Ir al contenido principal

LA BARRENDERA. (7) El amor de madre nunca perece

El amor de madre nunca perece

"No hay ningún amor tan incondicional, tan puro e infinito como el de una madre"
Kara terminó de elaborar el caldo. Lena estaba arelada en su mente. Paradoxalmente la extrañaba. Había personas entrañables, que por avatares de la vida calaban muy dentro en tu interior. Ella era una de ellas. En sus silencios, en sus gestos, en las pocas palabras que usaba para comunicarse parecían haber mucho contenido. No creía que floreciera el amor en su jardín amoroso, tras haber percibido su rechazo. ¿Se habría percatado de que le atraía? Odiaba ser tan transparente en sus emociones y estados ánimos.
Era todo demasiado prematuro y no debería dejar volar tanto la imaginación. Se conformaría con tenerla como amiga. Solía ser demasiado entusiasta y eso le acarreaba duras colisiones con la realidad.
Jeremías accedió al local, saludó a algunos voluntarios que conocía. Su rostro estaba serió. Se detuvo cuando divisó a su hija repartiendo caldo y acomodando a las personas atendidas. Anduvo hacia ella andando lentamente, como si sostuviera una pesada carga. Cuando la alcanzo, se detuvo y le puso la mano en el brazo derecho.
Kara dejó lo que hacía y lo miró. La mirada triste de su padre le partió el alma. Ane no la podía haber abandonado tan pronto. Para ella no era una anciana mayor, que ya había vivido lo suficiente. Era su nana, la abuelita que jamás tuvo. Siempre tuvo su casa abierta para ella, a cualquier hora. Si su madre la regañaba se refugiaba entre sus brazos, en sus habitaciones llenas de excentricidades, en su biblioteca llena de libros de segunda mano, comprados en mercadillos.
El amor a la lectura se había germinado en aquella época. Le daba absoluta libertad para que curioseara entre sus libros e incluso le había aconsejado alguna obra. Descubrió el escritor Somerset Maugham, autor del Filo de la navaja, El velo pintado, La servidumbre humana... Patricia Highsmith y sus Extraños en un tren, Una afición peligrosa, El hechizo de Elsie... Y más tarde descubrió otro libro de ella, Carol. Una historia de amor entre dos chicas en los años cincuenta, famoso por su final feliz, en una época dónde las parejas lésbicas solían terminar en tragedia. Aunque, en otro siglo las lesbianas siguen muriéndose en los desenlaces de algunas series. Lo positivo que cada vez hay más visibilidad del colectivo Lgtb.
Ane era su refugió, desde que los Danvers decidieron encargarse de ella, cuando era una preadolescente. Una edad difícil para adaptarse a otro hogar y las parejas preferían a niños más pequeños, porque creían que serían más moldeables y con poco pasado. Su caso era especial y aún así a sus padres adoptivos no les temblaron el pulso en admitirla en su familia.
Los inicios fueron algo duros, lejos de su hogar y en tierras extrañas. Los humanos le parecían unos seres muy curiosos y llenos de frialdad. A pesar, de qué en su planeta también existía la diversidad y otros pecados capitales. Poco a poco, fue abandonando la consciencia de ser un bicho raro.
Ane le abrió las puertas de su hogar, sin preguntarle nada sobre su vida anterior. Le consolaba si su alguno de sus padres la había regañado, si su hermana había sido descortés con ella, si algún compañero de la escuela se había reído de alguna de sus ingenuidades... Le enseño el valor de las pequeñas cosas y a apreciar lo que el destino le había regalado. Había perdido a su única hija de treinta años, sumergiéndola en una soledad absoluta. Quizás por eso se dedico parte de su existencia a intentar alegrar a los otros, y en especial a las hermanas Danvers, y luego a Brian.
Kara no pudo detener las lágrimas. Su padre la meció entre sus brazos temblorosos. Apreciaba a la anciana, porque siempre le dio buenos consejos, ayudándolo a ser un buen progenitor y marido.
- Sus pulmones estaban muy dañados, si hubiese sobrevivido hubiera necesitado oxigeno. Ane no habría deseado quedar postrada en una cama.- recordó como hacia un año le hizo prometer, en caso de qué llegara su hora, no se alargará su vida mediante medios agresivos. Sólo dejo que su hija luchará por su vida, porque jamás se lo habría perdonado si no lo hubiera intentado. Y cada uno necesitaba su espacio y tiempo para despedirse del ser querido.
