manos, y se dejo arrastrar por
aquella agua torrencial. A partir de entonces, puntos suspensivos. Desierto de arena y cal. Aunque las
apariencias eran engañosas, como la rutina diaria. Percibía que había perdido
el timón de la barca. No tubo opción. ¿O sí?
¿Por qué Nadia? le preguntaba al vació, o quizás a sus garabatos.
Trataba de comprenderla. Y alcanzaba a hacerlo. Pero no compartía su lógica.
¿Pero como romper con sus más rígidas convicciones?
Valeria se estaba odiando profundamente, sintiéndose torpe.
Quizás impotente, porqué era incapaz de vencer las fuerzas que se estaban
adueñándose de su existencia. La locomotora ya había salido de la estación, sin
nombre, sin remedio. Sus ruedas giraban, giraban, giraban... No existían
posibilidades de marcha hacía atrás.
El trato verbal había sido firmado, y ella le había prometido que
se lo pensaría. Aunque no lo pensaba hacer jamás. Era incapaz de separarse de
ella, ni de salir para tener una aventurilla con otra chica. La quería solo a
ella. Más aún, cuando ya sabia, a ciencia cierta, que era el amor de su
vida.
En excepción de aquel sucedáneo, había alcanzado a convencerla
para asistir, cada día, a rehabilitación. Era una locura de trato, pero se
sentía feliz por ello. Tan solo hacia falta esperar, esperar que el rió
recurriese su cauce hasta alcanzar su destino normal.
Nadia saldría de su
atolladero, y ella quería ser testimonio de ello. Si seguirían juntas o no era
otra cuestión. Por encima de todo le importaba su felicidad. Aunque le dolía, en el más hondo de su ser,
la perspectiva de dejar lo que más quería.
La etiqueta que definía, a la perfección, su estado anímico era:
abatida. Era como un despojo humano en lucha perpetua. Y se estaba hartando de
ello. Ya no estaba segura de nada. Sus planes para ayudar a Nadia estaban en
suspensión, almacenados en una carpeta. Había acciones que ya había iniciado, y
no disponía del valor suficiente para terminarlas. Se habían desdibujado igual
que sus malogrados dibujitos.
La hoja que cada vez estaba más llena, una especie de cuadro
moderno, termino hecho añicos. Un golpe de entereza la domino. Había empezado
algo que se debía de terminar. Creía en el fondo, que ya no tenía nada que
perder. Lo único que era importante era hacer reaccionar a Nadia.
Se friega los ojos, como si quisiera despejar su mente o
despertarse. Seguidamente, retoma el dossier olvidado. Aquello le ayuda a
distanciarse de sus preocupaciones por unos momentos. El teléfono sigue sin
sonar des de hace una hora, y se extraña. ¡Qué más da, más tiempo por ella!
Vuelve a cerrar el dossier. Aquello tampoco avanza, esta lleno de
burocracia y rutina. Lo encuentra una perdida de tiempo. Ya no puede evitarlo
más, su mano derecha se dirige a abrir el ordenador portátil.
Un aparato último modelo, y con velocidad máxima. Eso le dijeron
el técnico informático de la caserna. Y era de aquella forma...en un abrir y
cerrar de ojos, la pantalla principal estaba ante ella.
¿Qué deseaba hacer? Algo serio, nada de perdidas de tiempo
innecesarias. Los garabatos, inofensivos, eran prehistoria. No pudo evitar
replantearse sus objetivos. Tan solo fue los minutos, los suficientes para que
el programa que había escogido se ejecutase y abriera.
....
Otra mujer, hacía poco que se había levantando de una cómoda y
grande cama de matrimonio. Lo primero que realizo fue correr las cortinas, con
estilo de mujer fatal y seductora, porqué la luz del día entrase en la
habitación. Para ella la luz era el motor de la vida.
Tenía muchas razones por ello. Entre ellas, la luz permitía
percibir el color existente en el mundo. Sin colores todo era mucho más
fúnebre, apagado, deprimido. La luz daba vida a las plantas, y sin ellas el
planeta se volvía más lúgubre.
Permaneció erguida ante la ventana, observando los edificios de
enfrente. Quizás muchos de ellos solitarios, otros no. Quizás alguien esperaba,
haciendo tareas domesticas, los seres allegados. O simplemente, eran ciudadanos
anónimos y solitarios en medio del asfalto. Sus pensamientos la hacían sentir
como la extranjera que, realmente, era en Madrid.
Le encantaba aquella sensación, sentir que no permanecía a aquel
sitio. A veces, incluso creía que no pertenecía a ningún lugar. Que siempre
estaba de paso. Era una extraña idea de libertad, de no estar enjaulada en
ninguna jaula.
