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JAMÁS VOLVERÁ A SER LO MISMO Capítulo 17- Parte 2(Fanfic de Jasmin y Anni de Guten Zeien, Schlechte Zeiten)



La canción Mucho más que dos, de Sandra Mihanovich y C Carballo¸ con sus preciosos versos, empezó a sonar cuando, por fin, llegó Marisa. Estaba radiante bajo la luz solar. Lucia, contra todo pronóstico, un vestido lila, ajustado a sus curvas corporales, no muy largo, hasta debajo rodillas.
Acompañada por su orgulloso hermano, cruzo la sala cómo si flotase. Aún conservaba el grácil andar de modelo, pasos largos y con estilo. Su cuerpo estaba relajado y sus ojos marrones brillaban como perlas exóticas.
En el más profundo de sus entrañas temblaba. Evitaba no mirar su entorno, los invitados que miraban con admiración, ni escuchar los flashes de las cámaras de los fotógrafos de la boda y de los de la prensa rosa. Odiaba ser el foco de atención, o de las noticias del cotilleo folclórico. Lo único de positivo de haber salido del armario, ya des de hacía tiempo, era que había contribuido en la visibilidad lésbica. Algo que no se debería de ocultar, sino vivir de forma natural. Tristemente, en la vida real no era así.
En su profesión, mostrarse tal como era habría supuesto perdida de muchos contratos importantes. No se lamento por su elección, aún así no se podía vivir eternamente negando una parte importante de una misma.
Gracias al amor, cambió sus prioridades personales y admitió, en una rueda de prensa, que era lesbiana. En el fondo, empezaba a ser un secreto a voces. No hubo ninguna consecuencia desorbitada, porque el poder estaba en sus manos, ella era la única responsable de sus actos.
Era el mejor día de su vida, el que jamás hubiese imaginado vivir. Y si lo tenía de compartir con más gente, que lo disfrutasen. Verían una pareja enamorada, uniendo sus vidas por siempre jamás.
Cuatro años atrás, no se hubiera imaginado estar en Cadaques, casarse en su preciosa playa con el gran amor de su vida. Le gusto Jasmin desde de qué la vio por la tele en Berlín. Fue su ídolo. Su fragilidad, su ingenuidad de por aquel entonces, le provocaban unas ansias enormes de protegerla.
Sólo en una ocasión se atrevió de verla en persona. Sintió una explosión de deseo, ganas de rosar su piel sedosa, de perderse en su grácil sonrisa y dulce mirada. Aquello se quedo ahí, porqué lo creía un imposible, al suponer que era una heterosexual confesa. El sentido común la venció y centro sus energías en su fulgurante carrera, en sus escarceos amorosos sin ningún compromiso afectivo. Hasta aquella noche, que por ironías del destino, la hallo de polizonte en su piso.
Los miedos, el peor enemigo de alguien,  la visitaron antes de entrar en el paraíso, cuando todo marcha bien. Llegaron nada más salir de la habitación de su prometida. ¿Hacía bien en casarse, a pesar de quizás le quedaba poco tiempo de vida? ¿Por qué le propuso tener un hijo? ¿Por qué Jasmin la había escogido a ella, cuando Anni era mucho más perfecta? ¿Y por qué…?
Volvía a poseerla el fantasma de Abril, que la hizo sentir como un objeto de usar y tirar. Algo sin valor ni utilidad. Sólo era un bello rostro con fecha de caducidad. Aprendió a usar a las personas, cómo hicieron con ella.
Enterró al ser frágil que era, su sensibilidad a flor de piel para sobrevivir, transformándose en alguien muy frio. Quizás, la falsa seguridad con que se movía se había desvanecido tras haberse cruzado con Jasmin en Barcelona. Sólo era una niña herida, que paleteaba fuerte para que no la volvieran a dañar.
