(18) Decisiones cruciales (I)
El mes de Abril termino y
llego el fin de semana que debían de viajar con Brian a New York, para
disfrutar de la feria del dibujo y del cómico. Aunque, a última hora
salieron varios imprevistos y hicieron tambalear aquella odisea, que
tanta ilusión le hacía a Lena. Para ella las personas más importantes de
su vida, eran Brian y Kara. A los cuales siempre querría, incluso si se
tuviera de apartar de su lado por motivos mayores.
Había decisiones que
dolían de tomarlas, por las consecuencias que conllevan. ¿Nos enseñan a
tomar buenas decisiones? ¿Las tomamos con el corazón o usando la razón?
Todos debemos de posicionarnos en varias fases de nuestra existencia. Ha
que jugar, si estudiar una carrera o aprender un oficio, pasar al mundo
laboral sin más, si quedarse o irse de casa, si aceptar propuestas de
estabilidad afectiva... Todo ello va configurando nuestra vida. Muchas
de ellas pueden ser determinantes para nuestra felicidad y plenitud como
seres humanos.
No vale quejarse del
destino, porque a la última instancia, la mayoría de veces, podemos
escoger nosotros. Eso si no hay alguna entidad externa, infinitamente
poderosa, que nos impida hacerlo. En todo caso, la historia de Kara y
Lena ya había empezado a escribirse y teóricamente tenían claros sus
sentimientos. ¿Lo qué les unía sería tan fuerte y podrían sobrevivir a
un bombardeo de incertezas?
A veces, no puedes
escaparte de tomar determinadas decisiones que pueden cambiar totalmente
el rumbo de tu existencia. Es resignarse, perder o evolucionar.
Un día antes del viaje a New York. Oficinas de CatCot.
Kara estaba pletórica
terminando un artículo urgente. Ansiaba que ya fuera mañana, para irse
para New York. No había ido nunca a esa ciudad y sería maravilloso
perderse en ella junto a su hermanito y pareja. Lena le insistió a
cambiar de alojamiento y reservo una suite en un hotel de cuatro
estrellas. Algo ostentoso por su gusto y se pelearon un poco por ello.
La pequeña discusión económica ceso con un ataque de risa, la barrendera
podía ser muy convincente.
- No te preocupes por el
dinero, tengo un as a mi favor. Sigo disponiendo de acciones del hotel
Serenety. No son muchas, aún asi me puedo permitir un poco de lujo.- Se
rió con picardía. No le gustaba exhibir sus recursos financieros, pero
deseaba lo mejor por sus seres queridos. Antes no pudo ofrecerle lo
mejor a su hijo y ahora podía compensárselo regalándole un fin de semana
de cuento de hadas.
- No deberías derrochar
el dinero por mí.-Le remarco cariñosamente. Era consciente de que su
pareja se sentía un poco acomplejada por su trayectoria vital. Le
gustaba su sencillez y humildad, pero debería creer más en sus
potencialidades.
- ¿Y por qué no? Eres un
ser maravilloso y te mereces que se te mime. Sera divertido, el hotel
dispone de Spa y te irá bien para relajarte. Además a Brian le encanta
el agua.- Iba a añadir que cuando era un bebe se ponía muy feliz y
juguetón siempre que lo bañaba. Por suerte se contuvo. Por bien de todos
deberían de acostumbrarse a ser su cuñada predilecta.
- Mira, mirado así te acepto el detalle. Cat Grant me estresa.- Era cierto.
Su jefa era un nervio,
incapaz de cogerse minutos para desconectar. Lo peor, no solía respetar
los horarios de sus trabajadores. Creía que uno siempre debía de estar
dispuesto a cazar la mejor noticia del día. Por eso, el jueves antes de
su viaje no le sorprendió que la hiciera entrar a su despacho. Eran las
siete de la tarde y había quedado con Lena para imprimir los billetes de
avión, preparar la maleta de Brian y ayudarle con los deberes.
- Enhorabuena Señorita
Danvers, sus últimos artículos han sido excelentes.- Era raro que le
alabara tanto, pues siempre era muy exigente y nunca cumplías sus
baremos de perfección.- Por cierto, este fin de semana le espero en la
redacción.
- ¿No se acuerda de que le pedí fiesta para esos días?- le cuestiono Kara con una cara de descoloque total.
- ¡Lo lamento, dudo que
pueda tomarse esas pequeñas vacaciones!- Uso un tono de voz muy hostil.
