(20) Raíces
Un mes después de la muerte de Max Lord
Queremos o no, las
raíces nos atan a la tierra que nos alimento e hizo crecer. No puedes
arrancarte las raíces completamente, porque ya forman parte de uno
mismo. Pero puedes optar dónde sembrar tus semillas y ver crecer nuevas
raíces, mimarlas para que vayan surgiendo vigorosas y sanas. Las raíces,
queremos o no, nos sustentan y dan sentido a nuestra vida.
A Metrópolis.
A Lex Luthor no le
motivaba mucho regresar a su hogar, la urgencia de su padre por verlo le
incomodaba. Creía que lo citaba para seguir reprochándole sobre sus
acciones. Nunca habían tenido una buena relación, a pesar de todos sus
esfuerzos para ganarse su cariñó y admiración. Por más inri, la senectud
le había ablandado y no toleraba sus artimañas para sacar dinero en
menos coste. Incluso, no le aplaudía por su noviazgo con la hija del
presidente ni por su ambición política. ¡Qué irónica podía ser la vida!
No comprendía lo que
estaba realizando mal. Creía estar imitándolo en su línea empresarial.
Los negocios no le iban mal, incluso había incrementado el patrimonio
familiar. Aunque, algunos de ellos habían sido ilícitos e ilegales. Y
gracias a la política había limpiado su hoja de ruta. Sólo permanecía
intacta su convicción sobre la existencia de la amenaza alienígena. Más
allá de un gesto patriota era una obsesión. Los odiaba desde la tormenta
de criptonita verde de Smallville. Le habían destruido la vida. Creció
siendo un niño enfermizo, lleno de inseguridades y carente de amigos.
Resurgió de sus propias cenizas cuando una noche tuvo una revelación. El
destino le susurro que él sería el salvador de la tierra de la invasión
extraterrestre.
No sentía nada especial
cuando entraba a su hogar. Sólo era una casa imitación a palacete de la
alta aristocracia. Su madre lo recibió con afecto, siempre le dedico
absoluta entrega y amor. Siempre fue un gran puntal para él. Mientras
Lionel fue muy frió y exigente, le transmitió que el negocio familiar
era lo primordial. Por todo eso ahora no lo comprendía. Se había
adaptado a su forma de ser y su cambio radical le desconcertaba.
- Gracias por venir
hijo.- Le agradeció Lillian.- No apruebo todas las decisiones de tu
padre, pero le debemos de apoyar. Más que nada, que sienta nuestro
cariño. Ya sabes que el éxito se va cociendo lentamente.
- Lo intentaré. Se me está terminando la paciencia. Debe de entender que soy mayor y tomo mis decisiones.
- Tan temperamental como
siempre.-Le recrimino con una sonrisa dulce, que sólo lucia cuando
estaba solas con él. Era una mujer fría y calculadora. Estaba orgullosa
de su hijo, pero veía que carecía de su serenidad. Si no se controlaba
más las pulsiones de la vida le arrastrarían hacía al fango y sería un
carburante altamente inflamable. En definitiva, su punto vulnerable.
- ¿Sabes por qué tiene tanta urgencia por verme?
- No, últimamente anda
más reservado de lo habitual.- Estaba realmente desconcertada. Siempre
supo seducirlo y robarle información valiosa. No obstante, en los
últimos meses lo notaba más ausente y críptico. Igual como lo estuvo
cuando le impuso la adopción de Lena. Siempre maldeciría aquel día y
todo lo que representaría en su existencia. La pobre niña no era
culpable de nada, era un ángel. Aún así, cada vez que la veía le hacía
recordar aquella maldita historia de su pasado. ¿Por qué su marido
seguía teniendo conciencia? ¿Por qué le obligo a criar a aquella
huérfana, a pesar de saber que no enmendaría un cruel acto de su
juventud?
- ¿Algún consejo?
- Sí, sólo te pido que
lo obedezcas. Debe de creer que estamos de su lado. Al salir, me
informas.- Le ordeno su madre. Solía ser una gran estratega y capaz de
jugar una perfecta partida de ajedrez con los ojos cerrados.- Por
cierto, debemos de hablar de Max Lord. Siento tocarte este tema tan
doloroso, pero temo que ese asunto influya a tu carrera política. Unas
fuentes fiables me han comunicado que los Lord sospechan que su hijo fue
asesinado.
- ¡Ya te dije por
teléfono que murió por sobredosis de cocaína! No me extraña nada,
conociendo su estilo de vida y su adicción a las mujeres.- Ironizó Lex,
que aún recordaba cómo halló a su amigo, en aquella habitación lujosa
convertida en la buhardilla del fetichismo, desnudo y con los brazos
atados a la cabecera de la cama. Su nariz le sangraba. Un pañuelo rojo
le amordazaba la boca. En su torso había marcas de latigazos, reflejando
una intensa sesión de sadomasoquismo. En su abdomen se habían escrito,
quizás con un lápiz labial rojo, la palabra acosador. En sus brazos
también tenía marcas raras, como quemaduras de cigarro... No hubiera
creído que le iba aquel tipo de práctica sexual.- Sí te preocupa que le
maté yo, te digo que no.
- Lo más importante
ahora es que no te relacionen con el caso. Sé que estuviste en el hotel.
¿Te vio alguien?- lo miro desafiante y haciéndole sonrojar. Su madre
era única persona a quién temía. Era una depravadora, que se amagaba a
agazapada y expectante, hasta que apareciera la presa más idónea para
sus intereses. El único que no había podido dominar, al menos hasta
aquellos instantes, era a su marido. ¿O sí? Ya le iba bien ponerse en su
sombra y tolerar todas sus fechorías. Los dos habían remado en las
mismas direcciones.
