(11) Dejemos el pasado atrás y escribamos nuestra propia novela.
Cogió el móvil para apagarlo, no era bueno dormir teniéndolo abierto. No evito revisar sus WhatsApp. La mayoría eran mensajes de buenas noches. Pero la barrendera no le había vuelto a escribir... Suspiro. Se puso la mano derecha en los labios, rememorando el beso que le dio. Fue tan tierno y dulce.
No quería caer
en la misma trampa, ni volver a padecer por amor... dolía demasiado. Se
acostó poseída por sensaciones agrio-dulces. Se imagino a Lena, risueña y
con su mirada cristalina, yaciendo a su lado. La abrazaría y se
fundiría en su calidez corporal. Su ser no parecía albergar ninguna
migaja de maldad. Sus miedos se adormecieron un poco y volvió a leer su
mensaje.
"Hola, espero que
hayas tenido una buen fin de semana. Hoy no te he visto en el jardín. Me
gusta verte leer. Vi a Brian este sábado y me dijo que estabas fuera de
la ciudad. Puede que no hayas regresado aún. Espero que estés bien y
tengas una buena semana."
El corazón le volvió a
trotar veloz, igual que cuando se atrevió a besarla. Nunca había sido
tan valiente, jamás había tomado la iniciativa. Siempre había una
primera vez por todo. No tenía mucha experiencia. En el instituto, salió
unos meses con un chico. Se le acerco él y asedió hasta que aceptó
tener una relación. Era guapo y popular entre las chicas. No sintió nada
y empezó a sospechar que era lesbiana cómo su hermana, la cual siempre
fue su modelo.
Álex la invitaba a salir
por locales de ambiente que frecuentaba, pero fue incapaz de ligar. Si
se le acercaba una chica hermosa y que le atraía, empezaba a temblar
como una hoja. Las palabras se perdían o le salían desordenadas y
resultaba una conversación poco sustanciosa. Su torpeza las exorcizaba
de su lado. Podía reírse minutos más tarde con su hermana, pero era
desesperante. Quería conocer el amor en mayúsculas.
Con Abril fue distinto,
porque antes fueron amigas. No obstante, el día que la beso se paralizo.
Lena era irresistible, había sido capaz de filtrarse en su maltrecha
alma y ponerle la vida de revés. Sólo había una mancha, una
imperfección, su heterosexualidad. Las naturalezas no cambiaban en un
chasquido de dedos. No quería estar más expuesta a las inclemencias
estacionales.
En un impulso, nacido de
su ego maltrecho o de su instinto de protección, borro el WhatsApp.
Cerró el móvil y la luz. Sus ojos volvieron a mojarse. La barrendera
seguía paseándose por su mente, barriendo las resistencias neuronales.
Una parte de ella, rebelde e irracional, le causaba insomnio.
Abrió de nuevo su
celular y espero que sus funciones estuvieran operativas. Eran casi las
dos de la noche. No había recibido ningún otro mensaje. Buscó a Lena
entre sus contactos. Una vez tubo localizada dudo otra vez de
escribirle. Quizás sería demasiado tarde y la despertaría. ¡Ojala
tuviera una foto de ella a su perfil!
Le gustaría saber dónde
residía para volar hasta la ventana de su dormitorio. Espiarla mientras
dormía y susurrarle lo mucho que le gustaba. Y si fuera audaz forzaría
la ventanilla y se colaría en su cama. Acalló sus lascivos pensamientos.
Ya no era una adolescente. Pero aquello era un enamoramiento de libro, y
no era cuestión de edades. La única diferencia era que con el paso del
tiempo vas coleccionando decepciones y dejas de creer en el amor
novelesco.
El recuerdo de su ex la
volvió a parasitar su mente. Fue tan intenso lo suyo, que parecía que no
podían vivir separadas. Conectaron nada más conocerse en la
Universidad, en su primer día de clases. Kara estaba completamente
perdida. Nueva en la ciudad, fuera de su familia y amistades.
No era la primera vez
que tenía de alejarse de sus seres queridos. Ya en su corta edad debió
de emprender un largo viaje, incierto, para sobrevivir y ayudar a su
primo. Debió de decir adiós para siempre a sus padres biológicos. Tuvo
suerte de ser acogida por los Danvers, a los cuales se aferró. Clavo sus
raíces a Nathional City y le costó despegar de tantas seguridades.
Trasladarse a Washington
fue emocionante y una oportunidad para abrirse al mundo. Echo mucho en
falta a sus padres y hermanos. Abril apareció en su vida como un cometa
luminoso, que le hizo sentir menos sola. Le acogió y presentó a su
extenso grupo de amistades. Había nacido en la capital de los Estados
Unidos y pertenecía a una familia muy popular. Su padre era un exitoso
empresario, que había creado su imperio financiero mediante un arduo
trabajo y por su buen ojo para los negocios. Ya por aquel entonces
estaba haciendo pinitos en política. No fue extraño que alcanzara su
objetivo. Tipo exitoso, trabajador y que ofreciera soluciones en una
sociedad herida por la crisis económica.
La hija del presidente y
ella lo compartían prácticamente todo, confidencias, tiempo libre... e
incluso solía asistir a algunas fiestas de los Cesar. Eran eventos
glamurosos, que le hacían sentir algo inferior. Su amiga siempre lo
arreglaba, animándola a ponerse algún vestido suyo. Hasta que tomaron de
costumbre de qué nada más llegar, subían a su habitación y se cambiaba
de ropa.
- No sé si es buena idea
que te acompañe en las cenas de campaña de tu padre.- le comentó más de
una vez Kara. Si no fuera que le gustaba la compañía de su amiga, de la
cual estaba enamorada hasta las trancas, no hubiera asistido. Aunque,
siempre era motivador relacionarse con ilustres políticos y gente
famosa, como cantantes o actores. Si quería ser periodista debería
acostumbrarse a las celebridades.
- No seas tan tímida.
Piensa que puede ser un trampolín por tu carrera profesional.- solía
decirle.- A parte, hoy estará Charles Gol.- era uno de sus
pretendientes, con el cual estuvo tonteando casi media carrera. Era el
hijo de uno de los promotores y mayores apoyosde su padre en su campaña
política.
- No entiendo que te
guste, es un niñato engreído y superficial.- no evito decir la chica
rubia. Por dentro se estaba muriendo de celos.
Sólo le bastó un
semestre para percatarse que estaba enamorada de April. Su carácter
alegre, su cuerpo tan femenino, su rostro angelical, sus ojos marrones y
seductores. Des del principio supo que era heterosexual. No paraba de
hablarle de chicos y de su fijación con el mejor jugador de baloncesto
de la ciudad. Aunque a veces la cogió mirándola de reojo, y le pareció
leer un llama de deseo hacia ella.
No fue capaz de salir
del armario con su amiga. No se atrevía y le aterraba la sola idea de
qué descubriera sus sentimientos, pues creía que la rechazaría. Kara
veía a su familia muy conservadora y sus creencias eran afines a sus
progenitores. Irónicamente, fue ella quién se sorprendió, cuando una
noche April la beso. Al principio quedo como un gesto cariñoso entre dos
buenas compañeras. Pero se convirtió en una de sus costumbres, besarse y
abrazarse siempre que estaban a solas.
