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HERMOSA Y LETAL. (9) La cena

(9) La cena

Se fue y me quede sumergida en la absoluta oscuridad

Se fue y me quede sumergida en la absoluta oscuridad. Isis no estaba. Eso incremento mi soledad. Entendí que jamás podría volver a ser Kara Danvers. Adiós a la ingenua que fui. Aquella noche no dormí bien. Temía haber perjudicado a Lena y las consecuencias de mi acto. Tuve pesadillas en todas ellas moría o le ocurría algo terrible a ella. Me desperté una vez con la respiración muy agitada. Me percaté de que me importaba mucho. Era paradójico, irreal, utópico, increíble e irracional. Me lo negué. Sólo me atraía físicamente. Me lo repetí varias veces hasta languidecer hasta que la puerta se abrió.
Isis regresaba a mi lado, con su artificial jovialidad. Tenerla cerca me daba mucha paz. Estaba a la expectativa y llena de curiosidad. Suponía que me enviarían a mi primera misión y debía de estar emocionada. Lo único seductor era que volvería a enamorarme del sol, del cielo, de los árboles, de todo que representara vida más allá de las cuatro paredes. Me vestí con más ímpetu y me deje guiar por ella. En contra de mis previsiones mi amiga me llevo al mismo gimnasio de siempre, donde mi severa instructora me esperaba con cara de póquer.
- Ha ganado unos días más de entrenamiento. Se inteligente y aprovéchalas. No me tendrá siempre a su lado para salvarle su precioso culo.-Me tiro unos guantes de boxeo. Fui lenta de reflejos y casi me dan un bofetón. Me ordeno que golpeara un saco de arena y la obedecí.
La culpabilidad me convirtió en una ejemplar alumna. No modifico su estilo lacerante e hiriente. Siguió lastimándome, torturándome y sacando una bestia que tenía muy oculta en mi interior. Irracionales y contradictorias emociones. Pues si me perdía en sus ojos, perlas exóticas relucientes, ardía de deseo. Me alagaba y sólo me amargaba la boca. Un día tras un exhausto entrenamiento, la Luthor fue tremendamente amable conmigo.
-Felicidades Kara. Ve como si se puede.-Se me acerco peligrosamente y puso sus manos en mis hombros. Sus ojos estaban saltarines. Desee besarla. Me contuve. Me inquietaba y mareaba con sus devaneos.- Debe ser muy fuerte. Pronto podrá salir de aquí. Se lo mucho que lo sueña.-Sus palabras endulzadas me iluminaron el rostro.- Todo dependerá de usted. ¿No me fallará? - Una de sus manos se desplazo hacia mi cara. Me arreglo el pelo revuelto. Su forma de tocarme, tan sublime y poética me robo un suspiro.
- No tengo ninguna otra alternativa.- Dije desesperanzada. Rehuí su mirada ambigua. Resignada. Trago saliva y se separo de mí.
- Ya basta por hoy. Le acompaño a su habitación. Necesita relajarse y reponer fuerzas. Esa noche debemos asistir a una importante cena.- Agarro una toalla de una cilla, se seco el rostro y cuello. Su respiración estaba algo acelerada. Seguía muda.- ¿No le hace ilusión? Saldrá de esa ratonera por unas horas...
- ¿Y? Kara Danvers ha muerto, ya no tengo vida. No me importa nada.- Sé que puedo ser cansina, pero no pintaría mis sentimientos nunca. Había despertado de la pesadilla. Por mucho que limpiara mi honorabilidad, intuía que jamás volvería a ser la misma. Y añadí con un tono amargo:- Tranquila, no me escapare. Si es lo que le aterra.
- ¿De verdad lo cree?- me desafió siendo ruda. Su suficiencia era hiriente. No le respondí, sintiéndome atrapada en unas profundas arenas movedizas. Con la imperiosa sensación de que siempre perdería ante ellos.
- En el fondo, no importa lo que piense.- Concluí al final. Otra vez el silencio nos lapido. Andamos rápidamente hasta mi celda. Me moría de preguntarle por la cena. ¿Sería para negociar algo o una reunión? Me tenía muy desinformada. ¿No tenía derecho a saber?
- Exacto. Observar, escuchar y actuar.- Puso la mano en la puerta. Se paro.- Adentro hallará un dosier con datos de su nueva identidad. Debe estudiarse cada detalle y asimilarlo. Para todo el mundo se llamará Kara Zor-El. Su nombre en clave, que sólo usará en comunicaciones internas, será Supergirl. Prohibido revelar su autentico apellido, como ponerse en contacto con su familia.
- ¡Entendido Señora Luthor!- Me cuadre, como si fuera un soldado.- ¿Debo de saber algo más sobre la cena?
- Relajase, sólo será un simple trámite. Duchase, descanse, arreglase y póngase bonita. Encima de la cama le hemos dejado el vestido de noche para el evento.- Me sonrió de una forma seductora y picara. Me guiño un ojo. Abrió la puerta y lo vi de inmediato. Era una prenda muy elegante, de color rojo y muy atrevido para mi gusto. El corpiño superior era ajustado y sin tirantes. Resaltaría mis pechos, que se mostrarían sugerentes y desinhibidos. No solía vestirme tan provocativamente.- Le quedará de muerte.- Me susurro cerca de la oreja. Y se fue como un vendaval. Fue como si me dejará con la miel en los labios.
Me quede bloqueada, con la piel de gallina. Por unos instantes he creído leer deseo en su preciosa mirada. Fue tan rápido, como un relámpago, que quizás fue una alucinación. No me volvería loca. Me agite en la cama, tras apartar la sensual prenda. Por ganas la hubiera estropeado. Mi cuerpo seguía encendido. A igual que mis partes íntimas.