Lex medito bien. Fue
rápido. Acudió al hotel donde alojaba Max lleno de rabia por mil
razones. A un Luthor nunca se le podría noquear, o burlar. Le parecía un
niño muy mimado, muy acostumbrado a conseguir todos sus caprichitos. Lo
que hizo estallar la mecha de su ira fue que insinuara cosas horribles
sobre la honorabilidad de su linaje, y algo muy vago sobre su hermana. A
pesar de haber sido la oveja negra y estar ausente, no dejaba de ser
una Luthor. Siempre tuvo sentimientos ambivalentes respeto a ella.
Pudieron haberse llevado bien y haber atenuado su infinita soledad. Aún
así, se dejo influir por el trato frio que su madre le dirigía a Lena. A
veces, uno actúa por simple imitación, por verlo como algo valido y
aplaudible.
Expulso sus
pensamientos, llenos de nostalgia, y se concentro en la petición de su
progenitora. Se acordó de la chica rubia, que apareció como caída del
cielo. Le abordó como si fuera una admiradora, aún así tras recibir la
llamada se fue rápidamente. Creyó que se dirigía hacia las escaleras.
Aún así, en el hall del hotel no la vio. No le dio más importancia. Una
duda surgió. ¿Y si aquel encuentro no fue casual? ¿Y si lo había visto
salir de la suite de Max Lord? De todos modos, seguramente no sabría más
de lo que había contado a la policía.
- Estoy seguro de que no
me vio nadie.- Mintió, por terminar con el escrutinio de Lillian. No
era un tema que le preocupase. Tras recibir la noticia de la muerte de
Max, decidió contactar con los agentes de la ley e interesarse. Admitió
que había acudido al hotel por hablar con él dos veces. Había subido a
la habitación, llamó a la puerta y nadie le respondió. Creyó que su
amigo o bien no estaba dentro, o andaba distraído en ciertos menesteres
placenteros. Todas sus mentiras tuvieron un éxito tremendo. Por suerte
fue rápido subiendo y bajando. Dudaba que el recepcionista dudase de él.
- Me han comentado, que
lo visito una mujer muy misteriosa. Es un poco escabroso...- No disimulo
el asco que le suscitaba personajes como él.- Me alegro, en el fondo,
que te hayas despellejado de su asquerosa presencia.
- ¡Madre, por favor,
tenga respeto a los muertos!- a pesar de compartir su opinión, le dolía.
Max había sido uno de sus mejores amigos. Habían compartido mil
aventuras, algunas algo sórdidas. Los dos eran hijos de papas, mal
criados y egocéntricos.- ¿Crees que sido yo?
- Por favor Lex, ¿cuándo
aprenderás?- le desafió con su mirada marrón echando chispas.- Un
Luthor jamás narra sus crímenes y es capaz de todo por salvaguardar sus
intereses. No importa lo que hagas. Sólo un gran consejo, nunca debes
contar a nadie tus acciones. Ni mucho menos a mí. Incluso, no deberías
de confiar tanto en April. Otro consejo, descubre antes que la policía
la última mujer que estuvo con Max.- Aquel era el mundo que más bien se
manejaba la gran Lillian. ¿Habría algo que no se le escapara de las
manos?
Lionel, que había
escuchado llegar a su hijo, irrumpió serio a la salita. Intuía que
estaban intimando alguno de sus pequeños pecados. No le gustaba la
parodia de su existencia. Había tantas cosas que lamentaba, que no
viviría lo suficiente para enmendarlas. Miro a Lex de forma severa y le
indico que lo esperaba al despacho. Sólo deseaba una cosa y sería
perfecto para aquella misión. Si tuviera más fuerzas lo haría él.
Tristemente, la vida no da reposo alguno seas un santo o no.
Lo obedeció. Antes de
irse miro a su madre, parecía un corderito degollado. Alguna alma
compasiva podría mecerlo entre sus brazos y recitarle un bonito poema de
amor. ¿Somos o se nos hace? Al final, sólo actuamos como nuestro
entorno lo espera.
Nathional City, Calle Hope, número 5. Durante el mayo
La pequeña casa de la
Sra. Ane Meyers era más pequeña que la de los Danvers. Sólo el jardín se
le parecía un poco. Kara le tenía mucho cariño y cada vez que entraba
en ella, se sentía abrazada por intensas emociones. Su anciana amiga era
muy entrañable, una enciclopedia viviente. Le enseño el arte de la
lectura y su poder para extraerte de la realidad y enviarte a un mundo
paralelo. Le contó tantas y tantas historias, que podría elaborar una
novela épica.
Tras la lectura del
testamento de su vecina, sabiéndose la beneficiaria principal de sus
bienes, y en particular de su casita, estaba algo descolocada. Se
percato que la conocía tan bien, que le estaba iluminando su camino. Aún
así, entrar en su palacio le dolía. Le seguía costando asumir su
ausencia, el enorme hueco que había dejado en sus existencias. Las
navidades no serían lo mismo sin su presencia. A Ane le seguía gustando
aquellas fiestas, a pesar de que se extrañaban más los seres queridos.
A pesar de vivir sola,
seguía colocando el árbol de navidad, con sus estrellas y ángeles,
sacando su colección de Papa Noel, sus luces de colores,... y rescatando
las canciones de villancicos. Sus padres la adoptaron como un miembro
más de la familia, y jamás fallaba en sus fiestas. Ella los premiaba con
algún delicioso postre casero. Al finalizar la comilona, al lado de la
hoguera, les narraba alguna de sus infinitas anécdotas. Siempre tuvo la
duda de si las había leído en algún libro o se las inventaba.
