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LA BARRENDERA. (26) ¿Quién soy?

(26) ¿Quién soy?


"¿Quién soy? ¿La insensata que aparto de su lado la mujer de su vida? ¿La madre inconsciente que volvía a alejarse de su hijo? ¿Una ciega vengadora? ¿A dónde quedan los fríos días, vagando sin sentido por las calles, matándome lentamente con el alcohol? ¿Cuántas veces debes de caerte para aprender de tus errores?
¿Quién soy? ¿Aquella loca que creyó ser invencible? Sólo quién soñó labrar justicia y sólo quiso huir de sus miedos."
Un mes después
Un mes ya bastaba para poner patas arriba una vida. Nuevos escenarios, objetivos y problemas. La añoranza se apodero del estado de ánimo de Lena. Se acostaba recordando sus rutinas de National City, compartiendo pequeños momentos junto a Kara, sus risas, su afecto, amarla bajo la luz de la luna, sus escapadas al campo y fundirse en la naturaleza salvaje. Extrañaba a Brian, dibujar con él, sus charlas tan creativas y algo filosóficas. Su hijo era un pequeño milagro, tan chico y con un gran don. Lo admiraba y se sentía muy orgullosa de él. Se merecía lo mejor del mundo y de la galaxia entera.
La tristeza la atenazaba y lo deslucía todo. Literalmente, las ansias de justicia la mantenían en pie. Winn se lo reprochaba, remarcándole que no se mintiera, su determinación llevaba el perfume de venganza. Su amigo y su madre se convirtieron en su muleta, en su refugió cuando Lillian, o Lex, terminaban con su paciencia. Los dos trataron de borrarle de la mente su pretensión de liderar la empresa L-Corp. Le gano su cabezonería, quizás marca de su linaje. Contrato a un gestor para que la dirigiera hasta que se licenciara. Convenció a su primo para terminar la carrera a Metrópolis y fuese su mano derecha.
- ¿Estás segura de eso prima?- le cuestiono el chico nada más escuchar su propuesta.- ¿Estás dispuesta a dejar a tu maravillosa pareja atrás y a volverte alejar de tu hijo?
Palabras duras por la ex barrendera. Se mentiría si no admitiera que no existía ninguna fisura en su decisión. Se despertaba pensando en su pareja, por más que había roto con ella de forma vil y seca, seguía viéndola como tal. Mil veces estuvo tentada en rechazar la herencia y regresar a la calle Hope, número 5. Abrazarla para no abandonarla nunca más. Luego, sólo hacía falta cruzarse con su madre adoptiva y se reafirmaba. Debían de aprender a respetarla. Creía que si renunciaba ella ganaría, y la muerte de sus padres biológicos quedaría impune. ¿Cuántas injusticias debían de realizar Lillian para que el destino le premiara con su justo merecido? ¿O debería de dejar que los codiciosos se sacaran mutuamente sus ojos? Tristemente, entre madre e hijo existía una pugna sangrante.
Al anochecer, como a las horas muertas, volvía sumergirse en los dulces recuerdos de los tiempos felices. ¿Por qué había renunciado a ellos? Y empezó a no reconocerse cuando se miraba en el espejo. Ilusiones rotas. Caminos torcidos. ¿Qué le condujo a decirle adiós? No sólo fueron las palabras de Clark Kent, el exigente y cruel primo de su amada.
La sombra de Max Lord la persiguió, como un fantasma que la atormentaría hasta que falleciera. Una realidad distorsionada y manipulable. Alguien con poder y recursos podía ser capaz de falsear las pruebas inculpatorias contra alguien. Lex tuvo la gran insensibilidad de amenazarla tras la comida del velatorio de su propio padre. Si no rompía con su novia, la denunciaría por su implicación en la muerte de su amigo. Se rindió al poder de sus palabras. Como en las miradas llenas de odio de April Cesar. La pareja eran dos aves rapaces, siempre al asecho de sus presas y controlando su territorio. Dos salvajes dispuestos a todo para reinar en el cielo de los poderosos. Dispuestos a despedazar a su presa si se interrumpía en sus propósitos. Dudaba de su hermano, pero no de la ex de su pareja.
Sólo le bastó que Clark le insinuase quién era Brian. Si alguien lo había deducido tan fácilmente, sus otros enemigos no tardarían en concluir lo mismo. Intuía que si no la habían investigado lo harían, sólo para hundirla atacando sus flaquezas.
Minutos después de ver a Kara alejarse, con la cabeza baja, lamento su precipitada decisión. Estuvo cerca de cambiar de opinión, retenerla, abrazarla y huir juntas de aquel nido de alacranes. Saco fuerzas del más hondo de su ser y entro a la mansión. Mantuvo el tipo hasta después del entierro y sólo lloro cuando se refugió en su habitación.
