Ausencias
Tres años después, inicio del verano.
Narra Kara
Mi vida había dado un
giro de noventa grados. Había sustituido las armas por la vinicultura.
Aprendí a llevar un negocio, de la importancia de realizar un buen
márquetin de nuestro producto. Podría ser bueno, pero se debía de
promocionar, para recuperar toda la inversión realizada. Mi padre nunca
fue muy ambicioso, sólo le bastaba sobrevivir. Pero yo me propuse hacer
conocer el vino Danvers por todo el país, e incluso importarlo a Europa.
No sé si quedaba algún
resto de criptonita roja en mi organismo. Había vuelto a ser yo misma,
pero el parásito de la ambición se había instalado en mi interior. Antes
no era así, me hubiera conformado en conseguir un vino de buena
calidad.
Lanzar al estrellato
nuestros vinos me había supuesto trabajar de sol a sol, incluso los
fines de semana. Dirigir un negocio propio y familiar, se necesitaba de
mucho sacrificio. A demás, mis bodegas se habían fusionado con las de mi
prima, los Forrester. Fue la potencia que necesitaba mi empresa. Des de
qué mi padre se jubilo que la dirijo al cien por cien. Aunque no es
mía, las acciones están repartidas por todos los miembros del clan
Danvers-Forrester.
Y el tiempo había pasado
veloz, sin ningún hastió. Había llevado a la prosperidad nuestro
negocio, había mejorado las bodegas, trasladado las oficinas al mismo
terreno de ellas para controlar mejor nuestra producción. A parte, era
genial cerrar tratos y crear publicidad en un entorno tan inspirador
como son los viñedos.
Es ya 23 de junio, en
Europa se celebraba la festividad de San Juan. Se encendían hogueras y
se tiraban petardos. La pirotecnia podía ser mágica. Tuvo la ocasión de
verlo en primera persona en mi viaje en tierras Españolas, en las únicas
vacaciones que hice con Lena el año pasado. De ahí surgió el nombre de
su nuevo vino blanco, Fuego Danvers. Y sería en la noche más corta del
año que lo presentarían en una fiesta en los jardines de nuestra
cooperativa.
Había una novedad, la
presentación de una edición única e irrepetible de nuestro primer cava.
Proyecto que me hacía mucha ilusión. Lo había bautizado con el nombre de
Lena. Escogí personalmente el diseño de la botella, las letras, la
pintura elegante de la etiqueta...
Me hacía ilusión aquella
fiesta, mostrarle a mi chica que estaba en el centro de mi existencia y
era mi inspiración. A pesar de qué debido a mi trabajo, últimamente nos
veíamos menos. Me senté en la mesa de mi ancho despacho, con vistas al
viñedo y muy luminoso.
Días atrás me sentía
llena y realizada como profesional. Pero la disputa que tuve con Lena,
hacía un mes, empezó a poner patas arriba mi vida.
Aquel día, como ya era
costumbre, llegué tarde a casa. Lena me esteraba en la salita, con los
brazos cruzados y rostro muy serio. Había tenido una jornada laboral
durísima, muchas reuniones, atender a los viajantes y otros
trabajadores. Lo único que necesitaba era una bronca de mi pareja.
- Hola. Siento no haber
llegado antes. Ya sabes que tengo muchas responsabilidades.- mi
justificación, fue la mecha que hizo encender el polvorín y explotar la
bomba casera.
- ¿Y conmigo no tienes
ninguna? Soy tu mujer. Y menos mal que no tenemos hijos, porque ya veo
qué clase de madre serías, de aquellas que pagarías todos sus
caprichitos, por tal que no te molestaran.- se levantó y se me acercó.
Jamás la había visto perder tanto los papeles.
- Las bodegas dependen
de mí, e ya sabes que aún debemos de pagar la hipoteca de su
ampliación.- le recuerdo. Aunque vendíamos bastante vino, no era
suficiente.