- Sólo dime, ¿ha padecido?
- No. La han sedado y ha sido como si adentrase en un plácido sueño.- le acarició el rostro.
- Terminó de dar el caldo y regresemos a casa. Le he prometido a Brian que haríamos un muñeco de nieve y aprovecharé para contárselo.- dijo con mucha entereza. Se secó las últimas lágrimas.
En momentos como aquellos, era dónde uno se percata del paso del tiempo y tus hijos se han convertido en adultos. Un padre les evitaría todo tipo de dolor. Pero aquello sería una utopía, porque siempre uno se tropezaba con el monstruo de la muerte.
 Pero aquello sería una utopía, porque siempre uno se tropezaba con el monstruo de la muerte
Repartieron el caldo y ayudaron a algunos a comer hasta las 12pm. Las calles estaban totalmente despejadas y se había cubierto la calzada por sal. La nieve quitada se amontonaba en el borde de las aceras. Ya no parecía un perfecto mantel blanco espumoso, estaba malmetida por pisadas de la gente. Había salido un poco el sol, como una luz blanquecina. El termómetro del vehículo indicaba que estaban a cuatro grados menos cero.
Jeremías encendió un rato la radió. La predicción del tiempo no era muy alentadora. Tendrían nieve para el día siguiente. Llegaron a su calle, pasando antes por el parque central. Había más ambiente en aquella zona. Los niños se lo pasaban teta tirándose bolas de nieve, persiguiéndose y elaborando creativas figuras blancas... No vieron entre ellos a Brian. No tenía muchos amigos en el barrio, desde que llegó le habían hecho un poco de vació.
Lo alejaron de aquel ambiente, apuntándolo en una escuela de otra zona de National City. El cambió fue muy positivo para él. Hizo amigos, se quito la vergüenza de encima y dejo de ser tan retraído. Aprendió que no todos los seres humanos eran iguales, que nada justifica que te discriminasen por ser distinto. Descubrieron que su hermano tenía un alto coeficiente intelectual, y sólo las duras experiencias previas le habían afectado.
Aparcaron el coche en la calle. La puerta de su hogar se abrió y salió Brian con su mejor abrigo, con una bufanda de lana de color granate, hecha de lana por Ane. Detrás le seguía su protectora madre. Kara corrió hacía él. Lo abrazó con alegría y lo levanto del suelo. Lo hizo volar igual como hacia cuando entro en sus vidas, cuando tenía cuatro años.
- Para hermanita, que me estoy mareando.- le suplico riéndose. Aflojo el balanceo, le bajo al suelo y le busco las cosquillas. Le encantaba verle tan alegre.
- Hijos, nosotros entramos dentro la casa, debemos de hablar de un tema.- les comentó Jeremías. Kara tenía una conexión especial con su hermano menor. Fue gracias a ella que decidieron adoptarlo, en cierta manera les insistió hasta que cedieron. Jamás se habían propuesto tener una familia numerosa. Con la pareja habrían sido felices.
Empezaron a recoger nieve con las manos y una pequeña pala de jardín. Se iban tirando bolas de nieve, se perseguían mutuamente, se caían encima de la nieve y se rieron un montón. Elaboraron primero la bola mayor del cuerpo del muñeco de nieve. La hicieron rodar por el jardín, para incrementar su tamaño.
La aparcaron debajo del viejo sauce, porque el niño creía que estaría más resguardado del frió. Kara enmudeció. Había leído que los niños escenificaban sus vivencias traumáticas mediante dibujo, con juegos o acciones. Supo porqué lo hacía.
La asistenta social les contó que su madre era muy pobre y fue desahuciada antes de terminar al hospital por neumonía. La primera noche se debieron refugiar en un puente, debido a una fuerte tormenta y al carecer de ningún otro lugar por refugiarse. Consiguió protegerlo, pero cayó gravemente enferma. Terminó ingresada en el hospital y Brian vagando por sus fríos pasillos, escondiéndose de los profesionales sanitarios y de la otra gente. Allí lo vio por primera vez Kara y le robo el corazón.
- ¿Qué te pasa hermanita?- le preguntó de repente su niño.- Aunque lo disimules, des de que has vuelto estás triste. ¿Es por la abuelita Ane?
