(19) Deciones cruciales (II)
Una del medio día, feria del dibujo y cómic
Lena se relajo al
observar a su hijo divertirse. La maldad de Max no le estropeó el día.
Aunque para ella nada cambio. Se sentía atrapada en una ratonera muy
honda y maloliente. Por mucho que lo analizara por distintos lados, la
mejor solución sería sincerarse con su pareja. La promesa de no poner
las narices en su pasado era una utopía. No se podía ocultar lo que
fueron y les convirtió en las personas que eran.
No paraba de revisar el
móvil. El silencio de Kara la impacientaba. El objetivo era comer
juntos. Quizás, seguía realizando la entrevista a Lex Luthor. Trato de
serenarse. Antes de actuar necesitaba hablar con ella. Siguiendo un
impulso irrefrenable la llamó. Le salto su contestador de voz.
- Lena, tengo hambre. ¿Vamos a comer? ¿Sabes algo de mi hermana, podrá pasar la tarde con nosotros?
- Aún no lo sé.- le
sonrió, para no transferir su tristeza a su hijo. Lo abrazó fuerte. Tomo
una decisión en firme. Le dolía un poco, pero había de mover ficha.-
Vamos a comer al hotel.
- ¿No vamos al restaurante de las pizzas, el que hemos visto al entrar al recinto ferial?- protestó el niño.
- ¡No! Lo siento Brian,
pero debo de resolver unos asuntos importantes.- deshizo el abrazo y se
agacho para ofrecerle una justificación por el cambio de planes.- El
accidente de esta mañana me ha dejado algo intranquila. No es la primera
vez que aquel hombre me incordia. Debo de resolverlo, ¿lo entiendes?
- Creó que sí. No
debemos de vivir con miedo. Antes iba a la escuela del barrió y se
burlaban de mi. No quería ir, pero mi madre me dijo: "Si te dejas vencer
por el miedo, este de dominará y les darás más poder sobre ti." Quizás
aquellos niños no cambiaron, pero me dejo de importar. Aunque, al final
me trasladaron de centro y me ayudo a comprender que no todos los niños
son iguales de crueles.
- Así es corazón. Los
problemas se deben de afrontar y no dar alas a nuestros temores.- le
beso el rostro con admiración y mucha devoción.
- Mi madre biológica
también me llamaba corazón. Me encantaba cuando lo hacía.- le susurro
Brian, a la vez que se agarro a ella muy fuerte. Lena se le humedecieron
los ojos. Debía de ser fuerte por su familia. En este instante tuvo
claro cómo actuar. Debía de hacer cualquier cosa por detener a su odioso
profesor.
Cogieron un taxi y a las
2 pm llegaron al hotel. Al pasar por recepción pidieron que les
subieran a la suite la comida. Pregunto por Kara y le informaron que
desde que había abandonado el alojamiento, a media mañana, no había
regresado. Trato de localizarla de nuevo y le volvió a saltar de
inmediato el contestador automático. Se empezó a preocupar un poco. ¿Y
si Max habría coincidido con su pareja en el evento político de Lex
Luthor? Nada más entrar a la habitación se tuvo de agarrar a la puerta.
Le estaba faltando el aire. Hacía tiempo que no le atenazaba un ataque
de pánico y era señal indiscutible de que debía de actuar.
- Brian, ve al servicio y
lávate las manos. Pronto subirán la comida.- Le miró con preocupación.
No se le escapo que su rostro estaba sudoroso y su respiración algo
agitada. Interpretó que su tristeza se debía a la ausencia de su
hermana. Él mismo no la comprendía. ¿Por qué su ex le seguía quitando el
sueño? Fue incapaz de obedecerle sin antes tratar de alegrarle el día.
- Lena, intuyo que te
preocupa que Kara haya visto a su ex esta mañana. No sé si su corazón
alberga aún sentimientos hacia ella. Ya sabes que fue muy importante por
ella. Pero la conozco, nunca antes había sido tan feliz como lo está a
tu lado.- Sus palabras se le clavaron en el pecho y su caricia final
evito que las heridas sangraran. En una centésima de segundos comprendió
que sólo deseaba la felicidad de su pareja.
- Gracias por tus
bonitas palabras. ¿No nos debemos de precipitar, si?- se susurro,
intentando mostrarse firme y segura. Los niños jamás debían de padecer
por los problemas de los adultos, ni afectarles los conflictos de pareja
de los otros. Y su hijo, ya había tenido de vivir una difícil
experiencia en su temprana edad. No se merecía cargar con más sin
sabores.
- ¡Ojala, te elija a ti!
Eres mi cuñada preferida. A parte, me recuerdas a mi madre biológica.-
Le confesó al final. Lo volvió a estrechar con fuerza y contuvo el
llanto. Lo amaba tanto, era su tesoro más preciado en su insignificante
vida.
No tardaron en llevarles
la comida. Brian tenía mucha hambre y se lo comió toda. Lena tenía un
nudo en el estomago que le imposibilito ingerir nada. Kara seguía sin
dar señales de vida. Una parte de ella empezó a sentir un poco de celos.
Otra mujer la estaba alejando de su lado. Le dolía en el alma. Todas
sus decisiones previas estaban tambaleándose.
Se excuso ante su hijo y
entro en su alcoba. Hora de actuar y dejar de quejarse. Se ocurrió
acudir al abogado que asesoro a su amiga Flora con las gestiones de la
herencia y la apoyó en el proceso de aceptación de ella. Era un hombre
mayor, a punto de jubilarse que desconocía el término ocio. ¿Ambición o
absoluta dedicación al próximo? Era un perro muy sabio y codiciado.
Conocía todos los laberintos de leyes y siempre opto por la vía más
correcta. Como esperaba le respondió muy solicito, sin protestar. Le
expuso lo ocurrido aquella mañana y el acoso que le sometía su profesor.
- ¿Señora Serenety, en
los episodios que relata tiene testimonios? Es muy difícil probar casos
de acoso sin pruebas contundentes.