Uno es la suma de lo que va viviendo y perdiendo a lo largo de su vida, era difícil volver a ser los ingenuos seres de la tierna infancia, o adolescencia. Nadie podría cambiar el largo sendero recorrido, ni borrar todo aquello que tanto nos había dañado. Simplemente, aprendemos a convivir con todo ello.
Marisa lo comprendió en aquel momento, cuando corría hacia Jasmin para casarse. A sólo a ella le concernía el deber de ser feliz. Todos sus miedos, huyeron y regreso la tierna adolescente-joven que una vez fue. Un espíritu que seguía en su interior, muy escondido.
Le regalo una amplia sonrisa a su pareja, tan gentil y auténtica. Era Marisa al natural, que se le ofrecía en corazón y alma. No tardo en llegar frente a su futura esposa, que no había dejado de mirar en ningún momento. Se cogieron de las manos, percibiendo que las dos estaban temblorosas.
- ¡Estas divina amor!- le susurro en la oreja, se separo unos palmos y volvió a contemplarla con deseo. El clásico vestido de novia blanco y con dibujos de flores, le confería mucha elegancia, sin ser ostentoso. A parte, era una creación suya.- Eres mi ángel.
Jasmin sintió que su corazón le estallaba, jamás había sentido aquello. Una auténtica explosión de colores, sensaciones, emociones… La estrecho entre sus brazos, apoyo la cabeza en su hombro y se lleno los pulmones de su olor. No se había puesto nada de perfume, no parecía su pareja.
En este momento, Anni Brehme empezó a cantar una canción: Las novias resplandecientes, creada por ellas. Había de ser una sorpresa, pero Nelle se lo había chivado a Jasmin. La única que lo desconocía era Marisa. Cogidas fuertemente de las manos, con los ojos llorando de felicidad, la escucharon.
Una vez la canción ceso, se besaron. Deseando que todo lo que la canción les deseaba se cumpliera. Anni se dirigió hacia su asiento, pero las novias le indicaron que se acercarse. Por unos instantes, dudo. No quería romper el protocolo, pero como que insistieron se acerco. Las dos le abrazaron, muy agradecidas por su detalle.
- Gracias, por tu bendición. Recuerda, quiero que encuentres la felicidad.- le susurro Jasmin. La volvió a abrazar fuertemente y se separaron.
La alcaldesa carraspeo, indicando que ya era hora de empezar boda. Cómo siempre la odiosa burocracia acortaba los pequeños gestos. Un recital de leyes, derechos fueron inundando el ambiente. Marisa y Jasmin, se miraban de reojo, con un nudo en el estomago. Estaban flotando, más allá de aquella pantomima política, tan impersonal.
Por fin, llego el momento crucial de la celebración. Habían acordado, que antes de decirse el sí quiero, cada una leyera sus votos matrimoniales. A Marisa le empezaron a temblar las manos y a sudar. Pidió a Martín la hoja que los había escrito.  La cogió y fue incapaz de detener los espasmos.
Se giro hasta Jasmin y empezó a leer entrecortadamente. Se detuvo molesta consigo misma. Bajo el rostro, llena de vergüenza. Su pareja le cogió de las manos, obligándola a mirarla a los ojos. La hoja manoseada se cayó en el suelo. No se agacho para recogerla. Los ojos de su amor la subyugaron, olvidando su timidez. No hacían falta notas, en el fondo, para recitarle lo que le hacía sentir en tan sólo mirarla.
- Quisiera prometerte que te cuidarte el resto de mi vida, envejecer juntas. Me vendería el alma por hacerlo. Aún así, no sé el tiempo que me dará el destino por hacerlo, para seguir ofreciéndote lo mejor de mí… No lo sé. No hay nada certero en esta vida y por mucho amor que haya, no se puede poner freno a la muerte. Es algo inevitable. No pretendo entristecerte ni que te compadezcas de mí.- hizo una pausa, frenando las lágrimas para terminar su discurso.
