(21) Hoy me han dicho que...
Hoy me han dicho que la felicidad no es gratuita y sólo es una colección de momentos sublimes, mágicos, auténticos, vibrantes e intensos que vuelan y nos dejan un dulce sabor en la boca.
También me han
dicho que cuando las expectativas son demasiado altas, más dura será la
caída. Nuestros sueños no son alimentados por la razón y el despertar
puede ser muy traumático.
Nathional City, principios de Julio
Lena disfrutaba de sus
anheladas vacaciones. Había aprobado satisfactoriamente su penúltimo año
de carrera. Ansiaba graduarse y encontrar otro trabajo, o bien tratar
de progresar en los servicios de limpieza de Nathional City.
Kara no había conseguido
que Cat Gran le concediera fiesta. Lejos de enfadarse lo tolero,
consciente que había fracasado en la misión entrevistar a Lex Luthor.
Era muy probable que aterrara en la ciudad pronto. La fecha seguía
siendo incierta. Las órdenes eran claras, estar en guardia para cuando
aquello ocurriera.
Winn, ya tenía los
sorprendentes resultados de ADN. Se quedo tan perplejo tras leer el
informe del laboratorio. Debería contrastar la muestra con la de su
madre, para estar más seguro. Eso implicaba hablar con ella. Sería
regresar a una espiral de dolor y rabia. Solo tenía fe que aquella
revelación sanará un poco las heridas del pasado. Tras finalizar el
curso se despidió de la barrendera con afecto y voló hasta Metrópolis.
Brian y Lena habían
hecho tan buenas migas, que cogieron la costumbre de salir a dibujar por
la calle, o hacían pequeñas excursiones por las zonas próximas a
Nathional City. Elisa Danvers se lo agradecía. Últimamente, no se sentía
con muchas energías para cuidar de su hijo pequeño.
A la tercera semana de
Julio acudiría a unos de campamentos de la montaña, lugar tradicional de
la familia Danvers, pues sus hermanas también habían estado. Allí
pescaría, realizaría excursiones, actividades campestres y
concienciación ecológica. Era la primera vez que estaría lejos de su
familia. Estaba muy ilusionado por ello. Kara y Lena lo acompañaron a
comprar una mochila, saco de dormir para cuando fuese de acampada,
utensilios para comer, toalla, zapatillas y ropa nueva.
- ¿Me llevaréis vosotras al campamento, este lunes?- les pidió mientras se tomaban un helado en el parque.
- ¡Oh, Brian lo siento,
pero Lunes me toca trabajar!- se disculpó Kara. Se sentía un poco
triste, porque el trabajo le estaba robando tiempo para su familia.
- ¿Por qué no le solicitas a la Señorita Gran fiesta?
- No puedo. Estamos
expectantes por la llegada de Lex Luthor a la ciudad y debo de
entrevistarlo. Seguramente será este Lunes.- Le acarició la cabeza. Le
afectaba verlo apenado.
Lena se paralizo tras
escuchar aquel nombre. Dejo de prestarles atención. Viajo en hacia aquel
sábado de principios de Mayo, en el cual puso en peligro su estabilidad
afectiva. Lex fue el hombre que vio en recepción, antes de subir a la
habitación de Max. Lo percibió muy alterado y con muchas ganas de verlo.
Subió al ascensor antes de saber si este lo recibiría más tarde, el
temor de qué la viera venció a la curiosidad. ¿Consiguió una cita con él
al final? ¿Y por qué tenía urgencia en verlo?
A pesar de qué hacía
tiempo que no se cruzaban, solía deducir fácilmente cuando estaba
cabreado por algo. Y aquella tarde lo estaba. ¿Qué le habría ocurrido
con su amigo del alma? Los dos eran muy mujeriegos. Aún así Lex era más
caballeroso y muy detallista. Nunca mentía a sus ligues, siéndoles
cruelmente honesto. Su lema era nada de compromisos y sólo disfrutar del
sexo. Mil veces se pregunto si se había enamorado de alguna de sus
aventuras.
- Lena, ¿tú sí me
acompañarás?- le pregunto su hijo. Abandono el mundo de los recuerdos y
lo miró. Su rostro estaba pálido. La certeza de volver a tener el joven
Luthor cerca la alteraba, incluso con sólo escuchar su nombre. Debía
hallar el momento de confesar sus secretos.- ¿Te encuentras bien?
- Sí.- Respondió rápido,
con un débil hilo de voz. Su pareja le paso un brazo por la espalda,
manifestándole también preocupación.- ¿Dónde debo de llevarte?
- Al campamento. Al primer día habrá un picnic para todos y actividades varias. ¡Vamos dime que sí!- Insistió el niño.
- Será mejor que vayas con tus padres.- Determino la barrendera, no queriendo quitarles protagonismo.
- ¡Por favor, ven! Ellos
son algo mayores y no si deben de realizar tanto ejercicio, se pueden
cansar. Además, quiero presumir de cuñada.- Le guiño un ojo y les hizo
reír.
- ¿Me tendré de poner
celosa?- bromeó Kara, separándose de su pareja y cruzando los brazos.
Adoraba a su hermano y le fascinaba que se llevara tan bien con su
compañera sentimental. En momentos como aquel, le invadían una ilusión
enorme de tener hijos con ella. Sería una gran madre, por la forma que
trataba a Brian, le tenía infinita paciencia, le guiaba, le narraba
aspectos complejos de la existencia de una forma magistral... Contenía
sus anhelos, por considerarlos aún prematuros.
- No hermanita. Pero eso
sí, me la cuidas, ¡vale!- hablo el único hombrecito de su vida. Se le
acerco, abrazo y lo levanto emocionada.- ¿Y bien Lena, que dices...?