- Mi compañero de clase
lo ha visto. Aunque, últimamente me hace más comentarios despectivos en
privado, o cuando me ve sola.- Le narro el caso que le nombro Maggie, en
el cual Max salió impune.- Y esa mañana no creo haber visto nadie que
haya presenciado el accidente.
- Mal asunto. De todos modos, le aconsejo que ponga una denuncia hoy mismo.
- ¿Serviría de algo?-
replico la chica morena, sintiéndose muy impotente. Los tiempos
avanzaban y las mujeres seguían siendo blanco fácil para los
depravadores. ¿Qué debía de ocurrir para que una víctima de acoso se le
hiciera caso? Se le puso la piel de gallina. El sistema era tan injusto
que le daba asco. Le prometió que lo haría y le colgó. No le culpo, a
fin de cuentas él no dictuaba las leyes y modo de proceder de la
justicia.
Miro la hora a través
del móvil, faltaba dos horas y media para acudir la cita con Max. Kara
seguía sin dar señales de vida. Le pareció algo impropio en ella. ¿Y si
había topado con su acosador y la había dilatado? El sentido común le
susurro que era improbable. Su único anhelo era poseerla. Harta de vivir
con incertezas e inseguridades tomo una decisión definitiva. Nadie más
la pisotearía.
Una vez ya manosearon su
cuerpo y casi la violaron. Estaba vistiéndose tras la sesión de fotos
eróticas de aquel mes. El sitio era muy sórdido y poco cálido. Se estaba
cambiando en los precarios vestuarios, cuando un técnico de cámara
entro sin llamar. Al principio no se incomodo, porque lo creía
inofensivo. Era algo retraído y parecía algo corto. Craso error fue el
suyo. Se despisto un momento y se le tiro encima, tratando de arrancarle
la ropa. Forcejaron y consiguió meterle mano y acariciarle el clítoris.
En un acopio de valor, lo empujo y se dirigió hacia la puerta.
No parecía haber nadie
más en almacén. Corrió a buscar a su hijo, que estaba a la salita
contigua. Él, deduciendo sus movimientos, se dirigió hacia allí. La
aprisiono contra la pared del lado de la puerta. Le magreo los pechos.
Brian empezó a llorar, como si estuviera viéndola en apuros. Gracias a
que empezara a berrear, su agresor se despistó. Le dio una puntada de
pie en sus genitales y chillo de dolor.
Entro al pequeño
cuartucho donde estaba su niño de casi cuatro años, lo cogió en brazos y
salió volando. Dejándose parte de sus pertenencias allí. Trato de
recogerlas el día siguiente, pero el muy cabrón había robado una parte
importante del dinero de la empresa para que la culpasen a ella. La
despidieron. Debido aquel percance, tan traumático, aquel mes no cobro.
Fue otra burla infernal de su puto destino, en la peor época del año, un
cruento invierno.
Nicolás la uso a su
antojo, la desfloro convirtiéndola en su mascota sexual. Otros sujetos
trataron de hacer lo mismo. Y aquel vil magreo, la hizo sentir tan
sucia, como si fuera un despojo humano. Si no fuera por su hijo, se
habría quitado la vida. Era su única fuente de amor y pureza. El mundo
le parecía tan depravado y frió. ¿Por qué el destino había sido tan
cruel con ella? ¿Qué pecado había cometido?
Estaba harta que los
hombres se aprovechasen de ella y tomaran a toda mujer que les diera la
gana, sin ninguna represalia alguna. Para variar, quería ser ella quién
dominara la situación y someterles. Nadie se volvería a burlar de ella.
Jamás permitiría que dañase a las personas que amaba. Una voz interior
protesto. Estaba echando en falta a su pareja, la voz de su conciencia.
¿Seguiría con su ex? A parto los lacerantes celos de su mente. Debía de
ser más fría y no dejarse influenciar por sus miedos.
Marco en número de
recepción y solicito una chica para que estuviera pendiente de Brian, de
las cuatro hasta que Kara o ella volvieran al hotel. Se dirigió a la
zona de espacios comunes de la suite y se lo comunico. El niño era tan
bueno, que no le pregunto nada. Sus ojos la miraban con una lacerante
preocupación y estuvo a punto de abordar la misión. Le gano el coraje,
como si ganando aquella batalla se sanarían todas sus heridas. Sólo
creyó oportuno elaborar una breve nota para su pareja, que se le entrego
a la chica joven que acudió solicita para ayudarla. Se cambio de ropa y
se despidió. Iba a salir cuando Brian corrió hacia ella y se le echo en
el cuello.
- Lena, por favor no
hagas ninguna locura.- Le pidió algo desesperado. Le rompió el corazón.
Contuvo las lágrimas, que amenazaban a salir perspicaces. Había de ser
fuerte, no permitiría que nadie le volviera a separar de él. Esta vez
ganaría.
- Antes de las ocho
estaré aquí y vamos a ver la película que quieres ver.- Le prometió.
Sonó algo a chantaje. Ojala que su hermana regresará pronto y lo
acompañará a la feria.- Adiós.- Se fue sin mirar hacia atrás, para no
desquebrajarse.
Era impresionante como
fluía todo cuando se ha tomado una decisión. Mientras se dirigía hacia
una tienda de ropa intima y sensual, pensó en su familia. Extrañamente
se sintió más cerca de ellos que nunca. Eran capaces de todo para
protegerse y cuidar de sus intereses. ¿Sería capaz ella de ir hasta el
final del proyectado? Expulso las últimas dudas de su mente y se
concentro en comprar la roba más atrevida que vio, algún que otro
complemento y objetos sado masoquistas.
Antes ya había pasado
por otras tiendas. Se cambio de ropa allí mismo a la tienda. Se puso un
abrigo largo con capucha, pago en metálico la compra y se dirigió
andando hasta el hotel de Max Lord. Consigo sólo llevaba una bolsa
grande. Era como si se hubiera reencarnado en otra persona, despojado
del sentido del bien y del mal.
