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CRUCERO A LA ETERNIDAD. Ausencias

Ausencias

Tres años después, inicio del verano.

Narra Kara
Mi vida había dado un giro de noventa grados. Había sustituido las armas por la vinicultura. Aprendí a llevar un negocio, de la importancia de realizar un buen márquetin de nuestro producto. Podría ser bueno, pero se debía de promocionar, para recuperar toda la inversión realizada. Mi padre nunca fue muy ambicioso, sólo le bastaba sobrevivir. Pero yo me propuse hacer conocer el vino Danvers por todo el país, e incluso importarlo a Europa.
No sé si quedaba algún resto de criptonita roja en mi organismo. Había vuelto a ser yo misma, pero el parásito de la ambición se había instalado en mi interior. Antes no era así, me hubiera conformado en conseguir un vino de buena calidad.
Lanzar al estrellato nuestros vinos me había supuesto trabajar de sol a sol, incluso los fines de semana. Dirigir un negocio propio y familiar, se necesitaba de mucho sacrificio. A demás, mis bodegas se habían fusionado con las de mi prima, los Forrester. Fue la potencia que necesitaba mi empresa. Des de qué mi padre se jubilo que la dirijo al cien por cien. Aunque no es mía, las acciones están repartidas por todos los miembros del clan Danvers-Forrester.
Y el tiempo había pasado veloz, sin ningún hastió. Había llevado a la prosperidad nuestro negocio, había mejorado las bodegas, trasladado las oficinas al mismo terreno de ellas para controlar mejor nuestra producción. A parte, era genial cerrar tratos y crear publicidad en un entorno tan inspirador como son los viñedos.
Es ya 23 de junio, en Europa se celebraba la festividad de San Juan. Se encendían hogueras y se tiraban petardos. La pirotecnia podía ser mágica. Tuvo la ocasión de verlo en primera persona en mi viaje en tierras Españolas, en las únicas vacaciones que hice con Lena el año pasado. De ahí surgió el nombre de su nuevo vino blanco, Fuego Danvers. Y sería en la noche más corta del año que lo presentarían en una fiesta en los jardines de nuestra cooperativa.
Había una novedad, la presentación de una edición única e irrepetible de nuestro primer cava. Proyecto que me hacía mucha ilusión. Lo había bautizado con el nombre de Lena. Escogí personalmente el diseño de la botella, las letras, la pintura elegante de la etiqueta...
Me hacía ilusión aquella fiesta, mostrarle a mi chica que estaba en el centro de mi existencia y era mi inspiración. A pesar de qué debido a mi trabajo, últimamente nos veíamos menos. Me senté en la mesa de mi ancho despacho, con vistas al viñedo y muy luminoso.
Días atrás me sentía llena y realizada como profesional. Pero la disputa que tuve con Lena, hacía un mes, empezó a poner patas arriba mi vida.
Aquel día, como ya era costumbre, llegué tarde a casa. Lena me esteraba en la salita, con los brazos cruzados y rostro muy serio. Había tenido una jornada laboral durísima, muchas reuniones, atender a los viajantes y otros trabajadores. Lo único que necesitaba era una bronca de mi pareja.
- Hola. Siento no haber llegado antes. Ya sabes que tengo muchas responsabilidades.- mi justificación, fue la mecha que hizo encender el polvorín y explotar la bomba casera.
- ¿Y conmigo no tienes ninguna? Soy tu mujer. Y menos mal que no tenemos hijos, porque ya veo qué clase de madre serías, de aquellas que pagarías todos sus caprichitos, por tal que no te molestaran.- se levantó y se me acercó. Jamás la había visto perder tanto los papeles.
- Las bodegas dependen de mí, e ya sabes que aún debemos de pagar la hipoteca de su ampliación.- le recuerdo. Aunque vendíamos bastante vino, no era suficiente.
