(5) ¿Y cuál es la verdad?
En esta ocasión no se
cerró la luz. De repente, la pared izquierda empezó a moverse
verticalmente y se oculto en la parte superior del techo. Apareció un
pequeño cuarto de baño, con un sanitario, pequeño limpia manos y una
ducha. No me pareció tan claustrofóbico.
Quizás, alguien pagaría
por tener una oportunidad de cambiar su destino. Pero yo no, vendría el
alma al demonio para regresar al uno de octubre y actuar distinto. ¿Qué
ocurrió aquella noche?
Recuerdo que mi padre
andaba muy nervioso, porque algunas inversiones no estaban dando frutos y
algunas de nuestras empresas estaban teniendo perdidas. La crisis nos
había castigado de lo lindo. Era cuestión de cerrar filiales, apostar
por los negocios con más perspectiva de futuro. No disponíamos mucho
capital para clausurar bien las empresas y poner a flote a otras. Para
nosotros los trabajadores eran muy valiosos y se merecían un despido
digno, junto a un justo finiquito. Por eso, mi padre estaba muy
preocupado y se planteo hallar un socio capitalista.
Tras explorar el
universo financiero de Nathional City. Jeremías decidió apostar por la
familia Arias, que hacía casi quince años que se había trasladado a
vivir a Metrópolis. Estaba muy ilusionado por el proyecto, que aparte de
sanar la empresa, recuperaría una amistad que se había enfriado. No
había ocurrido nada entre ellos, no obstante se habían distanciado con
el cambio de ciudad. No recordaba mucho sobre ellos porqué se fueron
cuando tenía 9 años. Creo que sólo tenían una hija, también adoptada
como yo. Me gustaba jugar con ella, me divertían sus travesuras y
alegría. Sentí un poco de hueco cuando dejamos de vernos. Creo que ni la
reconocería cuando la viese.
Mi padre me delego que
realizará los primeros contactos con ellos. Mi secretaria me consiguió
una reunión a Metrópolis para el 2 de Octubre, con un representante de
las empresas Arias. Me extraño mucho.
- ¿Y su hija Samanta, como esta? ¿Trabaja con ellos?- le pregunté a mi padre, llena de curiosidad.
- Eso te quería
explicar, mejor no preguntes por ella. Murió hace un par de años, debido
de una sobredosis de cocaína. Se sienten muy culpables por no haberla
sabido criarla mejor. Siempre fue una chica muy rebelde, con una
tendencia innata a los conflictos. Incluso, tuvieron de llevarla a un
correccional en la adolescencia y estuvo también en cárcel por haber
agredido a alguien.
- Pobre.-Me sentí un
poco triste por su desenlace. Me parecía una niña distinta, inquieta,
desinhibida y audaz. Debo de admitirme que fue mi primer amor platónico,
algo prematuro quizás.
- En parte, por eso creo
que pueden ser los socios ideales.- Me sonrió pícaramente. No me gusto
su comentario. A veces su ambición me desconcertaba.
Preparamos nuestra
propuesta de asociación y nos fuimos para nuestras respectivas casas. No
compartía piso con mi prometido. Se lo había propuesto, pero no quiso.
Alego que mi familia podría encontrarlo irrespetuoso. No lo compartía,
pero se lo respete. Sólo los fines de semana Mike se quedaba a dormir
conmigo.
Me encantaba poder disponer de mi espacio y alejarme de mi padre unas horas al día. Trabajar juntos ya era cansino. Nuestra relación era buena. No obstante, era una persona muy posesiva y me exigía mucho.
Me encantaba poder disponer de mi espacio y alejarme de mi padre unas horas al día. Trabajar juntos ya era cansino. Nuestra relación era buena. No obstante, era una persona muy posesiva y me exigía mucho.
Por el camino del hogar
llame a mi pareja y me comento que se terminaba de tomar una bebida con
un amigo, y se iba para su apartamento. Estuvimos un poco melosos. Me
hubiera gustado quedar con él y cenar.
- Será mejor que no,
mañana tienes de madrugar para viajar a Metrópolis.- Se justifico,
aunque me pareció una excusa para no admitirme que no le apetecía verme.
- De verdad, sólo será cenar.- Inquirí secamente, un poco harta de que fuera tan formal y frio a veces.
- Lo siento cariño,
también me siento muy cansado hoy. Prefiero verte este viernes y el fin
de semana. No quiero ser el culpable de verte ojerosa.- Imprimió un poco
de humor a su discurso. Preferí no replicarle. Aún debía de prepararme
la maleta y ya acusaba el cansancio semanal.
Llegue a mi piso y me
concentre en escoger la ropa. Ya no recuerdo nada más. ¿Me llamó
alguien? ¿Me visito alguien? Por más que trate de recordar, solo me veo
realizando tareas por casa.
El sonido de la puerta
abrirse me sustrae de mis cavilaciones. Levanto la cabeza y veo quién ha
entrado. Lena vuelve a estar ante mí y le acompaña un robot de mediano
tamaño. Reconozco el modelo, un GVS con chip empático fabricado por
nuestras empresas. Hemos trabajado en robótica desde hace unos diez
años.
- Anda si lo hemos
creado nosotros.- No evito comunicarle. Le sonrió. La máquina me
devuelve el gesto, con su sonrisa artificial.
