JAMÁS VOLVERÁ A SER LO MISMO Capítulo 9 (parte 1) (Fanfic de Jasmin y Anni de Guten Zeien, Schlechte Zeiten)
Os cuelgo una pequeña parte del capítulo 9. Siento la demora, pero no siempre puedo escribir con el mismo ritmo. Familia, trabajo, vida social... que a veces me es difícil compaginarlo todo. Lo siento. En fin, hay que adaptarse a las circunstancias y hacer lo que se siente en cada momento, si se puede.
(9)
Relaciones pasajeras
Suelen
decir que somos fruto de una combinación de factores. Entre ellos, los padres
que nos engendraron, los que te educaron, la escuela, la gente con la cual te
vas cruzando, las experiencias que vives, las consecuencias de tus elecciones…
Todo ello va moldeando tu carácter, tu perspectiva de la realidad y la manera
con la que diriges tu vida.
Alguien
diría que cuando nacemos somos como la semilla de un árbol, que va creciendo
buscando la luz. Si recibe el agua suficiente, no se le priva de la luz y no se
le maltrata va creciendo firme y recto, las raíces se aferran al suelo
negándose a desfallecer al mínimo contratiempo. Aunque, ante una gran tormenta,
o por cualquier inclemencia ambiental, el árbol más sano y seguro se puede
torcer.
Creer
que los bellos árboles, con los cuales te abrazarías como si fueran tu
salvavidas, son perfectos o invencibles es una utopía. Cada uno alberga en su
interior cicatrices. Y de hecho, lo que prevalece es como te levantas tras una
grave caída. Siempre persiguiendo la luz.
A
veces, parcheas las heridas pero no las curas. Por eso, cuando el viento vuelva
a soplar vuelven a sangrar. Uno puede estar atrapado, limitado, por cada
elección que ha realizado durante su vida. Sino aprendes a romper los viejos
hábitos, quizás nunca vivirás llenamente.
No
hay experiencias que no merezcan ser vividas, pero tarde o temprano te das
cuenta que no conducen a la nada. Aunque terminan enseñándote algo, a
comprender el porqué de tus actos y de los otros. Aprendemos, a fin de cuentas,
mediante el ensayo y error.
Jasmin
aparentemente era feliz con sus tareas de beneficencia y sirviendo a la
caprichosa y cínica de Marisa. Aunque, des de su regreso del Caribe estaba más
suave. Curiosamente, menguo su desfile de amantes. Su tono de voz seguía siendo
irónico, pero se interesaba más por sus proyectos.
La
miraba con sus ojos marrones, penetrantes, fijamente. Una mirada que inquietaba
y atraía a Jasmin. A veces la percibía cercana y otras a mil horas luz de ella.
Creía que parte de su rechazo hacia su jefa se debía que sentía reflejada en
ella.
Años
atrás había venerado mucho su cuerpo, le encantaban las mismas pijadas que
Marisa y aquel mundo de la moda tan efímero. ¿Había sido tan superficial? ¿Por
qué gasto parte de su vida queriendo ser modelo?
Marisa
sin duda tenía carácter, debido a ello había conseguido triunfar. Y
seguramente, por el camino había tenido de sacrificar cosas. Quizás por ello
era tan cínica y la entendía tan bien, pensaba Jasmin. Se compadecía de ella.
Aunque, cada cual había escogido su destino.
Un
día la top modelo la engancho mirándola de reojo. Jasmin se coloreo. Eso la
hizo reír. Le dio alas para empezar a cortejar de nuevo. La rehuía
educadamente, aunque se percató que no le era indiferente. La deseaba. Aún
recordaba la noche de pasión compartida. Pero aquel recuerdo y lo que empezaba
a sentir, no borraban sus sentimientos por Anni.
La
tenía presente cada día, cuando despertaba, en el trabajo, en las tareas del
hogar, paseando por las calles de Barcelona y si salía con Martín en una
discoteca, se imaginaba que Anni
poniendo la música. En unos momentos era asfixiante y en otras ocasiones
maravilloso, era trasladarse brevemente al paraíso. La extrañaba, aún así
seguía sin apetecerle regresar a Berlín. Puede que el miedo la venciera, su
amor no jamás le perdonaría haberse ido de aquel modo.
Reprimió
muchas veces el impulso de preguntarle a Katrin por Anni y a otros de sus
amigos. Pero fue cobarde y jamás se atrevió. Seguía huyendo como decía Marisa.
Seguía escondiéndose y negándose su verdad, que el vació que sentía no se le
quitaba. Era cierto se sentía más útil que nunca y había descubierto unas
tareas que le gustaban de verdad. Aún así, su jefa y compañera de piso había
vuelto a tener razón: aquello solo era un parche, que no le ayudaban a sanar su
corazón roto.
