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CRUCERO A LA ETERNIDAD. Condesa Nadine Carody

Condesa Nadine Carody

Narra Lena

Me gusta ver dormir a Kara. Me parece una niña de pocos años, tan inocente, feliz y no corrompida por el mundo. La amo con toda mi alma y no concibo una vida sin ella. Eso no cambiará jamás, a pesar de qué siento que en un punto indeterminado estamos navegando en distintas órbitas. A ella, últimamente sólo le parece importar el negocio familiar. Extraño la chica con inquietudes, que trataba de mejorar el planeta.
Soy consciente que el problema también estaba en mí, pensaba que sería capaz de dejar el ejército atrás, vivir al campo y realizar trabajos sencillos. Pero hace poco que he despertado de mi ensoñación. Los paraísos no existen, o simplemente no puedes vivir eternamente en ellos.
El patriarca de los Cullen me había visitado a medianos de mayo, y después de nuestra reunión padecía de insomnio. Una extraña enfermedad estaba afectando al submundo de los vampiros. Carlise creía que se trataba de un virus muy letal. No estaba seguro de si era viejo o nuevo. Le preocupaba porque amenazaba a convertirse en una pandemia y afectar nuestra permanencia en el mundo. Había ya perdido a dos miembros de su clan.
Estaba viajando por Estados Unidos, incluso había contactado con los vampiros de otros continentes, para recolectar más información sobre la enfermedad que terminaba con su inmortalidad. Era difícil hallar un patrón común, porque por ahora los casos eran frecuentes, pero aislados en espacio territorial. Elementos comunes, que la mayoría relataba, eran repentinos cambios de humor (sin causa justificable) y en sus conductas sexuales, por las noches eran poseídos por terroríficas pesadillas, enloquecían, tenían delirios y alucinaciones de cualquier tipo. Y en sus últimos días ardían de fiebre, hasta que se quemaban.
Su inicio era insidioso y nadie solía darse cuenta de estar enfermo. Cuando se manifestaba completamente ya era demasiado tarde y entre 24 y 48 horas fallecían. Sus poderes estaban descontrolados, ponían su propia sobrevivencia en peligro y la de los otros. Había casos que habían ataco a humanos, generando una desmedida alarma social, amenazando la feliz convivencia entre los dos mundos.
No se habían podido coger muchas muestras de los afectados, porque tras fallecer ardían y sólo quedaban cenizas sin ningún indicio del patógeno responsable de su muerte. Lena entendió la preocupación del patriarca de los Cullen.
- ¿Y bien, con qué te puedo ayudar?- le preguntó tras escucharle.
- Permitiéndome usar tu laboratorio de L-Corp, se que dispones de la última tecnología del mercado.
Lo medite un poco. No me costaba nada colaborar. Pero dude de si darle carta blanca para acceder en mis instalaciones o supervisarlo yo. A raíz de la crisis que viví hacia 3 años en mi empresa, determiné no autorizar ninguna investigación fuera del común. Había dejado en invertir en experimentación biológica y sólo hacían innovación tecnológica.
- No lo sé, no desearía poner en peligro a ningún de mis trabajadores.- le fui sincera. A parte, estaba muy cómoda en mi existencia apacible y anónima. Me miro algo amenazante, desaprobando mi postura.
- Sra. Luthor no lo entiende, si no aplacamos esa epidemia vampírica la paz se terminará entre nosotros y los humanos. Y piense que usted también puede ser víctima. ¿O cree que al estar viviendo al campo le hace invulnerable?- su mirada era muy seria, tan asesina que le corto la respiración.- ¿O no querrá poner en riesgo la vida de su mujer si enferma? Se han relatado casos de maltratos hacia sus parejas... ¿De verdad, está dispuesta a girar la espalda a ese grave problema?
 ¿De verdad, está dispuesta a girar la espalda a ese grave problema?
Me levanté y le di la espalda. Comprendí el alcance de sus palabras. El hecho que podría poner en riesgo la vida de Kara hizo que cambiará de opinión. Lo haría bajo mis reglas. Me gire y empecé a dirigir el proyecto.
- De acuerdo, pero bajo mis condiciones.- volví a sentarme enfrente de él, muy segura de mi decisión- Para empezar, quiero toda la información sobre esa enfermedad. En segundo lugar, yo supervisaré toda la investigación. En tercer sitió, los técnicos de investigación serán vampiros y los validaré yo.