Era un juego para la
señorita Cesar y la gloria para la Danvers. Lo días transcurrieron feliz
como una perdiz, hasta que el castillo de naipes se cayó. Se canso de
aquellos besos fugaces a escondidas, mientras April seguía flirteando
con Charles u otro.
- Estoy enamorada de ti y
soy incapaz de compartirte con nadie.- le confesó un atardecer, llena
de rabia por sentirse algo usada por ella. Se iba con sus amantes y
regresaba hacia ella para robarle su néctar y dejarla con la miel en los
labios.
- Kara cariñó, creó que
te confundes. Nosotras no somos lesbianas. Sólo nos besamos porque nos
tenemos mucho afecto. Al menos es lo que yo siento hacia a ti. Quizás
deberías de salir con chicos...-sus palabras la dejaron algo helada. Fue
tan fría y carente de sensibilidad, que le indujo amargas emociones.
- Puede que tu no, pero
yo si lo soy. Me gustan las mujeres.- la que fue su ex se la quedo
mirando, con la boca abierta. No le extraño que se fugara de su lado
como si tuviera la peste bubónica.
Días después regresó a
su vida, tras haberla castigado con un férreo silencio. Su
reconciliación fue bonita. La volvió a seducir. Le admitió que se sentía
muy atraída hacia ella y le encantaba su compañía. Sin dejar de
remarcarle que no era gay.
- No sé si estoy
enamorada de ti, pero intuyó que sí.- concluyó la chica de sus sueños.
Era la serpiente que tentó a Eva a comer de la manzana prohibida. Le
quiso creer, feliz por creer que conquistaría el paraíso.
Acepto ciegamente sus
condiciones, con la esperanza de con el tiempo tendrían una relación más
madura. Eres joven, estas prendada por alguien y no te planteas si
existirá futuro o los vientos serían favorables.
Su historia le seguía
doliendo. Si hubiera sabido su final aquel entonces no habría iniciado
nada. Y otra vez estaba perdiendo el norte por otra heterosexual. ¿Qué
podía esperar de aquellas palabras, me gusta verte leer?
Le hubiera apetecido
hablar en aquellos minutos con su hermano. Le gustaba la clarividencia
de los niños, y en especial la de Brian. Era un chico increíble y
excepcional. No sólo lo pensaban ella y su familia. Los profesores les
habían citado para comunicarles que tenía un alto coeficiente
intelectual, por eso a veces se aburría en las clases. Se le había
ofrecido ir a otra escuela superior, pero él prefirió no cambiar. Allí
tenía sus amigos, a los cuales les ayudaba siempre que se lo pedían.
La escuela estaba
demostrando ser ejemplar, tratando de modificar su planteamiento
educativo para él y motivarlo en las tareas académicas. Brian al no ser
engreído, más bien modesto, solía caer bien. Le habían dejado escoger
las actividades extra escolares que le atrajeran, para combatir su
tedio. Hacía informática, programación y curiosamente dibujo. Lo hacía
muy bien. Era capaz de retratarte tan bien, que parecían fotografías.
Últimamente, empezaba a practicar con distintas técnicas de pintura.
Pensar en su hermanito
le dio un poco de serenidad. Sólo se debía de aplicar sus propias
enseñanzas. No quería alimentar su ilusión hacia Lena, pero le debía una
justificación por su parte. Nadie se merecía que le dejasen de hablar
de un día para otro, sin explicación previa.
Respiro hondo y volvió a
agarrar el móvil. Abrió el WhatsApp y busco su número. Paso de ser
formal y le expuso directamente quedar para hablar, cuando le fuera
bien. Fue algo seca. Nada de soñar despierta con atardeceres románticos,
en sus abrazos, en sus besos tiernos, en su aroma corporal y en las
noches bajo la luz de la luna, percibiendo su suave piel de seda y
enternecerse ante sublimes caricias.
Lo escribió rápido y lo
envió como un relámpago. Estuvo una media hora velando si recibía su
respuesta. Fue algo estúpida o ilusoria. ¿Cómo le podía responder a casi
las tres de la madrugada? Antes de acostarse releyó el mensaje:
"Hola, igualmente buena semana. Debemos de hablar, cuando puedas. No desearía que malinterpretaras lo sucedido. Mejor vernos."
Le pareció algo mezquino
la última parte de la misiva. Estaba actuando igual que su ex. Si no
cargará con la historia de su pasado, le diría que no lamentaba haberla
besado y deseaba volverlo a hacer. Había sido el beso más tierno que le
he habían dado en sus 24 años.
Volvió a cerrar el
celular resignada. Sus padres le habían educado para responsabilizarse
de sus actos, con independencia de su color. El día siguiente afrontaría
las consecuencias de su decisión.
Consiguió dormir solo
tres horas. El despertador sonó a las seis y media. Se encargaba de
despertar a Brian para ir a la escuela. Solía ser muy dormilón y le
costaba levantarse. Se aseaba, mientras ella le preparaba el desayuno
para tomarse antes de irse y el bocata de media mañana.
No pensó en Lena hasta
que su hermano se marcho con el bus escolar, a las ocho y cuarto. Corrió
hacia la habitación y encendió el móvil. No podía evitar sucumbir a la
impaciencia y la ilusión de saber de ella. Sólo tardaron unos minutos
porque las aplicaciones estuvieran operativas, pero no recibió ningún
mensaje. Al cabo de unos segundos llego uno, que abrió rápido pero se
desinflo al ver de quién se trataba.
Era Abril deseando
buenos días al grupo de compañeros de la universidad. Se había planteado
irse del grupo, pero tampoco quería perder el contacto con sus
amistades. Fue más difícil cuando rompieron, pero se acostumbro. Era
difícil obviarla, era la única de aquella peña más activa, con sus
buenos días y noches.
Kara borró su entrada y
no dijo nada. Preparo su desayuno y eligió un libro para el martes.
Solía devorarse un libro entre un o dos días. Debía de aprovechar el
tiempo de ocio que le quedaba, pues lunes siguiente empezaría a
trabajar. Las novelas le ayudaban a desconectar de la realidad y viajar
en otros sitios.
Desayuno al jardín, como
siempre en el banco del sauce. No se escondería más de la barrendera.
Quizás actuando de forma normal, conseguiría arrancarla de su cabeza.
Venció las ganas de ir mirando el móvil cada minuto. Lo puso en silencio
para olvidarse de él. Se terminó el café y se centro en la lectura.
Su madre se desvelo a
las nueve y media. Salió a la calle para saludarla y regreso pronto para
dentro. Hacia aún mucho frió y no tenía el temple de su hija. Capto su
nerviosismo. Estaba impaciente para volver a ver la barrendera,
deleitarse con sus preciosos ojos verdes...
Pero el tiempo pasaba y
Lena no aparecía. A las once, sintió el carro del barrendero. Se levanto
veloz, con tan ímpetu que casi sale volando por el anhelo de
contemplarla. No obstante, cuando ante ella aparece un chico joven con
el mono de barrendero, el corazón le hace un fuerte vuelco.