Todo
empezó el día de san Valentín. Aunque, en Cataluña celebraban el día de los
enamorados en el 23 de Abril, por San Jordi. Se regalaban rosas y libros. Las
Ramblas se llenaban de paradas de libros y flores, le contaron a Jasmin. No le
entusiasmaba mucho la fiesta, pero le hacía pensar en Anni que le encantaba a
leer. Cuando lo hacía se refugiaba en su mundo. Muchas veces la contemplo, en
silencio, como el libro le absorbía completamente.
Las
fiestas americanas se iban colando a otros países y arelándose en otras
culturas. Quizás, todo valía para potenciar el consumismo. Jasmin despertó más
nostálgica del habitual. Le entristecía su cobardía, por haber destruido su
relación con Anni (la más maravillosa de toda su vida) y su honda soledad. Se
ducho para intentar exorcizar la melancolía. Se repitió que la rotura con Anni
era algo previsible, eran demasiado distintas.
Marisa,
que se había cogido unas semanas de vacaciones, había madrugado y estaba
preparándose el desayuno cuando salió del lavabo. Iba con un albornoz blanco y
dejaba entrever sus bien formados pechos. Jasmin no evito mirarlos. Su jefa se
percato de ello y le sonrió pícaramente, le gustaba provocarla.
-
¿Por qué te sonrojas?- se le acerco, permitiéndole admirar sin pudor su cuerpo
femenino y escultural.
-
¡No que va!- desmintió la alemana, apartándose de ella. Odiaba desearla. Sentía
que volvería a serle infiel a Anni. Traicionaría más su recuerdo. Y no sabía a
dónde le conduciría aquel manantial de pasión.
-
Sí. ¿Por qué te lo niegas? Me deseas.- volviendo a acercarse a ella, hasta que
la tuvo apresada entre la pared y ella, sin posibilidad de escapatoria. Para la
modelo aquello debía ser excitante, su puedo y no quiero. La obligo a mirarla a
los ojos. El lenguaje no verbal siempre nos delata.
Marisa
se le iba acercando lentamente, sin dejar de mirarla. Jasmin se dejo abducir
por aquellos ojos marrones, profundos y seductores. Leyó en ellos algo
indescriptible, ausente cuando se conocieron: calidez, ternura y puede que
amor. Quizás por ello le permitió que se le acercara más.
No
obstante, cuando sus labios estaban a unos milímetros de acariciarse la detuvo,
apartándose de su cuerpo. Presentía que en aquella ocasión no sería un simple
desliz de una noche. Y no estaba preparada para ninguna otra relación, nadie se
merecía ser el segundo plato.
-
¿Jasmin, por qué niegas lo evidente?- insistió la modelo, manteniendo la
distancia impuesta.
-
Si lo admito, me atraes. De todos modos, no estoy enamorada de ti.- le admite
al final, siéndole honesta fulgurantemente.
-
Lo sé. Sigues amando a tu ex.- lo dijo en un poco de despreció, harta de
escucharle hablar sobre ella. A pesar de qué quería aparentar ser la mujer más
independiente del planeta, también necesitaba sentirse amada.- Jasmin, me
pregunto a que esperas en regresar a su lado. Estás perdiendo un tiempo muy
valioso.
-
¡Es demasiado tarde Marisa! Para variar, debo de ser fiel a mis decisiones.
Intento rehacer mi vida…- no sabía cómo interpretar su comentario, si lo decía de
buena fe o con sorna. Aunque luego, se percató de qué se estaba contradiciendo.
Se había abierto una brecha enorme entre ella y Anni, entre su antigua vida y
la actual. No podía deshacer los pasos dados. Aún así, había algo que la seguía
aprisionando en el pasado.
-
Lo terminas de admitir, la vida sigue. No tienes que sentirte culpable de querer
estar con otra persona.- hizo una breve pausa y prosiguió de una forma más
beligerante, parecía no aceptar un no como respuesta.- Presumes de querer
buscar otras experiencias, olvidarte de Anni y tener una vida más llena, aún
así no te veo feliz. ¿Cuántas veces te he visto reír a carcajadas?
Jasmin
se la quedo mirando, impactada por su versión sobre ella. Pareció que terminase
de despertar de un sueño muy profundo. Infeliz no era. Las tareas del hogar, su
colaboración con la asociación y voluntariado eran pequeñas dosis de sedante
que anestesiaban su dolor. Pero más allá de ello, en el tiempo muerto la
tristeza seguía carcomiendo. Sí, era cierto la sonrisa se había perdido.
- ¿No crees que te
debes de ofrecer la oportunidad de vivir sin culpas?- le seguía retando Marisa.
Su mirada carbón lacerante y muy sería. Quizás, la quería ayudar egoístamente pero
tenía razón.- ¿Por qué negar lo sientes por mi?
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