Una extraña en una ciudad,
una forastera de paso ocupando una habitación de un hotel de tres estrellas.
Una persona sin nombre, que nadie conocía. Si lo deseaba podía pasar
inadvertida. Por desgracia pronto cambiaría..., sobre todo para el colectivo
que le gustase el arte y tuviera curiosidad por el suyo. Sí, ya tan solo
faltaba una semana porque se abriera su exposición.
Se aparto de la ventana, parecía de repente como molesta. Si
seguía con ciertos pensamientos, terminaría por lamentarse. Y odiaba aquella
debilidad humana. La soledad da paz al alma tortuosa, pero también podía
entorpecer sus decisiones. No hay que dar vueltas a la misma tortilla.
Un pensamiento te conduce a otro, invocando recuerdos junto a su
paquete de emociones añadidas. Su mente no era una frío archivador de datos o
números, como era un eficaz ordenador. Le encantaba su sistema, y si, trataba
de imitarlo. A veces, iba bien ser analítica y controlar los sentimientos.
Aunque sabia que lo que alimentaban sus creaciones eran los sentimientos.
Su siguiente acción, fue encerrarse en el cuarto de baño. Se
detuvo enfrente el espejo, situado junto a la pica de manos. Sus ojos acusaban
su mal dormir. Se mojo el rostro enérgicamente, expulsando el sueño residual
y la melancolía matinal.
A veces, el tiempo pesaba demasiado. Era algo estandarizado por
los seres humanos, empeñados a etiquetarlo todo. El transcurso de las horas lo
percibías, también, mediante la intensidad de la luz.
Por las mañanas el sol brillaba, te llenaba de vitalidad. A la
tarde, todo empezaba a declinar. El casamiento te vencía, y la oscura noche te
abrazaba. Aún así, no sentía el fluir de las horas. Y únicamente, en contadas
ocasiones, creías que todo iba muy lento.
Paola era incapaz de escapar de la nostalgia en qué se estaba
sumergiendo. Nostalgia, reflexiones sin ninguna lógica... cualquier nombre que
definiese sus pensamientos agitados. En el fondo, ya sabía lo qué realmente le
preocupaba. La mente se aleja de sus miedos, y se entretiene en problemas
metafísicos sin importancia.
Otra vez, se halla en medio de la habitación. Parece un espíritu
en pena, sin ningún destino. En esta ocasión, la sensación de ser una
transeúnte es inquietante. Aún así, su mente empieza a estar más despejada.
Se acerca al pequeño escritorio, de delante la cama. Encima de él
hay un sobre largo y de color blanco. Lo coge, lo abre y comprueba que su
contenido es correcto. Sonríe de satisfacción, o bien por la anticipación de
las consecuencias que conllevará aquella carta.
No lo consideraba ninguna locura. Aunque era consciente que ...
quizás lo único que alcanzaría a hacer era darse otro golpe contra una pared.
Era un resultado seguro.
Valeria le había sido
sincera. Se la creía, no bromeaba en
aquellos temas. Pero dolía mucho, mucho... tremendamente. Porque era duro
descubrir que los sentimientos se marchitan, igual que las flores.
Era igual que la materia viva que se degenera y pudre. Aunque
gracias a aquel proceso, volvían a ser parte de la tierra. A la cual
enriquecían, y ayudaban a nacer otras bonitas flores.
¿Y a ella que le quedaba? ¿Con qué había contribuido? ¿Su
existencia beneficiaba al planeta? ¿Qué le restaba...? ¿Qué? Empalideció, ante
ella tan solo se extendían puntos suspensivos...
(...)
Una tercera mujer trataba de aprovechar la mañana. Ya hacía una
hora que había empezado rehabilitación. El centro era privado, y tenía el lujo
de disponer de un fisioterapeuta para ella solita. Trabajaban en silencio, tan
solo se escuchaban las ordenes, los consejos.
Su figura, reflejada des de lejos, parecía una sombra inerte. Una
maniquí hermosa, cuyas extremidades inferiores eran movidos por invisibles
hilos. Tan solo faltaba un tirítelo que le pusiera voz, se adentrase a sus
asilenciados pensamientos.
El fisioterapeuta trataba de animarla, de qué se implicara más en
los ejercicios. Entendía su rabia contenida, su desesperanza, su negación. Pero aquel proceso vicioso era
algo que se debía de romper. No
obstante, sus consejos eran como gotas de agua que se perdían en la superficie.
Nadia, se mostraba tal como se sentía: vencida. En su vida habían
confluido, en un mismo punto cardinal, pasado y presente. Incluso, era incapaz
de predecir un futuro mejor. Había perdido su capacidad de ver más allá de los
colores negros y blancos. Nada le aliviaba el dolor. Nada, ni mucho meno su
padre ni Corina.