¿Sus palabras habían
sido tan contundentes qué había preferido disolverse de su existencia
sin despedirse? ¿O debía de aliviarse, por abandonar su vida si no
deseaba nada más con ella?
El chico le sonrió. Su
piel era algo morena, probablemente era un emigrante hispanoamericano.
Le saludo. Espero unos minutos más, aún esperando ver a Lena. Quizás
volvía a tener ayuda e iba más retrasada.
- Hola bonita, me has
alegrado la mañana.- le miro de forma seductora. Kara se coloreo un
poco, a pesar que menospreciaba aquellos comportamientos depravadores.
Le incitaba a sacar los rasgos negativos de su carácter. Pero se
contuvo.
- Hola. ¿No trabaja hoy Lena Serenety?- se atrevió a preguntarle.
- La reina de las
barrenderas ha hecho pila. Y eso que todos pensamos que es una máquina
inhumana. Es la primera vez que falta al curro.- le informo con un tono
irónico.
En la unidad de limpieza
de Nathional City Lena era toda una celebridad. A pesar de ser una
hermosura inhóspita, habría labrado admiraciones y recelos por su gran
profesionalidad. Estaba siempre en la primera línea del trabajo, a pesar
de las pésimas condiciones laborales. No todos los compañeros
compartían su lema, trabajar sólo para el ciudadano y por una mayor
salubridad de las calles de la ciudad.
- ¿Y por qué se
ausentado?- no evito cuestionarle Kara. El corazón le latía veloz. En el
profundo de su ser rezó, esperando que nada malo le hubiera ocurrido.
- No sé. Es una persona
muy arisca y no se relaciona con nadie.- No evito comentar con sorna. Se
gano una mirada muy asesina de la periodista. Por ganas, le hubiera
lanzado uno de sus rayos láser. El reflejo de Lena le provocaba algo de
incomodidad, era como si retratasen a otra persona. Aunque la definiría
como una persona muy seria, distante, reservada y de pocas palabras. No
era raro que provocase sentimientos contrapuestos en su entorno.
Le agradeció la
información sólo por cortesía. Regreso debajo el sauce y retomo la
lectura. Aquel día ya no tendría salvación. Parecía que el pasado se
repetía. Lena seguía sin dar señales de vida. Se consoló sólo en pensar,
que ella misma se había hecho la remolona en devolverle el mensaje.
Descubrió que la echaba en falta y su ausencia le dolía en el alma.
Dejo de leer y entró a
ayudar a su madre a preparar la comida, o si necesitaba ir a comprar
algo. Elisa capto su tristeza y calló. Hizo lo que solía hacer cuando
veía alguno de sus hijos triste, abrazarlos y esperar que le solicitasen
sus consejos. Nunca les había dicho, te lo dije.
A la hora de la comida,
Kara no pudo más y se desahogo con ella. Estaba tentada en ir a la
facultad de Lena y comprobar que estaba bien. Pero no se atrevía, pues
no quería darle falsas señales.
- Kara, antes de lanzarte, o de actuar, debes de tener claro lo que sientes por ella.
- Lo sé.- le terminó
narrando porque se fue a Florida con Álex.- Lena me gusta mucho, hacía
tiempo que no me sentía así. Tan viva e ilusionada. Pero tengo mucho
miedo, temo que el pasado se repita...
- Lección de hoy, no
debes de comparar a Lena con Abril. No hay dos personas iguales. No hay
garantías, no sé si Lena te decepcionará. No la conozco suficiente para
apostar por ella. Me parece una chica seria y con sentido común. Sí,
luce un halo de misterio pero tampoco eso es indicio de qué sea una mala
persona. Como actuó en la nevada y su sensibilidad con Brian, habla muy
bien de su calidad humana.- opino su madre y concluyó con una de sus
moralejas.- Sólo trata de ser fiel a tu corazón y hacerte respetar. Si
es un ser con principios te valorará y siempre tendrás una buena
amistad.
- Gracias, eres la mejor
madre del mundo.- se le acerco y se abrazaron. Siempre conseguía
reconfortarla. Sólo debía de esperar que la barrendera diera señales de
vida.
Para distraerse se fue a
comprarse ropa para su etapa laboral y después se dirigió a la escuela
de Brian a recogerlo. Lo abrazó y se lo llevo en el centro cívico del
barrio Sud. Había una nueva exposición temporal de dibujos y pinturas.
El artista se había hecho famoso por su técnica e imprimir toques de
protesta social. La temática de sus obras era la marginalidad social,
los estragos de la crisis económica...
A su hermano le
impactaron algunas imágenes y las miraba silenciosamente. En una en
particular se quedo muy inmóvil. Kara le paso el brazo por la espalda y
lo contemplo también. Se trataba de dos personas que yacían dentro de un
túnel, aunque sus figuras eran algo amorfas, parecía una madre que
mecía a su hijo. Al exterior el mundo parecía terminarse debido a una
cruenta tormenta de lluvia. Los colores eran oscuros, que le conferían a
la pintura una sensación de frió, que se iba filtrando en el profundo
de sus entrañas.
Recordó otra vez cuando conoció a Brian, era un niño desvalido y delgaducho. Su madre estuvo ingresada por una neumonía. Era muy plausible que hubiera vivido una situación parecida. Fue algo traumático para él. Durante el primer año de su adopción, tubo pesadillas, lloraba y no paraba de llamar a su madre. Requirió ayuda psicológica. Kara acudió a los servicios sociales por interesarse por ella, pero no le podían facilitar la información solicitada, pues era confidencial. Lo respeto, dejándole un mal sabor de boca. Podía percibir el dolor de la progenitora de Brian y se sintió impotente.
- Ese túnel esta en
Nathional City, he estado ahí dentro. Mis recuerdos son vagos, pero es
como si los de la pintura seamos mi madre e yo.- la chica rubia se quedó
sin palabras en escucharlo. Sólo lo abrazo.
- Es cierto, en esa zona
suelen refugiarse muchos vagabundos y familias desahuciadas.- se
entrometió una chica de unos treinta y pico de años, con media melena.
La reconoció de inmediato, la había visto al el viernes pasado, en el
bar Flor de Loto.- ¡Perdonad mi atrevimiento! ¿Eres la amiga de Lena,
no?
- Sí. ¿También eres amiga suya?
- Hace poco que la conozco. Sólo tenemos un amigo en común. ¿Os ha gustado la exposición?
- Si, transmite mucho.-
le respondió el niño de 8 años.- El artista ha retratado la realidad. Me
ha evocado recuerdos de mi infancia.
La conocida de la
barrendera se le quedo mirando, estaba algo perpleja por lo que
terminaba de escuchar. Luego, miro a la chica rubia, reflejándole toda
su admiración por aquel pequeño tan maduro.
- Me alegro, que mi obra
te haya impactado. Para mi es importante transmitir sensaciones y
retratar otras realidades, que la mayoría de ocasiones obviamos.
- ¿Los has creado tu?
- Sí. ¡Oh, que torpe no me he presentado! Me llamo Alice Letgo,
- ¡Enhorabuena, lo has conseguido!- le felicito Brian.
- No que va, sólo soy una artista aficionada y propietaria del bar Flor de Loto.
