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LA BARRENDERA. (24) La Heredera (I)

(24) La Heredera (I)

Los miedos son como paracitos que se infiltran en nuestras mentes y nos atormentan

Los miedos son como paracitos que se infiltran en nuestras mentes y nos atormentan. Oscurecen nuestros sentimientos y ponen en entredicho nuestras convicciones. Si no hallamos el antídoto contra ellos, pueden tomar las riendas de nuestros actos. Aún sabiendo que estamos atentando contra nuestro corazón y no somos Dioses, terminamos al borde del precipicio y tomando elecciones erróneas, creyendo que se hace lo correcto.
¿Pero qué es lo correcto? ¿Realizar lo que se espera de ti? ¿Alejar a las personas que más amas porque no reciban las consecuencias de tu promesa? ¿No ser egoísta y no compartir las cargas del devenir diario?
Aeropuerto de National City 9 am
- Lamentamos informarles que el vuelo X3 con destino Metrópolis tiene una hora de retraso. Disculpad las molestias.- Comunicó una voz femenina algo metálica.
El rostro de Kara se ensombreció. Incapaz de permanecer sentada, se levanto y ando hasta la ventana más cercana. Observar las pistas del aeropuerto. Aviones despegando y otras a punto de hacerlo. Por ganas saldría volando hacia el lado de Lena. Deseaba tanto estar junto a ella, abrazarla y susurrarle que la amaba. Ya no le importaba que fuera una Luthor. En realidad, aquello fue lo de menos. Había sido un bofetón de realidad. Un duro despertar al mundo imperfecto.
Gracias a sus padres se percato de su irracional enfado. Recordó la cantidad de veces que la barrendera trato de narrarle su historia, y en todas las ocasiones obtuvo la misma respuesta por su parte. Eligio sumergirse dentro de una nube de felicidad, utópica. Sólo el miedo a volver a sufrir tuvo la culpa. April había sido una enorme piedra que le seguía entorpeciendo su camino. La tenía muy presente en su mente, y más en percatarse de que sería su cuñada si su relación salía a flote. ¡Qué irónico podía ser el destino!
La atormentaba su cobardía. ¿Por qué no había sido incapaz de confesarle a Lena la identidad de su ex? ¿Por qué lo había convertido en secreto de estado? ¿Temía a los Cesar? Sí. Se quito las gafas. Le picaban los ojos. No quería llorar. En más de poseer poderes, desearía ser más valiente. Se prometió dejar de sentirse una hormiguita ante la inmensidad del mundo.
La ansiedad seguía poseyéndola. Tratando de contenerse se sentó. Cogió aire y lo expulso lentamente. Poco a poco, recobró la serenidad. En el fondo, odiaba ocultar sus poderes. Si no tuviera tantos miedos, ya estaría en Metrópolis. Pero entendía que mostrarse en su majestuosidad podría dañar a terceros y alentaría a curiosos.
Abrió el móvil. Su pareja no le había respondido al mensaje que le había escrito antes de salir de casa. No le había comunicado su viaje. Sabía por su jefa que aquel día solo sería velorio de Lionel, en la mansión Luthor y que el día siguiente sería el funeral. Agradecida por su artículo, por fin accedió a darle unos días de vacaciones. Reviso los pocos WhatsApp que había recibido. Uno era de su hermana, que seguía reacia en aceptar a su cuñada.
Kara: Hola. Gracias por tu preocupación. Amo a Lena. Nada de lo que me digas, o todo lo que ha ocurrido, no ha modificado mis sentimientos. De acuerdo que hace unos meses que la trato, pero he acariciado su alma. No dudo de su mirada. Por favor, respétame. (10:03 am)
Se entretuvo curioseando las redes sociales. El fallecimiento del importante empresario era la noticia del día. Admirado y temido. El presidente de Estados Unidos ya había confirmado que asistiría a su funeral, como consuegro y representante estatal. Cerró el teléfono. No obstante, tuvo de encenderlo de nuevo al sentir la notificación de un mensaje. Ser quedó helada nada más leerlo.
"No te relajes. Sigo sabiendo que detrás de tu rostro angelical se esconde un monstruo. No me olvides."