Me incorpore, me odiaba por desearla. Abrí la carpeta con mi nueva identidad. Mi nacionalidad sería Alemana, tendría la misma edad, huérfana, mi profesión oficial seria fotógrafa independiente. Viajaba mucho debido a mi trabajo. Vendía mis imágenes a varias revistas de turismo y viajes. Incluso, detallaban una lista de actividades que realizaba y mis gustos. Lo considere vomitivo. Como si pretendieran modelar totalmente mis rutinas. Lo cerré y tire encima de la cama.
Me saque la ropa. Me metí en la ducha. Me moje con agua fría. Me relaje un poco. Mire el vestido aún dudando. Jamás he tolerado las incertezas. Decidí obedecer. Quizás, en un descuido podría huir. Por unos instantes, soñé con los ojos abiertos. ¿Y si era una cena romántica? Lena me prometió invitarme en un buen restaurante si comía. Me la imagine con un vestido escotado, sugerente. Sería incapaz de ingerir nada, mis ojos se perderían en sus pechos, en su mirada celestial...
Me vestí para ella. Me mire al espejo y me vi hermosa. Me fije que en el armario había un equipo de maquillaje y un perfume carísimo. Lo use. El resultado era maravilloso. Me guste. Aún así no se me escapo mi mirada sin luz. Me habían arrancado una parte muy importante de mi existencia, a mi familia. Debía de renunciar a verlos, a sentir su cariño. Los pobres debían de convivir con mi último legado.
Mientras yo, estaba poniéndome bonita por una de mis opresoras
Mientras yo, estaba poniéndome bonita por una de mis opresoras. Sentí asco hacia mí misma. Cogí papel, para quitarme toda aquella mierda de mi cara. Lloré y el rímel se corrió. En ese instante, alguien llamo a la puerta. Era Lena, que también se había cambiado de ropa. Lucia unos pantalones negros brillantes, una camisa varonil blanca y una americana oscura. Y su pelo, como de costumbre, recogido en una regia coleta.
Mis ojos derramaron las últimas lágrimas. Agache la cara, avergonzada. No dijo nada. Estaba como paralizada, absorta admirándome. Creo que musito un guau, tan flojo que casi no fue audible. Se me acerco sigilosamente. No me aparte. Me agarro el mentón suavemente, obligándome a mantener el contacto visual. Saco un pañuelo de papel y borro los desperfectos de mi maquillaje.
- Esta muy hermosa.- Dijo con una voz aterciopelada. Sus ojos me exploraban con hambre.- Aunque le falta un detalle- Buscó algo en su bolsa y saco un estuche mediando. Lo abrió y me mostro su contenido. Era un collar muy lujoso, con varias piedras preciosas. Creo que eran diamantes de varios tamaños.- ¿Le gusta? Le quedará genial en su sensual cuello.
- Sí, mucho. No sé qué decirle, no sé si merezco lucirla.- Dije muy cortada. Incluso me ruborice.
- En verdad, está muy atractiva. ¿Puedo ponérselo?- me pidió permiso. No respondí, absorta en su rostro. Lo tomo como un sí. Se me aproximó con movimientos felinos y suaves.
Me puso las yemas de sus dedos en mi cuello. Primero en medio del cuello, luego los descendió lentamente hasta los laterales. Mi pulso se acelero. Mi respiración se descontrolo. Cerré los ojos, para escuchar como nacían mariposas en mi interior. Se detuvo. Quizás consciente de mi excitación. Sentí su aliento cálido en mi piel desnuda. Deseaba que me besara, sentir sus labios en mi piel. Me volteo sin sacar sus dedos de mi cuerpo. Era como si me estuviera lanzando al vacio. Era vertiginoso.
Se aparto por unos instantes, para coger el collar. Con la mano derecha me recogió el pelo y con la otra mano me lo coloco. El contraste entre calor y el frio me arranco un pequeño gemido. Me lo abrocho. No rompió el contacto. Me abrazo brevemente, permitiéndome deducir sus pechos en mi espalda. Demasiado breve y tan intenso. Estuve tentada en girarme y probar el manjar de su boca. No fui tan audaz.
- Ya esta lista.- Me susurro mientras rompía totalmente la cercanía. Me ofreció su brazo derecho, invitándome a salir. Se lo agarre dubitativa. Estaba totalmente descolocada. Quizás la cena sí sería entre nosotras dos. Y usaba aquella herramienta sólo para ablandarme y aceptará mi destino.
 Y usaba aquella herramienta sólo para ablandarme y aceptará mi destino
Me deje guiar. Flotaba literalmente. La instalación seguía pareciéndome claustrofóbico, pero en esa ocasión se me hizo soportable. La mayoría de puertas se abrían mediante huellas digitales y escaneo ocular. Descendimos hasta una planta inferior. Había una especie de vía de metro. Había un convoy esperándonos. Era una máquina con un solo vagón. Había varios asientos. Pero solo estábamos nosotras dos. Una vez que nos sentamos se puso en marcha. Debimos estar moviéndonos una hora y se detuvo. Salimos. La estación era un rustico escampado desértico. Ya era de noche. Se escucho la hélice de un helicóptero. Poco a poco descendió y casi me derribo con su ímpetu. Lena me sujeto fuerte.
- ¿No me dirá que tiene pánico a volar?- me pregunto divertida.
- No. Aunque nunca he subido a uno de esos artefactos.- Le confieso.