- ¡Bonito nombre! Es un
símbolo muy antiguo, de la antigua civilización de Egipto y otros países
del este. Simboliza el crecimiento espiritual y la pureza del corazón y
la mente, entre otras cosas.- comento el hijo de Lena.
- Sí, eso es correcto.- y
se enfrascaron a hablar sobre culturas e historia.- Un placer Brian, te
espero en mi local para seguir debatiendo. Y Kara, espero que nos
visites pronto junto a Lena. Hacéis una bonita pareja.- le guiño un ojo,
gesto que no paso inadvertido por el niño.
- Un autentico placer Alice.- admitió, realmente admirada por sus principios.
- ¿Puedo ir al lavabo antes de irnos?
- Sí ve.- le dio permiso
Kara. Se quedaron a solas. Volvió a mirar el cuadro del túnel. Le
intrigaba porque le había impactado a su hermano. ¿Sería que realmente
había estado en él?- Respeto aquel cuadro...- Se lo señalo.
- ¿El de la madre e hijo sin techo? Es una historia triste.
- Sí. ¿Te has basado en
un hecho real?- miro si el niño venía, al ver que seguía ausente se
sincero.- Brian, me ha dicho que le evocaba recuerdos de su infancia.
- ¡Lo siento! Mi
objetivo es dar conocer las injusticias sociales. Cree este cuadro hace
tiempo. Me inspiro una noticia que leí, sobre una madre e hijo que se
refugiaron en un túnel abandonado de Nathional City. Fue en una gran
tormenta, que dejo la ciudad incluso sin luz. La mujer era pobre y
terminaba de ser desalojada de su piso. Me pareció una injusticia y tuve
de plasmarla sobre lienzo.
- ¿En el artículo se mencionaba su nombre?- presintiendo que aquel sendero le conduciría a la historia de Brian.
- No. Fue de aquellas
noticias fugaces, de las que el día siguiente decaen. Ya sabes,
determinados dramas terminan siendo invisibles para la mayoría de
sociedad.- la periodista le dio la razón.
Regreso su hermano y se
fueron. Eran las siete de la tarde y él aún debía de hacer los deberes.
Sólo miro el móvil cuando llegaron a su hogar. La barrendera seguía sin
dar señales de vida. Se encerró en su habitación y volvió a llorar. ¿Por
qué tenía tanta mala suerte en el amor?
En otro punto de Nathional City, en un barrio periférico, una chica morena con coleta, paseaba sin rumbo. Su mirada era triste y sus ojos mostraban unas acusadas ojeras. El día anterior había bebido demasiado. Su estomago y cabeza habían sido las victimas de su inconsciencia. Había incumplido la promesa de Flora, de no volver a beber.
Terminó al túnel dónde
paso su última noche junto a su hijo. Seguía habiendo latas tiradas,
botellas de vidrio enteras y rotas, jeringas de los drogodependientes,
hierbajos, hierros, cartones... Incluso le pareció que estaba peor de lo
que recordaba. Quizás debido a su debilidad y desesperación le hicieron
minimizar lo horrendo que era aquel espacio. Aquel día huía de la
intensa lluvia, que no parecía menguar. Su hijo estaba aterrado y
temblaba. Lo abrazo fuerte, tapándole con toda su ropa. Lo meció hasta
que dejo de tiritar y cayeron en una lánguida ensoñación. Tras aquella
noche, todo cambio. Un nuevo futuro para Brian y su caída en un pozo muy
oscuro.
No solía andar por aquel
barrio marginal en el cual vivió hacia 4 años. Pero el alcohol
ingerido, o quizás el mal dormir, le habían despertado los fantasmas de
su pasado. El dolor de aquella perdida brotaba de nuevo. No supo hacerlo
mejor, fue una madre nefasta. Pero y si el casero se hubiera
compadecido de ella... Y si hubiese encontrado trabajos más justos y no
tan explotadores. Y si...
Se sentó en el suelo,
tratando de serenarse o hallar otra perspectiva. El frió le invadió y
empezó a tiritar. El sonido del viento era terrorífico, era como el
aullido de una manada de lobos. ¿Qué debía de hacer con su existencia y
los resientes eventos? ¿Y si nunca hubiese salido de aquel hondo
agujero, o muerto debajo de aquel puente?
Aquello habría sido
liberador y lo más fácil. Alguna entidad desconocida lo había dispuesto
así. A pesar, de haber transcurrido 4 años sentía la misma desesperanza.
El mensaje de Kara no había calmado a su alma convulsa. A veces, le
parecía que estaba maldita. Sí, la culpa era de su belleza exterior. Era
la hechicera que todos encandilaba, mientras su felicidad se escapaba
por la puerta trasera.
En la madrugada, tras
llamar a su jefe más inmediato para anunciarle de qué no podía ir a
trabajar y se metió en la cama. Deseaba dejar aquella historia al país
de los cuentos de hadas. Se despertó a las 4 pm con un horrendo dolor de
cabeza. Corrió hacia la farmacia para doparse con analgésicos. A partir
de entonces, empezó su peregrinación hacia los escenarios de su pasado.
Flora estaba más
presente en su interior. Le animaba a seguir relacionándose con Kara, a
ofrecerle lo que le pidiera. Todo valdría por estar más cerca de su
hijo. Nunca hubiera imaginado un plan mejor. ¿Pero si la chica tampoco
fuera lesbiana? Por eso, había remarcado lo de las malas
interpretaciones. Entonces, sólo le quedaría aceptar sus condiciones y
tratar de conservar su emergente amistad.
No podía estar dudando
eternamente. Quizás debido a su moral, o remilgos de chica puritana
había perdido la custodia de Brian. Sólo admiraba a Lionel Luthor por
ser un luchador, nunca se rendía hasta conquistar lo que más anhelaba.
Debía de ser egoísta y agarrarse a las manos que le tendiera Kara
Danvers. Aprender a mirar hacia delante, sin mirar hacia atrás, ni
plantearse si era correcto o no.
Si tomo una decisión muy
firme en aquel atardecer. Se levanto y se tambaleo un poco. No había
comido nada durante el día y su cuerpo se rebelaba contra su propia
tiranía. Apoyo la espalda en la negra pared. Cerró los ojos. Volvía
sentir las caricias de los sedosos labios de Kara. La verdad que seguía
negándose era que la deseaba, quería verla y perderse en el azul de su
mirada y besarla.
Sí podía hacerlo. No
haría daño a nadie, pues deseaba lo mejor para Brian y le encantaba
compartir bellos momentos con Kara. Nunca deberían de conocer su
secreto, para no ocasionarles daño innecesario.
Eran las ocho y media de
la noche cuando la barrendera llego a la feliz casa de los Danvers. La
calle no estaba muy bien iluminada y no se veía ninguna alma andante.
Dudo en tocar el timbre de la puerta, siendo consciente de qué no era
buena hora para visitar a su amiga. Fue de aquellas ocasiones, que uno
se tiene de arriesgar y emprender senderos sin retorno.