Jasmin le apretó más las manos, dándole coraje para seguir. Se le escapo un pequeño gesto de reprobación. No entendiendo la repentina nostalgia de su pareja. Las dos ya habían debatido aquel tema espinoso hacia tiempo y tenían claro que no había de cambiar nada. No podían vivir supeditadas a la enfermedad de Marisa.
- No dudo de tu amor, las dos queremos estar aquí, unir nuestras vidas.  En lo bueno y lo malo.- añade, para desteñir el ambiente:- Quiero acompañarte en el precioso camino de la maternidad, compartir los sinsabores del día a día, cuidarte si enfermas, alegrarte el día si es el sol se apaga, ayudarte a levantarte si te caes, ser parte de tus proyectos y seguir luchando para mejorar la vida de los otros. Me has hecho ser mejor persona, me has dado muchos motivos para seguir luchando, para levantarme cada mañana.
Amor mío, gracias por haber creído en mi, gracias por quererme tal como soy. A pesar de cómo te trate, nada más conocernos. Gracias por tantas y tantas cosas que me das. Te amo y siempre lo haré.-Jasmin se le empañaron los ojos de lágrimas, no supo que decir. No se creía tan merecedora de amor. Acoto la distancia que las separaba y la abrazo con ternura.
- Te amo.- le susurro a bocajarro, sólo imperceptible para ellas dos. Se separo un poco y expuso sus votos- Me faltan las palabras para expresar lo que siento. Me duele en el alma cuando me hablas de la muerte. Es algo inevitable, pero yo quiero hablarte de vida. Me das mucha vitalidad, estás siempre ahí, a mi lado, cuando desfallezco.
Nada es fácil en este mundo, hay tantas injusticias para combatir y tantos baches por el camino, que te impiden actuar como desearías… Tienes la habilidad de hacer fácil lo difícil, de buscar los recursos bajo las piedras si hace falta. Amo tu determinación, la manera en que te abocas en lo que crees correcto y justo.
- En eso no tienes razón cariño.- no evita interrumpirla Marisa, con una angelical sonrisa en la boca.- La que siempre se ha entregado, en cuerpo y alma, en ayudar a los otros eres tú. Y has sido tú, sólo tú, que me has señalado el sendero a seguir. Eres una persona admirable, sin dobleces y entregada completamente a los otros.
- ¡Cómo eres Marisa, siempre quitándote meritos!- le dice cariñosamente, haciendo reír a los invitados de su boda. La aludida se colorea y la besa. Le enternece verla lucir su exquisita timidez.- Amo tu sencillez, tu buen corazón, que te empeñas siempre a esconder. Ya des de qué nos conocimos, a pesar de ser borde y muy acida conmigo, pude leer tu buen fondo. Eras la mujer glacial con el corazón de oro.- su metáfora la hizo reír de nuevo.- Yo te prometo amarte, cuidarte, hacerte reír, acompañarte en lo bueno y malo hasta mi último aliento de mi existencia.
Se fundieron en un profundo abrazo, sintiendo su calor y corazones latir al ritmo de la música de sus sentimientos. Se separaron unos palmos, sus ojos acariciándose, sus alientos cruzándose. Juntaron sus sienes, sus narices se rozaron haciéndolas estremecer.
La alcaldesa rompió aquel momento mágico, para proseguir con la boda. La hermana de Jasmin les acerco los anillos. Lo cogió primero Marisa y mirándola a los ojos le volvió a prometer amarla en lo bueno y lo malo.
- Sí, quiero casarte contigo.- le sostuvo la mano suavemente y con la mano temblorosa le puso el anillo, símbolo de su amor.
Jasmin cogió el aro de Marisa y repitió el mismo ritual que ella. En ningún momento perdieron el contacto visual. En todo momento, sintió los ojos carbón de Anni mirándola fijamente. Percibió su coctel de emociones, entre la tristeza y la alegría. Quizás, era su consciencia que sabía que le volvía a romper el corazón. Pero no dudo en ningún momento de su decisión.