- Siempre hay una primera vez.- Me cogió con delicadeza por la espalda y me ayudo a subir en él. Me pareció la mujer más afable y caballerosa que jamás había conocido.
Estaba totalmente desorientada. No goce a preguntarle donde nos dirigíamos. Me encantaba la paz que reinaba entre las dos. Evitaba mirarla. Estaba tan cambiada, tan ausente... Alguna vez la atrape estudiándome. Lo hacía con tanta discreción que casi no se lo notaba. Me perdí en la belleza nocturna, en la luna llena.
A la media hora de haber despegado, vi las luces de una ciudad. Me paralice a medida que nos acercábamos a ella. Regresaba a mi hogar tras unos seis meses de haberme alejado de él. La vergüenza también me atenazo. En mi espalda me habían imprimido la palabra culpable. Iba tomando conciencia de la brecha entre el ayer y la actualidad. Era una inmensa y honda frontera infranqueable. Me llene de impotencia.
- Sí, nuestro destino es Nathional City.- me confirmo cogiendo mis manos brevemente. Fue tan dulce.- ¿Dónde tiene la mente, la veo muy ausente?
- En lo mucho que ha cambiado mi existencia.- Concluí, y eso que sólo veía la punta del iceberg.
- La comprendo. Poco a poco, se irá adaptando a sus nuevas circunstancias.- Dejo de agarrarme la mano y contemplo el mundo exterior. Pareció que le había contagiado la melancolía. No replique. Seguía desconcertada y cuestionándome el sentido de la cena. Sin meditación previa le lance una loca pregunta.
- ¿Me has preparado una cena romántica?-lo dije con alegría, no disimulando lo mucho que motivaba.
- Aunque me gustaría, jamás podrá ser.- Dijo sin parpadear prosiguió con su devastadora negativa. Me heló la sonrisa en un plumazo.- Siento decepcionarle, estamos aquí únicamente por trabajo.
El helicóptero empezó a descender y aterrizó en la azotea de un alto rascacielos cerca de las empresas Danvers. Cogimos el ascensor. Descendimos hasta la planta baja y salimos a la calle. Enfrente de la entrada había una imponente limosina, de color negro, con las ventanas traseras oscurecidas. El chofer nos esperaba al exterior. Al vernos se nos acerco e hizo una reverencia. Servicialmente abrió la puerta y accedimos a dentro. Alucine por el despliegue de recursos y lujo. La Sección debía de manejar mucho dinero para costearlo. ¿Cobraban por sus operaciones?
Había un maletín al asiento opuesto al mío. Lo agarro mi acompañante y se sentó a mi lado. Tecleo el código en la cerradura y lo abrió. Sacó una caja pequeña que contenían dos pequeños audífonos, de color carne. Me los paso, mientras me explicaba porque servían.
- Debe de encajarlos bien dentro de sus orejas. Son para recibir instrucciones y comunicarnos con usted.- Se los cogí con las manos temblorosas. Me sentía torpe. Me cayeron. Los recogió del suelo y se me acercó. Sentí su cálido aliento rozándome la piel del cuello mientras me los introducía. Me estremecí.- ¿Ahora qué le pasa?
- No entiendo nada. No quiero ir a ninguna cena sino me cuenta que ocurre.
- ¡Ya me extrañaba que no protestara!- usando su severo tono de voz.
- Mira, si quieres que colaboré me cuéntame más.- Insistí, negándome a ser su títere.
- Sí, es una misión. ¿No lo habías deducido? ¿O me harás creer que eres una ingenua? Ya se lo he dicho, sólo es trabajo.- Admitiéndome que tenía razón.- Tiene una cita con el Señor Pringado. Un alto cargo de la empresa Seguridad X. La cual ha abastecido a varios gobiernos con sus novedosos sistemas de vigilancia y control. Dice tener pruebas de qué la organización ha caído en malas manos y la pretende usar para acceder y alterar los sistemas de defensa de los países. Un perfecto caballo de Troya.
- Entiendo.- Me parecía el plan muy elemental, de compra y venda de información.- ¿Y qué quiere a cambio?
- ¿Qué cree usted?- Se levantó y se acomodo enfrente de mí. Cruzo las piernas. Destilaba tanta seguridad que me daba alas para afrontar la situación.
- Dinero.- La insensata ambición de la gente, que vendrían su alma al demonio para cubrirse de oro.
- Premio. Aunque nos exige protección. Aún así, no es de fiar. Tenemos dudas de qué sea leal a su nación. Hace poco ha habido un suculento ingreso en su cuenta en las islas Caimán.
- Resumiendo, debo de comprarle dicha información. ¿Tengo márgenes de acción?- aceptando colaborar.
- Sólo debe de conseguirla. Hemos pactado un precio.- Saco un cheque de dentro el maletín y me lo entrego. Había muchos ceros. Cualquiera lo aceptaría sin rechistar.- Pero no le ofreceremos protección.
- ¿Y si con esas condiciones no accede al intercambio?
- Será problema de usted. El objetivo es conseguir el pen con los datos, sin importar como.- Saco otra cosa de dentro del baúl de horrores, una pequeña pistola, sujeta en una especie de liga. Me hele. Me negué a agarrarla.