La palabra felicidad
solía usarse mucho y era tan codiciada, que era como la luz del día tan
necesaria para sentirte vial, igual que las plantas para hacer la
fotosíntesis. Puede que sólo fuera momentos en un incierto camino del
devenir de la vida. Kara, aquel día de pleno invierno, se sentía la
chica menos afortunada. En una mano sujetaba su móvil y la otra la puso
en el frió vidrió. Miraba al firmamento, la solitaria calle Hope, al
infinito o a la nada.
- ¿Lena, te han ofendido
mis palabras?- le pregunto a la luna. Cuando era pequeña le habla a las
estrellas. Le escuchaban atentas y le hacían un guiño. Conseguían que
durmiera bien y sin ninguna pesadilla.- Dame un señal de qué todo estará
bien y mis palabras no te han afectado... Te quiero en mi vida.
Se detuvo en escucharse.
Había hablado su corazón. Cerró los ojos. Contó del uno al diez. Algo
debería de suceder. Nada, ningún mensaje. April se reiría de ella y
recitaría su verso preferido: "Sólo yo te quiero y te querré..."
Alguien golpeo
suavemente la puerta. Abrió los ojos y se giro. La voz de su madre no
tardó en sentirse. No le respondió. Resignándose dejo el móvil en la
mesita de noche. Hora de aceptar la realidad. La felicidad era una
utopía y no sería por ella. Puede que sólo debería de ambicionar tener
salud y agradecer la familia que la adopto. El amor novelesco sólo
existía en los libros, y seguramente había sido creado por personas
desencantadas como ella.
- No estés triste. Puede
que necesites estar bien para que otra persona entre en tu vida.- le
aconsejo Elisa. Se le acerco, abrazo por detrás. Igual como lo hacía
como era pequeña.
- Creo que ya he superado totalmente la ruptura con Abril.
- Lo dudo. Te ha dejado
como legado, un problema de confianza y muchos miedos. Puede que Lena
los esté palpando, aunque no te hayas abierto con ella.- era una buena
observadora del alma humana y estaba desplegando sus recientes
conocimientos de psicología.
- Por ejemplo, por los tonos de los mensajes y que huyera viernes pasado.
- Correcto.- le dio un
beso en el pómulo derecho.- No te obsesiones. Es natural tener miedos,
pero no dejes de qué ellos sean dueños de tus actos.
- ¡Me encantan tus consejos!- se volvieron a abrazar.
- Vamos a cenar ya. Brian y tu padre ya han parado la mesa.- se separo y le arreglo un poco el pelo.
Bajaron al comedor. Los
hombres de la casa eran muy eficaces, incluso habían llevado la comida y
sólo debían de sentarse. Como perfectos caballeros les apartaron las
cillas. Jeremías había colocado dos velas en forma de corazón. Alguien
le había chivado que Kara estaba triste y no quería verla llorar.
Bendijo los platos y se dispusieron a comer cuando sonó la campanita de
la puerta principal. Todos se miraron. ¿Quién debía de ser? ¿Y quién se
levantaría para saberlo?
Fue el patriarca de los
Danvers, un hombre humilde, quién abrió la puerta y se quedo sorprendido
en reconocer a la barrendera. Le choco. Su mujer no le había narrado
nada sobre su emergente amistad con su hija. Por eso se descoloco aun
más, cuando la chica morena le pidió ver a Kara. Su voz estaba un poco
ronca y tambaleante.
- ¡Siento molestarles
tan tarde! Ha sido mala idea. Dile a Kara..., que pasaré mañana.- se
disculpo. Se giró incluso. Toda su bravura y determinación se fundieron
en ver el rostro afable y bondadoso de Jeremías.
- ¡Lena, espere por
favor! Si se ha tomado las molestias para venir a ver mi hija, será por
algo.- y le sonrió, evitando su estampida cobarde.- Además intuyó que le
alegrará el día.
- ¿Sí?
- Entra y compruébalo tú misma.- se aparto invitándola a entrar. Lena algo cohibida se quedo paralizada.
- No quiero abusar de su hospitalidad, mejor que salga ella.- determino al final, sintiéndose algo torpe.
- Como desees.- Jeremías no le insistió y entro a buscarla.
La barrendera apoyo el cuerpo a la pared del lado de la puerta, escuchando la musicalidad del interior de la casa. Brian no paraba de hablar y en aquellos instantes bromeaba con su hermana. Mientras su madre se reía de sus ocurrencias. La llegada del padre puso puntos suspensivos a la jovialidad. Empezó a lamentar su alocado impulso. No era el momento, ni espacio, para abrir su corazón. La felicidad no brotaría de una forma tan simple ni sería fruto de ningún atraco fortuito.
Un coche estaciono a la
casa de enfrente. Salió un hombre calvo con maletín y entro a su hogar.
El mundo parecía girar a la misma dirección, siguiendo las normas
preestablecidas. Mientras ella seguía navegando a contra corriente,
pensó. Aunque, también le daba la sensación de haber sido un títere de
otros e ir a remolque de las circunstancias. ¿No se merecía una migaja
de felicidad? ¿Pero a qué precio? ¿Debía de aprovecharse del buen
corazón de Kara Danvers?
Estaba en blanco,
superada por sus cavilaciones y contradicciones. ¡Maldita conciencia!
Empezó a andar hasta la portilla del jardín. Una voz suave y
entrecortada la detuvo. Se paralizo. Los gusanitos bailoteaban,
traviesos y gráciles, en su estomago. Su nombre resonaba como un eco
lejano, tan celestial y dulce.
Lena se giro. Kara
estaba al lindar de la puerta. Llevaba puesto unos viejos tejanos y una
camisa blanca mal cordada. Probablemente, se había cambiado de ropa, de
forma apresurada, cuando se le informo quién era la visita. Estaba muy
sexy. Además el pelo rubio suelto y despeinado, como algo salvaje, le
favorecía.
Se quedaron mirándose,
incapaces de romper el silencio. Ambas tenían el corazón en un puño.
Eran incapaces de acortar la distancia que les separaba. Los ojos azules
de Kara, le brillaban como dos preciosas perlas. Los ojos verdes claros
de la barrendera resplandecían a contra luz.
Ninguna de las dos quiso
volver a huir. Sus cuerpos se fueron acercando, atraídas por una
intensa fuerza electromagnética. Se abrazaron. Hablaron torpemente a la
vez y se rieron, ayudándoles a desteñir la tensión y anestesiar sus
sendos nervios.
- Primero tú.- insistió
la chica rubia, separándose unos palmos de su precioso cuerpo. Le puso
un mechón de pelo detrás de la oreja, para fundirse en su preciosa
mirada. Su mano se detuvo en brevemente en su pómulo derecho. Percibió
cómo se estremecía con aquel simple gesto. Retiro la mano rápidamente
muy cohibida. Lena le agarro la mano con delicadeza y la condujo hacia
su boca. Le dio suaves besos que le hicieron derretir.
- Me gustaría besarte.
¿Puedo?- le susurro la barrendera. Le acarono y le acarició su angelical
rostro. Era preciosa. Los labios le temblaban. Kara parecía algo
bloqueada. Se separo unos palmos, para no asustarla.- Lo siento, no
quiero estropear nada.