Los siguientes días fueron intensos, una montaña rusa. Su familia reacciono muy mal al abrirse el testamento. Ya habían intuido que estaba incluida en él, pero nunca se imaginaron que fuera a máxima beneficiaria. Fueron víctimas de un ataque de cólera, fue como si una onda expansiva que hiciera trisas el mobiliario del despacho del notario.
Lillian sólo había heredado una justa cuenta bancaria, que si se administraba bien podría tener una vejez digna. No le satisfacía. Su única esperanza para bañarse en una piscina llena de dinero era su hijo. Al cual se arrimaría y lucharía por conquistar el patrimonio usurpado por la oveja negra de la familia.
Debería haberse repartido la empresa en partes iguales, como acto de justicia, pero Lena poseía un 10% más de las acciones. Había una pequeña clausula que estipulaba que si Lex renunciara a los negocios ilegales, a ser equitativo y mejorara como ser humano las recuperaría. La heredera pensaba respetarla. Si conseguía readecuar la vida de su primo y alejarlo de su prometida renunciaría a todo para regresar a su verdadero hogar.
Eran a finales de agosto. Ya había solicitado en la Universidad de Metrópolis plaza para terminar su carrera en ella. Le requirieron su expediente académico para la aprobación de los créditos realizados. No le apetecía nada regresar a Nathional City. La tentación sería enorme. No se podría resistir en pasearse por la calle Hope. Temía ser débil y ser incapaz de regresar a su nueva vida.
Una charla sincera con Winn, la hizo comprender que era necesario realizar aquel viaje. Kara se merecía una explicación se sus actos. Y también de justificarse ante Brian, del porque de su rotura con su hermana. Durante esos meses se había ganado su cariño y le estaría doliendo su ausencia. En su tierna edad estaba ya marcado por la ausencia de su madre biológica, por su amargo abandono. Por eso era imprescindible comunicarle lo mucho que le quería y regresaría a sus vidas cuando pudiera.
- Sí tienes razón amigo. Aunque, no sé si tengo derecho a pedirle a Kara que me espere. Sería egoísta por mi parte.- Se tapo los ojos, reteniendo las lágrimas.
- Créeme será lo mejor. Quizás lo más sensato sería renunciaras a la maldita herencia de los Luthor y corrieras a su lado, para vivir en paz.- Le volvió a aconsejar.- Kara te ama, pero todo tiene unos límites Lena. Y respeto a tu hijo, deberías replantearte contarles la verdad a sus padres adoptivos y decírselo. Estoy convencido que Brian agradecería saber que eres su mama. En el profundo de su ser te extraña y le ayudará a tener un horizonte lleno de luz.
- ¡No, quita! No quiero desestabilizar su vida.- Rechazándolo sin meditarlo.
- No subestimes la inteligencia y madurez de tu hijo. A los niños si se les cuenta bien las verdades o cuestiones delicadas, las pueden comprender perfectamente.- Su discurso la hizo enmudecer. Le prometió que le se lo pensaría, sólo para que no la atormentaba más con el tema. Aún así sus consejos empezaron a germinar en su interior.
Preparo el viaje por la semana siguiente. El único tramite que dejo pendiente es avisar a su pareja de su regreso temporal. No se atrevía. Mil veces cogía el móvil y era incapaz de marcar su número. Incluso trato de escribirle un mensaje. Lo terminaba borrando, porque le parecería muy frío usar aquel medio. No obstante, el destino se compadeció de su ser dubitativo y miedoso. Fue la propia Kara quién la llamo. Su corazón se le salió del pecho en ver su nombre escrito en la pantalla de su teléfono.
En Nathional City antes de la llamada
Los días transcurrían irregularmente, a veces como auténticos huracanes y en otras parecían ser una marmota. Seguía viviendo a su nuevo hogar, a pesar de que todo lo que le rodeaba le evocaba a su pareja. Un mundo roto en un suspiro. ¿A dónde quedaban las promesas de amor? ¿Y qué juntas serían invencibles?
Tenía mil motivos por sentirse enfadada con Lena, para recitarle un poema de reproches y sin sabores. Y si la tuviera enfrente, la abrasaría fuerte, para no dejarla ir más de su lado. Los colores se habían apagado, el sol se veía marchito, el calor era corrosiva, su profesión un tedio, y sólo su hermanito era una bocanada de aliento. Lo adoraba, le reconfortaba y le permitía vivir en un falso subtexto. No se atrevió a romperle otra vez el corazón. Por eso para él y sus padres la ausencia de la barrera era algo temporal. Dulce autoengaño. Las discrepancias respeto a su relación estaban aplazadas.
Su relación con su hermana era tensa. Fue a la boda intentando hacer las paces con ella. Podía entender que la quisiera tanto y sólo intentará protegerla. Su familia se extraño que su pareja no se dignara a acudir al enlace. Les invento que le había salido un percance familiar. Se sintió fatal por mentirles. Pero en realidad, lo hacía consigo misma.