- Estoy encantada de
acompañarte.- se les acerco y su hijo se le tiro encima, regalándole un
manantial de besos. Su alegría siempre era contagiosa. Sus temores se
fundieron en algún basurero mental. ¿Quién le hubiera dicho casi dos
años atrás que asistiría a su primer campamento veraniego? Hacía que
todo lo experimentado mereciera la pena.
Regresaron a la calle
Hope a las ocho de la noche. Elisa y Jeremías las invitaron a cenar,
pero rechazaron la propuesta. Necesitaban refugiarse en su nido de amor y
sentirse. La rutina y el trabajo esclavizador les robaba tiempo para
gozar de su intimidad.
Lena había planeado una
cena romántica y subir al ático para observar el firmamento. Ya tenía
preparado el gazpacho y una mini selección de tapas variadas. Tortilla
de patatas, torraditas con salmón ahumado, huevos fritos rellenos de
atún y mayonesa, champiñones a la plancha con una salsa de aceite,
perejil y ajo, y calamares a la romana. De postre, había optado por una
tarda de chocolate y nata.
Convenció a su pareja
para que se tomase una relajante ducha. Últimamente, la percibía muy
tensa. O quizás eran las dos que lo estaban. El hecho que de qué las
noticias sobre la muerte del heredero Lord hubiesen menguado, estaba
ayudando un poco a descongestionar la situación. No ayudaba que Lex
Luthor por fin aterrizará por Nathional City. Debería de acostumbrarse
que los Luthor fuesen tan omnipresentes en todos los rincones de
América. Se arranco de su mente los parásitos de su familia.
Rápidamente, terminó de
elaborar la cena. Preparo la mesa, puso un par de velas en forma de
corazón y las encendió. Creía que los actos siempre prevalecerían por
encima de las palabras. Inconscientemente, era como si intuyese que su
fortuna pronto tambalearía. Alguien le había dicho que nunca la
felicidad era completa, o si más no perduraba en tiempo y espacio.
Subió a la habitación
para cambiarse de ropa. Se había comprado un vestido muy sensual, para
que Kara se deleitara con los ojos. Era de color cereza pasión, ajustado
y con un generoso escote. No enseñaba mucho pecho, sólo lo insinuaba.
Se dejo el pelo libre y algo salvaje. La dependienta que la atendió le
tiró mil flores cuando se lo vio puesto. No tenía radar, pero era
probable que también fuera lesbiana. Se lo confirmó cuando tras pagarle
la compra le propuso quedar por tomarse una bebida. Con educación
rechazo su invitación. Aquella noche se rió con Kara de aquella
anécdota.
- Suerte la mía que te
vi primero.- le dijo con orgullo la rubia, agarrándola con fuerza por el
cuello y besándola con mucho ardor.
Lena se vistió rápido y
se maquillo un poco. Estaba impaciente para ver a su pareja y seducirla.
Le poseía una necesidad imperiosa de subyugarla, de abrazarla,
acariciarla y amarla hasta al amanecer. Nunca había experimentado
aquellos sentimientos tan intensos, que le estaban quitando la
respiración.
Se miró al espejo. Sus
ojos le brillaban, destellaban tanta felicidad que era algo exultante.
El color granate maridaba muy bien en su piel blanca y sus ojos
azules-verdosos. Se puso un poco más de carmín en los labios. Se sonrió.
Se giro, dispuesta a esperar a Kara en el comedor. Abrió la puerta y
casi choca con su pareja, que terminaba de salir de la ducha y sólo una
toalla le cubría su preciosa desnudez.
Nada más mirar a la
morena, se quedo hechizada. Sus ojos se perdieron en su escote generoso,
en sus ojos tan seductores y llenos de lujuria. Fue tanto el impacto de
encontrarla tan hermosa, que se le cayó la toalla. La mirada de Lena
aumento de intensidad. Ninguna de las dos resistió al fuerte impulso de
romper la distancia que las separaba.
El precioso vestido
granate, salió volando por los aires. Por suerte la barrendera no se
había puesto ropa interior, cosa que agradeció la rubia. Hacía días que
añoraba hacer el amor. Había estado sumergida en una terrorífica
pesadilla, creyéndose estar vigilada la mayoría parte del tiempo. El
hecho de qué los mensajes ya no llegasen ayudaba a desteñir su paranoia.
A parte, del revés que supuso la muerte de Max, se sentía un poco
culpable por haber caído a la trampa de April. Aunque no le había sido
infiel, aquel beso que se dieron le atormentaba un poco. Bueno, en
realidad, fue todo lo que ocurrió en aquel piso clandestino, era tan
raro.
¿Por qué no se sinceraba
con ella? Sabía que no la juzgaría. Pero no le mintió tras aquel
horrible sábado. La colisión con su ex, le había iluminado el camino.
Amaba a Lena Serenety. El pasado le había dejado de doler y sólo lo
contemplaba como una dulce y agrió primer amor. Por todo ello, lo dejó
en la carpeta de asuntos conclusos.
Se amaron con hambruna,
como si sus almas desecharan los malos sabores del último mes. Se
olvidaron incluso de cenar. A media noche, subieron al ático y abrazadas
contemplaron el firmamento. Lena, en aquellos instantes lo supo. Fue
tan revelador y que le dejo sin respiración por unos momentos. Los ojos
se le humedecieron. La periodista se preocupo.
- Lloró de felicidad. Te
amo.- Sólo le dijo. Por desgracia sabía que esta no solía ser duradera,
al menos en su caso. Se calló, no queriendo ser un pájaro de los malos
augurios. Sintió los cálidos y fuertes brazos de su pareja y se durmió.
- Te amo con todo mi
corazón.- le susurro Kara, dándole un suave beso en su pómulo derecho.
Velo su sueño, hasta que le invadió un hambre canina. Se separó con
cuidado de su adorable pareja y bajo al comedor, quedo anestesiada por
la preciosa decoración de la mesa. Se sintió realmente amada. Cogió una
bandeja, fue colocando los platitos y los subió al ático. Así cuando se
desvelara ya tendrían el desayuno.