La chica rubia seguía
sin poder hablar. Tampoco se separo de su lado. Se quedaron mirándose,
como si pretendieran leerse su alma. Kara le cogió el rostro y se
aproximaron de nuevo. Sus labios finalmente se rozaron y fueron
intensificando el beso. Sus respiraciones empezaron a agitarse. Lena se
le humedecieron los ojos. Eran debidas al indescriptible coctel de
emociones que se generaban en su interior. Lloro porque le parecía un
sueño sentirse tan amada con un simple beso.
Kara percibió sus
lágrimas, que habían descendido hasta sus labios. Dejo de besarla y con
las dos manos le acarició el rostro y seco sus lágrimas. Apoyaron sus
frentes, y permanecieron un rato así.
- ¿Por qué lloras Lena?-
le pregunto, separándose de ella. No rompió el contacto, dejando las
manos en sus hombros. Sus ojos azules, luminosos y atentos a su
expresión facial, eran cómo un faro que orientaba a la barrendera.- ¿Te
he incomodado? No pretendía...- Agachó la cabeza, no escondiendo su
miedo a ser rechazada y sus inseguridades.
- ¿Pero qué dices?- le
cogió la barbilla y la obligo a mirarla. Le sonrió.- Eres un ángel y una
dulzura. Lloro porqué nunca nadie me había tratado tan bien y de la
afortunada que soy de qué hayas entrado en mi vida. Lloro porqué me
haces sentir especial y mujer. Lloro de pura emoción. No desearía
incomodarte, ni que te sientas confundida... Es la primera vez que me
ocurre...- sus palabras le acariciaron el alma a Kara y no pudo contener
el llanto.- ¡Oh, no! ¡No llores princesa!
- ¡Por favor, dime que no estoy soñando!- le suplico entrecortada.
- No. Me gustas y no sé
dónde nos conducirá lo que empiezo a sentir hacia ti...- se detuvo
porque no hallaba las palabras necesarias y Kara se sintiera segura.
Había percibido sus miedos y quería hacerla sentir cómoda.- Vamos poco a
poco. Admito que estoy perpleja, nunca antes me había atraído una
mujer. No sé si soy lesbiana, bisexual o cualquier otra etiqueta. Por
ahora sé que me encanta estar contigo y tus besos. Prometo respetarte y
aprender a amarte. Quiero intentarlo. ¿Aceptas? ¿Por qué no vamos a
cenar a un sitio y lo hablamos?- la periodista seguía perpleja.- Bueno,
si tu quieres..., o quizás no sientas lo mismo.
La barrendera dejo de
hablar, no quería hacerse más pesada. La alegría seguía reinando dentro
del dulce hogar de los Danvers. Se sentía algo insegura. Quizás había
malinterpretado las señales, los besos y el cuerpo de la rubia. Decían
que la atracción era solo química y reaccionabas igual ante cualquier
caricia. Aún así, en el amor influían otras leyes. Determinó irse, las
emociones eran demasiado intensas y quizás necesitase su tiempo para
digerir lo que les estaba sucediendo.
- Lena, creo que estoy
enamorada de ti. Lo puedes considerar precipitado, ya que sólo hace
quince días que nos conocemos.- se le declaro al final Kara, que había
reunido las fuerzas necesarias por abrir su corazón. Su voz era muy
segura y dulce.- Pienso cada día en ti, en cada momento y cuando me
acuesto te sueño. Me gusta verte reír, mirarte cuando barres o cuando no
te das cuenta. Me fascina tu forma de ser, a pesar de tus silencios y
misterios. Me encanta perderme en tu mirada verde-azul, tan profunda e
intensa. Para mi tú eres como un cactus, por fuera aparentas ser arisca y
dura, pero por dentro eres tierna y muy sensible.
A Lena se le iluminaron
los ojos. Se sentía frágil y alegre a la vez. Su coraza se quebró un
poco. Había aprendido, con mucho esfuerzo, a esconder sus emociones y
sensibilidad. Incluso, se había prometido no ser nunca más vulnerable en
el amor. Se juró a si misma ser una mujer de hierro, dueña de su vida y
de sus sentimientos.
- Aún así, no sé si estoy preparada por una relación estable.- añadió Kara, desdibujando un poco la ilusión de Lena.
- Kara, me encanta estar
contigo. No quisiera dañarte. Mira, porqué vamos a otro sitió y lo
debatimos. En el fondo, nadie puede saber lo que nos repara el
destino... ¿Por qué no nos damos una oportunidad?
La chica rubia, que
había estado planeando aquel mismo escenario, su propuesta la desarmó.
Fue incapaz de reafirmarse con el no. La oferta era laminera y sensata.
Terminó aceptando. Antes de irse, entro en su hogar para despedirse de
su familia. Lena escucho como Brian le deseaba suerte. El muy bribón ya
debía estar dibujando y coloreando su romance.
Kara no se cambio de
ropa, incluso seguía teniendo la camisa mal abrochada. Lena se le
acerco, la hizo entrar un momento en el interior de su casa y se la
arreglo. Sus dedos rosaron su piel sedosa. Le gusto y por ganas hubiera
prolongado más el contacto. Le miro el rostro, el cual se le había
sonrojado un poco. La agarró suavemente por el cuello y le robo un beso
corto.
- Hueles a plumerías.- señalo la barrendera. Cerró los ojos, perdiéndose en aquel aroma tan embriagador.
- Sabía que te gustaría.
Lo descubrí este fin de semana y no me pude resistir. Fue olerlo y
acordarme de ti.- le confesó la chica tímida.
- ¡Eres una aduladora!- dijo en tono irónico y le sacó la lengua.
- ¡No qué va! Son locuras que se comenten cuando se está enamorada.
Se miraron y volvieron a
besar. Rompió el hechizo la chica morena. Le cogió de la mano y
salieron de la casa. Al exterior rompió el contacto, no queriéndola
incomodar. No obstante, Kara se la volvió a agarrar. Anduvieron por el
barrio Sud como pareja, sumergidas en un dulce silencio.
La barrendera había
planeado llevarla a un parque cercano a su piso, dónde había un mirador
desde el cual podías contemplar la ciudad de Nathional City. Además no
había mucha contaminación lumínica y podrían mirar el firmamento.
Presumiría de sus conocimientos de estrellas y constelaciones.
Comprarían algo para cenar en el parque. Solía estar cerrado por la
noche, pero conocía por dónde acceder. Le parecía el sitio ideal, para
encandilar a la hermana de su hijo. Nadie les interrumpiría y sería muy
romántico.
- ¿Dónde vamos?
- Es un secreto. Vamos a
vivir una aventura de una novela...- Lena le sonrió de forma picarona.
Estaba inspirada.- Quiero que sea una noche inolvidable, de aquellas
veladas que te invitarían a crear un libro.
- ¡Me quisiera devorar
ese libro ya!- declaro Kara muy jovial. No quedaba ninguna chispa de
tristeza en su angelical rostro. Su entusiasmo le ayudo a espantar sus
propios miedos y cargos de consciencia.
- Los buenos libros se
devoran lentamente, degustando cada palabra y frase. Son capaces de
trasladarte a cualquier planeta, o lugar, y te permiten sumergirte en
cualquier existencia.
