Isabel y Cristina. En mi imaginación... (Desenlace)

Desenlace Llegan a Vadajoz a medianos de la noche. Allí encuentran la ayuda para Cristina. El medico les informa de qué Cristina esta delicada. Necesita una transfución de sangre. Isabel se ofrece. Por suerte su grupo sanguineo coincide. Tras realizar el procedimiento la espera se hace eterna. Anímal se queda a su lado, haciendo la espera más llevadera. - Le puedes pedir a Almudena que afirme que has estado toda la noche con ella, porqué Antonio se hallaba mal.- le sugiere su amigo. - Sí seria buena idea.- reconoce Isabel. Se encoge. No quería pensar en todas las cosas que debería de afrontar al volver.- Ahora lo más importante, es que mi amor se recupere. ¿Se salvará Anímal?- él le aparta un menchón de pelo rebelde y le sonrié. - Ya verás que sí. Cristina es muy fuerte. Creo que te quiere mucho.- se abrazan. - Gracias por estar a mi lado y comprenderme.- era alivio sentirse arropada por su hermano. Siempre se sentía muy protegida a su lado. Aunque, esa sensación también la sentía por su marido. No era un mal hombre. Y eso le dolía, porqué no se merecia que le estubiera engañando de aquel modo. Él le había sido sincero. ¿Por qué ella no? No, no podia. No le compendría. Le repudiaria. Y quizás también iria en contra de Cristina. Aunque era una persona justa, también tenia una parte violenta e impulsiva. Nunca sabe uno, como puede reaccionar un corazón herido. Bueno, ella ya lo sabia porqué en los últimos tiempos se había comportado de una forma vil, injusta y despótica con Cristina.- Sabes, me he portado muy mal con ella...- y se lo confeso todo.- Me siento tan culpable, tanto...- volvió a llorar a raudales. Anímal la abrazo en silencio. - Esborra eso de tu mente. Tu eres otra victima de tu padre, del puto destino. - No tuve el valor para oponerme a su voluntad. - Isabel, no des tan vueltas al pasado.- se separo un poco, y la miro con sus ojos marrones penetrantes:- Preguntante como quieres que sea tu presente, tu futuro. Hay que seguir mirando hacia delante. - ¿Y si no se salva? - ¡Saldra! Y no la dejes volar de tu lado... Sino tratamos de ser felices nosotros, nadie nos recompensará. No hay que perder más oportunidades.- le aconsejó. Dicho de aquel modo parecia tan fácil. Minutos más tardes, volvió a salir la mujer del médico. Para informárles, que Cristina había despertado. Se dirigió a Anímal, pensando que era su marido (como en cierta manera era lógico). - ¿Como esta?- pregunto de seguida Isabel, no ocultando su nerviosismo. - Mejor. - ¿Puedo entrar a verla? - Primero quizas querrá entrar su marido- le interrumpió la ayudante del médico, mirándola algo estrañada. Anímal la miro serio y decidió seguirle el juego, por no complicar más las cosas. Isabel lo comprendió. - ¿No podemos entrar los dos? Isabel, es mi hermana y se aprecían mucho.- ¿Eso si no es compraducente por Cristina? Si es así, prefiero que entre mi hermana. Ella se sentira más confortable. Ya sabe, entre mujeres se entienden mejor. La mujer de mediana edad se lo quedo mirando algo estrañada. Quizás había escuchado a Cristina susurrar el nombre de Isabel. Fuera lo que fuera que pensase su mente, al final accedió a que entrara la cuñada. Cristina tenia los ojos abiertos, mirando a un punto indefinido del techo. Parecía catatónica. No pareció percatárse de su presencia. Se le acerco silingiosamente, y cuando estubo a su lado le susurro su nombre. No hubo respuesta. - Cristina, estoy a tu lado. Amor mio, ¿me escuchas?.- le puso dulcemente una mano en su suave rostro. Se lo acaricio, queriendo que la preciosa luz que le iluminaba y la convertia en un ángel, regresará.- Te amo. Siento todo lo que te he dicho por la mañana.