(24) La Heredera (I)
Los miedos son como paracitos que se infiltran en nuestras mentes y nos atormentan. Oscurecen nuestros sentimientos y ponen en entredicho nuestras convicciones. Si no hallamos el antídoto contra ellos, pueden tomar las riendas de nuestros actos. Aún sabiendo que estamos atentando contra nuestro corazón y no somos Dioses, terminamos al borde del precipicio y tomando elecciones erróneas, creyendo que se hace lo correcto.
¿Pero qué es lo
correcto? ¿Realizar lo que se espera de ti? ¿Alejar a las personas que
más amas porque no reciban las consecuencias de tu promesa? ¿No ser
egoísta y no compartir las cargas del devenir diario?
Aeropuerto de National City 9 am
- Lamentamos informarles
que el vuelo X3 con destino Metrópolis tiene una hora de retraso.
Disculpad las molestias.- Comunicó una voz femenina algo metálica.
El rostro de Kara se
ensombreció. Incapaz de permanecer sentada, se levanto y ando hasta la
ventana más cercana. Observar las pistas del aeropuerto. Aviones
despegando y otras a punto de hacerlo. Por ganas saldría volando hacia
el lado de Lena. Deseaba tanto estar junto a ella, abrazarla y
susurrarle que la amaba. Ya no le importaba que fuera una Luthor. En
realidad, aquello fue lo de menos. Había sido un bofetón de realidad. Un
duro despertar al mundo imperfecto.
Gracias a sus padres se
percato de su irracional enfado. Recordó la cantidad de veces que la
barrendera trato de narrarle su historia, y en todas las ocasiones
obtuvo la misma respuesta por su parte. Eligio sumergirse dentro de una
nube de felicidad, utópica. Sólo el miedo a volver a sufrir tuvo la
culpa. April había sido una enorme piedra que le seguía entorpeciendo su
camino. La tenía muy presente en su mente, y más en percatarse de que
sería su cuñada si su relación salía a flote. ¡Qué irónico podía ser el
destino!
La atormentaba su
cobardía. ¿Por qué no había sido incapaz de confesarle a Lena la
identidad de su ex? ¿Por qué lo había convertido en secreto de estado?
¿Temía a los Cesar? Sí. Se quito las gafas. Le picaban los ojos. No
quería llorar. En más de poseer poderes, desearía ser más valiente. Se
prometió dejar de sentirse una hormiguita ante la inmensidad del mundo.
La ansiedad seguía
poseyéndola. Tratando de contenerse se sentó. Cogió aire y lo expulso
lentamente. Poco a poco, recobró la serenidad. En el fondo, odiaba
ocultar sus poderes. Si no tuviera tantos miedos, ya estaría en
Metrópolis. Pero entendía que mostrarse en su majestuosidad podría dañar
a terceros y alentaría a curiosos.
Abrió el móvil. Su
pareja no le había respondido al mensaje que le había escrito antes de
salir de casa. No le había comunicado su viaje. Sabía por su jefa que
aquel día solo sería velorio de Lionel, en la mansión Luthor y que el
día siguiente sería el funeral. Agradecida por su artículo, por fin
accedió a darle unos días de vacaciones. Reviso los pocos WhatsApp que
había recibido. Uno era de su hermana, que seguía reacia en aceptar a su
cuñada.
Kara: Hola. Gracias
por tu preocupación. Amo a Lena. Nada de lo que me digas, o todo lo que
ha ocurrido, no ha modificado mis sentimientos. De acuerdo que hace unos
meses que la trato, pero he acariciado su alma. No dudo de su mirada.
Por favor, respétame. (10:03 am)
Se entretuvo curioseando
las redes sociales. El fallecimiento del importante empresario era la
noticia del día. Admirado y temido. El presidente de Estados Unidos ya
había confirmado que asistiría a su funeral, como consuegro y
representante estatal. Cerró el teléfono. No obstante, tuvo de
encenderlo de nuevo al sentir la notificación de un mensaje. Ser quedó
helada nada más leerlo.
"No te relajes. Sigo sabiendo que detrás de tu rostro angelical se esconde un monstruo. No me olvides."