Odiaba que sus empleados le replicaran. A los más audaces les señalaba
la puerta de su imperio.- Me debe la entrevista a Lex Luthor. ¿Sigue sin
contactar con su amiga?
- No lo he creído
adecuado. No he visto ningún comunicado oficial que vengan a Nathional
City.- Se defendió la chica rubia. Por dentro temblaba, viéndose
impotente ante su jefa tan soberbia.
- ¡No son excusas! La creía más ambiciosa...
- Me sabe mal Señora
Grant, para mi es mucho más importante mi familia y pareja.-Se lo
comunico con mucha convicción. Su jefa se la quedo mirando, algo
impactada por su firmeza. El teléfono sonó y fue un pequeño milagro del
destino. Fue una conversación breve, que no le dio tiempo en atenuar su
decisión.
- ¿Iba a New York?- le
pregunto nada más colgar el teléfono. Kara se toco las gafas, incomoda y
nerviosa por los cambios de humor de la famosa periodista. La gente
solía acordarse sólo de lo que más le convenía.
- Sí. Y si me disculpa
tengo de terminar el artículo de hoy. Luego, si desea renuncio a mi
puesto.- Estaba muy enfadada. No creía que los jefes debían de disponer
de sus empleados a sus antojos.
- ¡Tiene usted carácter, no me lo pensaba!
- Lo siento, no quería
ofenderla.- se sonrojo un poco, no era su estilo ser tan directa. Y más
ante personas que la intimidaban, como sucedía con aquella mujer mayor.
- Aunque, le parezca
contradictorio, me gustan las personas que no se dejen pisar. Por eso,
no le aceptaré su dimisión. Aún así, espero que me obedezca. Recuerde
que el periodista siempre debe de estar al pie del cañón.- Se debía de
admitir que era muy persuasiva y consiguió suavizar su enfado.- Puede ir
a New York, sólo con la única condición de que entreviste a Lex Luthor y
April Cesar. Ese fin de semana estarán allí.
Kara enmudeció, fue
incapaz de protestar. Se bloqueo. No le gustaba mezclar tiempo de ocio e
intimo con el laboral. Pero aquello iba más allá, su presente chocando
con su pasado. Temía ver a su ex. Fue alguien que amo mucho y siempre
creyó que sería el amor de su vida. A pesar, de estar bien con Lena y
poseía la estabilidad que le negó April, no pudo evitar sucumbir al
reino de la duda. ¿Sentiría lo mismo cuando la vería? Siempre que la
miraba y la sonreía se olvidaba de todos sus desplantes. Tantas veces
había cedido a su voluntad, gracias a su enorme poder de seducción y
manipulación.
Acepto porque era asumir
aquel reto o quedarse sin trabajo. Sólo serían unas horas de tortura,
que superaría con éxito porque amaba a su barrendera. Iba a salir del
despacho, cuando la secretaria de Cat entro para informar que una chica
morena, que se había presentado como su pareja, la estaba esperando a
fuera. La chica rubia se sonrojó.
- ¡Aunque no me gusta
que mis empleados reciban visitas, ya puede salir! Después de todo se ha
ganado un trozo del cielo, por soportar mi mal carácter.- Ironizó Cat.
Se levantó, le acompaño la puerta y no evito espiar a la novia de su
empleada estrella.
Lena se estaba esperando
enfrente del escritorio de la secretaria de dirección. Lucia un abrigo
rojo y un vestido negro. Se había recogido el pelo en un moño y
maquillado un poco. Estaba muy elegante y resplandeciente. Reflejaba
mucha calidez en su mirada e infundía confianza y seriedad. Había
empezado a realizar prácticas en una empresa farmacéutica y estaba muy
motivada.
Kara la miro fascinada,
por ganas le hubiera comido a besos. Se le acercó, sintiéndose tímida al
percibir que estaba siendo observada por su superiora. Su pareja
percibiendo su incomodidad y entendiendo la situación, no hizo ningún
ademan de besarla, aunque también se moría de las ganas. La cogió
tiernamente del brazo y deseo buenas tardes a los espectadores.
- Siento irrumpir en tu
trabajo, pero habíamos quedado y al ver que tardabas...- se disculpo la
morena.- ¿Tienes trabajo? Si quieres imprimo los billetes o estoy con
Brian.- Se ofreció. Otras veces, había ido a buscar a su hijo a la
escuela y lo había ayudado con los deberes. Se le iban muy bien aquellos
menesteres. Estaban construyendo una relación muy entrañable.