- Comprendo que quieras tomar precauciones.- su tono de voz era más conciliador.- No hace falta exigirte la máxima discreción.
- Por supuesto.- le sonrió.- Otro aspecto que considero muy trascendental, es la prevención. Debemos de promover una campaña para que la población de vampiros conozca esa enfermedad. Si se detectan de forma prematura los síntomas informar y derivarlos. Puede que también sea la forma de descubrir con lo que nos afrontamos.
- ¿Y alertar a los humanos?- me volvió a desafiar con su mirada más severa.
- Hay métodos. A parte, el mundo de las comunicaciones ha cambiado mucho en los últimos tiempos. En especial las redes sociales, internet pueden ser una buena herramienta. Se trataría de filtrar determinada información. Por ejemplo, realizar un cortometraje contando la enfermedad. Seguramente, más de uno se sentirá aludido.- se me ocurrió en aquel momento.
A veces, les pedía a mis alumnos que realizarán reportajes con video, exponiendo las investigaciones que les mandaba. Les motivaba y aprendían a promocionar sus tesis y estudios. El mundo cada vez era más globalizado y competitivo. Por lo cual uno había de ser bueno y saber venderse.
- Admito que es buena idea. Pero antes debo de exponerla al consejo. En relación a tu otra propuesta, me parece lógica y te doy carta blanca. Respeto a tu mujer, si quieres puedes decírselo. Sé que los secretos no ayudan en las relaciones.
- Gracias, lo tendré en cuenta. Aunque, tampoco la quiero preocupar de antemano. A parte, anda muy atareada en su negocio.- le agradezco. Me siento algo triste, por percibirla tan alejada de mi.
- Ah, por cierto hemos contactado con una de las vampiras más viejas de nuestra historia. Vive en una isla de Europa. Se trata de la Condesa Nadine Carody, una descendiente del Conde Drácula. La necesitamos para acceder a sus archivos, por si ya había ocurrido antes esa enfermedad.
- Me suena su nombre.- aunque no recordaba de que. No he conocido a ninguna aristócrata. Y de clanes de vampiros sólo conocía a los Cullen y algunos de sus familias afines.
- Será porque accedió a los años 70 a rodar una película sobre parte de su vida. ¿Te dice nada Vampiras Lesbos?
- Sí. La vi cuando era adolescente. Me fascino la vampira. Aún así el film me pareció flojo y abusaba de los zooms.- si, guardaba buenos recuerdos de ella. Los ojos carbón de la condesa me vampirizaron. Me parecía un ser de apariencia tan frágil y a la vez letal. Me cabreó el final. Sin duda, aquella obra erótica estaba destinada al público masculino. Exploraba a la perfección la seducción que suscitaba un personaje no muerto. Atemorizaban y eran unos seductores natos.- ¿Y Linda existió también?
- Sí. Fueron pareja durante mucho tiempo.
- ¿Y eso?- me intereso.
- Murió en extrañas circunstancias. Pero por favor, si accede a colaborar y viene a Estados Unidos, no se le preguntes. Es tabú. Tiene un carácter muy temperamental.- me advierte. Me parece una tragedia griega, de amores inconclusos. Aunque, a veces me pregunto qué haría yo si el destino me arrebatará a Kara. Seguramente, enloquecería.
- Entiendo. Por cierto, también quisiera pedirte no debatir más ese tema en mi hogar. Las reuniones la realizaremos en las oficinas de L-Corp, en National City.- determine al final. Por ahora quería excluir a mi pareja del conflicto de mi nación vampírica.
El patriarca Cullen se fue y me quede muy traspuesta. Había conseguido meterme el miedo dentro de mis entrañas. Accedí en el ordenador por buscar en internet indicios de lo que me había contado. No hubo nada que me captara la atención. Pero termine indagando de forma indirecta, y me encontré con varios casos dónde la víctima había muerto quemadas. No especificaba muy bien las causas y responsabilizaban a delincuentes callejeros, o a las redecillas entre amigos.
Pensé en contactar con la DEA por si estaban al caso de aquella enfermedad, que únicamente afectaba a los vampiros. Pero había dado palabra de tratar el problema de forma confidencial. Mi amigo no tardo en enviarme información sobre los candidatos para trabajar en mi laboratorio. Era un buen repertorio. Todos ellos eran vampiros, procedentes de distintos puntos del planeta.