- Puedes delegar parte
de tus obligaciones, e incluso puede suplirte Janet. A fin de cuentas,
es tu mano derecha, es la vicepresidenta y tu negocio también es el
suyo.- me volvió a sugerir.- ¡Francamente, no entiendo porque no lo
haces!
- Aún no está preparada,
sólo hace un par de meses que se ha incorporado a su puesto.- también
había otro motivo por el cual no quería cargarla de más trabajo. Aún así
preferí no comentárselo, que pensara lo que quisiera. A parte, su
pareja y su prima no se caían mutuamente bien.
- ¿Te das cuenta Kara,
que te has hecho dependiente de tu trabajo?- se calló, desafiándome con
sus ojos verdes profundos, capaces de quitarte el aliento y subyugarte
la razón.- Incluso, es más importante que tu e yo. ¿Has dejado de
quererme?
Su directa magistral me
dejo algo transpuesta, como si me hubiesen disparado balas con
criptonita verde. Los ojos se le humedecieron. Le dolía que Lena pensase
que ya no la amaba. Lo peor era leer la duda en su mirada. Me acerque a
ella y traspase su espacio íntimo. Le cogí su rostro con las dos manos.
- Sigo queriéndote como
el primer día. Nada ha cambiado. No lo dudes jamás.- le remarco. Me
aproxime más para besarla, no obstante Lena se separo bruscamente. Su
rechazo terminó de hundirme el cuchillo en el corazón.
- No me lo parece.
¿Cuándo tiempo hace que no nos dedicamos un día entero para nosotras?
¿Cuándo hace que no hacemos el amor?- me sigue lanzo dardos cargados de
verdad. Por mucho que sangrará por dentro, me hizo comprender que el
amor se tiene que ir demostrándolo día a día.
- Te entiendo y admito
que tienes razón.- reconozco, sintiéndome totalmente hundida. Me agarro
en una cilla, respetando la distancia que me había impuesto.- ¿Eso
significa tu adiós,... me vas a dejar?
Mi pareja enmudeció. Por
dentro estaba también desecha. Tres años de relación, más todas
nuestras aventuras, no se podía lanzar tan fácilmente por la borda. Vi
en ese silencio incomodo, un rayo de luz.
- ¡Oh, Kara no me puedo
imaginar el escenario de una vida sin ti!- exclama al final, rompe la
distancia que me había impuesto y me abraza con desesperación. Sí me
había retado de aquel modo, era señal que estaba harta de tolerarme
según que comportamientos. Ella solía ser, a veces, demasiado paciente.
- Te amo. Te amo. Te
prometo que sacaré más tiempo para nosotras. Sólo deja que saquemos el
nuevo vino y hacemos vacaciones.- le sugiero.
- ¿Será verdad?- me
señala con el dedo índice derecho, en plan Capitana.- Si no tocará
restar el fin de semana castigada, sin permiso.- evocando una de
nuestras antiguas bromas de cuando era su cadete.
- ¡Si mi Capitana!- me puse firme y la salude. Lena se rió y me abrazó. Terminamos haciendo el amor.
El día siguiente pareció
que todo fluía mejor entre nosotras. Pero me sorprendió al informarme
que tenía que irse aquella misma tarde a National City. Aún disponía de
la empresa familiar y la había delegado a una competente gestora. Solía
supervisar su funcionamiento a través de internet.
- Me ha llamado Jésica
esa madrugada, quiere verme para revisar unos contratos.- me pareció
lógico y no le acribille con mi curiosidad.
El problema no fue aquel
viaje, sino que hubo otros. Me tenía totalmente descolocada. Por un
lado deseaba luchar por nuestra relación y por el otro me imitaba,
estando días fuera de casa. Hasta que a los quince días de sus idas y
vueltas, un día regresando a casa escuche un mensaje al contestador, que
quizás no debía haber oído. Lena estaba supuestamente de compras. La
quién la había llamado era Maggie.
- ¿Hermana, es cierto lo
que me ha dicho Álex? ¿Vuelves a dirigir L-Corp? Bueno, ya me contarás
cuando puedas.- fin de la grabación.