Empalideció. No era ninguna broma ni algo pasajero. Estuvo a punto de borrarlo. Pero gano la razón. Envió el mensaje a su primo. Prefirió no llamarle. Estaba cansada de discutir con él. Tarde o temprano, debía de acepar que amaba a una Luthor. Inmediatamente recibió noticias suyas, usando el mismo medio de comunicación. Fue una señal de qué también estaba tocado por su disputa. Fue muy escueto y duro.
Clark:- Nos vemos en Metrópolis. Espero que tu querida Lena no se le ocurra decir que somos familia. (10:15 am)
Kara:- Habrá algún día que me deberás de pedir perdón por todos tus desprecios. (10:16 am)- Iba a cerrar la página del chat, muy irritada con él. Siempre era tan digno, insensible y racional. Le daban asco esa clase de personas.
Clark:- Ja, ja... ¡No sé porque! Más bien, serás tú que correrás a mi lado porque resuelva tus meteduras de pata. De hecho, ya lo has hecho. El amor te ciega primita. Siempre teniendo fe con los imperfectos humanos. (10:17 am)- la chica rubia ardió en leerlo. Volvió a lamentar haber confiado en él. No lo reconocía.
Kara:- ¡Ya basta Clark! Será mejor que hablamos en persona. (10:18 am)- determinó al momento. Temiendo cometer un atroz atentado. Aunque, dudaba de que su relación se podría restablecer fácilmente. No quería a personas tóxicas en su vida y que no respetaran sus sentimientos. Prefería ser humana, errarse mil veces y sentir. El amor era el motor de la vida, del universo y daba sentido a su existencia.
Su primo enmudeció. Lo percibía tan cabreado, que sería incluso capaz de borrarla del mapa. Debía de empezar una nueva era, dónde ella empezaría a tomar sus propias decisiones sin pasar por su filtro. Para empezar, le contaría a Lena sobre aquellos mensajes coercitivos. Sería una muestra de confianza. Si no compartían todas las raíces de su existencia, positivas y negativas, nunca serían una auténtica pareja.
Andaba perdida en sus pensamientos cuando, por fin, anunciaron su vuelo. Se levantó rápido y se añadió a la fila de embarque. No tardo en acceder dentro del avión y localizar su asiento. Se abrocho el cinturón. Miro a través de la ventanilla. Cerró los ojos y el precioso rostro de Lena se le dibujo. Seguía meditando como abrirle el corazón y no morir en el empeño. Se sentía insegura y muy torpe. Los consejos paternos no le servían para relajarse. Ser sin más ella misma. Sus actos serían su tarjeta de presentación.
El avión despego y sus pensamientos seguían alborotados. Se desbrocho el cinturón. Abrió la bolsa y busco si tenía algún papel suelto. Por suerte, se había olvidado quitar el cuaderno de notas. Cogió un bolígrafo de color negro y empezó a escribir todo lo que su novia le inspiraba.
"Amor mío, mi corazón, alma libre y bondadosa. Me siento muy torpe y despreciable. Perdóname por haberme comportado como una niña consentida e insensata. No sé cómo pude dudar de tus sentimientos y de tus intenciones. Si desde qué te vi por primera vez, barriendo la calle Hope, te mire a los ojos y vi al ser más transparente y puro que he conocido jamás. Un alma desnuda y sencilla. Tus gestos y tus palabras tuvieron un gran poder sanador para mi corazón hecho añicos.
Te esperaba con ansia cada mañana, sintiendo el aire glacial rosar en mi piel bajo los aromas de tierra y flores del jardín. Nunca fallabas, siempre barriendo sola y alegre. Me parecías una magnolia exótica fuera de contexto. Siempre compartiste tu justo tiempo conmigo. Entorno tuyo había una aureola de soledad, que no niego que me enternecía y entristecía. Aún así, cuanto más te trataba vi la luz de tu ser. Nacía de tu interior una sabiduría inhóspita por tu edad. Las vivencias experimentadas te habían envejecido prematuramente.
Me atraías como un imán. Tu simple presencia, tu voz y tu sonrisa sincera, me hacía flotar y me daba la serenidad suficiente para acariciar de nuevo la vida. Me devolviste la ilusión. Cada vez me ibas fascinando más. Recuerdo la gran nevada, la muerte de mi abuelita, aquel amanecer, nuestra ayuda a los vagabundos en aquel refugio... Pude comprobar que eres un ser excepcional. Me ayudaste tanto aquel día, tanto, que jamás te lo podré agradecer.
