(12) Flotando en las nubes de algodón
Las dos chicas se
durmieron con una sonrisa tonta en la boca. Eran felices y poseídas por
la fuerza del amor. Creían que juntas podrían con todo y las pesadillas
se quedarían al pasado. Tratarían de no mirar hacia atrás y construir
una relación solida.
Lena se despertó antes
de qué le sonará el despertador. Bostezó. Agradeció no haber corrido la
persiana de la claraboya. El firmamento estaba precioso, teñido de un
color violeta purpura. Sonrió y volvió a bostezar. Se levanto, quería
ser puntual a la cita con Kara, su novia. Le seguía pareciendo rara
aquella etiqueta. Era algo irreal e increíble. Jamás se lo hubiera
imaginado que le ocurriera. Pero le estaba sucediendo y era tan intenso
que la sensación de estar flotando en las nubes de algodón no la
abandonaba
Se sentía incluso más
rejuvenecida. Antes se sentía más mayor, a pesar que aún estaba en la
flor de la vida. El enamoramiento era como si se te hubiera inyectado
vitaminas y te hacía ver el mundo de color de rosa. Nada le parecía
ningún tedio. Al portal de su bloque de pisos se cruzo con algunos
vecinos. Los saludo y les deseó un buen día. Algunos se sorprendieron
por su insólita alegría matinal.
Llegó puntual al barrió
Sud y emprendió su rutina diaria. Barría con ahínco para ver a Kara. El
cielo estaba resplandeciente, sin ninguna nube. Empezó a cantar el Himno
de la alegría y a dar algún que otro saltito.
Había decidido barrer
solo un lado de la calles para avanzar y haría la otra acera al regreso.
Si le iba bien, quizás lo realizará los otros días y así podría ver más
a su hijo.
Kara sólo había dormido
una hora aquella noche. Se levantó nada más despertarse. Subió al
trastero de la casa, dónde su padre había habilitado una claraboya
enorme. Habían puesto un sofá cama, algunas estanterías con libros,
juegos y un telescopio. Jeremías lo había comprado al poco de adoptarla.
Juntos intentaron localizar si existían restos de Kriptón. No vieron
nada.
Alguna vez lo volvió a intentar. Sólo veía esteroides, cometas, restos de su planeta... Sus padres terminaron convirtiéndose en polvo y quizás formasen parte del variado mobiliario estelar.
Su padre adoptivo creía el ser humano, como algo vivo, nunca se moría... Se transformaba en otra materia, ayudando a generar vida o siendo parte de la madre tierra. Su filosofía le ayudo a superar su duelo.
Corrió la persiana de la claraboya porque entraran los primeros rayos del día. El sol le ayudaba siempre a sentirse mejor y quería que Lena la viera radiante.
Se estiro en el sofá. Cerró los ojos rememorando todos los buenos momentos compartidos con Lena.
Los miedos habían menguado un poco. La barrendera le daba seguridad. Había percibido sus nervios y le parecieron muy auténticos. Incluso tembló cuando se abrazaron a la puerta de su casa.
El móvil le vibro. Lo cogió y desbloqueó. Terminaba de recibir un Washap de Álex. Lo abrió y leyó con hambruna.
Álex: Hola hermanita, me alegro mucho por ti. 😀
Tengo ganas de conocer a Lena. Por lo que me has narrado parece una mujer muy especial. (7:00 am)
Álex: Vendré para el cumpleaños de Brian. Quizás, no sea el día más idóneo para anunciar mi boda con Maggie, pero no lo puedo aplazar más. Las dos estamos muy atareadas (7:02 am)
Álex: ¡Ya me presentarás a Lena! 😉 (7:03 am)
Kara: ¡Qué guay, pillo antes que te vayas a trabajar! ¡Qué buenas noticia, a Brian le hará mucha ilusión! Su regalo perfecto de cumpleaños. (7:04 am)
Álex: Seguro que sí. Por favor, cuéntame mejor como fue a noche. (7:05 am)
Kara: Fue una velada muy romántica. Me llevo a un parque y contemplamos el firmamento. Me pareció muy honesta. Le explique mi mala vivencia con April. Fue muy comprensiva. Acordamos ir lentamente y dejar el pasado atrás. (7:07 am)
Álex: ¿Siente lo mismo hacia a ti o es una heterosexual curiosa? (7:08 am)
Kara no le sorprendió interrogatorio de su hermana. Solía ser muy protectora con sus hermanos. Y sería muy probable que cuando se la presentara le realizara un cuestionario de tercer grado. Podía llegar a ser muy intiminadora. April no aprobó su examen, pero no le hizo caso. Dudo que escribirle, no quería preocuparla.
Kara: Me ha admitido que jamás se ha sentido atraída por una chica y ha estado confusa. Cuando la abrazo tiembla y su corazón late más rápido... Presiento que me es sincera. Me ha remarcado que valora mucho la fidelidad. Tiene razón no hay garantías... (7:11 am)
Álex: Mm, por ahora mi cuñada tiene mi preautorización. Dile que se comporte como una caballera, sino iré a por ella. (7:12 am)
Kara: No la pienso asustar más. A pesar de haber sido vagabunda sus modales son muy finos. Ya sé que no tiene nada que ver y no se tiene de clasificar una persona por su profesión o pasado. (7:14 am)
Álex: ¿Y qué más sabes de ella? (7:15 am)
Kara: Me dijo que tiene un hermano. Hay que ir descubriendo la novela, si conozco el desenlace y sus recovecos no tienen misterio. ¡Por favor, deja ya de ejercer de hermana mayor por hoy! 😘
La conversación navego por otros pasajes más armoniosos. Kara se horrorizo al ver que ya eran las 7:30h. Se había olvidado de despertar a Brian. Uso su velocidad para preparar el desayuno para él y Lena. Luego se dirigió hacia el cuarto de su hermano. Por suerte ya estaba desvelado y había empezado a vestirse.
- Buenos días, hoy se te han pegado las sabanas.- Se rió de forma picarona.- Eso significa que tu cita con Lena te fue bien. ¿No tienes nada que contarme?
Kara enrojeció. Brian era un lince y lo había predicho antes que ella. Le sonrió algo tímidamente, a la vez que le arreglaba la ropa y el pelo. Solía despreocuparse por su aspecto físico. Su rostro negro claro era muy hermoso, con sus ojos de color verde-azules, algo inusual para su raza étnica. Elisa opinaba que uno de sus progenitores debía de ser blanco.
- Es muy prematuro decirlo, pero sí ayer empecé a salir con Lena.- le confesó al final. Prefirió ser prudente con él, porque no deseara que le cogiera más afecto a la barrendera por si no funcionara su relación y le doliera. Además ya había percibido que la apreciaba.
- Entiendo, poco a poco.- sentenció Brian.- Me gusta como cuñada, mucho más que April.- le reveló. Jamás se lo había comentado.
Kara le puso la mano en su pelo frondoso y se lo acaricio. Tenerlo como hermano fue uno de los mejores regalos de su destino. A veces, también fantaseaba que aparecía alguno de sus padres biológicos y lo reclamaban. Aceptaría que se fuera con ellos, sin antes rogarles poder seguir parte de su existencia. Sintió algo de tristeza, porque intuía que aquello quizás jamás sucedería. ¿Había podido sobrevivir su madre a su precariedad económica?
El sonido de la puerta del jardín abriéndose la sobresaltó un poco. Hablando con sus hermanos se habían atenuado las hormiguitas del estomago. Aún así, teniendo a Lena tan cerca, la sensación de estar flotando y de irrealidad regresó. Era un manojo de nervios.
- Brian, hoy Lena desayunara con nosotros. ¿Qué te parece?
- Genial. Aún así, no quiero estropearles vuestra segunda cita. Comeré dentro la casa y vosotras al jardín.- Le sugirió su hermano.- ¡Vamos a qué esperas en ir a recibir a tu chica!
Le abrazó fuerte, por ser tan comprensible y maduro. Entro en la cocina y rápidamente lleno una bandeja con un manjar propio de reyes. Por ganas se lo comería todo ella. Sólo faltaba un pequeño detalle, plumerías para alegrarle más el día a su barrendera.
Recordó que su vecina tenía una variante especial de aquellas flores en su salón. Se subió al ático y voló hasta el tejado de su abuelita fallecida y forzó la claraboya. A pesar de que los recuerdos le invadieron y la emocionaron, hizo un acopio de valor y arranco un par de plumerías. La flor no estaba marchita, quizás porque su madre la había regado hacia poco. Regreso a su hogar, puso las flores a la bandeja y salió al jardín.
Lena se había sentado en el diván. No paraba de mover las piernas, las cruzaba y descruzaba e iba sentándose de distintos modos. Su cuerpo delgado y escultural le fascinaba. Se había recogido el pelo azabache en una cola muy regia, como era su estilo. Le gustaba cuando se lo dejaba libre. Parecía una persona muy seria y que fuera solo ella quién la hiciera sonreír la maravillaba.
Lena se quedó anonada al ver a Kara salir cargada con una bandeja repleta de comida, que casi se le cae todo al estar andando hacia ella sin dejarla de mirarla, con sus preciosos ojos azules, tan relucientes como diamantes exóticos. Literalmente, estaba radiante a pesar de haber dormido poco. Su instinto fue levantarse y ayudarle con lo que transportaba. Chocaron sin querer y otra vez se derramo la jarra de la leche y el zumo.
Lena, sintiéndose muy torpe, trato de salvar el pan y pastas. Kara llena de vergüenza la imitó. Sus manos se rosaron y se estremecieron. La barrendera se aparto, permitiendo que la rubia dejase la bandeja encima de la mesita de jardín, de madera de color marrón.