- ¿Qué?- musito a la vez que hago repetir el mensaje.- ¿Por qué me lo ocultará?
Me sentí muy irritada
por su comportamiento. ¿Y ella pretendía arreglar nuestra relación
marchándose a trabajar a National City? Y lo peor era que me estaba
culpando de mi fracaso y ella había dejado de comunicarse conmigo. Fue
en este preciso instante que me empecé a preocupar de veras.
La puerta de la calle se
abrió. Lena venía cargada de bolsas del supermercado. Me vio de
inmediato, parada enfrente de ella, mirándola con odio. Le permití leer
mi mente sin pelos y señales.
- ¿Me quieres dejar no?
Su rostro empalideció
aún más e incluso su corazón troto como nunca. Fue el mismo impacto que
recibí cuando ella me reto hacia sólo quince días. No me compadecí de
ella. Estaba totalmente fuera de sí y no espere su respuesta. Empecé a
tirar objetos por el suelo, causando una enorme brecha en el suelo. Lena
reacciono y me contuvo. Me sujeto las manos y me arrostro hacia la
pared de la salita.
- Ahora puedes
experimentar por propia piel lo que se siente cuando tu pareja de deja
de lado, regalándote a un burdo mueble.- no disimulo su resentimiento.
Me pareció algo cruel por su parte. Dolía ver que nuestra relación se
estaba haciendo añicos lentamente.- ¿A parte, no tengo derecho a tener
ambiciones?
No dije nada, estaba
algo acojonada. Aflojo su presión y agache la cabeza algo avergonzada.
No entendía su interés repentino para regresar en un negocio que no le
entusiasmaba, pero debía de respetárselo. Lo inquietante era que
habíamos perdido la confianza y la comunicación era ausente.
- ¡Claro, tienes todo el derecho del mundo de retomar tu carrera empresarial! ¿Pero por qué debías de ocultármelo?
- Kara, estás tan
ocupada en tu mundo que no te percatas que me aburro.- su confesión me
heló. De repente, ya no conocía a mi mujer. Parecía una completa
extraña. La cabeza me empezó a dar vueltas y seguía tan encendida que
preferí irme. Sí, la deje con la palabra en la boca.
Subí a mi camioneta y di
vueltas por Garden City. Otra vez, volví a ser una cobarde. Cogí el
móvil y estuve a punto de llamar a Janet. Desistí. Si lo hacía podía
lamentarme el resto de mi vida. Aquella noche termine en un bar de
carretera, bebiendo alcohol y llegue a embriagarme algo.
Volví a la madrugada a
mi hogar roto. La desvelada me había hecho recordar que sin Lena mi vida
seria vacía. Debía de hacer el esfuerzo de escucharla y entenderla. Si
deseaba regresar a National City, o retomar su vida activa al ejército
la seguiría.
Halle a Lena
preparándose la maleta. Al verme se detuvo y corrió hacia a mí y me
abrazó. Supe que aún habría esperanzas para nosotras dos.
- ¡Perdóname! Te amo. Por favor, no me dejes.- le suplique.- Estoy dispuesta a dejarlo todo para estar a tu lado a dónde deseas.
- No digas nada. Lo
siento, la culpa es mía.- me hizo callar, a la vez que podía su mano en
mi boca.- Debí comentártelo antes. Pensé que si te dejaba espacio
reaccionarias. He sido algo cruel. Te amo.-Nos besamos largamente.
Empecé a sacarle la camisa. Pero me detuvo.- No. Me tengo de ir.
- ¿Ahora?- dije con un
atisbo de rabia, pero me dulcifique al instante. Hice la cara de perro
apareado, exigiendo mimitos.- No me gustan las despedidas.
- Ja, ja,... Lo siento, tengo una reunión a las diez a National City. Desearía quedarme.
- Pues hazlo. Eres la
jefa. A parte, te puedo llevar yo volando.- le sugerí. Le abrece, besé,
le desbroche los pantalones.- Déjate querer...