- ¡Es una orden! Nadie le dice que la debe usar.- Me insistió. Me sonrió de forma seductora. Se rodillo enfrente de mí. Me hizo levantar la pierna derecha. Me quito con delicadeza el zapato de talón y empezó a colocarme el falso complemento de ropa. Lo hizo suavemente, rosando con sus yemas de manos cada palmo de mi pierna. De nuevo me hizo derretir. Se separo y agarro algo más del maletín. Era un móvil pequeño.- Guárdatelo en el bolso. Es un ordenador para que compruebes el chip de información que te pase, no sea un farol. Y no sirve para llamar...- me sonrió pícaramente, como si tuviera una cámara en mi cerebro. Su teléfono le sonó y puso las manos libres.
- Hola hermosas. Muchos ánimos Supergirl en tu primera misión.- Era el informático, con mucha jovialidad.-Todo en orden jefa. El otro agente ya está en el restaurante. Así qué Zor-El, recuerde que no está sola.- Aquel chico me pareció un ángel.- Vamos a comprobar el sistema de comunicaciones...- Seguidamente escuche como me hablaba a través de los auriculares colocados en mis orejas.- ¿Me escuchas?
- Si te escucho agente Winn.
- Perfecto. Presta atención al plano del edificio donde cenara. Fíjate bien en las zonas.- Seguidamente se reprodujo una imagen detallada del hotel Lila Green, de su grande y alargado comedor, de su recepción y otras dispensas. La cocina estaba anexa al restaurante y daba en una callejuela interior, poco iluminada. Había escaleras de incendio en ese sector. La tecnología 3D era increíble, como el programa que usaban.
- Gracias agente.
- ¿Por cierto, el objetivo ha llegado?- pregunto Lena.
- No. Por cierto, os enseño la última imagen que dispongo de él.- Era un hombre de unos 50 años, sin pelo, con ligero sobrepeso, ojos marrones y mirada sucia.- Le gustan mucho las mujeres. Aunque no lo parece por su físico, cuidado antes de ser empresario, fue boxeador profesional. No gano ningún campeonato importante. Sigue practicándolo y corre cada mañana. Está casado con una mujer acaudalada, a la cual ha arruinado gracias a su adicción al juego. Probablemente, necesita dinero para saldar sus deudas y salvar el culo. La gente que hay detrás no está por chistes mediocres. Por cierto, si necesitas ayuda solo diga postre.
La limosina se detuvo. Una voz metálica e impersonal nos comunicó que ya habíamos llegado a nuestro destino, al hotel Lila Green de cinco estrellas. Había estado en él, en mi fiesta formal de pedida de mano de Mike. ¿Por qué habían escogido precisamente aquel sitio? Estaba nerviosa. Mi jefa lo percibió. Me agarro de la mano tímidamente.
- Cree más en usted. Conseguirá su objetivo ya verá. Recuerde, no estará sola. Le estaré esperando en la calle, dentro de la limosina.- Necesitaba un abrazo, pero en lugar de intentarlo me separe de ella.
No me lo creía, debía de acudir sola a la cena. Me había montado la fantasía que me acompañaría. ¡Qué ilusa podía ser! Puse la mano en la manita de la puerta y la moví. Sentía un nudo en el cuello. Cerré la puerta bruscamente, descargando mi ira. No me había mentido, pero había practicado el deporte de la seducción para obtener mi voluntad. Sus palabras bonitas, su forma delicada de acariciarme, su mirada angelical... Me sentí como manipulada y traicionada.
- ¡Kara, por favor, alegre esa cara no acude a ningún funeral!- me imploro asomándose en la ventana. Le di la espalda, impidiéndole analizarme más. Mis emociones eran mías y no tenía derecho a mandar sobre ellas. Ande con pose sobria hasta la puerta de acceso del hotel.
Salude al botones de la entrada, sin mirarlo. Temía ser reconocida. Aunque cambiaban de personal con mucha frecuencia. No quería tampoco arriesgarme a huir. Sería fácil deshacerme de los comunicadores de la oreja. Aún así a dentro había un agente infiltrado y también tenían los sistemas de cameras de seguridad pirateados.
Accedí al lujoso restaurante. El maitre me pregunto si disponía de reserva. Le facilite mi nombre y me indico la mesa asignada. Era la hora punta y la mayoría de mesas estaban ocupadas. No evite estudiar los comensales con atención. Aunque mi objetivo teóricamente no había llegado aún. Aunque nunca se sabía, podía haber burlado nuestra vigilancia. Me bloquee cuando vi a una mujer, de pelo tipo casco y castaño, cenando con el representante de las empresas Arias. No tuve tiempo de reaccionar, una voz rompió mis divagaciones.
- "¡Supergirl, sigue andando! Siéntase en la mesa del fondo. Sí, es su hermana. No la mire más.- Me ordeno una voz femenina. La reconocí de inmediato. Trate de localizarla en el restaurante sin éxito.- Y no me ubiques nos pondrías en peligro - Me amenazo.- Mm, está muy buena..."
- "¡Sam, no te atrevas a meterte con ella!"- Le advertí muy seria, hablando muy flojo.- "Ya basta de vuestro tonteo.- Nos interrumpió Lena, con su voz severa.- "El Señor Pringado termina de llegar en taxi. Sam, te encargo que controles a Álex Danvers. Estudia si hay un modo de quitarla del medio."
- "¡No se os ocurra hacerle daño!"-Les remarque con ira.- "Si le hacéis un mínimo de rasguño, seré capaz de torpedear la misión."- Hablaba en serio. Era obvio que estando en un sitio público, con muchos espectadores, no debíamos de provocar ningún espectáculo.
- "¡Agente Zor-El, no nos sobreestime y concentrase a su objetivo!"- Dijo con un toque de sarcasmo y morbo. Me dio asco en solo imaginarme sus sucias manos acariciando el cuerpo de Álex. Tenía fe que ella no se dejará seducir por aquella chica tan superficial y caliente. Tampoco me parecía de su tipo.
