(3)
Pérdida
La
azafata paso a revisar el pasaje, que todos estuvieran ya instalados y
abrochándose el cinturón de seguridad. Era una chica morena rozando los 30 años.
Había reparado en ella porqué se parecía algo en Anni. Dejo de mirarla, no
queriendo pensar más en lo que dejaba a Berlín.
El
avión empezó a moverse por la pista. Un azafato empezó a informar al pasaje de
cómo funcionaba el cinturón y qué se debía de hacer en caso de emergencia.
Jasmin no lo escuchaba, sumergida en sus elucubraciones. Se sentía muy pérdida
y desolada.
Lo
irónico fue al llegar al aeropuerto, no tenía aún claro su destino. Los Ángeles
le habían encantado, pero allí estaba su ex marido y no quería verlo. Nueva York
también era una ciudad que la seducía.
La
providencia tuvo la culpa que al final escogiera aquel destino. Aún sin saber
dónde viajar, se dirigió en la pantalla de salidas. En aquellos instantes, la
voz pulcra de megafonía anuncio que el vuelo a Barcelona, de la compañía VX3,
iba con un retraso considerable. Jasmin sonrió. Tuvo suerte, aún había pasaje
disponible para aquel vuelo.
¿Por
qué lo escogió?, se preguntaba en el avión. Era una forma de estar cerca de
Anni. Siempre le decía que le encantó aquella ciudad Española. Y si no fuera
por ella, seguramente viviría allí. Aunque, de repente le pareció algo triste.
¿A caso ella no tenía ninguna ilusión, que se debía de apoderar de la de otros?
El
avión se elevó, dejando atrás el amor de su vida. Contemplo inerte como la
ciudad Berlín se hacía más y más pequeña, hasta que dejo de verla. Siguió con
la mirada puesta a la nada, pérdida entre nubes de algodón. El mundo le pareció
absurdo y su vida sin sentido. Sólo el recuerdo de Anni era una luz ante tanta
oscuridad. Empezó a lamentar su decisión.
Sus
ojos volvían a estar empañados de lágrimas. Cerró los ojos, sintiendo una honda
rabia hacia ella misma. En lugar de solucionar los conflictos de pareja, había
optado por huir. ¿Por qué?, se seguía preguntando. Entrando en una espiral
interminable de auto-reproches.
-
La culpa es de Anni, que prefirió liarse con otra antes de hacer las paces
conmigo- se dijo para sí misma. Se froto las últimas lágrimas y cogió una
revista de la compañía sobre viajes.
El
monográfico estaba dedicado a Galicia, una región del norte de España. Las
fotografías le gustaron y le atraparon. El paisaje era idílico y muy visitado
por los peregrinos, que llegaban por varios caminos andando, o con bici.
-
Galicia realmente es fascinante.- dijo su compañero de asiento, un chico de
unos treinta años. No había reparado mucho en él cuando ocupo su sitio. Lo miro
y le dedico una sonrisa algo apagada. Se percato que era guapo, de facciones
finas y algo afeminadas. Vestía un traje ejecutivo moderno, con una camisa
amarilla clara y una corbata alegre.
-
¡Si parece!- dijo de una forma seca. No le apetecía hablar. No obstante, su
compañero de viaje no capto su indirecta.
-
Perdona, no pretendía importunarte.- le sonrió brevemente.- Odio viajar sólo.
Quizás, porque me gusta hablar por los codos.
-No
lo has hecho.- se ve obligada a decir. Sus miradas se cruzaron por unos breves
segundos. Aunque, fueron suficientes porqué él la terminase de reconocer.
- ¡Ahora
caigo! ¿Eres Jasmin Fleming?
-
Sí, lo soy.- dijo flojo, por evitar que otras gente se enterara. No pudo evitar
sonrojarse.- Y mi vida sigue siendo un desastre- añadió.
-
No estés a la defensiva, eres mi ídolo. Eres divina.- le confesó. Sus ojos
verdes chispeaban de emoción.
-
¡Pues, gracias por tu alago!- le regaló una sonrisa sincera:- Aunque, no sé muy
bien porque. Cuando estuve casada con Kurt Leroy fui una completa histérica.