- Lo siento.- se disculpó la morena, muy compungida. Agacho la cabeza, odiándose por haber sido tan patosa.
- No pasa nada. La culpa es mía, te veo y me derrito con tu tierna mirada.- se le acercó con determinación, le puso una mano en la barbilla obligándola a mirarla.- ¿No me das un beso?
- ¿Qué pensaran los vecinos, o tus padres si nos ven?- se separo unos metros del cuerpo de su novia. A ella le daba igual, aunque si le importaba la bendición de los Danvers. Creía que la sociedad seguía siendo muy intolerante y no quisiera que Kara fuera la comidilla de su barrió. Puede que sus recelos fuera legado de los Luthor. Familia de apariencia respetable e impoluta. Disponían de doble moral. Su lema era actuar según sus necesidades y luego maquillar sus actos depravados. ¡Qué lástima que no siguiera sus enseñanzas!
- ¡No me importa nada! Me he prometido no ocultar mi homosexualidad.- Le agarro la solapa de su uniforme de barrendera y la besó con ardor.- Siento mi vehemencia. Entiendo que soy tu primera chica y debo dejarte tiempo para que te acostumbres. Admito que yo necesite mi tiempo para aceptar mi orientación sexual y quitarme los miedos.- le sonrió a la vez que le arreglaba el pelo.
- No te preocupes. Eres una chica muy valiente. A mí me da igual. No quisiera traerte problemas.- aunque si mantuviera su apellido podría ser una provocación para su familia, pensó Lena. ¿Por qué seguía pensando en ellos? Su moralidad la había conducido al precipicio. Era su vida y la viviría a su modo. Nunca más nadie la mandaría.
Kara la abrazó y le susurró que no se preocupará tanto. Aunque le encantaba que fuera tan considerada. Se besaron nuevamente, perdiéndose en la suavidad de sus labios, en el baile sublime de sus lenguas, escuchando como las larvas que tenían en sus estómagos se convertían en mariposas y en el roce de sus cuerpos.
Un deseo que iba incrementando en Lena. Su corazón le iba a mil por hora y creía que le explotaría.
- Estás muy radiante, a pesar de haber dormido poco. Se nota que eres algo más joven que yo. Estoy horrible, con mis ojeras.- la piropeo la barrendera.
- ¡No que va! El sol me hace florecer. Y tú estás muy hermosa, debes de reír siempre.-le guiño un ojo y le acarició el rostro con infinita ternura.
- Buenos días tortolitos.- les saludo Brian, saliendo de la casa para ir a esperar el bus a la calle.
Las chicas se separaron exhaustas, algo avergonzadas. Al final, terminaron riéndose. A la barrendera le gustó la actitud de su hijo, lo trataba como algo natural. Se sentía muy orgullosa de él.
- Buenos días Brian.-le saludó, a la vez que le invitó a unirse con ellas. Kara también se lo pidió.
- Hola cuñada. ¡Me la tratas bien, eh!-le advirtió nada más llegar junto a ellas. Lena se coloreo.
- Te prometo que la trataré como una reina. Aún así, a veces puedes herir a alguien sin querer, porque somos humanos y como tal cometemos errores.- prefirió añadir Lena. A la chica rubia le gustó su respuesta. Brian quedo satisfecho y le sonrió.
- ¿Me vendréis a buscar esa tarde a la escuela? Quiero celebrar esta gran noticia. Y de paso presumiré de cuñada.- les hizo un guiño que les hizo reírse a carcajadas. Era todo un pequeño bribón.
- Hoy puedo. ¿Y tu Lena?- Kara esperaba una respuesta positiva, para disfrutar más se la compañía de la morena.
- Lo siento, como cada tarde tengo clase en la Universidad.- La mirada de su hijo se ensombreció brevemente. Le supo mal. Pero estaba más determinada que nunca en terminar la carrera, para merecer el respeto y amor de Kara.
- ¿Y no puedes hacer pila?- insistió Brian. Las dejo a las dos con la boca abierta. Aunque la periodista también se lo hubiera pedido. Desearía pasar las 24 horas del día junto a ella. Aunque sabía que aquello sería una utopía y jamás sería como su relación con April. Solían estar tan juntas, sumergidas en su mundo, que casi se distancio del resto de amistades. Fue una historia intensa y de mucha dependencia hacia su pareja. No fue extraño que la rotura le resultara tan traumática.
- No. Hay que ser responsable. Si quieres alcanzar tus sueños debes de trabajar a diario.- se justificó la barrendera. No pensaba sacrificar parcelas de su vida por nadie más. A parte, quería que su hijo la tuviera como referente.
Se escucho el claxon del bus escolar de lejos y no tardó en detenerse enfrente del jardín de los Danvers.
- Te entiendo. En esa vida no te regalan nada.- Concluyó Brian, dejándolas con la boca abierta. Se despidió y corrió hasta el bus.
- Alucino con tu hermanito.-Admitió Lena, sintiéndose profundamente orgullosa de él.
- Sí, es muy maduro por su edad. Este año hará 9 años. Por cierto, tienes mucha maña con él. ¿Te gustan los hijos? ¿Desearías ser algún día madre?
La barrendera, que no se esperaba aquella cuestión tan trascendental, casi se atraganto comiendo una tostada con mermelada de cereza. Trato de buscar la mejor respuesta. Destetaba mentirle tanto.
- No sé. Me gustan los niños. En un futuro, si tenemos una relación estable y madura nos lo podemos plantear.- su respuesta le hizo iluminar el rostro a su angelical novia.
- En eso tienes razón. Perdona, no pretendo correr.- le dio un pequeño pico. Le encanto su planteamiento.
Fueron comiendo, hablando, riéndose y robándose besos. Sin percatarse se les hizo las nueve de la mañana. Kara haría algo tarde a la firma del contrato.
Fue una gestión fácil, imprimir su firma al final fe unas hojas. No vio a Cat Gran, pero se hizo presente por sus chillidos a uno de sus redactores. Palpo la adrenalina de la oficina, la presión para que un artículo saliera a la luz y el instinto de cazador del periodista.
El jefe de personal le ofreció la mano, en modo de clausura del trato. Al salir le enseño cual sería si escritorio de trabajo. Le pareció algo pequeño, pero para empezar ya estaba bien.
Salió a la calle rebosando de felicidad. Quisiera volar y secuestrar a su pareja para compartir aquel maravilloso día. No habían quedado por la tarde, porque se tuvo que ir atribuladamente. La sorprendería en su facultad.
Alguna vez lo volvió a intentar. Sólo veía esteroides, cometas, restos de su planeta... Sus padres terminaron convirtiéndose en polvo y quizás formasen parte del variado mobiliario estelar.
Su padre adoptivo creía el ser humano, como algo vivo, nunca se moría... Se transformaba en otra materia, ayudando a generar vida o siendo parte de la madre tierra. Su filosofía le ayudo a superar su duelo.
Corrió la persiana de la claraboya porque entraran los primeros rayos del día. El sol le ayudaba siempre a sentirse mejor y quería que Lena la viera radiante.
Se estiro en el sofá. Cerró los ojos rememorando todos los buenos momentos compartidos con Lena.
Los miedos habían menguado un poco. La barrendera le daba seguridad. Había percibido sus nervios y le parecieron muy auténticos. Incluso tembló cuando se abrazaron a la puerta de su casa.
El móvil le vibro. Lo cogió y desbloqueó. Terminaba de recibir un Washap de Álex. Lo abrió y leyó con hambruna.
Álex: Hola hermanita, me alegro mucho por ti. 😀
Tengo ganas de conocer a Lena. Por lo que me has narrado parece una mujer muy especial. (7:00 am)
Álex: Vendré para el cumpleaños de Brian. Quizás, no sea el día más idóneo para anunciar mi boda con Maggie, pero no lo puedo aplazar más. Las dos estamos muy atareadas (7:02 am)
Álex: ¡Ya me presentarás a Lena! 😉 (7:03 am)
Kara: ¡Qué guay, pillo antes que te vayas a trabajar! ¡Qué buenas noticia, a Brian le hará mucha ilusión! Su regalo perfecto de cumpleaños. (7:04 am)
Álex: Seguro que sí. Por favor, cuéntame mejor como fue a noche. (7:05 am)
Kara: Fue una velada muy romántica. Me llevo a un parque y contemplamos el firmamento. Me pareció muy honesta. Le explique mi mala vivencia con April. Fue muy comprensiva. Acordamos ir lentamente y dejar el pasado atrás. (7:07 am)
Álex: ¿Siente lo mismo hacia a ti o es una heterosexual curiosa? (7:08 am)
Kara no le sorprendió interrogatorio de su hermana. Solía ser muy protectora con sus hermanos. Y sería muy probable que cuando se la presentara le realizara un cuestionario de tercer grado. Podía llegar a ser muy intiminadora. April no aprobó su examen, pero no le hizo caso. Dudo que escribirle, no quería preocuparla.