Su madre estaba muy preocupada por ella y más ante el farol que les coló en la boda de su hija mayor. No quiso aguar la celebración. Por eso, a la penúltima semana de agosto afronto a Kara. Era martes y como ya era rutina, le llevo la cena en su casa. Incluso, se la limpiaba. Últimamente, era un desastre e invertía poco tiempo en las tareas domesticas. Aunque trabajase mucho, jamás las había descuidado. A parte, había cogido de esquivarla. Aquello siempre solía ser señal de que algo les ocultaba. Por eso, aquel martes de finales de agosto, la espero hasta que regreso de las oficinas. Se miraron. La chica rubia supo que aquel día no tendría escapatoria. Y todos los muros que había construido a su alrededor se demolieron.
- ¿Lena te ha dejado? ¿Por eso estas así?- fue directa e incisiva.
- ¡Sí! ¿Te sientes más feliz por ello?- Fue cruel, brotándole la ira contenida. Elisa solo se le acerco y estrecho entre sus brazos.
- No lo hago hija. Perdona, si fui demasiado dura con ella. Me venció el instinto de protección.- Le dio besos en el rostro.- Poco a poco, lo irás superando. Quizás, el sueño era demasiado lindo para ser real.- En escuchar aquellas burdas palabras de consolación, tópicos baratos e inservibles, rompió el abrazo.
- No puedo vivir sin Lena. La amo, como nunca he amado a nadie. Ella es única.- Los ojos derramaron todas las lágrimas contenidas hasta aquel instante.- No toleraré que me la seguís juzgando tan a la ligera, no conocéis su odisea. Es una gran persona, que la vida ha maltrato desde que nació. Deberías de admirarla, porque se ha caído mil veces y ha conseguido levantarse siempre. Además, a ella le debemos nuestro pequeño gran tesoro. Es la madre biológica de Brian.- Le confesó sin meditarlo. Enmudeció por su atrevimiento y su madre también.
Se tapo horrorizada la cara. La había traicionado. ¿Por qué había ido tan lejos? Quizás, porqué no toleraba tanta rabia e inmundicia contra su pareja. Había sido un error, que arrastraría hasta al fango a la barrendera. Le caerían más piedras encima, lapidada por su acercamiento a los Danvers. ¿Pero qué daño les ha hecho? Brian relucía más, estaba más tranquilo y habían cesado sus pesadillas.
- ¿Eso es cierto? ¿Y desde cuando lo sabes?- atino a preguntarle Elisa tras unos minutos de largo silencio.- Da igual, en el fondo lo intuía.- Se paso las manos por la cabeza. No era ninguna insensible. No despreciaba a su nuera. Sólo había temido aquel instante desgarrador, donde su familia podría desmoronarse. No quería perder a su hijo pequeño, el ser que le había regalado ilusión y más motivos para vivir. En el fondo era egoísta y no tenía derecho en impedirle que conociera a su madre biológica. Sus últimas resistencias se hicieron pedazos.
- Madre, jamás dejarás de ser la madre de mi hermano. Lena nunca te apartaría de él. Tuvo la oportunidad de reclamarlo y no lo hizo. Por encima de todo, le importa su estabilidad. Todos lo queremos.- Le remarco con dulzura. Se aproximo y abrazo. Percibía cada uno de sus quebraderos de cabeza, porque ella misma había caído en las mismas trampas mentales.
- Gracias hija por tus palabras.- Se separo unos palmos, se seco los ojos.- De verdad, siento haber sido tan dura con ella.
- El pasado ya está olvidado. Pero, por favor basta de criminalizarla ya. ¿Me lo prometes?
- Sí. ¿Y cómo se lo podemos decir a Brian?- le planteo.
- No nos concierne a nosotros.- Le invito a sentarse en el sofá. Aunque no le revelaría los secretos de Lena, necesitaba que comprendiera su extraño proceder y su ausencia.- Por ahora te suplico que guardes este secreto. La familia de Lena es peligrosa y lo quiere proteger. Incluso, creo que ha roto conmigo para que no me dañen. Fue muy valiente cuando fui al velatorio de su padre, no me oculto. Pero al atardecer me dejo. ¡No lo entiendo madre! Estaba dispuesta a luchar juntas, a ir a contra viento y marea.- Volvió a llorar y se derrumbo entre los brazos de su progenitora.- ¿Qué debo de hacer?
- Luchar por ella. No te rindas. Llámala y abre tu corazón. Además, dile que Brian la extraña. Lo vuelvo a percibir triste y pregunta mucho por Lena. Insístale que venga, su hijo necesita una explicación por su repentina ausencia. No es estrategia, es indicarle el camino correcto. Debe de olvidarse de los agravios recibidos por su familia. Si sigue en su obsesión, sabrá que tiene una puerta abierta.- Le sugirió, mientras le acariciaba la cabeza como solía cuando era pequeña.- Y aunque te duela, si no regresa, ten dignidad y sigue viviendo. Lo sé mi niña.