Tras recibir su
herencia, que le pareció excesiva, estuvo algo perpleja. Dudo mucho si
aceptarla o no. De hecho, no lo tuvo claro hasta que Lena le propuso
matrimonio. Quizás todo tenía una razón de ser. Su abuelita fue algo
bruja, vio en la barrendera la persona que le complementaria e influyó
en que los astros se alienaran.
Al regresar de New York, mientras tomaba una café en el jardín de la casa de sus padres, se le ocurrió una brillante idea. Le
invadieron todos los tiernos momentos compartidos con Lena. La primera
vez que la vio, fue un encuentro tan natural y conmovedor. Irónicamente
eran unas completas extrañas compartiendo el devenir de la existencia,
desgranándose...Y el destino se empeño que en instantes muy cruciales,
como los de la nevada, Lena apareciera a su lado para reconfortarla.
Eran en aquellas vivencias cuando uno puede leer el alma de una persona.
¿Por qué recordaba aquel episodio de su vida?
Los inicios eran
bonitos, tan perfectos y puros. Te atenazaba la ilusión de un infante y
todo se teñía de color rosa. Lugo ibas conociendo más a la persona y
enamorándote de sus complejidades interiores. Eran momentos tan
trascendentales que podían hacer decantar la balanza hacia la languidez o
arraigamiento de los sentimientos. Lena no le había decepcionado,
aunque sorprendido con su curiosa reacción ante las amenazas de su
profesor. No la había considerado un ser tan retorcido. Aún así, una
parte de sí misma la disculpaba.
Su honestidad la salvaba
de su inquisición. Además, la miraba directamente a los ojos y en ellos
leía bondad y un halo intenso de amor. ¿Cómo podía aquel ser tan
transparente ocasionar un daño irreparable a otra persona? No conocía
toda su biografía, pero intuía que había padecido mucho en su corta
vida. Y eso le enternecía y la conducía a quererla proteger y reescribir
su existencia. La admiraba mucho, porque nunca se lamento por las duras
vivencias experimentadas. ¿Era una masoquista o tan madura que había
redefinido lo negativo de su trayectoria vital?
No tuvo dudas, cuando
aquella mañana se le ocurrió establecerse a casa de su abuelita postiza,
junto a su pareja. Calle Hope, número 5 sería su hogar. Se lo propuso y
le hizo tan feliz que trato de levantarla en brazos y bailar. El
resultado final fue apoteósico. Terminaron cayéndose al suelo, riéndose y
perdiéndose entre besos y caricias. Siempre a su lado perdía la esencia
del tiempo.
Así Lena y Kara
empezaron una nueva etapa de su relación. Se centraron en arreglar su
futuro hogar. Quitaron la ropa de la anciana, los muebles viejos y
repasaron sus tesoros... etc. Se emocionaban y reían, se buscaban las
cosquillas y terminaban perdiendo el norte mediante caricias robadas.
Aprovechaban la mayoría de fiestas y espacios muertos de sus rutinas,
para avanzar en la mudanza y construir su morada. Los padres de la
rubia, alguna vez les ayudaron. En especial, cuando lanzaron lo que no
quisieron de la casa.
Brian radiaba de
felicidad, tenia carta abierta para acceder al nido de amor de su
hermana siempre que quisiera. Ya había tomado de costumbre ir a realizar
los deberes con su cuñada y luego la ayudaba con alguna tarea. La
pesadilla de New York, no le había afectado por suerte. Las duras
vivencias lo habían convertido en un niño fuerte. Además, disponía de
buenas herramientas para surgir las adversidades del destino. Aún así,
nunca uno está suficientemente preparado.
Winn también se ofreció
para ayudarlas. Se alegro mucho cuando su amiga le revelo sus planes.
Presentía que la chica realmente se merecía ser feliz. Desde que la
conoció, había hecho un cambio casi de noventa grados. La melancolía que
destilaba sus preciosos ojos se había medio evaporado. Además con la
muerte de Max Lord le pareció algo más relajada. Aún así, no la veía tan
feliz como antes de su viaje a New York. Le era difícil de expresar.
Quizás estaba como se tensaba cuando surgía el tema del fallecimiento
del profesor. La prensa seguía informando sobre ello, filtrándose que su
familia no estaba conforme con los resultados de la autopsia. Además,
siempre había que les gustaba fabular sobre ello, elaborando
rocambolescas teorías.
Se preocupaba mucho por
la barrendera porque le apreciaba, le profesaba un enorme afecto. La
mayoría de sus amistades no lo entendían. Incluso, su mejor amiga alguna
vez le insinuó que podría estar enamorado de ella. Nada más lejos de la
realidad. Lo que le hizo acercarse a ella y ofrecerle su ayuda
desinteresada, fue su enorme parecido con la hermana fallecida de su
madre. Era un asunto tan escambroso y triste, que había sido tabú en su
familia. Hasta que un día, tras una crisis nerviosa de su progenitora,
la verdad salió a la luz.
Una tarde a finales de
mayo, mientras estaban pintando sumergidos en un intenso silencio, Winn
fue incapaz de autocensurar sus apreciaciones. Veía a Lena con el rostro
constreñido y sus gestos vigorosos. Parecía un volcán en contención,
capaz de estallar en cualquier momento. Le estaba atormentando aquel
maldito sábado, dónde todo cambio. La mirada de Kara tras revelarle su
febril acto, le partió en dos. A pesar, de qué se la creyó y en
apariencia seguía respaldándola, intuía que el germen de la duda se
había instalado en su interior. Le rescataba de la locura, el hecho de
qué pronto se trasladarían a vivir a la calle Hope, número 5. Estaría al
lado de su hijo, lo vería más a menudo y eso le hacía borrar todos los
fantasmas. Un gran objetivo cumplido. Además, amaba a su pareja y no
implicaba ningún sacrificio extra. ¿Qué más le podía pedir al destino?