Empalideció. No era
ninguna broma ni algo pasajero. Estuvo a punto de borrarlo. Pero gano la
razón. Envió el mensaje a su primo. Prefirió no llamarle. Estaba
cansada de discutir con él. Tarde o temprano, debía de acepar que amaba a
una Luthor. Inmediatamente recibió noticias suyas, usando el mismo
medio de comunicación. Fue una señal de qué también estaba tocado por su
disputa. Fue muy escueto y duro.
Clark:- Nos vemos en Metrópolis. Espero que tu querida Lena no se le ocurra decir que somos familia. (10:15 am)
Kara:- Habrá algún día que me deberás de pedir perdón por todos tus desprecios. (10:16 am)- Iba
a cerrar la página del chat, muy irritada con él. Siempre era tan
digno, insensible y racional. Le daban asco esa clase de personas.
Clark:- Ja, ja... ¡No
sé porque! Más bien, serás tú que correrás a mi lado porque resuelva
tus meteduras de pata. De hecho, ya lo has hecho. El amor te ciega
primita. Siempre teniendo fe con los imperfectos humanos. (10:17 am)- la chica rubia ardió en leerlo. Volvió a lamentar haber confiado en él. No lo reconocía.
Kara:- ¡Ya basta Clark! Será mejor que hablamos en persona. (10:18
am)- determinó al momento. Temiendo cometer un atroz atentado. Aunque,
dudaba de que su relación se podría restablecer fácilmente. No quería a
personas tóxicas en su vida y que no respetaran sus sentimientos.
Prefería ser humana, errarse mil veces y sentir. El amor era el motor de
la vida, del universo y daba sentido a su existencia.
Su primo enmudeció. Lo
percibía tan cabreado, que sería incluso capaz de borrarla del mapa.
Debía de empezar una nueva era, dónde ella empezaría a tomar sus propias
decisiones sin pasar por su filtro. Para empezar, le contaría a Lena
sobre aquellos mensajes coercitivos. Sería una muestra de confianza. Si
no compartían todas las raíces de su existencia, positivas y negativas,
nunca serían una auténtica pareja.
Andaba perdida en sus
pensamientos cuando, por fin, anunciaron su vuelo. Se levantó rápido y
se añadió a la fila de embarque. No tardo en acceder dentro del avión y
localizar su asiento. Se abrocho el cinturón. Miro a través de la
ventanilla. Cerró los ojos y el precioso rostro de Lena se le dibujo.
Seguía meditando como abrirle el corazón y no morir en el empeño. Se
sentía insegura y muy torpe. Los consejos paternos no le servían para
relajarse. Ser sin más ella misma. Sus actos serían su tarjeta de
presentación.
El avión despego y sus
pensamientos seguían alborotados. Se desbrocho el cinturón. Abrió la
bolsa y busco si tenía algún papel suelto. Por suerte, se había olvidado
quitar el cuaderno de notas. Cogió un bolígrafo de color negro y empezó
a escribir todo lo que su novia le inspiraba.
"Amor mío, mi
corazón, alma libre y bondadosa. Me siento muy torpe y despreciable.
Perdóname por haberme comportado como una niña consentida e insensata.
No sé cómo pude dudar de tus sentimientos y de tus intenciones. Si desde
qué te vi por primera vez, barriendo la calle Hope, te mire a los ojos y
vi al ser más transparente y puro que he conocido jamás. Un alma
desnuda y sencilla. Tus gestos y tus palabras tuvieron un gran poder
sanador para mi corazón hecho añicos.
Te esperaba con ansia
cada mañana, sintiendo el aire glacial rosar en mi piel bajo los aromas
de tierra y flores del jardín. Nunca fallabas, siempre barriendo sola y
alegre. Me parecías una magnolia exótica fuera de contexto. Siempre
compartiste tu justo tiempo conmigo. Entorno tuyo había una aureola de
soledad, que no niego que me enternecía y entristecía. Aún así, cuanto
más te trataba vi la luz de tu ser. Nacía de tu interior una sabiduría
inhóspita por tu edad. Las vivencias experimentadas te habían envejecido
prematuramente.
Me atraías como un
imán. Tu simple presencia, tu voz y tu sonrisa sincera, me hacía flotar y
me daba la serenidad suficiente para acariciar de nuevo la vida. Me
devolviste la ilusión. Cada vez me ibas fascinando más. Recuerdo la gran
nevada, la muerte de mi abuelita, aquel amanecer, nuestra ayuda a los
vagabundos en aquel refugio... Pude comprobar que eres un ser
excepcional. Me ayudaste tanto aquel día, tanto, que jamás te lo podré
agradecer.