- sus ojos volvieron a empeñaron de lágrimas. Su perdon fue de corazón, brotado de su alma más pura.- ¡Perdoname! Abrazó su cuerpo inerte. Ya no ardia de fiebre y respiraba acompansadamente. Su corazon tenia un ritmo normal. Pero de repente, fue como si hubiera recibido un chispazo y empezo a latir con más bravura. Se separo unos centímetros de su precioso cuerpo. I por fin, sus ojos se cruzaron. Se miraron en intensidad y se reconocieron. Los brazos de Cristina no tardaron en abrazarla con fuerza. Lloraron un rato juntas, se besaban... incapaces de separarse unos palmos la una de la otra. Se habían estrañado tanto... - ¡Perdoname!- le volvió a suplicar, con la fiebre de las carícias fugaces ceso. - Isabel, me ha dolido mucho tu comportamiento de estos días, tus palabras.- siéndole sincera. No quería reprocharle nada. Por encima de toda la rabia experimentada y su dolor sus sentimientos por aquella cabezota de mujer permanecían intactos.Aunque, su corazón necesitase un poco de recuperación. Por eso necesitaba compartir sus sentimientos, para intentar sanar su relación. Sin Isabel no tenia sentido. Era una verdad como un templo.- No me lo merezco. - Lo se.- admite, acotando la cabeza avergonzada. Cristina le coge suavemente la barbilla y la obliga a mirarla. - No lo sabes. Yo me etivoque marchándome, creyendo que así serías feliz, tu padre te dejaría en paz. Aún recuerdo como te dejaron aquellas bestias de monjas. Haría de todo por protegerte, cuidarte y porqué nadie te haga daño.- su voz era dulce y firme.- Por eso, erroneamente, me entregue a tu marido. Había de ser convincente. Jamás dejaré de ser un punta, quizás no sepa hacer las cosas mejor.- ironizó Cristina. - ¡Callate! ¡No digás esto!- no evito exclamar Isabel, viéndose reflejada en los comentarios de su amada. Ella le había hecho sentir de aquel modo.- Ahora me doy cuenta de lo injusta que he sido contigo. Me dolio verte entregándote a él. - Soy asi de torpe Isabel. ¿A caso no viste reflejado en mi rostro el dolor? No lo hice por placer.- un gesto de dolor ensobrecio su rostro, que no paso despercibido por la Lobo:- Te he visto con tu marido, haciendo el amor. ¿Y como crees que me he sentido?- Isabel se quedo con la boca abierta, sin saber que decir. No tenia excusa. Se le había entregado de una forma impulsiva, como si quisiera arrancar el perfume de Cristina de su piel. - Es cierto.- reconoce.- No se porqué lo he hecho, borrarte de mi memoria. Pero ahora se que jamás lo hare. No puedo vivir sin ti. Pero soy tan cabezota... Tengo mucho miedo Cristina.- le confeso al final.- No tengo tanto valor como tu. Tengo miedo de qué mi padre te haga daño, que mi esposo lo descubra y vaya por ti, miedo de qué me vayan a torturar... - ¡Ven, abrazamente!- le pidio. Isabel se dejo acunar como un bebe.- Te amo apesar de todo. En la vida y la muerte. ¿Te acuerdas?- Isabel le dijo que sí, fue un momento muy lindo. En ojos del universo estaban casadas.-Yo también tengo miedo, de perderte.- le reconoce al final.- Perdoname, quizás te he estado exigiéndo demásiado. - No digás eso. Yo te queria proteger... y he construido una coraza para qué no dañen a lo que más amo. Te amo.- la beso.- No sabes la suerte que tengo en tenerte. - La suerte es mia.- la besa. Estubieron un largo rato besándose. Hasta que por la mente de la Lobo paso un interrogante. ¿Qué había pasado con el hijo que esperaba Cristina? Bajo la mano hasta su barriga y se la acarició. Aún no había reflexionado sobre aquel hecho... Cristina la comprendió. Pero seguia sin ganas de hablarlo. En aquel instante se sintieron unas voces fuertes a fuera. - ¿Dónde esta mi mujer?- dijo una voz de hombre muy conocida. Las dos se separaron. Otra vez la había seguido. Fin del capítulo