Isabel y Cristina. En mi imaginación (IV)

(IV) El impacto de aquellas palabras fue brutal. "Tu amante esta desagrandose y con amanaza de abort". Junto la setencia final de Lola fue demolidor: "Puede morir... Morir". Isabel quiso que la tierra se la tragara y condujera al infierno. ¿Por qué fue tan dura con Cristina? La verdad que la había despreciado vilmente. Se había creido capaz de vivir sin ella, sabiéndola lejos de su lado sana y estalvia. - ¡Ella no! ¡Dime que es una mentira, para hacerme daño!- se acerco a la amiga de su amada, le cogio por los brazos. Sus ojos ya estaban llenos de lágrimas. No hicieron falta palabras.- ¡Cristina debe sobrevivir! Ahora voy por el médico...- se detubo. Cambio de idea. No queria exponer a la razón de su ser.- Mejor que no. - ¿No subes para alertar al médico!- exclamo Lola estrañada por el giro de opinión. - Puede ir con el cuento a mi padre. Vamos a buscar a Aníbal, que nos busque a otro médico o la trasllade a Vadajoz.- determino muy firme. Su mejor amigo, su hermano del alma, la ayudaria. - Isabel, Isabel...- la empezó a llamar el médico. - Ahora vendra la criada- y se largo sin más. Otra puerta se cerro a la vez. Alguien terminaba de salir de otra habitación. Minutos más tarde ya estaban a la Quebrada. Por suerte Anímal se encontraba allí. Andaba muy ocupado defendiendo al pueblo de la gente interesada. Era un buen hombre admirable y con los ideales muy claros. ¡Qué pena que su hermana Nieves no lo valorase! Su orgullo era muy pronunciado. Quizás, tarde o temprano conquistaria el reino de Saba, aunque la veia convirtiéndose en una flor marchita y muy ostentosa. Igual que le ocurriria a ella con su marido. Era un buen hombre, pero nunca le arrancaria los sentimientos fuertes que sentia por Cristina. ¿Se podía vivir con medio tintas? - Anímal. Me tienes de ayudar. Cristina esta mal, la tiene que ver el médico.- le implora de inmediato. Lola le apoya y le narra el estado de su amiga. Determinan coger la carreta y dejar algunos toneles de agua para disimular. Empezaba a atardecer y el tiempo apremiaba. Isabel se empeñó a acompañarlos hasta al burdel, aún siendo tarde.- Mi sitio esta con la mujer que amor. Lola le cogió una mano y se le apreto. La había juzgado mal. La entendía en el fondo. Su relación no era fácil. En aquellos tiempos la homosexualidad era condenada. Sólo las gentes con un corazón de oro, como Aníbal y otros, lo entendían. El amor no conoce de razones, de clases sociales, de sexos... Llegan al pueblo ya oscuro. Anímal coge una alforja grande, para envolver a Cristina y no se viera tanto. Entraron en su habitación conteniendo la respiración. Una compañera de Lola les recibio y les informo que estaba mal. - No para de delirar, de decir tu nombre, Isabel.- la cual se acerca a Cristina y le coge de la mano. Se le apreta fuerte. Se agacha y le da un beso breve en los labios. - Creo que tiene fiebre. Paños mojados de agua fría por favor.- Lola mismo fue a cumnplir con sus ordenes. Le beso en el pómulo, sin dejarle la mano.- Todo va estar bien. Jamás te dejeré. Te amo. - le susurro en la oreja. Era una promesa que pensaba cumplir. Había sido como una gran revelación. Le ponieron un troso de ropa en la frente, en varias zonas del cuerpo. Por suerte, había parado de sangrar. Aún así seguia sin reaccionar. - Puede que haya perdido demásiada sangre- apunto Aníbal.- Creo que será mejor que nos marchemos ya. En la calle, ya reinaba la negra noche, sin estrellas. Llegaban las voces de algunos clientes del burdel ya con una buena borrachera. Algun ruido de caballo des de lejos. No se fijaron si había nadie espiando desde lejos. La calle estaba desierta. Isabel se subió al lado de Aníbal en la carreta. Él, a igual que Lola, creían que sería mejor que se quedase. Aún así, no la convencieron del contrario. Se lo debía. Ella arisco su vida por estar con ella, ¿y como se lo pagó? Con desconfianzas, celándola... - No te preocupes, respecto a mi marido ya halláre alguna excusa. En el fondo, es muy buena persona.