Hice la selección inicial y le pedí asesoramiento a mi cuñada. Le mentí un poco, no quería alarmarla. La versión oficial era que retomaría la presidencia de mi empresa y reabriría los laboratorios.
- Álex, no quiero meter de técnico cualquier insensato.- me justifique.
- Sí, quieres te recomiendo a técnicos de la DEA. Hay que necesitan trabajo extra para mantener a su familia.- me propone la chica.
- Me sabe mal, pero ya he contactado con esos candidatos y no me gustaría hacerles un feo.- le vuelvo a mentir. Parece que me cree y días después me da buenas referencias de cinco de ellos.
- ¿Qué tal está Kara? Últimamente, hablamos poco.
- Absorbida por las bodegas. Por favor, no le digas nada que quiero retomar la dirección de L-Corp.
- Tranquila, no quiero meterme tampoco en vuestra relación. Un consejo cuñada, no olvides que la falta comunicación es el gran ogro de las relaciones. Intenta hablar con ella, por favor.- agradecí su consejo.
Era a principios de junio cuando me atreví a hablar con Kara. Pero aquel día estaba tan cabreada con ella, por llegar cada día tarde y recibir siempre las mismas excusas para no estar juntas. Su preferida era que estaba cansada. Mi chica era Supergirl, con superpoderes y llegaba exhausta a casa. Quizás, no le probaba trabajar en las oficinas, siempre metida en su despacho, supervisando las bodegas, de reunión a reunión...
Luego estaba Janet, que tras separarse de su mujer, asumió el cargo de vicepresidenta. No quise jamás prejuzgarla ni tener una opinión tan negativa sobre ella. Pero cada vez que la veía, había algo de su ser que me inquietaba. Era algo mutuo. Kara se percato de nuestra mala relación y trato varias veces de conciliarnos. Creía que me moría de celos, porque fue su gran amor en la adolescencia. Y puede que parte de razón tenía, he leído varias veces su mente y por ganas me sacaría de la vida de su prima
Me siento muy sola y los mails que recibo de mi amigo no son muy alentadores. Empiezo a comprender la magnitud del problema. Realmente estábamos ante una epidemia. Tengo miedo. ¿Y si me pasaba a mí? Necesitaba afecto y Kara estaba a mil horas luz, a pesar de dormir cada noche a mi lado. Si, realmente estaba tan cabreada que le reproche cada uno de sus desplantes. Puede que el mal dormir me tuviese más sensible y alterada.
Al verla llorar, se me partió el alma. No quería perderla. Necesitábamos aquella disputa. No supe como plantearle mi marcha a National City el día siguiente. Y sí, lamentablemente empecé a mentirle. Al ver que mis idas y vueltas estaban ayudando a regenerar nuestra relación, me alegre. Pero me pase un poco ocultándole mis intenciones.
La noche que se marcho en medio de nuestra disputa, me creí morir. ¿Y si no regresaba? ¿Significaría nuestra rotura como pareja? Debía de irme por la madrugada y temía marcharme sin hacer las paces. Un alma caritativa se apiado de mí. Kara regresó a tiempo para reconciliarnos. Pude haberle sido honesta, pero me trague todas mis preocupaciones. Terminaba de recibir una nota de los Cullen, comunicándome que la epidemia se estaba haciendo más viral. Incluso ya existían casos por National City.
Me rompió el alma su cara de pena cuando le rechace, ni le permití acompañarme a la ciudad volando. Extrañaba hacerlo, nuestras escapadas espontáneas y refugiarnos en nuestra cabañita del Canadá. Si me salvaba y ella cumplía con su promesa, tras la inauguración de su nuevo vino, pensaba sugerirle ir.
La única buena noticia era que la Condesa Nadine Carody, finalmente había accedido a viajar a Estados Undios para verme y debatir sobre el grave conflicto. La perpetuidad de nuestra especie estaba en juego. A mí no me preocupaba. Quizás la humanidad estaría mejor sin chupa sangres. Lo único que me tenía alterada era que enfermará y dañase sin querer a la persona que más amaba en el mundo. Y lo peor era que hacia un par de noches habían empezado unos extraños sueños. Siempre salía aquella pequeña isla, con una extensa playa de arena blanca, aquel chalet a primera línea de mar, con grandes ventanales, un cometa y mucha sangre. En ese momento, se despertaba. Arañas, polvo, escorpiones...