Me has dado tanto que
no sé si he sido digna de tu amor. Me siento tan horrible por haber
dudado de ti. Miro hacia atrás y veo infinidad de actos de amor hacia
mí. Como aquel anochecer que cenamos bajo el firmamento, cuando me
miraste con tus ojos llenos de temor. Me vi reflejados en ellos. Cada
palabra tuya era para mí una inyección de vitaminas. Conviertes carbón
en oro. Abrazas los momentos, como lo único que merece la pena.
Te volcaste con
cuerpo y alma en hacer una maravillosa cuñada para Brian. Ahora entiendo
tanta entrega. Aún no sé que opinar sobre el respeto. No te niego que
sigo algo confusa. Una parte de mi no te ve como una persona
calculadora. Tu mirada me parece tan transparente y mis caricias te
hacen vibrar y sentir. Hay emociones y sentimientos que no se pueden
maquillar. Cada noche compartida, aquel amanecer en el campo, nosotras
dos desnudas ante el primer guiño de sol... Tú susurro, tu
estremecimiento y tu veloz palpitar de corazón. Fue tan auténtico y
espontaneo. No sé. No creo que sea fruto de mis anhelos. Tu mirada, tu
sonrisa...
Es obvio que eres una
madre en mayúsculas. Un ser tan luchador y tenaz. Tiene merito haber
salido del hondo pozo donde caíste. Una sobreviviente de la sociedad
descarnada. Fuiste capaz de domar a un hombre malo, para proteger a tus
seres queridos. Si Max no se hubiera metido con tu hijo, jamás hubieses
traspasado aquella frontera. Me tuvo algo confundida. Ahora, tras saber
tu dura historia, te quiero aún más. Creo que actuaría igual que tú si
alguien dañará a mi familia.
La vida te ha
maltratado y, en más de estar deprimida o poseída por el odio, estás
llena de amor. Nunca antes había visto tanta calidez en la mirada de una
persona. Verte barrer con serenidad y sencillez, fue tan mágico y algo
revelador. Quizás te parecerá exagerado, o tonto y no me creerás, pero
fue como si viviera algo que ya había soñado. A veces, había fantaseado
que aparecería una princesa en mi jardín mientras leía absorta un libro.
Nuestra historia de
amor ha sido tan bonita, tan intensa y auténtica. No tengo las palabras
suficientes para describirla. Creí, erróneamente, que si asilenciábamos
nuestro pasado este se borraría. No se puede hacer, porque por desgracia
nuestros pasados constituyen nuestro ADN. Queremos o no alimentan
nuestros miedos y limitan nuestros comportamientos.
No te he contado
mucho de mi ex, por quererla borrar de nuestro mundo. Es alguien tan
tóxica, que no merece ser nombrada. En el fondo, la temo. Espero que no
me odies tras leerlo. Por favor, no me juzgues. Hasta ahora no he tenido
valor para decir su nombre. Pero he comprendido que ya basta de
silencios. Realice una promesa, que hasta ahora he cumplido por miedo.
Mi ex es la hija del
presidente de los Estados Unidos, la ilustrísima April Cesar. Ahora
pareja de tu hermano. Mi cabeza enloqueció cuando Lex dijo que te
buscaba en la rueda de prensa. Más allá de la mentida, o de la omisión
de tu identidad, fue como toparme con la manipuladora de mi ex. La quise
tanto como la odie. Ahora sólo me da repugnancia y me aterra. Lo que
fue capaz de hacerme en New York me hace poner la piel de gallina.
Perdona por
callármelo hasta ahora. No sabía cómo decírtelo. Su padre me amenazo,
para que me alejara de su hija. La muy despreciable, le contó que la
acosaba. Me envió a uno de sus agentes de seguridad para advertirme y
varias notas coercitivas. Sé que no conseguí trabajo a Washington
gracias a él. Los Cesar me destruyeron y terminaron con mis ambiciones
profesionales. Incluso, sospecho que su maldad me ha alcanzado en
National City. Suerte que Cat Grant confió en mí.
Entiéndeme, quería
borrarlos de mi vida. Y realmente creía que este episodio había quedado
atrás y su sombra maléfica no me alcanzaría. Pero mi ex no olvida. Y
sólo falta que sea tu cuñada. Temo que se entrometa entre las dos, o que
te haga daño si te entorpeces sus intenciones. Es tremendamente
ambiciosa. Siento habérmelo callado hasta ahora.
