(2) Kara Danvers ya no existe
- Me llamo Lena Luthor, y
probablemente seré tu peor pesadilla.- Me advirtió muy seria. Su forma
de decirlo mes hizo estremecer. Empecé a intuir que mi vida daría un
giro muy radical y que había salido de mi zona de confort.
- Encantada Lena. ¿Estoy
en un hospital?- trato de saber.- No me duele nada, soy consciente de
quién soy. Mi nombre es Kara Danvers.- Quiero incorporarme, pero la
cabeza me empieza a dar vueltas como una peonza.- ¿Qué me ocurre?
La mujer hermosa
descruzo los brazos, se me acerco y se agacho. Puso su bonito rostro a
unos palmos del mío. Me perdí en sus apetentes labios. Si no estuviera
tan asustada la besaría. Me estremecí por mis lascivas intenciones.
- Por favor Lena, dime que hago en este sitio... ¿Qué me ha pasado?
- Para empezar Kara
Danvers ya no existe. Oficialmente, está muerta.- Declaro secamente, sin
adornar aquella cruda información. Me paralice. No era ninguna broma.
Me lo estaba susurrando tan seria, como poseedora de la verdad divina.
Me puso su mano derecha en el rostro, siendo extrañamente dulce. ¿Qué
pretendía con ello, volverme loca? Las palabras habían sido aquellas, no
se podían borrar ya.
- Mientes. Estoy viva.-
Pensé en mi bolsa, en mis documentos de identidad. Me negaba a
aceptarlo. Intente incorporarme de nuevo. Me puso la mano en el pecho,
obligándome a yacer de nuevo en la cama. Volví a explorar el frio
entorno. No había ningún armario, ninguna silla,... ¿Dónde estaban mis
objetos personales?
- Sí, lo estás.- Me dio
la razón, siguiendo empleando un tono de voz muy dulce.- Olvídate del
resto del mundo, de tu familia y amigos.
- ¿Pero qué locura es
esta? Si no les digo nada se preocuparan.- Le insisto. Mi madre es muy
sufridora, seguro que no estaría tranquila si no doy señales de vida.
Recuerdo que tenía un viaje programado para cerrar un trato con una
empresa rival. Ya tenía el equipaje preparado y debía de coger un avión a
las ocho de la mañana. ¿Qué me había pasado? No recordaba nada más.
Sólo la pesadilla sangrienta. Tratando de ser racional, se me ocurre
preguntarle por el día que estamos.
- Estamos al veinte-y-siete de Diciembre.
- ¿Qué? Ayer era solo
uno de Octubre.- Protesto rápidamente. Alguien desea que me vuelva
loca.- No puede ser, sólo es un mal sueño. Sí, sí lo es.- Cerré los
ojos, convencida de que al abrirlos estaría en mi habitación. No fue
así. Estaba al mismo sitio y Lena me miraba con pena.
- Kara, será mejor que
se vaya acostumbrando a su nueva situación. No puede volver a su antigua
vida. Se le ha condenado a la pena de muerte por haber asesinado a su
prometido.
Sus palabras fueron como
si me clavasen cuchillos en el corazón. Imágenes inconexas inundaron mi
mente, una cama donde yacía Mike mirándome con terror, alguien
chillaba, me mire las manos y estaban sucias de sangre, algo cayó de
ellas... un cuchillo grande. Grite con todas mis fuerzas. No podía ser
cierto lo que había ocurrido. Unos brazos me abrazaron fuerte, para
contenerme. Me fui calmando y deje fluir el llanto de mi corazón. Me
pareció tan irreal, que seguía sin creerlo. ¿Cómo era que no recordaba
nada? ¿Y el juicio? Sin darme cuenta termine verbalizando mis dudas.
- Estado de locura
transitoria. Se te ha tenido sedada hasta ahora.- Me aclara mi ángel de
la guarda. Se separa de mí.- Secase las lágrimas. Muy poca gente tiene
una segunda oportunidad para enmendar su existencia. No estoy aquí para
ser su psicóloga. Seré su instructora durante esos días. Le aconsejo que
aproveche mis enseñanzas si valora su vida.- Me advierte. Consigue que
se me erice la piel. Perdió toda la calidez de minutos antes. Su cambio
de comportamiento fue como si me practicaran una fuerte descarga
eléctrica. Se incorporó. Se dirigió hacia la puerta. Ignoraba totalmente
mi estado anímico. Se giró con estilo. Me sonrió.- Otro consejo, no se
fie de nadie a partir de ahora. Ni mucho menos de mí.
Se largo sin más, sin
ofrecerme más explicaciones sobre mi crimen, que era aquel sitio tan
inhóspito. ¿Por qué habían fingido mi muerte si era culpable? ¿Y qué
querían a cambio de haberme salvado la vida? Suele ser una persona muy
ingenua, como muchas veces me recuerda mi hermana Álex, pero no tanto.
No creo que existan los actos vacios de intencionalidad. La mayoría de
veces se actúa pretendiendo obtener un efecto específico.
La luz de la celda se
cerró. Trate de sumergirme en mis circuitos neuronales, para descubrir
si aquello que se me había contado era cierto. Paciencia repitió una voz
interior. Una sensación de indefensión me paralizo. Debía de tener fe
que aquel mal sueño pronto se terminaría. Lena no debía de ser tan mala,
podía ser tan dulce...
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