Regreso al lado de Lena,
que dormía ladeada como un ángel. Se agito y la abrazo. Sus pechos
rosaron su espalda. Se pego el máximo a ella. Su aroma le fascinaba y su
piel era tan suave. Le invadió un mal deseo, secuestrarla del reino de
Morfeo y poseerla hasta la extenuación. ¿Podría concebir una vida ya sin
ella? Le parecía un ser tan tierno y puro. Había conseguido magia en
ella, ayudándola a sanar su corazón mal trecho debido a las malas artes
de su ex. Feliz y agradecida por su suerte se durmió.
Washington, domingo a la tarde
Era un autentico placer
refugiarse a su pequeño y discreto apartamento durante dos días. Era
humano y necesitaba de pequeños momentos de desconexión de la realidad.
Utopía o no, pero útiles para su salud mental. Estaba descubriendo que
nada era inmutable. Su padre no era ningún ogro invencible, como todo
depravador tenía fecha de caducidad. Extrañamente no se alegraba ni
estaba muy triste.
En su cabeza había un
fuerte corta circuito entre los mandatos de Lionel, los de Lillian y las
exigencias de su novia. ¿Y él que opinaba? ¿Cómo digerir tanta
información de golpe y porrazo?
Nada que le conto su
progenitor, hacía un mes, le pareció excesivamente alarmante. Aunque,
realmente había cruzado una línea roja sin quemarse. ¿Tendría
consecuencias para ellos al final? La cuestión se extendía hacia el otro
vértice de la ecuación. ¿Les permitiría seguir impunes por lo que
hicieron?
April lo tuvo muy claro
cuando le revelo aquel secreto. Fue una pequeña debilidad, que su madre
le reprobaría. Pero ya estaba harto que sus padres lo considerasen una
marioneta suya. Era un hombre derecho y curtido, de unos treinta y
tantos años que tomaba sus propias decisiones.
- Lex, tú no eres el
responsable del terrible acto de Lionel Luthor. ¡Te debe de quedar muy
claro!- le remarcó con vehemencia April.
- ¿Y qué hago, cumplo con lo que me ha pedido?
- Sí. No te conviene
tenerlo de enemigo y no olvides su amenaza. Es el momento de ser
inteligente. No debes de olvidar tu carrera política y cuidar de tu
imagen pública. Por eso, será bueno contar las tacas oscuras de tu
familia. - Le aconsejo la heredera Cesar aquel día. Era muy buena
estratega, casi a la altura de su ambiciosa madre. Y gracias a ella
empezó aquella cruzada.
Su relación había
empezado por puro interés. Le gustaba el mundo de la política. A parte
del dinero, entrar dentro del pequeño mundo de las elites poderosas le
estimulaba. Era como entrar en la cueva de Alibaba y los 40 ladrones, en
un submundo donde podría influir en la economía y las leyes tanto
estatales y mundiales. Por qué él llegaría a ser presidente de los
Estados Unidos. Entonces, empezaría su batalla contra los
extraterrestres.
Movió cielo y tierra
porque le invitarán en aquella fiesta beneficia en la Casa Blanca. La
suerte le sonrió y allí empezó su juego de seducción a April. La había
estado investigando. Recolecto poca información, porque la chica era muy
precavida y su vida privada estaba muy brindada. Le había llegado un
rumor que era lesbiana, o si más no que había tenido novia. Aquello no
le importaba lo más mínimo. La chica no le rechazo cuando la cortejó con
guantes de seda. Percibió realmente que conectaban. Era muy ingeniosa
con las palabras, alegre y tan bonita al natural. Le hizo sentir tan
especial, que se fue de la celebración flotando. Enamorado hasta la
médula.
Era una chica única, muy
inteligente y encajaba a la perfección al mundo que quería construirse.
Su madre no la toleraba, porqué intuía en ella un gran rival. Se veía
reflejada en ella y le poseían varias emociones. Entre la pura
admiración, unos celos patológicos y la envidia insana. Lex siempre
sería el niño de sus ojos, a quién había plasmado todas sus ambiciones. Y
ahora, lo percibía tan alejado de ella debido a la intensa seducción y
manipulación de la hija del presidente, que empezaba a verse fuera de la
partida.
Los chismes de su
homosexualidad, que eran tan persistentes, le empezaron a incomodar. Los
censuro su novia siéndole vilmente honesta. Mostrándole una parte de su
personalidad que le acojono un poco, aunque no hizo que la amase menos.
- Es cierto, tuve una
aventura en la universidad con una chica. Un error juvenil, que terminé
por lamentar. La pobre lo interpreto mal y empezó a acosarme. Tuve de
pedirle ayuda a mi padre para que dejara de perseguirme.- Su rostro
mostró una lacerante asco en recordar aquel episodio tan escabroso de su
pasado.
- ¿Y te sigue
molestando? Si quieres, me encargo de alejarla de tu vida.- le propuso,
muy preocupado por ella. Lo decía en serio. Alucinaba que en tan poco
tiempo, aquella belleza con cabeza, había llegado al centro de su
corazón.
- No. Soy una mujer de
recursos. Dudo que vuelva a llamar a mi morada.- le rió de forma picara.
Poseía mucho carácter y no lo dudo.- Ya sabes, siempre consigo lo que
me propongo. ¿No te doy miedo?
- No, me encantas. Te amo.
- Yo a ti.- y se
besaron. Aquel día sintió que sus lazos se estrechaban. Le daba igual lo
que pensase el resto del mundo sobre su pareja. Percibía que realmente
lo amaba y aquello le bastaba.