- Puedes delegar parte de tus obligaciones, e incluso puede suplirte Janet. A fin de cuentas, es tu mano derecha, es la vicepresidenta y tu negocio también es el suyo.- me volvió a sugerir.- ¡Francamente, no entiendo porque no lo haces!
- Aún no está preparada, sólo hace un par de meses que se ha incorporado a su puesto.- también había otro motivo por el cual no quería cargarla de más trabajo. Aún así preferí no comentárselo, que pensara lo que quisiera. A parte, su pareja y su prima no se caían mutuamente bien.
- ¿Te das cuenta Kara, que te has hecho dependiente de tu trabajo?- se calló, desafiándome con sus ojos verdes profundos, capaces de quitarte el aliento y subyugarte la razón.- Incluso, es más importante que tu e yo. ¿Has dejado de quererme?
Su directa magistral me dejo algo transpuesta, como si me hubiesen disparado balas con criptonita verde. Los ojos se le humedecieron. Le dolía que Lena pensase que ya no la amaba. Lo peor era leer la duda en su mirada. Me acerque a ella y traspase su espacio íntimo. Le cogí su rostro con las dos manos.
- Sigo queriéndote como el primer día. Nada ha cambiado. No lo dudes jamás.- le remarco. Me aproxime más para besarla, no obstante Lena se separo bruscamente. Su rechazo terminó de hundirme el cuchillo en el corazón.
- No me lo parece. ¿Cuándo tiempo hace que no nos dedicamos un día entero para nosotras? ¿Cuándo hace que no hacemos el amor?- me sigue lanzo dardos cargados de verdad. Por mucho que sangrará por dentro, me hizo comprender que el amor se tiene que ir demostrándolo día a día.
- Te entiendo y admito que tienes razón.- reconozco, sintiéndome totalmente hundida. Me agarro en una cilla, respetando la distancia que me había impuesto.- ¿Eso significa tu adiós,... me vas a dejar?
Mi pareja enmudeció. Por dentro estaba también desecha. Tres años de relación, más todas nuestras aventuras, no se podía lanzar tan fácilmente por la borda. Vi en ese silencio incomodo, un rayo de luz.
- ¡Oh, Kara no me puedo imaginar el escenario de una vida sin ti!- exclama al final, rompe la distancia que me había impuesto y me abraza con desesperación. Sí me había retado de aquel modo, era señal que estaba harta de tolerarme según que comportamientos. Ella solía ser, a veces, demasiado paciente.
- Te amo. Te amo. Te prometo que sacaré más tiempo para nosotras. Sólo deja que saquemos el nuevo vino y hacemos vacaciones.- le sugiero.
- ¿Será verdad?- me señala con el dedo índice derecho, en plan Capitana.- Si no tocará restar el fin de semana castigada, sin permiso.- evocando una de nuestras antiguas bromas de cuando era su cadete.
- ¡Si mi Capitana!- me puse firme y la salude. Lena se rió y me abrazó. Terminamos haciendo el amor.
El día siguiente pareció que todo fluía mejor entre nosotras. Pero me sorprendió al informarme que tenía que irse aquella misma tarde a National City. Aún disponía de la empresa familiar y la había delegado a una competente gestora. Solía supervisar su funcionamiento a través de internet.
- Me ha llamado Jésica esa madrugada, quiere verme para revisar unos contratos.- me pareció lógico y no le acribille con mi curiosidad.
El problema no fue aquel viaje, sino que hubo otros. Me tenía totalmente descolocada. Por un lado deseaba luchar por nuestra relación y por el otro me imitaba, estando días fuera de casa. Hasta que a los quince días de sus idas y vueltas, un día regresando a casa escuche un mensaje al contestador, que quizás no debía haber oído. Lena estaba supuestamente de compras. La quién la había llamado era Maggie.
- ¿Hermana, es cierto lo que me ha dicho Álex? ¿Vuelves a dirigir L-Corp? Bueno, ya me contarás cuando puedas.- fin de la grabación.