Kara dejo de coger nieve, se sentó al banco y le hizo sentarse a su lado. Habría preferido haber terminado el muñeco de nieve, hubiera sido un ejemplo ideal por sus propósitos. Brian se le acerco y se acomodo a su lado como si fuera un pequeño hombretón.
- Sí.- le agarró las manos y sin dejar de mirarle a los ojos prosiguió:- Como te hemos explicado esa madrugada, ha sufrido un grave accidente doméstico y la hemos llevado al hospital. Su estado era muy grave.- se detuvo, dulcificando su ritmo. Las lágrimas volvieron a poblar sus lindos ojos. No se las contuvo.
- Nos ha dejado también, como mi madre.- Kara enmudeció, por la naturalidad en que se expresaba.- El mal tiempo mata.
- Sí, Ane se ha muerto hoy.- se paró. Le cogió su precioso rostro con las dos manos y determinó seguir hablándole de su madre biológica, a pesar de qué nunca la conoció.- Brian, no es lo mismo. A nuestra abuelita el corazón ha dejado de latirle. Vivirá dentro de nuestros corazones, formando parte de nuestros recuerdos. ¿Te acuerdas de cómo te contaba los cuentos?
- Sabía hacer varias voces y era muy divertido. Hacía unas galletas muy sabrosas. Y cuando se enfadaba me hacía sermones que me hacían sonrojar.- consiguió robarle una sonrisa.
- Y a veces nos robaba flores y papa se cabreaba.- siguieron compartiendo anécdotas sobre su vecina, manteniendo cadente su luz. Kara tenía una espina clavada en sus entrañas y aquel era el momento ideal para quitársela.
Jamás ninguno de los miembros del clan Danvers le habían ocultado nada a Brian. No llegaron a conocer a su madre biológica. Kara cuando lo encontró perdido en uno de los inmensos pasillos del hospital principal de National City, hablo con él para reubicarlo. El pobre niño estaba como aturdido y parecía ser mudo. Se le veía algo delgado por su edad y desliñado. Quería acompañarlo a un control de enfermería, pero antes se fueron al restaurante para comprarle comida. Ingirió el bocata como si hiciera tiempo que no comiera. Su parte más impulsiva le retaba a llevárselo a su hogar.
El niño se puso algo nervioso, como si quisiera marcharse. Intuyó que quizás quería regresar junto a sus padres, pero seguía sin hablar. Decidió dejarlo en un control del personal sanitario. La atendió una mujer algo mayor, de pelo rubio bote. Fue algo seca.
- Ya ha aparecido el hijo de la habitación 115.- informó a otra persona que había dentro de la enfermería.- ¿Aún no se ha llamado a los servicios sociales?
- Sí, pero ya sabes cómo funcionan. ¡La dichosa burocracia!- se asoma una mujer de cuarenta años, algo obesa. Pone una mano en uno de los bolsillos de su bata lila y saca una piruleta. El niño se la rechazo. No debió de ser muy agradable para él sentirse como si fuera pura mercancía y verse alejado de su madre.
- ¡Siempre igual! Con el trabajo que tenemos, sólo nos hace falta hacer de niñeras.- su cara no disimulo el fastidió que aquello le provocaba.
En aquel justo instante, aparecieron un par de hombres. Su rostro era más afable que las amargadas profesionales sanitarias. Hablaron brevemente con ellas y luego con Brian. Uno de ellos se quedo con él y el otro fue para hablar con su madre. Kara no se quedó más tiempo, lo último que escucho fue su intensión, querían llevárselo en un centro de acogida.
Se fue para casa con el corazón encogido. Se le contó a su familia, por lo triste que le había parecido. No era justo que una madre tuviera de renunciar a su hijo por su pobreza. ¿No se le podría ayudar en lugar de arrebatárselo? Su familia opinaba de modo distinto. Pero ella de tozuda no le ganaba nadie.
Al día siguiente regresó al hospital y pregunto por ellos. Sólo le contaron que el niño estaba en un centro de acogida y su madre había solicitado la alta voluntaria del centro. No le pudieron dar más información, debido al secreto profesional. Se fue para casa muy triste. Era duro abandonar a tus padres. No había ningún día que no extrañase a los suyos, por mucho que los Danvers eran muy afectuosos. Los quería siempre, a pesar de saber que no habían sido perfectos ni unos santos.