Fue fácil acceder al
lujoso complejo hotelero, dirigirse a recepción y pedir por su
habitación. Sólo hizo falta insinuar que tenía una cita con él. Ando
hacia los ascensores, premio el botón para llamarlo. Llego y salió una
mujer con un gorro azul brillante, oscuras gafas de sol, cabeza baja y
muy maquillada. Iba tan veloz, que casi la atropella. Estaba tan
sumergida en su mundo, que ni se percato del altercado. Y un nombre
resonó en el hall del lujoso hotel, como si fuera un eco lejano. Espero
un poco, por si debía de cambiar los planes.
- ¿Puede llamar a la
habitación de Max Lord, por si puedo subir a hablar con él?- pregunto
aquella voz masculina teñida con el berniz de la madurez.
- Lo siento, el Señor
Lord me acaba de comunicar que no se le moleste. Termina de llegar la
cita que estaba esperando para las seis.- Le negó la eficaz
recepcionista.
- Por favor, puede
volverle a llamar por si puede recibirme más tarde, a las nueve debo de
irme de la ciudad.- Exigió aquel hombre, que debía de tener ya unos
treinta años. Parecía muy desesperado para verlo. La pobre chica no tuvo
otro remedio que obedecer a sus requerimientos.
Mientras esperaba el
hombre se giro y miro hacia los ascensores. Lena se puso nerviosa, a
pesar de que tenía cuerpo ladeado y el rostro cubierto por la capucha.
Volvió a tocar el botón del ascensor de forma apresurada. Por suerte las
puertas se abrieron y entro rápidamente dentro del elevador. Se fue sin
saber si Max podría recibir a aquella visita tan inesperada. El destino
podía ser muy caprichoso.
Kara, por la mañana.
April la cito en su
apartamento de New York, citado en la zona más pija de la ciudad. Era
ostentoso como el apartamento que tenían privado a Washington. No
conocían los siguientes vocablos: sencillez, sobriedad, utilidad del
dinero... A veces pensaba, que con el dinero que despilfarraban en
inmuebles innecesarios, podrían solucionar parte de la hambruna del
tercer mudo, e incluso de la existente en América. Sentimiento que
aumento tras acceder aquel palacio inmaculado y recordar a su pareja,
que había sido vagabunda y vivió en condiciones inhumanas.
Le abrió la puerta la
misma April y le dio una suculenta propina. Quizás, para comprar su
silencio. El apartamento estaba iluminado por una luz muy tenue. Todas
las ventanas estaban lapidadas por oscuras persianas, a pesar de que el
exterior hacia un sol radiante. A los dos lados del pasillo de la
entrada, había varios pequeños ramos de margaritas. Había encendido
varitas de incienso de canela. Probablemente, lo había usado por su
propiedad afrodisiaca. Su ex estaba adicta a la mayoría de ciencias
alternativas y astrológicas. ¿Le servían de algo? Sintió mucha lástima
por ella. Por mucho que se protegiera mediante piedras y meditara, nunca
alcanzaría la felicidad amputándose una parte importante de su ser.
Kara entró con la mirada
gacha, temiendo que sus ojos marrón oliva la hechizaran. Siempre había
tenido el don de doblegar su voluntad y dominarla. Espadachín con las
palabras y una encantadora de serpientes. Una música suave empezó a
sonar, como si fuera una brisa marítima. Ya en la primera nota la
reconoció, era inconfundible. La voz de Whitney Houston cantando, I Have
Nothing, le hacía poner la piel de gallina. April la escogió el día que
le invitó en el apartamento de su padre y fue el primer día que
tuvieron relaciones sexuales. Fue tan tierno y memorable. Entre sus
brazos perdió la virginidad.
- ¿Te acuerdas?- le
susurro su ex, a la misma vez que se le acercó y puso las dos manos en
sus hombros. Al estar paralizada, hipnotizada por aquella situación
llena de carga emocional, no la rechazo. La hija del presidente,
traspaso totalmente su espacio íntimo y la abrazo. Kara, se sobresaltó y
sintió sobrepasada. Perdida en un laberinto de viejas sensaciones y
dudas. ¿Qué estaba sintiendo entre sus brazos?- Aún me amas, lo estoy
percibiendo.
La periodista no
respondió. Estaba concentrada escuchando su cuerpo y rememorando los
viejos sentimientos. April tenía la habilidad de hacerla estremecer con
un leve roce de pieles. Le gustaba tentarla y fuese ella quién terminará
la caricia, sedienta de placer. La hacía vibrar y siempre que la
abrazaba se derretía y las mariposas aleteaban gráciles. Descubrió que
aún guardaba sentimientos hacia su primera novia, pero distaban de ser
físicos. Su corazón ya no le latía y la piel no se le erizaba como
antes. Aún así, jamás podría borrar que la amo con vehemencia y le tenía
afecto por haberla enseñado a amar. De repente, sintió unos labios
carnosos besándola. Fueron suaves y algo inquietos. Percibió el temor
ajeno, de quién se intuye inseguro. Indirectamente, le estaba
comunicando que aquel sería su desenlace.
Las campanas realmente
no sonaron en su interior. Se le apareció fantasmagóricamente Lena, le
estaba sonriendo y su mirada era transparente. No se trataba de qué le
estaba ofreciendo una relación estable, sin condiciones y ocultaciones.
La hacía sentir especial. Había conseguido que sintiera lo mismo que
Abril, incluso más, ya desde que la vio barrer la calle Hope. Era
difícil de expresar. A su lado se sentía audaz, relajada y feliz. No
necesitaba más.
Ante aquella revelación
tan clara y fuerte, rompió el beso y el abrazo. Fue tan contundente el
gesto, que desarmo a April. Se paralizo y los ojos se le humedecieron.
Kara, algo incomoda hubiera huido. No le apetecía nada debatir la
historia de siempre, aunque las palabras eran necesarias. Busco en la
pared del pasillo el interruptor de la luz, para terminar con aquel
ambiente tan romántico. La iluminación suavizo la situación.
April también se movió,
en una zancada se dirigió a la puerta del apartamento y la cerró con
llave. Sus ojos se habían recubierto por una honda rabia. La situación
se volvió el corredor del terror.