La barrendera estaba
comprobando que nada era gratuito. ¿Podría seguir andando con su
conciencia sucia? Se planteo la cuestión de otro modo, ¿Max Lord se
habría lamentado nunca de sus actos? Por más que leyó pánico en su
mirada oscura, mientras lo amordazaba en la cama, lucio una sórdida y
sonora carcajada. Se creía alguien inviolable. Pretendió vivir más allá
del bien y mal, sometiendo a los otros a sus caprichitos. ¿Por qué no
era capaz de ser tan fría como él?
La congoja la asfixiaba,
no dejaba de imaginarse posibles escenarios venideros. Su pareja no le
había ocultado los chismes que circulaban sobre el misterio de la muerte
de Max. Era de esperar que sus padres dudasen. Había barajado enseñarle
las fotos y video que había elaborado. Días que se veía capaz y otros
que no. Le parecían demasiado obscenos. Trato de hablarlo con ella, pero
zanjaron pronto el asunto. Todo lo que iba lapidando, la estaba
ahogando por dentro. Intuía que tarde o temprano, toda su mierda saldría
a la luz y lo ensuciaría todo. El problema real, era que no se atrevía y
se escudaba en la bondad y generosidad de Kara.
Y aquella tarde,
mientras terminaban de pintar las paredes del comedor, no pudo más. ¿Por
qué había escogido el dichoso color blanco? Era luminoso y puro.
Rápidamente se ensuciaría, porque los seres humanos tienden a malmeter
todo lo que tocan. De repente, todos sus actos le parecieron una pérdida
de tiempo. Tiró el bote de pintura en la pared, derramándose por el
suelo y impregnando incluso sus ropas.
Winn lejos de enfadarse,
la abrazo fuerte. Lena empezó a temblar. Necesitaba verbalizar sus
pesadillas e historia a alguien. Las lágrimas descendían por sus pómulos
y se separó bruscamente de su amigo, llena de vergüenza. Odiaba
sentirse vulnerable.
- ¡Discúlpame!- le dijo
torpemente, agachando brevemente la cabeza. Lo volvió a mirar y se fijo
que tenía el rostro con un poco de pintura. Le pareció un payaso muy
adorable, con sus ojos dulces y centellantes. Se rió y él le imito.
Terminaron asentándose al suelo.- Lo siento, te he dejado todo pringado.
- Ya te pasaré la factura de la tintorería.- Ironizó su amigo, robándole otra sonrisa.
- Tiene barra libre, incluso puedes ducharte aquí. Es lo mínimo.
- Me pagarás si me
cuentas que te ocurre. Lo tienes todo para ser la chica más feliz del
mundo. Para empezar, una novia preciosa y que te adora. ¡Lo qué daría
yo, para encontrar a alguien como Kara! Suerte que tienes que soy gay,
sino te la robaría.
Se rieron brevemente y
el humor fue decayendo, igual que el sol en aquel atardecer. Lena le
costaba hallar las palabras adecuadas y temía ser juzgada severamente
por su amigo. Tomo aire y lo dejo ir lentamente. Ahí iba, las bombas de
su vida. Empezó por el principio, aunque quizás era irrelevante. En todo
caso, se sintió liberada compartiéndolo.
- Brian es mi hijo. Al
regresar a National City, contraté a un detective para que me lo
localizara. No me atreví a reclamarlo legamente, por encima de todo me
importa su estabilidad afectiva.- Se detuvo y se lo quedo mirando.
Necesitaba captar cómo reaccionaba Winn. Su rostro reflejaba un punzante
rictus de dolor. Su historia era demasiado triste.- Pensarás, que me he
acercado a Kara Danvers por estar cerca de él. ¡Dios, si ella ahora lo
descubre también lo creería!- se tapo los ojos, sintiéndose vil por lo
que terminaba de verbalizar.
- Lena, no soy nadie
para juzgarte.- Le agarró las manos y contemplo sus ojos vidrios, sin
ningún temor de quemarse.- Entiendo que tengas miedo de perderla.
Supongo que tienes tus motivos, por no haberle sido sincera antes. ¿Y
por qué te vienes abajo ahora?
- He sido una cobarde.
Kara ha sido tan generosa y comprensiva conmigo. Me ha aceptado sin más
en su vida. Hicimos un pacto táctico de empezar de cero. Yo no indagaría
sobre su relación fallida con una chica de Washington. Mientras ella
jamás ha curioseado sobre mis raíces. Es más, el día que nos fuimos al
campo, intente decirle que mi apellido auténtico es Luthor y no me dejo.
Es fácil permanecer en una zona de confort y gozar de la felicidad.- Su
amigo se levantó, su rostro había empalidecido totalmente. Empezó a
comportarse de una forma extraña y se asusto. Probablemente lo que le
tenía alterado era su procedencia familiar. No tardo en confirmarlo.
- ¡No puede ser verdad!- su tono de voz, una mezcla de ira y asco, le helaron el corazón.
- Lionel y Lillian
Luthor me adoptaron cuando era pequeña, legalmente soy su hija.- No
evito reafirmarlo, con un poco de dolor en el estomago. Su pareja
reaccionaría igual si lo descubriera.- ¡Por favor, no me crucifiques por
mis raíces!
Su amigo dio varias
vueltas por la salita, tocándose la cabeza. Había crecido alimentándose
por el odio que su madre le profesaba a aquel linaje. Luego estaba el
enorme parecido de Lena con su tía fallecida. ¿Y si no era una mera
coincidencia del azar o un misterio de la naturaleza? Se le erizo la
piel en sólo pensarlo. Se atrevió a mirar a los ojos de su amiga, tan
especiales y que le evocaban a su familiar. No debía de precipitarse.