Era una maravilla tener
dos días para ellos dos solos, sin tener ninguna actividad programada en
la extensa agenda como consorte de la princesa de los Estados Unidos,
sobrenombre que le había bautizado la prensa rosa. Era un verdadero
ejemplo de glamur, de opulencia y un modelo a seguir por las jovencitas.
Mujer elegante, ambiciosa y trabajadora. Su padre había reafirmado su
sitio como jefa de comunicaciones de la Casa Blanca. Y a pesar, de ser
una persona muy ocupada, aún tenía tiempo para ayudarlo en su campaña
como gobernador de Metrópolis. Incluso, le asesoraba en la encomienda de
su padre.
Ya era domingo, y las
mini vacaciones se estaban terminando. Se tomaron una larga siesta. A
las ocho de la noche, Lex decidió prepararse la maleta para su viaje a
Nathional City. Empezaba a hartarse de su pelegrinarse por los Estados
Unidos, para curar la mala conciencia de Lionel Luthor. Entro al pequeño
despacho. Se sentó. Abrió su maletín personal y saco unas fotos. Varías
imágenes desfilaron ante él. La chica que aparecía en ellas era muy
hermosa.
Abril irrumpió en la
habitación silenciosamente y lo observo atentamente. Ella tenía la llave
de sus enigmas. Aún así, prefirió que jugara al gato y al ratón. Por
encima de todo, estaban sus intereses personales. No le importaba que
Lex mostrase las oscuridades de su familia, más bien lo honoraba. Quién
no escondía sus sombras se hacía más fuerte ante el adversario. Lo que
realmente le inquietaba era otra cosa.
- He decidido que si
durante este mes no hallo resultados, abandono la investigación.-
Declara Lex al verla detrás de él, absorta mirando las fotografías.- No
tengo de perder más tiempo por un caso perdido.
- Es una gran decisión.-
Lo abrazó por detrás y le fue mordisqueando el cuello, mientras sus
ojos se perdían en la belleza hipnótica y sensual de la chica de
aquellos retratos. El único engañado en aquella obra de teatro era el
heredero Luthor.
El móvil de April empezó
a sonar, y fue tan persistente que tuvo que aceptar la llamada
entrante. Estaba algo molesta, porqué le hizo enfriar la gran excitación
que estaba experimentando. Era su controlador padre, que le exigía
verla ya. Acepto ir a regañadientes, aunque lo disimulo a la perfección.
Se despidió de su novio con un ardiente beso con lengua. Tras irse, el
hermano de Lena se sumergió en una pesada soledad. Ya desearía estar
casado con ella, aún así debía de aceptar las estrictas normas de su
suegro.
Encendió el ordenador
portátil. Realizaría un poco de trabajo, para adormecer su añoranza.
¿Cómo alguien se puede arelar tan intensamente en nuestro interior, en
tan poco tiempo?, se pregunto mientras el programa base se cargaba. Una
vez operativo, se conecto en la red inalámbrica y accedió a su correo
electrónico. Estaba esperando que su contacto en la policía de New York
le enviase los videos de seguridad del Hotel donde murió Max.
Premió, pensó al verlos
nada más acceder a su cuenta. Se lo descargo en un lápiz de memoria y
borro el mensaje. No se fiaba mucho de la seguridad de internet, por
mucho que se había hecho instalar los mejores antivirus y las barreras
de seguridad, siempre te lo podían piratear. Un legado positivo de su
madre, toda prevención era poca.
Estaba impaciente para
visionar la grabación. Saco el pequeño mecanismo de memoria y lo
introdujo en la ranura del televisor. Sólo le había pasado las
grabaciones de las 4 pm hasta las 9 pm. A las cuatro y media vio a
alguien conocido, que creyó totalmente fuera de lugar. Su rostro se le
desencajó totalmente. Rebobino una y otra vez. No tenía dudas de su
identidad. ¿Y si había ido a ver a otro huésped? Pero las imágenes no
mentían, la situaban en la planta donde se instalaba Max y mostraron con
claridad que se dirigía hacia su habitación. Puso pausa en la
grabación. Seguía sin creérselo. Se levanto. Se sentía inquieto y las
preguntas se le amontonaban en su interior.
Una voz interna, le
exigió que se volviera a sentar y siguiera mirándolo. Horas más tarde,
se vio a él en recepción exigiendo ver a su amigo. Realmente se le veía
muy enfadado. Estaba indignado con su amigo por haber acosado a su
novia. Esta se lo confeso nada más aterrar a New York, tras su
insistencia por quedar con Max para comer. No comprendiendo su
irracional negativa, terminó por desmoronarse. Lo odio, porque a las
mujeres no se les hacía llorar ni se las difamaba. Quería enseñarle a
respetarlas. A parte, sus excentricidades y anteriores negocios
ilegales, en los cuales habían sido socios, eran una amenaza por su
credibilidad.
Otra mujer que le capto
la atención fue una Diosa misteriosa, que iba con un largo abrigo negro
con capucha. No se le distinguía bien el rostro. Aunque cuando llego al
ascensor y choco con la primera visita de su amigo, se ladeo un poco y
se quedo parada mirando hacia recepción. Aquel perfil le era algo
familiar... La imagen no era muy nítida. Fue muy alucinante como la
primera mujer paso por su lado sin que se inmutase. Simplemente no
presto atención a su entorno, ya que tenía todos sus sentidos
secuestrados por el yugo de la irracionalidad.
Quito el lápiz. Dudaba
que hacer con aquella prueba. Su parte más caballerosa le conduciría a
borrarlas y pagar al policía comprado para silenciarlo. Opto por
guardarla en su caja de seguridad y pidió que se deshicieran de ellas.
Debía de ser frió y calculador. Sus padres, en el fondo, habían sido
buenos maestros. Siempre iba bien tener un as debajo de la manga. La
información siempre era poder. Un parte de si mismo se resintió. Dolía
presentir que no te considerasen merecedor de confianza.