Te amo mucho Lena y
siempre te querré, ocurra lo que ocurra. Te amo con toda el alma. Eres
mi único amor. Gracias por tu apoyo incondicional y por aceptarme tal
como soy. Me has dado la fuerza necesaria para afrontar las adversidades
venideras. Kara D"
Terminó la carta y la
releyó. Se frustro. Creía no poder plasmar sobre papel ni la mínima
parte de lo que albergaba su corazón por Lena. Iba arrugar la hoja y
empezar de nuevo, cuando anunciaron que se abrocharan los cinturones. El
cielo estaba totalmente oscurecido. Hubo rayos y truenos. El avión
padeció varias sacudidas. Las famosas turbulencias. Hubo una sinfonía de
chillidos. Alguien empezó a rezar.
No estaba dispuesta a
morir ni permitir una masacre aérea. Sin meditación actuó. Se rebeló. Se
dirigió hacia la mirada suplicante de la azafata de vuelo. El temor
estaba escrito en sus ojos. Le pidió hablar con el piloto.
- ¡Tranquilizase señora, sólo es una tormenta! Por favor, vuelva a su sitio.
- Quiero hablar con el capitán, puedo ser de ayuda.- Insistió Kara.
- ¡Le repito, siéntese!
Todo anda bien. No hay ningún fallo mecánico.- Volvió a repetir como si
fuera un robot. Probablemente, sus palabras únicamente tenían valor para
ella. La chica rubia cedió. Se sentó y abrocho el cinturón. Hizo una
inspección rápida del resto de pasajes. Fue entonces cuando lo vio.
Aquel hombre le sonaba. Era de aspecto ordinario. Bien trajeado, parecía
un ejecutivo. Tenía un móvil en la mano, que guardo cuando accedió a su
asiento. Era el mismo que la había estado siguiendo. ¿O eran paranoias
suyas?
La personal de vuelo no
mintió. Las sacudidas habían sido fruto de la tormenta. No se relajo.
Otra vez se había puesto en evidencia. Intento controlar a la persona
que la seguía, pero a la llegada a Metrópolis, durante el desembarque lo
perdió de vista. Ya con el equipaje de mano con ella, salió a la zona
de llegadas. Encendió el teléfono. Varios mensajes de chat. Nada de su
pareja. Lo comprendió. Hubo otro que le dejo sin respiración. Iba más
allá de la simple especulación. Era un chantaje a toda regla.
"Como no has
desistido en viajar a Metrópolis, te exijo tu colaboración y silencio.
No le digas a Lena Luthor quién es tu ex. Si le destruyes la vida, te
dañarás a ti."
Muy cabreada, exploró el
entorno. Nadie parecía observarla. ¿Cómo podía saber su acosador que su
pareja no sabía que había salido con April Cesar? Alguien muy cercano
la estaba traicionando. ¿Y si la chica que estuvo sentada a su lado en
el avión, leyó la carta? También podía ser. Porque con el miedo de que
ocurriera un accidente, se levanto y descuido la carta. Abrió la bolsa
de mano. Ahí seguía, manoseada. Bueno, también la había guardado allí
con prisas. Aún así, era plausible que alguien la hubiese leído. Se
sintió como si la hubiese violado la intimidad. Aquellos eran sus
sentimientos, su corazón. Lloró y lloró. Indecisa se apoyó en la primera
pared que vio.
¿Qué debía de hacer?
¿Estaba dispuesta que la humanidad conociera su identidad? Lena ya
conocía su secreto y la aceptaba como era. ¿No sería aquello suficiente?
Aún así amaba su vida tal como era, sumergida en el placentero
anonimato. ¿O era algo iluso, o ingenuo por su parte? En medio del
huracán sonó la notificación de WhatsApp.
Metrópolis 10 am
El dolor en el pecho no
se le quitaba. Le asfixiaba. Quería huir, estar a mil lenguas de la
mansión Luthor. Vendería el alma al demonio por no haber escuchado a
Lionel Luthor. A quién, a pesar de todo, seguía viéndolo como su único
padre. Un ser que albergaba un vil crimen, el peor de todos. ¿Cómo pudo
mirarse al espejo durante todo aquel tiempo?