- Son los que guardarías
en el mejor estante de tu biblioteca y lo cuidarías. Lo releerías mil
veces y siempre te parecerían geniales.- siguió el hilo argumental, con
aquel lenguaje sutil y profundo.
Salieron del barrio Sud y
subieron una cuesta muy pronunciada. Al final, había un restaurante de
comida occidental. Lena sugirió pillar allí unos bocatas. No había mucha
clientela y pronto se los entregaron. Para llegar al mirador del parque
Estelar Nathional, sólo faltaba un cuarto de hora andando ágilmente.
Hacia un poco de frió, el programa de meteorología del móvil de la
barrendera marcaba ya -1. Su acompañante no parecía tener frió. Se
relajó un poco, temía que sería una locura comer al aire libre en
aquellas condiciones climatológicas.
- Sí quieres vamos a mi
piso y cenamos allí.- al sentirse lo lamento. No quería precipitarse ni
correr demasiado en su relación. Pero su propuesta deshonesta no la
incomodo.
- No tengo frió. Me
tienes intrigada. Presiento que tu sorpresa me encantará.- le sonrió. Le
puso una mano el rostro.- ¡Estás helada!
- No, no te preocupes.-
Lena le mintió un poco. Estaba algo nerviosa, como suele estarse ante la
primera cita con la persona que te gustaba.
Kara la miró de forma
interrogativa, como si no se fiará. Quizás no se la creía. Aún así, no
se hizo pesada con ello. Simplemente, se le acerco más, permitiéndole
percibir más su calor corporal, y le paso el brazo por detrás de la
espalda. Pasearon así hasta llegar hasta al parque escogido por la chica
morena.
- Subiremos hasta arriba y cenamos, bajo las estrellas y la ciudad de Nathional City.- le indico.
- Me encanta, es el
paraíso en medio del bullicio urbano.- le confesó la rubia, a la vez que
le daba un beso de agradecimiento y la abrazó con entusiasmo.
Anduvieron unos diez
minutos más y llegaron a la zona del mirador. Había viejos arboles, que
durante el verano podías refugiarte, y una zona de bancos para sentarte y
disfrutar del maravilloso paisaje. Era como una burbuja en medio del
caos de la sociedad contemporánea. Había poca iluminación. Sólo se había
dispuesto farolas cada 200 metros y las luces de la ciudad, que
parecían algo lejanas.
Se sentaron en un
banquete central. Comieron sus bocatas, hablando de la vida y de temas
genéricos. Las dos tenían un gusanillo al estomago, que les había
quitado un poco de gana. Inconscientemente querían alargar el momento de
profundizar en sus sentimientos. Lena volvió a sentirse culpable. No se
veía capaz de iniciar ninguna relación sin ser honesta.
- ¿Y bueno, has tenido muchos novios? - le pregunto de repente Kara. La barrendera casi se atraganta con una migaja de pan.
- No. La verdad que sólo uno.- respondió al final, sintiendo un poco de vergüenza.
- ¡Anda va, no me lo creó! ¡Una chica tan bonita como tú sólo uno!- parecía muy sorprendida.
- Es verdad.- le remarco
con un tono algo melancólico. Seguía maldiciendo el día que Nicolás se
cruzo en su vida.- Me rompieron el corazón y hasta ahora no he creído
más en el amor.
- ¡Oh, lo siento!- le
agarro la mano derecha y le sonrió de forma dulce. El dolor que vio
reflejado en su mirada le dejo sin respiración. Sentía que haría
cualquier cosa para qué aquel ser tan especial fuese por fin feliz. Se
lo merecía en creces.
- Y sí, eres la primera
mujer que me gusta. He estado muy descolocada y perdida.- le confesó.
Dejo de mirar sus ojos azules, que le quitaban la respiración, para
tratar de sincerarse.- Mi amigo Winn, e incluso Brian, me han hecho
comprender que amor es amor. Te enamoras de la persona. Aunque, a veces
cometes pequeñas locuras, o errores, como besarte con el primer chico
que se te cruza por el camino.
Kara dejo de agarrarle
la mano, parecía que se terminará de electrocutar tras escucharla.
Volvió a mirarla, pero la chica le giró el rostro. Quería ocultarle sus
ojos mojados. Otra vez los ecos del pasado, Abril y sus pretendientes.
Le pareció que vivía otro remarque de su historia.
- ¿Kara he dicho algo
que te ha molestado?- la chica no respondió. La obligo a levantarse y
ponerse a cuchillas enfrente de ella. Le cogió la barbita y le sonrió.
Saco un pañuelo de su bolso y le seco los ojos.- Lo siento, no quería
herirte. Sólo fue un beso. Me ayudo a aclararme. Sólo quiero estar
contigo.
- ¡No! Para ti es un
juego.- se aparto bruscamente y se levantó. Se dirigió hacia la
barandilla del mirador, dándole la espalda. Volvió a levantar una
barrera entre las dos. Lena le siguió, pero se limito a permanecer a su
lado, sin invadir su espacio personal.
- No lo es.- le susurro con vehemencia.- ¿Sigues amando a tu ex, ese es el problema?
- No y sí. Ella fue mi
primer amor. La ame mucho, pero también me ha roto el corazón. Hace casi
ocho meses que lo dejamos. Estuvimos juntas durante toda mi carrera.-
admitió la periodista, mirando hacia al horizonte. La barrendera se
entristece y agacho la cabeza. Sintiendo que no podía competir con su
primera novia.
- Entiendo.- se resigno.
No estaba dispuesta a insistirle. Puede que fuera mejor de aquel modo.-
¿Por qué no tratas de arreglarlo con ella?- su sugerencia la hizo girar
y la miró algo perpleja. Sus ojos estaban algo rojos por el llanto.
- Imposible. Rompimos
porque mi ex es incapaz de aceptar su homosexualidad, o si más no vivir
junto a mí como pareja. No quiero esconderme de nadie. Ella no me
respeto ni me tomo nunca en serio.
Lena enmudeció. Las dos
cargaban con historias previas muy traumáticas, por eso les costaba amar
otra vez y abrirse. No sabía cómo debía de actuar o que decir. No
quería sonar falsa. Tampoco se atrevía a contarle su historia y
generarle suspicacias. No se merecía que volvieran a jugar con ella.
- Un buen principio.- Se
acerco a la barandilla y apoyo los brazos en ella.- Me considero una
persona muy tradicional. Si estoy con alguien le guardo fidelidad. Kara
yo debo de contarte más sobre mí. He tenido una vida difícil y todo por
mis errores adolescentes...- la chica rubia, se le había dulcificado la
mirada y la escuchaba con atención. La rabia que sintió hacia ella,
cuando le confesó su desliz, se había disipado. Fue capaz de ver que era
distinta a Abril.
- Me lo intuyó. Y si
quieres no hace falta que me lo cuentes.- le interrumpió al final. Le
rodeo el cuello con los brazos, se le acerco lentamente invadiendo su
espació intimo. Se detuvo a unos palmos de su rostro. Se miraban
fijamente, percibiendo otra vez como sus cuerpos volvían a temblar.-
Dejemos el pasado atrás y escribamos nuestra propia novela. ¿Qué te
parece?