Me has dado tanto que no sé si he sido digna de tu amor. Me siento tan horrible por haber dudado de ti. Miro hacia atrás y veo infinidad de actos de amor hacia mí. Como aquel anochecer que cenamos bajo el firmamento, cuando me miraste con tus ojos llenos de temor. Me vi reflejados en ellos. Cada palabra tuya era para mí una inyección de vitaminas. Conviertes carbón en oro. Abrazas los momentos, como lo único que merece la pena.
Te volcaste con cuerpo y alma en hacer una maravillosa cuñada para Brian. Ahora entiendo tanta entrega. Aún no sé que opinar sobre el respeto. No te niego que sigo algo confusa. Una parte de mi no te ve como una persona calculadora. Tu mirada me parece tan transparente y mis caricias te hacen vibrar y sentir. Hay emociones y sentimientos que no se pueden maquillar. Cada noche compartida, aquel amanecer en el campo, nosotras dos desnudas ante el primer guiño de sol... Tú susurro, tu estremecimiento y tu veloz palpitar de corazón. Fue tan auténtico y espontaneo. No sé. No creo que sea fruto de mis anhelos. Tu mirada, tu sonrisa...
Es obvio que eres una madre en mayúsculas. Un ser tan luchador y tenaz. Tiene merito haber salido del hondo pozo donde caíste. Una sobreviviente de la sociedad descarnada. Fuiste capaz de domar a un hombre malo, para proteger a tus seres queridos. Si Max no se hubiera metido con tu hijo, jamás hubieses traspasado aquella frontera. Me tuvo algo confundida. Ahora, tras saber tu dura historia, te quiero aún más. Creo que actuaría igual que tú si alguien dañará a mi familia.
La vida te ha maltratado y, en más de estar deprimida o poseída por el odio, estás llena de amor. Nunca antes había visto tanta calidez en la mirada de una persona. Verte barrer con serenidad y sencillez, fue tan mágico y algo revelador. Quizás te parecerá exagerado, o tonto y no me creerás, pero fue como si viviera algo que ya había soñado. A veces, había fantaseado que aparecería una princesa en mi jardín mientras leía absorta un libro.
Nuestra historia de amor ha sido tan bonita, tan intensa y auténtica. No tengo las palabras suficientes para describirla. Creí, erróneamente, que si asilenciábamos nuestro pasado este se borraría. No se puede hacer, porque por desgracia nuestros pasados constituyen nuestro ADN. Queremos o no alimentan nuestros miedos y limitan nuestros comportamientos.
No te he contado mucho de mi ex, por quererla borrar de nuestro mundo. Es alguien tan tóxica, que no merece ser nombrada. En el fondo, la temo. Espero que no me odies tras leerlo. Por favor, no me juzgues. Hasta ahora no he tenido valor para decir su nombre. Pero he comprendido que ya basta de silencios. Realice una promesa, que hasta ahora he cumplido por miedo.
Mi ex es la hija del presidente de los Estados Unidos, la ilustrísima April Cesar. Ahora pareja de tu hermano. Mi cabeza enloqueció cuando Lex dijo que te buscaba en la rueda de prensa. Más allá de la mentida, o de la omisión de tu identidad, fue como toparme con la manipuladora de mi ex. La quise tanto como la odie. Ahora sólo me da repugnancia y me aterra. Lo que fue capaz de hacerme en New York me hace poner la piel de gallina.
Perdona por callármelo hasta ahora. No sabía cómo decírtelo. Su padre me amenazo, para que me alejara de su hija. La muy despreciable, le contó que la acosaba. Me envió a uno de sus agentes de seguridad para advertirme y varias notas coercitivas. Sé que no conseguí trabajo a Washington gracias a él. Los Cesar me destruyeron y terminaron con mis ambiciones profesionales. Incluso, sospecho que su maldad me ha alcanzado en National City. Suerte que Cat Grant confió en mí.