Al 22 de Junio por la noche

Al 22 de Junio por la noche

Todo el día esperando mi visita, la carismática Condesa Nadine Carody. Odio la carencia de formalidad. Parecía que pretendieran imponerte su ritmo, como si fueran las más importantes al resto de mortales. Los tiempos habían avanzado, pero seguramente ni se habría percatado.
Invertí el tiempo de espera, releyendo los informes de mis detectives privados. Los contrate el mismo día que acepte aquella misión. Apreciaba a los Cullen, pero en aquella ocasión desconfiaba de ellos. El día que me visito, no me pareció transparente al no permitirme leerle la mente.
Oficialmente la Condesa Carody vivía a Estambul, en la viaja mansión familiar, algo deteriorada. Había contraído matrimonio con un importante empresario de Paris, que le satisfacía todos sus caprichos. Vivían separados y se veían mensualmente. Lo suficiente por mantener su tapadera de pareja ideal. Los dos eran unos libertinos. Nadine había vivido con Linda, la cual vampirizo al 1970. Su historia de amor se frustro sólo hacía casi dos años. En su ausencia se retiro de la vida pública y se encerró en su isla particular. Sólo reaparecía en escena cuando su marido la reclamaba y su hija mutua salía de su internado. No era hija suya, sino la habían adoptado para ocultar su inmortalidad. Siempre debía de realizar la misma parodia.
Tampoco llevaba una vida muy estridente. Años atrás fue más famosa, por realizar estriptis en clubs. Fue uno de ellos donde conoció al gran amor de su vida. Bueno, quién sabe el porqué. A Nadine le encantaba vampirizar a bellas damiselas y convertirlas en sus esclavas. Fuera como fuera, estuvieron juntas unos 45 años.
No solía decir su edad real. Se creía que tenía unos 400 años. Muchos vampiros la respetaban. Presumía de haber sido convertida por el Conde Drácula. Por muchos él fue su reí. Por eso las familias más viejas de vampiros, le ofrecían pleitesía. Era su reina, la vampira más influyente del planeta tierra y con mucho poder de seducción. Temida, envidiada y amada a la vez.
Eran las ocho de la noche y la Condesa aun no había aparecido. En las oficinas sólo quedaba mi secretaria e yo. Me iba a ir, cuando recibí una llamada. Lo había vuelto a hacer, cambiar el sitio y hora de nuestra sita. Por suerte no lo dejaba para el día siguiente, porque debía volver para apoyar a Kara en la fiesta.
- A las diez en el bar musical Retro.- dijo la misma voz hermética de siempre. Debía de ser el mayordomo que le acompañaba de forma incondicional.
Busque la dirección en un buscador de internet. El local era un lujoso club, ofrecía cena y espectáculos eróticos con tintes clásicos. Me sentía algo nerviosa. Sentía había dejado de dominar la situación. Por otra parte, debo de admitir que estaba llena de curiosidad para conocer a la seductora Condesa Nadine Carody.
Había un fornido portero controlando el acceso al local. Intuí que no dejaban entrar a cualquiera. Había algo de cola. Pero no tuve de esperarme mucho. Me preguntaron si tenía invitación. Me molestó un poco, cansada de ser un títere de la vampira más poderosa del planeta.
- La Condesa Nadine Carody me ha citado aquí.- en sólo escuchar aquel nombre se apartó. Entre rápido, sin mirar hacia atrás.
El interior del local era retro total. Las paredes estaban recubiertas de un papel con motivos florales, mayoría flores de lis. Las mesas eran pequeñas, circulares, de madera y de color marrón. Eran autenticas joyas de anticuario. En los laterales nostálgicas barras, donde podías imaginarte los míticos actores de los años cincuenta, la época de oro del cine. En medio de la sala, había un escenario de madera. Había una gran alfombra roja, un objeto cubierto con una tela negra, varios candelabros con velas, un espejo de coleccionista... El metre del local me intercepto buscando una mesa para sentarme.
- ¿Eres la Sra. Luthor?
- Sí.