- ¡Por favor, abre la
puerta!- le exigió Kara, muy cabreada. Odiaba que cogiera siempre lo que
deseaba por la fuerza. Se miraron desafiantes y echando chispas por los
ojos.
- ¡No! Antes hablaremos.
Me debes una explicación. Me dejaste por una simple barrendera. ¡Qué
asco!-le escupió, revelándole que la había estado investigando. ¿No
tendría límites tanta ostentación de poder? Sé sintió tan ultrajada, que
hizo una cosa imperdonable, que nunca había hecho en anterioridad,
darle un bofetón a una mujer. Fue algo tan instintivo y dirigido por la
rabia, que no gradúo la intensidad del golpe y su ex salió disparada
hasta la pared de su espalda.
Con el fuerte impacto,
hizo caer el único cuadro que estaba colgado. El vidrio se rompió
totalmente. Por suerte, no coacciono contra la hija del presidente. Su
rostro reflejo una intensa punzada de dolor. Su pómulo derecho estaba
rojo como un tomate y había quedado bien marcada la mano de la rubia.
Ambas lo lamentaron de inmediato. Se había cruzado una delgada línea
roja, que sería irreparable. Fue una revelación tan decepcionante y
dolorosa. Tras recomponerse del impacto y de lo ocurrido se le abalanzó
hacia ella, para devolverle el golpe. Se movió para esquivar su golpe y
le agarro con fuerza las manos. Al ver que su rostro reflejaba pánico
aflojo. Estaba sacando lo peor de sí misma.
- Lo siento, pero no te
consiento que insultes a la persona más generosa y valiosa que conozco.
Mi pareja te da mil vueltas como persona. ¿De verdad crees, que por el
hecho de ser hija de una familia adinerada y con poder, te da poder de
juzgar a los otros por su profesión, o poseer menos recursos? ¿En qué
mundo vives? Deberías mirarte al espejo, quizás si lo hicieras no
tendrías tantas ínfulas.- Kara vomito todo lo tenía en su interior, lo
nauseabunda que le parecía su ex. Si aún quedaban sentimientos hacia
ella, se hicieron añicos totalmente.
- Danvers, habrá un día
que te tendrás de tragar todos eses insultos. Nadie se burla de un
Cesar.- Se acarició la muñeca de la mano que le había agarrado. No se
había sorprendido del todo por la fuerza que poseía su ex. Siempre a
había considerado una mojigata adorable y que podría dominar a su
merced. Su sensibilidad le enternecía y le daba asco a veces. Aún así,
la llego a querer con locura. Fascinada por la absoluta adoración que
siempre le profeso. ¿Cómo podría vivir sin ella, sin sentir su adoración
sin fisuras? La había extrañado tanto.
- ¿No eres tu quién te
has burlado de mi? Dudo, que haya habido algún día que me hayas amado.-
se defendió Kara. Se estaba cansando de dar vueltas al mismo tema.
Quisiera lapidar aquella historia, para la salud de ambas y poder dar el
sitio que se merecía a Lena.
- ¿Cómo puedes dudarlo?-
se le acerco, su mirada se había dulcificado. Sus idas y vueltas la
confundían.- ¿Por qué crees que he enfermado de celos, al ver las fotos
que sales con tu pareja barrio bajera? Discúlpame por haber sido
vehemente, pero los celos están sacando lo peor de mí.- Su justificación
la sedujo. Conocía su faceta más temperamental.
- De acuerdo, te concedo
el perdón. Yo siento haberte dado el bofetón.- Nunca antes había pegado
a una mujer y se sentía despreciable. Pareció que su gesto también
suavizo su ira. Todo lo que estaba ocurriendo era esperable. Aún así,
faltaba salir de aquella trampa indemne.- Eso no cambia nada, estoy
enamorada de otra mujer. Tengo claro que quiero construir algo solido a
su lado. Solo te pido que lo aceptes y no destruyas lo bonito que
compartimos. Siempre serás mi primer amor.
- ¡Pero, por desgracia,
no seré la única!- exclamo con una lánguida tristeza. Parecía que lo
estaba asumiendo y Kara se relajo. Le sonrió. No le devolvió el gesto.
No sentía que había nada para celebrar. Sería ella quien dictara el
final de la ficción.- Te advierto, nunca se sabe. De todos modos, te
puedo pedir algo...
- Cierto, el destino nos puede sorprender. Sí, me parece justo. Dime...
- Quiero hacerte el amor
por última vez.- Le sugirió firmemente, con su voz más sugerente. No le
debió de extrañar, sabía que era muy tenaz con sus objetivos.
- ¡No! Sería incapaz de
herir a mi pareja.- opto por aquella respuesta, por no dañarle su ego.
La realidad era que no la deseaba ya. Tiempos atrás habría caído en su
juego de seducción y habría traicionado todos sus principios. April
capto su determinación y su rostro se desencajo. ¿Se rendiría?
- De acuerdo. ¿Comemos
juntas?- en este momento alguien llamo a la puerta. La abrió. Era un
chico joven, con el casco en la mano y le entrego una bolsa llena de
comida china. Le dio una suculenta propina y cerró rápidamente la puerta
con llave. No esperaba un no como respuesta.
- ¡Para ya April, de
disponer de mi vida a tu antojo!- exclamo con rabia la periodista, harta
realmente.- ¿Cuándo vendrá Lex Luthor para la entrevista? Me has
prometido, que si venía y hablábamos podría realizar el artículo.
- ¡Qué ingenua eres
cariño! ¿De verdad, crees que permitiré que lo veas?- se rió de forma
sarcástica.- Por nada del mundo permitiré que estropees mis planes.
- ¡Eres patética! ¿Crees
que soy tan rencorosa que cantaré al mundo entero qué eres lesbiana?-
alucinaba pepinillos con personajes tan retorcidos como la primogénita
de los Cesar.- Sólo quiero ser feliz y que me dejen vivir en paz.
¿Podrás?- en aquellos instantes, le daba igual ya el trabajo. Sólo
quería huir de allí y refugiarse en los brazos de su barrendera. Si Cat
Grant la despedía le era igual.