- Hola, soy Cat Grant la
responsable de tener a Kara retenida en las oficinas aún.- Se presentó
la periodista, a la vez que le daba la mano. Le había gustado la pareja
de su empleada y le resultaba algo familiar.
- Lena Serenety, un
placer. Por cierto, me gusto mucho el artículo que escribió sobre
Florence Serenety.- No evito felicitarla. Jamás olvidaría su gesto. Fue
deliciosa con los detalles de la vida de su amiga, sin caer en la
morbosidad.
- Ninguna vida es banal y creo que fue una gran mujer. ¿Por cierto, tú eres una sobrina suya?
- Fue mi amiga, a la
cual siempre deberé mucho. Oficialmente, soy su viuda.- Reconoció Lena
sin titubear.- Por eso quizás le suene. Kara le paso un brazo en la
espalda para darle apoyo, sabiendo que era un tema dedicado aún por
ella.
- Entiendo. ¿Aún tienes a todo el clan Serenety enfadado?
- Llegamos a un acuerdo, como tienen todo el control de las empresas y cadena de hoteles ya están en paz.
- Me alegro por ti. Las
herencias suelen ser un quebradero de cabeza. Ha fragmentado a más de
una familia. Entendí que Florence quisiera huir de aquel mundo, lleno de
falsedades y de postín.- Comento Cat, disimulando un sentimiento que la
estaba atenazando por dentro desde que conoció a Kara. Le gustaba su
empleada, un ser muy luminoso. Desencajaba con la mayoría de chicas que
había conocido. Y al verla, muy bien agarrada con aquella mujer tan
imponente y tan feliz a su lado, le dolía en el alma.- ¡Vayan a festejar
el atardecer!
- ¿Seguro?- le cuestiono la chica rubia, temiéndose una posterior represalia de ella.
- ¡Ya me escuchado!- le
remarco su jefa, fingiendo una severidad que le era difícil de mantener
cuando la tenía enfrente. No había querido fastidiarle el fin de semana,
pero sus deseos más recónditos le hacían ser más cruel con ella. A
parte, solía exigir mucho a sus empleados. Creí que el auténtico
periodista, vocacional, siempre debía de estar dispuesto a realizar el
artículo del año. Lex Luthor prometía ser una gran personalidad en el
país, pronto adquiría mayor poder y sería alguien muy codiciado. Quería
ser la primera en pintar la profundidad de sus entrañas, seguramente muy
complejas.
Kara arreglo su
escritorio, mientras su pareja hablaba con su jefa. Se sintió afortunada
y llena. Le fastidiaba tener de sacrificar un poco su fin de semana y
no dedicarles el tiempo que se merecían. Aún así, era mil veces mejor
poder ir a New York, que quedarse a Nathional City. Estaba segura que
Lena lo comprendería. Recogió su maletín de trabajo, su portátil y
bolsa. Se acercó a las dos mujeres que seguían hablando de la alta
sociedad de Manhattan.
- No lo ocultare nunca,
fui vagabunda.- Le confesó Lena en aquellos instantes. La mujer mayor
cerró los ojos, admirada por su valentía.
- ¡No hace falta que me cuentes tu vida!- le corto Cat, fingiendo desinterés. Los celos le estaban carcomiendo por dentro.
- ¿Nos vamos?- intervino la joven periodista, algo incomoda por el escrutinio de su superiora.
- Sí, mejor.- le agradeció su pareja, sintiéndose algo molesta por los comentarios mordaces de la Señora Grant.
Se despidieron y
salieron de la redacción. Kara le conto que le había surgido trabajo por
aquel fin de semana. Lena se paralizó cuando escucho que debía de
entrevistar al heredero Luthor.
- ¡A mí también me da
rabia!- exclamo rápidamente, interpretando su silencio.- Deberé de estar
todo el tiempo pendiente de cuándo podrá recibirme y luego escribir el
articulo para publicarlo pronto.- No se atrevió a confesarle que estaría
en contacto con su ex. Se mordió la lengua, por rabia y desprecio hacia
sí misma. ¿Por qué estaba siendo tan cobarde? Simplemente, cedía a la
amenaza de su ex suegro, prohibido nombrar a su hija y la relación que
las unió. Tampoco era mala persona y deseaba que April fuera feliz.