- ¿Qué?- musito a la vez que hago repetir el mensaje.- ¿Por qué me lo ocultará?
Me sentí muy irritada por su comportamiento. ¿Y ella pretendía arreglar nuestra relación marchándose a trabajar a National City? Y lo peor era que me estaba culpando de mi fracaso y ella había dejado de comunicarse conmigo. Fue en este preciso instante que me empecé a preocupar de veras.
La puerta de la calle se abrió. Lena venía cargada de bolsas del supermercado. Me vio de inmediato, parada enfrente de ella, mirándola con odio. Le permití leer mi mente sin pelos y señales.
- ¿Me quieres dejar no?
Su rostro empalideció aún más e incluso su corazón troto como nunca. Fue el mismo impacto que recibí cuando ella me reto hacia sólo quince días. No me compadecí de ella. Estaba totalmente fuera de sí y no espere su respuesta. Empecé a tirar objetos por el suelo, causando una enorme brecha en el suelo. Lena reacciono y me contuvo. Me sujeto las manos y me arrostro hacia la pared de la salita.
- Ahora puedes experimentar por propia piel lo que se siente cuando tu pareja de deja de lado, regalándote a un burdo mueble.- no disimulo su resentimiento. Me pareció algo cruel por su parte. Dolía ver que nuestra relación se estaba haciendo añicos lentamente.- ¿A parte, no tengo derecho a tener ambiciones?
No dije nada, estaba algo acojonada. Aflojo su presión y agache la cabeza algo avergonzada. No entendía su interés repentino para regresar en un negocio que no le entusiasmaba, pero debía de respetárselo. Lo inquietante era que habíamos perdido la confianza y la comunicación era ausente.
- ¡Claro, tienes todo el derecho del mundo de retomar tu carrera empresarial! ¿Pero por qué debías de ocultármelo?
- Kara, estás tan ocupada en tu mundo que no te percatas que me aburro.- su confesión me heló. De repente, ya no conocía a mi mujer. Parecía una completa extraña. La cabeza me empezó a dar vueltas y seguía tan encendida que preferí irme. Sí, la deje con la palabra en la boca.
Subí a mi camioneta y di vueltas por Garden City. Otra vez, volví a ser una cobarde. Cogí el móvil y estuve a punto de llamar a Janet. Desistí. Si lo hacía podía lamentarme el resto de mi vida. Aquella noche termine en un bar de carretera, bebiendo alcohol y llegue a embriagarme algo.
Volví a la madrugada a mi hogar roto. La desvelada me había hecho recordar que sin Lena mi vida seria vacía. Debía de hacer el esfuerzo de escucharla y entenderla. Si deseaba regresar a National City, o retomar su vida activa al ejército la seguiría.
Halle a Lena preparándose la maleta. Al verme se detuvo y corrió hacia a mí y me abrazó. Supe que aún habría esperanzas para nosotras dos.
- ¡Perdóname! Te amo. Por favor, no me dejes.- le suplique.- Estoy dispuesta a dejarlo todo para estar a tu lado a dónde deseas.
- No digas nada. Lo siento, la culpa es mía.- me hizo callar, a la vez que podía su mano en mi boca.- Debí comentártelo antes. Pensé que si te dejaba espacio reaccionarias. He sido algo cruel. Te amo.-Nos besamos largamente. Empecé a sacarle la camisa. Pero me detuvo.- No. Me tengo de ir.
- ¿Ahora?- dije con un atisbo de rabia, pero me dulcifique al instante. Hice la cara de perro apareado, exigiendo mimitos.- No me gustan las despedidas.
- Ja, ja,... Lo siento, tengo una reunión a las diez a National City. Desearía quedarme.
- Pues hazlo. Eres la jefa. A parte, te puedo llevar yo volando.- le sugerí. Le abrece, besé, le desbroche los pantalones.- Déjate querer...