Kara: Me ha admitido que jamás se ha sentido atraída por una chica y ha estado confusa. Cuando la abrazo tiembla y su corazón late más rápido... Presiento que me es sincera. Me ha remarcado que valora mucho la fidelidad. Tiene razón no hay garantías... (7:11 am)
Álex: Mm, por ahora mi cuñada tiene mi preautorización. Dile que se comporte como una caballera, sino iré a por ella. (7:12 am)
Kara: No la pienso asustar más. A pesar de haber sido vagabunda sus modales son muy finos. Ya sé que no tiene nada que ver y no se tiene de clasificar una persona por su profesión o pasado. (7:14 am)
Álex: ¿Y qué más sabes de ella? (7:15 am)
Kara: Me dijo que tiene un hermano. Hay que ir descubriendo la novela, si conozco el desenlace y sus recovecos no tienen misterio. ¡Por favor, deja ya de ejercer de hermana mayor por hoy! 😘
La conversación navego por otros pasajes más armoniosos. Kara se horrorizo al ver que ya eran las 7:30h. Se había olvidado de despertar a Brian. Uso su velocidad para preparar el desayuno para él y Lena. Luego se dirigió hacia el cuarto de su hermano. Por suerte ya estaba desvelado y había empezado a vestirse.
- Buenos días, hoy se te han pegado las sabanas.- Se rió de forma picarona.- Eso significa que tu cita con Lena te fue bien. ¿No tienes nada que contarme?
Kara enrojeció. Brian era un lince y lo había predicho antes que ella. Le sonrió algo tímidamente, a la vez que le arreglaba la ropa y el pelo. Solía despreocuparse por su aspecto físico. Su rostro negro claro era muy hermoso, con sus ojos de color verde-azules, algo inusual para su raza étnica. Elisa opinaba que uno de sus progenitores debía de ser blanco.
- Es muy prematuro decirlo, pero sí ayer empecé a salir con Lena.- le confesó al final. Prefirió ser prudente con él, porque no deseara que le cogiera más afecto a la barrendera por si no funcionara su relación y le doliera. Además ya había percibido que la apreciaba.
- Entiendo, poco a poco.- sentenció Brian.- Me gusta como cuñada, mucho más que April.- le reveló. Jamás se lo había comentado.
Kara le puso la mano en su pelo frondoso y se lo acaricio. Tenerlo como hermano fue uno de los mejores regalos de su destino. A veces, también fantaseaba que aparecía alguno de sus padres biológicos y lo reclamaban. Aceptaría que se fuera con ellos, sin antes rogarles poder seguir parte de su existencia. Sintió algo de tristeza, porque intuía que aquello quizás jamás sucedería. ¿Había podido sobrevivir su madre a su precariedad económica?
El sonido de la puerta del jardín abriéndose la sobresaltó un poco. Hablando con sus hermanos se habían atenuado las hormiguitas del estomago. Aún así, teniendo a Lena tan cerca, la sensación de estar flotando y de irrealidad regresó. Era un manojo de nervios.
- Brian, hoy Lena desayunara con nosotros. ¿Qué te parece?
- Genial. Aún así, no quiero estropearles vuestra segunda cita. Comeré dentro la casa y vosotras al jardín.- Le sugirió su hermano.- ¡Vamos a qué esperas en ir a recibir a tu chica!
Le abrazó fuerte, por ser tan comprensible y maduro. Entro en la cocina y rápidamente lleno una bandeja con un manjar propio de reyes. Por ganas se lo comería todo ella. Sólo faltaba un pequeño detalle, plumerías para alegrarle más el día a su barrendera.
Recordó que su vecina tenía una variante especial de aquellas flores en su salón. Se subió al ático y voló hasta el tejado de su abuelita fallecida y forzó la claraboya. A pesar de que los recuerdos le invadieron y la emocionaron, hizo un acopio de valor y arranco un par de plumerías. La flor no estaba marchita, quizás porque su madre la había regado hacia poco. Regreso a su hogar, puso las flores a la bandeja y salió al jardín.
Lena se había sentado en el diván. No paraba de mover las piernas, las cruzaba y descruzaba e iba sentándose de distintos modos. Su cuerpo delgado y escultural le fascinaba. Se había recogido el pelo azabache en una cola muy regia, como era su estilo. Le gustaba cuando se lo dejaba libre. Parecía una persona muy seria y que fuera solo ella quién la hiciera sonreír la maravillaba.
Lena se quedó anonada al ver a Kara salir cargada con una bandeja repleta de comida, que casi se le cae todo al estar andando hacia ella sin dejarla de mirarla, con sus preciosos ojos azules, tan relucientes como diamantes exóticos. Literalmente, estaba radiante a pesar de haber dormido poco. Su instinto fue levantarse y ayudarle con lo que transportaba. Chocaron sin querer y otra vez se derramo la jarra de la leche y el zumo.
Lena, sintiéndose muy torpe, trato de salvar el pan y pastas. Kara llena de vergüenza la imitó. Sus manos se rosaron y se estremecieron. La barrendera se aparto, permitiendo que la rubia dejase la bandeja encima de la mesita de jardín, de madera de color marrón.
- Lo siento.- se disculpó la morena, muy compungida. Agacho la cabeza, odiándose por haber sido tan patosa.
- No pasa nada. La culpa es mía, te veo y me derrito con tu tierna mirada.- se le acercó con determinación, le puso una mano en la barbilla obligándola a mirarla.- ¿No me das un beso?
- ¿Qué pensaran los vecinos, o tus padres si nos ven?- se separo unos metros del cuerpo de su novia. A ella le daba igual, aunque si le importaba la bendición de los Danvers. Creía que la sociedad seguía siendo muy intolerante y no quisiera que Kara fuera la comidilla de su barrió. Puede que sus recelos fuera legado de los Luthor. Familia de apariencia respetable e impoluta. Disponían de doble moral. Su lema era actuar según sus necesidades y luego maquillar sus actos depravados. ¡Qué lástima que no siguiera sus enseñanzas!
- ¡No me importa nada! Me he prometido no ocultar mi homosexualidad.- Le agarro la solapa de su uniforme de barrendera y la besó con ardor.- Siento mi vehemencia. Entiendo que soy tu primera chica y debo dejarte tiempo para que te acostumbres. Admito que yo necesite mi tiempo para aceptar mi orientación sexual y quitarme los miedos.- le sonrió a la vez que le arreglaba el pelo.
- No te preocupes. Eres una chica muy valiente. A mí me da igual. No quisiera traerte problemas.- aunque si mantuviera su apellido podría ser una provocación para su familia, pensó Lena. ¿Por qué seguía pensando en ellos? Su moralidad la había conducido al precipicio. Era su vida y la viviría a su modo. Nunca más nadie la mandaría.
Kara la abrazó y le susurró que no se preocupará tanto. Aunque le encantaba que fuera tan considerada. Se besaron nuevamente, perdiéndose en la suavidad de sus labios, en el baile sublime de sus lenguas, escuchando como las larvas que tenían en sus estómagos se convertían en mariposas y en el roce de sus cuerpos.
Un deseo que iba incrementando en Lena. Su corazón le iba a mil por hora y creía que le explotaría.
- Estás muy radiante, a pesar de haber dormido poco. Se nota que eres algo más joven que yo. Estoy horrible, con mis ojeras.- la piropeo la barrendera.
- ¡No que va! El sol me hace florecer. Y tú estás muy hermosa, debes de reír siempre.-le guiño un ojo y le acarició el rostro con infinita ternura.
- Buenos días tortolitos.- les saludo Brian, saliendo de la casa para ir a esperar el bus a la calle.
Las chicas se separaron exhaustas, algo avergonzadas. Al final, terminaron riéndose. A la barrendera le gustó la actitud de su hijo, lo trataba como algo natural. Se sentía muy orgullosa de él.
- Buenos días Brian.-le saludó, a la vez que le invitó a unirse con ellas. Kara también se lo pidió.
- Hola cuñada. ¡Me la tratas bien, eh!-le advirtió nada más llegar junto a ellas. Lena se coloreo.
- Te prometo que la trataré como una reina. Aún así, a veces puedes herir a alguien sin querer, porque somos humanos y como tal cometemos errores.- prefirió añadir Lena. A la chica rubia le gustó su respuesta. Brian quedo satisfecho y le sonrió.
- ¿Me vendréis a buscar esa tarde a la escuela? Quiero celebrar esta gran noticia. Y de paso presumiré de cuñada.- les hizo un guiño que les hizo reírse a carcajadas. Era todo un pequeño bribón.
- Hoy puedo. ¿Y tu Lena?- Kara esperaba una respuesta positiva, para disfrutar más se la compañía de la morena.
- Lo siento, como cada tarde tengo clase en la Universidad.- La mirada de su hijo se ensombreció brevemente. Le supo mal. Pero estaba más determinada que nunca en terminar la carrera, para merecer el respeto y amor de Kara.
- ¿Y no puedes hacer pila?- insistió Brian. Las dejo a las dos con la boca abierta. Aunque la periodista también se lo hubiera pedido. Desearía pasar las 24 horas del día junto a ella. Aunque sabía que aquello sería una utopía y jamás sería como su relación con April. Solían estar tan juntas, sumergidas en su mundo, que casi se distancio del resto de amistades. Fue una historia intensa y de mucha dependencia hacia su pareja. No fue extraño que la rotura le resultara tan traumática.
- No. Hay que ser responsable. Si quieres alcanzar tus sueños debes de trabajar a diario.- se justificó la barrendera. No pensaba sacrificar parcelas de su vida por nadie más. A parte, quería que su hijo la tuviera como referente.
Se escucho el claxon del bus escolar de lejos y no tardó en detenerse enfrente del jardín de los Danvers.
- Te entiendo. En esa vida no te regalan nada.- Concluyó Brian, dejándolas con la boca abierta. Se despidió y corrió hasta el bus.
- Alucino con tu hermanito.-Admitió Lena, sintiéndose profundamente orgullosa de él.
- Sí, es muy maduro por su edad. Este año hará 9 años. Por cierto, tienes mucha maña con él. ¿Te gustan los hijos? ¿Desearías ser algún día madre?