- Ya ve, aquí nos
nutrimos de la mejor tecnología mundial.- Me informa mi instructora,
mirándome con sus preciosos cristalinos alegres.- Por cierto, se llama
Isis.
-Encantada Isis.
- Igualmente Kara. Seré
tu asistente personal hasta que te recuperes y guía en la sección tres.
Te he traigo ropa nueva. Después de qué transmita una información, te
hare un chequeo completo. Es necesario valorar tu estado físico y
nutritivo. Ya te ha informado la Señora Luthor que te espera un intenso
entrenamiento, tanto físico como mental.
- Entendido.- Me sentí orgullosa de nuestro producto estrella.
- Antes de qué Isis proceda, debo de preguntarle algo. ¿Está usted preparada para saber la verdad?- me desafió seria.
- Sí.- Respondí un poco dubitativa. Temía comprobar que no era un sueño.
- Pues proceda
camarada.- Le ordeno al eficiente robot. El cual cerró la luz, abrió la
lente proyectora de su frontal y empezó a retransmitir un video de mala
calidad. Probablemente realizado con el móvil de la chica que chillaba
tan histéricamente, y por eso la imagen no era nítida y se movía.
Me vi en una habitación grande de hotel, llena de furia encima de Mike. Bueno, sólo se veía mi espalda y pelo rubio. Mi mano derecha sujetaba un cuchillo enorme, de cocina, y se lo iba clavándole en distintas partes de su cuerpo. Era raro que pudiera dañarlo. Tampoco parecía defenderse mucho. A parte, jamás me he considerado una persona fuerte físicamente. Quizás, mi cuchillada inicial fue mortífera, porque no lo veía lógico. Francamente, era raro.
Me vi en una habitación grande de hotel, llena de furia encima de Mike. Bueno, sólo se veía mi espalda y pelo rubio. Mi mano derecha sujetaba un cuchillo enorme, de cocina, y se lo iba clavándole en distintas partes de su cuerpo. Era raro que pudiera dañarlo. Tampoco parecía defenderse mucho. A parte, jamás me he considerado una persona fuerte físicamente. Quizás, mi cuchillada inicial fue mortífera, porque no lo veía lógico. Francamente, era raro.
No me reconocí tampoco
en el video. Nunca antes había tenido ningún otro comportamiento
parecido. ¡Por Dios, la asesina estaba como poseída por la rabia, muy
enloquecida!
Mi pareja dejo de
moverse y se calló. La rubia, aún con el cuchillo en la mano, se giro y
empalidecí. Me reconocí. No había duda era yo, con el rostro sucio de
mil gotas de sangre. Se me erizo la piel. Mis ojos se inundaron de
lágrimas y me tape los ojos.
- La verdad duele, ¿no?-
me susurro Lena a quemarropa. No fui capaz de responderle. Sólo me
quería morir. Sentí sus fuertes brazos rodearme y sosteniendo mi débil
cuerpo. Su calidez y olor corporal me anestesio.
- ¿Y cuál es la verdad
última?- filosofo Isis, rompiendo el mágico momento entre nosotras.-
Mike era un hijo de puta que robo cantidad ingesta de dinero de vuestra
empresa y te era inf0iel. Para él eras una mina de oro.
Aquella revelación me
paralizó. Otra bomba que debía de encajar. No me lo creía. Pero la
eficiente máquina me lo demostró en sucesivas exposiciones de documentos
y fotografías. El muy cabrón supo robarnos de lo lindo. Y tuvo la gran
idea de ponerme de cabeza de turco. Mi familia me odiaría eternamente
porque los desvíos de capital iban a mi nombre.
- ¡Dios mío, qué cabrón!
Debo de llamar a mi familia, deben de saber que no soy culpable...- Lo
necesitaba realizar imperiosamente.
- Recuerda, que para
ellos está usted muerta. Y así debe de seguir.- Me remarcó con
vehemencia Lena. La mire de forma asesina. ¿De verdad creía que me
quedaría impasible ante aquella injusticia?
Sí, las pruebas eran
claras e incuestionables. Pero seguía considerando aquella historia
irreal. ¿Alguien me podía explicar cómo supe todo aquello? Nunca había
sospechado que mi pareja nos robaba. Estaba feliz en mi piso
preparándome para viajar a Metrópolis. ¿Qué ocurrió? ¿Me visitó alguien?
- ¡Por favor, créeme yo no lo hice! ¡Quizás, alguien me drogo!- le sugerí a mi ángel de la guarda.
- No es mi tarea juzgarle. Debe de aceptar la realidad. Tiene la oportunidad de seguir viva, sin mirar atrás. Aprovéchalo.
- Os demostraré que soy inocente.- Le prometí.
- Sí le ayuda a seguir
en pie, para mi puede invertir su tiempo a lo que le plazca. Le dejo en
manos de Isis. Una vez esté lista empezaremos con el entrenamiento.- Se
giro y se fue. Volvió a ser la caballera de la armadura dorada
indestructible.
- Lo siento Kara.
Respeto a Lena, más vale que la obedezca, no te conviene hacerla
enfadar.- Me advirtió mi nueva amiga, la única que parecía entenderme.
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