- Mm, esta genial. Pero eso será a la vuelta.- me cogió las manos y me las puso detrás de la espalda.- Sera mejor que nadie te vea, empieza a clarear.
- Muy bien te libero. A la vuelta tenemos de hablar.
- ¡Por supuesto!- me prometió. Cogió su maleta grande y se dirigió hacia la puerta.
- ¿Estarás aquí en la inauguración del nuevo vino y del cava?
- ¿Cuándo es?
- Dentro de una semana.
- Sí, tranquila.
- Perfecto. Por cierto, guárdate días, porque después seré totalmente tuya.- Lena me sonrió, me guiño un ojo y se fue.
Por fin había llegado mi gran día. Los nervios se me han puesto en el estomago. Salí del despacho para estirar las piernas y supervisar el buen desarrollo de la fiesta. Habíamos contratado una empresa externa para organizar aquel evento. Debía de salir a la perfección. Acudirían nuestros clientes más fieles y posibles candidatos. También se habían citado los mejores críticos de vino de la región.
Mi prima tenía mucha fe, que con los nuevos productos alcanzaríamos a sanear nuestra maltrecha cuenta bancaria. Me gustaba el entusiasmo que ponía en el proyecto. Era nuestro pequeño bebe. El trabajo también la tenia absorbida. Me la encontré acompañando a los floristas hacia las mesas, dónde había el maestro de ceremonias. El pelo corto le quedaba muy bien. Sus ojos marrón oliva empezaban a recuperar luz. Había aumentado algo de peso, pero como era alta no se notava.
- ¡Kara, alegra tu cara! Te veo muy ceniza.- Janet, como Lena tenía la habilidad de intuir mis estados de ánimos. Por mucho que trataba de fingir normalidad, siempre me lo detectava.
- No se nada de Lena. No sé a qué hora llegará.
- ¿La has llamado?
- Sí, pero no me lo coge.- su silencio dolía.
- Quizás está en una reunión. Ya sabes cómo es de seria y recta tu mujer.- me coge del brazo y hace que la siga. Me cambia radicalmente de tema, haciendo que me concentre de nuevo en aquel día.
Las horas pasan y Lena sigue sin dar señales de vida. Me dirijo a nuestra casa, para cambiarme de ropa. A pesar, que la había llevado conmigo para hacerlo en las oficinas. Se de inmediato que tampoco esta.
Sin ella la casa se siente vacía y muy fría. Entró y subo hacía nuestra habitación, deseando que yacería en la cama, exhausta del viaje. No estaba tampoco.
Vuelvo a tratar de localizarla. Primero en el móvil. Nada. Se me ilumina la mente y marco el número de L-Corp. Una secretaria, con voz de pito, se pone a pesar de ser las ocho de la noche.
- Lo siento, la Sra. Luthor está reunida y no se le puede molestar.
- Dile que soy su mujer y pásale la llamada.- le exijo.
- Lo siento Sra., mi jefa ha sido muy clara con las órdenes.- muy cabreada por ello, cuelgo la llamada sin despedirme. ¡Al carajo mi pareja y todo!
Veo una foto de nosotras dos, en el tocador. La cojo y la rompo. Me siento muy desdichada. Salgo de la habitación. Tengo ganas de beber y perder la noción de todo. La fiesta deja de importarme, porque se que sin Lena en mi vida, nada tiene sentido. La he perdido.
Entro en la salita y me dirijo al mueble bar. Termino de recordar que tengo unas botellas de un licor del planeta de Daxan. Es lo que necesitaba, beber hasta la saciedad y olvidar que perdí la felicidad en aquel crucero hacia a la nada.
Es fácil perder el control de tu vida, de tus actos... Llego un punto que todo se oscureció, dejo de sentir tanto dolor y me sintió liberada.
****** Nota de l'autora ******
Próximo capítulo será Janet.