- ¿Estás segura? A
veces, las historias no tienen fecha de caducidad. No se pueden quemar
como un libro en la hoguera.- protestó Lena. Ella misma había tratado de
huir de la sombra maléfica de los Luthor, pero tenía la sensación que
le asechaba a diario. Su identidad quizás no estuviera siempre a salvo.-
A parte, nuestras vivencias anteriores ayudan a construir a las nuevas.
¿Realmente, estás preparada para olvidar a tu ex? ¿No irás comparándome
con ella?
- Antes lo has dicho, no
hay garantías que lo nuestro funcione. Prometo intentarlo, dejar mi
pasado atrás, amarte y respetarte. Sí es cierto, el pasado nos influye y
marca. Moldea nuestros intereses y elecciones. Esta nuestras manos
gestionarlo adecuadamente. Pero uno no debe de detenerse debido a lo
negativo que ha vivido. ¿Quieres ser mi novia?
- Sí quiero.- aceptó
Lena a quema ropa. Poseyó sus labios, tan suaves como la porcelana.
Sintió cómo si se terminará de lanzar al precipicio. Le dio algo de
vértigo. Se tambaleo un poco y Kara evito que se cayera, sujetándola
fuerte.
- ¿Estás bien?
- Mejor que nunca.- le sonrió.- ¿Y si nos sentamos y contemplamos el firmamento?
- Quizás sea mejor.- aceptó Kara.
Se dirigieron a la parte
del jardín, dónde el suelo no estaba asfaltado, para estirarse y
contemplar mejor el cielo. Lena le fue indicando las constelaciones que
conocía. La chica rubia también sabia de astronomía, pero no dijo nada.
Le gustaría narrarle su viaje hacia la tierra, los esteroides y las
estrellas fugaces con los que se cruzo..., pero aquel era un secreto muy
bien guardado en su familia. Ni Abril tuvo tal privilegio. Era mejor de
aquel modo, dejar su pasado y misterios atrás. Aunque, sería
maravilloso encontrar a ese alguien que le diera confiabilidad y poderse
desnudarse totalmente. ¿Sería la barrendera la persona que estaba
esperando y que la complementaba?
Hablando y besándose
bajo el firmamento, se las hizo muy tarde. Las dos al ver que eran las
cuatro de la madrugada no se lo creyeron. Se rieron y se levantaron.
Lena se ofreció en acompañarla a casa. Se sentía tan feliz, como si
flotase, y no quería romper aquel bonito sueño.
- ¡Oh, Dios mañana, o
hoy, debo de estar al diario de Cat Gran a las nueve, para firmar el
contrato! Espero no dormirme.- exclamó algo horrorizada la periodista,
cuando llegaron a su destino.
- Si quieres me encargo que eso no suceda, a las ocho te llamo, o me paso a despertarte en persona.
- Tengo una idea mejor,
porque no dejas de barrer un rato y te pasas a desayunar conmigo. Así,
seguro que las sabanas no se me pegan.- le sugirió, mientras le agarro
la solapa de la cazadora y la beso. Estaría toda la noche abrazada a
Lena, besándola y escuchando su corazón latir locamente.
¿Qué tenía aquella mujer
que le hacía ser más intrépida de lo habitual? Era irresistible. La
condujo en un pequeño rincón del jardín de los Danvers y estuvieron más
rato besándose. Le cubrió la cara y el cuello de pequeños besos.
Mientras sus manos aprendían a amarse, desligándose de miedos y
timideces.
- Es tan delicioso que
no te dejaría ir de mi lado.- le susurro Lena a quemarropa.- Te libero,
porque mañana será un día importante para ti. Vendré a desayunar
contigo.
- Mm..., no quiero aun decirte adiós. Un poco más.- le suplico. La morena se mantuvo firme. Era la mayor y quería ser responsable.- Aunque por la hora que es podríamos quedarnos despiertas y disfrutar de nuestro primer amanecer juntas.
- Mejor otro día. Necesito dormir unas horas.
- Pues desayunamos juntas. ¿Quedamos a las siete y media?- le sugirió Kara.
- Está bien.- se volvieron a besar y se separaron.- Hasta mañana princesa.
- Hasta mañana bonita.-
rompieron el abrazo y observo como su pareja se iba. Llego a la puerta
del jardín, se giro brevemente y le guiño un ojo. Sintió que lo sucedido
entre ellas era muy real. Una nueva etapa en su existencia, la cual le
llenaba de ilusión.- Envíame un WhatsApp cuando llegues al apartamento.
- De acuerdo.- le sonrió y se fue.
Kara entro dentro de su
hogar, feliz como una lombriz. Entro en su habitación y lo primero que
hizo fue enviarle un mensaje a su hermana. Se cambio usando sus poderes y
se metió en la cama esperando recibir noticias de Lena. No evito
escribirle algo.
Kara: Gracias por la preciosa velada. Ha sido inolvidable. Nuestra novela tiene un inicio muy bonito. :) (5 am)
Los ojos se le estaban
cerrando. Pero recolecto todas sus fuerzas para mantenerse despierta y
recibir noticias de la barrendera. No tardo mucho en dar señales de
vida.
Lena:- Estoy en mi
ático. Gracias a ti, por ser tan especial y enseñarme el auténtico amor.
Gracias por tu ternura y dejarme entrar a tu existencia sin preguntarme
nada. (5:20 am)
Kara:- Aunque la
confianza se debe de ir ganando, debo de aprender a confiar en ti. No te
mereces que te comparé con nadie. A parte, creó en la voz de los actos.
Ellos dicen mucho de cómo son las personas. Y me pareces una mujer
admirable, fuerte y sensible. (5:22 am)
Lena:- ¡Me haces colorear de nuevo! (5:23 am)
Kara:- Me encanta que te sonrojes. (5:23 pm)
Lena:- ¡Eres mala! (Icono del guiño y saca la lengua) (5:24 pm)
Kara:- Ja, ja,... Buenas noches amor. Perdona si soy algo pastelera. (5:24 pm)
Lena:- Tengo predilección por los dulces, así que mañana te comeré entera. (5:25 pm)
Lena:- Buenas noches princesa. Un beso. (5:25 pm)
Kara:- Buenas noches. (Icono de un corazón). (5:26 pm)
Las dos chicas se
durmieron con una sonrisa tonta en la boca. Eran felices y poseídas por
la fuerza del amor. Creían que juntas podrían con todo y las pesadillas
se quedarían al pasado. Tratarían de no mirar hacia atrás y construir
una relación solida.
**** Nota de la autora****
Espero que os guste este
capitulo. Para bien o mal, la suerte esta hechada. Me ha salido una
entrega muy larga. Ha sido una semana intensa. Escribiendo, deshaciendo
algunas cosas... no estaba muy convencida. Por fin he terminado hoy.
Me he enamorado de
Brandi Carlile :) Últimamente, sólo escucho canciones suyas. Hasta
pronto e ya me comenteareis que os ha parecido Dejemos el pasado atrás y
escribamos nuestra propia novela.
Excelente !
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro que te haya gustado!
EliminarExcelente !
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro que te haya gustado.
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