- Gracias mama.- Cerró los ojos, tratando de generar ondas positivas que atrajeran a su amor a su lado.
Dos días después se atrevió a marcar el número de su amada. Las manos le temblaban. Tuvo de sentarse por no desmayarse por la intensidad de emociones que le invadieron en escuchar su voz y percibir su turbación. Se extrañaban hondamente. Los silencios, los lapsus, las frases tontas las delataban. Dos corazones en un puño. Dos fuerzas contrapuestas. Una frialdad repentina, que ocasiono una parada cardiaca.
- ¿Cómo estás?- Insistió Kara, tratando de ganar tiempo y ablandarla. Estaba huidiza, como si de repente le incomodase hablar con ella.
- Lo normal en esas circunstancias.- Fue cruel y escurridiza. ¿Dónde se escondía la mujer que amaba? Siempre solía hablarle con tacto, con respeto y dulzura. ¿De dónde había salido aquel berniz de prepotencia?
- Entiendo. Si vienes ya hablamos en persona. Será mejor.- Se lo perdonó, sus circunstancias podían justificar su cambio de modales.- Juntas, debatiremos que decirle a Brian. También te extraña mucho.
- Es mutuo.- Le pareció un poco más cercana. Pero solo fue un miraje.- Kara, si vengo será solo para cerrar mi vida en National City. No quiero que te ilusiones por mi viaje. Y respeto a Brian, ya lo tenía pensado. No sé si deberíamos vernos. No quiero lastimarte más, sería injusto.
- Agradezco tu sinceridad, pero me iría bien debatir sobre lo ocurrido.- Le suplico con vehemencia. Necesitaba contemplarle los ojos y ver en ellos un destello de esperanza.
- No sé. Odio dar rodeos y debatir algo ya zanjado. Debes de aceptarlo.- Le remarcó sin ninguna inflexión en la voz. Era fácil de hacer desde la distancia, pues su pareja no veía como agarraba el móvil ni sus ojos rojos de tanto llorar.- Hablaré con mi hijo, no te preocupes. Nos vemos pronto.- Decidió para no rallar la crueldad.
- Cariño, no quiero obligarte nada. Respetaré tu decisión. Sólo necesito decirte en persona...-Se detuvo, para no ahuyentarla.- Varios aspectos que he descubierto sobre los Luthor.
- De acuerdo. En el fondo, es mejor que nos encontremos.- Había sido una rotura muy brusca y fea. Sería mejor recoser las heridas, para que al menos su rubia preciosa, la lectora entusiasta de libros, pudiera rehacer su existencia.
Se despidieron de forma seca, como si solo hubiesen compartido un breve viaje en tren. Dos extrañas en un vagón, un anochecer romántico. Desfilando por una vida entera en un suspiro. Una velada perfecta, inmutable. Impoluta. Sin más oscuridades que la de la oscura noche. Promesas de amor que se consumen como el carbón y cuyo humo se volatiliza a través de la chimenea de la máquina de la locomotora.
Viernes ilusionados y concluyentes. No hay ningún paso atrás. La partida de ajedrez ya ha empezado. Lena se había citado con una chica bonita a media mañana en una discreta cafetería. El personal de seguridad que había contractado se aseguro que nadie la estuviera siguiendo. La ficha que estaba moviendo era el caballo de Troya. Si era veloz, intrépido y no muy amenazante para la reina negra. Incluso la reina blanca debía ser inofensiva. Una partida que debía de aparentar no dominar. Peligroso a la vez, porque el contrincante perseguiría el jaque mate.
La mujer con la cual había quedado era muy hermosa y lucia ropa muy elegante. Se dedicaba a la prostitución para la alta sociedad. Tenía una hoja de ruta muy completa. Curiosamente había estudiado criminología. Un día lo dejo y fundó una agencia de damas de compañía ética. Le reaseguro que su negoció no se explotaba a nadie, que todas estaban ahí por vocación. Incluso, ofrecían sexo terapéutico y asistían a personas discapacitadas a nivel físico.
- Gracias por acceder a verme a fuera de sus oficinas Señora Giselle Bonet.- Le agradeció a joven Luthor.
- De nada. Lo que nos honora en mi negocio es nuestra gran discreción. Nuestro código ético es el mismo que las otras profesiones.- Se justifico la madame.- Muchas veces parte de nuestra labor es de psicólogas. Muchas personas se abren más con desconocidos que con sus allegados.
- Suele ocurrir. Supongo que es por el miedo de lastimar o ser juzgados.- Le gustó su profesionalidad. Por eso fue directa y específica.- Me preocupa la pareja de mi hermano. Sé que lo usa por sus intereses personales y buena imagen. No debería de meterme, pero sé que es mala persona. No es justo que juegue así con la gente. El problema es su identidad. Por eso es importante la discreción y nada debe de filtrarse.