Lena esta algo misteriosa, ¿le oculta algo más a Kara?
Tres años después, inicio del verano.
Narra Kara
Mi vida había dado un giro de noventa grados. Había sustituido las armas por la vinicultura. Aprendí a llevar un negocio, de la importancia de realizar un buen márquetin de nuestro producto. Podría ser bueno, pero se debía de promocionar, para recuperar toda la inversión realizada. Mi padre nunca fue muy ambicioso, sólo le bastaba sobrevivir. Pero yo me propuse hacer conocer el vino Danvers por todo el país, e incluso importarlo a Europa.
No sé si quedaba algún resto de criptonita roja en mi organismo. Había vuelto a ser yo misma, pero el parásito de la ambición se había instalado en mi interior. Antes no era así, me hubiera conformado en conseguir un vino de buena calidad.
Lanzar al estrellato nuestros vinos me había supuesto trabajar de sol a sol, incluso los fines de semana. Dirigir un negocio propio y familiar, se necesitaba de mucho sacrificio. A demás, mis bodegas se habían fusionado con las de mi prima, los Forrester. Fue la potencia que necesitaba mi empresa. Des de qué mi padre se jubilo que la dirijo al cien por cien. Aunque no es mía, las acciones están repartidas por todos los miembros del clan Danvers-Forrester.
Y el tiempo había pasado veloz, sin ningún hastió. Había llevado a la prosperidad nuestro negocio, había mejorado las bodegas, trasladado las oficinas al mismo terreno de ellas para controlar mejor nuestra producción. A parte, era genial cerrar tratos y crear publicidad en un entorno tan inspirador como son los viñedos.
Es ya 23 de junio, en Europa se celebraba la festividad de San Juan. Se encendían hogueras y se tiraban petardos. La pirotecnia podía ser mágica. Tuvo la ocasión de verlo en primera persona en mi viaje en tierras Españolas, en las únicas vacaciones que hice con Lena el año pasado. De ahí surgió el nombre de su nuevo vino blanco, Fuego Danvers. Y sería en la noche más corta del año que lo presentarían en una fiesta en los jardines de nuestra cooperativa.
Había una novedad, la presentación de una edición única e irrepetible de nuestro primer cava. Proyecto que me hacía mucha ilusión. Lo había bautizado con el nombre de Lena. Escogí personalmente el diseño de la botella, las letras, la pintura elegante de la etiqueta...
Me hacía ilusión aquella fiesta, mostrarle a mi chica que estaba en el centro de mi existencia y era mi inspiración. A pesar de qué debido a mi trabajo, últimamente nos veíamos menos. Me senté en la mesa de mi ancho despacho, con vistas al viñedo y muy luminoso.
Días atrás me sentía llena y realizada como profesional. Pero la disputa que tuve con Lena, hacía un mes, empezó a poner patas arriba mi vida.
Aquel día, como ya era costumbre, llegué tarde a casa. Lena me esteraba en la salita, con los brazos cruzados y rostro muy serio. Había tenido una jornada laboral durísima, muchas reuniones, atender a los viajantes y otros trabajadores. Lo único que necesitaba era una bronca de mi pareja.
- Hola. Siento no haber llegado antes. Ya sabes que tengo muchas responsabilidades.- mi justificación, fue la mecha que hizo encender el polvorín y explotar la bomba casera.
- ¿Y conmigo no tienes ninguna? Soy tu mujer. Y menos mal que no tenemos hijos, porque ya veo qué clase de madre serías, de aquellas que pagarías todos sus caprichitos, por tal que no te molestaran.- se levantó y se me acercó. Jamás la había visto perder tanto los papeles.
- Las bodegas dependen de mí, e ya sabes que aún debemos de pagar la hipoteca de su ampliación.- le recuerdo. Aunque vendíamos bastante vino, no era suficiente.
