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JAMÁS VOLVERÁ A SER LO MISMO Capítulo 18- Parte 2(Fanfic de Jasmin y Anni de Guten Zeien, Schlechte Zeiten)



Espero que os esté gustando mi fanfic. :) 
La vida esta lleno de misteriosos senderos. 

Un día después, en las oficinas de la Fundación Calidad de vida… 

Hacía un sol radiante, aunque el parte metodológico habían pronosticado que sería un día lluvioso. Jasmin aún no se había despertado, a pesar de la luz que se filtraba a través de la cortina. Marisa, con su insomnio, ya estaba despierta des de las cinco de la madrugada.
Solía ser ella quién atendía a Marina si se despertaba a aquellas horas. Le daba el biberón, le cambiaba de compresa. De aquella forma, Jasmin podía descansar más y dosificar sus fuerzas para el nuevo día que les esperaba. Marisa sólo estaba con ellas la mayoría de tardes. Por las mañanas iba a las oficinas de su fundación, para seguir los proyectos, coordinar actuaciones, gestionar los recursos, solucionar los problemas…
Marina, aquel día, se despertó a las ocho. Se levantó y se acerco a la cuna. Le hizo varias carantoñas y la cogió entre sus brazos. No tardo en calmarse y le sonrió. Su pequeña manita le rozo el rostro, le supo a gloria. Su hija, su ángel. Los ojos se humedecieron. A pesar, de su honda desesperanza era feliz. Original coctel de emociones.
Salió de la habitación de matrimonio y se dirigió al futuro cuarto de su hija, dónde tenían la mesa para cambiarle de pañal. Le puso uno de nuevo y la regreso en su cunita. Se fue en la cocina para prepararle el biberón, porque de seguro que pronto lo pediría. Se sentó a una cilla algo exhausta.
Minutos más tarde, le dio el biberón. Se iba bebiendo la leche con deleite. Estuvo un tiempo indefinido mirándola y cantándole su nana preferida. Su pequeña no tardó en cerrar sus preciosos ojos marrones, idénticos a Jasmin.
La puso en la cunita, con cuidado. Su pareja seguía en el reino de Narnia. Le aparto unos mechones de pelo rebelde de la cara y la tapo un poco más. Faltaban sólo unos quince minutos para que fuesen las nueve. Le prepararía el desayuno y se lo llevaría en la cama.
Mientras tenía la leche en el microondas, salió a la pequeña terracita y arrancó un clavel. Lo olió. Aquello era vida, poder sentir con todos sus sentidos, amar y ser amada. El resto eran sólo absurdidades.
Entro triunfal en la habitación, con una bandeja grande y llena de majares propios de Dioses. Jasmin terminaba de despertarse en aquel momento. Se le acerco y le dio el beso de buenos días. Estuvo a punto de caerse, pues su mujer quería seguir besándola más. Dejo la comida en su mesita de noche y tiro en la cama imitando a una tigresa muy salvaje. Jasmin se rio de ella. ¡Cuánto le encantaba su mujer, con sus ocurrencias!
Otra vez, se les paso el tiempo volando. Siempre que estaba con su mujer, perdía la noción de las cosas. Aquel día, incluso se le olvido de qué, a las diez y media, tenía una cita con Anni. Al ver que ya eran casi las diez, dejo de comer y se vistió con urgencia, con lo primero que hallo.
- ¿A dónde vas con tanta urgencia?- se intereso Jasmin, extrañándose por qué ni se empeño a ducharse.- A parte, no has terminado de desayunar…
- Tengo una reunión importante en las oficinas.- se justifico, rezando para que no le preguntara más y no tenerla de mentir.- A la noche te cuento.
- Deberías de comer más. Aunque, me dices que no, pero te veo más flaca.- insiste su mujer, preocupada realmente. Se pone los zapatos y se levanta.
- Ya comeré algo a media mañana, te lo prometo. ¡Qué tengas un buen día!- se agacha y le roba un beso.- Te amo.- se dirige hacia su hija, su dulce ninfa que duerme plácidamente. Le vuelve a desear que tenga una vida sin demasiados sobresaltos, rodeada siempre de amor… Tenía tantas cosas por decirle. Le da un besito y se va, como si mil demonios la persiguieran.