- ¿De quién se trata?- su rostro moreno estaba sereno. Siguió mirándola con sus ojos de color oliva, profundos y seductores, como si te aspirasen el alma. Reflejaba mucha confiabilidad.
- De April César, la hija del presidente.- Como preveía su revelación fue un latigazo, que quizás le cerraría las puertas. Fueron sólo unos segundos de impacto. Meterse con celebridades que ostentaban tanto poder daba pavor.- ¿Sigo?
- Me atrevo. Sólo respóndeme a una pregunta. ¿Cuáles son sus auténticas motivaciones? Dudo que sea salvar a Lex Luthor.- Fue muy incisiva e intuitiva, y eso le gusto a su clienta.
- Ha herido a la mujer que amo. La ha asediado, perseguido, atormentando y tratado de destruirle la vida. Usa a las personas como sus títeres.- Le fue totalmente sincera. No nombro la posible extorción por ser tema sensible.
- ¿Con que intenciones?
- Fueron pareja. La dejo y no acepta que la haya dejado de amar.- Giselle acaricio su vaso, pensativa.
- ¿Específicamente, que desea que hagamos?
- Investigarla y trazar un plan para destapar su homosexualidad. Quiero pruebas de su doble moral. Aún no se si lo filtraré a la prensa estatal o las usaré para que deje en paz a mi hermano.- Le detallo mejor.- ¿Lo ve factible?
- Sí. Déjamelo en mis manos. Ya le llamaré cuando empiece la función y se obtengan resultados concretos.- Le guiño un ojo. Le dio seguridad.- Mejor que no se ponga en contacto conmigo. Y respeto a mis honorarios ya me los pagará al final.
- Gracias.- Se dieron las manos. La madame se fue y Lena se quedo sola. Puso la mente en blanco tratando de disfrutar del momento, en tierra de nadie, dónde volvió a ser simplemente una mujer anónima. Extrañaba serlo. Por desgracia empezaba a ser famosa y ser perseguida por la prensa rosa. Su pasado les seducía, generaba morbo y admiración. Comprendiendo que era inevitable, opto para seleccionar las entrevistas que le planteaban. Usaría su nueva posición de poder para guiar a mujeres que estuvieran en su misma situación. Les quería dar esperanzas y fomentar la resiliencia.
El instante mágico terminó con la llamada de Lex. La citaba en las oficinas para dentro de una hora. Todo en él era urgente. Su vida era estresante y sólo trabajo. Parecía que empezaba a asumir su nuevo estatus. Su hermana se estaba haciendo un hueco en la sociedad de Metrópolis, había sabido vender su historia. Se convirtió en la heroína del año y un modelo a seguir. Incluso, recibió inputs positivos por ser su hermano.
El suegro de Lex se rindió a la belleza y al magnetismo de Lena. ¿Y quién no simpatizaría con alguien que se estaba haciendo popular? Estaba siendo un ejemplo de persistencia en los objetivos, de esperanza para un futuro mejor, de resurgir de las cenizas, de sencillez y armonía, y de transparencia. Sin caer en los sentimentalismos baratos, en la lagrimita barata ni expuso su corazón. No había nada de amenazante en su comportamiento. Por eso los Cesar se relajaron y eso atenúo la preocupación del joven Luthor. Sólo debía de tener paciencia para tener el control total de sus empresas. Sólo él le habían interesado desde siempre y había invertido gran parte de su vida para que siguieran prosperando.
Se sentó enfrente de su escritorio. Ya había revisado su agenda y todos los proyectos abiertos. La política le había tenido muy ocupado. Había dudado si seguir con aquel proyecto. Antes creía que le aportaría más poder y su padre se sentiría orgulloso de él. Todos sus esfuerzos para satisfacerle fueron en vano. Fracasado. Repudiado sólo por unos malditos negocios que le ayudaron a salir adelante ante la dura crisis empresarial que vivieron. Padre ingrato, que jamás le agradeció nada. Y lo más triste, es saber tras su muerte que él había hecho cosas más horribles, como mandar a matar a su hermano. Fue crudo cuando el notario leyó su confesión. Lo dejo en un estado de estupefacción. Rió y lloro en partes iguales.
Su secretaria irrumpió en el despacho para informarle que terminaba de llegar Lena. Cogió su agenda se dirigió hacia el despacho de Lionel, que ahora ocupaba la accionista mayoritaria de la empresa. Irrumpió bruscamente en él, fingiendo estar cabreado por su tardanza. Lena se sentó, escondiéndose debajo un paraguas ficticio para no mojarse con el chapuzón que le esperaba.
- ¿Y bien Lex, que queríamos comentarme tan urgentemente?- le cuestiono con actitud prepotente. Se estaba cansando de sus movimientos sin sentido, solo para crearle pequeños fastidios.- Mi decisión respeto a la gestora que me representará mientras termine la carrera es inamovible. Me he leído los estatutos de la empresa y los han revisado mis abogados. No hay nada que impida que la presidencia sea ocupada por una persona ajena a la familia. Será algo temporal.