- Puedes delegar parte de tus obligaciones, e incluso puede suplirte Janet. A fin de cuentas, es tu mano derecha, es la vicepresidenta y tu negocio también es el suyo.- me volvió a sugerir.- ¡Francamente, no entiendo porque no lo haces!
- Aún no está preparada, sólo hace un par de meses que se ha incorporado a su puesto.- también había otro motivo por el cual no quería cargarla de más trabajo. Aún así preferí no comentárselo, que pensara lo que quisiera. A parte, su pareja y su prima no se caían mutuamente bien.
- ¿Te das cuenta Kara, que te has hecho dependiente de tu trabajo?- se calló, desafiándome con sus ojos verdes profundos, capaces de quitarte el aliento y subyugarte la razón.- Incluso, es más importante que tu e yo. ¿Has dejado de quererme?
Su directa magistral me dejo algo transpuesta, como si me hubiesen disparado balas con criptonita verde. Los ojos se le humedecieron. Le dolía que Lena pensase que ya no la amaba. Lo peor era leer la duda en su mirada. Me acerque a ella y traspase su espacio íntimo. Le cogí su rostro con las dos manos.
- Sigo queriéndote como el primer día. Nada ha cambiado. No lo dudes jamás.- le remarco. Me aproxime más para besarla, no obstante Lena se separo bruscamente. Su rechazo terminó de hundirme el cuchillo en el corazón.
- No me lo parece. ¿Cuándo tiempo hace que no nos dedicamos un día entero para nosotras? ¿Cuándo hace que no hacemos el amor?- me sigue lanzo dardos cargados de verdad. Por mucho que sangrará por dentro, me hizo comprender que el amor se tiene que ir demostrándolo día a día.
- Te entiendo y admito que tienes razón.- reconozco, sintiéndome totalmente hundida. Me agarro en una cilla, respetando la distancia que me había impuesto.- ¿Eso significa tu adiós,... me vas a dejar?
Mi pareja enmudeció. Por dentro estaba también desecha. Tres años de relación, más todas nuestras aventuras, no se podía lanzar tan fácilmente por la borda. Vi en ese silencio incomodo, un rayo de luz.
- ¡Oh, Kara no me puedo imaginar el escenario de una vida sin ti!- exclama al final, rompe la distancia que me había impuesto y me abraza con desesperación. Sí me había retado de aquel modo, era señal que estaba harta de tolerarme según que comportamientos. Ella solía ser, a veces, demasiado paciente.
- Te amo. Te amo. Te prometo que sacaré más tiempo para nosotras. Sólo deja que saquemos el nuevo vino y hacemos vacaciones.- le sugiero.
- ¿Será verdad?- me señala con el dedo índice derecho, en plan Capitana.- Si no tocará restar el fin de semana castigada, sin permiso.- evocando una de nuestras antiguas bromas de cuando era su cadete.
- ¡Si mi Capitana!- me puse firme y la salude. Lena se rió y me abrazó. Terminamos haciendo el amor.
El día siguiente pareció que todo fluía mejor entre nosotras. Pero me sorprendió al informarme que tenía que irse aquella misma tarde a National City. Aún disponía de la empresa familiar y la había delegado a una competente gestora. Solía supervisar su funcionamiento a través de internet.
- Me ha llamado Jésica esa madrugada, quiere verme para revisar unos contratos.- me pareció lógico y no le acribille con mi curiosidad.
El problema no fue aquel viaje, sino que hubo otros. Me tenía totalmente descolocada. Por un lado deseaba luchar por nuestra relación y por el otro me imitaba, estando días fuera de casa. Hasta que a los quince días de sus idas y vueltas, un día regresando a casa escuche un mensaje al contestador, que quizás no debía haber oído. Lena estaba supuestamente de compras. La quién la había llamado era Maggie.
- ¿Hermana, es cierto lo que me ha dicho Álex? ¿Vuelves a dirigir L-Corp? Bueno, ya me contarás cuando puedas.- fin de la grabación.