La barrendera, que no se esperaba aquella cuestión tan trascendental, casi se atraganto comiendo una tostada con mermelada de cereza. Trato de buscar la mejor respuesta. Destetaba mentirle tanto.
- No sé. Me gustan los niños. En un futuro, si tenemos una relación estable y madura nos lo podemos plantear.- su respuesta le hizo iluminar el rostro a su angelical novia.
- En eso tienes razón. Perdona, no pretendo correr.- le dio un pequeño pico. Le encanto su planteamiento.
Fueron comiendo, hablando, riéndose y robándose besos. Sin percatarse se les hizo las nueve de la mañana. Kara haría algo tarde a la firma del contrato.
Fue una gestión fácil, imprimir su firma al final fe unas hojas. No vio a Cat Gran, pero se hizo presente por sus chillidos a uno de sus redactores. Palpo la adrenalina de la oficina, la presión para que un artículo saliera a la luz y el instinto de cazador del periodista.
El jefe de personal le ofreció la mano, en modo de clausura del trato. Al salir le enseño cual sería si escritorio de trabajo. Le pareció algo pequeño, pero para empezar ya estaba bien.
Salió a la calle rebosando de felicidad. Quisiera volar y secuestrar a su pareja para compartir aquel maravilloso día. No habían quedado por la tarde, porque se tuvo que ir atribuladamente. La sorprendería en su facultad.
Cogió el móvil y vio que su amiga Elisa, o Eli, la había llamado. Marco opción marcar número y no tardo en responderle.
- Hola Kara. ¿Cómo te va por Nathional City?
- Hola. Genial. Trabajaré por CatCot, el diario más importante de la ciudad.- le comentó muy entusiasta.- ¿Y tú qué me cuentas?
- Voy haciendo, a ver si puedo acceder a la televisión estatal pronto. ¡Te veo muy feliz!- hizo una breve pausa, como si le costará comunicarle algo. La chica rubia intuyó que había contactado con ella por medición de su ex. Solía manipular a su amiga común por sus egoístas propósitos.
- ¿Dime, qué quiere ahora April? Ha acudido a ti, porque no le devuelvo ni cojo las llamadas.-empezaba a cansarse de aquella historia. ¿Qué más querían los Cesar de ella? Se había apartado de sus vidas y por fin rehacía su vida de veras. Se merecía un respiro.
- Esta muy deprimida. Se ha percatado que vas en serio, que es una rotura definitiva. No lo digiere. Me preocupa. ¿No podrías hablar con ella?- le suplicó al final. Fue como si tirasen un jarro de agua fría por encima.
- ¿De qué serviría, para darle falsas esperanzas?- se negó Kara. No pretendía ser insensible. Su ex le importaba, pero no se quería arrastrar por ella nunca más. Debía de madurar y asumir sus decisiones.- A parte, he empezado a salir con otra chica. No sé si funcionará. Pero de entrada me ofrece más garantías y es mucho más honesta que April. Y sí, desde hace tiempo me siento feliz y de nuevo ilusionada.- le confesó al final.
- Por eso estas tan pletórica.-se detuvo un momento y suspiro. Le estaba costando proseguir con la conversación. Seguramente su amiga la había presionado para que la convenciera.:- ¿De verdad, que la has olvidado en tan sólo nueve meses? Vuestro amor ha sido muy intenso.
- Nunca la borrare de mis recuerdos, fue mi primer amor. Pero no será el último ni único.- Le remarcó con vehemencia. Se heló en sentirse y Eli enmudeció.
- Entiendo. De todos modos llámala y dejádselo claro. ¡Estoy harta de estar en medio de las dos!- fue su momento más auténtico y se lo agradeció.
Se despidieron apresuradamente, no disimulando su incomodidad. Kara la disculpo, era amiga de April desde su infancia y esta podía ser tremendamente dramática. La cabeza le rodaba y no le apetecía llamarla. Deambulo sin rumbo y termino en el extremo norte de su barrió. Vio de lejos a Lena barriendo. La observo desde lejos, sin atreverse a captar su atención. Necesitaba estar sola. Se giro y huyo.
Temía llamar a su ex y que su voz melosa y seductora la confundieran. Minutos más tarde, vio que no podía aplazar más la llamada. Sería como una prueba, para comprobar que el pasado estaba ya clausurado.
April no tardo en responderle. Su voz resplandecía de jovialidad, sin ningún atisbo de reproche o escena melodramática. Le desarmó un poco. Aquella era la chica positiva y alegre que la enamoro.
- Ansiaba hablar contigo, para decirte que si regresas junto a mí dejaré a Lex y desafiaré a mi padre.- Kara no supo que decirle. Meses atrás la hubiera creído ciegamente y corrido a su lado. Se percato que ya le era igual lo que hiciera con su vida.- ¿Qué me dices?- su tono de voz fue algo hostil. Odiaba la incertidumbre, no controlar la situación.
- Lo siento April. Te llamaba para revelarte, antes de qué te enteres por la Eli, que estoy saliendo con una chica. Vamos en serio, aunque es todo muy prematuro.- le confesó al final. Sus manos estaban sudadas y algo temblorosas. Le dolía lapidar así su relación.
- ¡Qué rápido que pasas página! No me creo que alguna vez me quisieras.- sus palabras hirientes le dolieron. - No me des más motivos para certificar que dejarte fue lo mejor opción.- no evito decirle. No quería caer en su juego de provocaciones.
- ¿Y bien como se llama mi sustituta? Seguramente es una bollera camionera.- su forma despectiva de referirse a su pareja le causo náuseas.
- No te importa. Será mejor que lo dejemos aquí. Deseo que la suerte te sonrisa y si sigues con Lex que seas feliz. Adiós.
- Perdona que no te desee nada, porque no me late. Me has roto el corazón en mil pedazos. Espero que sea hasta nunca.- y colgó. Dejó a Kara bloqueada y con casi una parada cardíaca. ¿Por qué las roturas eran tan indigestas?
Alucinaba con personajes con April, que atribuían a los otros las culpas de sus errores e infelicidades.
Pensó en Lena y los ojos se le iluminaron nuevamente. La llamada a su ex había sido necesaria y decisiva.
Conecto los datos de su móvil, esperando encontrar un WhatsApp de ella. No hallo ninguno. Eran las dos del medio día. Comprendió que solía ir muy atareada en aquella franja horaria. No le escribió nada para no asfixiarla ni parecerle un pulpo, o demasiado controladora.
De hecho Lena iba con retraso y debía de estar a la universidad a las tres aquel día. Terminó de barrer a las 2:30 pm. Cerró el carro de trabajo y se dirigió a la universidad. Había sido previsora y se había llevado con ella el maletín para asistir a clases.
Por el camino se compró un bocata de chorizo. Había poca gente por las calles. Mujeres atribuladas, niños junto a sus madres dando saltitos o berreando, solitarios sumergidos en su mundo interno y muchos con el móvil en la mano enganchados en las redes sociales o llamando a aquel alguien muy especial en sus rutinarias existencias. Los humanos suelen ser hormiguitas de costumbres, seguidoras de tendencias y a la vez variados.
El amor le hacía leer su mundo y entorno de forma más optimista. Algo que le acojonaba un poco. No evito recordar la época que estuvo enamoradísima de Nicolás. La sensación adictiva. Quería dejar de flotar en las nubes de algodón y no idiotizarse en nombre del amor idílico.
Mejor abrazarse al realismo existencial. Su felicidad estaría siempre colgando de un filo hiló, por activa y pasiva. Las relaciones eran entidades vivientes e influenciables por los flujos estacionales. Y las mentiras quizás algún día la atraparían en una encrucijada sin retorno.
A terminar de comer revisó el móvil. Extrañó un mensaje de su ángel. Dudó de ser ella quién rompiera el silencio. Los dedos cobraron vida propia, haciendo lo que se espera de una pareja, preocuparse por ella y compartir el devenir existencial. ¿Se acostumbraría a sus nuevas circunstancias, en tener de dar cuentas de su existencia? ¿Donde empezaba a desdoblarse su entidad individual hacía la de nosotras? Era inevitable que se fuera creando un microcosmos exclusivo por ellas, como un pequeño paraíso de confortabilidad.
- Hola. Genial. Trabajaré por CatCot, el diario más importante de la ciudad.- le comentó muy entusiasta.- ¿Y tú qué me cuentas?
- Voy haciendo, a ver si puedo acceder a la televisión estatal pronto. ¡Te veo muy feliz!- hizo una breve pausa, como si le costará comunicarle algo. La chica rubia intuyó que había contactado con ella por medición de su ex. Solía manipular a su amiga común por sus egoístas propósitos.
- ¿Dime, qué quiere ahora April? Ha acudido a ti, porque no le devuelvo ni cojo las llamadas.-empezaba a cansarse de aquella historia. ¿Qué más querían los Cesar de ella? Se había apartado de sus vidas y por fin rehacía su vida de veras. Se merecía un respiro.
- Esta muy deprimida. Se ha percatado que vas en serio, que es una rotura definitiva. No lo digiere. Me preocupa. ¿No podrías hablar con ella?- le suplicó al final. Fue como si tirasen un jarro de agua fría por encima.
- ¿De qué serviría, para darle falsas esperanzas?- se negó Kara. No pretendía ser insensible. Su ex le importaba, pero no se quería arrastrar por ella nunca más. Debía de madurar y asumir sus decisiones.- A parte, he empezado a salir con otra chica. No sé si funcionará. Pero de entrada me ofrece más garantías y es mucho más honesta que April. Y sí, desde hace tiempo me siento feliz y de nuevo ilusionada.- le confesó al final.