Entiéndeme, quería borrarlos de mi vida. Y realmente creía que este episodio había quedado atrás y su sombra maléfica no me alcanzaría. Pero mi ex no olvida. Y sólo falta que sea tu cuñada. Temo que se entrometa entre las dos, o que te haga daño si te entorpeces sus intenciones. Es tremendamente ambiciosa. Siento habérmelo callado hasta ahora.
Te amo mucho Lena y siempre te querré, ocurra lo que ocurra. Te amo con toda el alma. Eres mi único amor. Gracias por tu apoyo incondicional y por aceptarme tal como soy. Me has dado la fuerza necesaria para afrontar las adversidades venideras. Kara D"
Terminó la carta y la releyó. Se frustro. Creía no poder plasmar sobre papel ni la mínima parte de lo que albergaba su corazón por Lena. Iba arrugar la hoja y empezar de nuevo, cuando anunciaron que se abrocharan los cinturones. El cielo estaba totalmente oscurecido. Hubo rayos y truenos. El avión padeció varias sacudidas. Las famosas turbulencias. Hubo una sinfonía de chillidos. Alguien empezó a rezar.
No estaba dispuesta a morir ni permitir una masacre aérea. Sin meditación actuó. Se rebeló. Se dirigió hacia la mirada suplicante de la azafata de vuelo. El temor estaba escrito en sus ojos. Le pidió hablar con el piloto.
- ¡Tranquilizase señora, sólo es una tormenta! Por favor, vuelva a su sitio.
- Quiero hablar con el capitán, puedo ser de ayuda.- Insistió Kara.
- ¡Le repito, siéntese! Todo anda bien. No hay ningún fallo mecánico.- Volvió a repetir como si fuera un robot. Probablemente, sus palabras únicamente tenían valor para ella. La chica rubia cedió. Se sentó y abrocho el cinturón. Hizo una inspección rápida del resto de pasajes. Fue entonces cuando lo vio. Aquel hombre le sonaba. Era de aspecto ordinario. Bien trajeado, parecía un ejecutivo. Tenía un móvil en la mano, que guardo cuando accedió a su asiento. Era el mismo que la había estado siguiendo. ¿O eran paranoias suyas?
La personal de vuelo no mintió. Las sacudidas habían sido fruto de la tormenta. No se relajo. Otra vez se había puesto en evidencia. Intento controlar a la persona que la seguía, pero a la llegada a Metrópolis, durante el desembarque lo perdió de vista. Ya con el equipaje de mano con ella, salió a la zona de llegadas. Encendió el teléfono. Varios mensajes de chat. Nada de su pareja. Lo comprendió. Hubo otro que le dejo sin respiración. Iba más allá de la simple especulación. Era un chantaje a toda regla.
"Como no has desistido en viajar a Metrópolis, te exijo tu colaboración y silencio. No le digas a Lena Luthor quién es tu ex. Si le destruyes la vida, te dañarás a ti."
Muy cabreada, exploró el entorno. Nadie parecía observarla. ¿Cómo podía saber su acosador que su pareja no sabía que había salido con April Cesar? Alguien muy cercano la estaba traicionando. ¿Y si la chica que estuvo sentada a su lado en el avión, leyó la carta? También podía ser. Porque con el miedo de que ocurriera un accidente, se levanto y descuido la carta. Abrió la bolsa de mano. Ahí seguía, manoseada. Bueno, también la había guardado allí con prisas. Aún así, era plausible que alguien la hubiese leído. Se sintió como si la hubiese violado la intimidad. Aquellos eran sus sentimientos, su corazón. Lloró y lloró. Indecisa se apoyó en la primera pared que vio.
¿Qué debía de hacer? ¿Estaba dispuesta que la humanidad conociera su identidad? Lena ya conocía su secreto y la aceptaba como era. ¿No sería aquello suficiente? Aún así amaba su vida tal como era, sumergida en el placentero anonimato. ¿O era algo iluso, o ingenuo por su parte? En medio del huracán sonó la notificación de WhatsApp.
Metrópolis 10 am
El dolor en el pecho no se le quitaba. Le asfixiaba. Quería huir, estar a mil lenguas de la mansión Luthor. Vendería el alma al demonio por no haber escuchado a Lionel Luthor. A quién, a pesar de todo, seguía viéndolo como su único padre. Un ser que albergaba un vil crimen, el peor de todos. ¿Cómo pudo mirarse al espejo durante todo aquel tiempo?