- Las personas, en
situaciones extrema, serían capaces de actos ruines. Dudo que seas una
excepción. A parte, ya lo has demostrado con el bofetón que me has
dado.- le señalo el pómulo derecho, dónde estaba bien marcada su mano.
Minárselo se le escogió el alma.- Si te quedas no te denuncio.
- Si no me queda ningún
remedio.-Acepto al final, como su último intento de poner fin a su
tormentosa relación.- ¿Puedo llamar a mi pareja para qué no se preocupe?
- ¡No! Olvídate unas horas de ella si quieres salir ilesa de mi casa.-le miro de forma amenazante.- ¡Cierra el móvil!
- Ya lo tengo
inoperativo.- A pesar de ello se lo hizo enseñar. Aquel sería uno de
aquellos días, que lamentaría no haber recurrido a sus poderes más
pronto.
La sensación de opresión
no la dejo durante toda la comida. April hablaba sin parar, cómo si
aquella circumstancia fuera una cita romántica. Kara esquivaba sus
perlas perfumadas y media sus palabras para no tentar su demonio. Cuando
estaban comiendo los postres se empezó a sentir algo mareada y verlo
todo un poco borroso. ¡Por Raho, que le había hecho su ex! Su mente se
puso en blanco y se desconecto de la realidad.
19.30 pm Kara
Minutos más tarde, u
horas, se despertó en una cama grande y con sus manos encadenadas en la
cabecera. No escucho ningún ruido en el apartamento. Su visión se había
normalizado y pudo ver que eran las siete y media de la tarde.
Se concentro de nuevo a
captar ruidos y nada. Llena de pánico, opto por huir del piso usando su
fuerza. No estaba dispuesta que su agresora regresará y se aprovechara
más de ella. Realmente, temía por su integridad física. Por suerte la
droga que le debió de administrar había dejado de tener efectos. Pudo
deshacerse de las manillas y forzó la puerta de entrada sin ningún
problema. Quizás, más tarde lamentaría haber sido tan poco discreta,
quién sabe.
Nada más acceder a la
calle, encendió el móvil y recibió montones de llamadas perdidas de su
pareja. Le supo mal haberla hecho padecer tanto. Le devolvió las
llamadas y no obtuvo ninguna respuesta. Le empezó a doler el pecho.
Recibió otra llamada perdida de un teléfono fijo. Marco el mismo número.
- Buenas tardes, hotel Serenety de New York, ¿en qué podemos ayudarle?- le saludo un recepcionista con voz dulce.
- Soy Kara Danvers, la acompañante de Lena Serenety. Por favor, me pude comunicar con ella.
- Creo que ha sido
vuestro hijo quién le ha llamado. Por cierto, todo un hombretón. Ahora
se le paso.- le piropeo el chico joven. La chica se sonrojo. De
inmediato escucho la voz de su hermano, que lo sentía como hijo propio.
- Kara, por fin te localizo. ¿Dónde te has metido?
- Cosas del trabajo.-Mintió por no preocuparlo.- Siento haber estar ausente. Ahora vengo y os compensare. ¿Está Lena cerca?
- No está. Por eso te
llamaba. Hace casi dos horas que se ha ido y no ha regresado. ¡Por favor
ven!- le pidió con la voz entrecortada. Parecía que estaba haciéndose
el fuerte para no llorar.
- ¿Cariño, qué está pasando?- atino a decir. Su corazón le dio un fuerte vuelco. La tierra se le estaba volviendo inestable.
- No debería decírtelo... ¡Ven por favor!- le repitió empezando a llorar.
- Ahora estoy contigo.-
Le prometió Kara. Se dirigió hacia la calzada, el tráfico no era muy
fluido. La mayoría de taxis que vio ya estaban ocupados.
Estaba totalmente
transpuesta, como si percibiera que algo muy malo estaba sucediendo. Vio
que en unas manzanas más a la derecha había varias callejuelas. Corrió
hacia ellas. ¡Qué carajo, volaría hacia el hotel Serenety! El temor la
hacía ser un poco torpe y tardo un poco en elevarse y volar. En unos
cinco minutos aterrizo en la azotea de su destino y bajo las escaleras
usando también su gran velocidad. Freno nada más llegar en la planta de
su suite. Abrió la puerta y Brian se le echo en brazos llorando.
- ¡Ya está cielo!- le
susurro con dulzura. Lo meció con infinita ternura, hasta que cesaron
sus espasmos. La doncella que cuidaba al niño, tosió de forma
estratégica. Y les hizo deshacer el abrazo un poco.
- ¡Disculpadme por la
interrupción, la Señora Serenety me ha entregado esa nota por usted!- le
comentó, a la vez que se le entregaba. Se la cogió rápidamente. Era una
misiva no muy extensa, dónde solo le comentaba que debía de ir a
resolver unos asuntos del pasado.- ¿Puedo irme?
- Mejor no. Si no es
mucha molestia irse a esperar a nuestra habitación, mientras hablo con
Brian.- le pidió Kara. La empleada le obedeció y les dejo solos.- ¿Y
bien, qué ha ocurrido porqué estés tan alterado?
El pequeño agacho la
cabeza. Le había prometido a Lena que no le diría nada a su hermana
sobre lo sucedido. Sabía que las promesas no se debían de incumplir. Era
un hombre de palabra. Aún así, al ver marchar a la morena tan
rápidamente, muy cabreada por aquel altercado, que algo en su interior
hizo un clic. Recordó aquel atardecer tan fatídico, que un hombre muy
horrible y odioso, les hizo fuera de su hogar. Les tiro sus pertenencias
por la ventana, porque su madre se negaba a ir. Jamás nadie lo había
denigrado tanto. Revivió las veces que su madre le remarcaba que debía
de ser un niño bueno y fuerte, mientras leía en su mirada un hondo
miedo. Aquella tarde, volvió a leer miedo en aquella mirada que tanto le
gustaba y le evocaba a su progenitora. ¿Podría hacer algo él por
ayudarla? ¡Se sentía tan impotente!
- No debería decírtelo. No soy un bocón. Me ha dicho que te lo contaría ella.- Se justifico.