- Al menos no tendremos
de suspender el viaje.- La consoló su novia, que hacía un acopio de
todas sus fuerzas para que no se le notará que le hacía pánico
reencontrarse con su hermano.- Mientras trabajas, estaré pendiente de
Brian. Iremos a la feria, a los talleres que le hagan ilusión y nos
encontramos cuando puedas. También tendremos la noche para sentirnos...-
Le susurro en la oreja, con un tono tan lascivo que la hizo derretirse.
La joven Luthor era insaciable, adicta a los mimos y al cuerpo de la
joven Danvers.
- Mm, suena muy
tentador. Pero recuerda, mi hermanito yacerá a la habitación continua.-
Le sonrió de forma picara. Lena se le ensombreció brevemente el rostro.-
Lo siento, me da corte...
- No te preocupes, es verdad. ¿Pero vendrás a dormir conmigo esta noche?- como respuesta recibió un beso.
La barrendera rezo
porque su hermano no se cruzará en su camino y no le hiciera tambalear
su felicidad. Y si lo viera, lo ignoraría. Aunque, su resentimiento
hacia su familia había menguado. Aún así, no quería saber nada de ellos.
Por encima de toda aquella mierda, siempre estaría su hijo.
Kara consiguió olvidarse
de su duro reto y gozar de su pareja, aplazando la llamada a su ex para
el sábado mismo. Seguramente, de aquella forma ninguna de las dos
podría eludir la cita.
Fin de semana a New York
Llegaron a New York a
las nueve de la noche y a las diez ya entraban en su suite. La
recepcionista principal la había atendido solícitamente, evitándoles la
pesada burocracia previa a la entrada. Disfrutaron de las ventajas del
apellido Serenety, toda una marca muy codiciada.
Brian estaba feliz como
el anís, correteo por toda la gran habitación, que parecía un
apartamento. Kara y Lena lo siguieron divertidas, por verlo tan jovial.
Al entrar en su habitación, se encontró con un gran paquete.
- ¿Es para mí?- les pregunto antes de abrirlo.
- Eso parece.- Respondió la morena. Mientras su pareja se la quedo mirando alucinando.
- ¡Me lo estás mimando demasiado!
- Es mi regalo de
cumpleaños tardío.- se justifico Lena, poniendo cara de cordero
degollado. Le cogió del brazo y animo a su hijo a abrir el paquete.
Dentro había un lienzo en blanco, pinceles y un caja grande de pintura
de oleo. La última vez que hablaron, le había confesado que le gustaría
aprender a pintar con ella.
- ¡Yupi, yupi!- saltó de felicidad el niño y la abrazo con sentimiento.
- ¡Te has pasado, amor
mío!- le regaño cariñosamente su pareja. Cogió el papel y cayó algo en
el suelo, como su fuera una hoja caído del árbol. Se agacho y leo su
nombre en él.- ¿Pero qué es eso?
- Es una carta.- Dijo al
mismo tiempo Brian. Kara se le acerco y casi se pelearon por quién de
los dos la abría. Mientras Lena los observaba embobada, cuanto los amaba
a los dos. La batalla la gano su hijo.
- ¡Vamos a qué esperas a leerla!- le exigió Kara. Le robo el sobre, lo desgarró y se le paso.
- Queridos Kara y Brian,
sois mis tesoros. Os quiero mucho y siempre me tendréis a vuestro lado,
para lo bueno y malo. Juro hoy amaros y protegeros. Junto a vosotros ya
no tengo miedo.- Les terminó recitando la carta, que se sabía de
memoria. Se arrodillo enfrente de su pareja, saco una cajita de color
lila y la abrió. Aparecieron dos cadenitas idénticas, de plata, con un
colgante en forma de corazón dividido en dos partes.- Lo sé, es
prematuro. ¿Quieres ser mi mujer? ¿Brian, me entregas la mano de tu
hermana?
- Eso lo tiene de
decidir ella. Sólo te exigiré que la respetes y le seas fiel.-Respondió
de inmediato su hijo, representando el papel de hombretón del clan
Danvers.- No niego, que me haría muy feliz que te quedarás para siempre
en nuestras vidas.
Kara seguía muda, como
si un gato le hubiera comido la lengua. Las emociones la tenían presa.
Des del jueves que su mente era un calvario. Se sintió muy culpable, por
todos sus malos pensamientos. Siendo dura consigo misma, debía de
rechazar su propuesta. No podía tomar una decisión tan a la ligera,
teniendo a otra mujer aún en la mente.