No disponía de recuerdos de aquella noche fatídica, donde su hogar feliz ardió en llamas. Era tan pequeña, una bebe. Aún así, siempre le resto un vacio inmenso en el alma. La lacerante conciencia de ser una niña no amada. Fue el retrato viviente de una fechoría imperdonable, la arista clavada del gran empresario de Metrópolis, la pesadilla de Lillian, la mujer despreciada por una simple y basta secretaria. Encima de ella había caído una ira tremenda, por unos pecados ájenos. ¿Por qué no huir y terminar con tanto sufrimiento?
Lena no durmió, atormentada por la tragedia de sus padres. Orgullosa y mostrando una altivez inaudita en ella, se negó a irse a un hotel. Una parte de sí misma, estaba obteniendo placer torturando a su madre. Se paseaba por la casa como si fuera ya de su propiedad. Con la mirada le susurraba que conocía todos sus secretos. Estaba jugando con fuego y actuando impulsivamente.
La tranquilidad nocturna, en su antigua habituación, fue una lluvia de serenidad. Abrió la carpeta y exploro su contenido con atención. Realmente, era una mina de oro. Pensó mucho con Kara. La única pieza discordante, la nota alegre de aquella composición fúnebre. ¿Y si no recuperaban la magia? ¿Podría seguir en pie sin ella ni su hijo? ¿Podría volver a renunciar a su felicidad por su bienestar?
Percibía el germen del mal en el más profundo de su alma. Eso le angustiaba enormemente. Sus instintos le tentaban a apretar un simple botón para que todo explotara por los aires. Nadie de su familia merecía estar vivo. Respecto a Lex, tenía sentimientos ambivalentes. Lo veía como un perrito faldero, siempre apegado a su posesiva progenitora.
Impotente e infinitamente confundida consiguió dormir unas horas. El pequeño descanso ordeno un poco las ideas. Afrontaría su destino. Siempre la sombra de los Luthor la perseguiría. Protegería a Brian y a su pareja. Saber que era una extraterrestre con poderes, le tranquilizaba. Pues sabía que estaría a la altura si los Luthor decidían atentar contra ellos.
Empezó a actuar de forma automática, como si estuviera programada para gestionar aquella delicada situación. Llamó a su abogado de New York, le pidió consejo y exigió que viajara a Metrópolis para ser su asesor legal. O si más no, le señalara a alguien de absoluta confianza. Sin desayunar salió de la mansión y se dirigió al banco más poderoso de la ciudad. Deposito la información que incriminaba a su madre en una caja de seguridad.
Entro en unos grandes almacenes, para comprarse ropa más adecuada para el velorio y funeral. Fue rápida. No le apetecía volver al infierno. Ando sin rumbo por el parque cercano de aquella zona de boutiques. Se evadió de la realidad evocando su vida en Nathional City. En aquellos instantes podría estar barriendo las calles de su barrio, tomando el sol en el jardín de su nuevo hogar. Y cuando su hijo estaba, estaría jugando muy cerca o pintando la belleza del mundo. Kara estaría a su lado, leyendo o escribiendo uno de sus artículos. Una apacible rutina que ya extrañaba.
Sólo los humanos se empeñaban a complicarse la existencia. Sería fácil dejar fluir las horas, dejarte arrastrar por la corriente del instante. Pero el peso de la injusticia era una enorme carga, que la arrastraba al fondo del mar y la asfixiaba. La dicotomía era recordar u olvidar. Si se vengaba sus padres no resucitarían ni cambiaría su desafortunada infancia. Aún así, era intolerable que existieran personas tan crueles, como Lillian, que se creyeran Dioses y quedasen impunes de sus fechorías. El concepto de justicia divina para ella estaba vació, una mentida piadosa.
El teléfono le sonó. Por unos instantes deseo que fuera Kara, a la cual no tuvo valor para devolverle el mensaje. Su desidia estaba poco justificada. Estaba atrapada en una selva de emociones fuertes. Era incapaz de mirar aún su horizonte afectivo. No era carencia de certezas. Era lo más claro que tenía, siempre la amaría. Aún así, era incapaz de pensar si habría futuro para su relación. Su perplejidad iba más allá del mero perdón, porque ya la había disculpado. Comprendió que su ex le había ocasionado un daño irreparable, le había minado la confianza. ¿Entonces, por qué algo en ella se empecinaba a alejarla de su existencia?