- Mm, esta genial. Pero
eso será a la vuelta.- me cogió las manos y me las puso detrás de la
espalda.- Sera mejor que nadie te vea, empieza a clarear.
- Muy bien te libero. A la vuelta tenemos de hablar.
- ¡Por supuesto!- me prometió. Cogió su maleta grande y se dirigió hacia la puerta.
- ¿Estarás aquí en la inauguración del nuevo vino y del cava?
- ¿Cuándo es?
- Dentro de una semana.
- Sí, tranquila.
- Perfecto. Por cierto, guárdate días, porque después seré totalmente tuya.- Lena me sonrió, me guiño un ojo y se fue.
Por fin había llegado mi
gran día. Los nervios se me han puesto en el estomago. Salí del
despacho para estirar las piernas y supervisar el buen desarrollo de la
fiesta. Habíamos contratado una empresa externa para organizar aquel
evento. Debía de salir a la perfección. Acudirían nuestros clientes más
fieles y posibles candidatos. También se habían citado los mejores
críticos de vino de la región.
Mi prima tenía mucha fe,
que con los nuevos productos alcanzaríamos a sanear nuestra maltrecha
cuenta bancaria. Me gustaba el entusiasmo que ponía en el proyecto. Era
nuestro pequeño bebe. El trabajo también la tenia absorbida. Me la
encontré acompañando a los floristas hacia las mesas, dónde había el
maestro de ceremonias. El pelo corto le quedaba muy bien. Sus ojos
marrón oliva empezaban a recuperar luz. Había aumentado algo de peso,
pero como era alta no se notava.
- ¡Kara, alegra tu cara!
Te veo muy ceniza.- Janet, como Lena tenía la habilidad de intuir mis
estados de ánimos. Por mucho que trataba de fingir normalidad, siempre
me lo detectava.
- No se nada de Lena. No sé a qué hora llegará.
- ¿La has llamado?
- Sí, pero no me lo coge.- su silencio dolía.
- Quizás está en una
reunión. Ya sabes cómo es de seria y recta tu mujer.- me coge del brazo y
hace que la siga. Me cambia radicalmente de tema, haciendo que me
concentre de nuevo en aquel día.
Las horas pasan y Lena
sigue sin dar señales de vida. Me dirijo a nuestra casa, para cambiarme
de ropa. A pesar, que la había llevado conmigo para hacerlo en las
oficinas. Se de inmediato que tampoco esta.
Sin ella la casa se
siente vacía y muy fría. Entró y subo hacía nuestra habitación, deseando
que yacería en la cama, exhausta del viaje. No estaba tampoco.
Vuelvo a tratar de
localizarla. Primero en el móvil. Nada. Se me ilumina la mente y marco
el número de L-Corp. Una secretaria, con voz de pito, se pone a pesar de
ser las ocho de la noche.
- Lo siento, la Sra. Luthor está reunida y no se le puede molestar.
- Dile que soy su mujer y pásale la llamada.- le exijo.
- Lo siento Sra., mi
jefa ha sido muy clara con las órdenes.- muy cabreada por ello, cuelgo
la llamada sin despedirme. ¡Al carajo mi pareja y todo!
Veo una foto de nosotras
dos, en el tocador. La cojo y la rompo. Me siento muy desdichada. Salgo
de la habitación. Tengo ganas de beber y perder la noción de todo. La
fiesta deja de importarme, porque se que sin Lena en mi vida, nada tiene
sentido. La he perdido.
Entro en la salita y me
dirijo al mueble bar. Termino de recordar que tengo unas botellas de un
licor del planeta de Daxan. Es lo que necesitaba, beber hasta la
saciedad y olvidar que perdí la felicidad en aquel crucero hacia a la
nada.
Es fácil perder el
control de tu vida, de tus actos... Llego un punto que todo se
oscureció, dejo de sentir tanto dolor y me sintió liberada.
****** Nota de l'autora ******
Próximo capítulo será Janet.
Lena esta algo misteriosa, ¿le oculta algo más a Kara?