Por suerte el caso Lord
iba decayendo y pronto dejaría de ser popular. A los padres de su amigo
no les interesaba que se filtrase la escandalosa vida sexual de su hijo.
Pronto terminaría archivado en los casos no resueltos. No tendrían más
remedio que asumir la autopsia oficial, muerte por sobredosis de
cocaína.
A la madrugada siguiente
se subiría en su avioneta privada, sin su pareja, para viajar a
Nathional City. Con un objetivo muy concreto, cumplir con las órdenes
del todo poderoso Lionel Luthor.
Nathional City, sala de conferencias del Hotel Esmeralda Lila. 11:50H
Kara estaba atracada por
los nervios. Odiaba los lunes y aquel prometía llevarse el Oscar para
ser demasiado terrorífico. Para empezar, se le hizo raro despertarse
sola. Lena se había ido a las cinco de la madrugada para acompañar,
junto a sus padres, a su hermano al campamento de Montana. Había sido un
fin de semana apoteósico de arrumacos y sexo. ¿Cómo había podido dudar
tanto de su fondo? Era un encanto de persona.
Necesitaba dormir más,
pero la alarma de grillo de su móvil le quito toda ensoñación de encima.
Una buena ducha ayudo a sus neuronas a conectarse. La breve nota de su
pareja le robo una sonrisa, ponía poesía en su rutina. Aunque su forma
de despedirse le pareció algo melodramática: "Cariño, pase lo que pase, siempre te amaré."
Llegó puntual en la
redacción. Se respiraba un ritmo frenético, lleno de adrenalina, que la
estimulo. La entrevista a Lex Luthor le seguía atormentando, por si
implicaba encontrarse con su ex. Había decidido no recriminarle nada.
Sólo la ignoraría, para no caer en sus influjos maléficos.
Cat Grant la llamó nada
más verla ante su escritorio. Por su tono de voz, percibió que debía de
ser ya. Entro en su despacho y se sentó enfrente de ella. Comprobó que
no hubo ningún milagro. Había de marchar ya hacia el Hotel Esmerada
Lila, dónde el heredero Luthor realizaría la rueda de prensa. Se relajó
un poco, al no tratarse de una entrevista privada.
- Debe de llegar con una
hora de antelación, para coger un buen sitio.- Miro unas hojas que
tenia encima de la mesa, las cogió y se las paso.- Aquí tiene anotada
una guía de directrices y nuestros objetivos. Últimamente, me están
llegando rumores sobre la salud de su padre. Nos interesa confirmar si
son veraces. Luego, trata de interesarte por sus planes como futuro
gobernador de Metrópolis y noviazgo con la princesa de América.
- ¿Puedo sacar el caso de Max Lord?
- Mejor no. La familia
del fallecido esta cerrando filas, no quiero arriesgarme a recibir una
querella suya.- Ironizo su jefa. El tema había sido viral, pero ya
empezaba a decaer. Tristemente, la sociedad se olvidaba pronto de los
famosos cuando dejaban de tener interés mediático, y más cuando habían
tenido una reputación pésima.
- Entiendo... ¿Otra cosa más?
- Tome la credencial,
sin ella no podrá acceder. ¡Y marche ahora para allá!- le ordeno. Se la
cogió temblando un poco. Por suerte no lo percibió.
Salió al exterior. Cogió
su portátil, la grabadora y se marcho deprisa. Los nervios ya le
empezaron a invadir entonces. A las 10 horas ya entraba por la puerta
del hotel de cinco estrellas, donde Lex realizaría la rueda de prensa.
Nada más acceder, ya se noto la excepcionalidad de aquel evento. Varios
guardias con sus uniformes sobrios la inspeccionaron y le pidieron la
tarjeta que la acreditaba como periodista. Incluso, le hicieron pasar
sus objetos personales por una máquina de escaneo.
Había ya otros medios de
comunicación, preparando sus cámaras y micrófonos. Halló espacio en la
primera mesa, cerca de la mesa presidencial. Saco el ordenador y lo
conecto. No podía evitar controlar el entorno, expectante. April
seguramente entraría con su novio. Intento sedar su inquietud
consultando información de Lex a través de las redes sociales. Pero la
conexión de internet le fallo, puede por la cantidad de personas que
trataban de conectarse a la vez.
La sala de convenciones
del hotel era muy grande y se estaba llenando rápidamente. Había mucho
jolgorio. Tanto ruido a veces le mareaba y estresaba. La mayoría estaban
interesados en lo mismo, en la salud del carismático Lionel Luthor.
Otros, se burlaban del heredero debido a su paranoia con los
extraterrestres. Sintió lastima por él. A veces, eran los propios
humanos quienes generaban la locura debido a su ignorancia.
Se fijo, en un intento
de controlar las pulsaciones de su corazón, que en la mesa solo había
una silla. Puede que sólo saliera Lex. La pantalla blanca para las
diapositivas estaba abajada. Un ordenador portátil estaba puesto encima
de la mesa. En aquellos instantes, una azafata lo estaba encendiendo.
Otra, comprobaba que el micrófono funcionara.
Sólo faltaban cinco
minutos para que la función empezara. Se giró, explorando toda la sala.
Impresionante. El entrevistado tenía un enorme poder de convocatoria.
Sin palabras. Se volteo. Seguía teniendo los nervios a flor de piel.
Localizo el móvil dentro de la bolsa. Desbloqueo la pantalla. No tenía
ningún WhatsApp. Puede que su familia no tuviera demasiada cobertura en
las montañas. Le escribió algo a su pareja. Sintió como alguien la
miraba con atención. Levanto los ojos del teléfono y se topo con la
mirada oscura, y algo glacial, del prometido de April. Era guapo, a
pesar de su calvicie. Le sonrió. Extrañamente estaba sólo, enfrente de
ella. Sin querer se tenso.