- ¡Oh, Lena! Muy bonito y
valoro mucho tu propuesta.- Se arrodillo junto a ella. Le cogió el
rostro con cuidado y mirando sus preciosos ojos de un verde-azul, tan
especiales y únicos. Sus manos empezaron a temblar, como si tuvieran
alma propia. No le era fácil rechazar su tentadora oferta.
- Aún así, no es el
momento.- Se avanzo por ella, se lo estaba leyendo en los ojos. Le
estremecía su muro de contención, aquel pero que quedaba medio oculto en
su discurso. No quiso quitar el polvo, por miedo de lo que podría haber
detrás. Ya des del jueves que la percibía algo alejada de ella, como si
dudara de su relación. Esa extraña sensación no la desdijo de
proponerle matrimonio. Era algo que había yendo germinando en su
interior, ya desde la noche de la tormenta, en la cual le abrió su
corazón. Ya no tenía fuerzas para seguir manteniendo su armadura.
- Lo siento, me ha
tomado por sorpresa tu bonito gesto.- Se sintió torpe y que ya nada
podría paliar su torpeza. Los ojos se le humedecieron y las palabras no
le salían.
- Te amo y si un día
quieres casarte conmigo ya lo sabes.- Le remarco la barrendera con
vehemencia. Se apiado de ella, demostrándole otra vez infinita
comprensión. Aunque, por dentro su corazón estallo y se partió en mil
pedacitos. Huiría y se encerraría en el sanitario para llorar. Se
contuvo, debía de respetar su voluntad. Se dio cuenta de qué la
felicidad de estar junto a su hijo atenuaba poco el dolor de percibir a
Kara un poco alejada de ella.
- Os quiero mucho.-
Declaro Brian con los ojos humedecidos. El corazón le había dado un
vuelco. Ya se había imaginando asistiendo a otra boda. Aún así, las
entendía y respeto. La situación era especial y con un tinte algo
triste. Su simple acción, hizo salir el arco iris en la habitación.-
Fluid sin más, nunca se sabe.
- Gran verdad
hermanito.- le acarició la cabeza y se atrevió de nuevo a mirar a su
pareja.- Estoy sobre pasada por la intensidad de lo nuestro. No te
quiero ofrecer un no rotundo. ¿Me lo puedo pensar?
- Claro que sí corazón.-
Lena le rodeo su rostro angelical con sus manos y se le fue acercando.
Se besaron con dulzura. Las dos recordaron su primer beso, en el parque
Central del Barrio Sud. Fue tan bonito y tierno. En esa ocasión, ninguna
de las dos huyo y terminaron abrazadas. Brian se las unió. Minutos
después se separaron. Kara cogió los colgantes. Se abrocho el primer
colgante y le puso el segundo a Lena. Fue un simple gesto, que dio más
confianza a la morena. Se casaran o no, seguirían con su relación.
Sábado por la mañana.
Lena durmió poco aquella
noche, aunque lo disimulo. No quería preocupar a Kara, para que no se
sintiera mal. A la madrugada conquisto la paz. Se había precipitado con
su propuesta. Volvió a rodear su cuerpo escultural y se durmió. Las
ilusiones habían volado más allá de la razón. No siempre la vida fluía
al ritmo que desearíamos. No dudaba de los sentimientos de la chica
rubia, aunque puede que no siempre fueran suficientes para viajar a la
luna.
Kara se sentía tan
cansada que no tardo en dormirse. Aún así a las siete de la mañana se
despertó y sintió como Lena la rodeaba con sus brazos protectores.
Reflexiono sobre sus inseguridades. Racionalmente la maravillosa
propuesta de su pareja era prematura. Deseaba realmente que su relación
funcionara y prosperase.
La sombra de April la
perseguía, llegando a entrometerse entre ellas. Había sido una persona
muy importante en su vida, tanto que no se había imaginado una
existencia sin ella. Y llego una chica morena, con una belleza salvaje,
natural, sencilla e inhóspita y con una melancolía enternecedora en la
mirada. Percibía su alma triste y carente de afecto, que la le provoco
una necesidad acuciante de sanar su espíritu. ¿Y sí había actuando como
heroína, sólo para alegrar aquella flor bella y marchita?