Tres años después, inicio del verano.
Narra Kara
Mi vida había dado un
giro de noventa grados. Había sustituido las armas por la vinicultura.
Aprendí a llevar un negocio, de la importancia de realizar un buen
márquetin de nuestro producto. Podría ser bueno, pero se debía de
promocionar, para recuperar toda la inversión realizada. Mi padre nunca
fue muy ambicioso, sólo le bastaba sobrevivir. Pero yo me propuse hacer
conocer el vino Danvers por todo el país, e incluso importarlo a Europa.
No sé si quedaba algún
resto de criptonita roja en mi organismo. Había vuelto a ser yo misma,
pero el parásito de la ambición se había instalado en mi interior. Antes
no era así, me hubiera conformado en conseguir un vino de buena
calidad.
Lanzar al estrellato
nuestros vinos me había supuesto trabajar de sol a sol, incluso los
fines de semana. Dirigir un negocio propio y familiar, se necesitaba de
mucho sacrificio. A demás, mis bodegas se habían fusionado con las de mi
prima, los Forrester. Fue la potencia que necesitaba mi empresa. Des de
qué mi padre se jubilo que la dirijo al cien por cien. Aunque no es
mía, las acciones están repartidas por todos los miembros del clan
Danvers-Forrester.
Y el tiempo había pasado
veloz, sin ningún hastió. Había llevado a la prosperidad nuestro
negocio, había mejorado las bodegas, trasladado las oficinas al mismo
terreno de ellas para controlar mejor nuestra producción. A parte, era
genial cerrar tratos y crear publicidad en un entorno tan inspirador
como son los viñedos.
Es ya 23 de junio, en
Europa se celebraba la festividad de San Juan. Se encendían hogueras y
se tiraban petardos. La pirotecnia podía ser mágica. Tuvo la ocasión de
verlo en primera persona en mi viaje en tierras Españolas, en las únicas
vacaciones que hice con Lena el año pasado. De ahí surgió el nombre de
su nuevo vino blanco, Fuego Danvers. Y sería en la noche más corta del
año que lo presentarían en una fiesta en los jardines de nuestra
cooperativa.
Había una novedad, la
presentación de una edición única e irrepetible de nuestro primer cava.
Proyecto que me hacía mucha ilusión. Lo había bautizado con el nombre de
Lena. Escogí personalmente el diseño de la botella, las letras, la
pintura elegante de la etiqueta...
Me hacía ilusión aquella
fiesta, mostrarle a mi chica que estaba en el centro de mi existencia y
era mi inspiración. A pesar de qué debido a mi trabajo, últimamente nos
veíamos menos. Me senté en la mesa de mi ancho despacho, con vistas al
viñedo y muy luminoso.
Días atrás me sentía
llena y realizada como profesional. Pero la disputa que tuve con Lena,
hacía un mes, empezó a poner patas arriba mi vida.
Aquel día, como ya era
costumbre, llegué tarde a casa. Lena me esteraba en la salita, con los
brazos cruzados y rostro muy serio. Había tenido una jornada laboral
durísima, muchas reuniones, atender a los viajantes y otros
trabajadores. Lo único que necesitaba era una bronca de mi pareja.
- Hola. Siento no haber
llegado antes. Ya sabes que tengo muchas responsabilidades.- mi
justificación, fue la mecha que hizo encender el polvorín y explotar la
bomba casera.
- ¿Y conmigo no tienes
ninguna? Soy tu mujer. Y menos mal que no tenemos hijos, porque ya veo
qué clase de madre serías, de aquellas que pagarías todos sus
caprichitos, por tal que no te molestaran.- se levantó y se me acercó.
Jamás la había visto perder tanto los papeles.
- Las bodegas dependen
de mí, e ya sabes que aún debemos de pagar la hipoteca de su
ampliación.- le recuerdo. Aunque vendíamos bastante vino, no era
suficiente.