Haber decidido, la noche pasada, trasladarse a vivir a Metrópolis no debía de ser incompatible con su relación. Tampoco aceptaría que Kara le acompañará en aquella odisea. Podrían seguir a la distancia. ¿No? Meditarlo le ayudó a tranquilizarse. El teléfono seguía sonando. Era Winn, al cual se le había olvidado llamarlo. Fue ayer noche, leyendo los informes de su padre, que se percato del caprichoso que podía ser el destino.
- Hola Lena. ¿Te pillo en mal momento? Terminó de sentir por la tele la muerte de tu padre.- Le dijo su amigo nada más descolgar. No parecía molesto por haberlo tenido en espera tanto rato. Su voz afable fue como si le estuviera dado un abrazo.- ¿Cómo estás? Me gustaría a estar a tu lado en esos momentos. Además tengo de contarte algo muy delicado...
- Hola amigo. No te preocupes. Me he fugado brevemente de la mansión Luthor. Sé a lo que te refieres.- Su declaración le hizo enmudecer.- Termino de descubrir que somos primos.
- Sí, lo somos. Mi madre es hermana de tu madre biológica. Scott es su apellido. Al separarse de mi padre, decidió darme su primer apellido. ¿Tu tío al final tuvo valor de confesártelo?- no le escondió la rabia que sentía hacia los miembros de su familia.
- Sí, la mala conciencia le ha acompañado hasta la muerte.- Le aseguró, sintiéndose muy rota por dentro.- Será mejor que hablamos de eso en persona.
- Sí, mejor. Kara debe de estar a tu lado. Dale recuerdos. Tienes suerte de tenerla.
- No. Le he pedido que no venga. No deseo que se mezcle con los Luthor.- Carraspeo un poco, sintiendo como el dolor renacía. En el profundo de su ser, quería tenerla a su lado. Extrañaba su alegría, su mirada, su gran corazón, su enternecedora timidez...- Es un ser tan puro e inocente. No me perdonaría que por mi culpa la dañaran, como lo hicieron con mis padres.
- Entiendo. Lena, no sé qué pretendes con ello, pero no jugaría con fuego. Quizás, sea mejor que seas egoísta y te alejes de tu familia. Vete de Metrópolis, regresa con tu pareja e hijo. ¡No pierdas el norte por viejas historias!
- Gracias Winn.-Se le escapo una carcajada. Se callaron brevemente. Tenían mucho por compartir y explicarse. Para la familia Scott, descubrir que la única hija de Elena estaba viva, era una gran alegría. Y les ayudo a zanjar por fin el pasado, la herida ya no era tan honda.- ¿Nos vemos en el velorio?
- Mm, no sé si vendremos. Mi madre lo dudo.
- Por favor amigo. Necesito apoyos y me ayudarás mucho si vienes.- Le insistió de forma masoquista.
- De acuerdo. Lo hago para ti. Se lo sola que estás. Por eso te remarco que no apartes a tu preciosa novia de tu lado.- le hizo enmudecer. Le volvió a agradecer su apoyo y colgaron. Entonces, se sintió con fuerzas para responderle el mensaje a Kara.
Lena:- "Colibrí de mi corazón, te amo mucho. No estoy dolida por lo ocurrido entre nosotras. No sabes cuándo lamento no haber sido lo suficiente valiente por habértelo confesado antes. Te llamaré cuando pueda. Que tengas un precioso día. Recuerdos a tu familia. Sí hablas con Brian, dile que le quiero mucho. Te amo." (12 am)
Nota de la autora
Queridas lectoras, muchas gracias por seguir leyendo mi historia. Este capítulo es un poco corto. Al final he optado dividirlo en dos. He querido publicarlo partido, porque no he podido terminarlo. Mañana me voy de viaje y no podré publicar.
Puede que vaya escribiendo, pero no publicaré porque no me llevo el ordenador. Me gusta pasar antes de publicar la historia por el corrector de ortografía y repasarlo mejor.
Espero que os guste. Si es así, ha darme estrellitas. :) Tengo ganas de llegar al one.
Hasta pronto.

 

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