- Hola. Creo que usted e
yo nos vimos en Mayo al hotel Lord de New York.- Le saludo Lex. La hizo
sonrojar. Fue un encuentro breve, a pesar de ello aún se acordaba de
ella.- Ha sido un placer verla hoy aquí. ¿Es usted periodista,
Señorita...?
- Danvers.- Se vio obligada a decir, a la vez que le mostro la credencial.
- Interesante, trabaja
para la competente Cat Gran.- Le piropeo, a la vez que se la devolvía.-
¿Y dime, pretendía usted entrevistarme ya en la ciudad de los
rascacielos?
- Me hubiera gustado,
pero comprendí que no era el sitio adecuado y sin cita previa.- Opto por
decir, no gustándole su escrutinio.
- ¿Y se instalaba en
Hotel Lord?- siguió curioseando. Se empezó a sentir un poco incomoda. Su
interés distaba de ser un simple cortejo.
- Verás...- Empezó a
responder algo torpe. Uno de sus puntos flacos era que no sabía mentir.
De repente, un hombre de mediana edad lo llamo.
- Lo siento, debo de
empezar la rueda de prensa. El tiempo es el que marca el ritmo de la
música.- Le guiño un ojo, se volteo y parecía que ocuparía su sitio en
la tarima. Aún así se giro y añadió:- Me gustaría continuar con nuestra
conversación después, por favor no se vaya.
- Sí, sí...- se vio
obligada a aceptar Kara, con el rostro totalmente rojo. Se sentía
pillada. Lo único positivo era que había ganado un poco de tiempo para
meditar una respuesta seductora.
Lex era un buen orador,
con una dicción impecable, con un tono de voz adecuado y firme. Se fijó
que a pesar de tener unas hojas ante él, prácticamente no las leía. El
discurso era ordenado. Empezaba agradeciendo su presencia allí y les
informaba sobre la dinámica de la rueda de prensa. Les remarco que sólo
respondería a sus preguntas tras su exposición.
- Estoy viajando por
todo el país por cumplir una promesa a mi padre.- Hizo una breve pausa.
Miro a sus espectadores, captando como los estaba conquistando con sus
palabras. Sus ojos marrones se cruzaron con los ojos azules de la joven
reportera. Lo estaba escuchando totalmente anonada. Prosiguió, sin
romper el contacto visual.- Muchos de vosotros, ya conocéis a mi padre.
Es un gran empresario y patriota. Tiene una mente creativa y es un
visionario. Lo admiro profundamente. Hoy estoy aquí, aparte de
glorificar su figura, para comunicaros que padece de un cáncer de
pulmones muy agresivo. Por eso, tristemente se quiere retirar de la vida
social.
Los ojos del joven
Luthor se humedecieron un poco. Kara se impresiono por el matiz que
adquiría aquella rueda de prensa. Tecleo rápido todas sus impresiones. A
pesar, de aquella fatídica noticia, aún lo percibía bastante entero.
Ella misma en las mismas circunstancias, probablemente se derrumbaría.
Tristemente, existían personas de todos colores. Aunque nunca se debía
de prejuzgar tan severamente a las personas, detrás tenían su historia.
Creía en la frase: recoges lo que siembras.
- Estoy entre ustedes,
porque mi padre desea reunir a toda la familia antes de morirse. Por
eso, le he prometido que encontraría a mi hermana. Se llama Lena. Mis
padres la adoptaron cuando era pequeña y fue su adoración.- y les fue
narrando la vida y milagros de la pequeña de la casa.
Kara anoto la palabra
Lena en su página de escritura. Le pareció curioso que un miembro del
clan Luthor se dijera igual que su amada. Llovieron un montón de piropos
sobre aquella niña desvalida que rescataron de aquel orfanato.
Consiguió incluso simpatizar con ella.
- Por desgracia, en la
adolescencia se estropeo. Un buen día se fue de casa. De este entonces,
no hemos sabido nada de ella. Mi padre vive atormentado por su ausencia,
sintiéndose culpable por no haberla sabido proteger. Aprovecho cada
rueda de prensa para hacer un llamamiento a la ciudadanía, por si la
conoce y nos ayude a localizarla. Seguidamente, os pasaré unas imágenes
de mi hermana. Las primeras de cuando era adolescente y otras me las ha
enviado alguien cuando supo que se la estaba buscando. Por ellas se que
estuvo en Nathional City. Pido disculpas de antemano si dichas
fotografías pueden resultarles ofensivas, pues Lena fue modelo en una
revista erótica.- Realmente parecía apenado por ello.
Las luces se apagaron y
empezaron a desfilar imágenes de un rostro juvenil muy familiar por la
periodista rubia. Dejo de escribir, impactada por lo que estaba viendo.
El pelo negro y largo, aquellos ojos tan especiales y de color único,
aquellos labios tan tiernos y que amaba, su cuerpo que tan sólo hacia
doce horas había acariciado y besado... Lena susurro flojo. La cabeza
empezó a girarle como una peonza.
Cerró los ojos, tratando
de conquistar la serenidad. Su pareja y la hermana de Lex no eran la
misma persona, se negaba a creerlo. Respiró hondo y volvió a clavar sus
ojos a la pantalla. Ya había terminado la exposición de fotos, y sólo
quedaba una de estática. En ella la morena tenía la cabeza un poco
ladeada. Su mirada era tierna y lucia una sonrisa tan dulce que la
hipnotizo. Parecía un ángel. Su forma de mirar era idéntica a su
princesa.
Por suerte estaba
sentada y se agarro fuerte a la mesa. Seguía negándose que su pareja
fuera una Luthor. Estirpe enemiga de su primo y cuyo heredero los
perseguiría hasta terminar con sus existencias. Le parecía una terrible
pesadilla. El ponente seguía hablando y contando secretos familiares.
