JAMÁS VOLVERÁ A SER LO MISMO Capítulo 18- Parte 1(Fanfic de Jasmin y Anni de Guten Zeien, Schlechte Zeiten)
CAPITULO
18: Gritos en el vacio
A los cuatro meses de
nacimiento de Marina
La
hija de Jasmin y Marisa nació un frió martes de marzo, pesaba unos 3kg y sin
ningún percance a mencionar. Bueno sí, que Marisa casi se desmaya al sentir los
chillidos de su mujer, debido a los dolores.
Las
dos se enamoraron de su hija, una preciosidad de ojos marrones, de sonrisa
angelical y grande, con un poco de mofletes. Nadie, que conocía la historia de
su procreación, se ponía de acuerdo a qué parte se parecía, si a la familia
Cirera o Fleming.
-
Se parece a ti cariño, su sonrisa, su mirada, el pequeño huequito en la
barbita, que se intensifica cuando ríe...- le comentó Jasmin cuando su hija
cumplió cuatro meses.
-
¡No que va! Le veo muchas cosas de ti y de mi hermano.- dijo, seducida por el
dulce sueño de su hija. Ya eran las once de la noche, y hacía poco que se había
quedado dormida.- ¿Vamos a la cama ya, a ver si esta noche podemos dormir un
poco más?- se le acerco y abrazó por la espalda.
Jasmin
cogió las manos de su mujer, se las acarició e intensifico el abrazo. Estaba anonada
contemplando a su Marina. Se decantaron por este nombre, porque les recordaba
al amanecer en el cual se casaron, bajo el firmamento y junto la suave música
de la mar. Fue algo íntimo, natural y sencillo.
La
maternidad, al contrario de sus creencias, la había terminado de llenar aun
más. Le parecía inhóspita tanta felicidad, que creía que le iba a explotar el pecho
-
Marina, es lo más grande que me ha ocurrido en mi corta vida.- confesó de
repente Jasmin, compartiendo sus miedos. Era tan fácil errarse por el camino y
dañar sin querer.- ¿Seremos unas buenas madres, a qué sí?
-
Sí, ya lo eres.- le dice Marisa, pegando su rostro al suyo. Le deja un cálido
beso en el pómulo, que le despierta las mariposas del estomago.- No seremos
siempre perfectas. ¿Somos humanas, no? Debemos de hablar mucho, tener claro
cómo educarla y, por encima de todo, darle mucho amor.- su mirada se
ensombreció, pero paso inadvertido por su mujer. Algo se había roto en su
interior, la esperanza.
Se
separo algo bruscamente de su cuerpo. Su valor había huido para tabaco hacía ya
días. Veía la alemana tan feliz, que se veía incapaz de quitarle la sonrisa. La
semana que viene debía de empezar ya con la quimioterapia, tratamiento que
había ido aplazando, temiendo sus efectos secundarios y estos le impidiesen
poder estar con su hija. Ya se perdería parte de su vida, si no surgía ningún
milagro.
Martín
estaba enfado con ella y no paraba de reprocharle todos sus actos. Que si no
debería de viajar a África, que delegasen más las tareas, que si debería de
empezar ya el duro tratamiento… Pero no se dejo convencer en nada. No quería
que la fundación que habían levantado, con tanto empeño, se derrumbase. Y quería
estar allí, junto a su pareja, para compartir la bella experiencia de la
maternidad.
-
¡Por Dios Marisa, si no te cuidas te perderás parte de la vida de tu hija!- le
repetía hasta el cansancio. Él aún tenía fe de qué podría vivir más tiempo.
-
Y si lo hago, no tendré ni fuerzas para sostenerla entre mis brazos, para darle
de biberón. La vida es ahora, no mañana.- le replico un día.- Pase lo que pase
Martín, me moriré feliz, estando al lado de las personas que más quiero. ¡A
parte, te recuerdo que es mi vida!
Se
miraron rudamente. Él desistió, su hermana era un alma rebelde y muy tenaz.
¿Por qué el amor no era capaz de sanar? Sentía mucha rabia, tristeza y mucha
impotencia. Era incapaz de aparentar su misma templanza, pero esta se
desvanecía cuando se proponía hablar con Jasmin.
-
Se lo tienes que decir ya, cuando empieces la quimioterapia no lo podrás disimular
por mucho tiempo.- Marisa se calló, dándole la razón. Pero nunca veía el
momento.