- Por eso estas tan pletórica.-se detuvo un momento y suspiro. Le estaba costando proseguir con la conversación. Seguramente su amiga la había presionado para que la convenciera.:- ¿De verdad, que la has olvidado en tan sólo nueve meses? Vuestro amor ha sido muy intenso.
- Nunca la borrare de mis recuerdos, fue mi primer amor. Pero no será el último ni único.- Le remarcó con vehemencia. Se heló en sentirse y Eli enmudeció.
- Entiendo. De todos modos llámala y dejádselo claro. ¡Estoy harta de estar en medio de las dos!- fue su momento más auténtico y se lo agradeció.
Se despidieron apresuradamente, no disimulando su incomodidad. Kara la disculpo, era amiga de April desde su infancia y esta podía ser tremendamente dramática. La cabeza le rodaba y no le apetecía llamarla. Deambulo sin rumbo y termino en el extremo norte de su barrió. Vio de lejos a Lena barriendo. La observo desde lejos, sin atreverse a captar su atención. Necesitaba estar sola. Se giro y huyo.
Temía llamar a su ex y que su voz melosa y seductora la confundieran. Minutos más tarde, vio que no podía aplazar más la llamada. Sería como una prueba, para comprobar que el pasado estaba ya clausurado.
April no tardo en responderle. Su voz resplandecía de jovialidad, sin ningún atisbo de reproche o escena melodramática. Le desarmó un poco. Aquella era la chica positiva y alegre que la enamoro.
- Ansiaba hablar contigo, para decirte que si regresas junto a mí dejaré a Lex y desafiaré a mi padre.- Kara no supo que decirle. Meses atrás la hubiera creído ciegamente y corrido a su lado. Se percato que ya le era igual lo que hiciera con su vida.- ¿Qué me dices?- su tono de voz fue algo hostil. Odiaba la incertidumbre, no controlar la situación.
- Lo siento April. Te llamaba para revelarte, antes de qué te enteres por la Eli, que estoy saliendo con una chica. Vamos en serio, aunque es todo muy prematuro.- le confesó al final. Sus manos estaban sudadas y algo temblorosas. Le dolía lapidar así su relación.
- ¡Qué rápido que pasas página! No me creo que alguna vez me quisieras.- sus palabras hirientes le dolieron. - No me des más motivos para certificar que dejarte fue lo mejor opción.- no evito decirle. No quería caer en su juego de provocaciones.
- ¿Y bien como se llama mi sustituta? Seguramente es una bollera camionera.- su forma despectiva de referirse a su pareja le causo náuseas.
- No te importa. Será mejor que lo dejemos aquí. Deseo que la suerte te sonrisa y si sigues con Lex que seas feliz. Adiós.
- Perdona que no te desee nada, porque no me late. Me has roto el corazón en mil pedazos. Espero que sea hasta nunca.- y colgó. Dejó a Kara bloqueada y con casi una parada cardíaca. ¿Por qué las roturas eran tan indigestas?
Alucinaba con personajes con April, que atribuían a los otros las culpas de sus errores e infelicidades.
Pensó en Lena y los ojos se le iluminaron nuevamente. La llamada a su ex había sido necesaria y decisiva.
Conecto los datos de su móvil, esperando encontrar un WhatsApp de ella. No hallo ninguno. Eran las dos del medio día. Comprendió que solía ir muy atareada en aquella franja horaria. No le escribió nada para no asfixiarla ni parecerle un pulpo, o demasiado controladora.
De hecho Lena iba con retraso y debía de estar a la universidad a las tres aquel día. Terminó de barrer a las 2:30 pm. Cerró el carro de trabajo y se dirigió a la universidad. Había sido previsora y se había llevado con ella el maletín para asistir a clases.
Por el camino se compró un bocata de chorizo. Había poca gente por las calles. Mujeres atribuladas, niños junto a sus madres dando saltitos o berreando, solitarios sumergidos en su mundo interno y muchos con el móvil en la mano enganchados en las redes sociales o llamando a aquel alguien muy especial en sus rutinarias existencias. Los humanos suelen ser hormiguitas de costumbres, seguidoras de tendencias y a la vez variados.
El amor le hacía leer su mundo y entorno de forma más optimista. Algo que le acojonaba un poco. No evito recordar la época que estuvo enamoradísima de Nicolás. La sensación adictiva. Quería dejar de flotar en las nubes de algodón y no idiotizarse en nombre del amor idílico.
Mejor abrazarse al realismo existencial. Su felicidad estaría siempre colgando de un filo hiló, por activa y pasiva. Las relaciones eran entidades vivientes e influenciables por los flujos estacionales. Y las mentiras quizás algún día la atraparían en una encrucijada sin retorno.
A terminar de comer revisó el móvil. Extrañó un mensaje de su ángel. Dudó de ser ella quién rompiera el silencio. Los dedos cobraron vida propia, haciendo lo que se espera de una pareja, preocuparse por ella y compartir el devenir existencial. ¿Se acostumbraría a sus nuevas circunstancias, en tener de dar cuentas de su existencia? ¿Donde empezaba a desdoblarse su entidad individual hacía la de nosotras? Era inevitable que se fuera creando un microcosmos exclusivo por ellas, como un pequeño paraíso de confortabilidad.
Había aprendido a
depender sólo de ella. En Nova York, sumergida en una profunda depresión
y viciándose al alcohol, la soledad era su mejor aliada. Su carácter se
agrieto más, llegando a desconfiar de todo ser humano que se le
acercará. Puede que fuera su estado de embriaguez, pero llego a
confundir realidad con la ficción. Hasta que un atardecer, otra
vagabunda le permitió compartir su pequeño espacio urbano. Dormía en la
entrada de un banco, encima de cartones. Solían guardarle aquel rincón.
Era una mujer afable y no había caído en la tentación de la bebida.
Humilde y serena. Así era su amiga Flora. Le dio una sacudida fuerte en
su deriva existencial. Fueron una extraña pareja, la mayor y joven.
Podrían haber sido madre e hija.
Empezó a depender de su
amiga. Pero esta era muy amante de la libertad y despreciaba las
relaciones de dependencia. Por eso le enseñó a valerse por sí sola,
potenció su autoestima y lucho para que abandonase su victimismo,
dejando de culparse por sus elecciones pasadas, asumiéndolas. La soledad
le peso menos. La muerte de Flora, inesperada y prematura, fue un
pequeño bache en su nueva trayectoria vital. Sobrevivió, conservando un
poco de sobriedad en su ser y sin necesidad de afecto. Había vuelto a
adorar el mundo y lo maravilloso que podía ser la vida.
Kara había aterrizado de
forma inesperada en su existencia, para ponerla otra vez patas arriba.
Solían decir que el amor llamaba a tu morada cuando menos te lo esperas,
y así había sido en su caso. Quería formar parte de su vida, sin
anularse mutuamente, y construyendo un proyecto vital común.
Lena llegó al aula a las
tres y diez. La primera asignatura de la tarde era Administración de
empresas II, con el profesor Max Lord. Sería el primer día que se verían
después de su desliz. Había temido aquel momento. Por suerte, Winn se
había sentado en la última fila del aula y le seguía reservando asiento a
su lado. Se sentó junto a él y le sonrió. A su amigo no se le escapo
que estaba vibrante de amor.
- Ayer hiciste pila.- le dijo en tono socarrón. La chica morena se coloreó.- Deduzco que tienes novedades para compartir.
La barrendera iba a
responderle, pero en aquel instante llegó el maestro. El ruido ambiental
se atenuó y varias chicas se le quedaron mirándolo con la boca abierta.
Sintió lastima por ellas, si la vieran con sus ojos su entusiasmo se
marchitaría. Aunque siempre habría quién se valoraría poco y vendería su
alma por tener sexo con él.
Hizo el mismo ritual de
siempre. Una vez que dejaba su maletín encima del escritorio de la
tarima, sacaba el lápiz de memoria, lo introducía en el ordenador, lo
ponía en marcha y terminaba mirando su público. Sus ojos carbón estaban
serios y exploraron minuciosamente a sus alumnos. Se detuvo cuando
localizó a Lena, que no se había quitado la parta superior de su
uniforme de trabajo. Arrugo las pestañas, no disimulando algo de
despreció y horror. La hizo sentir algo sucia. No dijo nada. Dio inició a
la lección de aquel día.
Hacia un cuarto que la
clase se había iniciado cuando el móvil de Lena cantó la llegada de
varios WhatsApp. No solía recibir mensajes, por eso no lo ponía en modo
avión o en vibración. Corrió en cogerlo para silenciarlo. Aparentemente
sólo le había captado la atención a su amigo. No pudo contener el
impulso de mirar quién le había escrito. Kara, por fin, la había
respondido. Se rió de felicidad, fue algo instintivo y le envió de nuevo
encima de las nubes de algodón. Abrió su ventana y leyó.
Kara: "Bien, gracias.
¿Cuándo se terminan tus clases? Tengo ganas de verte, me parece un
sueño que tu e yo estemos juntas. Hoy necesito muchos mimos. 3:20 pm"
Se entristeció, algo le
había sucedido. Su chica era muy sensible, aunque aparentaba tener mucho
temple. Fue incapaz de no escribirle nada, ni que fuera un icono. No
obstante, la voz severa de Max casi hace que el móvil le cayera al
suelo.
- ¡Señorita Serenety,
quiere qué le requise el móvil! Recuerde que estamos en la universidad,
no en una clase de parvularios. Y otra cosa, no son formas de acudir a
la aula con el uniforme de trabajo.- su mirada era ruda y desafiante. Se
quedo brevemente sin respiración y cerró el celular. Jamás nadie la
había humillado tanto.- Si se cree tan sabia, exponga las últimas
tendencias en las empresas.