- Yo Jasmin, también te tomo como esposa en lo bueno y malo. Si quiero.- le coloco el anillo y cruzaron los dedos, mirando sus sendas alianzas.
- Os declaro oficialmente casadas.- dijo secamente la política.- Un pequeño consejo, no dejáis que la rutina asesine el amor que os une. No os quiero ver haciendo cola para solicitar el divorció.- riéndose de su propia ironía.
- ¡Ya sabía que usted era de mi club!- exclamo Marisa riéndose, igual que el resto de los presentes.- Espero que así sea.
- Muchas gracias por el consejo.- sólo dijo Jasmin, agarrándose fuerte al brazo de su mujer.
- ¿A qué esperáis para besaros?- provocando los invitados coreasen su petición. No se hicieron rogar, lo estaban deseando. Fue un beso largo y tierno. Al  quedarse sin aliento se separaron y se perdieron mirándose.
Marisa, por ganas, hubiera cogido a Jasmin y escapado de allí, olvidarse de todos los seres allegados y ser sólo ellas dos. Pero su familia, sus amigos, los alegados de Jasmin reclamaron su atención. Todos las felicitaron, muy alegres por su boda. Era precioso compartir con la gente que te importaba un día tan importante en su vida.
Fotos y más fotos. Todo el mundo quería inmortalizar aquel día. Por suerte Martin, más organizado que ellas, había propuesto un orden para las fotos oficiales.
- ¡Por Dios, ya se me había olvidado eso de posar!- ironizo la ex modelo, no disimulando un poco de hastió.
- Tu al natural cariño, más tarde agradecerás que las fotos te guarden tantos recuerdos de nuestro día.-  le regaño Jasmin afectuosamente, a la vez que le hacía un pequeño pellizco en el brazo.- Es nuestro día, relájate. Tendremos una vida por adelante para…- no termino, porqué el fotógrafo reclamo su atención. La mirada de su mujer se recubrió de lujuria, Jasmin la conocía tan bien que era un gozo.
Aquel día parecía eterno, aunque las horas se quemaban como el carbón. Casarse era lindo, pero uno termina exhausto. Los tacones les hacían añicos los pies. Marisa opto para sacárselos y bailaba descalza. Jasmin se había puesto las bailarinas de Nelle.
Se lo pasaban en grande bailando toda la música que iba sonando, fuera tecno, pachanga, cumbias, tangos, salsa… La mayoría de los invitados ya se había ido, sólo quedaban las amistades de las novias.
Anni, algo borracha, se dejo llevar por la marea. Si Gisela decía para aquí, la obedecía sin rechistar. Incluso, se medio liaron en los servicios. No tuvo muchas oportunidades para hablar con las recién casadas, porque todo el mundo quería ser protagonista de su día. De todos modos, ya no había nada más para decirse. Hurgar en su herida, sería de masoquistas.
Miro a Gisela, por ahora su compañera de viaje, y le sonrió. ¿Debería de ofrecerle una oportunidad? La deseaba. Aunque, no sabía si podría rescatar los sentimientos que una vez sintió por ella. Jasmin había tenido mucho peso en su vida. Las dos no se podían comparar eran distintas. Y el tiempo, aún había remarcado sus diferencias. Si tuviera la oportunidad de escoger, elegiría a Jasmin otra vez. Se había convertido en una gran persona, sin ninguna oscuridad, madura y luminosa. Su ángel. Pero como le dijo, la vida debía seguir y no le quedaba otra que mirar de ser feliz.
Eran las nueve de la noche. Los camareros sacaron algo de comida, tapas variadas para cenar. Quizás, para dosificar el alcohol ingerido o por las energías quemadas por la fiebre del sábado noche. A Anni sólo tenía ganas de mear. Se fue hacia los servicios, por surte Gisela no la siguió. Era un pulpo, que le empezaba a marear con su exceso de atenciones.