Ahí
seguía, a una semana para someterse a aquel tratamiento agresivo y no se
atrevía. A parte, aún tenía un tema pendiente para resolver. Y aquello le
preocupaba aún más. Anni no se dignaba a llamarla, para comunicarle su
respuesta.
Habían
estado un poco en contacto por teléfono. No mucho, porque sentía que la
cantante le incomodaba saber de ellas. En parte era normal. Pero en ningún
momento, quiso romper sus comunicaciones. Le hubiera podido haber dejado claro,
des de un principio, que noa ser la madrina de su hija.
La
semana misma que Jasmin pario, le envió un mail informándole de ello y
recordándole su propuesta. Le pidió, incluso, que viajará a Barcelona para
hablar en persona y conocerla. No obtuvo respuesta ninguna, ni llamo a su
mujer. Le irrito en parte, pero la comprendió.
-
¿Pasa algo cariñó?- le pregunto Jasmin, percibiéndola algo alejada de ella.
Hacía de hecho algunos días que lo notaba. Empezaba a preocuparse.
-
No, no todo está bien.- dijo rápidamente, fingiendo una sonrisa forzada. No le
gustaba mentirle.
-
Por cierto, cómo te ha salido tu última analítica- estaba tan atareada con su
hija, que se le había olvidado preguntarle por aquello.
-
¡Bien, bien no te preocupes!- se le acerco, mirándola fijamente, le robo un
beso para expulsarle aquellos dolores de cabeza. En aquellos instantes, sonó su
móvil, se lo sacó del bolsillo con hastió. Estuvo a punto de cerrarlo, pero vio
el número que la llamada entrante. Se disculpó y fue al despacho a atenderla.:-
¿Anni?
Cómo
respuesta sólo obtuvo una respiración profunda, algo inquietante. Era como si
estuviera gritando en el vació, pensando que nadie te estaba escuchando. A
pesar de haber dispuesto de casi un año para sospesarlo, Anni seguía dudando. Su
vida personal seguía siendo un poco desastre. Se había comprometido en serio
con Gisela. Le pidió tener una relación cerrada y lo estaba cumpliendo a raja
tabla. Respecto, a la espinosa cuestión de su felicidad, seguía siendo una
asignatura pendiente.
Gisela,
a pesar de ser una buena mujer, era muy controladora y celosa. Con ella, empezó
el insano deporte de mentir. No le gustaba hacerlo, pero a veces era la única
forma que la dejara en paz. Sus amistades se hacían cruces de la relación que
tenían y se extrañaban que siguiese con alguien tan desconfiado. Más ella, que
era muy exigente con las personas y era tan indomable.
-
Gisela me ha sorprendido negativamente. No entiendo porqué sigues a su lado.-
le inquirió Nelle una tarde, tras presenciar una de sus tantas peleas.
-
Quiero aprender a estar con pareja, en el fondo tiene razón.- la justifico,
mintiéndose a sí misma. Le tenía cariño por lo que represento en su tierna
adolescencia y la deseaba aún. Y quería que algo le funcionase, sino sería para
volverse loca. En cierta forma, envidiaba la suerte de Jasmin.
-
¡Ya! ¿Es qué no lo ves? ¡Es una paranoica!- le insistió otra vez, pero se ganó
una mirada asesina de la cantante.- ¡Ya me calló! Una última cosita, tu temes
estar sola.
-
Sí, será mejor que te calles.- sentenció Anni con ironía, para no terminar
hiriendo a su mejor amiga. Aquel día, le termino por confesar la propuesta de
Marisa. Hasta aquellos instantes no lo había contado a nadie, ni mucho menos a
Gisela.
-
¿Qué piensas hacer?
-
¡Pues no lo sé! ¿Qué pintaría yo en la vida de su hijo?- hizo una calada en su
cigarro y lo apago con desgana.- ¡Odio a Marisa! ¡Qué cara dura, casarse
teniendo la certeza de qué se estaba
muriendo!
-
¡Pobre Jasmin!- exclamo Nelle.- Lo lamento mucho, para las dos. Marisa no se
merece su crudo destino.
-
¡Ya! Lamentablemente, es ley de vida.- dijo secamente la cantante, con una
mezcla de sentimientos.