- Puedes delegar parte
de tus obligaciones, e incluso puede suplirte Janet. A fin de cuentas,
es tu mano derecha, es la vicepresidenta y tu negocio también es el
suyo.- me volvió a sugerir.- ¡Francamente, no entiendo porque no lo
haces!
- Aún no está preparada,
sólo hace un par de meses que se ha incorporado a su puesto.- también
había otro motivo por el cual no quería cargarla de más trabajo. Aún así
preferí no comentárselo, que pensara lo que quisiera. A parte, su
pareja y su prima no se caían mutuamente bien.
- ¿Te das cuenta Kara,
que te has hecho dependiente de tu trabajo?- se calló, desafiándome con
sus ojos verdes profundos, capaces de quitarte el aliento y subyugarte
la razón.- Incluso, es más importante que tu e yo. ¿Has dejado de
quererme?
Su directa magistral me
dejo algo transpuesta, como si me hubiesen disparado balas con
criptonita verde. Los ojos se le humedecieron. Le dolía que Lena pensase
que ya no la amaba. Lo peor era leer la duda en su mirada. Me acerque a
ella y traspase su espacio íntimo. Le cogí su rostro con las dos manos.
- Sigo queriéndote como
el primer día. Nada ha cambiado. No lo dudes jamás.- le remarco. Me
aproxime más para besarla, no obstante Lena se separo bruscamente. Su
rechazo terminó de hundirme el cuchillo en el corazón.
- No me lo parece.
¿Cuándo tiempo hace que no nos dedicamos un día entero para nosotras?
¿Cuándo hace que no hacemos el amor?- me sigue lanzo dardos cargados de
verdad. Por mucho que sangrará por dentro, me hizo comprender que el
amor se tiene que ir demostrándolo día a día.
- Te entiendo y admito
que tienes razón.- reconozco, sintiéndome totalmente hundida. Me agarro
en una cilla, respetando la distancia que me había impuesto.- ¿Eso
significa tu adiós,... me vas a dejar?
Mi pareja enmudeció. Por
dentro estaba también desecha. Tres años de relación, más todas
nuestras aventuras, no se podía lanzar tan fácilmente por la borda. Vi
en ese silencio incomodo, un rayo de luz.
- ¡Oh, Kara no me puedo
imaginar el escenario de una vida sin ti!- exclama al final, rompe la
distancia que me había impuesto y me abraza con desesperación. Sí me
había retado de aquel modo, era señal que estaba harta de tolerarme
según que comportamientos. Ella solía ser, a veces, demasiado paciente.
- Te amo. Te amo. Te
prometo que sacaré más tiempo para nosotras. Sólo deja que saquemos el
nuevo vino y hacemos vacaciones.- le sugiero.
- ¿Será verdad?- me
señala con el dedo índice derecho, en plan Capitana.- Si no tocará
restar el fin de semana castigada, sin permiso.- evocando una de
nuestras antiguas bromas de cuando era su cadete.
- ¡Si mi Capitana!- me puse firme y la salude. Lena se rió y me abrazó. Terminamos haciendo el amor.
El día siguiente pareció
que todo fluía mejor entre nosotras. Pero me sorprendió al informarme
que tenía que irse aquella misma tarde a National City. Aún disponía de
la empresa familiar y la había delegado a una competente gestora. Solía
supervisar su funcionamiento a través de internet.
- Me ha llamado Jésica
esa madrugada, quiere verme para revisar unos contratos.- me pareció
lógico y no le acribille con mi curiosidad.
El problema no fue aquel
viaje, sino que hubo otros. Me tenía totalmente descolocada. Por un
lado deseaba luchar por nuestra relación y por el otro me imitaba,
estando días fuera de casa. Hasta que a los quince días de sus idas y
vueltas, un día regresando a casa escuche un mensaje al contestador, que
quizás no debía haber oído. Lena estaba supuestamente de compras. La
quién la había llamado era Maggie.
- ¿Hermana, es cierto lo
que me ha dicho Álex? ¿Vuelves a dirigir L-Corp? Bueno, ya me contarás
cuando puedas.- fin de la grabación.