- Lo sé cariño. Dímelo
por favor, ya sabes que no me enfadaré.- le acarició su pelo rizado y
negro. Le seco las lágrimas. Sus ojos eran bonitos, de un azul inusual
en su raza. En aquellos momentos, cayó en cuenta que un poco le hacían
evocar a la preciosa mirada de su pareja. Quizás, por eso le capto la
atención el primer día que la vio. Su mirada le pareció tan cálida y
penetrante como la de su hermano.
- Esa mañana, mientras
íbamos a la feria un deportivo no has estado a punto de atropellar.- Le
fue narrando con detalle lo sucedido. El rostro de la rubia se fue
poniendo más serio y se contamino de ira. Le pidió que lo describiera.-
Te lo dibujo mejor.- Cogió un papel y un bolígrafo. En unos segundos
elaboro un esbozo del hombre que les importuno.
- ¡Lo sabía, Max Lord!- exclamo no ocultando la rabia que tenía a aquel tipejo.
- No me ha hecho daño,
ya se lo he dicho a Lena que no se preocupe.- Remarco el pobre niño.
Kara lo volvió a abrazar. Se sintió muy impotente y se odio, por no
haber estar junto a ellos. Maldito su trabajo y sus dudas.
- Eres un niño muy
valiente. Gracias por habérmelo dicho.- Se agacho y le sonrió.- No me
gusta verte llorar, y más por ese sujeto tan impresentable. ¿Y bien,
tienes alguna idea de dónde puede estar Lena?
- No he escuchado muy
bien, creo que le pedía verse en algún sitio. Hablaban muy flojo, creo
haber entendido algo de un hotel. Lo siento.- Brian estaba tan asustado y
apenado, que volvió a llorar. Kara también lo hizo.
Su felicidad se
desmoronaría si le ocurriera algo a Lena. ¿Por qué había dejado que
April Cesar tuviera tanto poder sobre sus actos? Había sido incapaz de
predecir sus movimientos. Por su estupidez los seres que más amaba
habían estado en peligro y los había fallado. Se seco los ojos, llamo a
la empleada del hotel para que cuidara de su hermano.
- Kara, por favor no hagas ninguna locura.- Le pidió desesperado, leyéndole en la mirada un destello de rabia.
- Brian, voy a buscar a
Lena. Te prometo que regresaremos. Vosotros dos sois los seres que más
amo. No lo dudes.- se agacho y le beso en los pómulos. El niño asintió
mirándola a los ojos. Se la creía. Des de que la conoció en el hospital
era su heroína.
De 19:30 a las 20h pm.
Kara salió y corrió de
nuevo hacia la azotea. Iría a rastrear la ciudad. Por suerte, el día
estaba nublado y muy oscuro. Recordó la información que recolecto del
heredero Lord. Había nacido en New York, donde su familia tenía
bastantes propiedades. ¿A dónde la habría citado? Podría bien ser un
piso secreto, que poca gente conocía. A un hotel de mala muerte, para
pasar desapercibido. La lista podía ser muy extensa. Dio vueltas como
una loca, de forma circular por toda la ciudad.
Un edificio alto, con
letras grandes de hotel le capto la atención. Al acercarse pudo leer
bien el nombre del recinto hotelero, Lord Resorts. Aflojo la velocidad.
Las ventanas de las habitaciones eran oscuras y protegían la intimidad
de sus clientes. Intuyó que aquel sitio podía ser un buen refugio por
los intereses depravados de su propietario. Podría espiar cada ventana
mediante sus rayos láser, pero lo descarto por no captar la atención de
nadie.
Decidió subir a la
azotea y entrar al edificio, por rastrear planta por planta. Le fue
fácil acceder a dentro. Muchas de las habitaciones estaban vacías.
Algunas sólo sintió el televisor funcionar. Cuando bajaba a la planta
quinta, sintió una puerta cerrarse bruscamente. Escucho unos pasos
rápidos, algo inseguros. Un corazón latía con gran velocidad. Se detuvo
por unos instantes. La persona que andaba por allí debajo debió
escucharla bajar. Por su andar dedujo que era un hombre. Bajo
silenciosamente, hasta que pudo observar quién parecía estar tan
aterrado. Lo conoció, a pesar de haberlo visto únicamente en fotos en la
prensa o las noticias televisivas. Siguiendo un impulso decidió entrar
en escena y acosarlo. Probablemente él sabría dónde estaría su amigo.
Dios sabe donde cogió el valor, pero lo hizo.
- Hola. ¿Usted es Lex Luthor?- el aludido se paralizo y se giro lentamente. Su mirada marrón flameaba de ira.
- Sí bonita, lo soy. ¿En
qué puedo ayudarle?- su comentario desencajo totalmente en lo que
susurraba su lenguaje verbal. Esta muy incomodo y no paraba de mirar si
el ascensor llegaba. En este instante, el móvil de la rubia sonó. Lo
ignoro.- La están llamado, ¿no lo coge?
De 19:45 a 20h en un escampado de New York.
Lena se conocía cada rincón recóndito de la ciudad. Las callejuelas, los parques más seguros, las zonas más pobres,... La piel se le estremeció. Seguía habiendo muchos vagabundos, a la mayoría no conocía. Aún así, sus rostros le eran tan familiares. Sus miradas tristes, desconectadas del mundo, vulnerables e indefensas. Su corazón estaba en un puño. Le pareció una eternidad de aquella cruenta etapa de su vida. ¿Cómo había caído tan bajo? La desesperanza y el dolor por una pérdida que sentía irrecuperable. Había sido una mala madre, fue una inconsciente aquella noche de invierno. ¿Por qué no se le ocurrió otra cosa, en más de refugiarse debajo de un puente?
Anduvo hasta un rincón
de aquel parque, donde intuía que habría fuego. Solían coger latas
grandes de la basura de los restaurantes y los usaban como hogueras. Les
ayudaba a calentarse en las noches. Las costumbres, por suerte, no
cambiaban. Llevar puesto el abrigo largo y la capucha puesta la hacía
pasar inadvertida. Además, había tenido la idea de ensuciarse la ropa.