Le atrajo des de que la
vio al borde del jardín y empezaron a hablar, como si se conocieran de
toda la vida. Y poco a poco, se le fue olvidando del dolor de la perdida
de Abril. Como si estando juntas consiguiera sanarse. ¿De todos modos,
todo aquello era suficiente para construir un hogar estable? Lloró en
silencio, torturada por su crisis personal. Las preguntas se amontonaban
en su interior. No quería desconfiar de la persona que había apostado
tanto por su relación y le ofrecía en bandeja todo lo que siempre había
deseado. Le iría bien ver a su ex, para que su corazón se posicionara.
Ninguna de las dos se merecía las medias tintas. A las ocho, volvió a
dormirse, sintiéndose más fuerte para llamarla.
Les despertó Brian. A
las ocho de la mañana se desveló, impaciente para ir a varios talleres
de dibujo y creación de cómicos. No sintió ningún movimiento en la
alcoba de las dos tortolitos. Sabiendo que aún era temprano, se
entretuvo explorando su habitación y las dispensas comunes de la suite. A
pesar de la ilusión que le poseía, se sentía un poco triste. Aunque,
sus padres y hermana tratasen de ocultarle las cosas, había escuchado
alguna conversación que le desagrado. El nombre de la ex de Kara, le
seguía provocando urticaria. Prefería mucho más tener a Lena como
cuñada. Se sentía tan a gusto y a protegido a su lado, como se sintió
con su madre biológica.
No entendía a los
mayores y su forma de complicarse la vida. Él lo tendría claro. ¿No veía
lo maravillosa que era su pareja? Se desvivía para que estuvieran bien,
era afectuosa y tenia aquella mirada tan cálida que le hacía sentía
sentir bien. Desde que la conocía, se le habían activado recuerdos, algo
vagos, de su primera infancia.
Su madre le solía cantar
nanas para que se durmiera. Su voz era suave y aterciopelada. Le hacía
reír mucho, a pesar de qué minutos antes la había enganchado llorar en
un rincón de su hogar. No tenían una residencia fija. Vivieron una
temporada en un viejo piso de alquiler, un poco chico. A veces, debían
de vivir en pensiones algo lúgubres. Le daba un poco de respeto el
ambiente sobrio de ellas, pero su madre le agarraba de la mano y todos
los resquemores desaparecían. Le parecía una heroína, por el modo que
sabía imponerse a cualquier persona que se atreviera a reírse de él. No
comprendía mucho lo que ocurría y el mundo le parecía horrible. Aún así,
ella siempre le contaba historias maravillosas de mundos idílicos. Era
fácil sumergirse en ellas y huir de la realidad.
Tiempo más tarde,
gracias la comprensión de su familia adoptiva, fue comprendiendo las
dificultades con las cuales su madre lo crió. Cuando la separaron de
ella no lo entendió y una parte de él, creyó que su madre lo había
abandonado. Hubo un tiempo que estuvo esperando su regreso. Jamás
ocurrió. Hacia los Danvers sentía un infinito agradecimiento. La
acogieron y dieron afecto. Y nunca trataron de arrancar su madre de su
corazón.
Miro el reloj de la
pared, al ver que eran casi las nueve se puso algo nervioso. Se le
acudió pedir el desayuno. El camarero no tardo en llevárselo. Como
propina le regaló un dibujo que elaboro rápido y le escribió gracias. El
hombre se quedo algo pasmado y terminó riéndose. No siempre recibes
aquel tipo de caricias.
Antes de despertar a su
hermana, encendió la radio y busco una emisora de radio de baladas. Sonó
una canción de Brian Adams, (Everything i do) i do it for you. Era la
preferida de Kara. Aumento el tono y resonó por toda la suite. Se
dirigió hacia la puerta y llamo suavemente. Entro y las encontró
bostezando.
Lena le sonrió al verle entrar empujando el carrito con el suculento desayuno, todo un manjar para Dioses. Se levanto rápido de la cama, siguiendo los impulsos de su corazón y lo abrazo. Nada más escuchar la música se emociono. Siempre le había costado expresar sus emociones, debido a la frialdad familiar y su desarrollo vital. Se endureció y aprendió a sobrevivir ocultando su sensibilidad y para seguir luchando por su hijo.
Se trago la decepción
con Nicolás, porque en aquel momento no tocaba llorarlo. Se trago el
estrés por no poder llegar a fin de mes con todas las necesidades
cubiertas. Siempre antepuso la felicidad y vida de su hijo a los
aspectos de su vida. Así comprendió que era la tarea de las madres. Hizo
lo que pudo dentro de sus estrechos límites. Cuando el destino se lo
arrebato, algo previsible, la depresión la ahogo. Le cayó encima toda la
mierda que había tragado y no gritado. Tan de sacrificio para caer en
el mismo agujero.