- Le acompaño a la mesa que tiene reservada.- le sigo hasta una mesa de la primera fila, enfrente mismo del escenario. Me retira la cilla y me siento. Me trae la carta.
- Espere, espero a una clienta.- le pido.
- Lo sé. Condesa Carody nos ha pedido que la atengamos bien. Para empezar que le pongamos unos de nuestros mejores vinos.- hizo simple chasquido con los dedos y un camarero apareció con una botella de vino rosado. Reconozco de inmediato la etiqueta, Rosado Danvers año 2016. Era el primer vino que había sacado mi pareja. Deduje que no había ninguna casualidad en aquel extraño juego. Nadine también me había investigado.
Me lo sirven y me traen, con gran efectividad, lo que les he pedido de cena. Ante mi hay un bistec sin cocer y su jugo era sangre fresca. A pesar de haberme alimentado antes de salir de las oficinas, una parte de mí me sentía impulsada a exprimir aquel manjar. En todo momento tenía la sensación de ser vigilada. Intente resistirme a aquella carne sanguinolenta, pero termine cediendo a mis instintos más básicos.
La luces se apagan y sólo restan las flamas de las velas colocadas en las mesas. Empieza a sonar un piano mal afinado. El ambiente huele a incensó. Resuena un fuerte trueno, algo ensordecedor. Las velas de los candelabros del escenario se encienden. El objeto que estaba tapado con la sabana negra, esta descubierto. Se trataba de un maniquí tan autentico que parece una mujer real.
El piano deja se escucharse, dando paso a la melodía de inicio de la película las Vampiras Lesbos. Y por fin apareció la Condesa Nadine Carody, estaba ante mí luciendo la misma ropa de la película. Sus ojos marrones, como el carbón, me buscaron, me atraparon y me deje subyugar por ellos. Me atrajo de igual forma de cuando era joven y la vida realizando la misma escena erótica. Perdí la esencia del tiempo y del espacio. Fue como acceder en una dimensión paralela.
Horas más tarde, en una habitación con decoración de los años 70
La luz era muy intensa y me despertó de sopetón. Abrí los ojos y me sentí inmediatamente extraña. Estaba totalmente desnuda, yaciendo en una cama muy ancha de matrimonio. No había nadie a mi lado ni en la habitación. Ya no era de noche, sino más bien debía de ser las tres por la intensidad de la luz solar. Mi mente iba algo enlentecida, me levanté como pude. Me sentía algo mareada, como si la noche anterior hubiese bebido mucho. Sólo recordaba haber tomado una copa del vino de mi pareja. El que sí note fue un intenso gusto de sangre. Me limpie con la lengua los labios y percibí sangre seca. Inconscientemente me puse la mano en el cuello, pero no palpe ninguna herida. No había señales pero tenía la sensación que me habían mordido.
- ¡Oh, Dios Kara! ¿Qué he hecho?- no pude evitar decir en voz alta.
Me gire y estudie la cama. No me pareció muy deshecha. Quizás no me había acostado con nadie. La cabeza me seguía girando como una peonza. ¡Qué mareo sentía en mis entrañas! ¿Y si estaba infectada por aquel letal virus?
Me toco el rostro, no me pareció que tuviera fiebre. Trate de localizar mi ropa y mi bolsa. No vi nada de las dos cosas. Tampoco tenía el reloj de mano puesto. Nada. Algo desesperada, creyéndome prisionera de la poderosa vampira cuatro centenaria, me dirigí directa a la puerta. Al contrario de lo que me imaginaba, no estaba cerrada con llave. Dude en abrirla. Temiendo hallarme con mi opresora.
Le tenía mucho respeto a la Condesa, a pesar de qué poseer también de poderes. Pero la intuía más fuerte que yo, en especial en sus habilidades mentales.
- ¡Ven, no tengas miedo!- me susurro una voz muy femenina, que a pesar de no ser consciente de haberla escuchado con anterioridad la reconocí.- Te espero en la playa.
Halle la salida de aquel chalet y me dirigí hacia donde me indicaba
Halle la salida de aquel chalet y me dirigí hacia donde me indicaba. Era la misma isla de la película de las Vampiras. Era como si me estuviera reencarnando en el personaje de Linda. Nadine estaba tomando el sol en top les. Me saludó con alegría, me recordó a Kara.
- ¿A dónde estamos?- le pregunte sin preámbulos.