Vivir en aquel ambiente,
en aquellos suburbios malolientes, fue su penitencia. Su vida no había
tenido sentido. Ahora todo había cambiado. Estaba preparada para
afrontar lo que sucediera. No se vendría abajo. Había conocido el amor y
estaba cerca de su hijo. Eran su estrella, su razón de levantarse cada
día.
Localizo una pequeña
hoguera y se dirigió hacia ella. Se quito el abrigo y lo hecho a dentro.
Seguidamente, hizo lo mismo con el contenido de la bolsa. Adiós
definitivo a su pasado. No quería lamentarse más por lo que fue, por sus
raíces, por su apellido maldito... Sacó el móvil del bolsillo de los
pantalones. Miro con atención una imagen y se rió. Max Lord no le
volvería a dañar más.
Contemplo como todo que
había ofrecido al fuego se iba consumiendo, hasta quedar convertido en
cenizas. Su móvil vibro otra vez. Antes había visto la llamada perdida
de Kara, quizás volvía a ser ella. Por el número dedujo que era del
hotel donde se alojaban. La voz grácil de Brian le alegro el rostro.
- ¡Corazón no te
preocupes, todo está bien! ¿Y Kara, ya ha llegado?- y le sonrió. Se
maldijo por haberle hecho pasar por otro mal rato.
- Sí. Pero ha salido
para buscarte, estaba preocupada por ti...- se justifico el niño,
transmitiéndole toda la congoja que había padecido.- Lo siento, se lo he
comentado todo. Perdóname...
- Brian, no hay nada que
perdonar. Has hecho lo que cualquier ser humano haría. ¿Entiendes?
Ahora vengo y hablamos. Antes debo de localizar a Kara.- Se calló,
sintiéndose los ojos húmedos. Por dentro temblaba, como si terminará de
despertar de un psicodélico sueño.
Empezó a lamentar lo que
terminaba de hacer. ¿Y si lo descubría su pareja? ¿Cómo podría mirarla a
los ojos sin sentir asco hacia ella? ¿En qué se había convertido?
Quizás sería mejor que confesara. Sólo lo había hecho para protegerlos.
Aún así, siempre había alternativas. No tenía ninguna excusa. La
herencia Luthor había podido más al final.
Con las manos temblando,
consiguió llamar a Kara. Se alegro en escuchar su voz por fin. La había
extrañado tanto. A pesar, de la jovialidad la percibió algo tensa, como
si no estuviera sola.
- ¿Todo bien?- le pregunto Lena, a la misma vez que empezó a andar hasta la calle y bajar hasta la parada del metro.
- Sí.- respondió secamente su pareja. Seguía teniendo a su lado un nervioso Lex Luthor. En este instante, llego el ascensor y el exitoso empresario accedió en él, pasando completamente de ella.- Te estoy buscando. Por favor dime, que Max Lord no te ha tocado ningún pelo, porque si es así no respondo de mis actos.
Las dos se estremecieron a la vez y se sumergieron en un silencio lleno de amor. Lena se relajo, intuyendo que todo estaría bien. Sólo necesitaba tenerla cerca y abrazarla. No quería dañarla, pero se veía incapaz de ocultárselo.
- Sí.- respondió secamente su pareja. Seguía teniendo a su lado un nervioso Lex Luthor. En este instante, llego el ascensor y el exitoso empresario accedió en él, pasando completamente de ella.- Te estoy buscando. Por favor dime, que Max Lord no te ha tocado ningún pelo, porque si es así no respondo de mis actos.
Las dos se estremecieron a la vez y se sumergieron en un silencio lleno de amor. Lena se relajo, intuyendo que todo estaría bien. Sólo necesitaba tenerla cerca y abrazarla. No quería dañarla, pero se veía incapaz de ocultárselo.
- No debes de preocuparte más por él. Tiene su merecido. Luego te cuento. ¿Nos encontramos en el hotel?
- Sí. Voy
volando.-Ironizo Kara. Su broma la hizo reírse de nuevo. Necesitaban
disminuir tanta tensión y retomar su normalidad. Aunque, esta podía ser
una utopía.
Media hora más tarde, se
reencontraron enfrente de la suite. Se abrazaron y besaron. Tenían
mucho que contarse y confesarse. Las dos sabían que debían de hacerlo,
pero temían decepcionarse mutuamente. No era momento para ello, debían
de entrar a la habitación para tranquilizar a Brian, la única víctima de
sus inseguridades y del odioso Lord. Se alegro mucho en verlas y se
abrazaron los tres. Rieron y lloraron a la vez.
El calvario que vivieron
las dos parecía una pesadilla algo lejana. Se miraron llenas de amor.
Lena lo supo, Kara ya no dudaba de sus sentimientos. ¿Debía de
estropearle su felicidad revelándole cómo había callado a su acosador?
Un hondo dolor la hizo doblegar por dentro. Tuvo un impulso irrefrenable
de serle sincera. La presencia de su hijo hizo la situación sostenible,
pero todo decayó cuando se fue a dormir.
- Es un niño tan
adorable, que hace que todo merezca la pena.- dice Kara, mientras se
sienta en el sofá. Estaba exhausta. Lena se le iluminaron los ojos,
sintiéndose orgullosa de su hijo.- Así me gusta, que te animes. Desde la
cena, pareces un alma en pena.
- Empieza a ser hora de
qué te confiese mi crimen.- Dice a la vez, que se sienta a su lado y
agacha el rostro. No quería ser lo que no era ante la persona que más
amaba.- Sentía tanta rabia hacia Max, por haber agredido a Brian, que he
cedido a sus ruegos.
El rostro de la rubia se
desencajo y se puso muy rojo. Se levanto rápido. Necesitaba buscar a
aquel hijo de puta y hacerle pagar por haber abusado de su chica. Su
pareja, asustada, también se incorporo. La cogió del brazo. La rechazo.
Anduvo arriba y abajo. Empujo una silla y el estruendo que ocasiono le
hizo descender los niveles de adrenalina. Regreso al sofá y se sentó.
- Tranquila. No me ha
tocado ni un pelo.- le sonrió de inmediato, para tratar de sedar su ira.