Sí, ella misma hacía
propias las palabras de la preciosa canción de aquel cantante
Canadiense. Tiempo atrás le había aborrecido, porque le recordaba a su
ex. Le puso aquella canción la primera vez que hicieron el amor. El muy
cabrón supo manipularla. Fue su único gesto romántico. Ya se sabe, los
hombres solían hacer lo necesario por un buen clavo. Lo único bueno de
aquella desafortunada relación interesada, fue Brian. Sin duda lo mejor
de los dos.
Kara, se terminó de
despertar y los miro embobada. Sintió un aliento de vida que le hizo
tambalear por dentro. Se palpaba tan amor, tanto que creía poderlo
acariciar. Los ojos se le mojaron. Se incorporo y los abrazo. Fue una
ola de energía que le ayudaría a afrontar aquel reto tan trascendental
para ella. Necesitaba zanjar el pasado para dedicarse completamente a la
mujer que había aprendido a amar en tan poco tiempo.
Más tarde...
Lena y Brian se fueron
para la feria. Kara se vistió lentamente. Llego el momento crucial.
Marco un número que seguía sabiéndose de memoria. Tardo en responderle,
pero lo hizo... Su voz era tan seductora, pastosa y le parecía música
celestial. Curiosamente, tenía debilidad para las voces de las mujeres.
Creía que era el vehículo de su alma, junto la mirada. Aunque, esta
última solía ser más reveladora. Nada más escucharla su corazón se
detuvo...
Lejos de la suite, la
diada madre e hijo terminaba de salir del metro para dirigirse a la
entrada del recinto ferial. A pesar de ser primavera, seguía haciendo un
frio algo invernal. Iban distraídos hablando sobre el arte y de los
talleres que le hacía ilusión participar. No había mucha gente por la
calle. Estaban a punto de pasa por un paso de peatones. La barrendera
miro antes de pasar, vio un coche deportivo que venía en velocidad
normal. Creyó que daría tiempo pasar, a parte el semáforo estaba de
color verde.
Se dispusieron a pasar.
El coche, en más de aflojar la velocidad, la incremento. Temiendo por la
vida de su hijo, lo cogió y corrió hacia el otro lado de la calle. El
auto, un deportivo de gama alta, viro hasta donde iban. Estuvo a punto
de tirar a Brian lejos de la calzada. Pero en aquel instante el
conductor freno. Estaba tan cabreada por aquel asedio, porque estaba
claro que había pretendido atropellarlos, que estuvo a punto de
aboyarlo.
Brian, no ajeno a
aquella realidad, se puso a llorar. No había nada tan traumático que ver
como un coche se te llevará por delante. Era como ver el rostro de la
muerte a unos pocos centímetros de ti. Lena lo abrazó fuerte. Sospeso la
situación. Decidió que era mejor huir de aquel psicópata anónimo. La
puerta del vehículo se abrió y salió el conductor. Cometió el error de
mirarlo a los ojos...
La ira la poseyó.
Estrecho más fuerte a su hijo. Incluso le tapo los ojos. No deseaba que
viera aquel demonio. Le quedo claro que el incidente era premeditado. Lo
miro con todo su odio. El sujeto ruin, lejos de almendrarse, empezó a
reírse de su cara de pánico y gritarle palabras despectivas dirigidas al
niño.
- ¡Vaya, vaya vas bien
acompañado por ese pequeño negrito!- le chillo aquel hombre, provocando
que Brian se girase y lo mirara con reproche. Fue valiente. Eso no limo
su lengua viperina.- ¡Anda, si sus ojos son igual que los tuyos! Sabes,
al verte con él me he acordado de qué me sonabas Señora Serenety... ¿o
debería llamarte por tu verdadero nombre? ¿Aún sigues siendo prostituta
de lujo?
- ¡Max, por favor
cállate!- le exigió. Se separo de su hijo y se le acerco.- ¡Ya estoy
harta de ti! ¿Qué quieres de mi?- lo desafió, más que nada para que
dejará de insultar al ser que más quería en el mundo. Por él sería capaz
de todo. Estaba tan llena de rabia, que era incapaz de responder de sus
actos.
- Ya lo sabes.- Se le
acercó, invadió su espacio íntimo, le puso los labios cerca de la
oreja.- Que me la toques y me hagas vibrar, como si fueras una perra en
celo.- le susurro muy flojo y le lamio en el lóbulo de la oreja.- Te
deseo. Debes de ser mía.