Me senté dando la espalda a la mesa de mi hermana. Por suerte estaba algo alejada de ella y no me había visto, seguía concentrada en la posible reunión de negocios. Mi ausencia la había obligado a volver al nido familiar. Experimente un poco lastima por ella, por estar sacrificándose por la empresa familiar que no le apasionaba.
Mi objetivo apareció en escena, iba acompañado por un camarero. Llegaron a mi mesa. Me incorporé. Su rostro ordinario se iluminó, fascinado por mis encantos femeninos. Me mantuve regia y fría. Negándome a coquetear con él. Me sentía más cómoda con mi rol de ejecutiva. Podría ser más amable, como sonreírle afablemente. Pero su mirada calenturienta me provoca nauseas.
- Encantado Señora Zor-El, aunque me siento estafado. Esperaba a la Señora Luthor en la cena. ¿No vendrá?-Me reprocho nada más sentarse.
- Lo siento, no le ha sido imposible acudir. Me ha suplicado que la disculpe de antemano.-Improvise, ocultando mi cabreo creciente
- ¡Muy mal, ya sabía que odio a la gente sin palabra!- Me estremecí y trague saliva. Deje de mirarlo. Me fije en la carta de bebidas para no quemarme con su furia contenida.- Ya sabía que si no acude no habrá trato.
No me extraño. Tenía pocas opciones. Insistir o desistir. Estaba simplemente atrapada. Las dos mujeres que me controlaban no me dejarían abordar el operativo. Quise evadirme explorando el entorno. Mire brevemente a mi hermana, que seguía concentrada con sus asuntos laborales. Sam me volvió a regañar por mi inactividad. Quise terminar con aquella pesadilla y estrangular a Lena por ponerme de cabeza de turco.
- Dispongo del cheque con el dinero acordado. ¿Va a renunciar a él?- Contraataque, ignorando sus quejas. Le sonreí, confiando en su poder. Nos interrumpió la camarera para entregarnos la carta.
- No hace falta, no habrá cena.- Determinó de forma seca, rallando la mala educación. La chica joven se detuvo, nos miro a los dos. Se puso algo roja, percibiendo la incomodidad ambiental.
- Mejor déjelas encima de la mesa. Ya le diremos si nos quedamos.- Le imploré con voz floja. Percibí como los comensales nos observaban con curiosidad. Mi cita me asesino con su mirada carbón. La trabajadora se fue corriendo. Entonces, disparé- Por favor, reconsidere su decisión. ¿Cuál es problema de cerrar el pacto conmigo? La cifra ya estaba acordada.
- Usted sólo es una mera mensajera.- Se justificó. Caí en cuenta de qué quería cambiar las condiciones. Era muy típico de gente ambiciosa y apurada a nivel económico. Era una carta que podría jugar a mi favor.
- Entiendo, necesita liquidez ya. Podría tomar nota de su solicitud, marcharme y quedar otro día. Mientras tanto, sus acreedores no le regalaran más tiempo. Me juego que le están incluso siguiendo, con miedo de que huya sin pagar sus deudas.- Le fui narrando todo lo malo que le sucedería si no aceptaba el trato. Su rostro se cubrió de pánico.- ¿Qué me dice, acepta?
- De acuerdo, me quedo a cenar.- Se aflojo el nudo de la corbata. Estaba un poco sudoroso. Sólo fingía una placida normalidad. Levanto la mano para informar que al final nos quedaríamos a comer. A la vez, me paso una de las cartas. Me acomode mejor a la silla. Se me estaba haciendo eterno, cuando sólo hacia un cuarto de hora que negociábamos.
- "Vas bien Supergirl."- Me felicito Lena. Me había olvidado de los dichosos auriculares y me sobresaltó. Debí realizar alguna expresión rara que alerto mi acompañante.
- ¿Ocurre algo? La sigo viendo demasiado inquieta. Por eso mi desconfianza.
- No. Me duele algo la cabeza.- Oculte las manos debajo de la mesa, para disimular que me temblaban. Me concentre en la carta. Me evadí de la situación y evoque los dedos de mi jefa en mi cuello. Tan suaves, tan delicados, tan sublimes... De inmediato, percibí como mis músculos de los hombros y cuello se destensaban un poco. Recordé algunos consejos obtenidos. Mi mente debía de tener el poder de controlar las circunstancias.
Un sonido de vidrios romperse y varios impropios de un par de mujeres distorsionaron la paz ambiental. Me gire porque una de ellas era mi hermana. En aquellos instantes, se había incorporado y estaba muy cabreada. Sus pantalones y preciosa blusa estaban mojados. La otra chica, una camarera joven, estaba muy roja. Deduje que le había tirado una buena dosis de cava por encima. En la mesa había la botella asesina que seguía sacando un poco de espuma. Era probable que la hubiera agitado antes para haber ocasionado aquel dramón.
No tardo en aparecer una encargada del restaurante, para esgrimirse como heroína de la apurada dama. Me irrite al observar la sonrisa traviesa del agente Reign. Reprimí mis instintos de protección, que le chillarían que se apartara de Álex. No pude hacer nada. La secuestro y desaparecieron de mi campo visual. Su acompañante también abandono su sitio y fue acompañado hacia otra mesa, muy alejada de la nuestra. Un peligro resuelto. En cierta manera, me ayudo a relajarme un poco más. Aunque el cabreo no ceso.