- Brian, tu madre no está muerta.- le remarco con voz firme y muy dulce.
- Sí, que lo está. ¿Si no porque no regreso a por mí?- sus ojos marrón oscuros reflejan un inusual destello de odio.
- No lo sé con exactitud. Probablemente, comprendió que no podría ofrecerte lo mejor para ti.- le remarco con intensidad.
- ¿Y cómo lo sabes?
- Tienes razón, no lo sé seguro. Pero la mayoría de madres darían su vida por sus hijos. No conocí a la tuya, pero me consta que dio la vida por ti. Veo en su acto, un gesto de amor. Tu madre biológica era muy pobre y casi no te podía alimentar.- aquello era cierto, se lo confirmó el asistente social.
- Se me ha borrado su rostro.- le confeso de repente, con los ojos húmedos. Kara lo abrazo fuerte y le fue dando besos en la cabeza.- Quisiera recordarla pero no puedo. A veces, la odio. No me quiso como me queréis todos vosotros. Soy muy afortunado.
- Cariño, nosotros también te queremos un montón. Es normal que olvides detalles sobre tu madre, eras muy pequeño cuando te separaron de ella.- hizo una pausa, tratando de hallar las palabras más adecuadas.- Estoy muy convencida que tu madre te quiere y piensa mucho en ti, esté dónde este. Sabes no hay ningún amor tan incondicional, tan puro e infinito como el de una madre. Su amor jamás perece.
Restan un largo rato abrazados. Se secan mutuamente los ojos.
Kara se percata de qué alguien los está observando atentamente. Su corazón le empieza a latir por la alegría que siente. Un día de contrastes. Se gira y la ve mirándolos otra vez anonada. Se la veía muy emocionada, con sus ojos claros húmedos. ¿Habría sentido su discurso sobre las madres?
Lena la enternecía, la trastocaba su fragilidad insipiente. Dudó de si llamarla e invitarla a jugar con ellos, si ofrecerle otro café o no hacer nada. Le sonrió. Sus piernas hicieron caso a su subconsciente y se le acercaron.
- Muy bonitas tus palabras.- le comentó, sin ocultar que les había escuchado.- Me he sentido algo identificada con tu hermano, mis padres me abandonaron cuando era pequeña. Nunca sabré porque lo hicieron ni los conoceré.- se justifico, temiendo que empezará a sospechar de ella.
- No digas jamás nunca.- filosofo Kara, tratando de ayudarla.- Me encantaría que en un futuro Brian conociera a su madre biológica. No debemos de juzgar tan duramente sus razones. Quiero creer que la gente no es mala ni insensible.
Los ojos de la barrendera se ensombrecieron más. Su corazón le bombeaba con ferocidad y le daba la sensación que le explotaría. Una parte de ella le confesaría que era la madre de su hermano, que nunca antes nadie había sido tan comprensivo. Por el otro lado, le costaba concebir que alguien fuera tan benevolente con ella. Había sido una irresponsable, una temeraria que había puesto en riesgo a la vida de un infante indefenso.
- Me alegro que sigan existiendo personas que ven la vida de color de rosa.- declaró al final, ocultando todas sus emociones y tratando de ser distante. Era un cumplido sincero.- No todos seres son buenos.
- Bueno, cada cual aporta su granito de arena. Aunque es cierto, se han perdido muchos valores.- admitió Kara, que le encantaba filosofar de todo.- A veces pienso, que tener hijos es algo muy importante y no se medita lo suficiente. No se trata de tener preparación, porque que se va aprendiendo por el camino. Más bien de la dedicación que les puedes ofrecer. Al principio, porque te necesitan la mayoría del tiempo para crecer. Luego para acompañarles y educarles. No es tarea fácil.
-Tienes razón, la gente se tira de cabeza a ser padres y no es ningún juego de muñecas.- Lena realizo una pausa, tratando de decir lo que pensaba sin parecer beligerante.- ¿Pero qué ocurre cuando una se queda en estado sin buscarlo? ¿Qué sería mejor, abortar o tenerlos?