Extrañamente los servicios femeninos estaban vacios y no tuvo de hacer colas. Al salir casi choco con Marisa. Se sonrieron con timidez. Era la primera vez que se encontraban las dos solas. Anni tampoco no sabía que decirle. Le hubiera querido decir que cuidara a Jasmin, que la protegiera y la quisiera como era debido. Pero contuvo, no queriéndose mostrar frágil ni como una ex beligerante.
- Anni, gracias para estar hoy en nuestra boda.- le dijo cuando iba a salir. Se la quedo mirando, aceptando su gesto.- Se que aún la amas y ha sido duro para ti.
- No te preocupes, Jasmin se merece ser feliz- se limita a decir. No evita sentirse algo incomoda. ¿A caso no veía el enorme esfuerzo que hacía para aceptar aquella realidad? Estaba cerrando una puerta definitiva, diciéndole adiós para siempre al amor de su vida. La mirada de Marisa se tiño de tristeza, aquello la desarmo. Era algo que no encajaba y sintió obligada a paliar su dolor.- ¿Te pasa algo?
- Sí. Quizás, te parezca raro lo que te voy a pedir…- dijo algo insegura, temiendo que rechazará su inhóspita propuesta. Su ziga-zaga le irrito algo, quizás intuyendo lo que se le avecinaba.
- No sé si debo de escucharlo.- recuperando su carácter áspero, que lamento al acto.- Perdona. ¿Qué me querías pedir?
- ¡No déjalo! Era mala idea- cerrándose en banda. En el fondo, ya sabía que sería mala idea. Tampoco era nadie para dirigir la vida de su pareja. Anni se disculpo por su brusquedad, sintiéndose algo cruel.
- No dime… Las dos queremos a Jasmin, ¿no?- sus miradas se cruzaron, desafiantes. No era ninguna lucha de quién la amaba más. Era algo que las dos ya tenían asumido.- Prometo no entrometerme en vuestras vidas.
- Lo sé que no lo quieres hacer.- reconoce al momento. Le estaba siendo más difícil de hacer de lo que imaginaba. En parte, porque era consciente que no sería justo por la cantante.- Quiero que estés presente en la vida de mi mujer, que nos visites a menudo, que conozcas a nuestra hija…
- ¡Marisa, alucino contigo!- exclamo con rabia tras procesarlo. Les había bendecido, les había deseado lo mejor. ¿Pero no comprendía que quería olvidar?- ¡Y lo que sienta te importa unos pepinos! Pensé que eras más inteligente. Francamente, no te entiendo. ¿A caso, no has conseguido lo que querías? ¡Ella ya es tu mujer!
- Lo siento. No pretendo dañarte.- le es sincera. Los ojos estaban cubiertos por brillantes lágrimas. No hizo ningún gesto para secarlas ni detenerlas. Permaneció inerte, aguantando su ira torrencial.- Me queda quizás un año de vida.- confeso al final, aplastando por completo a su rival.
Un silencio lagunar invadió el ambiente. La cantante le quería reprochar muchas cosas, en especial que hubiera sido tan egoísta con Jasmin. ¿Si uno no tiene nada que ofrecer,  por qué va proponiendo cosas incumplibles? Aunque, si repasaba bien sus votos matrimoniales eran sinceros.
- ¿Jasmin, lo sabe?- inquirió al final, no queriendo prejuzgarla.
- No.- tuvo el valor de admitirle sin dejar de mirarla. Y avanzándose a sus protestas, añadió:- Lo he sabido hace poco. No sé si es justo o no, por ella. ¿A caso lo es para mí? Estoy en el mejor momento de mi vida. ¿A caso, no tengo derecho a ser feliz?
Su declaración hizo bajar la ira de Anni. La compadeció. No la conocía profundamente como persona, pero se veía una gran mujer. Una buena compañera de viaje para Jasmin. ¿Qué haría ella en su lugar? Lo mismo, intentar ser feliz en sus últimos días de vida.