El Sr Pringado empezó a reírse del cómico accidente. Solicité otra vez un empleado del servicio. No tardaron en venir. Pedí el primero del menú. No tenía hambre. Él debía de ser un glotón y se haría un banquete en salud de la Sección. Nos sirvieron pronto. Y cuando nos volvimos a quedar solos, puse otra vez la directa.
- Respeto al dinero, comprendo que no tengo opción. Aunque... ¿de verdad, no puede realizar una llamada a Lena y tantearla?- insistió, a la vez que despedazaba las pastas rellenas de salmón.- Los Luthor tienen fama de generosos y ostentan mucho poder.- Aquella información me sorprendió, en especial porque hablaba en plural. Debían de ser una familia famosa, aunque jamás había escuchado nada sobre ellos.
- "Agente Zor-El, simule que me envía un mensaje a través falso móvil. Luego, espere unos minutos y dígale que no."- Me sugirió mi jefa. Así lo hice.
- Lo siento. No pueden ofrecerle más.- Cerré los ojos, intentando transmitirle pena.- Es más, si rechaza la oferta perderá la oportunidad...- Mi amenaza le hizo reír. Lo que nos quería vender debía de ser muy valioso. Quizás, había otros posibles compradores.- ¿No considera 75.000.000 suficientes?
- No digo que este mal.- Carraspeo. Se metió un bocado y disfruto de su sabor como un cerdo.- ¿Y cómo me van a proteger? ¿Me ofrecerán una nueva identidad para mi y toda mi familia? De eso no ha sugerido nada.
- Con el que le daremos se puede comprar documentación falsa.- Mi comentario le provoco un tormenta interior y me lanzo un rayó letal. Dejo los cubiertos al lado del plato y tiro la silla para atrás. Se me iba sin cerrar el trato. Temiendo a la organización, puse la mano encima de la mesa y me atreví a agarrar sus manos. Mi miedo se me reflejo en la mirada y lo canalice como arma.- Por favor, temo por su vida. Sé que mis jefes son unos hijos de puta, sólo dispone de una oportunidad para salvarse y a sus seres queridos. Tiene dos niñas...
- ¡Qué va a sentir usted!- aunque no rechazo mi contacto. Más bien me volteo la mano y con una yema me la empezó a acariciar. Para variar por la boca moría el pez.
- "Vamos Supergirl, mueve tu pierna derecha y acaríciale las entrepiernas"- me sugirió la voz de James. Dios aquello era de locos. Todos debían estar vigilándome. Me sentía la protagonista de una película porno que veía todo el mundo.
- "Por favor James, no la desconcentres."- le regaño Winn.- "Chicas, problemas a la vista. Se están dirigiendo hacia el Hotel Lila Green uno par de todos terrenos a toda velocidad. Hemos rastreado su matrícula. Pertenecen a la mafia Chilena. Oh, no... ya están fuera. ¿Lena los ves?"
- "No, estoy aparcada a la calle paralela, voy para allá. Kara, prepárate que habrá espectáculo. Prioridad es el Sr Pringado, el pen no puede caer en otras manos. ¡Entendido!"- me ordeno mi jefa severamente.
- ¿Por qué te has puesto tan pálida de repente?- quiso saber el títere de nuestras conversaciones.
- Corre peligro, debo de sacarlo de aquí. Pero antes debe de darme la información...
- No me gustan los chantajes. Además es un bulo.- Se burlo.
En aquel mismo instante, irrumpieron en el restaurante un grupo de cuatro hombres muy bien trajeados, con vestidos negros y camisas blancas. Pasaron por encima del maitre, que les insistía que no había mesas libres para cenar. Le hicieron callar desfundado sus armas. La gente empezó a chillar. Iban directos hacia nosotros. Agarré la mano del Sr Pringado, que se había paralizado al verlos y corrí hacia las dispensas privadas del hotel. No dudaron en dispararnos. Alguien me insistió que me defendiera. Pero mi prioridad fue alejarme de la otra gente porque no hubiera muertes colaterales.
Me tope con un ascensor del personal y nos metimos en él. Marque el último botón. Salimos a la azotea. Me apoye a la baranda. Hiperventilaba. El ejecutivo no paraba de moverse. Se me acercó de forma agresiva y me agarro del pelo. Me hizo daño.
- Llame a Lena y exígele que me saque de aquí. Si no me ofrece protección no hay trato.- Insistió. Me libero. Me aparte un poco, para fingir que lo hacía. Le hable, pero no me respondió. Nadie me hablo. Estaba sola. El montacargas en el cual habíamos ascendido se estaba moviendo para abajo. Había mucho ruido, alguien estaba subiendo por las escaleras. Regrese junto a él.
- De acuerdo.- Le mentí.- Primero, dame el pen.
Me analizo dudando de mí. Exploro el entorno y la calle. Vio los dos todo terrenos. Había un par de hombres custodiándolos. Probablemente, rodearían el edificio para que no pudiéramos huir. Me fije que la limosina ya no estaba aparcada frente el hotel. Maldije a Lena. ¿Y si abordaba la misión e huía? ¿Qué me importaba aquel engreído? Era un cabrón sin escrúpulos, que no dudaba de jugar con información peligrosa y había permitido que su empresa fuera usada por personas sin principios éticos. A parte, era un asqueroso misógino. Aún así su mirada de pánico y su preocupación por sus hijas me ablandaron. Debía de intentar sacarlo con vida de allí.
- Acepto.- Lo saco de un bolsillo interno de su americana. Me exigió que le pasara el cheque.
- Primero, debo de comprobar que contenga la información correcta.- Le solicité sin pestañear.