- No se puede tampoco extrapolar tanto. Si realmente una siente que no sería buena madre, puede optar por el aborto.- hizo un pausa y estudio su rostro. Estaba aturdida y con las emociones muy revueltas.- No pienses mal. Creo que toda madre trata de hacer lo mejor por sus hijos. Y nunca una sabrá si será buena madre si no lo intenta. Perdona, me apasiona ese tema.
- No te preocupes. Se te nota.-y le sonrió.
- ¡Lena, no te encantes!- le llamó un hombre
- ¡Lena, no te encantes!- le llamó un hombre.
Las dos chicas se miraron. Kara hubiera deseado robarle más tiempo. La barrendera, en esa ocasión, le fue bien la interrupción. El sentimiento de culpabilidad le asfixiaba. Pero también se sentía muy perdida y bien cada vez que tenia aquella chica rubia a su lado. Le gustaba su compañía, debatir con ella sobre la vida y el mundo.
- ¿Os apetece un café calentito?- le propuso Kara, dirigiéndose a Joseph.
- Pues mire, no le digo que no.- accedió el barrendero. Se les acerco. Entraron al jardín. Kara entro rápidamente al chalet. Por suerte su madre, siempre tenía café recién hecho.
Brian estaba elaborando solo la parte superior del muñeco de nieve. Lena no evito acercársele y ayudarle. Estaba algo más relajada tras escucharle decir que no se acordaba de ella. Joseph se sentó en el banco y se encendió un cigarrillo.
- Sabes, eres muy guapa.- le piropeo Brian.
- Ya todo un seductor.- ironizó, dándole una colleja suave a la espalda.
- No te preocupes, me gusta una niña de mi clase. Pero se de alguien que si querrá ser tu pareja.
Lena quedo fascinada por su labia. Miró de reojo a su compañero de trabajo. Se llevaban más de diez años, pero tampoco aparentaba la edad que tenía. No le atraía. Pero había llegado a apreciar, a pesar de ser algo brabucón. ¿Podía estar él enamorado de ella?
- Me alegro por ti. ¿Y cómo se llama la afortunada?
- Por ahora es un secreto. Sólo tú lo sabes.- la barrendera hizo cómo si cerrase la boca con una cremallera. Se sintió algo especial por haberle confiado aquello.- ¿Te puedo pedir un favor?
- ¡Mm, no sé! ¿No sé pondrá celosa tu chica?
- ¡No que va!- le tiro dos bolas de nieve. Y se los devolvió. En la batalla campal, terminó recibiendo Joseph. Lena temió alguna frase lacerante por su parte, pero en lugar de ello, se giró y se unió al juego. Finalizo la disputa riéndose los tres a carcajadas.
Kara salió cargada con una bandeja con tres tasitas, la jarra del café, un bote de azúcar y una botella de leche. El barrendero se le acerco y le ayudo a acomodar las tasas en la mesa del jardín. Lena se quedo un poco más jugando con Brian.
- Aún no me has pedido el favor...- le recordó, encantada de poderla ayudar en algo.- ¿Qué necesitas?
- No es para mí, es por mi hermana. Esta muy triste por la muerte de su tata. Presiento que sólo tú puedes ser el antídoto de su pena.- la barrendera se quedó con la boca abierta, no esperaba aquella sugerencia. Miró de reojo a su nueva amiga. Estaba concentrada repartiendo el café. Ya le había parecido algo melancólica. Se imaginaba perfectamente que significaba aquella perdida por ella.
- Lo intentaré.- le promete sinceramente. No quiere fallarle más a su hijo.
- Lena, ven que se enfriara el café.- le llama Kara.
- ¡No me falles!- le advierte Brian, a la vez que le da un empujón hacia delante.
Lena coge la tasa que le ofrece la chica rubia. Sus dedos se rosan brevemente. La piel de la chica joven era una delicia, tan suave y bien cuidada en comparación a la suya. Percibe como se ha estremecido. Su rostro también se ha sonrojado algo. Se sonríen brevemente y miran a Joseph, que habla por los codos.
Minutos más tarde ya se han despedido de los más jóvenes del clan Danvers y han retomado su ruta. Hacen pasos de peatones en las aceras y tiran sal por si helaba por la tarde-noche.
- Es muy majo el niño de color.- comenta Joseph.
- ¡Por favor blanco, llámalo por su nombre! Es Brian.- le remarca con vehemencia, no disimulando su rabia.
