JAMÁS VOLVERÁ A SER LO MISMO Capítulo 17- Parte 1(Fanfic de Jasmin y Anni de Guten Zeien, Schlechte Zeiten)
Un pequeño bocado...
CAPITULO
17: Las novias resplandecientes
El sol hoy brilla como nunca,
Ilumina sus miradas dulces,
Entran cada una por separado,
Con sus vestidos blancos
e inmaculadas,
Que resalta la pureza de
sus corazones,
Dos palomas blancas, volando
hacia la felicidad
Resplandecen bajo el sol,
radiantes de felicidad.
Oh, Oh qué hermosas que están
El amor se puede acariciar,
escuchar, oler.
En cada poro de vuestras
piel, en cada suspiro y murmullo
Oh, Oh que hermoso es el
amor y sentirse tan querido.
No desaprovechéis ningún
momento de vuestras vidas,
Os espera un largo sendero,
con infinitas pruebas
Si os derrumbéis, volveros
a levantar
Recordad que el amor no
son sólo palabras
El amor son actos, promesas
cumplidas
Recordad, estáis bendecidas
por el amor
Sois especiales, el sol
resplandece por vosotras
No malmetáis vuestras vidas
por miedos e malos entendidos.
Seáis felices para siempre
jamás
Oh, Oh que hermoso es el
amor y sentirse querido…
No desfallecéis jamás en
los obstáculos, que el amor siempre brille.
Anni
Brehme
Cadaques, al amanecer.
Las
gaviotas, alegres y madrugadoras, celebraban la entrada de un nuevo día que
prometía ser muy radiante. A pesar, de ser casi finales de otoño el tiempo era
esplendido. El frio permanecía en la retaguarda, cómplice al amor que la pareja
se profesaba. Un canto a las segundas oportunidades, a una vida llena de
posibilidades.
Las
protagonistas de aquel cuento, dormían abrazadas, sumergidas en un sueño muy
placentero. Un rayo de luz, despistado, hizo respingar la nariz de más delgada
y de pelo ondulado. No tardo en abrir sus ojos marrones y bostezar. Se separo
unos palmos de su razón de ser, para contemplar su precioso rostro. Jamás
hubiera pensado que fuese a escogerla a ella.
No
sabía cuántos días le restaban de vida, pero quería ser egoísta. La vida era
así, un camino irremediable hasta la muerte. Era bueno recordarlo a veces,
porque de aquel modo aprovechabas cada palmo de tu vida.
Marisa
se levanto de la cama, y sin cubrir su desnudez, ando un poco por la habitación
del hotel. Los nervios empezaban a carcomerla por dentro. Ando hasta la ventana
y aparto un poco las cortinas. La mar estaba calmada, con pocas barcas
navegando. Las gaviotas blancas volaban joviales por un cielo azul rojizo.
Hubiera despertado a Jasmin para compartir la preciosidad del amanecer. No lo
hizo, porque les esperaba un día muy largo.
Apoyo
el rostro en el vidrio. Los pensamientos, inoportunos y cansinos, le hicieron
arrugar la nariz. Se separo un poco y suspiro. Estuvo tentada en llamar a
Martín, pero se contuvo. Se alejo de la ventana y cogió su bolsa. La abrió y
saco una hoja. Había ido escribiendo sus votos matrimoniales durante las noches
en vela. Una costumbre muy americana, pero le gustaba. Era todo aquello que le
quería prometer a Jasmin, desnudar completamente su ser sin ninguna fisura.
Darle, quizás la última oportunidad para desistir en su proyecto.
Lo
releyó, muy satisfecha de lo que había escrito. Lo devolvió a su sitió. El
sueño se había ido y no regresaría. Aún así, se volvió a meter dentro de la
cama y la volvió a abrazar. En estos instantes, sonó un teléfono. Se sobresalto. De pronto, recordó que Jasmin había pedido al recepcionista del
establecimiento que las despertara a las siete de la mañana.
Lo
cogió ella rápidamente, no queriendo que aún se despertara. Lo quería hacer
ella, y no con aquel estridente sonido. Espero unos veinte minutos y empezó a
darle pequeños besos por la espalda, el cuello. Paso las yemas de sus dedos,
con la suavidad de una pluma por sus apetecibles pechos. Jasmin suspiro,
murmurando que siguiera.
-
Mm, mm… Me encanta despertarme así.- abrió los ojos y cometió el error de mirar
la hora.- ¡Para Marisa, ya te tienes que ir a tu habitación!- dijo a la vez que
se giraba y rompía el hechizo.
-
¡No cielo! Hay tiempo.- dijo de una forma juguetona. Giraron un poco por la
cama, luchando graciosamente, hasta que Jasmin se quedo encima de su
prometida:- ¡Esta bien, ganas tú! Pero por favor dame el beso de buenos días.-
le suplico, como si fuera un perro apelado y dócil.
La
alemana se agacho y acarició aquellos labios carnosos y sedosos. Dejo entrar su
lengua, a la vez que sintió la hábil mano de su amada en su sexo. Mucho a su
pesar, respondía a sus caricias y se abandono en aquel manjar de sensaciones.
-
Me has vampirizado.- le susurra Jasmin a quemarropa, tras un clímax apoteósico.
Se abrazan y permanecen unos segundos en silencio.