Volvió a dudar. Las voces se incrementaban y el tiempo apremiaba. Se lo agarrarle y metí dentro la bolsa. Protesto, pero gano más el instinto de sobrevivencia. Lo conduje hacia la escalera metálica de incendios. Los matones llegaron a la azotea y no tardaron en vernos descender. Escuche como alguien les chillaba alto, era una voz femenina. Se disparo otra arma y un hombre cayó para el suelo como un saco. Reconociendo la voz, decidí volver a subir. Más balacea. Temí por la vida de Lena, que estaba sola contra todos aquellos matones. El Señor Pringado no entendiendo mi retroceso me agarro por las piernas.
- "Supergirl, por favor póngase a salvo y compruebe el pen."-Me exigió Lena.- "Termino con los mafiosos Chilenos yo solita".
- Gracias por salvarme la vida.- Le agradecí.
- ¿Con quién habla usted?- me increpó nuestro objetivo. Miro a la vez hacia la azotea. Vio de espaldas a una mujer con coleta.- ¿No está ahí arriba la Señora Luthor?
- No. Es mi guardaespaldas.- Mentí firmemente, no quería perjudicar a mi instructora. Me creyó y descendimos hacia medio edificio. Hallamos la puerta de acceso abierta y accedimos a dentro. Ante nosotros se extendía un largo pasillo repleto de habitaciones. Debía de entrar a una habitación y encontrar un poco de respiro. Llame a cada puerta y la primera que nadie me respondió nos colamos.
Se escucharon las sirenas de ambulancias y de coches de policías. Me asome a la ventana y comprobé que los coches de los matones ya no estaban. ¿Habría alguien aún buscándonos? Explore la azotea y no vi a nadie. El cincuentón que me acompañaba se rió de forma nerviosa. Estaba bañado de sudor. Entro en los servicios y se limpió la cara. Lo aproveche para comprobar el chip de memoria externa. Lo introduje en la clavija del pequeño ordenador y no tardo en aparecer los archivos que contenía. La mayoría eran claves de seguridad, facturas, grabaciones de voz... Supuse que era lo que esperaba hallar la Sección. Musite algo flojo, dirigiéndome a Winn. Por si podía acceder aquellos datos por la red.
- "Perfecto agente Zor-El. Ánimos que queda poco. Por la situación exterior no se preocupe, bajo control. Lena a salvo también."- dejo reír una sonora carcajada.- "La información es la acordada. Puede retirar el lápiz... La he copiado. Aún así guárdalo bien."
Le obedecí y me lo oculte dentro de mis sostenes. El ejecutivo salió del baño y me sonrió seductoramente. Estaba más relajado. Puse la mano en la bolsa, para ofrecerle el cheque con la cantidad establecida. Me lo agarro junto a mi mano, la cual retuvo con fuerzas. Me hacía daño.
- ¡Déjame, ya tiene lo que quería!- Le suplique.
- ¡No! Me siento estafado por ustedes. Me habéis negado protección y la cita no ha sido segura.- Se justifico a la vez que me empujaba hacia la pared. Me di un fuerte golpe en la espalda, por su brutalidad.
- Por favor, permite que me vaya. Sólo soy una simple trabajadora.- Puse voz de corderito degollado. Los ojos se me humedecieron un poco. Realmente, me sentía usada.
- ¡Qué buena actriz es!- me aplaudió. Su mano derecha descendió hacia mis pechos y me los magreo. Supe lo que pretendía.
- ¡No se atreva a seguir tocándome más! Si prosigue juro que le mataré.- Le amenace. Recordé que en mi pierna izquierda tenía la pequeña pistola. Se burlo de mí cruelmente. Bajo su otra mano hacia mi barriga y me la aprisiono, para impedir que me moviera.
- ¿Con la pistola que lleva oculta debajo el vestido? La he visto mientras bajábamos por las escaleras antes.- Me reveló, a la vez que con la mano libre me subió la falda, roso toscamente la piel de mi muslo y me la quito.- Vaya, una pistola de toda una Señorita. Seguro que no la sabe usar.
- "¿Agente Zor-El, a que espera en salir del edificio? Winn me ha informado que ya ha conseguido su objetivo."- era Lena. Su voz contenía algo de urgencia.- "¿Ocurre algo?"
- "Jefa, tengo ubicada a nuestra inexperta agente a la habitación 413. El pobre Pringado quiere cobrarse un banquete extra con ella."- Le informó el informático. ¿Cómo podía saberlo? ¿Había cámaras de video ocultas?
- "¡Vamos Supergirl, a que esperas para librarte de él! ¿No me obligaras a subir un montón de escaleras para volverle a salvarle el culo? "- aunque me gustaría verla otra vez en acción, preferí que no subiera. No quería deberle más favores.
- A una dama no se la sobreestima Pringado.- Ironicé. A la vez que me moví y le clave mi rodilla en el centro de sus testículos. Se doblego de dolor y me dejo de agarrar. Ajunte las manos y le di un golpe seco en la espalda que lo desestabilizo hasta dar un beso en el suelo. Se le escapo de las manos el arma de fuego. Me agache a recogerla. Fue error, porque me agarro de las manos. Forcejamos y el arma se disparo. La bala le dio de lleno en su ordinario rostro. La sangre brotó a chorro, de forma explosiva. Me bañe con ella. Fue asqueroso. Me levante rápidamente del suelo.
Contemple su cuerpo sin vida, desangrándose. De inmediato se hizo un pequeño lago rojo y fétido. Me dirigí al cuarto de baño, para quitarmela de mi piel. No podía salir al exterior con los señales de mi delito. Me la limpie con tenacidad, hasta dolerme la piel. Lena me volvió a hablar de forma autoritaria.