No disponía de recuerdos
de aquella noche fatídica, donde su hogar feliz ardió en llamas. Era
tan pequeña, una bebe. Aún así, siempre le resto un vacio inmenso en el
alma. La lacerante conciencia de ser una niña no amada. Fue el retrato
viviente de una fechoría imperdonable, la arista clavada del gran
empresario de Metrópolis, la pesadilla de Lillian, la mujer despreciada
por una simple y basta secretaria. Encima de ella había caído una ira
tremenda, por unos pecados ájenos. ¿Por qué no huir y terminar con tanto
sufrimiento?
Lena no durmió,
atormentada por la tragedia de sus padres. Orgullosa y mostrando una
altivez inaudita en ella, se negó a irse a un hotel. Una parte de sí
misma, estaba obteniendo placer torturando a su madre. Se paseaba por la
casa como si fuera ya de su propiedad. Con la mirada le susurraba que
conocía todos sus secretos. Estaba jugando con fuego y actuando
impulsivamente.
La tranquilidad
nocturna, en su antigua habituación, fue una lluvia de serenidad. Abrió
la carpeta y exploro su contenido con atención. Realmente, era una mina
de oro. Pensó mucho con Kara. La única pieza discordante, la nota alegre
de aquella composición fúnebre. ¿Y si no recuperaban la magia? ¿Podría
seguir en pie sin ella ni su hijo? ¿Podría volver a renunciar a su
felicidad por su bienestar?
Percibía el germen del
mal en el más profundo de su alma. Eso le angustiaba enormemente. Sus
instintos le tentaban a apretar un simple botón para que todo explotara
por los aires. Nadie de su familia merecía estar vivo. Respecto a Lex,
tenía sentimientos ambivalentes. Lo veía como un perrito faldero,
siempre apegado a su posesiva progenitora.
Impotente e
infinitamente confundida consiguió dormir unas horas. El pequeño
descanso ordeno un poco las ideas. Afrontaría su destino. Siempre la
sombra de los Luthor la perseguiría. Protegería a Brian y a su pareja.
Saber que era una extraterrestre con poderes, le tranquilizaba. Pues
sabía que estaría a la altura si los Luthor decidían atentar contra
ellos.
Empezó a actuar de forma
automática, como si estuviera programada para gestionar aquella
delicada situación. Llamó a su abogado de New York, le pidió consejo y
exigió que viajara a Metrópolis para ser su asesor legal. O si más no,
le señalara a alguien de absoluta confianza. Sin desayunar salió de la
mansión y se dirigió al banco más poderoso de la ciudad. Deposito la
información que incriminaba a su madre en una caja de seguridad.
Entro en unos grandes
almacenes, para comprarse ropa más adecuada para el velorio y funeral.
Fue rápida. No le apetecía volver al infierno. Ando sin rumbo por el
parque cercano de aquella zona de boutiques. Se evadió de la realidad
evocando su vida en Nathional City. En aquellos instantes podría estar
barriendo las calles de su barrio, tomando el sol en el jardín de su
nuevo hogar. Y cuando su hijo estaba, estaría jugando muy cerca o
pintando la belleza del mundo. Kara estaría a su lado, leyendo o
escribiendo uno de sus artículos. Una apacible rutina que ya extrañaba.
Sólo los humanos se
empeñaban a complicarse la existencia. Sería fácil dejar fluir las
horas, dejarte arrastrar por la corriente del instante. Pero el peso de
la injusticia era una enorme carga, que la arrastraba al fondo del mar y
la asfixiaba. La dicotomía era recordar u olvidar. Si se vengaba sus
padres no resucitarían ni cambiaría su desafortunada infancia. Aún así,
era intolerable que existieran personas tan crueles, como Lillian, que
se creyeran Dioses y quedasen impunes de sus fechorías. El concepto de
justicia divina para ella estaba vació, una mentida piadosa.
El teléfono le sonó. Por
unos instantes deseo que fuera Kara, a la cual no tuvo valor para
devolverle el mensaje. Su desidia estaba poco justificada. Estaba
atrapada en una selva de emociones fuertes. Era incapaz de mirar aún su
horizonte afectivo. No era carencia de certezas. Era lo más claro que
tenía, siempre la amaría. Aún así, era incapaz de pensar si habría
futuro para su relación. Su perplejidad iba más allá del mero perdón,
porque ya la había disculpado. Comprendió que su ex le había ocasionado
un daño irreparable, le había minado la confianza. ¿Entonces, por qué
algo en ella se empecinaba a alejarla de su existencia?