- Aunque no te lo creas hermanita, no soporto discutir temas ya tratados. Me importa el buen funcionamiento de la empresa. Debemos de ser prácticos y dejar a tras las redecillas, pueden perjudicar a nuestros clientes y a la bolsa.- Abrió la agenda, dispuesto a ir por trabajo.
- Espero que así sea. Lex, no soy tu enemiga.- Le remarcó, detectando un cambio de actitud hacia ella.- Deseo colaborar contigo para el buen desarrollo de nuestros negocios. Seguramente, serás un buen para referente para mí. Lo único que te pido, es dejar atrás los negocios ilegales.
- Ya te dije que eso quedo al pasado.- Le remarcó sin pestañear. Se lo creyó. La política también le exigía un lavado de rostro. Era un mundo de encantadores domadores de serpientes.- Te he citado para pedirte perdón. No tienes la culpa de que mi padre te haya otorgado la mayoría de las acciones. Debo de asumirlo. Y como muestra de mi voluntad en entendernos, es tratar de trabajar juntos. Por eso, quería hacerte participe del funcionamiento de la empresa. Y a compartir, a partir de ahora, la agenda.
Lena se lo agradeció y escucho todos los compromisos que tenía su hermano. Reuniones, viajes, supervisiones mensuales de las filiales situadas por todos los Estados Unidos. Incluso, tenían empresas en Europa. Se sintió algo mareada por la cantidad de trabajo a realizar. Muchos datos a retener, por eso le solicito centrarse en las tareas de la semana siguiente.
- De acuerdo. Este lunes debemos de viajar a Washington...- Le informó su hermano, a la vez que se rió de su cara de espanto.- Ya te he dicho, que ocupar la dirección de L-Corp no es fácil ni ninguna distracción.
- Sí lo entiendo. Pero podrías ocuparte tú de los asuntos de principios de semana.- Le pidió.
- ¡Por dios Lena, ya empiezas a escaquearte tan pronto!- se quejó, no aceptando un no como respuesta.- ¿Le darás la razón a mi madre, que solo eres una vividora y pretender vivir a cuesta nuestro? Te tienes de ganar un puesto en la empresa.
Su desafió obtuvo el efecto esperado. Su opositora acepto a regañadientes compartir los compromisos laborales. Se trago la rabia por no poder viajar a Nathional City. Por encima de todo, debía de demostrarles que era capaz, que pisaba fuerte y no juraba en vano. Lex satisfecho por la influencia que había tenido sobre su rival, se retiro para ir a comer con su novia. Creía haber ganado una pequeña batalla.
La barrendera se desmonto nada más quedarse sola. Con los puños golpeo el escritorio. Se odiaba por haberse supeditado a las exigencias de Lex. ¿Por qué no le mando a freír espárragos? ¿Sus acciones de más no pesaban? Que le atacase la autoestima la había doblegado. Había consentido una guerra de titanes. Relegándose al viejo papel de hermanita desvalida, que su hermano mayor se creía con el derecho de pisotear siempre que le diera la real gana. No debía de demostrarles nada. Había podido sobrevivir sin ellos. Pero había algo que le ataba allí.
Ya no sabía quién era. Su realidad había chocado contra los fantasmas del pasado y se sentía muy confundida. Si sus auténticos padres no hubieran fallecido en aquel incendio, habría sido una niña feliz, jamás habría tenido que huir embarazada, su hijo habría permanecido siempre a su lado y jamás lo hubiese perdido. Los Luthor le habían destruido la vida y estaba llena de odio y rabia. Jamás los perdonaría y no dejaría que todo aquello quedará al olvido.
Sin secarse las lágrimas de los ojos, encendió el ordenador y se conecto a internet. No se atrevía a llamar a Kara y romperle más el corazón. Le dolía tener de aplazar la visita a Brian. No quería ofrecerles falsas promesas, por eso determino despedirse de ellos con un simple correo electrónico. Mejor que la recordasen como fue antaño, una mujer con una profesión sencilla y existencia tranquila. Una amante de la rutina, de las pequeñas cosas y de la belleza del aquí y ahora. Escribió todo lo que el corazón le dictaba, suplicándole a Kara que la perdonará y que respetará su incomprensible voluntad.
"Querida Kara,
Me duele escribirte esas líneas. Soy cobarde, debería coger el primer avión y decírtelo mirándote a los ojos. Lo siento, no puedo. Lo mismo me pasa cuando pienso en mi hijo. Quizás, cometa el peor error de mi vida. Puede. No lo sé. Lo ocurrido en mi existencia ha modificado mis esquemas. Me pregunto mil veces quién soy yo. Siento una rabia enorme que me oprime el pecho y es tan corrosiva que creo que incendiará lo que me rodea. No os quiero arrastrar a mi sed de venganza.