- ¿Qué?- musito a la vez que hago repetir el mensaje.- ¿Por qué me lo ocultará?
Me sentí muy irritada
por su comportamiento. ¿Y ella pretendía arreglar nuestra relación
marchándose a trabajar a National City? Y lo peor era que me estaba
culpando de mi fracaso y ella había dejado de comunicarse conmigo. Fue
en este preciso instante que me empecé a preocupar de veras.
La puerta de la calle se
abrió. Lena venía cargada de bolsas del supermercado. Me vio de
inmediato, parada enfrente de ella, mirándola con odio. Le permití leer
mi mente sin pelos y señales.
- ¿Me quieres dejar no?
Su rostro empalideció
aún más e incluso su corazón troto como nunca. Fue el mismo impacto que
recibí cuando ella me reto hacia sólo quince días. No me compadecí de
ella. Estaba totalmente fuera de sí y no espere su respuesta. Empecé a
tirar objetos por el suelo, causando una enorme brecha en el suelo. Lena
reacciono y me contuvo. Me sujeto las manos y me arrostro hacia la
pared de la salita.
- Ahora puedes
experimentar por propia piel lo que se siente cuando tu pareja de deja
de lado, regalándote a un burdo mueble.- no disimulo su resentimiento.
Me pareció algo cruel por su parte. Dolía ver que nuestra relación se
estaba haciendo añicos lentamente.- ¿A parte, no tengo derecho a tener
ambiciones?
No dije nada, estaba
algo acojonada. Aflojo su presión y agache la cabeza algo avergonzada.
No entendía su interés repentino para regresar en un negocio que no le
entusiasmaba, pero debía de respetárselo. Lo inquietante era que
habíamos perdido la confianza y la comunicación era ausente.
- ¡Claro, tienes todo el derecho del mundo de retomar tu carrera empresarial! ¿Pero por qué debías de ocultármelo?
- Kara, estás tan
ocupada en tu mundo que no te percatas que me aburro.- su confesión me
heló. De repente, ya no conocía a mi mujer. Parecía una completa
extraña. La cabeza me empezó a dar vueltas y seguía tan encendida que
preferí irme. Sí, la deje con la palabra en la boca.
Subí a mi camioneta y di
vueltas por Garden City. Otra vez, volví a ser una cobarde. Cogí el
móvil y estuve a punto de llamar a Janet. Desistí. Si lo hacía podía
lamentarme el resto de mi vida. Aquella noche termine en un bar de
carretera, bebiendo alcohol y llegue a embriagarme algo.
Volví a la madrugada a
mi hogar roto. La desvelada me había hecho recordar que sin Lena mi vida
seria vacía. Debía de hacer el esfuerzo de escucharla y entenderla. Si
deseaba regresar a National City, o retomar su vida activa al ejército
la seguiría.
Halle a Lena
preparándose la maleta. Al verme se detuvo y corrió hacia a mí y me
abrazó. Supe que aún habría esperanzas para nosotras dos.
- ¡Perdóname! Te amo. Por favor, no me dejes.- le suplique.- Estoy dispuesta a dejarlo todo para estar a tu lado a dónde deseas.
- No digas nada. Lo
siento, la culpa es mía.- me hizo callar, a la vez que podía su mano en
mi boca.- Debí comentártelo antes. Pensé que si te dejaba espacio
reaccionarias. He sido algo cruel. Te amo.-Nos besamos largamente.
Empecé a sacarle la camisa. Pero me detuvo.- No. Me tengo de ir.
- ¿Ahora?- dije con un
atisbo de rabia, pero me dulcifique al instante. Hice la cara de perro
apareado, exigiendo mimitos.- No me gustan las despedidas.
- Ja, ja,... Lo siento, tengo una reunión a las diez a National City. Desearía quedarme.
- Pues hazlo. Eres la
jefa. A parte, te puedo llevar yo volando.- le sugerí. Le abrece, besé,
le desbroche los pantalones.- Déjate querer...