- ¿Qué?- musito a la vez que hago repetir el mensaje.- ¿Por qué me lo ocultará?
Me sentí muy irritada por su comportamiento. ¿Y ella pretendía arreglar nuestra relación marchándose a trabajar a National City? Y lo peor era que me estaba culpando de mi fracaso y ella había dejado de comunicarse conmigo. Fue en este preciso instante que me empecé a preocupar de veras.
La puerta de la calle se abrió. Lena venía cargada de bolsas del supermercado. Me vio de inmediato, parada enfrente de ella, mirándola con odio. Le permití leer mi mente sin pelos y señales.
- ¿Me quieres dejar no?
Su rostro empalideció aún más e incluso su corazón troto como nunca. Fue el mismo impacto que recibí cuando ella me reto hacia sólo quince días. No me compadecí de ella. Estaba totalmente fuera de sí y no espere su respuesta. Empecé a tirar objetos por el suelo, causando una enorme brecha en el suelo. Lena reacciono y me contuvo. Me sujeto las manos y me arrostro hacia la pared de la salita.
- Ahora puedes experimentar por propia piel lo que se siente cuando tu pareja de deja de lado, regalándote a un burdo mueble.- no disimulo su resentimiento. Me pareció algo cruel por su parte. Dolía ver que nuestra relación se estaba haciendo añicos lentamente.- ¿A parte, no tengo derecho a tener ambiciones?
No dije nada, estaba algo acojonada. Aflojo su presión y agache la cabeza algo avergonzada. No entendía su interés repentino para regresar en un negocio que no le entusiasmaba, pero debía de respetárselo. Lo inquietante era que habíamos perdido la confianza y la comunicación era ausente.
- ¡Claro, tienes todo el derecho del mundo de retomar tu carrera empresarial! ¿Pero por qué debías de ocultármelo?
- Kara, estás tan ocupada en tu mundo que no te percatas que me aburro.- su confesión me heló. De repente, ya no conocía a mi mujer. Parecía una completa extraña. La cabeza me empezó a dar vueltas y seguía tan encendida que preferí irme. Sí, la deje con la palabra en la boca.
Subí a mi camioneta y di vueltas por Garden City. Otra vez, volví a ser una cobarde. Cogí el móvil y estuve a punto de llamar a Janet. Desistí. Si lo hacía podía lamentarme el resto de mi vida. Aquella noche termine en un bar de carretera, bebiendo alcohol y llegue a embriagarme algo.
Volví a la madrugada a mi hogar roto. La desvelada me había hecho recordar que sin Lena mi vida seria vacía. Debía de hacer el esfuerzo de escucharla y entenderla. Si deseaba regresar a National City, o retomar su vida activa al ejército la seguiría.
Halle a Lena preparándose la maleta. Al verme se detuvo y corrió hacia a mí y me abrazó. Supe que aún habría esperanzas para nosotras dos.
- ¡Perdóname! Te amo. Por favor, no me dejes.- le suplique.- Estoy dispuesta a dejarlo todo para estar a tu lado a dónde deseas.
- No digas nada. Lo siento, la culpa es mía.- me hizo callar, a la vez que podía su mano en mi boca.- Debí comentártelo antes. Pensé que si te dejaba espacio reaccionarias. He sido algo cruel. Te amo.-Nos besamos largamente. Empecé a sacarle la camisa. Pero me detuvo.- No. Me tengo de ir.
- ¿Ahora?- dije con un atisbo de rabia, pero me dulcifique al instante. Hice la cara de perro apareado, exigiendo mimitos.- No me gustan las despedidas.
- Ja, ja,... Lo siento, tengo una reunión a las diez a National City. Desearía quedarme.
- Pues hazlo. Eres la jefa. A parte, te puedo llevar yo volando.- le sugerí. Le abrece, besé, le desbroche los pantalones.- Déjate querer...