Demasiada gente había padecido por aquella historia. Por eso debía de
actuar con tacto.
- Lo siento, mis padres
tienen cuentas pendientes con los Luthor.- Se justificó al final Winn.
Estaba más tranquilo, pero con las emociones a flor de piel. Se sentó
enfrente de ella y le volvió a agarrar las manos.
- Entiendo, no se hacen
querer mucho la verdad.- Ironizó la barrendera.- Ya puedes intuir porque
me sigo guardando parte de mi identidad.
- Ahora mismo no se qué
aconsejarte. Siempre es mejor ser honesta. Aún así, deduzco que hasta
ahora no ha sido un problema entre las dos.- Recondujo la conversación,
porque no quería compartirle aún su historia. Intuía que no era el
momento, no estaba preparada por escuchar hipótesis algo vagas aún y le
pesaba más lo que le estaba ocultando a la periodista.
- Realmente no, hasta
que Max descubrió mis secretos. Por eso no me alegro de su
fallecimiento. Puede, que te suene horrible. Bueno, no es que cante y
baile por lo que le ha sucedido.- trato de justificarse, porque en
cierta forma era terrorífico llegar a celebrar la muerte de una
persona.- Me consta que se aprovecho de varias mujeres y las uso a su
antojo. Sólo debido a su dinero y poder de su apellido se salvó de ir a
la cárcel. No obstante, por desgracia o pena, no todo el mundo tiene su
sangre fría... No sé si podre volver a mirarme al espejo, sin sentir
repulsión hacia mí misma.- Sus palabras fueron tan lacerantes, que se
estremecieron los dos.
- ¿Qué te hizo aquel cabrón? Espero que no...- Dijo Winn inmediatamente, encendido por la ira.
- Por suerte nada. La
pregunta es al revés, ¿qué fui capaz de hacer por impedir sus oscuros
propósitos?- se lo contó todo, sin dulcificar ningún acto y entremedio.
Incluso, fue capaz de enseñarle las horribles imágenes.- Estaba tan
enfadada por lo que le había hecho a mi hijo, que perdí la razón aquella
tarde.
- Se lo merecía. Para de
castigarte. ¿De todos modos, qué te preocupa? El video demuestra, que
cuando te fuiste él seguía vivo. Si le dejaste amordazado y con el
pañuelo en la boca, para que se sintiera impotente. A igual que se deben
de haber sentido todas sus víctimas.- le remarco con vehemencia su
compañero de clase.
- Aún así, actuando
igual que él, me he equiparado a su nivel. ¿Y si por mi culpa no pudiera
pedir auxilio, empezó a encontrarse mal...? – le suplico, nuevamente
las lágrimas amenazaban en salir en raudales.
- No es eso que
realmente te lastima.- Le insistió, parecía que la conocía mucho a pesar
de hacer sólo unos meses que sus caminos se habían cruzado.
- Leí dudas en los ojos
de Kara. Me he percatado de lo mucho que la amo. No suportaría
perderla.- Le admite en un filo de voz. Se desmorona y su amigo la meció
entre sus brazos.- Me siento atrapada por la mierda de mi pasado y por
lo que hice. Curiosamente lo hice por acallarlo. Aún así, uno no pude
huir de sus raíces. ¿Qué hago Winn? Puede que empieza a ser hora de
confesar. Ideas locas me pasan por mi cabeza. Me duele tener de
renunciar otra vez a estar junto de mi hijo, volverlo a fallar. Aunque
irónicamente sólo soy por él su cuñada querida. Me hiere el simple hecho
de dañar el corazón a la persona que amo, no se lo merece.
- No lo sé. Estás en una
situación delicada. A punto de conquistar tus sueños. No debes de dejar
que Max, desde el mas allá te siga importunando.- Realmente estaba
perdido, comprendiendo sus dudas y rabia. Era difícil conquistar la
felicidad y tener de renunciar a ella, sólo por no haber sido honesta
antes.- La decisión correcta sería hablar con Kara. Ella te ama y
seguramente te perdonará. Pero...
- Lo sé. Será lo mejor. Hoy mismo, cueste lo que me cueste, se lo revelaré.
- ¡Eh, no pretendo
influir en tu decisión!- añadió rápidamente.- También creo que para
variar, no está mal que seas un poco egoísta. Si tu pareja ha renunciado
a saber más de tu pasado, quizás también debes de respetárselo. No sé.
Quizás, si le cuentas que eres la madre de Brian, le generaran
inseguridades. Empezará a dudar de tus sentimientos hacia ella. Por
ejemplo, ¿realmente se habrá acercado a mí por qué le gusto? También
debes de pensar en tu hijo, es parte de la ecuación. ¿Quieres que él
sepa que eres su madre biológica y complicarle más su infancia? ¿Y cómo
justificarías ante él tu doble juego?
Sus preguntas
contundentes, como navajazos en su corazón, le hicieron replanteárselo
todo. No se veía capaz de afrontar aquella verdad ni poner en juego la
estabilidad de su hijo. Creyó que Kara le costaría lapidar aquella
revelación tan trascendental. ¡Maldita conciencia!
- Entiendo, puede que ya es demasiado tarde para serle sincera.- Suspiro y se sumergió en un lánguido silencio.
- Piénsatelo. ¿Además, que probabilidad hay que tu familia adoptiva te busque?
- Cero.- respondió Lena
sin dudar.- Si durante de estos nueve años no se han apiadado de mi, ya
no lo harán. A parte, a Lex tener a una hermana con mala reputación no
le convendría.