- Perdona, no pretendía ofenderte.- se disculpó. No le respondió, cerrándose en sí misma.
A pesar de haberse propuesto ignorar a Kara, el destino quisiera o no las estaba acercando. Y le encantó hablar y reírse a carcajadas con su hijo. ¡Bienvenida sea la amistad que le ofrecía la chica rubia!
Era un ser maravilloso, que le daba mucho afecto al ser más importante de su vida. Y su discurso sobre las madres fue precioso, cuánta razón tenía.
Terminó el turno cansada. Aún así, aún tuvo el aliento suficiente para ir ayudar a otro dispensario. No quería ir al de aquella madrugada, para no cruzarse con su amiga. Temía que pensará que era una acosadora. Poco a poco.
Kara se quedo parada, al borde de la calle, observando cómo Lena iba quitando la nieve. Su hermano le llamó y aterró de nuevo a su pequeño universo. Se le acerco. Ya tenía la parte superior del muñeco hecho. Lo cogió como si nada y lo puso encima de la otra bola de mayor tamaño.
- Ahora toca poner los complementos.- Brian serió y entro dentro de la casa para buscar la zanahoria para la nariz, cortes de ropa negra para los ojos y botones del vestido, un viejo sombrero y le puso su bufanda. Su humilde despedida a Ane Meyer, la abuelita que le alegraba un día oscuro con sus galletitas y sus cuentos.
Nota de la autora

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

JAMÁS VOLVERÁ A SER LO MISMO Capítulo 1 (Fanfic de Jasmin y Anni de Guten Zeien, Schlechte Zeiten)

JAMÁS VOLVERÁ A SER LO MISMO (Guten Zeien, Schlechte Zeiten) Esta historia es un fanfic de la pareja lésbica de GZCZ, Anni y Jasmin. La historia arranca tras la infidelidad de Anni (para mí un beso si lo es). No sé cómo se desarrollará su trama en la serie. De momento, no me gusta el comportamiento de Anni. Esta enfada y dolida con Jasmin por haber dado cinta sin su permiso. Aún así, eso no quita que te líes con la primera que te sonríe. Aunque, por una vez en la serie debía ser ella la culpable de su crisis de pareja. ¿Es la típica historia de cuando una se va la otra se viene? No quiero ser dura con Anni. Pero no puedo evitarlo, no soporto a personas con su perfil. Sí, a todos aquellos que juzgan a otros porque no siguen sus mismos principios, como a los intransigentes y duros con los errores de los otros. No obstante, se olvidan que todos somos humanos y como tal cometemos errores. Y Anni no es ninguna excepción de la regla. Me ha gustado la evolución de Jasmin en el de...

Sobre Anni y Jasmin de GZCZ

  Hola, alguien me ha preguntado donde ver los capitulos sobre esta linda pareja. Yo lo hice del siguiente modo: hay un grupo de google dedicado a la pareja. Debes de enviarles la solicitud de entrar al grupo enviado en la siguiente dirección de correo: jasanni+noreply@googlegroups.com Solo decir que os encanta la pareja, o os gusta.  Por cierto, los capitulos estan subtitulados en ingles, español, frances... A veces, hay que saber esperar y se subtitulan siempre. :)  

ANNI Y JASMIN, CRISIS DE PAREJA

Anni y Jasmin llevan casi todo este año de crisis. Tras la muerte de Dominic que nada fue lo mismo. Aunque, antes de la perdida de este personaje nuestras chicas volvían a ser perro y gato. Anni se había enfadado con Jasmin por el tema de la discográfica. Hicieron las paces, autoregalándose un viaje al Caribe. Tras el cual, lejos de acercarlas más ha sido un motivo de disputa. Anni se siente agobiada en la relación y hecha en falta más espacio. Jasmin sigue labil emocionalmente tras la muerte de su mejor amigo, y quizás por eso también haya accentuado su dependencia hacia Anni. Son distintas en este aspecto, pues la técnica de sonido es más independieten. Aún asi, Anni parece que tampoco esta preparada para tener una relación más seria (en el sentido de compartir habitación con Jasmin). Le aterra parece.  La cosa empeoro cuando Anni rechazo su oferta de trabajo. Aunque Jasmin no se lo pidió, pero al ver que lo llevaba mal hizo que rechazara aquella oportunidad. El problema er...