No sois culpables de mi desdicha, de que mi existencia haya sido tan trágica y oscura. Tu y Brian, son lo mejor que me ha ocurrido. No toleraría perderos, que mis enemigos os dañaran para conseguir su asquerosa ambición desmesurada. Ya mis padres murieron por ello. No toleraré más muertes injustas. Mi error fue abrir la caja de pandora. Si no hubiera hablado con Lionel antes de fallecer, si hubiera seguido ignorando la puta verdad de mi existencia...
Quisiera seguir siendo la misma que barría tu calle, que lentamente se fue enamorando de tu... Mirarte leer tan concentrada era un pequeño placer diario, tan armonioso y embriagador. Compartir un breve café, hablar de todo y de nada. Oír tu voz dulce, recitándome algún parágrafo del libro que leías, tu pasión por la actualidad estatal y las injusticias. Te extraño tanto, que me parece insufrible la lejanía. Aún así, aunque sea contradictorio, prefiero imaginarte leyendo como siempre en el jardín y enamorándote de otra barrendera, o de cualquier chica que se te cruce por el camino.
No soy buena con las palabras, en describir como siento cuando estoy a tu lado. Me siento rota lejos de ti y de mi hijo. Me hace llevadero pensar que ya hace tiempo que lo perdí. Dudo que se acuerde de mí, si más no sus recuerdos son algo vagos. Quizás, haya sido mejor así. Él más que nadie se merece ser feliz, como tú.
Amor mío, te sigo amando. Pero no te puedo arrastrar hacia la mierda de mi existencia. Gracias por regalar a mi hijo y a mí tanto amor. Gracias a vosotros será un gran hombre. Por favor, explicarle... Qué el amor no debe de ser egoísta, que os amo pero a veces se deben de tomar decisiones complicadas. Seguro que tú encontrarás las palabras adecuadas para él. Confió en tu buen criterio.
O dile, que simplemente estoy perdida, atrapada por un pasado que no dejará respirar en paz. Uno no pude huir de sus pesadillas, de sus sombras, de sus miedos... Me gustaría prometerte que regresaré y me encantaría retomar nuestra historia. Pero no nos mentimos. No sé si volveré a ser la misma. El destino nos cambia. Te mereces lo mejor de ese mundo y alguien que te quiera, capaz de ofrecerte lo mejor de ella.
Amor mío, colibrí de mi corazón, gracias por enseñarme el rostro del auténtico amor. Siempre te llevaré en mi alma. Te amo. Sé feliz por favor. No me insistas. No servirá de nada, sólo para dañarnos más. Respeto a mis objetos personales, quieres hacer lo que te plazca con ellos.
Lena. "
Envió el mensaje y lo borro de la carpeta de mensajes salientes. Su pecho exploto. Murió otra vez. Su cuerpo le pesaba. Apoyo la cabeza encima de la mesa. Se olvido de ir a comer, el estomago se le había cerrado. Winn le llamo, para recordarle que habían quedado para comer. Fue el único motivo que le hizo levantarse y salir de su refugio.
Su amigo le reprocho su proceder. Pero la vio tan determinada que no tuvo otro remedio que acatar sus órdenes. Le firmaría unos poderes para cerrar su vida a Nathional City. Iría a la empresa de limpieza de la ciudad para firmar su despido voluntario y obtener el justificado de créditos realizados en la universidad. Y le dio un dibujo para su hijo, donde salía Kara cogida de la mano de él. Mientras ella se alejaba de ellos, mirándolos con infinito amor. En el extremo derecho había pintado un arcoíris.
- Es mi forma de comunicarle que lo quiero. La vida es un camino incierto, que a veces te aleja del amor, pero que este no desaparece. El amor esta en los gestos, en la naturaleza y todo lo que rodea a uno.- Le susurro con voz temblorosa. Winn le cogió la pintura y se la guardo con delicadeza. La abrazó fuerte. Minutos después se separaron con el corazón hecho trisas.
En Nathional City, días después
Kara sólo había accedido a reunirse con Winn, como su última esperanza de rescatar a su amor de su locura. Su mail le había provocado una parada cardíaca. Realmente, la barrendera estaba desdibujada. La amaba pero era incapaz de seguir luchando juntas. No quería cometer los mismos errores, pero una y otra vez actuaba igual. Por ganas viajaría a Metrópolis y chillaría a todo pulmón que la amaba. Le daba igual con que se convirtiera o sus planes maquiavélicos hacia su monstruosa familia. Por debajo de su resentimiento, seguía cohabitando un maravilloso ser que admiraba y siempre amaría. Las esencias de las personas jamás cambiaban. Una muestra de ello, era su persistencia en alejarlos de su lado para protegerles.
El mejor amigo de su pareja la abrazo nada más verla. La comprendía muy bien. Y odiaba ser el emisario de la terca Lena. Él mismo la había zarandeado inútilmente para que estuviera allí, junto aquel ángel de chica.