- Mm, esta genial. Pero eso será a la vuelta.- me cogió las manos y me las puso detrás de la espalda.- Sera mejor que nadie te vea, empieza a clarear.
- Muy bien te libero. A la vuelta tenemos de hablar.
- ¡Por supuesto!- me prometió. Cogió su maleta grande y se dirigió hacia la puerta.
- ¿Estarás aquí en la inauguración del nuevo vino y del cava?
- ¿Cuándo es?
- Dentro de una semana.
- Sí, tranquila.
- Perfecto. Por cierto, guárdate días, porque después seré totalmente tuya.- Lena me sonrió, me guiño un ojo y se fue.
Por fin había llegado mi gran día. Los nervios se me han puesto en el estomago. Salí del despacho para estirar las piernas y supervisar el buen desarrollo de la fiesta. Habíamos contratado una empresa externa para organizar aquel evento. Debía de salir a la perfección. Acudirían nuestros clientes más fieles y posibles candidatos. También se habían citado los mejores críticos de vino de la región.
Mi prima tenía mucha fe, que con los nuevos productos alcanzaríamos a sanear nuestra maltrecha cuenta bancaria. Me gustaba el entusiasmo que ponía en el proyecto. Era nuestro pequeño bebe. El trabajo también la tenia absorbida. Me la encontré acompañando a los floristas hacia las mesas, dónde había el maestro de ceremonias. El pelo corto le quedaba muy bien. Sus ojos marrón oliva empezaban a recuperar luz. Había aumentado algo de peso, pero como era alta no se notava.
- ¡Kara, alegra tu cara! Te veo muy ceniza.- Janet, como Lena tenía la habilidad de intuir mis estados de ánimos. Por mucho que trataba de fingir normalidad, siempre me lo detectava.
- No se nada de Lena. No sé a qué hora llegará.
- ¿La has llamado?
- Sí, pero no me lo coge.- su silencio dolía.
- Quizás está en una reunión. Ya sabes cómo es de seria y recta tu mujer.- me coge del brazo y hace que la siga. Me cambia radicalmente de tema, haciendo que me concentre de nuevo en aquel día.
Las horas pasan y Lena sigue sin dar señales de vida. Me dirijo a nuestra casa, para cambiarme de ropa. A pesar, que la había llevado conmigo para hacerlo en las oficinas. Se de inmediato que tampoco esta.
Sin ella la casa se siente vacía y muy fría. Entró y subo hacía nuestra habitación, deseando que yacería en la cama, exhausta del viaje. No estaba tampoco.
Vuelvo a tratar de localizarla. Primero en el móvil. Nada. Se me ilumina la mente y marco el número de L-Corp. Una secretaria, con voz de pito, se pone a pesar de ser las ocho de la noche.
- Lo siento, la Sra. Luthor está reunida y no se le puede molestar.
- Dile que soy su mujer y pásale la llamada.- le exijo.
- Lo siento Sra., mi jefa ha sido muy clara con las órdenes.- muy cabreada por ello, cuelgo la llamada sin despedirme. ¡Al carajo mi pareja y todo!
Veo una foto de nosotras dos, en el tocador. La cojo y la rompo. Me siento muy desdichada. Salgo de la habitación. Tengo ganas de beber y perder la noción de todo. La fiesta deja de importarme, porque se que sin Lena en mi vida, nada tiene sentido. La he perdido.
Entro en la salita y me dirijo al mueble bar. Termino de recordar que tengo unas botellas de un licor del planeta de Daxan. Es lo que necesitaba, beber hasta la saciedad y olvidar que perdí la felicidad en aquel crucero hacia a la nada.
Es fácil perder el control de tu vida, de tus actos... Llego un punto que todo se oscureció, dejo de sentir tanto dolor y me sintió liberada.

****** Nota de l'autora ******
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Lena esta algo misteriosa, ¿le oculta algo más a Kara?

 

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