Si la hubiera escuchado cuando tubo la oportunidad, en aquella
playa idílica del mundo intermedio, entre la vida y muerte. ¿Por qué se echo
hacía atrás? ¿Por qué?
Siempre supeditada a la expresión... :Y si.... Nunca se sabía.
Aunque en nuestras interioridades ya conocíamos nuestros porques. El amor de
Valeria seguía siendo su luz. Aunque
ella, empezará a dudarlo, la amaba con todo su ser.
A lo mejor, nadie comprendería lo que había hecho prometer a
Valeria. Le preguntarían, sarcásticamente y a modo inquisitivo:
" ¿Por qué pides a la persona que más amas, que se aleje de
ti... te abandone? ¿Por qué le causas daño, no ves que te quiere sin limites,
condiciones? "
La definirían como la parte cruel de la relación, como un ogro
insensible a los sentimientos de los otros. No obstante, ella lo contemplaba
des de otra perspectiva. Creía que hablaba en nombre de su amor por Valeria. Se
creía incapaz de ofrecerle la felicidad que se merecía.
Un amor no debía de ser egoísta. El dolor le vendaba los ojos, no
le ofrecía opciones, le ponía tapones de cera en las orejas... Quizás navegaba
en la misma orbita de tantas almas perdidas, como Paola.
El fisioterapeuta empezaba a odiar su silencio. Le gustaba hablar
por los codos, como también bromear. En el centro disponía de mucha fama,
aparte de ser un magnifico profesional, por su carácter afable y alegre. Le
gustaba innovar en sus tratamientos, ejercicios.
La Monsolís parecía no valorar sus intentos de abstraerla de sus
pensamientos oscuros. Y en cierta forma, estaba consiguiendo que se propusiera
arrancarle una sonrisa en aquella dama de hierro. Tampoco la conocía mucho, y
era mejor, también, esperar para medir sus reacciones.
Aquel día, la paciencia alcanzo sus niveles máximos. Su silencio
termino por asfixiar al fisioterapeuta, como si fuera su rabia contenida. Nadia
lo percato, y se molesto como efecto colateral. ¿Por qué la gente se extraña si
no tienes ganas de hablar?
Escucho su sermón con estoicismo, con su mirada azul algo helada.
Ya sabía de memoria cada palmo de su discurso. Ella como buena doctora también
se lo diría a su cliente. No obstante, en aquella ocasión ella era la paciente.
Y tan solo ella sabía que su cuerpo no terminaba de responder.
Sus abrios se abrieron, su boca estaba seca... era como si
resucitase de una larga letárgica ensoñación. Sus frases eran cortantes, no
admitían reproche. Tan solo cabía como “peñora”: resignación, conformidad.
Aceptar su nueva vida, con las limitaciones pertinentes.
¿Y Valeria?, se pregunto en sus entrañas. Sus labios se volvieron
a juntar, tratando de alcanzar soluciones. Y un latigazo de rabia se volvió a
adueñarse de su ser. ¿Por qué no debía encajar su pareja en su nueva vida? ¿Por
qué se empeñaba a alejarla de ella?
La esperanza regreso a su lado, tan solo por unos instantes.
Quizás influida por la tozudez de su fisioterapeuta. Aún era a tiempo a
ratificar, tampoco la había echado de su lado. En decir verdad, tampoco se
atrevía a ello. Debía de ser un proceso natural, tipo chica conoce chica y
terminan por enamorarse.
Dulces ilusiones, dulces esperanzas... Valeria se terminaría por
cansar de ella, la arrastraría a convertirse en una persona frustrada,
insatisfecha... y seria algo que las ahogaría en su propia mar.
Sus pensamientos estaban teñidos de un profundo pesimismo. Aunque
sus pensamientos seguían balanceándose, intentando compensarse. Quizás no había
nada perdido, lo único que faltaba era conquistar el equilibrio. Debía de
encontrar la clave, la solución para ser consecuente con sus decisiones.
Y de repente, como un hechizo lunar, la tubo. Si deseas que un
campo sea fértil lo cuidas, lo abonas y tiras la labor... y dejas que la
naturaleza haga su parte de trabajo. No fuerzas nada, no obligas... Tan solo
preparas la tierra para ayudar a crecer vida.
Era como también ir a
pescar. Nadie te asegura que vas a pescar el pescado, pero pones el cebo ... En
el sitio para ello debe de ser el adecuado, hay que haber peces a pescar....
¿Cuál seria su cebo? Y se quedo atrancada en ello.
PUNTOS SUSPENSIVOS ...
Canción Vega: la verdad
Comentarios
Publicar un comentario