- Entonces, creó que ya
tienes la respuesta. Aprovecha la oportunidad que te dio Flora,
legándote su apellido. Disfruta del cariño que te da Kara.- Sus palabras
la convencieron. Se sintió más ágil y fuerte.
Se levantaron i se
dirigieron en la cocina. Merendaron un poco, chocolate desecho y
madalenas. Y siguieron pintando el comedor. Winn decidió robar la
cuchara que había usado su amiga. Debía de probar algo antes de decidir
qué hacer con sus alocados pensamientos. Por eso, con la excusa de ir al
lavabo se entrometió a la cocina y realizo el pequeño acto delictivo.
Lena ni se percato.
Aquel mismo día
terminaron de maquillarle el rostro a las paredes de su futuro hogar.
Los muebles de su habitación ya estaban colocados y la cocina no
variaba. Era bastante nueva y vieron más obvio conservarla intacta. A
igual que los dos sanitarios que disponía la casa. Sólo les quedaba
decorar y amueblar la salita, una habitación de invitados y el gran
comedor.
Lena envió un mensaje de
WhatsApp a Kara, comunicándole que su nido de amor estaba listo. Esta
seguía en las oficinas del diario. Estaba repitiendo un artículo y
preveía que tardaría bastante. Por ganas lo hubiera dejado a medias y
volaría hacia calle Hope, número 5. Leyó hambrienta sus estimulantes
mensajes.
Lena:- Te espero en nuestra casa, podemos hacer la inauguración oficial. (8 pm)
Kara:- Mm, ya la inauguramos ¿recuerdas? (Icono algo pícaro). (8:01 pm)
Lena:- Eso no cuenta.
Quiero sea nuestra primera velada en nuestro hogar, que siempre será
tuyo e mío. Amanecer cada día a tu lado, abrazarte, acompañarte en tus
días soleados y nublados. Llorar y reír. Ver languidecer las horas, los
meses... (8:02 pm)
Kara:- ¡Qué romántica estás hoy! También lo deseo. (8:02 pm)
Lena:- Te amo, no lo dudes nunca. (8:03 pm)
En este instante, le
llego otro mensaje a la periodista. Al ver el remitente se heló. Trato
de ignorarlo pero llego otro. Era como si la estuvieran vigilándola a
través de una cámara oculta y les gustase atormentarla. Con mala gana,
salió de la aplicación de chat y los abrió. Otra vez se trataba de aquel
sujeto chantajeándola. Ahora le salía con el chisme que la había visto
en el hotel dónde hallaron el cuerpo sin vida de Max Lord. Aquello ya
empezaba a ponerle la mosca en la nariz. Se paralizó, sintiéndose
impotente. Las notificaciones de WhatsApp seguían inundando su pantalla.
Volvió a prestarle atención a su pareja, que no se había percatado de
su lejanía.
Lena:- Debes de estar
liada aún, Cat Gran te tiene esclavizada... Ja, ja... Tranquila lo
entiendo. Me muero de ganas que regreses a mi lado y abrazarte. Has
colado tan hondo en mi interior, que si me faltas no se qué haría. No te
entretengo más. Hasta pronto cielo. :) Te amo. Un beso. (8:05 pm)
Kara:- Lo siento, Cat me estaba comentando algo. (8:06
pm)- mintió sin querer, no quería que se preocupara por ella. No
hubiera hecho falta. Lena era tan respetuosa y comprensiva.
Lena:- No te preocupes. Concéntrate en lo que haces, te quiero de vuelta pronto (8:06 pm)
Kara:- Hasta pronto. (8:07 pm)
Trato de concentrarse en
lo que estaba escribiendo, pero le fue imposible. Decidió llamar a su
primo Clark. Por desgracia, no lo localizo. Odiaba los buzones de voz.
Prefirió colgar que dejarle un mensajito de voz. No fuera el caso que le
tuvieran pinzado el móvil. Quizás estaba siendo demasiado paranoica.
Pero era una evidencia contundente que le habían estado siguiendo sin
que se percatara. ¿La estarían espiando aún?
Se levanto y miro a
través de las ventanas, el techo de la oficina... Ninguna cámara oculta.
Cat seguía cerrada en su despacho. No le apetecía seguir con aquella
noticia insignificante. Sin dudarlo accedió a su despacho y le comento
que se encontraba mal. Extrañamente no se lo reprocho. Desde que le
conto todo sobre su relación con April Cesar, estaba siendo más suave y
no era tan exigente.
- El caso de Max Lord,
dará mucho por hablar. No se han filtrado los resultados de la autopsia.
Pero se especula que han descubierto algo sorprendente. Dudo que se
filtre mucho más. Lo han declarado secreto de sumario. A su familia, no
le conviene que determinados detalles salgan a la luz. Creó a demás que
un Luthor está implicado. Eso sólo son especulaciones.
- ¿Ah, sí?- tratando de
hacerse la sorprendida. Lo recordaba perfectamente, Lex Luthor esperando
el ascensor. Su gran incomodidad en verla andar hacia él. ¿Vendría de
la habitación de Max?- Quizás sea Lex el asesino...
- Según uno de mis
confidentes, él estuvo en el hotel, pero no llego a ver a su amigo.- Se
dirigió hacia e monitor de su ordenador de mesa, movió ágilmente el
ratón y le mostro unos archivos policiales. El mismo heredero Luthor se
había dirigido a los agentes de la ley para informarles.
- ¿Entonces, por qué sospecha de él?
- ¿Crees que atraparan
tan fácilmente a ningún miembro de esa familia, en qué mundo vive
Danvers?- le desafió con sus ojos marrones, algo saltarines y
sarcásticos.