Lena miro de reojo a su
amigo, sin saber que responderle. Intuía, que por más que fuera
brillante, él sabría distorsionar su discurso o hallarle cualquier
defecto. Winn garabateó algo en sus apuntes. Le recordó el tema de la
anterior semana. Y decidió exponerle lo que recordaba. Por el contrario
que esperaba, Max pareció algo conforme.
- Espero que siga
prestando atención, pronto habrán los exámenes semestrales. Suelo ser
muy exigente. Aprovecho ahora para anunciarles que deberán de elaborar
un trabajo, que va a constituir el 40% de la nota global. Antes de
terminar la clase os facilitaré las bases. ¡No admitiré ninguna otra
interrupción! Y prestad atención, no repetiré nada de lo que diga.- les
advirtió.
El aula se sumergió en
un pesado silencio. Algunos compañeros se giraron para mirarla con
reproche. Lena les mantuvo la mirada, sabiendo que muchos de ellos
estaban siendo falsos. No había sido la primera, ni la única, en
consultar sus celulares durante las horas lectivas. Intento concentrarse
en la clase y no dar más la nota.
Max seguía hablando y
hablando, moviéndose por la tarima del ponente. Incluso, anduvo entre
las mesas de sus alumnos. Se fijó que les sonreía a algunas alumnas.
Unas se sonrojaban y las más audaces le devolvían el gesto. A Lena le
provocó más bien náuseas. Odiaba a las personas que se aprovechaban de
las relaciones desiguales y del poder que ostentaban.
Una vez se detuvo
enfrente de ella. Lo percibió y prefirió no mirarlo. No quería ofrecerle
el placer de verla intimidada. No resto mucho tiempo observándola. Una
vez se alejo, se relajó. Ya aquel día supo que el Sr Lord haría todo lo
posible por fastidiarla. Su rechazo le había afectado a su ego de macho.
La clase se estaba
haciendo eterna. A unos diez minutos de finalizar, el profesor les
expuso el trabajo y las directrices debían de seguir. Formato, número de
páginas máximas y mínimas, temática, y lo que puntuaría más. Parecía
ser muy exigente. Les repartió las normas en una hoja de papel, cuando
llegó a la mesa de la barrendera no evitó decirle.
- Señorita Serenety aplicase, sus notas dan mucho para desear. - su advertencia la heló. Prefirió no replicar.
- ¿Por cierto, no nos ha dicho si el trabajo es individual o puede ser en grupo?- le preguntó Winn.
- Individual.- respondió
sin titubear. Algunos protestaron. La mayoría de asignaturas se les
permitía hacer los trabajos con otros alumnos, y solía ser poco habitual
su propuesta. A parte, estaban en un punto del semestre que ya tenían
de hacer varios trabajos y más faltaba otro.- ¡Un título universitario
no se gana tan fácilmente, así que no quiero escuchar ninguna otra
queja! Recordad, que la puntuación del trabajo será el 40% de la nota
global de la asignatura.
En esa ocasión, se gano
un tumulto de quejas a media voz. Él paso olímpicamente de todos ellos y
se fue como si nada. La clase había sido muy tensa y Lena estaba
indignadísima. Despreciándose por haberlo besado el domingo pasado.
- ¡Ojo con Max, se ha pasado un huevo!- exclamó su amigo. Lena no respondió, estaba como bloqueada.- ¿Estás bien?
- Por mi culpa os he fastidiado a todos.- hablo al final.- Todo este teatro es porque le rechace.
- ¡No querida, él no debía de haberte besado! Se supone que es mayor y debe de saber sus límites.
Sus palabras lograron
animarla. Aún así en su interior había un volcán de ira, que amenazaba
explosionar. Barajó la opción de acudir a su despacho e intentar debatir
de forma adulta. No pensaba tolerarle ningún otro comportamiento
despectivo y depravador. Se lo comunicó a Winn, y lo desaprobó.
- Lena, debes de tratar
tranquilizarte. Quiere provocarte para que pierdas los papeles y afecte a
tu expediente académico. Calma y observar. Si prosigue con su
comportamiento y te asecha lo denuncias.- le sugirió.- Te reitero mi
ayuda. Y es más, estoy dispuesto a colar una cámara en clase para que
grave sus actuaciones.- le contó que le fascinaba la tecnología y la
informática. Estuvo a punto de estudiar ingeniería informática, pero al
final se decidió por las ciencias empresariales. Una vez terminada se
formaría más, para crear su empresa con tintes tecnológicos. La
experiencia le enseño que para ganarse mejor la vida, debía de tener un
espíritu más comercial.
- Muchas gracias. Es lo
más sensato.- su disgusto descendió de intensidad. No debía de
preocuparse antes de tiempo. La llegada del siguiente profesor, el de
innovación, puso puntos suspensivos al conflicto.
Winn, algo aborrecido por el poco dinamismo del profesor, le escribió algo en un folio inmaculado: "¿Y dime, tienes novedades en tu vida sentimental? Te brillan los ojos. :)"
Lena le dibujo el rostro de Kara y ella, rodeadas de corazones de todos
tamaños. Le salió jodidamente romántico. Le devolvió la hoja y él al
verlo no contuvo una sonrisa picará. Volvió a anotarle algo: "Me alegro. Te sienta bien el amor, te ha hecho florecer. Ya me la presentarás. " Tras leerlo, le hizo un guiño.
Recordó que debía de contestarle el mensaje a Kara. Una vez que se termino la segunda clase, encendió el móvil y se fue a refugiarse a los servicios. Clico a su foto de perfil de WhatsApp, su rostro risueño y alegre le tranquilizaba. No veía ninguna maldad en su rostro, era pura poesía y ternura. Busco la opción copiar foto y se la puso como imagen de fondo de pantalla del móvil.
Una parte de ella no le
apetecía verla. Estaba cansada y desmoralizada. Su ira se había
atenuado. Aún así, su yo antiguo le invitaba a encerrarse a su pequeña
morada. Se había acostumbrado a tragarse todo lo negativo que le
ocurría, lo masticaba, lo digería hasta que lo expulsará de encima. Todo
terminaba concluyendo y los problemas, en apariencia más grande y
complejos, siempre tenían solución.
Su nueva yo, la que
había descubierto la chica rubia, la hacía romper sus rutinarios hábitos
y descubrir un nuevo mundo. Había hecho renacer la adolescente que una
vez fue y quedó lapida prematuramente. Por eso, le contesto informándola
de la hora que estaría libre.
Lena: ¿Quedamos a las siete y cuarto a la puerta de la universidad? (5:15 pm)
Lena: Damos un pequeño paseo. Tampoco quiero trasnochar mucho. ¡Estoy cansadísima! (5:16 pm)
Lamentó su última frase.
Por eso añadió un icono alegre. No quería que pensase que era una
quejica. Espero unos minutos más, deseando leer su respuesta. Al final,
desistió. Entró en el aula silenciosamente, pues ya había empezado la
penúltima asignatura. No le dio tiempo a comprobar si la había escrito,
hasta finalizar la última materia del día.
Se puso el abrigo y la
bolsa con los apuntes. Mientras salía del aula conecto los datos del
móvil. Winn se despidió de algunos compañeros y la siguió. Kara le había
enviado una foto junto a Brian, saludándole. Sin duda era la mejor
forma de terminar el día, observando al ser que más quería en el mundo
feliz. Andaba tan absorta que casi choco con Max Lord. Lo evito su
amigo, que la cogió del hombro fuerte.
- ¡Otra vez Señorita Serenety, a ver si vigila más!- le espeto con rabia.
- No sea tan dramático
hombre, no ha pasado nada.- ironizo el chico, alucinando por su
susceptibilidad. La barrendera, para ahogar el fuego, le cogió por la
espalda para dirigirse hacia las escaleras. Y bajaron a la calle
corriendo, como si les persiguiera alguien. Se giraron, para comprobar
si el borde de Max los había seguido. Al ver que no, empezaron a reírse a
carcajadas.
- Gracias por tu
amistad.- lo abrazó brevemente agradecida. Al separarse vio a Kara
observándola con el rostro serio. Iba sola y lucia preciosa, con un
abrigo azul marino claro y el vestido de color caqui. Una medias negras
le hacían lucir mejor sus piernas delgadas. Pensó que debía de estar
cohibida. Pidió a Winn que le acompañara para presentarle a su pareja.
- Hola Kara.- la saludó,
a la vez que le paso el brazo derecho a la espalda y se la acarició. La
percibió algo tensa y mantuvo el contacto.
-Hola.- dijo secamente
la periodista. La miro algo desconcertada, sin disimular su
desconfianza. Lena estaba algo perpleja, creyendo que había cometido un
crimen imperdonable.
- Te presento a mi
amigo, Winn Scott.- le presento de inmediato, tratando de no comerse la
cabeza.- Y ella es mi pareja, Kara Danvers.
El rostro de la chica
rubia se destenso. Se separo un poco de la morena y le dio dos besos al
chico moreno y con un rostro angelical. En breves segundos pareció
viajar al pasado, cuando April tonteaba con chicos sólo para aparentar
ser heterosexual. Ella se quedaba segundo plano, como un objeto
fácilmente reemplazable. O como un ser insignificante e infinitamente
tolerante.
Hablaron poco, quizás
porque el chico palpo la incomodidad de la rubia. Rechazo la invitación
de ir juntos a tomar algo en la cafetería Flor de Loto. Se marcho y las
invadió un hondo silencio. Lena estaba algo irritada por su
comportamiento. Kara avergonzada por su ataque de celos y haberla
comparada con su ex, agacho la cabeza y las lágrimas destellaron en sus
ojos azules. Le susurro un ahogado lo siento.