Nació
la hija de su ex y seguía sin saber si aceptar o no ser su madrina. Marisa era
hábil con sus estrategias. Sabía, que al enviarle fotos de Jasmin con su bebe
le ablandarían. Le susurraban que seguía amándola. No dejaba de ser un arma de
doble filo. ¿Por qué no comprendía que quería borrarla de una vez por todas de
su vida, igual que había hecho ella?
-
Anni, quizás tengas razón, debes de ser egoísta, mirar por ti.- le aconseja al
final la estilista.- Jasmin forma parte de tu pasado. Si te comprometes a ser
la madrina de su hija, siempre estarás atada a su vida. Pero jamás la verás
como simple amiga y te harás más daño.
-
A parte, nunca me han gustado los críos. ¿Qué le diría? Si me parecen
insufribles cuando empiezan a berrear, a hacer travesuras…- puso una cara de
horror total, que hizo reír a su amiga. Carecía de instinto maternal.- De todos
modos, quizás si sólo sea madrina con comprarle regalos ya bastaría. A fin de
cuentas, la educación es responsabilidad de los padres.
-
¡Ah, Anni estás hecha un lio!- le dio unos golpecitos a la espalda, con un poco
de compasión por ella. Seguía atada a su ex, a un amor que no parecía tener
fecha de caducidad. Quería luchar contra él, pero era más fuerte que su
voluntad. Por eso, trataba de encajar su nuevo papel en la vida del amor de su
vida. ¿Sería capaz de vencer a todos sus miedos por aquel fin?-Por último, ten
presente que Marisa morirá. Entonces, seguramente que tu rol como madrina puede
ser mucho más trascendental, no únicamente colmar de caprichos a tu ahijada.
Anni
se calló, fulminada por su sabiduría. En el fondo, era lo que temía. No tenía
fuerzas para ser una figura omnipresente para Jasmin y su hija. Y para ser
justa, también debría de consultárselo con Gisela. Era algo que podría influir
en su relación, si aceptaba aquel reto. Pero ningún día era el propicio para
aquel fin. O Gisela estaba indispuesta o con mal humor. El problema era que aún
no había tomado ninguna decisión, a la cual sólo le concernía a ella.
Hasta
que a los cuatro meses del nacimiento de Marina, Anni se armo de valor y puso
los puntos sobre las íes. Si daba tantas vueltas sin sentido al mismo tema, la
respuesta era clara. No pensaba ser su madrina. Aquella no era su vida, su
problema. Jasmin había escogido su felicidad, nueva vida, la había alejado de
su existencia. ¿Por qué ella, en aquellos instantes, debería de formar parte?
Determinó,
viajar a Barcelona para decírselo en persona a Marisa. No era ninguna
insensible. A Gisela la mintió con todas las letras, diciéndole que iba a
aquella ciudad española para promocionar su nuevo disco.
-
¡Pero seguro que irás a ver a Jasmin!- siempre la tenía en la boca, aunque Anni
poco se la nombrase.
-
¿Y si así es, a ti que te importa?- la desafió Anni, no dejándose pisar por
ella. Nadie iba a dirigir su vida, nunca. Era libre para ver a quién quisiera.-
Me estas hartando Gisela. Jamás he sido tan fiel a alguien como a ti, creó que
no te puedes quejar.- sus palabras, como esperaba, la anestesiaron.
-
Perdona, no volveré a cuestionar tus decisiones.- se disculpo, fingiendo ser un
corderito degollado. Anni suavizo sus formas, consciente de su acido carácter.
Pero Gisela era irremediable.- Vendré contigo a Barcelona. Yo también soy libre
para hacer lo que me plazca, ¿no?- no tuvo opción.
Aprovecho
cuando su pareja dormía profundamente, para llamar al celular de Marisa.
Hablaron poco, sólo para citarse dentro de un día en las oficinas de la
fundación Calidad de Vida. Anni se negó rotundamente quedar en su piso, no
quería ver a Jasmin ni mucho menos a su hija. Su respuesta sería un no claro.
Por ello no hubiera sido necesario viajar, pero debía de velar por su ex. Debía
de asegurarse que su mujer le fuera sincera y permitiera despedirse de ella. A partir
de allí, no quería saber nada más de ellas ni de su hija.
Día de la cita en las oficinas
de la Fundación Calidad de vida…
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