- Claro que no. Deben de
tener a todo el mundo comprado. ¿Y no se menciona nada más sobre su
muerte?- se atrevió a preguntarle, temiendo que su pareja estuviera
siendo buscada por la justicia.
- No especifican mucho
sobre como encontraron el cuerpo. Me temo, que algo sórdido hay allí.
Tiempo al tiempo.- Ironizó su jefa.- Y bien señorita Danvers, le doy
permiso para irse hasta su flameante hogar. Seguramente su pareja le
espera ansiosa. ¡Vamos, no son horas!- la percibía lejos de allí, como
bloqueada. Le suscitaba tanta ternura su empleada, que a veces se la
comería a besos.
- ¿Ah, sí...? No sé
yo... Por cierto...no se comenta algo sobre una mujer...-Tenía tan miedo
que atrapasen a Lena, que estaba quizás viendo fantasmas.
- ¿A qué viene tanto
interés?- le desafió Cat. Se había fijado en el destello de miedo en su
mirada azul, como si algo le estuviera atormentando.- Puede que
sospechen de varias mujeres, porque Max se había labrado una reputación
pésima entre el colectivo femenino. Y si me permite una impertinencia,
me alegro que este muerto. ¿Sabes cuantas mujeres acoso y lo
denunciaron? A muchas, conozco dos casos. La mayoría fueron acalladas
mediante dinero o con amenazas de terminar con sus vidas. ¿No te da asco
personajes de esta calaña?
- Totalmente de acuerdo
con usted.- Las personas abusonas y que herían a las personas
indefensas, sea niños o mujeres, le hacían hervir la sangre. Estuvieron
hablando un rato sobre las injusticias que era víctima la mujer y se
fue. Empezaba a apreciar a su jefa. Debajo de su frialdad e ironía había
un gran ser. Por ganas hubiera subido a la azotea y volado hasta su
nuevo hogar. Pero desde qué recibía aquellos mensajes amenazantes no
había vuelto a usar sus poderes.
No se atrevía a
compartir su problema con nadie. No quería preocupar a sus padres ni
hermana. Tampoco necesitaba que le dijeran, te lo hemos dicho mil veces,
que si te mostrabas como eres podrías salir perjudicada. No lo
lamentaría jamás. Aquel sábado tomo su decisión, creía que Lena estaba
en peligro. Si no hubiera tenido la audacia de afrontar, como una loba, a
Max Lord hubiera sido una víctima más de él. Aunque, siempre había
otros medios para detenerlo. ¿O era una de sus ingenuidades?
Cuando llego a su
destino, le llamo Clark. Estaba dentro de la casa. Lena parecía estar
trasteando por la cocina. Pudo haber ignorado la llamada o salir al
exterior. Estaba algo cansada y decidió aceptarla. Le costó un poco
confesarle su problema, porque sabía que primero se enfadaría por su
carencia de discreción. Así fue.
- Lena, la mujer que amo, estaba en peligro.- Le remarcó, levantando un poco la voz.- ¿Crees que no lo sé?
- ¡Las mujeres y sus
sentimientos!- fue realmente muy duro. Si hubiera estado allí, Kara le
hubiera dado un bofetón. ¿Por qué su primo podía ser tan insensible e
igualarse a un macho ibérico?- No lo entiendes, me pones también a mí en
peligro, como todos los extraterrestres que conviven entre los humanos.
- Lo siento, lo
siento...- fue lo único que pudo decir. Por dentro estaba deshecha.
Lamentablemente, no podía rebobinar en el tiempo y actuar distinto.
Tratando de ser adulta, lo único que podía ser es hallar soluciones.- Te
he llamado para que lo sepas. Te prometo que intentaré descubrir quién
hay detrás.
- ¡Kara, no te queda
otro remedió! ¿Ya has tratado de seguir el hilo del número de teléfono?
Aunque, es probable que sea un móvil de prepago.- Carraspeó y
prosiguió.- Mira, tampoco soy ningún ogro. Siento haber reaccionado así,
pero debes de entender que nuestros actos egoístas pueden conllevar
consecuencias graves.
- Entiendo. Lo lamento realmente.
- Mira, consultaré la
agenda y vendré a verte a Nathional City. Sera mejor que me enseñes en
persona esos mensajes. No borres ninguno. Vigila bien si te siguen
espiando. Y sobre todo, no cedas a ninguna de sus peticiones.- le
aconsejo su primo. Era muy severo. Las vueltas que daba la vida. Ella
había sido enviada a la tierra por protegerlo, al ser mayor que él, pero
debido a accidentes del destino, los papeles se habían intercambiado. A
su lado, se sentía un ser pequeño e insignificante.
- Eso estaría bien.
Quiero que conozcas a mi pareja actual. Lena es una persona maravillosa,
te caerá bien.- Siempre terminaba perdonándolo por su severidad. En la
tierra se sentía muy responsable de ella.
- Espero que te merezca.
Por qué, April se cubrió de gloria. Cuando la vea, le diré unas
cuantas.- Le hizo reír y disminuyo la tensión creada.
Mientras hablaban la
barrendera estaba terminando de elaborar la crema de verduras. Algo ágil
y delicioso para celebrar su primera noche en su nido de amor. Tras
batir la pata, los puerros, la zanahoria, la cebolla y las patatas tiro
un poco de crema de leche. Lo metió de nuevo en el fuego hasta llevarlo
otra vez a la ebullición. De repente sintió la voz de su pareja, que
parecía discutir con alguien. Quería ir hacia donde la estaba oyendo,
pero se contuvo. No quería meter las narices donde no debía. El tono de
voz se atenuó hasta que no escucho nada más. Creyendo que ya había
terminado de hablar, se dirigió hacia donde creía que estaba. La halló
en la entrada de la casa, aún hablando atravez del móvil.