La barrendera la abrazó y
la meció. Cerró los ojos, enternecida por su sensibilidad. Su enfado
desapareció. Abrió los ojos y se topo con la mirada venenosa de Max. Lo
ignoro. No tardo en romper el contacto visual e irse para su automóvil.
De forma instintiva, se separó de su novia y le cogió de la mano. Sin
importarle lo que los otros pensarán o si podía provocar más a su
profesor.
- Vamos en el parque del campus universitario para hablar, ¿te parece bien?- le propuso.
- Sí, te debo una
justificación.- admitió la chica rubia. Sus ojos estaban algo rojos por
el llanto. Agarrarse a la mano de Lena la reconfortaba.
Anduvieron unos 300
metros, sumergidas en un reparador silencio. El parque estaba vació.
Escogieron un rincón más alejado de la calle. Se sentaron manteniendo
las manos entrelazadas. Las dos estaban cohibidas, sin atreverse a
hablar. Lena solo le latió besarla y no reprimió su impulso. Los labios
de Kara estaban como adormecidos, pero no tardaron en reaccionar. Seguía
odiándose por su torpeza y sólo necesitaba verbalizarle todo lo que le
atormentaba. Se separo e hico acopio de todo su valor.
- Lena, gracias por tu
paciencia y comprensión. Te debo de parecer un ogro.- y se rió. La
morena se limito a acariciarle el rostro y a negárselo con gestos.:- Te
he visto a abrazada a tu amigo y he revivido mi pasado. Mi ex estuvo
gran parte de nuestra relación negando que estuviera enamorada de una
mujer. Fingía tontear y salir con chicos para aparentar ser
heterosexual. Le tolere muchos desplantes, sólo porque la amaba. Los
celos me carcomían por dentro y ella siempre supo mantenerme enganchada a
sus anhelos. Ha sido verte, y evocarme a mi antigua pareja. He
reaccionado de forma desproporcionada, porque no quiero pasar por lo
mismo. ¡Me niego!- no pudo evitar ser beligerante. La barrendera, la
comprendió y la abrazó.- Perdona por haberte comparado con ella.
- Te entiendo. Debemos
de aprender a confiar la una con la otra.- por dentro empezó a nacer un
profundo odio hacia su ex, si la conociera le daría un par de tuertas
por haberla dañado tanto. Se acordó de Nicolás, que también fue un
maestro manipulándola. ¿La habría querido alguna vez? Fue la primera
persona que la convirtió en un simple objeto fácilmente comerciable.-
Puede que por mi historial de heterosexual te sientes insegura. Pero
créeme cuando te digo que me gustas y quiero apostar por nuestra
relación. Mira, en mi corta vida sólo he tenido una única relación. Un
chico me tubo loca, hasta rompí con mi familia por estar con él. Al
final resulto que para él fui sólo un trofeo y jamás me quiso. Esa
decepción me ha marcado mucho.
- ¿De verdad qué, hasta
ahora, no has salido con nadie más? ¿Ni ninguna aventura de fin de
semana?- no evito preguntarle Kara. Le parecía inhóspito que una belleza
como ella no hubiera tenido infinitas opciones de aparejarse.
- ¡No!- se reafirmo, de
forma contundente.- Llegué a la conclusión que el amor está
sobrevalorado, como el sexo. No quise padecer más.
- ¿Pero nadie te ha
gustado tampoco?- imaginarse el desierto de afecto con el cual había
convivido su pareja le horrorizaba. Sabía que tenía una parte algo
arisca, la cual la alejaba y provocaba cierto rechazo. A pesar, que con
ella se había mostrado con un ser sabio, sensible y comprensible.
- Mujer, siempre ha
habido alguien que me ha movido el piso.-le dijo usando un poco la
picardía.- De todos modos, la mayoría de personas suelen ser
superficiales. En la época que fui vagabunda deje de cuidarme. Odiaba
ser bella y que sólo los hombres se fijaran en mi aspecto. Sólo Flora,
mi amiga y mentora, me tiro alguna vez los trastos. ¡Qué lástima que no
me atrajera! Era la mejor persona que he conocido.- sus ojos se nublaron
llenos de emoción y nostalgia.
- No mandamos en nuestro
corazón. Yo hubiera debido de pasar de mi ex mucho antes y no haberle
dado tantas oportunidades. Me ha dejando como herencia una profunda
inseguridad.- concluyó Kara.
- Cierto. Como dijimos
ayer, debemos de ir poco a poco. No nos conocemos, a pesar de qué te
siento tan próxima, como si estuviéramos conectadas. Cada una debe de
vencer sus propios fantasmas. Ante todo no debemos precipitarnos con
rápidas interpretaciones, o hacer juicios ligeros, y comunicarnos.- Su
propuesta era madura y era el único sendero que debía discurrir su
relación.
- Sabes, eres
maravillosa. Otra persona ya me habría tirado la artillería pesada por
encima.- se rió y apoyo la cabeza en su hombro derecho.- Puede que haya
estado más susceptible porque hoy he hablado con mi ex.- le narró todos
los detalles y sensaciones que le invadieron. Lena se tensó, pero no la
interrumpió ni expreso disconformidad por ello.- Le he dejado claro que
tengo pareja. En más de felicitarme, me ha maldecido y ha culpado de su
propia infelicidad. ¡Qué forma de terminar nuestra historia!
- Eso te demuestra que
has hecho bien de haber roto con ella.- la aplaudió y le beso el
pómulo.- ¡Por favor, deja de sentirte culpable! Le das aún demasiado
poder, permitiéndole que sus palabras te afecten.
- Para variar tienes
razón.- le cogió las piernas, obligándola a girarse y asentarse en su
falda. La abrazó y beso. Se perdieron entre sus labios, en las nubes de
algodón que se subían siempre que estaban juntas. Se separaban y se
miraban a los ojos. Se abrasaban y adormecían escuchando sus corazones
bateando como música celestial. Sólo el hambre canina de Kara las hizo
aterrar al planeta Tierra.
- ¿Vamos a cenar?- le
propuso. Lena se la quedó mirando, algo indecisa. Le aparto el pelo de
su rostro, y se entretuvo dibujándole corazoncitos en sus sienes. Le
hacía un poco reparo seguir paseándose con el sucio y sudado mono de
trabajo.
- De acuerdo. ¿Qué te
parece si te invito a cenar a mi ático?- le planteo al final. Quizás era
una propuesta audaz. Temía parecerle una recatada, por eso añadió:- No
tengo segundas intenciones, sólo porque conozcas mí pequeño mundo. Soy
una persona sencilla y no me gustan las ostentaciones.
- ¡Mm, no disimules!-
ironizó Kara, sólo para hacerla ruborizar. Volvieron a besarse
brevemente. Y sin separarse de su rostro añadió con un tinte lascivo,
algo impropio de ella:- Te deseo tanto, que te arrancaría ahora mismo la
ropa.- Lena como respuesta la beso con ardor, reflejo de la intensa
pasión que leía por todo el cuerpo de su novia. ¿Sentía lo mismo ella?
¿Le excitaba la perspectiva de acariciarle cada milímetro de su piel,
verla desnuda, y si sus cuerpos se rosaran? Hasta ahora sólo dejaba que
todo fluyera y le encantaba sentirse viva entre sus brazos y sus besos.
- ¡Mm, eres toda una leona!
- ¡No que va! Sólo me
ocurre contigo, me enloqueces.- saco importancia Kara, para no
incomodarla más. Se frenó. Le debía dar espacio para que fuese
asimilando sus sentimientos y sensaciones.- ¿Por cierto, qué tal tu día?
- Todo bien, hasta que
mi profesor de Administración de empresas, me ha regañado por usar el
móvil. Intuyó que su mala leche conmigo se debe porque lo rechace este
fin de semana. Fue él con quién me bese. ¡Qué estúpida fui!- se paro y
la observó cómo un perro apaleado. No quería provocarle más
inseguridades.- Se presento en la cafetería Flor de Lis, ese domingo
pasado. Estaba allí con Winn y se nos añadió. Iba de profesor moderno,
nuevo en la ciudad y enrollado. No me atraía, pero estaba tan confundida
que permití que acompañara a casa. Antes de despedirnos, me beso. Me
sirvió para darme cuenta de mis sentimientos. ¡Te lo juro Kara, no hay
nada entre nosotros!
- Tranquila, te creó.- le sonrió y la abrazó.- Gracias por explicármelo mejor. ¡Ten cuidado, parece que un ser algo vengativo!
- Sí, eso parece. Me
inquita mucho y leo tanto desprecio en su mirada. Me da asco su
arrogancia y vanidad.- no disimuló su rabia. Y más se encendía cuanto
más lo pensaba.
- ¡Ya verás que se le pasará el cabreó!
- Winn piensa igual. Se
le acude cada idea de bombero.- y le narró todas las ideas que le había
expuesto para detener sus ofensivas de macho herido. Se rieron un rato.-
He tenido suerte de conocerlos a los dos.
- ¿Me deberé de poner celosa otra vez?- dijo de broma Kara. Se gano una colleja.
- No tienes motivos. Mi amigo es gay.- le beso para acallarla.- ¿Vamos para mi casa?
- Sí.- dijo a la vez que se levantaba.
Casi una hora más tarde
llegaron al pequeño ático de Lena. Era un barrió dormitorio, con
bastantes bloques de pisos nuevos y reformados. El que vivía la
barrendera había sido construido al 2013, al final del boom
inmobiliario.