- ¡Deje estar a mi
amiga!- exclamo Brian, acercándosele y colocándose entre los dos. Max
Lord, le agarro de un brazo y lo empujo con un lacerante desprecio. El
niño cayó al suelo y empezó a llorar. Aquello fue la gota que hizo
romper el vaso. Lena entendió que no podía permitir más que aquel
engreído ser humano, le pisoteara. Por su culpa ya había dañado a su
hijo. Le dio un golpe en sus partes íntimas que le hizo doblegar.
- ¡Deja en paz al pobre niño!- le amenazo, señalándole con el dedo índice.
- ¿Crees que me das
miedo?- la desafió, consiguiendo reírse a pesar del intenso dolor que
sentía a los genitales.- Puedo hacer tambalear tu vida de postín. E
intuyó que a tu noviecita ignora quién eres tú. ¿Crees que le haría
gracia saber con quién se acuesta? – le iba a dar un bofetón, pero la
detuvo agarrándole de la mano de forma fuerte y se la retorció.
- ¿Qué quieres a cambio
de tu silencio?- decidiendo ceder a su chantaje. Escucho a su hijo
llorar y se le rompió el alma. Tomo aquella rápida decisión para
alejarlo de sus vidas y no les dañase más.
- Ven esta está tarde al hotel Lord Paraíso.- le exigió.- A las seis de la tarde en punto. Sino vienes llamaré a tu pareja...
- Allí estaré. ¡Vete, no
quiero verte cerca de él!- le obedeció. Subió al coche. Lena se agacho,
cogió a su hijo en brazos y corrió hacia a la acera. Su profesor
arranco veloz y haciendo chirriar las ruedas. Sentía tan odio dentro de
ella, que se veía capaz de matarlo.
Sentó a Brian en un
banco. Poco a poco, fue calmándose. Aparentemente no tenía ningún
rasguño. Entraron en un bar, para ir a los servicios y explorarle mejor
las piernas. Sólo tenía un rasguño superficial. Se sintió fatal. Por su
culpa, otra vez ponía a su hijo en peligro. Se juró que no le volvería a
pasar. Era una madre horrible.
- Lena, no te preocupes, no es tu culpa.- Le insistió Brian.
- ¿Qué dirá tu familia, pensaran que soy una inepta?- no evito lamentarse, sintiéndose frágil.
- La verdad, ese hombre
es despreciable. Deberías de haber tomado su matrícula de coche.- si
realmente su hijo era muy inteligente. Por suerte, no había captado toda
su conversación.- No permitas nunca que nadie te pisotee. Eso siempre
me dicen mis padres y es cierto.
- Gracias Brian. Muy
buen consejo. ¿Vamos para la feria, no permitiremos que ese infeliz de
la vida nos estropee más el día?- le sonrió, de la misma forma que lo
hacía su madre biológica, a pesar de estar rota por el dolor y
desesperación. Y así lo hicieron, olvidándose del incidente. Sólo le
pidió que no dijera nada a Kara, que lo haría ella. Mientras Brian se
divertía en los talleres, ella elaboro su venganza.
NOTA DE LA AUTORA
Me sabía mal tardar más
en actualizar y he hecho un spring final. Como el capitulo promete ser
largo y decisivo, lo he partido en dos. Espero que os guste y no os
desfraude.
No se si habrá un
pequeño o grande giro argumental. Pero lo que si será decisivo. ESpero
que no me maldecis por ese punto de inflexión y dudas.
Muchas gracias a todas por leerme e inspirarme.
Gracias ClaudiaNeme3,
LizzieBorrego, GuadalupeSenadosRuela, patrimcgrath93, reigncorp38,
tango43, Esmeraldlzquierdo, isabel08290930, kareli95,GelaBS9, Sha1293,
4arky4, LizbethBerneciPalom, Kareli95, elizabethswan820,Slasher,
Katrinames, Solei17, GabrielaElizabetth, MGrey_23, Bad_Brain,
dayissleon, chetos_lady, TsukiAru27, Westenralthr... entre otras que
quizás me he dejado por vuestros votos y comentarios.
En especial mension a
LizzieBorreg y patrimcgrath93 por siempre animarme, y también me han
hecho participe de sus lindas historias y compartir la pasión por la
escritura. Grácias...
Buenas navidades.
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