- A mi isla privada. No la busques, no sale al mapa.- me gusta su voz, con un matiz pastoso y con mucha personalidad.- ¿Por qué no te bañas y te relajas?
- No he solicitado verte para hacer nodillos.- protesto, molesta por sus extraños juegos.
- Lo sé. Sí, quieres acceder a mis archivos sobre la historia del vampirismo, debes de acatar las normas. ¡Relájate Lena, tenemos toda la vida por delante!- dijo sin parpadear, sintiéndose tan poderosa que creía ser reina y señora de la situación.
- ¿Por cierto, cómo hemos llegado hasta aquí?- no evito preguntarle. Sólo recordaba el espectáculo retro y nada más.
- Has venido por tus propios pies.- deduciendo el epicentro de mi preocupación.- Sólo tu cabeza reprime lo ocurrido, por miedo y porque quieres seguir atada con los humanos, y en especial a tu Kara.
Sus palabras me duelen. Siento que la mirada se me enciende. Me lanzo encima suyo, como si fuera una gata en celo. Sacó mis afiladas garras de vampira, dispuesta a terminar con su crueldad. Me mantiene la mirada, no me teme. Me sonríe.
- ¡Oh, veo que mis colmillos no te han dejado huella!- exclama manteniendo la serenidad. Me acaricia el cuello, como si quisiera volverme a vampirizar. Luego me deja, para indicarme las marcas de mis dientes. Por eso me desperté con un intenso sabor de sangre.- Es todo un orgullo haber sido mordida por ti. Por cierto, tu sangre artificial no tiene nada de envidiar a la humana.
- Será mejor que me bañe.- determine, algo perturbada por su magnetismo.
-Lena, morderse entre vampiros es una práctica habitual. Es muy erótico y placentero.- Nadine carecía de sensibilidad. No le importaba nada más que su ombligo y el mundo onírico. Su santo grial era el placer.- Es lo mismo que el fetichismo.
La ignoré. Me aparte de ella. Corrí hacia la orilla del mar y me metí. El agua estaba helada pero no tarde en acostumbrarme. La sentí en todo momento comiéndome con los ojos. Sí, me deseaba. Sentí que era aquello que habíamos perdido Kara e yo.
Seguía con la mente en blanco respeto las últimas horas. Lo único de certero era que me sentía atraída por la reina de los vampiros. Me dolía la certeza de haberle sido infiel a mi mujer, pero aquello era más fuerte que mi razón y voluntad. Era algo instintivo.
Me preocupaba que nuestros intercambios de sangre, su mordedura, me afectasen a nivel orgánico, o que me transmitiera alguna enfermedad rara. Nadine como si percibiera que mi mente razonado y huyendo de su influyo seductor, se levanto y se metió en el agua. Se me acerco y empezó a mojarme.
Me percaté que tenía la habilidad de ser camaleónica. En aquellos instantes, me parecía una adolescente tonteando conmigo. Incluso parecía haber cambiado el timbre de voz. Me hacía invocar a mi mujer. Algunas payasadas que hizo, eran copias autenticas de las que hizo cuando estuvimos en el planeta de Lesbos. ¿No estaría delirando porque tenía fiebre?
Salí del agua, tratando de huir del hechizo. Debía de centrarme en mi misión. La condesa Carody no tardo en imitarme y estirarse en la arena. Le pedí de nuevo acceder a sus archivos. Se negó de nuevo.
Minutos más tarde, me hizo seguirla hacía el chalet de nuevo, dónde me dejo una de sus batas ligeras, de color rojo y transparente. Me cogió del brazo, de forma galante y me conduzco al comedor. Había una mesa larga, decorada como si fuera un banquete medieval.
- Lena tú eres nuestra autentica reina. Eres la únicaque ha nacido vampira. Sólo tú puedes salvarnos.

Continuará...

*** Nota de la autora ***
He sido algo mala, pero tampoco os he dejado con la miel en la boca. Aunque no se sabe que ha ocurrido durante la noche... Al final he sido más generosa. Antes quería terminar el capítulo en la escena del bar. Y dejarlo con más intriga. Pero es claramente un remarke de la pelicula, Vampiras Lesbos. Bueno, en fin... habra que seguir leyendo para entender a que juegan ciertos personajes.
Próxima entrega será Misión Fallida

 

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