En las oficinas, Anni ya había llegado. Su puntualidad era de oro, cómo un reloj suizo. Se mosquea un poco por la impuntualidad de Marisa, y no lo disimula ante la pobre secretaria. Se sienta en una impersonal cilla, en aquella especie de salita recepción.
Le sorprendió que las oficinas de la fundación Calidad de Vida, fuesen en un edificio antiguo y algo descuidado. Se la imaginaba llena de lujos, en una zona de alto nivel. Las oficinas simplemente eran un gran piso.
Parecía que sólo había un par de despachos, una sala de reuniones y la mini recepción. Realmente, era todo muy humilde e intimo. Le extraño mucho. Un espacio funcional, que reflejaba los principios por los cuales había sido creado.
A las 11h, por fin llegó Marisa. No parecía tampoco, la mujer que una vez conoció. Iba con unos pantalones sencillos, viejos y estropeados tejanos, y una camiseta gris de corte masculina. Su preciosa melena, la tenía recogida en una informal coleta. No se había maquillado ni tapado las ojeras de haber trasnochado. Parecía algo mayor de lo que era. El corazón se le encogió. Se estaba muriendo lentamente. Le dolió mucho más de lo que pensaba.
Se saludaron en recepción, algo torpemente. Las dos se sentían cohibidas. No dejaba de ser una situación paradoxal. Marisa, trato de ser formal, para sobrellevar mejor aquel encuentro. Su intuición le decía que escucharía un contundente no por parte de la ex de Jasmin.
Anni, que odiaba las formalidades, la obedeció sin rechistar. Se sentaron una enfrente de la otra, manteniendo las distancias. Marisa parecía muy nerviosa, no paraba de mover las manos, cogía objetos de su mesa y los dejaba sin más. Se los estaba contagiando, cuando la secretaria irrumpió en el despacho.
- ¿Quieres el café como siempre?
- Sí.- su empleada iba a cerrar la puerta, cuando se percato de qué quizás Anni quisiera otro. ¿Y tú quieres?
- No gracias.- responde secamente. Hartándose de dar tantos rodeos. Quería estar a mil horas luz de allí, dejar de contemplar sus ojos hipnóticos, que llevaban escrito ya la palabra muerte.
Cuando por fin la secretaria cerró la puerta, el silencio se adueño de la sala. Las dos eran personas directas, sin pelos a la lengua. ¿Qué les pasaba? ¿Por qué tenían tanto reparo en hablar?
Marisa se sentía muy frágil y más ante la cantante, vestida completamente de negro. Debía de ser su color preferido. Cuando la conoció, ya iba vestida con ropa oscura. Le pareció que sus brazos estaban más llenos de tatuajes. Jamás entendería la afición de pintar cada palmo de las pieles. ¿Por qué lo hacían? ¿Para recordarse hechos?
- ¿Cómo estás?- le pregunto Anni. Su interés era sincero.
- Este lunes empezaré con quimioterapia. Por ganas no lo haría, pero debo de intentarlo. Al menos por ellas.- deja el bolígrafo encima de un blog de notas, algo más calmada.- Gracias por acudir, a pesar de que tu respuesta sea un no. ¿Me equivoco?
Anni le sostuvo la mirada, fue incapaz de contradecirle. La hizo sentir algo culpable por ello. Cruzo las piernas, tratando de reforzar su coraza. No le haría hacer cambiar de opinión con buenas palabras y su don de persuasión.
- Entiendo.- admitió, haciendo un enorme esfuerzo para disimular lo mucho que su negativa le dolía. Aquella simple palabra no bastó para compensar los quebradizos de cabeza que le había causado su propuesta.- Aún así, te agradecería que estuvieras pendiente de Jasmin. Te necesitará, cuando no esté a su lado. Se su ángel de la guarda, por favor.