Su decoración era
minimalista y funcional. Nada más entrar veías la sala estar y la
cocina. Era un espacio luminoso, gracias a las grandes ventanas. Al
estar a la esquina del edificio a los dos lados había visibilidad.
Disponía de una pequeña terraza. Des de la cual podía observar la ciudad
de Nathional City y probablemente por el día se debería de ver el
extrarradio del territorio. Había sólo una hamaca. Le sorprendió ver un
par de plantas algo sobrias.
- Soy mala con las
flores. Me duele si se me mueren o se marchitan. Por eso tengo plantas
que solo necesitan poco agua.- admitió Lena. En parte era metafórico.
Simpatizaba con las que sabían sobrevivir con poco agua, soportaban el
exceso de sol o al intenso frió. Le recordaba su trayectoria vital. No
se lo comento, por no parecerle masoquista.
Entraron en el interior.
Le enseño el pequeño baño, con el plato de ducha para una sola persona y
el wáter. Realmente era una caja de cerillas. La última habitación,
separada del salón comedor mediante una puerta, era su dormitorio. Le
dio algo de vergüenza enseñársela, pues no había tenido tiempo de hacer
la cama. La ropa del día anterior estaba tirada por el suelo.
Las paredes eran
blancas, igual que las del resto del apartamiento. Llevaba impreso su
carácter sobrio y práctico. Le extraño no ver ninguna foto de nadie,
como si no tuviera familia. Regresaron a la sala.
- ¿Qué te apetece para cenar? ¿Comida china, piza...? Llamo en un momento.- le propuso Lena.
- ¿No tienes nada en la nevera y lo preparamos en un periquete?- le sugirió.
- Tengo poco. Debería
haber ido a comprar antes de venir.- pero siempre que estaban juntas
perdía la noción del tiempo.- ¿Llamó?
- Vamos a hacer una cosa, déjamelo en mis manos. Te vas a duchar y relájate.- paso los brazos en su cuello y la beso.
Lena la obedeció y se
quedo sola. Lo primero que atraco fue la nevera, la cual hacia pena.
Sólo había una ampolla de leche, un trozo de queso y dos yogures. Uso
sus rayos láser para explorar los armarios. Ni una migaja de pan. Había
pasta y arroz para cocinar. Lo mejor sería ir a comprar algo. Se acordó
que en la quinta avenida solían haber tiendas que cerraban a media
noche. Además, había muchas callejuelas oscuras, ideales para volar y
aterrar en ellas sin captar la atención. Sin pensarlo salió a la terraza
y voló hasta allí.
Compró pan, ensalada y
algo de fruta. Y en un suspiro se presento en el piso de Lena. Preparo
rápidamente la cena, usando sus superpoderes. Una vez terminó, abrió la
puerta y toco el timbre. Para fingir que había comprado la comida.
Le dio tiempo para
estudiar más su apartamento. Las paredes estaban muy vacías. Sólo había
un cuadro. Un retrato de una mujer de unos cincuenta años, realizado con
lápiz de carbón. El artista había sabido captar su luz, su mirada era
tan cálida que te reconfortaba observarla. En una estantería había
algunos libros. Algunos eran tratados filosóficos, algún manual de
ajedrez y clásicos de la literatura.
Se fijo que había un
pequeño escritorio, en el lado de la terraza. Estaba muy desordenado.
Por curiosidad se dirigió a él. A parte de haber apuntes de su carrera,
le capto la atención varios dibujos. No evito coger las láminas y
curiosear. Todos ellos eran retratos de personas, entre ellas había
varias imágenes de ella. En todas ellas se la veía radiante y feliz. En
un dibujo salía junto a Brian saliendo del cine. En otro sólo su
hermano, sentado en un banco del parque central de su barrio, con pose
de adulto. Lena dibujaba muy bien.
Su pareja salió del
cuarto de baño ya vestida. Se había puesto un fino camisón de color
morado. Llevaba el pelo suelto y algo despeinado. Estaba muy sexy. No se
contuvo y se le acercó. La beso y le dio besos en la oreja y el cuello.
Usaba un jabón muy suave y que olía como las plumerías. Sus manos
descendieron hacia sus pechos y se los acarició por encima del fino
camisón. Percibió que su cuerpo estaba excitado y reacciono rápidamente a
sus caricias. Lena gimió un poco. Kara se detuvo, consciente que si
seguía no podría pararse.
- Estás muy hermosa. Si corro demasiado me lo dices.- le suplico. Quería que su primera vez fuera especial.
- De acuerdo. Por ahora
estoy muy cómoda y redescubriendo mi cuerpo. Tu forma de tocarme, tan
sublime, me hace sentir sensaciones nuevas. Tenía una visión distinta
del sexo, no le creía algo tan excepcional. Con mi ex era sólo meter y
saca su viril miembro. Soy una de tantas mujeres que jamás ha tenido un
orgasmo.
- Me haces sentir
especial.- y se rió, sus pómulos estaban algo rojos.- Me encanta ser tu
despertar sexual.- se besaron brevemente y se fueron a cenar.- Por
cierto, he visto tus dibujos. Eres una auténtica artista. Sabes, Brian
también dibuja muy bien.
- ¿Así? Ya me enseñareis sus dibujos.
- Pronto será su
cumpleaños y cuando vengas a celebrarlo te los enseñará. Lleva los
tuyos, le encantará verlos.- le sugirió Kara.
Terminaron de cenar y
tras de recoger la mesa encendieron el televisor. Lena no la encendía
mucho, le aborrecía. A parte, su familia salía mucho en las noticias o
en las crónicas de alta sociedad. Verlos le seguía poniendo de mal
humor.
- ¿Miramos si hacen una
película corta? - propuso la periodista. La veía algo cansada y no
quería robarle más tiempo de descanso.
- Me parece genial.-
leyeron la programación y se decidieron por Con Faldas y a loco del
1959. Ambas la habían visto, pero conservaban buenos recuerdos. Se
rieron a carcajadas.- Creo que como los clásicos no hay nada.- opinó al
terminar el film.
- Opino igual. A parte,
se han hecho tantas películas que se les ha terminado las ideas.-Kara no
evito mirar la hora que era.- Ya son la una de la noche. Hora de irme.
- ¿Por qué no te quedas a
dormir?- le sugirió Lena acocándosele peligrosamente. Se detuvo muy
cerca de sus dulces labios.- Es muy tarde y no me gusta que vayas sola
por la calle. Y me encantaría despertar a tu lado.
- Mm, no sé...- rompió
un poco más la distancia y hizo un acopio de besarla. Solo fue un leve
roce. Sus narices se rozaron y se movieron a la vez. Incluso aquel
simple contacto las estremeció.- Por ganas sí. Pero será mejor que me
vaya. Quiero que nuestra primera vez sea especial, que suene música
celestial y haya una gentil luna llena, para que ilumine tu precioso
rostro.
- ¡Qué romántica eres! Me encanta. Comparto tu plan. Aún así, quédate a dormir.- le insistió.
- No. A parte, recuerda
ir poco a poco. No quiero romper la magia demasiado pronto.- se mantuvo
firme, por eso la beso brevemente y se levanto.- Mañana nos vemos a la
hora de siempre, en nuestro rincón del jardín. Y no te preocupes, mi
padre me enseño a defenderme de los posibles agresores.
La barrendera lo acepto.
La acompaño a la puerta y se besaron. Antes de qué se fuera, tubo el
impulso de regalarle uno de sus dibujos. Escogió el que salía con a
Brian. Fue su forma de agradecerle todo que hacía por su hijo.
- ¡Oh, qué bonito!
Muchas gracias.- la beso y se abrazaron.- Eres un extraño ser, una flor
silvestre, como una anomalía temporal que me intriga y me trastoca. Eres
como el viento que me impulsa a ser más intrépida.
- ¡Y tú todo una poetisa!- volvieron a unir sus cuerpos y sus labios se buscaron.
- No quiero irme aún.- le confesó Kara con la respiración entre cortada.
- Pues no te vayas...
- No quiero ser débil.-
se separo un poco de ella y le cogió por el cuello. La miro fijamente.-
Te planteo una cita que no podrás rechazar, ir este fin de semana
nuestra casa de campo. No hay luz ni contaminación atmosférica. Sólo
estaremos rodeas de la luz de la luna y del inmenso firmamento.
- No sé... Tengo mucho
trabajo que realizar.- dijo muy seria la morena, sólo para pincharla.
Nunca pondría a segundo plano a su pareja. Eran importantes los estudios
y profesión, pero lo era mucho más la persona con la cual deseaba
compartir el resto de su vida. No se lo dijo, porque era aún muy
prematuro y había visto que el fantasma de su ex seguía muy arelado en
su corazón.
- ¡Vamos mujer! Te
llevas la materia a estudiar y durante el día aprovechas. Seré
respetuosa, te cocinaré y te ayudaré encantada. Y te advierto que soy
muy disciplinada. Puedo ser peor que tus profesores.- su forma de
decirlo, le robo otra sonrisa.- Incluso, tendrás tiempo para dar un
paseo por las maravillas de la naturaleza. ¿Qué dices?
- Una propuesta demasiado irresistible para negarme.- sentenció su respuesta con un beso.
- Perfecto. ¡Ahora sí, me voy! Hasta mañana. Buenas noches.
- Hasta mañana. Buenas
noches mi dulce dama.- se separaron y Kara se fue. Lena se quedo parada
en la puerta, aún con la sonrisa tonta en los labios. En definitiva, el
amor idiotizaba. No había marcha hacia atrás, había caído en su red sin
remedio.
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