- Lo siento, mi prima es muy obstinada.- Se disculpo tras separarse.- Le he insistido mil veces, para que venga. La tenia medio convencida, pero al último momento cambio de opinión.
- ¿Y eso?- se intereso la periodista. Se sentaron en una mesa exterior de la cafetería cerca de su Universidad. Sus propietarias se alegraron de volverla a ver. En ver a sus rostros serios no hurgaron en su tierna herida. Les trajeron la consumición y respetaron su privacidad.- Supongo que lo único que desea es no dañarme.
- El negocio familiar le está absorbiendo.- La justifico su amigo.- Particularmente se está errando. He crecido sintiendo como mi madre se marchitaba debido al dolor de la muerte de su hermana. Con ganas de chillar y señalar a los verdugos se su muerte, pero no había nadie que la escuchara. La impotencia y rabia fueron los que ocasionaron su rotura matrimonial. Necesitan tiempo para cerrar la herida de esa ausencia.
- Eso lo entiendo. Estaba dispuesta a estar a su lado, a todo por ella...-No le escondió la rabia que sentía hacia la morena.- He llegado a la conclusión de qué me ama tanto como dice.- Los dos se erizaron la piel. No sabia como vivir con aquella verdad, sentir que tenía una parte de su cuerpo amputada.
- No te enfades con ella. Doy fe que te ama sinceramente. Sólo es vehemente con sus objetivos. Tu y Brian son lo que más aprecia y no soportaría perderles. Lillian Luthor es muy peligrosa.- La miro no disfrazando su pavor a aquella señora ambiciosa.- Sólo quiere protegeros, no lo olvides.
- Soy suficiente capaz de defenderles.- Le espeto con ira. Era una chica con poderes y estaba dispuesta a usarlos para que sus seres queridos estuvieran a salvo. Winn se sobresalto por la intensidad de sus palabras. Le pareció un poco irónico y no le dio más valor. Él mismo se creía insignificante ante la gran artillería Luthor. Para suavizar un poco el ambiente, le entrego el obsequio de Lena para su hijo.
- Creo que aún hay esperanzas Kara, solo debes de respetarle su espacio.- Le sugirió su amigo.- Lena regresará a ti, porque te ama con toda su alma. Simplemente, debe de realizar parte de su camino sola.
- Gracias Winn. Trataré de ser paciente. La amo mucho y me cuesta concebir una vida sin ella.- Era una aparatosa realidad, que nada modificaría, ni su parte más oscura y retorcida.
Se terminaron sus respectivas consumiciones, hablando de la vida. Se les hico de noche. Se levantaron con pesadez. Se abrazaron con aprecio. Barcos navegando a la deriva. Corazones que jamás dejarían de palpitar, esperando que la luz les diera la calidez perdida. El sol nunca se apagaría, al menos mientras ella viviera. Era difícil seguir andando habiendo conocido el amor en mayúsculas. Aunque, en realidad era el viento que le daba aliento a diario, que hondeaba sus velas y le empujaba a ir más allá de su estrecha orilla.
Brian, demostró ser un niño muy maduro. Otra vez acepto la ausencia de Lena en sus vidas, con mucho temple. Le ayudo no leer sufrimiento en el rostro de su hermana. Los dos sabían que eran importantes para la morena. Y cada vez que salía por la tele, convirtiéndose en alguien celebre y respetable, se sentían orgullosos de haberla tratado. Era difícil odiarla, o despreciarla. Era una gran mujer, luchadora nata contra las injusticias y creó una fundación para ayudar a las personas sin recursos. Mil veces les emociono escucharla y defendiendo sus causas. Incluso sus padres y hermana se rindió a su magnetismo. Seguía sin perdonarle que la juzgase tan a la ligera.
Pero los días iban quemándose como carbón y pronto llego otoño, con sus hojas caídas y la tierra preparándose por la nueva siembra. Su ausencia le seguía pesando. Y quizás siempre fuera así. Le respeto su última voluntad, ni le respondió al mail. Todo su amor lo volcó con Brian. Le hacía sentir más cerca de Lena y era como un guiño del destino. Le gustaba pensar que él fue quién las unió. No fue casualidad que se cruzará con él al hospital. Quizás era un mágico plan, porque ellas dos se conocieran tiempo después. Era dulce imaginarse que sus caminos eran paralelos, pero que estaban conectados por un maravilloso ser que era Brian. Sí, jamás la vela se apagaría.
*** Nota de la autora***
Siento haber tardado. He dedicado un poco más tiempo en mi otro fanfic, porque estaba ilusionada con la subtrama de Barcedes. Ya tocaba capitulo de Barrendera.  No tengo claro los capitulos que quedan para terminar esa historia. Pero cada vez ira quedando menos.  Mi intención no es alargar el sufrimiento mucho más.
Gracias por seguir leyendome, vuestra pacienci, vuestros animos, apoyo...

 

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