Quería ser actriz y triunfar. Y lo único
que conseguí fue ser la payasa de la prensa.- se detuvo un momento. Estaba
confiando en alguien que acababa de conocer y tenía miedo de errarse de nuevo.-
¿No serás periodista?
-
¡No! Te lo juro.- le prometió mirándola a los ojos.- La prensa te trato fatal.
Yo creo que fuiste victima de las circunstancias. Eres un ejemplo de cómo la
sociedad ha degenerado con el tiempo. Ahora los “reality-shows” triunfan. En la
tele sólo hacen basura, se ha perdido sustancia. Los únicos culpables somos
nosotros, los consumidores.
-
Sí es verdad.- Jasmin se relajo y permitió que aquel chico le abstrajese de su entumecimiento.-
Ya me lo decía Anni, que debía de tener más dignidad. Al final, aprendí la
elección. Ni sé porque este año acepte contrato como modelo en una campaña de
perfume. El horror volvió. ¡Qué asco!
-
Fuiste muy valiente en declarar que tienes novia. Ella puede estar muy
orgullosa de ti. Mi hermana gemela es lesbiana y trabaja de modelo. Ella oculta
su orientación para mantenerse en el negocio.
-
¡Qué asco de profesión!- no evito exclamar Jasmin.- No sé ni porque me gustaba
este mundo. Antes diseñaba ropa, era infinitamente mejor y una forma de
invertir el tiempo creativamente.
-
Opino igual que tu. A mi hermana le encanta. No lo entiendo. Para mi es una
pérdida de tiempo. ¿Qué tiene de especial? Sólo luces tu cuerpo, tu bello
rostro. ¿Qué sentido tiene?
-
No lo tiene.- reconoce Jasmin. No debió de dejar de diseñar ropa y su tienda. Y
des de entonces navegaba a la deriva.- De todos modos, lo más importante es que
tu hermana se sienta realizada.
-
Sí, ella parece feliz.- se calla durante unos minutos y prosigue hablando de su
hermana:- Eso sí, está rodeada de puras interesadas. Bueno, son las únicas que
le toleran sus mentiras de cara la galería.- se rio de ello, aunque sus ojos
decían todo lo contrario. En el fondo le preocupaba.- ¿Tú crees que
este siglo aún debes de ocultar tu orientación sexual?
-
No. Por desgracia, sigue habiendo mucha homofobia.- ella misma había tenido
prejuicios sobre ello. Aunque, creía ser una persona tolerante.- No nos educan
con la posibilidad de enamorarnos de personas del mismo sexo. Y en la escuela,
en tu día a día descubres que existen los homosexuales. Poco a poco se va
normalizando.
-
Por eso te admiró. Lo que hiciste públicamente, es un granito de arena para qué
nuestro colectivo sea más visible. Hasta que llegue un momento, que no haga
falta declarar nada. ¿En el fondo, qué más da si uno es bisexual, homosexual o
heterosexual?
-
¡No importa! Yo me enamore de Anni y me costó tiempo reconocérmelo. Siempre me
había considerado heterosexual. No cabía en la cabeza que me pudiera gustar una
chica.- miro por la ventana, recordando viejas heridas.- Aún sigo sin querer
ponerme la etiqueta lesbiana, aunque tengo muy claro mis sentimientos.
-
Puede que seas bisexual.- le sugiere su interesante compañero de viaje.- Yo lo
soy. Otro espécimen humano mal entendido.- ironizo, haciéndola reír
nuevamente.- Por cierto, me llamo Martin.
-
Encantada Martin.- se dieron dos besos y cayeron en un lagunar silencio. Jasmin
se sentía más confortada tras la interesante charla compartida.
-
¿Vas a Barcelona por trabajo?- quiso saber el chico.
-
No.
-
¿Turismo?- insistió, con la maldita costumbre de los humanos de saber, de entrometerse
en la vida de otros. Jasmin no tenía respuestas. Huía de su fracaso amoroso, de
una ruptura de pareja, de ella misma… Estaba pérdida en sus propias cenizas.
-
Me busco a mi misma.- le respondió al final Jasmin y cerró los ojos, para
contener un nuevo llanto. En estos instantes, la voz de la azafata morena
anunció que estaban llegando a su destino.