Haber decidido, la noche
pasada, trasladarse a vivir a Metrópolis no debía de ser incompatible
con su relación. Tampoco aceptaría que Kara le acompañará en aquella
odisea. Podrían seguir a la distancia. ¿No? Meditarlo le ayudó a
tranquilizarse. El teléfono seguía sonando. Era Winn, al cual se le
había olvidado llamarlo. Fue ayer noche, leyendo los informes de su
padre, que se percato del caprichoso que podía ser el destino.
- Hola Lena. ¿Te pillo
en mal momento? Terminó de sentir por la tele la muerte de tu padre.- Le
dijo su amigo nada más descolgar. No parecía molesto por haberlo tenido
en espera tanto rato. Su voz afable fue como si le estuviera dado un
abrazo.- ¿Cómo estás? Me gustaría a estar a tu lado en esos momentos.
Además tengo de contarte algo muy delicado...
- Hola amigo. No te
preocupes. Me he fugado brevemente de la mansión Luthor. Sé a lo que te
refieres.- Su declaración le hizo enmudecer.- Termino de descubrir que
somos primos.
- Sí, lo somos. Mi madre
es hermana de tu madre biológica. Scott es su apellido. Al separarse de
mi padre, decidió darme su primer apellido. ¿Tu tío al final tuvo valor
de confesártelo?- no le escondió la rabia que sentía hacia los miembros
de su familia.
- Sí, la mala conciencia
le ha acompañado hasta la muerte.- Le aseguró, sintiéndose muy rota por
dentro.- Será mejor que hablamos de eso en persona.
- Sí, mejor. Kara debe de estar a tu lado. Dale recuerdos. Tienes suerte de tenerla.
- No. Le he pedido que
no venga. No deseo que se mezcle con los Luthor.- Carraspeo un poco,
sintiendo como el dolor renacía. En el profundo de su ser, quería
tenerla a su lado. Extrañaba su alegría, su mirada, su gran corazón, su
enternecedora timidez...- Es un ser tan puro e inocente. No me
perdonaría que por mi culpa la dañaran, como lo hicieron con mis padres.
- Entiendo. Lena, no sé
qué pretendes con ello, pero no jugaría con fuego. Quizás, sea mejor que
seas egoísta y te alejes de tu familia. Vete de Metrópolis, regresa con
tu pareja e hijo. ¡No pierdas el norte por viejas historias!
- Gracias Winn.-Se le
escapo una carcajada. Se callaron brevemente. Tenían mucho por compartir
y explicarse. Para la familia Scott, descubrir que la única hija de
Elena estaba viva, era una gran alegría. Y les ayudo a zanjar por fin el
pasado, la herida ya no era tan honda.- ¿Nos vemos en el velorio?
- Mm, no sé si vendremos. Mi madre lo dudo.
- Por favor amigo. Necesito apoyos y me ayudarás mucho si vienes.- Le insistió de forma masoquista.
- De acuerdo. Lo hago
para ti. Se lo sola que estás. Por eso te remarco que no apartes a tu
preciosa novia de tu lado.- le hizo enmudecer. Le volvió a agradecer su
apoyo y colgaron. Entonces, se sintió con fuerzas para responderle el
mensaje a Kara.
Lena:- "Colibrí de mi
corazón, te amo mucho. No estoy dolida por lo ocurrido entre nosotras.
No sabes cuándo lamento no haber sido lo suficiente valiente por
habértelo confesado antes. Te llamaré cuando pueda. Que tengas un
precioso día. Recuerdos a tu familia. Sí hablas con Brian, dile que le
quiero mucho. Te amo." (12 am)
Nota de la autora
Queridas lectoras,
muchas gracias por seguir leyendo mi historia. Este capítulo es un poco
corto. Al final he optado dividirlo en dos. He querido publicarlo
partido, porque no he podido terminarlo. Mañana me voy de viaje y no
podré publicar.
Puede que vaya
escribiendo, pero no publicaré porque no me llevo el ordenador. Me gusta
pasar antes de publicar la historia por el corrector de ortografía y
repasarlo mejor.
Espero que os guste. Si es así, ha darme estrellitas. :) Tengo ganas de llegar al one.
Hasta pronto.
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