- ¿Marisa, qué parte no comprendes? ¡No, es no!- se levantó, quería huir de allí llena de rabia. Los ojos de Marisa, bañados de un lacerante dolor, la contuvieron. No quería ser cruel con ella, que sólo actuaba de aquel modo por amor. Volvió a sentarse, intentando comunicar sus sentimientos más serenamente:- Lo siento. Lo que me estás pidiendo es demasiado. Jasmin es el amor de mi vida. He intentando arrancarla de mi corazón, verla sólo como amiga, amar a otras personas... y ha sido imposible. Es un sin vivir.- sus ojos se le humedecieron, mostrando toda su frustración.
Marisa se levanto de la silla y se le acerco, se agacho y trato de consolarla. Dudaba de si tocarla o abrazarla. Temía su rechazo. Le puso, finalmente la mano en el hombro y al no separarse la rodeo con sus brazos. Anni se abrió, intensificando el contacto.
- ¡Ojala, que tu y Jasmin regreséis!- declaro, a la vez que le acariciaba con mucha suavidad la espalda. Anni al escucharla la sobresaltó. Aquella frase estaba fuera de contexto. Le parecía increíble lo que terminaba de escuchar.- No soy nadie para mandar en vuestros corazones, lo sé. Aún así, me tomo esta licencia. Sólo quiero la felicidad de mi esposa. ¡Ódiame si quieres!
- ¡No sé qué decirte!- rompió el abrazó y se separo unos palmos. Se estaba ahogando con aquella impresionante mujer. No había conocido nada igual. No parecía sentir ninguna migaja de celos. Aunque le irritaba que quisiera mandar en su corazón, en sus elecciones.- Creó loable tus intenciones, pero creo que no es asunto tuyo con quién rehaga su vida Jasmin.
- ¡No puedo imaginarme mejor pareja que tu por ella!- insistió la española, señalándole su gesto también desinteresado.- Las dos queremos lo mejor para Jasmin. Aunque, a última instancia será cuestión de ella. Jamás he dudado que me quiera, pero en el fondo de su alma sigue amándote. ¡Lo sé!
Alguien llamó a la puerta y seguidamente entró la secretaria con el café para Marisa. Tras irse, volvió a reinar el silencio. Anni, creía que todo estaba ya dicho. Seguía pensando que le estaba pidiendo demasiado. ¿Y su vida qué? Tenía pareja, ¿a caso no importaba? Así se lo dijo.
- ¡Anni, sólo son excusas!- rechazando sus explicaciones.- No la amas. No te veo feliz. No huyas más de lo que sientes por Jasmin. No te conformas con nada, no pierdas el tiempo con relaciones que no te llenan.
- ¿Y tú que sabrás de mí?- la interrumpe llena de rabia, porqué la hace sentir desnuda y muy frágil. Hasta entonces, sólo le había entendido tan bien una persona.
- Me atrevo a decir, que bastante. Tú e yo, nos parecemos mucho.- y para justificarlo narró parte de su vida.
Su confidencia ayudo a ganarse la confianza de la cantante, acostumbrada a ocultar sus sentimientos y a ser dura con la otra gente. Se percato, además, a pesar de haber reconocido su miedo a amar en el pasado, aún no lo había vencido completamente. Aunque, de aquello también era culpable Jasmin. Sentía rabia hacia ella porque la rechazo a Madrid. Y era aquello que no le había perdonado. Ella no había conseguido pasar página, viviendo prestada a un amor perdido, por no haberlo sabido hacer mejor.
- Anni, la vida te ofrece una nueva oportunidad, para hacer lo correcto.- le remarca con vehemencia. Se siente satisfecha, porqué lee en sus ojos que le ha acariciado el alma.
De repente sonó una estridente alarma, que las sobresalto. En cierta forma, distendió un poco el ambiente cargado de tensión. Rieron brevemente, de sus respectivas caras, teñias por el susto.  El fuerte sonido, como un pitido, iba incrementando en intensidad.
- Creó que es la alarma de incendios.- alguna vez había sonado sin más, el sistema era viejo. De todos modos, no era normal que no cesase.
Se levanto y se dirigió hasta la recepción, por si su secretaria sabía algo. Fue abrir la puerta del despacho y escucharse una fuerte explosión. La luz se cerró, fuego, mucho polvo y gritos en el vació.

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