Las luces de la sala se encendieron y la imagen reflejada en la tela de
la pared, se veía más difuminada.
- Ahora es el turno de
las preguntas.- Indico Lex, a la vez que se levantaba y se apoyaba en la
mesa. Volvió a mirar a la joven periodista. No se le había escapado el
fuerte impacto que le causo la belleza de su hermana.- ¿Señorita
Danvers, me ha parecido que antes quería decirme algo? ¿Conoce a Lena
Luthor?
- Lo siento, no la
conozco.- Mintió. No tenía la seguridad de qué realmente lo fuera.
Inconscientemente, quería agarrarse a un clavo ardiendo. Además, antes
debía de comprobarlo. No se fiaba de la pareja de April. ¿Por qué
después de 9 años buscaban a la oveja negra del clan, y sacaban aquellas
imágenes tan vergonzosas?- Aprovecho el momento, para realizar mi
pregunta. ¿El cáncer de su padre tiene mal pronóstico, es decir le queda
pocos días de vida?
- Desgraciadamente sí,
los médicos sólo le dan dos meses. Por eso estoy buscando a mi hermana,
para que pueda despedirse de él y hagan las paces.- Le remarcó.- ¿Otra
cuestión más?
- Ante todo, lo siento
respeto la triste noticia. Sí, si me lo permite. ¿Sigue empeñado a
combatir la amenaza alienígena? ¿Y cómo lo pretende hacer? ¿Los
perseguirá como si fuesen unos delincuentes, a pesar de no haber
cometido ningún crimen?- fue muy dura y seca.
- La vida me ha enseñado
que es mejor ser precavido en lugar de lamentarse tanto después.
Quizás, usted es una de tantos escépticos. Los extraterrestres existen,
conviven entre nosotros y se ríen en nuestra cara. ¿De verdad cree, que
sólo pretenden una convivencia feliz entre los humanos?- la desafió con
sus ojos marrones más severos y llenos de ira.
- Sí existen. Apostaría
que la mayoría sólo desean vivir en paz y disfrutar de los pequeños
momentos diarios.- Se defendió Kara, algo cohibida por aquella
demostración de poder.
- Lex Luthor,
contaminando a la humanidad de odio y criminalizando sin ninguna
prueba.- Intervino una voz masculina, muy familiar para la periodista.
Se giro y localizo a su primo Clark al fondo del local. El muy bribón no
le había informado de su visita.
- ¡Clark Kent, que
placer verte por Nathional City! Menuda sorpresa.- Ironizo el aludido.-
¿No sabrás nada de mi hermanita? Tú la conociste.
- No. Ya sabes de qué no la veo desde que era pequeña.
- Por la amistad que nos
teníamos, espero que no frivolices sobre el tema. Es muy importante
para mí encontrarla.- Remarco con vehemencia. Realmente, parecía
sincero.
La rueda de prensa se
terminó. Kara estaba como paralizada. Su mirada seguía perdida en la
imagen de la pantalla. Ser o no ser, seguía siendo la cuestión. Por
suerte, Lex había abandonado la sala de conferencias algo cabreado por
la presencia inesperada de su peor enemigo.
Clark, se levantó de su
puesto y junto con su prima. Nada más verla, con el rostro desencajado y
los ojos llenos de lágrimas, se le rompió el corazón. Solía ser muy
duro con ella, porqué la veía tan inocente e ingenua. Y aún así, se
sentía impotente porque no podía ahorrarle ningún sufrimiento. Él mismo
había descubierto, que quizás adaptarse a la tierra, siendo uno mismo,
era una utopía. La abrazó sin decir nada. Se separaron rápido.
- Será mejor que nos marchemos ya, no me fio de Lex.- Le insistió el periodista.
Kara, lo obedeció como
una autómata. Las piernas se las sentía muy flojas y le temblaban. Se
tuvo de agarrar a su acompañante para no caerse. Le ahogaba aquella
duda. ¿Sé habría enamorado de una Luthor? Su mente iba a mil por hora.
Un montón de recuerdos se amontonaban en su cerebro. Cada vez que
tocaban el tema de su pasado Lena se ponía tremendamente nerviosa. Como
el día que fueron al campo. Leyó en sus ojos un miedo atroz a decirle su
auténtico apellido. Luego estaba, lo mucho que tolero las burlas y
acoso de su profesor. Sí, mucho a su pesar, encajaba con la dura verdad.
Salieron al exterior y
cogieron un taxi. Clark estaba muy preocupado por su prima. Estaba como
paralizada, como ida. No le respondía a ninguna pregunta que le
formulaba, literalmente lo ignoraba. Esta estaba tan impactada por lo
que había descubierto y, a la vez, algo irritada. Temía compartir sus
dudas, por no sentirse reprochada. Armándose de valor, pidió al taxista
detenerse en un parque y descendieron. La zona era tranquila y podrían
debatir sin interrupciones.
- Primo, prométeme que no me juzgarás...
- ¿Kara, qué has hecho?- Le inquirió mirándola severamente, no evitando ser otra vez duro con ella.
- ¡Por favor, modera tu tono de voz!- le exigió chillándole, cansada de qué la tratase con si aún fuera un niña aún con pañales.
- Perdona, me siento
responsable de ti. No me gustaría que te dañasen los Luthor. Por eso,
debes de ser muy precavida.- Repitiéndole la historia de siempre, ya
algo cansina. Le miró de forma implorante, suplicándole comprensión.- De
acuerdo, te escuchare sin juzgarte.
Cogió su móvil y busco
la última foto que había hecho a su pareja. Era de aquel fin de semana y
salía junto a Brian. Se los quedo mirando un momento con nostalgia,
como si fuera una eternidad de aquello. Los dos habían salido tan lindos
y felices. Los ojos se le humedecieron. Empezó a tiritar. Con torpeza
se la enseño. Por poco se le cae el teléfono al suelo.