-
Te percibo muy triste.- se atrevió a declarar Martin. Lo que no le diría era
des del principio del viaje se había fijado en ella y captado su dolor. Y tuvo
la necesidad de alegrarle algo más la existencia.- Si deseas desahogarte…
-
No gracias.- le agradece y vuelve a mirar por la ventada. Ya se puede divisar
la ciudad de Barcelona. Sólo deseaba llegar y perderse por sus calles,
conocerlas y recordar a su ex pareja.
-
Entiendo.- cogió la cartera de su bolsillo, la abrió y saco una tarjeta:-
Intuyo que estarás una temporada en la ciudad y que no tienes a nadie en ella,
por eso te doy mi tarjeta personal por si necesitas algo.
Jasmin
se la cogió con desinterés. Sólo se la aceptó por ser cordial. La miro
brevemente. Era una tarjeta alegre. La leyó antes de guardarla en su bolsa de
piel: Martin Cirera Gómez, arquitecto. Después, se sumergieron en sus propios
pensamientos.
Una
vez que el avión hubo aterrado, se despidieron fríamente, como dos desconocidos
que habían compartido un breve viaje. Martín lamento no haber podido compartido
más tiempo con la atractiva alemana. Mientras esta, se sentía feliz por haber
llegado. La ilusión de conocer la ciudad, paliaba algo su dolor por la rotura
con Anni.
Por
el camino a la salida se perdieron de vista. Martín no había de recoger ninguna
maleta y se fue directo a coger un taxi. Jasmin tuvo de esperar un tiempo para
recoger su única maleta. Mientras encendió el móvil. Una vez que estuvo totalmente
operativo, recibió un mensaje notificándole que Anni la había llamado cinco
veces.
Borró
todos los mensajes de llamadas perdidas. No quería saber nada de ella. ¿Por qué
no respetaba su decisión? ¿Qué no lo comprendía? Quería perderse y olvidarla.
No obstante, busco su número y dudo si devolverle la llamada. Necesitaba
escuchar su voz y decirle que no era su culpa. No pudo reprimir aquel impulso.
Toco tecla de llamada…
-
¿Jasmin, eres tú?- le susurro la voz de Anni, estaba entrecortada y medio
ronca. Sollozó brevemente. A la ex modelo se le rompió el corazón, odiaba
estarle causando tanto dolor.
-
Sí.
-
¡No te vayas por favor!- le pidió- Cariño perdóname.- insistía e insistía su
amor. Y la escucho llorar a moco tendido. Sus ojos también se le mojaron.
-
Anni, me ha dolido mucho verte besar con otra.- fue lo único que pudo decir
Jasmin. La rabia era la punta del iceberg y que le impedía perdonarla de
corazón.
-
Te entiendo. Pero créeme no ha sido nada. Te quiero.
-
Lo sé. Aunque, no es suficiente.- cerró los ojos, para hallar las fuerzas
necesarias para seguir adelante con su decisión.- Anni, siempre te querré pero
lo nuestro no funciona. Tú no eres feliz e yo tampoco.
-
¿Pero qué dices Jasmin? Me importas mucho. ¡Créeme! Vuelve por favor y lo
hablamos con calma.
-
¡No!- su respuesta cortante hizo callar a Anni, que dejo de llorar por unos
momentos.- Es lo mejor para las dos.
-
¡No Jasmin, es lo mejor para ti! Lo has elegido tú sola.- lo dijo con ira y un
incipiente resentimiento.
-
¡Exactamente, por eso solo te pido que me lo respetes!
-
¡Por supuesto! Encerte, me has vuelto a dañar. ¡Adiós Jasmin!- y colgó el
teléfono. Ni escucho como esta le susurraba que lo sentía y amaba.
Desconecto
el móvil y se limito a mirar la cinta del equipaje. No tardo en aparecer su maleta. Lo recogió y salió a fuera. Ya eran las seis de la tarde y la
oscuridad ocultaba las penas.
Se
fue directa hacia la zona donde había aparcados varios los taxis de color
amarillo y negro, y entro en el primero. El taxista le preguntó a dónde quería
ir. Se quedo en blanco. No había reservado hotel ni nada. ¡Qué más daba! Ya
estaba perdida del todo. Había roto con la persona más dulce que había
conocido, que la comprendía mejor que nadie…
¿Qué había hecho?
¿Qué había hecho?
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