- Mm, esta genial. Pero
eso será a la vuelta.- me cogió las manos y me las puso detrás de la
espalda.- Sera mejor que nadie te vea, empieza a clarear.
- Muy bien te libero. A la vuelta tenemos de hablar.
- ¡Por supuesto!- me prometió. Cogió su maleta grande y se dirigió hacia la puerta.
- ¿Estarás aquí en la inauguración del nuevo vino y del cava?
- ¿Cuándo es?
- Dentro de una semana.
- Sí, tranquila.
- Perfecto. Por cierto, guárdate días, porque después seré totalmente tuya.- Lena me sonrió, me guiño un ojo y se fue.
Por fin había llegado mi
gran día. Los nervios se me han puesto en el estomago. Salí del
despacho para estirar las piernas y supervisar el buen desarrollo de la
fiesta. Habíamos contratado una empresa externa para organizar aquel
evento. Debía de salir a la perfección. Acudirían nuestros clientes más
fieles y posibles candidatos. También se habían citado los mejores
críticos de vino de la región.
Mi prima tenía mucha fe,
que con los nuevos productos alcanzaríamos a sanear nuestra maltrecha
cuenta bancaria. Me gustaba el entusiasmo que ponía en el proyecto. Era
nuestro pequeño bebe. El trabajo también la tenia absorbida. Me la
encontré acompañando a los floristas hacia las mesas, dónde había el
maestro de ceremonias. El pelo corto le quedaba muy bien. Sus ojos
marrón oliva empezaban a recuperar luz. Había aumentado algo de peso,
pero como era alta no se notava.
- ¡Kara, alegra tu cara!
Te veo muy ceniza.- Janet, como Lena tenía la habilidad de intuir mis
estados de ánimos. Por mucho que trataba de fingir normalidad, siempre
me lo detectava.
- No se nada de Lena. No sé a qué hora llegará.
- ¿La has llamado?
- Sí, pero no me lo coge.- su silencio dolía.
- Quizás está en una
reunión. Ya sabes cómo es de seria y recta tu mujer.- me coge del brazo y
hace que la siga. Me cambia radicalmente de tema, haciendo que me
concentre de nuevo en aquel día.
Las horas pasan y Lena
sigue sin dar señales de vida. Me dirijo a nuestra casa, para cambiarme
de ropa. A pesar, que la había llevado conmigo para hacerlo en las
oficinas. Se de inmediato que tampoco esta.
Sin ella la casa se
siente vacía y muy fría. Entró y subo hacía nuestra habitación, deseando
que yacería en la cama, exhausta del viaje. No estaba tampoco.
Vuelvo a tratar de
localizarla. Primero en el móvil. Nada. Se me ilumina la mente y marco
el número de L-Corp. Una secretaria, con voz de pito, se pone a pesar de
ser las ocho de la noche.
- Lo siento, la Sra. Luthor está reunida y no se le puede molestar.
- Dile que soy su mujer y pásale la llamada.- le exijo.
- Lo siento Sra., mi
jefa ha sido muy clara con las órdenes.- muy cabreada por ello, cuelgo
la llamada sin despedirme. ¡Al carajo mi pareja y todo!
Veo una foto de nosotras
dos, en el tocador. La cojo y la rompo. Me siento muy desdichada. Salgo
de la habitación. Tengo ganas de beber y perder la noción de todo. La
fiesta deja de importarme, porque se que sin Lena en mi vida, nada tiene
sentido. La he perdido.
Entro en la salita y me
dirijo al mueble bar. Termino de recordar que tengo unas botellas de un
licor del planeta de Daxan. Es lo que necesitaba, beber hasta la
saciedad y olvidar que perdí la felicidad en aquel crucero hacia a la
nada.
Es fácil perder el
control de tu vida, de tus actos... Llego un punto que todo se
oscureció, dejo de sentir tanto dolor y me sintió liberada.
****** Nota de l'autora ******
Próximo capítulo será Janet.
Lena esta algo misteriosa, ¿le oculta algo más a Kara?
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