- Te entiendo. ¡La vida es una gran hija de puta!-  se le acerco y abrazo. Marisa se dejo consolar por ella, necesitaba su fuerza. No le gustaba que la gente se compadeciera de su mala suerte, o destino. El contacto fue breve, pero intenso.
Marisa se seco las últimas lágrimas i intento reponerse. Anni se la quedo mirando fijamente. Se percato que la mujer de su ex, tenía una mirada muy hipnótica. Con una capacidad de enviarte a la luna de valencia, subyugarte la razón, hacerte perder la esencia del tiempo… La desarmo totalmente.
- ¿Querrás ser la madrina de nuestra hija?- le pidió al final Marisa. Anni se quedo sin palabras.
- ¿Por qué yo?- pregunto incrédula.
- Eres una gran mujer, sensible, capaz de dar mucho amor, quieres a Marisa y sé que las protegerás.- lo creía realmente. En cierta forma, también sería como hacer justicia. Jasmin y ella hacían muy buena pareja.
- Gracias por pensar en mí, pero no soy tan perfecta como crees. Destruyo lo que toco. A parte, estoy tan acostumbrada a estar sola, en función de mis antojos… No sé yo, no se…- realmente lo sentía. ¿Sería capaz de ser una buena madrina? ¿Jasmin regresaría a su lado? ¿Llegaría a ser madre? Algo que nunca se había planteado. Le venía grande. A parte, sería muy doloroso permanecer al lado de su ex, sólo con el titulo de amiga.
- Te he pedido demasiado. Entiendo tu reacción. Por eso, te dejo un margen de tiempo para que lo pienses. Esperamos que tengamos el hijo, y te llamo para que vengas a visitarnos en Barcelona. Cuando nos veamos, me das tu respuesta.- determino al final, dándole espacio suficiente para meditarlo.
- Me pareces bien. ¿Una cosita, ella que opina de todo ello?- tampoco quería tomar aquella decisión trascendental sin su consentimiento.
- Aún no se lo he planteado. Antes quería conocer tu opinión.- admite Marisa, agachando la cabeza.
- ¡Muy mal Marisa!- le reprocha Anni, que no le gustaba actuar por detrás de sus seres queridos.- Me lo pensare. Pero sólo accederé si Jasmin está de acuerdo. Y otra cosa, dile que te queda poco tiempo de vida. Le tienes de dar la oportunidad de qué te llore, de despedirse de ti.- fue muy dura y contundente, pero no toleraría que dañasen más al amor de su vida.
- Lo haré, te lo prometo.- accede de inmediato.- Aunque lo dudes, se lo pensaba decir tras el nacimiento de nuestra hija. No quiero estropearle este dulce momento.
- Eso espero, porque si no lo haces lo hare yo- le amenazo sin pensar, activándose el instinto de protección. Fue cruel, pero Marisa no se lo tuvo en cuenta. Jasmin era muy importante para ella. Si miraron y firmaron su pacto con un sentido encaje de manos.
Marisa abandono primero los servicios, dejando atrás una destrozada Anni. Podría ser feliz, alegrarse por aquella noticia. Pero no era ninguna persona insensible, que se alegrara de la mala suerte de los otros. La muerte de Marisa sería un duro golpe para su Jasmin. ¿Debía de estar a su lado por aquel entonces?
En el más hondo de su corazón, ya conocía la respuesta. Aunque también percibía que sus fuerzas se estaban debilitando. Estaba cansada de esperar un milagro, que Jasmin regresará a su lado sin más. ¿Qué garantía tenía que lo hiciera? ¿Hasta cuando debería de seguir sacrificando por aquel amor? ¿No tenía a caso derecho de ser también feliz?
Entro en la sala de baile y se pidió otra cerveza. No quería pensar más en las propuestas de Marisa. Ya tendría tiempo para decidir. Quería ser feliz, vivir sin más. Vio a las novias bailando muy pegadas, resplandecientes de amor. Aquella era la realidad, que debía de asumir.

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