-
¡Vamos, hay mucho que hacer!- determina la española y se levanta. Se pone su
albornoz y le lanza un beso des de la distancia.
-
¿Y no me vas el beso de despedida?- haciéndose la enfadada.
-
No. Te lo daré cuando seas mi mujer.- dijo con sorna. Le hizo un guiño y se
alejo, dejándola con la miel en los labios.
Jasmin
se dejo caer en la cama, exhausta. Su mujer la enloquecía. Se sentía la persona
más llena del planeta. Era algo, que le hacía respeto. Su vida nunca había sido
fácil.
Abandonada
por la madre en el nacimiento, viviendo en lúgubres y fríos casas de hospicio.
Tuvo la suerte, o no, que la adoptasen. Nada fue gratuito, nada fue un sendero
de algodón. Los malos recuerdos algo atenuados, pero lacerantes. ¿Cuántas veces
creyó abrazar la felicidad? ¿Cuántos castillos al aire se construyó? Muchos.
Príncipes azules que terminaban siendo ranas.
Hasta
que conoció a Anni, una mujer que le enseño las mil y una noches, el grial de
la felicidad. Al final, terminó por dañarla. La perdono y estuvo a punto de
volver a acariciar las estrellas a su lado.
Y por un tiempo, creyó que era irremplazable. Ahora comprendía, que
siempre sería muy especial por ella, pero era posible amar a otra persona.
Marisa
le había ofrecido estabilidad, comprensión, seguridad, confianza, sensibilidad,
ayudado a crecer como a persona, apoyándola siempre, en lo bueno y malo. No
había dobleces en ella, a pesar de sus acideces e ironías. Era la confianza de
revelarse tal como se es, sin miedo al cuestionamiento. Era el rostro sereno
del amor, de poder desnudarse a otra persona sin temer a nada. Era la mejor
compañera que podría haber escogido.
Termino
de ducharse cuando llamaron en la puerta. Se puso el albornoz y salió a abrir
la puerta. Una jovial Nelle y Anni accedieron a la habitación. Como perfectas
damas de honor, la acompañarían a la peluquería y con los arreglos pertinentes.
Tras de ellas, entro una mustia Gisela. No quería dejar de pecho a su pareja
(aunque no lo eran aún formalmente, creía férreamente que terminarían
siéndolo).
Jasmin,
paso de ella. Aquel era su día y tenía las mejores damas de honor del mundo. Se
vistió rápido, sintiendo los ojos carbón de su gran amor encima. Le puso algo nerviosa y se éxito un poco. Por unos instantes, se sintió culpable y lamentó haberle propuesto que estuviera
tan cerca en su boda.
Expulsó
sus malos pensamientos nada más salir de la habitación. Aquel día se casaba con
una persona maravillosa, que le llenaba y pronto nacería su hija. Ya empezaba a
notarse un poco el embarazo.
-
Estas radiante cariñó.- le susurro Anni a la oreja, como si fuera un secreto
entre ellas. Por suerte Gisela no lo percibió.- Tengo una envidia sana.
-
Gracias por tu amor Anni, me diste mucho.- se lo dice sinceramente. Era algo
que no lo había planeado de antemano, surgió sin más.- Lo nuestro fue muy
precioso. Me hiciste acariciar las estrellas.- se calla y la mira con
intensidad. Las dos se estremecen, recordando tantos buenos momentos.
La
cantante la dejo de mirar, no comprendiendo su repentina confesión. No quería
engañarse ni confundirse. Las dos habían tomado caminos distintos. La rabia se
esfumo en un soplo de aire, permitiéndole continuar con su discurso.
-
Me diste mucho, gracias a ti madure y explosione como persona. Y me duele que
no consigas ser feliz. Y quizás…, quizás te extrañe que te diga todo ello.-
dijo titubeando, no quería confundirla ni darle esperanzas. Sólo desearla que
conociera también la máxima felicidad.- Ya te lo dije, y te lo repito, te
mereces conocer a alguien que te llene completamente. Eres una persona muy
especial y no tengas miedo de amar.
-
¡Oh, Jasmin! ¿Por qué me haces esto?- la increpo al final, levantando un poco
la voz.- Ya sabes que sigo amándote.
-
Lo sé.- su rostro se entristeció.- Y me duele romperte otra vez el corazón.-
sabiendo el enorme esfuerzo que hacia la cantante para estar en su boda.
-
No te preocupes.- le interrumpe, a la vez que le sonríe.- Quiero estar a donde
estoy, en tu boda. Lo que más me importa, en esta vida absurda, es tu
felicidad. ¿Lo eres, no? -Se detuvieron en medio de la acera, se miraron otra
vez a los ojos. Jasmin le sonrió y le fue sincera. Sí, se sentía la persona muy
afortunada. Se abrazaron, a pesar de qué Gisela la estuviera mirando con los
ojos flameantes de celos. Anni no le importo nada, si no aceptaba que Jasmin era
muy importante para ella, no tendría sentido seguir juntas.
Entraron en la limosina,
regalo de sus damas de honor. Dentro había un par de botellas de cava, para brindar
por el gran día que les esperaba. La alegría se adueño del ambiente, destiñendo
el ambiente tenso que se había creado en la calle. Anni y Jasmin se miraron de reojo,
aceptando aquel destino. Afortunadas por haberse conocido y poder compartir el nuevo
sendero, con una solida amistad
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