- Te presento a mi
pareja, a Lena Serenety.- Le dijo, sin dejarlo de mirar a los ojos. De
inmediato lo supo, por como su rostro se tenso y movió las pestañas.
- Siento decepcionarte, te ha mentido. Realmente se apellida Luthor y es la hermana de Lex.
- ¡No puede ser!- exclamó con ira.- Además, en la rueda de prensa has dicho que no la veías desde su niñez.
- Cierto. Pero mi ex
amigo, nos enseñaba muchas fotografías de ella. Parecía que estuviera
enamorado, tan presumir de su hermosura.- Se paso la mano derecha por la
cabeza. Estaba totalmente perdido y no sabía cómo ayudarla.- ¿Por qué
debería de mentirte? Te ha ocultado sus orígenes, quizás con oscuras
intenciones. Ahora mismo tus sentimientos te hacen un espejismo, eres
incapaz de pensar con claridad.
Kara se levanto, llena
de ira. Las palabras de Superman le bailaban por su interior. Lena se
había reído de ella, de su ingenuidad. Manipulado y reído en su cara.
¿De quién se había enamorado? Incapaz de seguir escuchándolo y rota por
el dolor, huyo del parque volando. Lo ignoro y se elevo hasta la helada
estratosfera. Nada la consolaba y le domino una necesidad imperiosa de
regresar a calle Hope, numero 5.
Entro a la casa por la
azotea, con el corazón en un nudo. Su hogar le pareció irreal, como si
fuera construido de papel. Fue explorándolo, con un intento alocado de
recuperar la cordura. Su relación le pareció una farsa y tan irreal.
Llamó a Lena, con la esperanza de qué hubiera vuelto del campamento. Por
suerte, Brian estaría lejos y no testimoniaría nada. No se creía con la
fortaleza mental suficiente para minimizar los daños colaterales.
Nadie respondió. No
había rastro de su presencia. Entró en su habitación y contemplo cada
objeto de su pareja. En una cilla había la ropa que llevaba puesta el
día anterior. La cogió y olfateo. Dulces recuerdos se activaron. Sintió
un lacerante asco y terminó tirando las prendas al suelo. La odiaba.
La estaba poseyendo una
ira corrosiva, que no la dejaba pensar con claridad. Abandono el
dormitorio conyugal y descendió hasta la planta del comedor y salita de
estar. Rompió cosas por el camino, como un cuadro que le regalo. Salía
ella debajo del sauce de sus padres, leyendo un libro. Maldijo el día
que la conoció. Nada más se aprovecho de su buena fe. No se merecía su
poca sinceridad, tras abrirle las puertas de su existencia.
Se la creyó aquel
atardecer, tras de qué la besara en aquel banco del parque del barrió,
cuando llamó a su casa, como si fuera un perro apaleado, prometiéndola
las mil y una noches. ¿Cómo alguien podía ser tan decepcionante? ¿A
dónde quedaban tantas promesas de amor, respeto y sinceridad? ¿Por qué
había sido tan ciega? Pretender construir algo solido sin fundamentos. A
igual que April se había aprovechado de su buena fe. Otra vez estafada,
por dar siempre más que sus parejas. ¿Por qué era tan estúpida?
Dio mil vueltas por la
planta, haciendo que objetos decorativos se cayeran. Literalmente lo
centrifugo porque no controlaba sus poderes y genero un mini huracán.
Por suerte, los niveles de adrenalina descendieron. Y al ver la
destrucción ocasionada se desmorono. Se dejo caer en el sofá y lloro. Su
primo podía tener razón. Había sido una idiota al dejar entrar a Lena
sin saber mucho de ella. ¿Y si realmente la había manipulado para
recolectar información sobre ella? Era tan hábil con las palabras y
halagos. La hizo sentir tan especial.
La puerta de la calle se abrió y cerró. Sintió como su pareja la llamaba jovial: "Buenas tardes. ¿Kara has llegado?"
No le respondió. Dejo que entrará a la salita. Se quedo helada al verlo
todo revuelto, objetos decorativos rotos y sillas tiradas por el suelo.
- ¿Cariño, qué ha ocurrido?- pregunto rápidamente. Su rostro reflejo una preocupación sincera, ¿o era una perfecta actriz?
- Hoy me han dicho que
te llamas Lena Luthor.- Tras escuchar esas palabras la aludida enmudeció
y agacho la mirada, siendo la prueba definitiva que aquello era cierto.
** Nota de la autora **
Hola queridas lectoras.
Ante todo mil gracias a todas quién me leen fielmente. He notado un leve
descenso en las estadísticas. Pero gracias a vuestros comentarios y
likes sigo con la historia. Sin ustedes, mis fieles lectoras, no hubiera
llegado tan lejos en esa historia. Me alegran vuestros comentarios y me
ayudan a tejerla.
Ha llegado un momento
crucial, que probablemente muchas estabáis esperando. Lamentablemente mi
Lena no ha escuchado vuestros lindos y sabios consejos. Obviamente Kara
esta muy cabreada y dolida. ¿Se podrá salvar su situación?
En el próximo capitulo
lo descubriremos, por ahora sólo os adelando su título: "El perdon se
ganará con mucho sudor..." Y eso si se consigue en ese capítulo.
Me he planteado abrir
otro libro, que sería la continuación de la Barrendera. La cual se
llamaría la Heredera. Al final, he decidido no hacerlo. Lo venidero nos
traslladará pronto a nuevos escenarios y conoceremos los orígenes de
Lena. La mano impredecible del destino, que nos envía por otros
senderos.
Muchas gracias por leerme. No soy de pedir vuestros likes, pero se agradecen que me los dáis si os ha gustado el capitulo.
Buen domingo y buena semana.
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