- "¡Huye ya! Alguien ha alertado a la policía de la detonación de la pistola."
- "Cierto chicas, un par de agentes están subiendo hasta la planta cuarta."- puntualizo Sam, que había estado ausente hasta aquellos momentos. Me genero algunas cuestiones, pero realmente apremiaba que abandonara la habitación.
Volví a mirarle en el espejo. No vi restos hematicos en ella. Me arrodille y recogí la pistola tal como me sugirió mi instructora. Me la metí de nuevo oculta en el muslo. También le quite el cheque. Salí al exterior. Por el camino me tope con un ascensor. Lo solicite. Se abrió la puerta al mismo tiempo que la puerta de las escaleras se abría. No me gire, para que no se fijaran en mí. Iba diciéndome: naturalidad, que nadie te note nerviosa.
En recepción había muy jolgorio. Personal del hotel, algún cliente asustado y curioso, policías tomando nota y declaraciones. Intente no observarlos para pasar inadvertida. Y milagrosamente no me increparon y pude salir como si nada. No vi la limosina. Otra vez sentí la tentación de huir. Con el Señor Pringado ya llevaba a dos muertes en mi hoja de ruta. ¿Con qué me convertiría? Otra cuestión que me atormentaba era si Álex estaría bien. ¿Seguía al hotel o se había marchado?
- "La limosina está aparcada en la calle paralela. Camina recto, en la primera calle que te cruces gira hacia la izquierda y la verás."- Me informó Lena.- "No se te acuda irte. Puedo alertar a los agentes de la ley y acusarte por el homicidio del Señor Pringado."
- ¿Y mi hermana, está a salvo?- obviando sus amenazas.
- "Sí, no te preocupes por ella. Sam la ha tenido al paraíso sáfico hasta hace poco. No se han enterado de nada."- Explote de rabia. Vaya con agente la Reign pensé. Aunque, en cierto modo la había alejado del peligro.
Ande lo más rápido que pude, sin mirar más hacia atrás. Ardía por la rabia. Si pudiera las mataría a las dos. Vi de inmediato a la limosina negra, aparcada fantasmagóricamente a la acera opuesta. Al aparecer en escena, el conductor activo las luces y el motor. Abrí la puerta trasera, entre y me lance contra Lena. La odiaba. Le golpe su precioso rostro. Le di tan fuerte que le deje marcada mi mano. No se defendió. Le tire con rabia el pen y el cheque, que cayeron al suelo. No se inmuto. Me siguió mirando de una forma indescriptible. Me eche a llorar, liberando la tensión acumulada.
Me desmorone totalmente, mostrándome frágil y desvalida. A igual como me sentí pequeña, cuando mis padres me abandonaron en un orfanato. Una y otra vez veía el cuerpo del ejecutivo sin vida, derramando sangre, su olor, su textura pegajosa y olor dulzón...
Sentí los brazos fuertes de Lena rodeándome el cuerpo. Me mecieron. Me dio pequeños besos en el rostro. Anestesiaron mis emociones distorsionadas. Deje de llorar y me quede en una especie de estado vegetativo. Me hizo estirarme en el ancho asiento y me apoyo la cabeza en sus rodillas. Me iba acariciando el pelo, como masajeándomelo.
- Las primeras veces siempre son difíciles. Nunca se olvidan.- Me susurro suavemente, con mucha ternura. No parecía la férrea instructora, quién pisoteaba los sentimientos.- Descansa. Ya verás que pasara.
- No.- Remarqué. Dudaba que aquello se borrara. Los recuerdos siempre estarían almacenados en mi interior.- He matado a un hombre, otra vez.
- Ha sido en defensa propia, no lo olvides.- Insistió. Se agacho y me beso la sien. Fue como si me cayera una pequeña gota cálida encima. Me ardió. Le hubiera agarrado la cabeza, para volver a sentir sus labios rosando mi piel.
Hicimos el resto de viaje manteniendo un poco de contacto corporal. Volvimos a hacer el mismo circuito hasta llegar a las instalaciones secretas de la Sección a las cuatro de la madrugada. A pesar de ser tarde, la sala de control seguía operativa y funcionando a todo gas. Winn nos saludo alegremente. Lena se mostro otra vez fría y distante. Me dejo junto al informático y subió hacia los despachos de dirección. No tardo en regresar y me acompaño a mi celda.
- Descansa agente Zor-El. Le comunico que la jefa In-Ze está satisfecha del éxito de la misión. Aunque para mí ha estado muy errática y hay que pulir muchas cosas si quiere salir al exterior. Por eso, por ahora vivirá aquí. Se seguirá formando y realizando misiones.- Me informó en tono impersonal. Trate de abrazarla, pero se separo y me freno bruscamente.- Kara, no se confunda. Antes era necesario para aliviar sus nervios. Astra no hubiera tolerado una escenita como la que me ha montado en el coche. Aprenda a controlarse.- Tras advertirme se fue.
¿Por qué aquella mujer era tan eficiente? ¿Y por qué era una fiel seguidora de aquella organización? Deberían otorgarle la medalla del agente más leal y ejemplar.
Se fue y en aquella ocasión no cerró la puerta con llave. Me sentí rara. Pero pude respirar un poco mejor. Me quite el vestido, que olía a sangre. Me metí en la cama desnuda. Estaba exhausta y sin ganas de ducharme. El día siguiente sería otro día, mejor o peor quién sabe.


 

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