- ¡Pobre de tu que le
digas nada!- le amenazo Kara, perdiendo los estribos de nuevo.- Me ha
dejado tranquila. ¡No la quiero volver a ver en mi puta vida!
- De acuerdo. Eres
demasiado buena. Ya era hora que saques un poco de carácter.- Le
felicito Clark.- No hay te de tener tanta fe ciega con los humanos.
- Me encanta mi vida
humana y errarme mil veces. Nadie es perfecto. Mejor que detengamos aquí
la conversación, no quiero enfadarme contigo.- Y lo colgó sin
pestañear. ¿Por qué estaba siendo tan duro con ella? ¡Era injusto! En
más de reconfortarla la alteraba mucho más.
Levantó la mirada y se
topo con los ojos verdes-azules, tan exóticos de su pareja. Supo que por
fin había llegado a su hogar. Sus cuerpos se movieron y se abrazaron,
de forma desesperada. Como si intuyesen que sus días habían sido
horribles. Ambas se consolaron y sintieron su calidez. La paz, siempre
sería aquel momento preciso. El silencio ambiental era tan hondo y
placentero. Sólo se escuchaban sus corazones latir. Sólo necesitaban
percibirse, agarrarse de las manos, acariciar sus pieles, perderse en
sus respiraciones para ser felices. Estando juntas nada importaba, todo
andaba bien...
Una vez que Kara estuvo
más calmada, agarradas de la mano, se adentraron en los confines de su
hogar. Las dos intuían que no sería fácil la convivencia, que surgirían
baches por el camino... pero se veían con fuerzas para sortear cada
obstáculo.
Lena quedo algo
intrigada por lo que alcanzo a escuchar de la disputa telefónica. ¿A qué
se refería Kara, cuando dijo que le encantaba su vida humana? ¿A caso
no era humana? Descartó sus alocados pensamientos, su cuerpo era
perfecto y nada raro. Aunque, si era muy musculoso y no parecía
practicar mucho deporte. Cuando la trato de levantar, pesaba tanto que
no pudo. De todos modos, no veía nada en ella que la convirtiera en una
estridente anormalidad. La consideraba la persona más dulce del planeta.
Seguramente, que se refería que nunca se despojaría de su sensibilidad y
se seguiría estremeciendo ante las injusticias.
No se atrevió a
preguntárselo. Consciente de qué debía de ser reciproca con lo que
estaba recibiendo. Ella misma estaba callando muchos trapos sucios y
oscuridades de su existencia. Estaba dispuesta a echar nuevas raíces
junto a Kara. No deseaba mirar más hacia atrás.
El mes de mayo terminó y
se adentraron al mes de junio. La llegada del verano estaba a la
esquina. Brian aprobó el curso con excelentes notas. Acudieron la
familia al completo a la fiesta de fin de curso, incluso estuvieron
Maggie y Álex. Lo aprovecharon por hacer la inauguración oficial de su
casa. Los patriarcas de los Danvers habían aceptado a la barrendera como
miembro más de su familia. Elisa había vencido totalmente sus
reticencias hacia ella. Le había seducido su calidez, las conversaciones
maduras en sus jardines, compartiendo aficiones y admiración por Brian.
La vida nunca es
perfecta y dista de ser un cuento de hadas. Cat Gran, algo hiperactiva, a
la mitad de junio, volvió a la carga con su obsesión en entrevistar a
Lex Luthor. Al parecer estaba realizando otra de sus giras,
probablemente de promoción política. Una fuente fiable le había chivado
que pisaría Nathional City a finales de mes. En aquella ocasión no se le
escaparía la exclusiva.
Mientras Winn hizo sus
propias averiguaciones. Fue lo máximo discreto que pudo, porque los
resultados de la prueba de ADN podrían cambiar la vida de varias
personas. Si resultará positivo, ¿se atrevería a contar la verdad? ¿O
sería mejor dejar el asunto como estaba? Ya se había llorado por alguien
una vez, quizás sería demasiado doloroso hacerlo por segunda vez.
Dejar fluir el destino o
dominarlo, siempre sería la cuestión. Una noticia empezó a propagarse,
como la pólvora, por América. Fue tan laminara aquella bomba
informativa, que cayeron un aluvión de cazadores de recompensas. Tarde o
temprano, aquella ola expansiva, tan intensa, llegaría a Nathional
City. Queremos o no, las raíces nos atan y esclavizan.
... Nota...
Hola espero que os guste. Quizás se un capi algo triste y reflexivo. Lena esta en un buen dilema. Kara lidiando con el chantaje y las dudas razonables. Pero parece que el amor esta venciendo las adversidades. Todo esta ahí, en el aire.
Siento el retraso. Difícil compaginar vida personal y la escriptura. Soy consciente que es un riesgo y se pierde quizás el interés. Pero en la vida, uno debe de ir priorizando. El trabajo de narración no es siempre un camino de rosas.
Mientras mi historia siga gustando me doy por satisfecha. Gracias por leerla y vuestros comentarios.
Hola espero que os guste. Quizás se un capi algo triste y reflexivo. Lena esta en un buen dilema. Kara lidiando con el chantaje y las dudas razonables. Pero parece que el amor esta venciendo las adversidades. Todo esta ahí, en el aire.
Siento el retraso. Difícil compaginar vida personal y la escriptura. Soy consciente que es un riesgo y se pierde quizás el interés. Pero en la vida, uno debe de ir priorizando. El trabajo de narración no es siempre un camino de rosas.
Mientras mi historia siga gustando me doy por satisfecha. Gracias por leerla y vuestros comentarios.
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