Poco a poco, fue recuperando la serenidad.- Sólo le he imitado. Ya
sabes, quién juega con fuego termina por quemarse. Me da algo de
vergüenza contártelo.
Kara se la quedo
mirando, algo perpleja. No se esperaba sus palabras. ¿Cómo debía de
encajar aquella información? Sus padres siempre le habían enseñado los
límites del bien y del mal. A tratar de buscar una solución justa a los
problemas. ¿A dónde podía colocar el acto alocado de su pareja? ¿Quién
era ella para juzgarla? Se sentó de nuevo en el sofá y la invito a
explicarse mejor.
- Lo sé, suena horrible.
Mi abogado, una persona que creo muy honesta, me ha comentado que los
casos de acoso son difíciles de probar. Me he sentido tan impotente...
Lo he creído un acto de justicia. Lo siento, no quiero asustarte.-
agacho la mirada, empezó a llorar. Se tapo los ojos, atenazada por la
vergüenza.
Kara tuvo una reacción
tardía. Sólo se movió cuando sintió su llanto desinhibido. Se sintió
fatal por haberla cuestionado y actuado de un modo tan moralista. Le
susurro que no pasaba nada, pero no parecía escucharle. Con el alma
rota, se arrodillo enfrente de ella y le agarro con firmeza las manos,
obligándola a mirarla. Sus ojos verdes-azules estaban rojos y llenos de
lágrimas. No vio nada de maldad en ellos. Lo supo, la amaba con
independencia de sus errores y virtudes.
- Te amo mucho. No me
pareces una persona odiosa, por haber defendido a los seres que amas.-
aproximo su rostro al suyo y ajuntaron sus zonas frontales. Sus narices
se rozaron y sintieron su aliento a quema ropa.- Perdóname por haber
estado distante esos días. Habría de haber estado a vuestro lado esa
mañana. Si no hubiera accedido a las peticiones de mi ex...
- ¡No digas eso amor
mío, quítatelo de la cabeza!- exclamo en un susurro rompedor Lena,
disimulando que por dentro se estaba desgarrando por los celos.- Deduzco
que necesitabas cruzarte con ella por aclarecer los enigmas de tu
corazón.
- Me siento horrible
cariño. Me odio por haber dudado...- se separo unos centímetros de su
rostro y la miro sin pestañear, a pesar de que se sentía muy torpe.-
Ahora sé que te amo sin fisuras, se ha terminado mirar hacia atrás.- Le
calló lo vil que había sido April, sólo para protegerla. Intuía que se
había ganado una gran enemiga, que podía ser un huracán capaz de arrasar
consigo todo lo que más amaba.- ¿Sigues queriendo casarte conmigo?
- Sí.-respondió
rápidamente la morena. La abrazo con fuerza y se besaron tiernamente.-
Aunque tenías razón en algo, mi propuesta era precipitada. ¿Por qué nos
vamos a vivir antes juntas?
Su nueva propuesta le
pareció bien a Kara. Era más sensata. Estuvieron hablando y besándose
hasta media noche. Exhaustas se fueron a la cama a dormir. Un sabor
amargo les resto en las bocas. Las dos durmieron bien y tuvieron un
amanecer agradable. Desayunaron como marqueses y se fueron a la feria
hasta el medio día. Todo estaba sucediendo como lo planeado, sin ningún
sobresalto de última hora.
Al lunes una noticia
empezó a correr como la pólvora por todos los diarios estatales, la
prematura muerte del heredero del clan Lord. Sorprendio y conmociono. Se
filtro que su fallecimiento se debía a una sobredosis de cocaína.
Muchas de sus alumnas se entristecieron e hicieron un dramón. Lena no
sintió nada. Estaba segura de lo que había hecho, jamás lo lamentaría.
Hacía tiempo que no se sentía tan fuerte y con una gran esperanza puesta
en el futuro. Nadie la separaría de los seres que más amaba.
Kara, por suerte no
perdió en trabajo. Opto por ser honesta con su jefa. Le conto todo. Le
daba igual si la periodista publicara los secretos de April. No actuó
como acto de venganza, más bien de liberación. Había vencido su miedo
hacia los Cesar. Su jefa, al final escogió no publicar nada. No hacía un
periodismo rosa. Aunque más bien lo hacía por proteger a su empleada,
conocía a tantas familias adineradas sin principios, capaces de todo
para tapar sus bajezas, que le daban asco.
Otra pequeña cosa que le
quito el sueño durante unos días, fue cuando recibió un misterioso
mensaje. En el cual salía una fotografía de ella volando en New York y
las siguientes líneas:
"No eres humana, tú secreto esta por ahora a salvo. Mi silencio tendrá un precio. Algún día me tendrás de devolver el favor."
Otros mensajes iban
llegando, cada vez más esparcidos en el tiempo. Todos ellos salía una
imagen de ella usando sus poderes o algún video. Por supuesto el número
era desconocido. Repetían lo mismo en distintos términos. Los ignoro y
dejaron de llegar. Jamás lamentaría haberse expuesto tanto por haber
tratado de salvar al amor de su vida.
Respecto la muerte
inesperada de Max, le impacto. Recordó la conversación nocturna con
Lena, la última noche en New York. La piel se le erizo. La cabeza le
daba vueltas como una peonza. Expulso sus malos pensamientos, de lo
nauseabundo que era incurrir en ellos. Confiaba en su pareja. Había sido
capaz de desvelarle un acto tan sucio decía mucho a su favor.
Cualquiera lo vería de aquel modo. ¿No?
Y la vida siguió y les permitió construir su nido de amor...
***Nota de la escriptora***
Espero que os guste. Siento el retraso. Espero que habéis tenido unas fiestas llenas de mágia, junto vuestros seres más queridos.
Al final he optado x un pequeño giro en la trama, no se si os lo imaginabáis o no. ¿Qué creis q ha sucedido con Max Lord?
¿Que le ha hecho Lena?
¿Y quien quiere chantajear a Kara y por que?
Grácias por leerme, vuestros votos y comentarios.
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